Un Hombre Llamado Ove: El gruñón que se hace querer. Finalmente llega a la Argentina esta comedia dramática que supo ser nominada a varios premios Oscar y terminará tiernizando hasta el más duro de los corazones, empezando por el de su protagonista. Ove es un gruñón. Ni siquiera un quejoso carismático, simplemente un pobre hombre que odia al mundo. Durante las casi dos horas que dura esta comedia dramática sueca, exploraremos su vida hasta ahora. Se recorrerá el camino que lo llevo a ser un viejo cascarrabias que ni llegando a los sesenta años ya intenta realizar la mayor de las locuras: quitarse la vida. Basada en la novela homónima, el film cuenta con una cualidad literaria que tantas veces puede significar un obstáculo para el cine pero que en otras contadas ocasiones, como este es el caso, logra crear una experiencia verdaderamente especial. Puede compararse con dramas clásicos como por ejemplo Forrest Gump, con repaso de la sorprendente vida de su protagonista, y también en estructura con tantos romances dónde una mitad de la naranja cuenta en su vejez como llegó a encontrarse con el resto de su fruta. Lo veremos todo mediante una combinación de flashbacks, e incluso anécdotas una vez Ove empiece a conectarse con los nuevos miembros de su pequeño barrio. La historia se mantiene a un ritmo que aunque sentimental siempre se siente no solo llevadero sino también dinámico. Se trata de un drama sobre la vejez, que logra imbuir de humor y corazón la historia de vida de un hombre abatido sin sacarle un gramo de peso a las fatalidades de la vida. Por más que no quiera, una joven pareja que se muda con sus pequeñas hijas a la casa de enfrente terminaran causando que el pobre de Ove se la pase menos tiempo intentando suicidarse, y más compartiendo su vida con otros. Se trata de una cinta sobre conexiones humanas. Ove nos cuenta las razones por las que siempre le fue difícil crearlas, y como consiguió forjar la relación más valiosa en su vida… relación que perdió hace ya unos años. Toda la película es un desarrollo del personaje principal. No hay secuencia o escena que no sirva para revelar o cultivar algún aspecto de nuestro protagonista. La joven embarazada que se muda enfrente con su familia, los vecinos que viven en su barrio hace años e incluso algo de narración por parte del mismo Ove crean variedad dentro de un gran guion al que pocas veces se le ven los hilos. Algo muy difícil de lograr en un film tan dramático y sentimental como este. El ritmo que el montaje y guion le dan a la historia, así como el tono perfecto que las actuaciones logran son el mejor indicio de la excelente mano del director. Se combinan con un buen despliegue técnico, nunca ostentoso pero con momentos puntuales de un humilde y necesario brillo. Ningunos de estos aspectos logra ser casi nunca algo espectacular, pero no es necesario cuando el relato es el verdadero protagonista. Ove esta en el centro de una telaraña de personajes, con variados coloridos, que impactan la historia tanto como los fortuitos accidentes que minaron su vida en el pasado. Él se abrirá por completo a la audiencia, tanto como es necesario que uno se abra a los demás para no afrontar la vida solo. Aunque hacia lo último la cinta no este a la altura de lo mostrado en un principio, el final no se desinfla lo suficiente como para evitar que la película termine concluyendo de manera correcta. Puede hacerse muchas cosas peores que dedicarle dos horas de tu vida a esta tierna y por momentos mágica crónica de la vida de un golpeado hombre que intentará levantar cabeza entrando a los últimos capítulos de su vida.
