Los ilusionistas Dirigida por Jon M. Chu, Nada es lo que parece 2 (Now You See Me 2, 2016) es una buena segunda parte que no decepcionará a los espectadores que disfrutaron de la primera. Los cuatro jinetes que consiguieron despistar al FBI vuelven para conquistar al público con sus característicos shows. Ahora deberán utilizar muy bien su magia porque hay un poderoso enemigo dispuesto a arruinarles su presentación. Uno de los aspectos más destacable son los actores que reúne Nada es lo que parece 2. Continúan Jesse Eisenberg, Woody Harrelson, Dave Franco, Morgan Freeman, Michael Cane y Mark Ruffalo. Y en esta ocasión no está Isla Fisher, pero se agregan Daniel Radcliffe y Lizzy Caplan. Además de ser intérpretes reconocidos, el hecho de que se mantenga la mayor parte del reparto es un atractivo para cualquier segunda parte. A eso se le suma una línea argumental bastante sólida que desarrolla aspectos de la primera película, y agrega datos que permiten concluir otros. Las escenas espectaculares, de ritmo acelerado y con un gran despliegue, son el denominador común de la película de Jon M. Chu. Sin embargo, también consigue algunas fundamentales y reveladoras, protagonizadas por Freeman y Ruffalo. Nada es lo que parece 2 (al igual que su antecesora) permite que el público ingrese en un mundo paralelo en el que todo es posible. Y lo que se traduce en pantalla puede ser inverosímil, pero es aceptado sin cuestionamientos en el contexto que plantea el film. Un rato entretenido, con aventura asegurada.
Amistad a la argentina La remake de la película francesa Amigos intocables (Intouchables, 2011) logra ser una buena versión gracias a las actuaciones de Oscar Martínez y Rodrigo de la Serna. El film dirigido por Marcos Carnevale consigue mantener la atención y generar la emoción de la original, aunque es probable que atrape más a los espectadores que no vieron la primera. Felipe (Oscar Martínez) es un millonario que quedó tetrapléjico tras sufrir un accidente andando a caballo. Pasa sus días en una silla de ruedas, acompañado por Ivonne (Alejandra Flechner) y Verónica (Carla Peterson), sus ayudantes; y mantiene escasa relación con su hija adolescente. Pero su vida cambia cuando contrata a Tito (Rodrigo de la Serna) como asistente terapéutico: un joven que vive en un barrio marginal y que tiene una realidad completamente distinta a la suya. Precisamente, esas diferencias producen empatía y consolidan una amistad que los transforma. Las remakes no suelen ser lo mejor de la cinematografía. Porque si ya existe una película, ¿cuál es el sentido de volver a hacer otra igual? Generalmente esa hipótesis se aplica en la mayoría de los casos, pero no del todo en este. Inseparables cuenta con la correcta adaptación (a cargo de Carnevale), ayornada a las costumbres y locaciones argentinas. Martínez y de la Serna sustentan el relato sin fisuras. El primero demuestra nuevamente su calidad actoral, mientras que el segundo hace lo propio y consigue ser tan carismático como su personaje en la antecesora, interpretado por Omar Sy. Flechner y Peterson también se destacan en sus roles secundarios. El público que conoce la primera versión no encontrará demasiadas sorpresas en relación a los lineamientos argumentales. Sin embargo, el hecho de ver a estos dos protagonistas es un incentivo importante; además de que la historia está bien contada y vale la pena volver a verla. Mientras que para aquellos que lleguen al cine sin el background anterior el resultado va a ser completamente satisfactorio. Basada en una historia real, Inseparables es una comedia dramática que conjuga momentos de humor con otros más sentimentales. Y es efectiva porque tiene de base un mensaje de superación a pesar de las dificultades. Entretenimiento asegurado y, posiblemente, también alguna lágrima.
