En la conmemoración de su 60 aniversario este prócer del cine pochoclero finalmente recibió el tratamiento que se merecía en la pantalla grande. La nueva versión de Godzilla es la mejor película que se hizo desde el 2001, cuando se estrenó en Japón, Godzilla, Mothra and King Ghihora: Giant Monsters All-Out Attack, una gloriosa producción que reunió al Dream Team de los monstruos japoneses. Este estreno de los estudios Warner supera claramente en todos los campos a la película que presentó Roland Emmerich en aquella decepcionante propuesta de 1998. En este caso la dirección quedó a cargo del inglés Gareth Edwards, quien sorprendió en el 2010 con el film independiente Monsters. Con esta segunda película debutó en la industria de Hollywood y salió muy bien parado del desafío que implica trabajar semejante clásico del cine. Después de las últimas historias lisérgicas que se hicieron en Japón con este personaje, el director Edwards volvió a las fuentes y abordó el film con una trama que rememora el dramatismo que tuvieron la obra original de Ishiro Honda de 1954 y El regreso de Godzilla (1984). Por lo general en las producciones hollywoodenses los monstruos gigantes siempre fueron los villanos y los héroes se encontraban entre los humanos. Este estreno trabajó la otra versión de Godzilla, que siempre tuvo una enorme popularidad en Asia, donde el monstruo cumple el rol de antihéroe, al ser representado como una fuerza de la naturaleza que surge para enfrentar a otras criaturas más peligrosas. Lo atractivo de este enfoque es que siempre le brindó a los realizadores la posibilidad de crear peleas entre monstruos que generaron escenas memorables dentro del cine fantástico. Queda claro que el director Edwards trabajó a Godzilla con el respeto por el personaje original y la pasión por el género que no tuvo la película de Emmerich. Inclusive el monstruo recuperó el aspecto tradicional de los filmes de los estudios Toho, a los que esta nueva propuesta homenajea en más de una escena. Entre las figuras del reparto sobresale especialmente la interpretación de Bryan Cranston (Breaking Bad), quien tiene excelentes momentos dramáticos en la historia. En materia de realización, el film cuenta con un gran trabajo en los aspectos visuales y la ejecución de las escenas de acción que son impecables. Es un placer poder ver una historia de este estilo donde los momentos de acción más espectaculares parecen reales y uno se olvida por completo de los efectos especiales. Aunque Godzilla tarda en aparecer la espera vale la pena y luego la película sorprende con secuencias completamente épicas cuando se centra en el combate de los monstruos. Si tuviera que objetarle algo a esta producción es el diseño de los bichos villanos, a los que no le pusieron mucha onda. Comparados con otros enemigos clásicos de Godzilla, que eran más carismáticos, como King Ghidora, Rodan, Gigan y Destoroyah, los nuevos oponentes del querido reptil son bastante olvidables y encima se parecen a la criatura de Cloverfield. En ese sentido, Pacific Rim presentó monstruos más originales. Salvo por ese mínimo detalle nerd, Godzilla es una gran película pochoclera que brinda un entretenimiento de calidad dentro de este género y por eso merece su recomendación. El Dato Loco: Para aquellos que desean saber más sobre este ícono de Japón, en los siguientes links pueden encontrar una selección de los títulos esenciales de este personaje que recomiendo ver y no tienen desperdicio. Godzilla: Lo mejor de su filmografía y Godzilla: Lo mejor de su filmografía II.
