Si todo hubiera sido como queríamos 3 corazones (2014), dirigida por Benoît Jacquot, es un melodrama intenso diseñado en la forma de una tragedia griega -o tragedia shakesperiana- donde el amor implica la ruina de los personajes. En este caso se da en un mundo moderno donde el azar hace de las suyas y lo místico del romance se marca por una mirada neurótica sobre el amor. Marc (Benoît Poelvoorde) vive en París y es un servidor público dedicado a la verificación de cumplimiento de impuestos. En un viaje de trabajo termina en un pequeño pueblo en una provincia francesa. Sin embargo, al perder el tren no puede regresar a destino esa noche. Solitario, deambula y conoce a Sylvie (Charlotte Gainsbourg), quien lo ayuda a encontrar un hotel. Aprovechan también para pasear por la ciudad y una especie de pasión oculta se despierta entre ellos. Acuerdan encontrarse en Paris unos días después, Sylvie viaja pero Marc no llega a tiempo y cada uno vuelve a su desolada vida. En ese intermedio Marc conoce a Sophie (Chiara Mastroianni), se enamoran y deciden casarse. Cuando todo parece tener cierto orden, Marc descubre que Sophie tiene una hermana que vive en Estados Unidos y que no es otra que Sylvie. Así empieza la tragedia para él, un triángulo secreto y la enorme tensión de volver a encontrarse con su nueva cuñada en la boda, con quien quedara también unido de por vida. Sin duda lo mejor de la película es Charlotte Gainsbourg, que llena de un impecable y profundo aire de misterio a todo el film. Su mirada habla de sufrimiento, de duda y al mismo tiempo de querer alcanzar la felicidad en su pasión secreta, sentimientos necesarios y suficientes (así como los silencios) que muestran lo más importante de la película: el triángulo amoroso. Por otro lado, no hay que dejar de mencionar la presencia elegante de Catherine Deneuve como madre de las dos hermanas entre las cuales se siente encerrado Marc. De esta forma termina por concretar ese círculo con aire a tragedia, donde sus dos ninfas al entregarse al amor verdadero, solo acercan su ya escrito destino fatal. Potente y heredera de un tradición francesa, 3 corazones es un pulso contenido a ese cine que habla de pasiones, obsesiones, amoríos secretos, amantes prohibidos, sueños y deseos rotos. Hecho a la francesa, con giros inesperados y otros inevitables, es una grata película que deja al final ese dramático sinsabor tan sutil, duro y agradable a la vez, en el que su pasional propósito hace del suspenso su herramienta principal ocasionando que un corazón pueda dejar de latir.
El regreso de Dios Directo al corazón (Danny Collins, 2015), dirigida por Dan Fogelman, es una comedia con aires de melodrama protagonizada por uno de los actores más grandes de todos los tiempos: Al Pacino. Toda su gesta interpretativa regresa y se renueva a un estilo más sobrio, mostrando su soltura y facilidad para encarnar cualquier personaje. Si bien la película no es una obra maestra (y puede confundirse con una comedia romántica de mensaje superador), logra ser una grata experiencia para el espectador. Danny Collins (Al Pacino) es una vieja leyenda y estrella del rock que sigue en carrera desde los años 70. Continua haciendo grandes conciertos, giras y aumentando su dinero. Tiene todo lo que desea del mundo y de la fama. Sin embargo el paso del tiempo lo aflige, vive desanimado pero piensa en el peso de la vejez: sus fans son señoras de la tercera edad que corean sus canciones completamente descolocadas. Los eufóricos conciertos resultan ser algo alejado de su personalidad, y siempre termina triste y apesadumbrado. En ese camino lleno de drogas y amantes jóvenes, tiene un representante y amigo (Christopher Plummer) que le alegra la vida y lo mantiene en vilo para que no se derrumbe por completo. En su cumpleaños le tiene la mejor sorpresa: Una carta del mismísimo John Lennon -escrita en 1971- que nunca recibió. La carta cambia la vida de Danny pues el interrogante “¿Qué hubiera sido de él si la recibía en el momento adecuado?” le hace desmembrar todo su pasado. Cancela la gira, va a New Jersey en busca de su hijo (Bobby Cannavale) resultado de sus alocados años setenta, al cual nunca visitó. Sin duda lo mejor de esta película -basada en un hecho real - es, por un lado, la interacción de Pacino con Cannavale. El drama de padre e hijo se queda plasmado de forma verosímil y directa. De otro, el humor negro guiado por un alto nivel de actuación del dueto Pacino-Plummer, haciendo perfectas sus apariciones para darle otros aires al film. Y aunque tiene una escena introductoria innecesaria, la película nunca es previsible, al contrario, gracias a los distintos registros que alcanza por su buen cast, tiene la virtud de manejar bien el contenido polémico y trágico de los personajes sin caer en lo sensiblero. La figura de Danny Collins extravagante y ridícula (estrella que solo parece servir para despilfarrar dinero) es quien une todo y se convierte en el gran titiritero del relato. Al Pacino es quien enaltece la película y la hace crecer con su propia magia. Para los seguidores de este inmenso actor, verlo en esta oportunidad es un placer, una especie de despertar desde You Don't Know Jack (2010), donde ya daba bríos de que aún los grandes desafíos lo atraen. En Directo al corazón tiene que cantar y Pacino se arriesga, prueba y muestra que sigue en el Olimpo y tiene para rato.