Trabajador ejemplar... El amor es un agente que hace que las cosas cambien en ¡No renuncio! (Quo Vado, 2016), película dirigida por Gennaro Nunziante y protagonizada por Checco Zalone. Desde chico, Checco (Checco Zalone) soñó con ser igual a su padres y tener un trabajo fijo en una oficina pública. El deseo se le concede y cree tener todo lo que quiere: el empleo y una relación de pareja obsecuente, completamente alejada del compromiso (al menos por parte de él). Pero todo se transforma cuando una nueva reforma estatal decide acabar con los trabajos fijos, a cambio de una indemnización. Checco no accede, entonces lo trasladan a distintos lugares para convencerlo. El último destino elegido es el Polo Norte, pero lejos de atormentarlo, allí conoce a Valeria (Eleonora Giovanardi), de quien se enamora perdidamente. ¡No renuncio! es una comedia que tiene todos los ingredientes del género. Además, utiliza la comicidad para ridiculizar a la política italiana y al sistema estatal. El resultado es una sátira de la realidad llevada a la pantalla grande, pero no por eso deja de ser crítica a través del humor. Zalone interpreta a un personaje exagerado en sus actitudes. Y es ese histrionismo lo que permite que la película sea efectiva, con excepción de escasos momentos en los que la atención decae. Desde el inicio, el espectador que puede esperar cualquier reacción del protagonista (aspecto que recuerda al famoso Torrente de Santiago Segura, pero sin llegar a esos extremos). El film de X asegura un momento distendido, signado por el entretenimiento. Una historia de ficción con bastante realidad y, especialmente, mucho humor.
Cambio de planes Amor por sorpresa (The Surprise, 2015) es una película romántica distinta. El director y guionista holandés Mike van Diem, retrata una historia que atrapa desde el comienzo y que atraviesa varios géneros como la comedia negra y la acción. Jacob (Jeroen van Koningsbrugge) es un multimillonario que considera que su vida no tiene sentido, entonces decide contratar una empresa dedicada a terminar con la vida de sus clientes. Pero ese mismo día se enamora posprimera vez. Y la afortunada es Anne (Georgina Verbaan), una joven que también firmó contrato con esa empresa. Lo más interesante es la originalidad del film. Diversos climas se conjugan de forma efectiva, y consolidan un argumento que genera tanto momentos de risas como de emoción. Mike van Diem lleva a la pantalla grande a un personaje querible que bien podría ser analizado en una película de perfil psicológico. Pero son precisamente esos aspectos los que posibilitan la parodia. Como en la mayoría de las comedias, reírse de las problemáticas produce que no parezcan tan terribles. Y en este caso se pone de manifiesto un tema tan crucial como la muerte. Koningsbrugge y Verbaan conforman una linda pareja. Sus actuaciones son buenas y permiten que la historia avance con naturalidad. Amor por sorpresa tiene los condimentos necesarios para que una comedia resulte: un argumento que se sostiene, buenas actuaciones y hermosos escenarios. Diversión asegurada, con un toque de humor negro.
Enseñanzas del amor Basada en la novela homónima de Jojo Moyes, Yo antes de ti (Me Before you, 2016) tiene todos los ingredientes del drama romántico. Emilia Clarke y Sam Claflin conforman una pareja carismática en la película dirigida por Thea Sharrock. Cuando es despedida de la cafetería, Louisa (Clarke) tiene que buscar rápidamente un empleo. Y no puede desperdiciar la única oportunidad de trabajo que consigue: cuidar a William Traynor (Claflin), hijo de una familia adinerada que quedó tetrapléjico producto de un accidente. Aunque los dos tienen personalidades distintas, el hecho de conocerse los ayuda; y ella intentará que él cambie su decisión sobre un tema importante. Sharrock lleva a la pantalla grande una historia que atraviesa distintos sentimientos. Porque tiene la capacidad de divertir por momentos y de hacer reflexionar en otros. Por ejemplo, no faltan las típicas fiestas que se generan en las películas románticas a las que los protagonistas asisten vestidos para la ocasión, así como tampoco aquellas escenas que provocan una lágrima. Clarke y Claflin interpretan correctamente a sus personajes y consiguen una química que se transmite. Sus escenas fluyen con naturalidad y logran que el público se involucre emocionalmente con la historia. Además, el faustoso castillo en el que vive Will le imprime pinceladas de época, aspecto que se complementa con el jubiloso y recreado vestuario de Lou. Yo antes de ti es una película funcional a su género, pero su parte más débil es que algunas escasas situaciones resultan previsibles. Romanticismo, entretenimiento y drama convergen en una combinación que invita a reflexionar sobre las pequeñas cosas de la vida. Y principalmente, sobre el valor que les damos.