Silencio del más allá es la nueva película de la productora inglesa Hammer Films, que en el pasado supo estar a la vanguardia del terror gótico en el cine durante las décadas del ´60 y ´70. Desde el 2008 la compañía volvió a revivir con nuevas propuestas para la pantalla grande que hasta ahora dejaron un sabor bastante amargo, ya que no consiguieron estar a la altura de lo que representa el nombre Hammer para este género. Los únicos filmes decentes que evocaron bastante bien el espíritu de los viejos trabajos de la Hammer fueron Wake Wood (2011) y La dama de negro (2012), con Daniel Radcliffe. Después el resto de las producciones que hicieron, como la innecesaria remake de Déjame entrar y The Resident (Hilary Swank), resultaron filmes olvidables. Este estreno no cambia esa historia. El gran problema que tiene Hammer es que perdió su identidad y hoy la productora se limita a trabajar fórmulas trilladas del cine norteamericano que se repiten una y otra vez en la cartelera. Mientras sigan copiando al cine hollywoodense y hagan películas de horror no aptas para menores de 13 años va a ser muy difícil que puedan recuperar el nivel que supieron tener en el pasado. A Hammer le falta riesgo y creatividad. Sería injusto calificar a Silencio del más allá como una mala película, ya que tiene algunos méritos, pero lo cierto es que no vas a encontrar mucho terror en esta historia. La trama presenta una especie de thriller sobrenatural que pudimos ver mejor trabajado el año pasado en El Conjuro. Una historia que se hace principalmente llevadera por las interpretaciones del reparto, donde lograron destacarse Jared Harris (Mad Men) y Olivia Cooke (conocida por la serie Bates Motel), además del buen trabajo que hizo el director John Poge (Cuarentena 2) con las ambientaciones tétricas. Junto con la excelente recreación de los años ´70, estos son los puntos más interesantes de la película en material de realización. El problema de este estreno es que brinda una película de horror desapasionada, que más allá de los ruiditos de puertas que se abren lentamente, carece de escenas que nos recuerden que estamos viendo una propuesta de este género. La historia tiene que ver con hechos paranormales y cultos satánicos, pero no hay momentos intensos ni escenas memorables que se puedan resaltar. En lo personal me resultó bastante aburrida y no me entusiasmó como para recomendarla. Seguimos en la espera de un buen film de terror.
Luego de trabajar juntos en Red de mentiras (2008), Ridley Scott y Leonardo DiCaprio eligieron el guión de La ley del más fuerte como su siguiente proyecto. DiCaprio iba a ser el protagonista y Scott se encargaría de la dirección. El film nunca se concretó de esa manera pero ambos artistas siguieron vinculados a esta propuesta como productores. Finalmente la película se hizo con Christian Bale, Casey Affleck y Woody Harrelson en los roles principales y la dirección quedó a cargo de Scott Cooper, quien fue responsable de Loco corazón, con Jeff Bridges. La ley del más fuerte presenta una historia clásica de venganza que vimos muchísimas veces en el cine, ya sea a través de producciones policiales o de acción. Por ese motivo es una película que uno llega a disfrutar más por el excelente trabajo de todo el elenco. La trama es bastante previsible a partir del momento en que el director presenta el conflicto central y no hay sorpresas por ese lado. Sin embargo, el principal atractivo que le permite al espectador disfrutar más esta historia reside en las interpretaciones de los protagonistas, muy especialmente las de Bale y Woody Harrelson, quien se luce en el rol de un delincuente despiadado que no trabajaba desde Asesinos por naturaleza. El director se toma su tiempo para narrar el conflicto y el contexto en el que se desarrolla la deprimente vida de los protagonistas, que tiene como escenario un pueblo de Pennsylvania. Una localidad que por momentos nos trae al recuerdo la película El francotirador, de Michael Cimino, por la manera en que Scott Cooper retrata a la clase trabajadora de ese lugar, cuya geografía y situación económica tiene varios puntos en común con la locación principal que presentaba aquel clásico film de 1978 con Robert DeNiro. Quienes vayan a ver este film en busca de acción o con la idea ver una gran historia de suspenso seguramente saldrán decepcionados, ya que no son los elementos más fuertes de esta historia. Por el contrario, si la intención es disfrutar de los trabajos de Christian Bale y Woody Harrelson entonces la experiencia resultará diferente, ya que en La ley del más fuerte encontrarán una de las mejores interpretaciones que estos actores brindaron en los últimos años.