Secretos que nunca serán vistos Dirigida por Enrique Buchichio, Zanahoria (2014) es una película que como pocas, le da una vuelta a la crónica acerca de los desaparecidos y todo lo relacionado que aún permanece oculto sobre los hechos acaecidos durante la dictadura militar. Inspirada en hechos reales, siempre en un margen de duda constante, el film se ubica de frente al suspenso en la revelación de documentos audiovisuales que son extremadamente secretos y que muestran a los responsables de la época más oscura de la historia rioplatense. Alfredo (Abel Tripaldi) y Jorge (Martín Rodríguez) son dos periodistas que trabajan en un pequeño y nuevo semanario uruguayo de izquierda. Ambos están inmiscuidos en sus labores habituales de recolección de información hasta que Alfredo, ya mayor y de muchos años de carrera, comienza a entrevistar a familiares de desaparecidos, al seguir la pista de un ex militar que vive prófugo. Sin embargo en ese momento le llega misteriosamente el contacto de Walter (César Troncoso) quien dice tener información secreta y vital sobre el tema. Haciendo caso omiso a su jefe de redacción, Alfredo se mete de lleno en la investigación con la ayuda de Jorge, ambos a la espera de algo que se percibe oculto. Precisamente el film se arma sobre el suspenso de esa espera y eso es lo más loable. Si bien empieza como una historia de misterioso y un tanto cliché sobre la información que se maneja de la dictadura, poco a poco adquiere un tono pausado y toma al thiller como forma: Zanahoria se erige sobre lo atrapante que resulta saber qué sucede al final. Se duda, junto a Alfredo y Jorge, de todo lo que les dicen, incluso se entra en el género policial pues la investigación ya no solo es periodística sino también se entremezclan elementos militares, legales y judiciales. Lo policial entra como figura alegórica en el relato al ser Walter viejo y Jorge joven, investigando siempre de noche en sus autos personales observando a la gente y moviéndose en la clandestinidad con sus problemas de tecnología. Cuestión que resalta un tema tan importante como el de los desaparecidos y la tortura que cometieron ex miembros militares que permanecen escondidos.
La cámara del Diablo Primicia mortal (Nightcrawler, 2014) dirigida por Dan Gilroy, guionista que hace su debut con esta pelicula, es un thriller que se adentra en el mundo del periodismo nocturno en la ciudad de los Ángeles. Un grupo de camarógrafos que salen a captar las imágenes más crudas de los accidentes y crímenes que luego tendrán que ponerlas en venta a los noticieros. Revela de un modo brutal todo el negocio oscuro que se cierne sobre ese trabajo vertiginoso ante la necesidad de ser el primero en grabar lo sucedido. La ciudad se vuelve el infierno con todo un submundo que se empeora al anochecer y al mismo tiempo, es la lucha por la supervivencia. Lo que implica tener un trabajo y el riesgo que significa no perderlo. Lou Blomm (Jake Gyllenhaal), un joven que vive en un pequeño apartamento, sumido en una rutina: regar plantas y mirar televisión. Sin pasado aparente ni familia ni nada, se va develando que no tiene trabajo y por el contrario es un excelente ladrón y “vendedor”. Sin convertir de ello una profesión, lo único que quiere es un empleo estable. Deambulando se encuentra con la escena de unos camarógrafos que toman imágenes de un accidente de tránsito. Interesado querrá hacer lo mismo. Consigue una cámara y una radio de policía para ir al encuentro de los accidentes y tiroteos en la noche. Sin embargo, verá que no basta con eso y cada vez tendrá que arriesgarse más hasta conseguir la imagen más exclusiva, incluso si tiene que “construir” la escena. Una película que cumple en parte, la figura aristotélica, pues trabaja sobre el ascenso y el apogeo, pero evita la caída. Aunque no los problemas ni riesgos. Cada vez Lou tendrá que volverse más sagaz y rápido quedando al borde del derrumbe pero pareciera que tiene siempre una salida, y