¡A pintar! No hay mejor ámbito para el estreno de A 4 manos (2017) que la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes, más por lo que cuenta que por como lo cuenta. Un documental con formato televisivo, bastante básico, donde el valor radica en el contenido y no en la forma. A 4 manos toma la experiencia de cuatro pintores que decidieron trabajar de a par sobre una misma obra. Por un lado Luis Felipe Noé y Eduardo Stupía mientras que por el otro tenemos a Guillermo Roux y Carlos Alonso, cuatro de los artistas vivos más importantes de la argentina. La historia se centra en la experiencia de cómo es, para dos figuras reconocidas a nivel mundial, trabajar sobre un mismo lienzo, en donde la técnica y la teoría son diferentes en cada uno y el ego juega un rol primordial, pero esta es solo la excusa para entablar un diálogo abierto sobre la concepción del arte visual con ideas muchas veces contrapuestas, otras conflictivas y en donde lo idelógico y sociopolítico no está ausente. A 4 manos es un documental de los llamados de cabezas parlantes, en el que su director Osvaldo Tcherkaski priorizó más el qué que el cómo para acercar al gran público una intimidad a la que rara vez el ciudadano común se puede acercar. En ese sentido es más que valioso.
Decadencia Película intimista, de personajes que sugieren más de lo que dicen y con un tono claustrofóbico, de encierro pese al paisaje circundante, es lo que los directores Silvina Schnicer y Ulises Porra Guardiola proponen en Tigre (2017). La conflictiva relación de una familia venida a menos durante una especie de fin de semana en la casa que poseen en el Delta y que pronto desaparecerá. Rina (Marilú Marini) es la matriarca de una familia en decadencia que regresa después de mucho tiempo a la casa del Tigre que está a punto de perder. Pero no lo hace sola. También estarán sus hijos (María Ucedo y Agustín Rittano), una nieta, el amigovio de esta y una amiga. La tensión atravesará un relato signado por el deseo, la sexualidad, la perdida y el rol de lo mujer en una sociedad machista. Si hay una referencia directa a Tigre, sin duda es La ciénaga (2001) de Lucrecia Martel. O al menos puede encuadrarse dentro de ese estilo de películas en donde lo que no se dice mueve a los personajes. El dúo de directores eligen un espacio abierto y verde como lo es el Delta del Tigre para contar una historia claustrofóbica, de personajes encerrados en un mundo de represiones, desapariciones y falsas verdades. Para lograrlo cierran el foco de la cámara siguiendo a los personajes en primeros planos y tiñen el lugar con una estética lúgubre y miserable (obra de Iván Gierasinchuk), como la casa familiar que funciona como metáfora del derrumbe de sus vidas. En Tigre todo lo esencial está en la percepción, en las miradas enigmáticas de cada uno de los personajes, en los roces, en la piel y la tensión impregnada en el aire. La sexualidad está presente todo el tiempo pero no se manifiesta y los directores acertaron en explotar esa histeria de cuerpos semidesnudos que deambulan por cada uno de los espacios. De la misma manera que juegan con las metáforas y paralelismos entre la isla y la familia. Ulises Porra Guardiola y Silvina Schnicer debutan con una ópera prima potente, de grandes duelos actorales (María Ucedo y Marilú Marini soberbias como siempre), con la misturas de climas que la historia requiere y una puesta visual enigmática que trasciende la pantalla.
Los invisibles Pablo Oliverio retrata la historia de dos jóvenes marginales, expulsados del sistema, habitantes de las calles de Buenos Aires que, mientras sobreviven, se dan un tiempo para el amor. Los amantes indigentes (2017) es un documental urgente, que muestra una realidad que no resulta ajena, pero desde un lugar poco transitado. Oliverio elige contar la realidad desde la historia de amor que viven estos dos jóvenes. ¿Cómo es vivir en la calle y enamorarse? Esa es la pregunta que el director intenta responder a través del seguimiento de dos veinteañeros que mientras cartonean, hacen changas o buscan que comer, también se aman. La crudeza de las imágenes se acentúa con un registro sucio, de cámara en manos, donde Oliverio evitó edulcorar la historia con filtros visuales o una banda sonora musical. Los amantes indigentes es un cine real, hecho a partir de una urgencia, en donde lo que se cuenta no es otra cosa que las consecuencias de una sociedad capitalista que impulsa a gobiernos neoliberales. Y eso queda claro en la contraposición, para nada forzada, de la diferencia de clases que se ve en la calle donde la indiferencia y la mezquindad son moneda corriente. Si algo hay que reconocerle a Los amantes indigentes es la honestidad con la que cuenta la historia, evitando la banalización y el regodeo morboso. Lo que muestra está todos los días frente a nuestros ojos, en cada barrio, cada calle, cada esquina de la ciudad. Está en cada uno querer ver o no.