Esta semana llegaron juntas a la cartelera las últimas producciones de Luc Besson en el género de acción. En el caso de Tres días para matar nos encontramos con un film raro que pese a no ser una gema del séptimo arte representa el mejor trabajo como realizador de McG. Un director que en lo personal nunca me gustó porque tiende a contaminar las secuencias de acción con demasiados efectos digitales. Algo que ocurrió con los dos filmes que hizo de Los Ángeles de Charlie. Una sorpresa de esta película es que McG filmó todas las escenas de tiroteos, peleas y persecuciones automovílisticas con el estilo que caracterizan las producciones de Besson. Digamos que Luc lo pulió en la dirección al norteamericano, quién abordó estas cuestiones técnicas como en las películas de la vieja escuela. Por esa razón, este estreno no parece un típico trabajo de McG. Inclusive el cineasta se destacó al aprovechar la belleza de París y convertir a esa ciudad en un personaje más de la trama. Tres días para matar es una propuesta que puede desconcertar al espectador por los cambios bruscos que tiene el argumento. Por eso menciono que es una película rara. La trama comienza como un thriller con agentes de la CIA y a partir del momento en que entra en escena Amber Heard, con un personaje que parece salido de un cómic de Garth Ennis (Punisher), el film se vuelve menos serio, donde inclusive hay escenas graciosas que uno no podía anticipar. Un claro ejemplo de esto es el momento en que Kevin Costner interrumpe el interrogatorio de un rehén, al que amenaza con un arma, para pedirle la receta de una salsa que quiere cocinar su hija. Luc Besson escribió el guión junto a Adi Hasak, con quien había concebido previamente De París con Amor, con John Travolta. Aquella película brindó una historia que claramente estaba definida desde los primeros minutos como una comedia de acción. Tres días para matar es más difícil de clasificar por los constantes cambios que presenta el tono de la trama. El film inclusive se vuelve más dramático y sentimental cuando se centra en la relación del protagonista con su hija, donde hubo una gran química entre Costner y Haille Steinfeld (Temple de acero). Más allá de esta cuestión argumental, como propuesta de acción es muy entretenida y presenta un gran trabajo del protagonista. Kevin Costner está genial como el agente de la CIA, Ethan Renner, que es uno de esos tipos duros que viene interpretando Liam Neeson en sus filmes recientes. En Estados Unidos los críticos se ensañaron bastante con esta película y la mataron de manera exagerada. El film de McG no pretende otra cosa que entretener con un thriller de acción y cumple con su objetivo.
Esta producción de Luc Besson brinda una propuesta diferente a la que se ofrece en Tres días para matar. Brick Mansions es una típica película de acción clase B como las que se hacían a principios de los años ´90, con la particularidad que tiene un soberbio trabajo de realización en los aspectos técnicos. Paul Walker, en uno de los últimos filmes que llegó a completar antes de su fatal accidente, en este caso trabajó junto a una de las nuevas figuras del género. David Belle es uno de los fundadores de la disciplina Parkour y en la última década sobresalió como una de las estrellas más importantes que surgieron junto a Tony Jaa (Ong Back), Yanin Vismitananda (Chocolate) e Iko Uwais (The Raid). El Parkour, también conocido como el "arte del desplazamiento", es una actividad de alto riesgo en el que sus practicantes corren por ambientes urbanos o naturales sorteando todo tipos de obstáculos. En el caso de Belle, el actor francés debutó en el cine gracias a Besson con las películas de culto, Distrito 13 (2004) y su continuación Distrito 13: Ultimátum (2009), que fueron pioneras en trabajar la acción a través del Parkour en la pantalla grande. La primera entrega había sido dirigida por Pierre Morel, quien luego hizo para Besson, Búsqueda implacable y De París con amor. Brick Mansions es la remake de Distrito 13 pensada para el público norteamericano que apunta a impulsar la carrera de Belle en Hollywood. El extraordinario desempeño físico del artista francés es el principal gancho de esta propuesta que atrapa a cualquier amante del género desde los primeros minutos. Si bien cuando hizo el film original era diez años más joven, en esta nueva versión vuelve a sorprender con esas acrobacias espectaculares que lo hicieron famoso en todo el mundo. La trama, que presenta el mismo conflicto de la producción del 2004, en este caso se trasladó a los suburbios de Detroit. Paul Walker interpreta el rol del policía encubierto que en la versión anterior estuvo a cargo de Cyrill Rafaelli, el coreógrafo de acción de Búsqueda implacable. Este es el motivo principal por el que la remake si bien es muy entretenida no llega a ser tan sorprendente como la original. Rafaelli al ser un experto en artes marciales formaba una dupla mucho más potente con David Belle y las escenas de pelea tenían un impacto visual mayor. Sin embargo, Paul Walker logró defenderse muy bien en varias secuencias de acción y terminó por gestar un buen equipo con su compañero francés. El público que no vio Distrito 13 encontrará en Brick Mansions una entretenida película clase B, con los típicos villanos de los filmes futuristas de Enzo Castellari (como Fuga del Bronx), que deleitará a cualquier fan del género.