no vislumbra caerse. Es sumamente atrapante dicha estructura incompleta pero también como cada nuevo evento hacen de Lou un personaje más misterioso y complejo. En lugar de ser el aprendiz que siempre necesita de un conocimiento previo para alcanzar un nuevo reto, él siempre sabe qué hacer, y aún más sabe lo que quiere obtener, y así termina descubriéndose un calculador que solo ve las conexiones de la humanidad para lograr una posición y un trabajo que le de enormes ganancias. Con una escena central llena de acción y suspense, y que a la vez marca el clímax y desenlace del film, Primicia mortal termina siendo cautivadora. Una propuesta que poco a poco se dibuja y no pierde para nada su estilo, ni ritmo y todo lo que aparece es pertinente. El mundo urbano decadente con un personaje solitario que parece absorber de él sus intereses personales. La película no cae sobre la mera critica a los noticieros y su deleitado placer por lo sangriento y crudo, o la aglutinada discusión sobre la manipulación, sino el cómo una persona que ingresa a ese universo se vuelve parte de él, y aún más si es un ser oscuro, como el solitario Lou, hará lo que sea por conseguir las mejores imágenes, y sacar provecho de todo.
La casa del silencio Antes del frío invierno (Avant l'hiver 2014), la nueva película dirigida por el afamado escritor francés Philippe Claudel, es una exploración profunda a lo que yace debajo de la vida de un hombre que está en la cúspide de su vida. Con un lenguaje pausado y detallado que poco a poco llena el film de intensidad y misterio, los elementos se van volviendo dudas a lo que solo se responde con silencio. Así el espectador tiene que producir sus propias respuestas. Iniciando como una historia de amor, se convierte en un thriller psicológico para sigilosamente llegar a la tragedia. Paul (Daniel Auteuil) es un neurocirujano de unos sesenta años que tiene una vida rutinaria, muy bien organizada. Todos los días va a trabajar y luego regresa a casa donde lo espera Lucie (Kristin Scott Thomas) su tranquila esposa, quien cuida el jardín y disfruta de una vida casera. Ambos son y parecen felices pues tienen una vida, si bien silenciosa, cercana a la perfección. Sin embargo, un día Paul comienza a recibir ramos de rosas rojas en cada lugar que son parte de su rutina. Lo que al principio solo parece un detalle curioso se va volviendo un misterio que va socavando en su estado mental, hasta que aparece Lou (Leïla Bekhti), una chica que asegura haber sido operada de amígdalas cuando era chica que le guarda aprecio al doctor. Desde ahí, toda la vida de Paul en su inmensa y onírica casa, parece comenzar a temblar y a desbaratarse. Sin duda lo más llamativo es la presencia de Daniel Auteuil quien es perfecto para interpretar este tipo de personajes, ya que la mirada y el silencio, hacen justamente que todo lo oculto y lo no dicho, se vuelva más relevante. Además su integridad se pone en juego cuando algo se sale de las normas sociales. Paul comienza a interrogarse y a sentir emociones, que si bien pudieron quedarse en su juventud, vuelven a su vida en un momento crucial. Tan versátil, Auteuil se manifiesta a lo largo de la historia acompañado por una puesta en escena que lo envuelve, una ciudad apacible que lo va atormentando, una noche llena de personajes marginales que lo van absorbiendo. Así Claudel logra un thriller muy seductor por las diferentes capas y puertas que se abren, y no solo del presente de los personajes sino también del pasado. Un hecho intrascendente, en un primer momento, sirve para demostrar que la vida de todos no es tan perfecta: Lucie tiene una hermana que roza la locura y la rutina exitosa de Paul parece estresarlo. El desenlace es un gran cierre para esta película de Claudel, ya que le da una vuelta ideal para la caída de una familia o lo que hubiera sido la crisis más fuerte en una pareja. Algo se abrió, y para Paul, la herida se abre con una vieja canción que canta Lou.