Un tropiezo llamado amor Claire Denis toma el ensayo Fragmentos de un discurso amoroso de Roland Barthes y lo convierte en una magistral pero también sensible historia. Un bello sol interior (Un beau soleil intérieur, 2017) es un genuino enfoque del estado amoroso y de sus tropos, en todo su desorden y en toda su conmovedora estupidez; en el que la directora no olvida reirse de la dimensión tópica y de la inconsistencia de los arrebatos diversos y variados que lo caracterizan. Isabelle (Juliette Binoche) es una artista cincuentona separada del padre de su hija que sufre de una soledad en ascenso, fruto de una sucesión de fracasos en sus mediocres relaciones. La actriz consigue, en efecto, encarnar a esta mujer con una vulnerabilidad que emociona, sin perder de vista la dimensión un tanto ridícula de su peculiar coreografía, con su serie caprichosa de altibajos. Los movimientos emocionales que hacen que se tambalee una Isabelle que llora, se excusa y agradece sin parar, tienen lugar realmente con objetos incomprensibles, a saber, un montón de pobres desgraciados, por decir así: el banquero casado despreciable (Xavier Beauvois), el actor torturado (Nicolas Duvauchelle), el vecino que insiste en invitarla por un trago, el falso amigo que arruina la única relación mínimamente hermosa que tenía. A decir verdad, no puede ser que nuestra heroína languidezca a causa de estos hombres que cree amar. ¿Cómo puede ser? Sin embargo, algo indefinido, formulado vagamente, de manera incompleta, y un tanto banal (el otro nombre de lo que es universal) reside en el humor contra sí misma y, por tanto, tranquilizador de la película. Los hombres vienen y van, eso es innegable, pero lo más gracioso, a fin de cuentas, son las figuras familiares que se suceden entre sí, esos espacios un poco vacíos que afectan de esa manera a Isabelle y al resto de enamorados de la película, que no ven lo plano de las fórmulas huecas con las que tropiezan una y otra vez. Lo fascinante de la película es que encontramos claramente el sello de Claire Denis, esa manera tan especial que tiene de retratar y despertar, a flor de piel, la concupiscencia (lo que Roland Barthes llama en su ensayo "estimular" más que describir, puesto que trata de dar cuenta de los movimientos desde su impulso). Lo que pasa es que esta vez se trata de una "concupiscencia" del corazón. Y el matrimonio de miradas entre el ensayista y la cineasta arroja, como vimos, un sentido del humor tan refinado como guarro, bastante insólito en la filmografía de la cineasta, que encuentra su punto culminante en la escena de videncia con el péndulo de plomo, cuando Gerard Depardieu (recién abandonado por Valeria Bruni Tedeschi) alinea con una convicción inenarrable los dichos populares más grotescos, seguidos de toda una serie de banalidades para encender la luz sentimental de una Isabelle tan perdida que parece llegar a comprender algo en este personaje, ofreciendo así una conclusión formidable a esta película que combina el humor y la inteligencia a la perfección.
