Un tema hasta ahora tabicado de la Segunda Guerra Mundial, en una crónica lacerante. Berlín, abril de 1945. El Tercer Reich se derrumba. Todo es caos y destrucción. La población, ante el avance de las tropas soviéticas, huye adonde puede. En medio de ese contexto donde todo es polvo y espanto, la protagonista, amante de un joven oficial del régimen, escapa como puede. Busca refugio en casas abandonadas y sótanos precarios. Los vencedores se toman su revancha por las atrocidades cometidas por los nazis al invadir la Unión Soviética. Bajo el efecto del alcohol, los rusos no dejaban títere con cabeza y se ensañaban con las mujeres. Se calcula que más de 100.000 mujeres fueron violadas por el Ejército Rojo en esos días. El film, rodado en un color terroso, dibuja las historias de un puñado de sobrevivientes y su capacidad para resistir en ese infierno tan temido. Memorable, el trabajo de Nina Hoss.
De la directora de “El gusto de los otros” y “Como una imagen”, llega esta comedia agridulce con apuntes sabrosos. Queda claro que a Agnés Jaoui –intérprete y directora–, le importan más los personajes que las historias que encara. Acá sigue los pasos de Agathe, feminista militante, quien regresa por 10 días a su pueblito natal en el sur de Francia, con la intención de tomarse un descanso. En el lugar se relaciona con Karim y Michel, quienes la toman como protagonista de un documental, en el marco de una serie de películas testimoniales que están produciendo sobre mujeres de carácter. A medida que avanza el rodaje, se verá que Agathe no es la mujer de acero que todos están dispuestos a consumir. El film la enfrenta con emociones que mantenía tabicadas. Jaoui, con sutileza y esos diálogos filosos que tan bien maneja, desnuda conductas e ironiza sobre la vulnerabilidad de ciertos procederes extremos. El amor asoma por donde menos se espera, para desestabilizarlo todo.
En Francia la vieron más de 2 millones de espectadores, y se convirtió en uno de los mayores éxitos de la temporada. Esta comedia negra de Danielle Thompson –su cuarto largometraje–, hace hincapié en lo que mostramos y escondemos. Una mirada honda sobre convenciones sociales marcadas por la hipocresía. Cuatro parejas de amigos se reúnen a cenar en el departamento de uno de ellos. Hay, en apariencia, ganas de pasarlo bien. Pero, a poco de comenzar la velada, asoman los verdaderos rostros de unos y otras. Los temas van y vienen, y a una réplica no demasiado feliz, responde un apunte irónico, a medida que el clima se va espesando con las bebidas. Hay mucho resentimiento en torno de esa mesa. Se ponen de manifiesto frustraciones, cuentas pendientes y traiciones. La atmósfera va a estallar y al culminar la noche habrá más de una herida sin cerrar. Daniele Thompson parece conocer muy de cerca a sus criaturas, como ya lo demostró en “Besos para todos”.
Durante la ocupación de Bagdad, en el 2003, el subteniente Roy Miller y su equipo serán los encargados de recorrer el desierto en busca de armas de destrucción masiva. A poco de avanzar en la misión, el escuadrón y su jefe comienzan a notar que se encuentran inmersos en un plan contradictorio. Seguido de cerca por un inquietante corresponsal extranjero durante toda la misión, en medio de un clima enrarecido, plagado de órdenes y contraórdenes, chapaleando entre espías y traidores, Miller va descubriendo que en esa guerra no tradicional que están librando, de pronto el amigo y el enemigo se confunden. La guerra de Irak ha dado lugar ya a una profusa filmografía, que va desde el testimonio descarnado a la parodia. Lo que aquí se narra es la adaptación de Brian Helgeland del libro de Rajiv Chandrasekaran. Matt Damon está lejos de Jason Bourne, en una peripecia que mezcla la acción con la ironía y la locura. Una mirada diferente. No pasó por los cines. Estreno en Dvd.
Quince años atrás, Brian De Palma desnudaba las atrocidades que esconde todo campo de batalla en “Pecados de guerra”. Allí, el escenario era Vietnam y se trataba de la violación y muerte de una campesina a manos de soldados estadounidenses. Acá se trata de un hecho similar, un episodio real ocurrido en Irak. Soldados americanos violan a una menor y luego la asesinan junto a toda su familia. De Palma abandona en este caso el estilo cuidado que maneja en sus thrillers, para contar los hechos a través de un collage de imágenes en crudo, aparentemente tomadas de videos caseros, sitios web, noticieros y cámaras de seguridad. El tratamiento le imprime una veracidad sobrecogedora a lo que se narra. En todo momento, aparece como la contracara de la historia oficial. La guerra que nadie quiere ver, en un film duro, polémico, situado en la vereda de enfrente de las elegantes piezas hitchcockianas que prodiga el director, quien fue acusado de favorecer el terrorismo por ciertos sectores conservadores de la política norteamericana.