No te olvides de mí: Un Sbaraglia de época ganándole a las memorias. Una opera prima nacional que recorre la llanura pampeana con una peculiar road movie, moderna a pesar de estar ubicada en 1930. Leonardo Sbaraglia es lo único que atraerá algo de audiencia para No te olvides de mí. Bueno, Sbaraglia y un póster bastante interesante e intrigante. Entonces rápidamente nos vamos a sacar de encima decir que Sbaraglia realiza una gran labor actoral, creando un personaje de igual manera misterioso, sugestivo, reprochable y aún así rescatable. Pero Sbaraglia es sólo uno de los muchos elementos que en conjunto hacen que esta película funcione. En esta ocasión, más incluso que muchas otras veces, la verdadera protagonista no es sólo la historia, sino la forma que eligió la directora de contar la misma. Un relato sobre los lazos humanos, la familia, los finales y la voluntad de elegir el camino. En su opera prima, la directora Fernanda Ramondo decidió zambullirse en un relato de época, retos de producción si los hay, que relata el viaje de un encarcelado criminal decidido a reencontrarse con su antigua vida una vez se lo libera de prisión. Pero lo que destaca inmediatamente a No te olvides de mí de otros esfuerzos de época, es la formula que propone combinándolo con una estructura de road movie. Usualmente el género de películas de carretera tienen como foco el autodescubrimiento personal despertado en uno o más personajes tras los cambios a los que se enfrentan en nuevas locaciones y, aún cuando lo hace en la Argentina de 1930, esta no es la excepción. Nuestro protagonista empezara a compartir su camino con unos jóvenes viajeros, ofreciéndonos la chance de ver no sólo la realidad del país en la década del ’30, sino también entender mejor que él como su propia realidad cambio para siempre. El film cuenta con un excelente nivel de producción, no sólo en el vestuario de época sino también incluyendo el buen nivel de fotografía, guion y montaje. Todo logra conspirar para que termine siendo fácil meterse de lleno en la realidad planteada, acortando distancias entre la sala de cine con olor a pochoclo y la llanura pampeana de antaño. Lo único que queda por hacer es adentrarse en un grupo de personajes simpáticos que de a poco irán encontrándose mutuamente mientras se encuentran con pequeñas victorias y grandes derrotas en su búsqueda por lo que alguna vez fue. No te olvides de mí redondea una muy grata experiencia que se eleva por encima de la media del cine nacional, ofreciendo un relato de época que combina convenciones modernas con una producción que nos traslada temporal, geográfica y mentalmente para situarnos en medio de aquellos que intentan encontrar su lugar en el mundo. Siendo una propuesta nacional lo único que queda es esperar que la misma le gane a los brillos y colores de las extranjeras, si lo logra les espera una aventura que aunque lenta termina siendo más que gratificante si uno logra adentrarse lo suficiente.
Marcos solía escribir una serie de exitosos libros infantiles. Pero dejó eso atrás ante la tentación de escribir una novela más seria y artística. Hoy, cuatro años después, se verá envuelto en una serie de inconvenientes, delirios y crímenes que lo llevarán cada vez más cerca de sus objetivos. “Ojalá vivas tiempos interesantes” es la ópera prima del director Santiago Van Dam, un relato sobre un intento de artista que de a poco estará dispuesto a todo por alcanzar sus objetivos autoimpuestos. Luego de amagar con un comienzo a los tumbos que auguraba un esfuerzo nacional común y corriente, la historia toma impulso, las variadas y entretenidas secuencias van ganando confianza y los personajes, tan interesantes como bien interpretados, logran un rodaje que imbuye a la película de una intriga sostenida. Algo de animación y mucha cámara en mano son dos de los puntos más destacables superficialmente, con un tono de drama bastante ligero y un humor que repta constantemente por la cinta. Quizás el punto más flojo sería en el montaje, sufriendo un poco la falta de transiciones: los saltos entre escena y escena terminan sintiéndose forzados, incluso aún cuando se pasa de una secuencia a otra. El buen uso de la música y la clara visión que dicta el ritmo de la historia terminan redondeando un buen esfuerzo desde la parte técnica y el detrás de cámara. Además alcanzan a destacar algunas labores actorales, particularmente las de Julian Kartun, Giselle Motta y Julián Calviño. Los tres interpretando de gran manera personajes muy bien definidos y que logran no solo capturar estereotipos sino también condimentar a la perfección el mundo que rodea a nuestro protagonista. Protagonista que lleva bien la historia, a pesar de impactar al film algo negativamente con la excesiva e improductiva narración, que aunque apropiadamente snob, termina sacando de quicio. Con un espíritu jóven, y una voluntad de jugar con los elementos del film para entregar una entretenida historia, “Ojalá vivas tiempos interesantes” termina siendo una recomendable propuesta para todo aquel que esté dispuesto a zambullirse en los delirios artísticos de un sátrapa determinado a todo por escribir la próxima gran novela argentina. Dispuesto a todo excepto a realmente sentarse a escribirla, por supuesto. ¿Y hay acaso algo más tentador para la juventud ambiciosa que la procrastinación?