La nueva película con estos queridos personajes de Jim Henson es la mejor producción que se hizo para el cine desde Los Muppets toman Manhattan, en 1984. El film del 2011 si bien fue entretenido y contribuyó a traer de regreso a las marionetas para una nueva generación de espectadores, también distorsionó por completo el espíritu que siempre tuvieron las historias de los Muppets, donde los protagonistas eran ellos y no los actores humanos. Sin embargo, el ego del actor Jason Segel fue más grande y terminó por acaparar la atención sobre los muñecos, que quedaron relegados a un papel secundario. Los Muppets 2 evoca el espíritu y humor que tuvieron los filmes dirigidos por Jim Henson, The Muppet Movie (1978) y The Great Muppet Caper (1981), además de la mencionada obra de Frank Oz del ´84. En esta ocasión el director James Bobin, responsable de la entrega anterior, hizo las cosas como corresponden. Es decir, la rana René (me niego a llamarla Kermit) y sus compañeros tienen el protagonismo absoluto desde la primera hasta la última escena, mientras que el reparto humano acompaña en roles secundarios, como ocurrió tradicionalmente con estos filmes y la serie de televisión. Ya desde los primeros minutos, en que los personajes interpretan una desopilante canción sobre las secuelas de Hollywood, se marca una clara diferencia también con el film del 2011 en el tono que tiene el humor. Los realizadores volvieron claramente a las fuentes y por esa razón cualquier fan de Jim Henson va a disfrutar mucho más esta nueva entrega. El trabajo que hicieron con el villano Constantine, que le rinde tributo a los tradicionales enemigos de James Bond, es muy gracioso y logra destacarse entre las novedades de este estreno. La película en general es mucho más divertida que las últimas producciones de los Muppets concebidas para el cine. En roles secundarios también contribuyen con buenos momentos Ricky Gervais, Tina Fey y Ty Burrell, quien interpreta a un inspector de Interpol. Con respecto a los invitados especiales, cabe destacar que Los Muppets 2 marcó el récord de cameos en películas realizadas con estos personajes. 29 celebridades aparecieron en esta oportunidad y en algunos casos, como ocurre con las actrices Chloë Moretz (Kick Ass) y Saoirse Ronan (Desde mi cielo), si no estás atento sus intervenciones pueden pasar desapercibidas, ya que son escenas que duran unos pocos segundos. Lo cierto es que volvieron los Muppets al cine y la nueva película es una gran propuesta familiar que merece su recomendación.
La mayor virtud de la nueva película de Spiderman es que el director Marc Webb logró desarrollar otra entretenida producción pese al enorme desgaste que acarrea este superhéroe desde el 2002. Es curioso porque el título de este film es El sorprendente Hombre Araña 2: La amenaza de Electro, sin embargo, el villano terminó bastante pintado en el conflicto central, al igual que la nueva versión del Duende Verde, quien recién aparece en los diez minutos finales. En el caso de Rhino, interpretado por Paul Giamatti, el personaje quedó relegado a un cameo. En defensa del director Webb se puede mencionar que hicieron bastante con Electro que no es precisamente uno de los personajes más creativos de Stan Lee. En los años ´60 Lee era una máquina de inventar conceptos innovadores que revolucionaron los cómics de aquellos días y entre los numerosos villanos que presentó no todos lograban ser precisamente apasionantes. Electro pertenecía a este grupo. Un chorro que manipulaba la electricidad y utilizaba su poder para robar bancos. En comparación con otros malvados como el Doctor Doom o Doc Octopus, que tenían historias y personalidades más ricas, Electro era un villano de medio pelo en la historieta de Spiderman. La versión que interpreta Jamie Foxx no tiene nada que ver con el personaje del cómic, salvo por sus habilidades, y el origen se relaciona con la empresa Oscorp, como todas las cosas que ocurren en esta nueva serie. Tanto el personaje de Foxx como el Duende Verde aparecen en la trama para justificar las escenas de acción, ya que el eje central de la historia reside en la relación de Peter Parker con Gwen Stacy. Las idas y venidas sentimentales de la pareja abarcaron toda la atención de esta continuación y hasta Spiderman quedó relegado a un rol secundario en el conflicto. En este punto encontramos tal vez una de las debilidades de la película, donde se descuidó el desarrollo de los villanos, que está bastante acelerado, por enfocarse demasiado en los aspectos románticos, con el fin de hacer más impactante el final. De todos modos, cabe destacar que el trabajo de Webb se luce en la realización de las escenas de acción. Las primera secuencia con la que comienza el film es increíble y sobresale la manera en que lograron retratar en la pantalla los movimientos de Spiderman tal cual se ilustran en las viñetas del cómic. En las producciones anteriores no se había logrado esto con tanta precisión y desde los aspectos visuales este es uno de los puntos fuertes de la nueva entrega. Andrew Garfield vuelve a presentar otra sólida interpretación en el rol protagónico al igual que Emma Stone, quien pudo sobresalir en su rol de un modo en que Kirsten Dunst no tuvo posibilidad de hacerlo en la trilogía de Sam Raimi, por la manera en que estaba encarado el rol de Mary Jane. Por otra parte, el director Webb dentro de todo logró salir bien parado del desafío de trabajar varias subtramas en un mismo conflicto y en términos narrativos su película resultó mucho menos caótica de lo que fue Spiderman 3. En general el nuevo film del Hombre Araña brinda una propuesta decente dentro de este género que se disfruta en el cine, pero no está a la altura de la última entrega del Capitán América, que me parece una película superior.