Un ómnibus radial Bienvenido León de Francia (2014), ópera prima de Néstor Zapata, es una película cuyo único motor es homenajear al radioteatro argentino. Con elegancia y suavidad pomposa, abre el telón del escenario desaparecido que solo existía en la mente de los radioescuchas y que la televisión mandaría a su triste agonía. El film se queda solo en la superficie y sin ninguna profundidad atrapante, quedando apenas un gesto de reverencia de una época pasada. Carlos Mendizábal (Raúl Calandra), el León de Francia, vuelve a la Argentina en una época difícil. Es 1956, ocurre el bombardeo a la Plaza de Mayo, cae Perón, y fusilan a ciudadanos. Pero él es un hombre de fama, las mujeres lo escuchan atentas y viven cautivas de su personaje: un héroe enmascarado que viene a salvar al resto de las injusticias. El actor es requerido por todos pero también seguido por colegas de radionovelas en vías de extición, y que pululan por conseguir un papel en la nueva producción del “León”. Con el éxito radial, llegan las giras en un bus colorido por barrios y provincias, para encontrarse con el público y poner en escena, en pequeños teatros, la obra del genial artista: Carlos Mendizábal. Con una idea de querer rememorar épocas pasadas y trágicas, tanto políticamente como en lo más íntimo de los personajes, la narración se vuelve muy ligera y repetitiva. Todo queda en las giras de los protagonistas con puestas similares. Aquí empieza a desigularse el film, pues si bien intenta ser una copia de tiempos pasados, las actuaciones terminan por exagerar los afectos, las acciones, las palabras, quedando muy plástico como mera ilustración sobre el radioteatro argentino antes de su desaparición. No se introduce de lleno ni en los conflictos entre los actores teatrales, ni en el período de desgaste del León, resultando previsible y perdiendo atracción. Finalmente otra razón por la cual Bienvenido León de Francia tiene puntos débiles, son los aspectos de realización y montaje que le restan al film. La puesta en escena por momentos es demasiado acartonada y algunas partes filmadas con demasiada ingenuidad y no bajo una mirada detallada. Eso se puede observar en la mezcla de tiempos, mientras los actores representan la radionovela en un estudio mientras la gente la escucha en sus hogares. La manera de mezclar los escenarios y los tiempos en un solo espacio, no logra ser un efecto determinante. Y por ese camino sigue el montaje con sus transiciones en ralentí y fundidos encadenados. Por ejemplo, el relato inicia de manera documental en blanco y negro con material de archivo, pero pasa al presente de la película en colores cuestión que resulta extraña y débil. Así es como termina uno por considerar que es un producto más televisivo que cinematográfico.
Sucesos urbanos Barroco (2013) dirigida por Estanislao Buisel es una película que se construye sobre la forma literaria y también desde lo musical, pues utiliza la fragmentación para crear un mundo propio y recurre a la armonía que surge de la contraposición de los intereses de los personajes. Y con ambos elementos (lo literario y lo musical) se entra en un relato de aventura urbana, mostrado desde un lenguaje visual que tiende siempre a la quietud, con un grupo de jóvenes que, con todas sus inquietudes y rebeldías, se encuentran en una Buenos Aires que les da plena libertad a su imaginación. La historia es de Julio (Adriana Maestri) un muchacho que tiene por novia a Laura (Julia Martinez Rubio) una concertista de flauta barroca quien tiene de director musical a Oscar, su exnovio. Un triángulo que a la vez se agranda más, pues Julio tiene una amante en secreto. Aunque es Laura la única que ignora dicho romance, pues todos los demás personajes conocen a la amante. En ese contexto Julio, que comienza a tener una vida junto a Laura, consigue un trabajo en una librería y ahí da inicio a una nueva rutina. Conforme avanzan los días comprende el pequeño mundo de relaciones que se esconde entre los libros y los disparatados compañeros de trabajo que puede tener. Sin embargo, Julio es un ser inquieto y así como planeará un robo, también quiere hacer una fotonovela. Emulando las revistas pornográficas que vienen con fotos y pequeñas historias, anda por la ciudad