Ni santas ni putas ¿Desde qué lugar enfocar un análisis sobre Desearás al hombre de tu hermana (2017)? Esta es la pregunta principal que uno debe hacerse ni bien se acerca a la cuarta película de Diego Kaplan (¿Sabés nadar?, Igualita a mí, Dos más Dos). ¿Es una comedia? ¿Un drama? ¿Un thriller erótico? ¿Hay que tomársela en serio o en broma? Desearás al hombre de tu hermana puede ser todo eso junto (y más). Un híbrido inclasificable que funciona como un homenaje paródico al cine erótico de los años 70 y principios de los 80 con referencias que van desde Armando Bo a Pedro Almodóvar. Un pastiche postmoderno que si se lo piensa como tal funciona a la perfección. Ambientada a principios de la década del 70, la historia escrita por Erika Halvorsen (la misma de El hilo rojo) se centra en la vida de dos hermanas Lucía (Mónica Antonópulos) y Ofelia (Carolina Ardohain). Ambas están distanciadas y se reencontrarán en la boda de Lucía con Juan (Juan Sorini). Entre Ofelia, de novia con Andrés (Guilherme Winter), y Juan nacerá una atracción sexual que no podrán controlar y que conducirá al espectador a un viaje entre el pasado y el presente para contar el porqué de la rispidez entre ambas hermanas. Kaplan toma y asume riesgos infrecuentes en el cine argentino y eso hay que agradecérselo. Desde la primera escena, en la que Ofelia niña se masturba con un almohadón mientras ve por la televisión un hombre montando un caballo, que el espectador debe prepararse para lo que vendrá. Desnudos frontales, sexo, diálogos tan absurdos como bizarros… Y es que Desearás al hombre de tu hermana es una película donde todo es exagerado. La música ampulosa, el color saturado, el arte cargado, todos están sobreactuados. Los diálogos de Andrea Frigerio en la piel de la madre sexy, frívola y algo (o bastante) desquiciada son tan bizarros como antológicos, y hasta el casting de malos actores (solo Mónica Antonópulos y Frigerio salen airosas) da la sensación de que es adrede y que forma parte de uno de los tantos riegos que el cineasta decidió asumir. Si Frigerio y Antonópulos bien podrían ser chicas Almodóvar, Pampita sería una especie de bomba sexual de una película de Armando Bo, una Isabel Sarli inocente y ninfómana. La estética visual y sonora que vira entre lo kitsch y lo pop sin duda que remiten al Almodóvar inicial, mientras que las escenas sexuales podrían ser dignas de Armando Bo. La lucha en el barro es un claro homenaje, de la misma manera que el empleo del zoom en la escena de la pileta. Pero también la película remite a las películas del argentino Leo Damario, una suerte de enfant terrible del cine fashion local con películas como Palmera (2012) y Olympia (2011), en donde la mujer se corre del lugar de objeto del deseo para ser sujeto de ese deseo, lo kitsch se transforma en cool para estilizar la imagen y la fragmentación del tiempo marca el relato. Desearás al hombre de tu hermana es un claro homenaje a ese cine y se ríe de todo. Que no puede ser pensada como un drama familiar, ni como una comedia liviana, ni como nada serio. Simplemente como una película que tributa a aquellos cineastas y actores porno soft de los 70 y 80 que el tiempo revindicó y hoy son de culto. Los años dirán si corre la misma suerte.
Tratando de cambiar cabezas La filmografía de la realizadora Andrea Schellemberg tiene como hilo conductor los Derechos Humanos, temática que abordó en D-Humanos (2011) a través del corto La formación y el largo Santa Lucía (2012), donde seguía la tarea de una profesora de historia en pleno monte tucumano que intentaba desentrañar los hechos ocurridos allí durante la última dictadura militar. Ahora vuelve sobre el tema con Palabras pendientes (2017), documental que transita por la enseñanza de derechos humanos en colegios militares. En el año 2008, durante la primera presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, la entonces ministra de Defensa Nilda Garré, como parte de la nueva política de derechos humanos, firma una resolución para modificar los programas de estudio en los Institutos Militares. La nueva curricula exige el dictado de materias con contenidos vinculados a los derechos humanos con el fin de poder cambiar, a partir de los conocimientos impartidos a las nuevas generaciones de futuros militares, la construcción cultural e ideológica de una institución marcada por los golpes de estado y los delitos de lesa humanidad. La pregunta es ¿se puede? La documentalista se mete en el Liceo Militar de la Nación para seguir durante todo un ciclo lectivo el dictado de las clases a los alumnos que pronto obtendrán la graduación militar. Palabras pendientes está construido en base a preguntas que Schellemberg se formula y que a través de la observación de clases, exámenes, entrevistas con docentes y alumnos intentará responder. ¿Puede una institución que oculta información sobre desapariciones, robo de niños y campos clandestinos de tortura inculcar a nuevas generaciones el valor del significado de los derechos humanos? Las respuestas son contradictorias y están en concordancia con la época. El documental se filmó mucho antes del polémico fallo del 2x1 que le reduce las penas a presos sentenciados por delitos de lesa humanidad. Por eso tal vez hoy todo tenga una resignificación y las lecturas que se le pueda dar sean otras. Palabras pendientes es una película necesaria, controversial aunque no lo parezca, que se introduce en una institución que no le gusta ser observada, ni cuestionada, para indagar en las contradicciones de un sistema que pretende cambiar pero que no lo hace a fondo. Habla de interpretaciones de la historia de parte de profesores que la imparten y de alumnos que la reciben. De verdadades y ocultamientos. Pero sobre todo de cambiar cabezas en donde contrariamente muchas de las cabezas se niegan a aceptar sus errores.