Mike Amigorena es Mario, un músico con aspiraciones artísticas que van más allá de su inestable trabajo como tributo a Sandro, con un hijo que tras el divorcio cada vez ve menos y con una urna con las cenizas de su difunta madre. En un último intento por mantenerse en la vida del pobre pibe, decide llevarlo con él en la gira que organizó su mejor amigo y manager, el Oso. Un finde arriba de un auto en el que casi nadie quiere estar, yendo a trabajos que ninguno quiere hacer. Mario querría cantar sus temas ante otro público, el Oso preferiría ser músico y no manager, y el pequeño quisiera estar en su casa jugando a la Play. Por supuesto que al tratarse de un roadtrip, la maduración y la transición entre etapas de la vida sin dudas que juega un papel central en las temáticas de “Mario On Tour”. Se trata del segundo trabajo del director Pablo Stigliani, una propuesta mucho más íntima y personal que su anterior trabajo. Este tipo de película fácilmente podría perder al espectador en uno de los tantos planos largos y malos diálogos que son una plaga en el mediocre cine nacional, pero por suerte no es ese el caso. Hay unas pocas secuencias que se sienten estiradas desde la dirección y el guion, después de todo es imposible no tener ningún síntoma del cine de autor argentino moderno, pero más allá de eso nos encontramos ante una obra que mantiene la atención y cierto nivel de entretenimiento desde el momento en que se suben al auto. En una película de viaje sobre las relaciones de un grupo de personajes, el diálogo y las actuaciones son donde inevitablemente se apoya todo el proyecto. Hay unos cuantos momentos en los que las conversaciones y las interpretaciones no terminan de hacer click, pero la química y la producción detrás de cámara logran disminuir bastante el impacto que podría tener en el film. A pesar de cualquier detalle, uno terminaba cada escena esperando qué traería la siguiente en lugar de enganchado con los problemas que trajo la anterior. Termina siendo una grata, aunque medida sorpresa. La dirección y el montaje permiten esquivar todo posible bache y llevar una simple pero entretenida historia a buen puerto.
“Valerian” inspiró a “Star Wars”. “Star Wars” inspiró al resto de la humanidad. Todo intento de equiparar algún tipo de influencia se iba a quedar corto, sea tratando de igualar lo indescriptiblemente cautivante del universo creado por George Lucas o alcanzar el nivel inconmensurable de inspiración que provocaron los cómics de “Valérian et Laureline”, la obra original en la que se basa esta última odisea de ciencia ficción dirigida, guionada y producida por Luc Besson (“Léon, El Perfecto Asesino”, “El Quinto Elemento”). En esta ocasión, decidió colocarse frente al mayor reto de su larga y exitosa carrera: autofinanciar la película más cara jamás producida en Francia, y entrar con esta producción no solo europea sino también independiente entre las 30 películas con mayor presupuesto en la historia del cine. Y no solo eso, sino que se trataría de la adaptación del comic más importante de su infancia, con una importancia cultural mucho más grande que su limitada presencia en la conciencia colectiva podría sugerir. Toda su carrera le permitió estar en la posición de hacer esta película, y el éxito de la misma equilibraría la balanza para alentar o condenar toda aspiración europea por luchar codo a codo con los blockbusters de Hollywood. Tranquilo, sin presiones. Para tamaña tarea el inicio es más que importante, por lo que el film decide no dejar nada librado al azar y tener tres comienzos muy claros para arrancar las cosas. Primero tenemos una muy breve introducción sobre el camino de la humanidad para convertirse en el centro de la meca cultural más importante de la galaxia, luego una hermosa secuencia ejemplificando una de las miles de culturas alienígenas, así como también las temáticas emocionales de la película, y finalmente, la introducción de los personajes principales con una increíble secuencia de acción. Lejos de ser negativo, este arranque por etapas nos deja sabiendo todo lo necesario para disfrutar el resto: que Valerian y Laureline son dos agentes especiales encargados para proteger el bienestar de la titular Ciudad de los Mil Planetas, hogar habitado por incontables razas y culturas tan únicas como valiosas. Una lástima que a la película le cuesta mantener el nivel de este primer acto durante el resto de las 2 horas. Con tan solo la primer hora de película resulta muy fácil la recomendación, y si estas leyendo para saber si vale la pena: no dudes que sí. Pero la realidad es que en la segunda mitad de la historia, los enredos comienzan a sentirse mucho más como un rejunte de incompletas aventuras, y la película pierde la justeza y hasta perfecta medida de la que gozaba en la primera mitad. Se vuelve evidente que las ambiciones artísticas y de producción hicieron que el producto termine sufriendo. Por suerte Besson es un maestro, y su dirección (junto a varios momentos aislados) se asegura de que en ningún momento la audiencia llegue a sufrir de la misma manera. El mayor pecado de la segunda mitad es ser inferior a la primera, pero el mal sabor de boca final no termina de manchar todo lo bueno que tiene la película. A pesar de todo, por momentos “Valerian” pone en vergüenza a cualquier producción salida de la cinta transportadora de Hollywood, tiene destellos que merecen estar entre lo mejor del cine de ciencia ficción. Esta es una historia con mucho corazón, algo asegurado en los trabajos del francés. Lo bueno es que aparte de ello se trata de la adaptación de uno de los universos más ricos de la ciencia ficción, llevado a la pantalla por uno de los directores que mejor logran combinar lo humano con lo espectacular. Tan imperfecta como valiosa, un placer aguantar unos cuantos resbalones para poder disfrutar todo lo que ofrece.