Descubrir en la infancia La ilusión de Noemí (2015) se centra en la importancia que tiene la amistad en la infancia. La búsqueda de un “tesoro”, los nuevos tipos de familia y las problemáticas económicas, son algunos de los aspectos retratados por el director Claudio Remedi. Noemí (Martina Horak) y Sergio (Joaquín Remedi) tienen 11 años, son compañeros de escuela y amigos. Los dos viven en Berisso, un barrio de clase media trabajadora: ella junto a su padre Leandro (Sergio Boris) y su tía abuela Alicia (María Inés Aldaburu); y él con su madre Irene (Licia Tizziani). Mientras los adultos superan los apremios económicos y Alicia intenta llevar a la niña a vivir a San Juan, Noemí y Sergio están convencidos de que en el jardín de la casa de ella hay algo enterrado. Y se disponen a encontrarlo. El principal acierto del film es que Remedi refleja los aspectos reales sin mediaciones. La cotidianeidad del lugar, las relaciones laborales y los vínculos familiares que muestra permiten que el espectador se identifique. Cabe destacar que la infancia de los protagonistas no está a atravesada por la tecnología, y eso influye para que la amistad sea más que fundamental en sus vidas. La ilusión de Noemí tiene momentos un poco lentos, pero en general es bastante dinámica. Los personajes están situados en un mismo contexto que les permite interactuar y que sus historias se entrecrucen. Un punto interesante es que se visualizan de cerca las acciones y sentimientos de los chicos. Así como también sus pensamientos, a través de escenas en las que se perciben sueños e inquietudes. Todos los actores están correctos en sus actuaciones. En especial Horak y Joaquín Remedi, para quienes fue su debut cinematográfico. La ilusión de Noemí presenta numerosos aspectos para reflexionar. Porque pone de manifiesto interrogantes de una etapa que está finalizando y de una nueva que se vislumbra.
Il Nome del Figlio (2015) es la remake de la exitosa comedia francesa Le Prénom (2012). El film dirigido por Francesca Archibugi no ofrece demasiadas novedades, pero tiene el sello propio del cine italiano y cuenta con la actuación del carismático Alessandro Gassman. Betta (Valeria Golino) y Sandro (Luigi Lo Cascio) realizan una cena en su casa a la que acuden Claudio (Rocco Papaleo), Paolo (Alessandro Gassman), hermano de Betta, y su mujer Simona (Micalea Ramazzotti). El grupo de amigos disfruta de la reunión hasta que Paolo les comunica el nombre elegido para el bebé que está por llegar. La broma inicial irrumpe la tranquilidad de una noche en la que rememoran momentos de su infancia y salen a la luz secretos. Al igual que su antecesora, Il Nome del Figlio es una pieza teatral llevada al cine. Por esa razón su efectividad radica en el guión: el diálogo entre sus personajes (que atraviesa temas como la política, la homosexualidad y las diferencias de clase) es lo que atrapa. Porque a diferencia de otros films que se apoyan en la escenografía o en imágenes deslumbrantes, la mayor parte de la acción transcurre en un mismo departamento, con excepción de algunos flashbacks. Archibugi logra una excelente versión. Y aunque posiblemente no sorprenda demasiado a los espectadores que vieron Le Prénom, le imprime las características de la cinematografía italiana. Principalmente a través de las interpretaciones. Los actores están muy correctos y consiguen transmitir la química que existe en un grupo de amigos. Il Nome del Figlio es una comedia que entretiene e invita a la reflexión. El hecho de que sea una remake no le quita efectividad, principalmente, gracias a la dirección y a la infalible actuación de Gassman.
Protagonizada por Kate Winslet y basada en la novela homónima escrita por Rosalie Ham, El poder de la moda (The Dressmaker, 2015) presenta personajes complejos en una historia que atrapa sólo por momentos. La película dirigida por Jocelyn Moorhouse no logra convencer, a pesar de contar con buenas interpretaciones. Después de vivir varios años en París donde se convirtió en una modista reconocida, Myrtie “Tilly” Dunage (Kate Winslet) regresa a su pueblo natal en Australia dispuesta a vengarse de los habitantes que la culparon de haber cometido un hecho dramático cuando era niña. Pero además de enfrentarse a la mirada de la mayoría de las personas, con excepción de Ted (Liam Hemsworth), ahora Tilly debe cuidar a Molly (Judy Davis), su enferma y testaruda madre. El poder de la moda se inicia con una idea que parece que va a ser efectiva. Y en algunas escenas lo consigue gracias a la actuación de Winslet y a la correcta ambientación de los años ´50. Sin embargo, tiene giros argumentales que resultan fallidos porque desvirtúan lo que plantea al comienzo. El film de Moorhouse expone varios géneros, entre los que sobresalen el wester, el romántico y la comedia negra. Pero la forma entreverada en el que son desarrollados no permite apreciar ninguno en su totalidad. Y el resultado es una mixtura de sensaciones que se asemejan a lo disparatado. Lo más destacable de El poder de la moda es la historia que moviliza a su protagonista. Porque la sed de venganza puede ser un atractivo válido para el espectador. Y termina siendo la arista más interesante dentro de un contexto excéntrico.