Modelos para armar En la diversidad que propone el séptimo arte es difícil encontrar películas que logren penetrar en el interior de una cárcel para mostrar como ante una motivación artística, cultural, educativa o deportiva se modifica la vida de los detenidos. En la mayoría de los casos los autores se inclinan por reflejar el costado más violento (y morboso) de lo que sucede tras las rejas, estigmatizando aún más a quienes se encuentran privados de su libertad, incluso muchas veces sin tener una condena. Películas como El Almafuerte (2009) o 13 puertas (2014) se corrieron de ese lugar para observar ese otro lado carcelario, donde se trabaja la inclusión de los detenidos, mostrándolos como personas más allá de sus errores y aciertos. Interiores (2016) transita ese mismo camino. La nueva película de Fito Pochat (Un tren a Pampa Blanca, Mika, mi guerra de España) sucede dentro del penal de Magdalena y es el retrato documental de como las detenidas de esa unidad penitenciaria van transformándose a partir de que asisten a un taller de musicoterapia. La idea fue propuesta por el equipo de producción de la película y nace como parte de esta. A medida que el tiempo pasa, y el taller avanza, las participantes se olvidan de la cámara y se abren frente a ellas mismas para mostrar ese costado intimo que parecía vedado. Cada una descubrirá que comparten mucho que un espacio cerrado, claustrofóbico. Comparten las miserias de un pasado que quisieran olvidar y la esperanza de un futuro lleno de dudas, ya sea delante o detrás de las rejas. Pochat logra hacer que la cámara pase inadvertida para retratar momentos de suma intimidad, momentos en los que se confiesan entre ellas, hablan de sus miedos pero también de sus dichas. Construyen vínculos, juegan a ser felices, pero por sobre todas las cosas se sienten incluidas dentro de un sistema que busca excluirlas. Si el cine tiene una función social sin duda en Interiores la cumple, tanto delante y detrás de las cámaras. En el origen y en la forma.
Sabés nadar? Crol (2017) no es solo una película, sino que es un proyecto donde confluyen el cine, la música y el teatro. Dirigido por Verónica Schneck este tríptico se compone de Crol. Pequeño homenaje a nadadores pioneros, la obra teatral, Crol, la película, y un cd musical que conecta ambas piezas. En Crol -la película-, la directora recurre al formato documental para hablar de una serie de temas a partir de uno: la natación. Para hacerlo se traslada a Coronda en la provincia de Entre Ríos, ciudad donde se realiza una de las maratones más importantes del mundo. Es esa ciudad que vio nacer y consagrarse a los pioneros argentinos en la práctica de este deporte. Pasado y presente confluyen a través diferentes testimonios pero haciendo foco en los recuerdos de Teresa Plans, una mítica nadadora argentina, nacida en Coronda, que hoy vive en un geriátrico. Desde una primera lectura puede dar la sensación de que Crol es una película sobre la natación, pero esta es la excusa que le sirve Schneck para abordar temas tan disimiles como el paso del tiempo, el olvido, la vejez, el éxito y el fracaso, el cuerpo, los miedos, los sueños cumplidos y los que no dejaron de serlo. También es una película sobre la memoria abordada desde un lugar fuera de lo común. El hoy y el ayer se funden en una misma historia que se repite como un ritual sistemático. Son los mismos sueños y las mismas pesadillas que persiguen a los nadadores del pasado y del futuro, de la misma manera que a todos aquellos que persiguen una meta y no bajan los brazos hasta hacerla realidad.