Cuando entré a la sala para ver el último trabajo del director de “El Estudiante” (2011) y “La Patota” (2015), no había visto ningún trailer y apenas tenía visto el poster. Afortunadamente para mí, y desafortunadamente para el público en general que ya fue bombardeado con estas imágenes; esa resultó ser la mejor manera de ver “La Cordillera”. Sin dudas será la elegida para representar a la Argentina en los Oscars correspondientes al 2017, y ya logró grandes respuestas en varios festivales incluyendo en el estreno mundial realizado en el Festival de Cannes, donde se llevó una ovación de pie. Lo que más se destaca es la gran producción y el nivel técnico, muy por encima de la media nacional. Ya la propuesta, una cumbre de presidentes sudamericanos en la cordillera de Los Andes, implica una demanda gigantesca de logística y producción increíblemente ambiciosa. Pero además de eso, todo lo visual (fotografía, montaje y dirección de cámara), todo el sonido (efectos, mezcla y banda sonora) no solo estan en un nivel superlativo, sino que son combinados de excelente manera por una impecable dirección por parte de Santiago Mitre, resulta resaltando cada elemento y obteniendo un producto de calidad superior incluso a las grandes producciones extranjeras. Si se tratara de un director estadounidense o europeo, la secuencia del tratamiento que se realiza en uno de los personajes en la mitad del film resultaría en una inmediata lucha por contar con sus servicios de la mitad de estudios de Hollywood. Tamaña producción termina eclipsando incluso al grandísimo elenco con el que cuenta la cinta, liderado por Ricardo Darín, en el papel del Presidente de la Nación Argentina, y completado de gran manera por Erica Rivas, Dolores Fonzi y Gerardo Romano, por nombrar solo al talento local. Darín y Fonzi logran sacarle lo mejor a sus jugosos papeles, pero aparte del dúo de padre e hija, toda la película está llena de grandes actuaciones por parte de todos y cada uno de los actores secundarios, Romano destacándose junto a una variedad de talento de toda América. Quizás la única nota baja es la de Erica Rivas, y no por su trabajo en particular, sino por el poco tiempo que le dio el film y sobre todo por lo poco que le da para desarrollar durante esos escasos minutos de pantalla. Santiago Mitre supo ser guionista de varios proyectos de Pablo Trapero (“Leonera”, “Carancho” y “Elefante Blanco”), y luego trabajó los guiones de todas y cada una de las películas que le tocó dirigir. Sin duda alguna el guion (entendiéndose como guion a la trama en hechos, a las temáticas que se manejan sumado a los personajes y a la manera en que la todo se elige juntar y transmitir) está logrado de gran manera en ésta como en prácticamente toda su filmografía. Aún así, la realidad es que el guion termina siendo el punto más débil de la producción, personajes secundarios que no logran dar todo (y no necesariamente por falta de tiempo), y principalmente el hecho de que el film se siente mucho más como el primer episodio de una serie que como una experiencia concisa y contenida. El final (sin dar ningún spoiler) se siente más que nada como un punto de partida, y aún cuando pueda ser algo para nada negativo en otros trabajos, particularmente en este termina dejando un sabor menos satisfactorio al dejar la sala que cuando uno está sentado disfrutándola. Es un film que resulta víctima de su propio, y muy efectivo, marketing. La vende de gran manera, pero termina aguando un poco la experiencia como resultado. Por suerte, no alcanza para sacarle el gusto a una gran producción que sube la bandera del cine nacional a lo más alto. Todo aspecto cinematográfico está realizado de gran manera, y el todo termina engrandeciendo lo individual.