junto con su amigo Lucas, sacando fotos. Y la historia de dicha fotonovela no es otra que una época en que Buenos Aires se queda sin gas. Empezando por que está organizado en forma de diario (la fragmentación literaria por excelencia) la película nunca pierde ese esquema ordenado. Y eso lo hace interesante si se ve que es un lenguaje como si estuviera pre-determinado y sobre el cual tiene que filtrarse toda la historia. Puesto que siempre utiliza la cámara fija y recurre a escasos movimientos de cámara. Se puede decir que está todo el tiempo como un rompecabezas de fichas similares. Y que con un cuidado fotográfico y un gran trabajo de arte, hacen que todo los elementos dispares se uniformicen. Por ejemplo la música clásica-barroca y los personajes que poseen cierta cultura elevada frente a cuestiones más ordinarias como las revistas pornográficas y los trabajadores de la librería. Aunque no se puede negar que hay una sensación de excesiva rigidez con ese esquema de trabajo visual, tal vez porque lo desigual tenía que venir de otro elemento. Por ejemplo el mundo de las revistas pornográficas que dicho sea de paso, de por sí contagian a que la trama libere el pudor y haya también un trabajo sobre el cuerpo o se presenten desnudos determinados o sobreentendidos. Y estas cuestiones parecen no tomarse de manera decidida en la película, pues hay desnudos que parecen un poco forzados a omitirse o en todo caso a sobre-cuidarse y no dejados a la cotidianeidad. Aunque sin embargo, las escenas no pierden por ello su nivel de encanto. Sin duda el aspecto literario es lo más atractivo, el mundo de la librería y la actuación de Walter Jakob son lo más memorable, pues el libro como tema y la ya mencionada organización literaria enriquecen la película. Además, los personajes ambiguos, enmarcados en la rutina, y lo menos ambiguos de entre la que resalta Julia Martinez Rubio, hacen que se alcancen varios registros y climas. Y si bien al final la película se pierda en la búsqueda constante del humor y algunos detalles narrativos, como el hecho de que un ladrón no muera en su ley o el hecho de que siempre lo más interesante era no poder descubrir del todo lo que traía la fotonovela, es una película arriesgada y hecha de manera impecable, de la que se puede aprender (al ser opera prima) ya que deja una sensación grata y placentera.
Un alma perdida Si decido quedarme (If I Stay, 2014) nunca llega a ser una propuesta interesante o atrapante, ni siquiera puede ser tomada enserio. Con un tono que no pasa de lo melodramático y siempre apelando a generar sorpresa en la obviedad, es ampliamente previsible desde el inicio. El film es completamente soso e insoportable de ver más allá de la primera mitad. Mia (Chloe Grace Moretz) tiene diecisiete años y posee una increíble habilidad para tocar el violonchelo. Sus padres, en cambio, son amantes del rock desde su juventud pero aun así, deciden apoyarla. Ella sueña con entrar a Julliard, volverse reconocida y tener una vida con Adam, su novio músico, a pesar de lo diferente que proyectan sus objetivos en la vida. Sin embargo, una tarde sufre un grave accidente con su familia, lo cual hará que Mia, en un estado previo a la muerte, deba decidir en el hospital si se queda o se deja morir. Para ello tendrá que recordar los eventos de su vida hasta ese momento y hacer juicios de valor para ver si continúa viviendo. Con dicho argumento uno pareciera adentrarse en un mundo atractivo de intriga, pero después el film entero cae en diálogos preestablecidos, escenas poco relevantes y solamente dirigidas a emocionar a un espectador listo para echar algunas lágrimas. Si decido quedarme queda reducida a un panfleto juvenil, con la única idea de mostrar el valor de los buenos sentimientos, pelear por los sueños, y auto-animarse a luchar y salir adelante, sin ningún tipo de matiz ni la menor idea de que esos pensamientos afloren o se formen en el desarrollo mismo del argumento, salvo por la contracara del accidente que los tiene a todos en velo. Basada en la novela de Gayle Foman, la película desaprovecha tener un buen casting con actores de nivel (sobre todo los padres, tíos y abuelos de Mia) y un gran desarrollo de producción que se retrotrae al llanto y la pena.