Mujeres en lucha En Hoy partido a las 3 (2017) la cineasta correntina Clarisa Navas construye un hibrido en el que la ficción y la realidad rompen los límites para narrar el periplo de un equipo de fútbol amateur femenino en el Chaco. La trama sigue los pasos de Las Indomables, un equipo de barrio integrado por chicas de distintas procedencias que encuentran en ese deporte la posibilidad de sentirse incluidas dentro de un contexto socioeconómico que las excluye. Hoy partido a las 3 claramente es una ficción, donde hay una puesta en escena armada y un guion con roles determinados que sus personajes deben interpretar. Pero esa construcción está hecha y filmada como un documental. Los personajes que retrata son reales, nunca actuaron, y son futbolistas. Se interpretan –metafóricamente- a ellas mismas. Hay una historia conductora que es el fútbol femenino pero también están las personales de cada una de las integrantes del equipo. En ella vemos los amores, las infidelidades, los prejuicios, las necesidades y las diferentes elecciones sexuales (Un tema mucho menos complejo que para los integrantes de un equipo masculino). Pero también como el fútbol es una válvula de escape en una sociedad patriarcal regida por mandatos que deben cumplirse y que ellas no están dispuestas a aceptar. Navas utiliza la historia para criticar la utilización política del fútbol femenino con reditos electoralistas, mientras que contrariamente ese mismo deporte carece de todo tipo de apoyo; la violencia deportiva tanto externa como interna, al triunfalismo a cualquier precio y a quienes manejan el deporte por más amateur que sea. Todo desde un entrelineado sutil. Pero también habla de valores y de feminismo en un ámbito no convencional para discutirlo. Y lo hace desde una ficción documental o de un documental ficcionalizado. Un hibrido donde los límites son tan difusos que nunca sabremos que es en verdad y que mentira. Aunque esto carezca de importancia.
Los amigos ¿Cómo hacer un film sobre Astor Piazzolla sin caer en los lugares comunes de una biopic clásica? Esta es la pregunta que se debe haber hecho Rodrigo Vila (Mercedes Sosa, la voz de Latinoamérica, 2013) a la hora de encarar Tango en París. Recuerdos de Astor Piazzolla, (2017), un recorte sobre la vida y obra del creador de Adiós nonino y Balada para un loco pero narrada a partir de una amistad inclaudicable. Tango en París. Recuerdos de Astor Piazzolla parte de una premisa: narrar la amistad entre Astor Piazzolla y José Pons, un arquitecto mendocino afincado en Francia. Ambos se conocieron tardíamente cuando estaban por cumplir los 50 años y de inmediato nació una conexión de hermandad, que además estuvo signada por una serie de episodios que tanto al uno como al otro les sucedían casi al unísono. Vila aprovecha esa excusa para proponer no solo un diálogo sobre Piazzolla sino también una mirada sociocultural a la época. Paris y Buenos Aires, el tango y el folklore, la dictadura y la democracia, música y fotografía, Atahualpa y Mercedes Sosa, Jairo y Horacio Ferrer, Amelita Baltar y Jacqueline Pons, el éxito y el fracaso, la vida y la muerte. Lugares, circunstancias, anhelos y personajes que rodearon a Astor Piazzolla en el recorte temporal que el autor decide hacer. Vila se nutre de material de archivo inédito, visual y sonoro, de naturaleza home video (video hogareño) y grabaciones musicales personales, para narrar los acontecimientos a través de los recuerdos de José Pons (en la voz de Boy Olmi). De esta manera se muestra a un Piazzolla entre amigos, en una intimidad desacartonada, relajado y lejos de cualquier postura impuesta. Además le sirve para mostrar una época de exilios, dictaduras, partidas y regresos. Pero más allá de todo, y básicamente, Tango en París. Recuerdos de Astor Piazzolla es una película sobre la amistad. La de dos hombres signados por el mismo destino de vivir y morir casi al mismo tiempo, de compartir gustos, placeres, amigos y la devoción del uno por el otro. Al igual que en Mercedes Sosa, la voz de Latinoamérica, Rodrigo Vila logra darle una vuelta de tuerca al documental biográfico para contar la historia de un personaje "popular" desde una perspectiva diferente.