El Otro Lado de la Esperanza: Refugiarse en una comedia finlandesa. Aún dentro de las inusuales propuestas europeas, “El Otro Lado de la Esperanza” del maestro finlandes Aki Kaurismäki nos presenta con algo de lo más peculiar que podramos ver en cines este año. Aki Kaurismäki. A algunos les sonara como un trabalenguas, a otros como un nombre falso inventado al pasar, pero para los conocedores del cine europeo se trata de uno de los nombres de excelencia más particulares del mundillo de festivales. Todos estamos familiarizados con ese tipo de películas que son “para ver en casa” o “para mirar en el cine“, pero hay otras categorías en las que encasillar trabajos como los que realiza este cineasta galardonado en Cannes y Berlin, que supo rechazar en dos ocasiones distintas nominaciones al Oscar. Con total control sobre sus proyectos, ejerciendo siempre tanto de director como de guionista e incluso llegando a por ejemplo diseñar los sets, todas sus películas tienen rasgos inconfundibles que como autor logra plasma en cada uno de sus trabajos. Tan homogénea es su filmografía que puede hablarse en general como en particular casi sin distinción alguna, es lo mismo charlar esta última cinta como todas sus anteriores a la vez. Quizás la manera más concreta de describirlo es diciendo simplemente que Aki Kaurismäki hace las comedias más dramáticas realizadas por actores que tratan de transmitir la menor emoción posible. Tal vez no sea claro hasta no ver uno de sus films, pero a pesar de todo lo dicho hasta ahora sus comedias distan muchísimo de las que estamos acostumbrados, especialmente las norteamericanas. Mucho más cinemático que cualquier comedia yankee, con fotografía y dirección de arte de un nivel que no suele ir de la mano con el género. No se preocupa por llenar las escenas de chistes, sino que estos surgen naturalmente dentro de un relato que, con toques caricaturescos, siempre apunta a las conexiones humanas. El Otro Lado de la Esperanza es una fábula sobre los cambios y los nuevos comienzos: un hombre deja a su esposa mientras otro se baja misteriosamente de un barco recién llegado. Drama y humor se entrelazan tanto como la vida de ambos protagonistas. Por un lado la fría y pálida vida que empieza un refugiado que llega de polizón a tierras finlandesas, y por el otro el volver a empezar de un viejo vendedor de camisas con el sueño de abrir un restaurante en el que hay más risas que dificultades. Un relato es inherentemente cómico mientras el otro puro dramatismo, lo que no significa que cada uno no tenga sus matices. Las dos historias en ocasiones se sienten como agua y aceite, y a pesar de un montaje que exuda la experiencia de su director, la estructura del guion no parece llevar el progreso de la película satisfactoriamente luego de un gran comienzo y antes de las resoluciones finales. Aunque disfrutable, su cine no es para todos. Pero si uno puede apreciar la simpleza y esta dispuesto a probar algo distinto, una película de Aki Kaurismäki es una grata experiencia que es fácil de recomendar.