Dentro de las últimas producciones que se hicieron basadas en éxitos literarios juveniles, Divergente resultó una película decente que adapta la primera entrega de la trilogía homónima de Verónica Roth. En este caso la propuesta se centra en la ciencia ficción y brinda un atractivo conflicto en un futuro distópico donde el gobierno norteamericano divide a las personas en la sociedad según sus conductas y aptitudes. Un concepto que recuerda por momentos a la novela de Philip K. Dick, "Los clanes de la luna alfana", donde los internos de un hospital psiquiátrico se dividían en grupos según la psicopatía que sufrían y fundaban ciudades que se adaptaban a sus necesidades. La trama era completamente distinta pero presentaba un tipo similar de divisiones sociales. La dirección de Divergente estuvo a cargo de Neil Burger, responsable de El ilusionista, quien centró su trabajo en las interpretaciones de los protagonistas más que en la acción y el despliegue de efectos especiales. A diferencia de otras películas de este género donde todo se resuelve en una hora y media y los personajes principales se convierten en héroes en apenas 10 minutos, Burger se toma su tiempo para desarrollar muy bien la transformación y madurez que vive la heroína a cargo de una sólida Shailene Woodley (Los descendientes). Una joven actriz que interpretó con mucha convicción su personaje y es la figura que más termina por sobresalir dentro del reparto. Un caso distinto es el de Kate Winslet, cuyo rol de villana quedó un poco trillado, pero como su presencia en el film apenas supera los 10 minutos tampoco llega a ser algo demasiado grave. Lo atractivo de Divergente es que presenta un conflicto con ideas interesantes y afortunadamente le escapó al insufrible cliché del triangúlo amoroso con el que saturaron este tipo de propuestas en el cine. Inclusive el romance fue trabajado de manera decente y el director Burger también evitó esas escenas ridículas de telenovelas juveniles que se vieron en filmes como Hermosas criaturas y Cazadores de sombra. Entre las producciones recientes concebidas principalmente para el público adolescente vimos películas tan malas que Divergente se termina disfrutando. No es una estreno imperdible pero ofrece un buen entretenimiento.