Padres sin hijos Tutti I Santi Giorni (2013) es una comedia romántica que no intenta encasillarse en las características de dicho género, debido al uso de otros elementos pertenecientes al drama y a lo onírico, además de tener un registro sencillo y dirigido al realismo, lo que le da ese peso llamativo a su propuesta narrativa. Guido es un muchacho tímido que se ha dedicado a estudiar artes y letras, vive en Roma y trabaja todas las noches en la recepción de un hotel. Empujado por sus deseos de superación pero sin perder su mundo onírico y literario, se mantiene auto destinado en su rutina laboral. Vive con Antonia, apasionada por la música y deseosa de convertirse en una exitosa cantante, trabaja en una empresa de alquiler de autos. Él, deseoso de vivir su amor por las artes clásica, trabaja de noche y ella, amante de cantar al compás de su guitarra, de día. Durante la semana solo se cruzan en la mañana pues él llega y ella se alista para salir, y así van construyendo su vida de pareja hasta que todo entra en crisis cuando desean ser una familia y tener un hijo. Los elementos presentes dan a entender que el film caería en sentimentalismos y problemas de pareja ya antes vistos, pero el mismo contexto en el que se encuentran los personajes comienza a que la película recobre un sentido más atrapante debido a la mezcla de elementos: El primero de ellos es el drama, pues es la imposibilidad y el dolor de no poder tener un hijo (sobre todo para Antonia), comienza a darle al relato un matiz que lo aleja de la comedia románica. Y sobre todo porque dicho drama, donde todo parece envolverse en cierto aire de tragedia llega desde lo cotidiano, potenciado por un estilo realista de filmar con una cámara cómplice y testigo. Al drama habría que sumarle el humor que está muy presente, pero no para volver los momentos risibles, sino para que la narración deje de ser dolorosa y no caer así en la solemnidad o sobriedad. Con el humor aflora y resulta un optimismo necesario. Podría hablarse de una cara principal que está junto al amor, y que puede subsistir más allá de los problemas o ausencias, de lo visto como la razón fundacional de una familia: un hijo. Y que aun siendo tan diferentes, Guido y Antonia llegados de universos completamente alejados, están para acompañarse y seguir adelante frente a un problema que puede asaltar a cualquier pareja y complementarse. Sin llegar a ser una obra maestra pero manteniendo buen ritmo, Tutti I Santi Giorni deja de aligerarse para acentuar el presente de los ritos médicos que ayudan a tener hijos. Del mismo modo se enfatiza un sentimiento intangible, que es el querer ser papá y mamá.
Pareja de tres Deshora (2013), dirigida por Bárbara Sarasola-Day, es una película sobre los deseos ocultos, lo que no se menciona pero se manifiesta lentamente a partir de una cámara testigo e intimista que pone énfasis en el cuerpo de los personajes principales. Pero todo ese procedimiento surge de un elemento desestabilizador que irrumpe en escena: un nuevo personaje. Ernesto y Helena son un matrimonio, en primera instancia, estable y fortalecido que vive en una casa de campo de enormes proporciones. Una finca en la que tienen a su cargo un gran número de trabajadores dedicados al cuidado de animales como caballos y gallos de pelea y, además, a la cosecha de caña. Sin embargo, y debido a su buena voluntad, deciden aceptar y hacerse cargo del cuidado de Joaquín, quien no está atravesando un buen momento emocional. Y ahí es donde todo cambia, pues la llegada del primo de Helena -con quien ella parece tener más de un secreto en el pasado- significa el inicio de un cambio en la vida sosegada y apacible que tiene con Ernesto. Todo se resquebraja al comenzar una relación de tres. Con un inicio disperso llevado hacia lo predecible, ya que la aparición de Joaquín hace denotar como los otros personajes -Helena sobretodo- sienten una curiosidad que va un poco más allá del simple diálogo, la película parece flotar entre la presentación de la hacienda, los trabajadores y la vida rutinaria de Ernesto y Helena, hasta Joaquín acoplandose a su nuevo entorno sin incidir sobre algo determinado. Pero la cámara se vuelve más envolvente por su posición cercana y puntillosa y así, Deshora torna hacia lo interesante al presentar cambios en los personajes, enfatizar sus ambigüedades, e insertando al espacio como un cómplice de lo que va sucediendo. Como una película que sigue la idea de Teorema (1968) de Pier Paolo Pasolini o alguna película, aunque un poco distante, de Roman Polanski. Aquí un personaje trae la desestabilización a un espacio de por si cerrado y ya construido. Pero el nuevo integrante no solo produce un cambio, sino que es participe a tal punto que los otros personajes requieren de su presencia física. Sin duda no se puede obviar el detalle de la mezcla de nacionalidades y cruce de procedencias que plantea la película. De por sí ya Joaquín siendo extranjero directamente, además de ser ajeno, es tomado como un extraño. Pero toda disputa de pareja, más aún si se convierte en una pareja de tres, termina en violencia (sobre todo sucede en este tipo de argumentos) y ése es el punto más álgido de la película de Bárbara Sarasola-Day. Hacia el final va enrumbada hacia la liberación que puede ser visto como un clímax necesario e inevitable. Entonces en ese trayecto, con un extranjero que ronda a una pareja y un fin violento, Deshora nunca pierde esa mirada (la mirada de la cámara) explorativa y curiosa, que poco a poco y lentamente, va atrapando también la mirada del espectador.