Baby – El Aprendiz del Crimen: Música, corazón y adrenalina. Cuando le debes plata a un criminal interpretado por Kevin Spacey va a ser difícil escapar, no importa lo bien que manejes… Edgar Wright es un director inglés reconocido por su debut, la comedia de zombies Shaun of The Dead, y sus posteriores éxitos como Hot Fuzz y Scott Pilgrim vs. The World. Pero esta es la primera de sus películas que logra combinar tanto un carácter internacional como un atractivo para todos: los robos y las persecuciones de autos. Wright es un director particular, muy popular especialmente entre los mismos cineastas, por su estilo tan dinámico y energético. Sus rápidos y precisos movimientos de cámara se combinan con su incansable montaje que elevan cada una de las secuencias, no importa si de una banal conversación se trata. En varias ocasiones parece que la escena se niega a permanecerse quieta. Y si eso queda para las escenas de nuestro protagonista tranquilo en su casa, o enamorándose de una camarera, que decir de las secuencias de acción: este es un film que genera mucha adrenalina y que pide a gritos que llegues a casa con ganas de armarte una lista de reproducción para salir a correr, al gimnasio o a comerte al mundo. Pero uno de los rasgos que se suele destacar menos en el arsenal de Wright es algo que en Baby Driver logra brillar como nunca: su constante juego con la música. Scott Pilgrim ya se había acercado a ser un musical, y ahora Baby Driver alcanza a ser lo más cercano a un musical que se puede aún cuando en ningún momento canta algún personaje. Los cortes con sonidos y con la música son algo usual en toda su filmografía, pero en esta ocasión alcanzan otra dimensión: no hay disparo que no vaya al ritmo de la canción, hay movimientos de los actores y lineas de dialogo que se dicen al ritmo de la banda de sonido. Baby (si, B-a-b-y: Baby, así es el nombre del protagonista) es un joven ladrón de autos y conductor implacable para robo de bancos. De niño perdió a sus padres en un accidente de tránsito que lo dejo con un constante zumbido en los oídos que solo puede apaciguar escuchando música constantemente. Casi no hay secuencia en la que no suene lo que Baby esta escuchando en ese momento, y en las pocas sin música tenemos una probada del zumbido que lo aqueja constantemente. Baby no puede funcionar sin su música, tal y como es imposible que esta película sea separada de su increíble soundtrack. Valdría la pena que pasen por el cine solo para escucharlo un rato. Las deudas que tiene con el personaje de Kevin Spacey (un todopoderoso del crimen) lo atan obligatoriamente a esta vida, y a pesar de planear su escape un grupo particularmente violento de compañeros de trabajo y una camarera (Lily James) complicaran mucho las cosas. Jamie Foxx (Ray) y Jon Hamm (Mad Men) se aseguran de mejorar cada escena que comparten entre asaltos con sus personajes roba bancos, y con Spacey crean un trío magnífico. Si tenes ganas de infectar tu pie con una de las mejores bandas sonoras del año, mientras tu cuerpo se inclina hacia adelante metido en las secuencias de persecución y tu cabeza y ojos no saben para donde continuara la acción uno de los mejores directores jóvenes de los últimos años, ver Baby Driver sin dudas que será una de las mejores decisiones que podes tomar. Y quien sabe, aparte de todo el decorado podes encontrarte con algo de corazón en el guion y esta historia de amor joven.
Robots gigantes. Explosiones. Son claras las razones por las que uno se pone enfrente de una pantalla en la que se ve una película de “Transformers”. La palabra “acción” no sería del todo correcta, ya que las secuencias de acción propiamente dichas en esta saga son muy inferiores a la de la mayoría del género. Sí, los robots se mueven y usualmente estos movimientos causan las explosiones, pero ese intermedio nunca interesa demasiado. Lo más cercano a la acción “real” es el ritmo y la velocidad que el montaje de Michael Bay imprime (de la mano de los seis valientes editores del film) en la cinta de turno. El vértigo de la acción es una constante en la filmografía de Bay, pero en esta ocasión logra ser más satisfactorio que frustrante, ésta es probablemente una de las mejores editadas y enfocadas (en cuanto a la dirección y cinematografía) entregas de la saga hasta ahora. Como consecuencia de eso, termina siendo de las más fáciles de disfrutar. Desgraciadamente, aunque evite frustrar el disfrute de la audiencia, igual tiene que contener algo que ésta pueda masticar. Esta es ya la segunda entrega de “Transformers” después de la primera trilogía con Shia Labeouf, ahora la batuta la lleva Mark Walhberg. Nombres como John Goodman y Steve Buscemi prestan su voz a algunos autobots, pero como los cameos glorificados de John Turturro y Stanley