White Jesus is back. Es increíble que en pleno siglo 21 todavía se hagan películas sobre la vida de Jesús con el enfoque que presenta Hijo de Dios. Un estreno que en realidad es una versión editada de la miniserie La Biblia, emitida por el History Channel, que en materia de contenido y realización, no estuvo al mismo nivel de otras propuestas superiores que se conocieron por ese canal como Hatfields y McCoys o Vikingos. Este es un proyecto de Mark Burnett, ex combatiente inglés de la guerra de Malvinas, quien se hizo famoso en Hollywood al crear otras obras de gran contenido espiritual como los reality shows Survivor, El aprendiz (Donald Trump) y Combat Missions. Hijo de Dios una vez más vuelve a presentar al Jesús de las estampitas y el merchandising del Vaticano, cuyo aspecto europeo, onda Thor o Marco Antonio Solís, tiene poco que ver con los rasgos que podría haber tenido un hombre nacido en la región de Oriente Medio. El tema es que para el pueblo del Tío Sam que Jesús se vea con el aspecto de un miembro de Al Qaeda no es una idea aceptable. Por consiguiente, esta película sigue la línea tradicional del clásico Jesús blanco hollywoodense, cuyo rol principal para empeorar esta situación quedó a cargo de Diogo Morgado, un actor portugués de telenovelas, quien no estuvo a la altura de semejante papel. Un sujeto que más allá de tener una impecable cabellera brillante y sonrisa de publicidad de perfumes, no hace otra cosa que presentar una interpretación bastante superficial y estereotipada de este personaje histórico. Es como el recordado Che Guevara de Gerardo Romano. El trabajo de Morgado es una gran pose que nunca logra transmitir con convicción el rol que interpreta. Las palabras de Jesús en boca de este actor no tienen ningún tipo de impacto emocional y es un detalle que no se puede dejar pasar en una producción de este estilo. Morgado se defiende mejor hacia el final, en la parte de la crucificción, donde no tiene que hablar tanto y su labor se centra más en la acción física. Lo cierto es que Hijo de Dios es una película que también se podría haber titulado Jesús: Grandes éxitos, ya que sólo se limita a ofrecer un compilado de sucesos famosos de la Biblia sin ningún tipo de profundidad, donde el personaje principal quedó reducido a la banalidad absoluta al igual que sus enseñanzas. Esto va más allá del hecho que se editó la miniserie de 10 horas en un film para el cine. El tratamiento de la historia en general es bastante superficial y presenta una adaptación de manual de catecismo muy endulcorada y ascéptica. Por otra parte, la narración del director Christopher Spencer está trabajada como si se tratara de una película de Marvel, donde Jesús es retratado prácticamente como otro miembro de los Vengadores. Es decir, el mago que hace milagros tiene prioridad sobre el líder espiritual. En el acto final se vuelve un poco más interesante cuando explora el aspecto político del arresto y asesinato del protagonista, pero esto tampoco consigue levantar la película. Lejos de ser una propuesta con contenido interesante, Hijo de Dios es un gran negocio que el productor Burnett logró hacer con los sectores religiosos más conservadores de la sociedad norteamericana y le salió redondo. De hecho, hace poco estrenó en Estados Unidos, The Bible: Son of God Tour, que es un espectáculo musical basado en este film, donde artistas de música cristiana interpretan canciones inspiradas por esta producción. Burnett la está juntando con pala en estos días y no está mal. Ahora bien, si querés ver una buena película sobre la historia de Jesús tenés que acudir a los clásicos de Scorsese (La última tentación de Cristo) o Pier Pasolini (El Evangelio según San Mateo) porque esto, en mi opinión, es una aburrida perdida de tiempo.
Después de las continuaciones de La era de hielo y la fallida Robots, la película Río se destacó en el 2011 como el proyecto más inspirado del director Carlos Saldanha. Una propuesta original que sobresalió por toda la recreación que brindaba de la famosa ciudad de Brasil y su cultura a través de la animación. Río 2 (cuyo conflicto en realidad se desarrolla en la región del Amazonas) es una secuela que fue forzada por el estudio Fox para explotar un poco más a estos personajes en los cines. No sería raro que Saldanha se hubiera hecho cargo de la dirección con el único propósito de evitar que otro realizador arruinara el recuerdo del film original que había sido un proyecto personal para él. Se nota que desde lo argumental no tuvo la misma dedicación que la primera entrega y en este caso presentaron una trama que es un collage de situaciones graciosas. El guión es un caos. Tiene demasiados personajes y no queda claro que querían hacer con el conflicto. Por momentos se concentra en brindar un mensaje de respeto a la naturaleza y luego aparecen de la nada interludios musicales y enredos humorísticos que no tienen mucho sostén argumental. Son escenas que están en la película porque algún productor consideró que podrían ser graciosas. Pese a todo, el director Saldanha se preocupó al menos en brindar un producto decente desde los aspectos más técnicos, que es donde parece haber enfocado su atención. Toda la ambientación detallada de la región del Amazonas está muy bien lograda y la fotografía de la película es fabulosa. Para los más chicos es una buena opción que funciona para entretenerlos un rato, ya que el humor está claramente orientado al público infantil. Con este film me quedó la sensación que el director Saldanha remó la secuela por compromisos comerciales pero no le puso la misma pasión que a su proyecto original. Río 2 si bien es una película que tiene sus méritos en los aspectos visuales, frente a estrenos de animación recientes como Lego o El Señor Peabody y Sherman, resulta una propuesta menor.