El 7 de julio del 2005, cuatro bombas estallaron en Londres. Cuatro terroristas activaron los explosivos matando a 56 personas, e hiriendo a más de 700. En una de las grabaciones que dejó el grupo islámico responsable del atentado, proclamaban que estaban en guerra con la sociedad británica. El film de Bouchareb, premiado en Berlín, sigue los pasos de dos personas afectadas por los ataques. Dos personas que, en apariencia, tienen muy poco en común. Así, Ousmane, un musulmán residente en Francia, y la señora Sommers, devota cristiana habitante de los suburbios, unirán fuerzas a la hora de buscar a sus hijos, después de la tragedia. La película aprovecha un hecho real para hablar de choques culturales y subrayar que el dolor profundo en una situación límite, borra todo tipo de diferencias. La propuesta no es nueva, pero la veterana Brenda Blethyn y el premiado Sotigui Kouyaté, le ponen brío a un drama de nuestro tiempo y convocan la emoción con los mejores recursos.
Suzanne, esposa y madre que hasta el momento ha cumplido con todas las convenciones, pasados los 40 años comienza a sentir que le pesa enormemente la rutina de esa vida burguesa. Decide, entonces, volver a trabajar como fisioterapeuta. En esa tarea conoce a Iván, un obrero español por quien siente una enorme atracción. Se trata de una sensación nueva que la descoloca. Tantos años de hacer siempre lo correcto, lo que todos esperan de ella, al principio la frenan. Cuando decida dar un paso adelante, será la hora de la verdad. Porque no se tratará de una mera aventura. Ni de un juego, un mero escarceo erótico sin consecuencias: lo suyo será a todo o nada. Catherine Corsini encara el asunto con una mirada lúcida, que remite a la crisis de cualquier mujer al llegar a la madurez y ver que no ha hecho otra cosa que obedecer mandatos ajenos. Por primera vez se permitirá hacer lo que siente y asumir las consecuencias. Kristin Scott-Thomas, impecable. No desentona para nada Sergi López.
En un futuro cercano, Cobb lleva adelante una tarea de riesgo: lidera un equipo de especialistas cuya misión consiste en introducirse en los sueños de importantes personajes, todos vinculados a círculos de poder, y arrebatarle sus ideas más brillantes mientras duermen. El factor humano interviene una vez más para entorpecer los planes. Un ambicioso empresario les propone un trabajo de veras temerario: se trata de implantar en la mente del heredero de un gran imperio industrial, la idea de dividir su compañía. Una manera de crear el caos y aprovechar los beneficios de la hecatombe que sobrevendría. Christopher Nolan ya demostró en “Memento”, que le gusta jugar con el tiempo (o mejor, con la paciencia y los nervios del espectador). El film disfruta de la mixtura de géneros y mezcla acción, suspenso y ciencia ficción en una intriga espesa y por momentos desesperante. Leo DiCaprio trata de estar a tono con esta propuesta.
Los documentales de Jacques Perrin y Jacques Cluzaud (“Microcosmos”, “Mirando el cielo”), apuntan, cada vez, a una mirada nueva sobre el mundo que nos rodea. Ahora le toca el turno a la fauna submarina. Pero, más allá del esplendor visual que lucen estos emprendimientos laboriosos (este llevó 4 largos años), se nota la intención de preservar el equilibrio ecológico y defender el orden natural, castigado por la actitud depredadora del hombre. El film abre con un amanecer soleado sobre ese mar que prodiga barracudas y atunes rojos. Sin darles tregua, leones marinos y delfines irrumpen para darse un suculento banquete. Luego del festín renace la calma, pero todo es tensión y lucha por la supervivencia en ese espacio que tan poco conocemos. La mayoría de las especies marinas están ferozmente amenazadas por el hombre que, implacable, caza, persigue y agota recursos sin la menor culpa. Los habitantes del mar viven en estado de alerta y en perpetua fuga. Se saben condenados. Un testimonio revelador.
Hombre en severa crisis, cincuentón, habitante de Nueva York, Ben Kalmen (M. Douglas) pasa por su peor momento. Una suma de decisiones equivocadas lo lleva a perder la cadena de concesionarias de autos que manejaba. Durante años, Ben apuntó al éxito y, de pronto, siente que todo se le derrumba. Divorciado de Nancy, su amor de juventud y la mujer que mejor lo conoce, su hija deja de hablarle cuando descubre que está saliendo con una de sus amigas. Vapuleado por una realidad que no perdona, al borde del abismo, Ben deberá replantearse por qué perdió su negocio, su reputación y sus afectos. Se impone desandar camino y empezar de cero, con una mirada nueva. Un duro desafío para alguien que creía tener todo bajo control. El tándem de directores Koppelman y Levien echan una mirada lúcida sobre el sueño americano. Desde su juventud, Ben apostó a ganar. Sentía que todas las cartas estaban a su favor. De pronto, la vida le pasa facturas y empieza a cachetearlo con fiereza. Tiempos de cambio a la hora del naufragio.