Tucci, ninguno hace más que prestar su nombre para el poster. El gran nombre que se suma al elenco para esta quinta entrega es el de Anthony Hopkins (aprovechando su revival tras la serie “Westworld” de HBO), que funciona prácticamente como el segundo protagonista de la película. Un lord inglés que resulta el último guardián de una logia secreta que protege el secreto de los Transformers en la Tierra desde hace 1600 años. Bay aprovecha la capacidad monologuera y dramática que provee Hopkins (mucho mejor de como abusa de la narración de Optimus, el líder autobot) mientras aprovecha para contrarrestar su persona con alguna que otra escena de comedia. Optimus Prime esta en la peli. Ah, también Bumblebee. Protagonizan aproximadamente tres escenas. La de Bumblebee intenta darle algún valor a su presencia, sin éxito alguno, y el par de escenas con Optimus en el espacio que solo logran cortar con el buen ritmo que venía teniendo la historia. Sí, “historia”. Aunque lo rescatable para el público sean los robots gigantes y las explosiones, Michael Bay insiste una y otra vez en abarrotar los Transformers con otras cosas. Trama, humor, romance, personajes, nada que tenga lugar en los violentos comerciales de juguetes que conforman esta franquicia. La primera “Transformers” dura más de dos horas, y es la única que consumirá menos de dos horas y media de tu vida. Si uno busca pasar el tiempo viendo algo un poco más entretenido que no mirar nada, entonces “Tranformers 5: El Último Caballero” puede llegar a ser una buena opción. Pero sacando la falsa y muy pasajera emoción de algunas de sus secuencias, no hay nada bueno que destacarle. Puntaje: 2,5/5
Cars 3: Rayo McQueen es Rocky Balboa. No peleara con rusos, ni tendrá brazos para el caso, pero el viaje del auto rojo (con ojos) más famoso ya recuerda al del legendario papel de Sylvester Stallone. Tal vez sorprenda a algunos por ser la mas reciente “saga” de Pixar, y la más olvidable para los menos jóvenes, pero Cars tiene ya tres películas en su haber y esta tan presente y querida por quienes crecieron con ella como cualquier otra saga infantil de calidad. Si quieren sentirse superiores podemos agregarla “¡menos Toy Story, obvio!” a esa declaración, pero creo que no hace falta. Es muy fácil para toda franquicia caer en el mal uso de la nostalgia, y por suerte Cars 3 lo evita de buena manerar. El secreto para sortearlo esta en manejarla como parte de la nostalgia propia del protagonista (no la veo anotando esto Force Awakens), no jugar con la nostalgica audiencia sino trabajar con un personaje añorando tiempos pasados. En algun momento les tocó a los juguetes de Andy, y hoy le toca al Rayo McQueen: tiene que lidiar con empezar a ver el horizonte en su carrera como corredor. De eso se trata este film, de este concepto se desglosa toda la trama. McQueen comenzará una pequeña aventura para intentar darle a su carrera el final que él decida, y no el impuesto por una industria que avanza y deja al pasado detrás. Conoceremos varias caras nuevas, y sorprendetemente veremos lo justo y necesario a los personajes de las primeras dos Cars. La película comenta sobre el cambio generacional, el avance de la tecnologia y las industrias en general, pero siempre enfocandose en el viaje de su protagonista. El foco es siempre difícil, más aún en las grandes superproducciónes. Marvel (otra subsidiaria de Disney, como lo es Pixar) viene teniendo cada vez más seguido problemas con directores que no estan dispuestos a comprometer su voz personal y rendirse ante la maquina de billetes. Pixar no debe estar excento de estas cosas pero de todas maneras nos brindaron una entretenida historia, a veces graciosa y en otras emocional, que parece apuntada especialmente al público mayor. Y hablamos de “mayor” a 40 años. Es una historia muy madura, pero no porque tenga sangre ni cosas prohibitivas para menores, sino madura de verdad. El cine es un medio que combina constantemente lo artístico con lo técnico y comercial, pero es la animación quizás el género del endonde más fervientemente conviven las gigantezcas producciónes de miles de personas y dólares, con la pasion personal de artistas dedicados por meses a una tarea en común. Cars 3 se siente como el trabajo de miles de artistas que se desvivieron por llevar una visión en común a la pantalla, no una decidida para máximizar ventas o no complicar otros comerciales de juguetes… Y eso que, siendo justos, una película de Cars no podría ser más literalmente una publicidad de juguetes. Si queres disfrutar del buen entretenimiento de una gran historia que tiene algo que decir, anda a ver Cars 3. El 90% de las películas que estan en cartelera durante cualquier semana del año no tiene nada que decir, es una alegría ver una que realmente lo tenga.