Está claro que hay diferentes tipos de amor. Y en El hijo perfecto (My Skinny Sister, 2015) se refleja la relación de una niña y su hermana adolescente, quien padece bulimia. La ópera prima de la directora sueca Sanna Lenken profundiza su mirada en un lazo afectivo que muta por varios sentimientos como la competencia, la admiración y el miedo. Stella (Rebecka Josephson) quiere ser como su hermana mayor, Katja (Amy Diamond): que la reconozcan por sus dotes para el patinaje sobre hielo y ser el orgullo de sus padres (Annika Hallin y Henrik Norlén). La relación entre ellas es buena, a pesar de que la más pequeña siente un poco de celos. Pero Stella comienza a ver las cosas de otra manera cuando descubre que Katja sufre trastornos alimentarios, producto de la autoexigencia en el deporte. El dilema entre el comunicárselos a sus padres o no se convierte en el centro del film. El acierto de Lenken es contar la historia a través del personaje de Josephson. Porque es una niña de aproximadamente 10 años, que experimenta distintas emociones y debe sobreponerse a una problemática por demás compleja. La narración está signada por la ternura de la protagonista, pero no deja de ser cruda. Y tiene algunos momentos distendidos, con pinceladas de humor. El hijo perfecto pone el foco en lo que los padres creen que ocurre en su casa y en lo que desconocen por completo. Una situación que no es ajena a la sociedad actual, dado que el ritmo en el que se vive no permite detenerse a observar, sino que a veces es más sencillo quedarse con lo que las apariencias muestran. Pero también expone las dificultades que surgen al querer sobreponerse a esta enfermedad silenciosa. Excelentes actuaciones y una historia que es coyuntural, tanto por la enfermedad que refleja como por las relaciones familiares, logran que El hijo perfecto sea una gran película que no intenta juzgar. Las conclusiones quedan en manos del espectador.
Después de Alicia en el país de las maravillas (Alice in Wonderland, 2010), James Bobin toma el lugar de Tim Burton para dirigir la secuela de una historia basada en los libros de Lewis Carroll. Alicia a través del espejo (Alice Through the Looking Glass, 2016) presenta el elenco original, precedido por Johnny Depp, Anne Hathaway, Helena Bonham Carter y Mia Wasikowska. Ahora Alicia (Mia Wasikowska) es capitana del barco que heredó de su padre, actividad que realiza con pasión. Su madre no desea que su hija permanezca toda su vida en alta mar y tiene otros planes pensados para ella. Pero cuando la joven se entera se niega y, al igual que en la primera parte, se refugia en el país de las maravillas. Al atravesar un espejo se reúne con sus antiguos amigos, entre los que se destacan la Reina Blanca (Anne Hathaway) y el Sombrerero loco (Johnny Depp), quien está triste porque quiere recuperar a su familia que murió hace muchos años. Si bien Alicia al comienzo no le cree, después decide ayudarlo y emprender una aventura hacia el pasado en la que se encuentra con el Tiempo (Sacha Baron Cohen) y la Reina Roja (Helena Bonham Carter). Bobin logra una película que sigue la línea de su antecesora. Imágenes coloridas, fantasiosas y dinámicas conforman un argumento en el que el público se inmiscuye sin demasiados cuestionamientos. Porque aquellos que eligen esta clase de películas esperan ver, justamente, lo que Disney y su mundo extraordinario les ofrece. Deep, Hathaway y Bonham Carter realizan una gran interpretación, manteniendo las características sobresalientes de sus personajes. Mientras Wasikowska compone a una Alicia más adulta y Baron Cohen se une a este elenco con una buena actuación. Además, emociona escuchar la inconfundible voz del recordado Alan Rickman como Ábsolem. La excelente realización de los efectos visuales permite que el resultado del film sea óptimo. Y lo mismo ocurre con la escenografía, el vestuario y el maquillaje. Alicia a través del espejo no decepciona. Por el contrario, consigue que espectador viaje a un universo mágico junto a la protagonista y viva con ella los sucesos por los que atraviesa. Una oportunidad para alejarse de la realidad y aventurarse en un escenario tan extraño como encantador.