Un pueblo frío y corrupto Kolia (Alexey Serebryakov) vive con su hijo y su esposa (Elena Lyadova) en un pequeño pueblo al norte de Rusia. Tiene una propiedad, que incluye su casa, su taller y un campo, por la que ha trabajado toda su vida, y que ahora se encuentra a punto de ser expropiada, ya que el corrupto alcalde del pueblo quiere ese terreno. Kolia cuenta con la ayuda de un amigo (Vladimir Vdovichenkov), un abogado de Moscú, para tratar de frenar la expropiación de forma legal; pero cada apelación, cada paso, es negado rotundamente ya que en el pueblo todo está controlado por el alcalde y sus mafiosos, por lo tanto la policía y la justicia responden a él, que por si fuera poco, también mantiene una estrecha relación con la conservadora iglesia del pueblo. Mientras su abogado consigue pruebas sobre el pasado sucio del alcalde, con las que podrían negociar y conseguir al menos un buen precio por la propiedad, Kolia se deja llevar por su temperamento, no entra en razón, y complica más las cosas, descuidando a su hijo y a su esposa, quien es cada día más infeliz. Mientras el alcalde hace lo esperable: apretar gente, utilizar sus matones, sus influencias, y manejar el pueblo a su antojo, la familia de Kolia se desmorona, quedando todos cada vez más desvalidos. Narrada con crudeza y realismo, la historia comienza como un drama social, cuyo eje es una familia víctima de la corrupción en la Rusia actual, y al retratar la idiosincrasia del pueblo tiene momentos de comedia negra, al mostrar a pueblerinos pasados de vodka, quedados en el tiempo. Para luego pegar un vuelco y a la mitad del film convertirse en un drama familiar, donde los personajes tienen un destino trágico, tal vez demasiado trágico, y el tono de la historia se vuelve no solo denso, sino también solemne. Con una hermosa fotografía y excelentes actuaciones, la historia retrata la tragedia que un hombre solo enfrenta tanto en la sociedad donde vive, como dentro de su propio hogar. Una película oscura, densa, con enormes e interminables planos que muestran la naturaleza del lugar, enormes planos llenos de hielo, que pueden ser la alegoría de la desolación en la que se encuentran sus habitantes y esa naturaleza que estará allí, más allá de todo, como el Leviathan que se encuentra bajo el mar.
Una simple ama de casa... Inés (Andrea Pietra) es una ama de casa, con una vida confortable y apacible. Casada con un arquitecto (Jorge Marrale), tiene una hija adolescente (Malena Sánchez) y vive en una hermosa casa, en un barrio precioso. Hasta que un día encuentra una nota dirigida a su marido, con un beso de rouge, firmada "tuya". Es entonces cuando la adorable señora se convierte en un fría investigadora, que luego de lavar los platos es capaz de invadir en casas ajenas, revisar cajones, perseguir sospechosas, y rastrear a su marido por toda la ciudad con tal de descubrir quién es la otra, que está poniendo en jaque su hermosa vida. Una noche en que su marido sale de la casa con una excusa poco creíble, lo sigue y presencia un crimen que hunde a la pareja en una trama de encubrimientos y mentiras, que requieren de toda su atención. Obsesionada por cubrir y conservar a su infiel marido, no se entera de la situación complicada que atraviesa su hija. Andrea Pietra hace una muy buena interpretación de una contenida señora, que será capaz de hacer cualquier cosa y sorprender al espectador con tal de conservar su vida y castigar a un marido infiel. Igualmente destacable es la labor de Jorge Marrale, quien interpreta a un señor muy seguro de decir las mentiras más increíbles sin inmutarse, y luego comer el postre con su familia. Lo que comienza como un posible drama familiar se convierte en una historia de suspenso que nos asombra con las vueltas que dan sus personajes, y diálogos y situaciones de comedia, que aportan humor, pero también nos dan la sensación que por momentos la historia no encuentra el tono, y se pierde en un limbo entre el suspenso y la parodia. Andrea Pietra sostiene una buena historia, que engancha al espectador, y que nos demuestra que el trabajo de ama de casa no es tan simple como parece.
Viajes y autoayuda Héctor (Simon Pegg) es un ordenado y prolijo psiquiatra que vive con su novia Clara (Rosamund Pike) en lo que parece una coreográfica rutina, donde todo es perfecto, impecable, y en punto. Escucha a sus pacientes con supuesta atención, de forma tan ordenada como realiza su afición de volar avioncitos. Por supuesto en un momento este hombre explota y se da cuenta de lo aburrida que es su vida, y de lo dormidos que están sus sentimientos, por lo que decide recorrer el mundo en busca del secreto de la felicidad. Héctor se embarca entonces en un viaje que abarca varios continentes, donde vive toda clase de emocionantes experiencias, que le generan reflexiones que anota en un cuadernito. Comienza por China donde un banquero millonario le muestra lo que es una vida exitosa y llena de placeres, pasa por un monasterio (indispensable en este tipo de películas) donde reflexiona junto a monjes budistas. Luego visita a un amigo en África que trabaja junto a médicos sin fronteras, para conocer las situaciones más tristes y peligrosas. En el último avión conoce a una paciente terminal de la que también aprende cosas, para finalmente llegar a Los Ángeles y encontrarse con su novia de la universidad, una psicóloga casada, con dos niños y embarazada del tercero, que lo acompañará a conocer a un profesor, eminencia en materia de felicidad. Tanto viaje, vueltas, aventuras, y cosas locas, para que este hombre recorra un viaje interior en el que descubrirá que la felicidad está dentro nuestro, y hay felicidad en todas partes si sabemos cómo vivir, para terminar con una conclusión que podríamos encontrar en los peores libros de autoayuda: tenemos la obligación de ser felices. La película está narrada de forma muy graciosa, con recursos estéticos como animaciones o dibujos que la hacen aún más entretenida y novedosa, y Simon Pegg es una actor muy efectivo para las comedias. Pero a pesar de todo esto la historia falla cuando pretende ser más que una comedia y quiere dejarnos un mensaje profundo, que en realidad no son más que reflexiones banales que podemos encontrar en un señalador, o en esos detestables y baratos libros de autoayuda, accesibles a todo público, que creen tener la fórmula del éxito y la felicidad. Un buen elenco con actores como Tony Collette, Stellan Skarsgård y Jean Reno, completan esta historia que tenía todo para ser una buena comedia inglesa, pero que lamentablemente pretendió ser algo más, y no lo logró.
Los que se han quedado sin lugar En un futuro no muy lejano, en una Canadá ficticia, una ley permite a los padres cuyos hijos tienen problemas mentales o severos trastornos de conducta, dejarlos en el hospital más cercano a cargo del estado para ya no tener que ocuparse de ellos, y así terminar con el angustioso problema. Diane es una viuda que no se hace cargo de su edad, es una mujer provocativa, extrovertida, que se las arregla sola en la vida, sin trabajos estables, y con un hijo problemático, Steve (Antoine-Olivier Pilon), que desde muy pequeño padece ADHD (un trastorno con déficit de atención con hiperactividad) lo que lo ha llevado a tener episodios violentos, internaciones y problemas legales. Madre e hijo tienen una relación simbiótica, Steve es un joven cargado de energía que puede explotar en cualquier momento; su madre es la receptora de todo ese caudal, que pueden ser desbordadas demostraciones de afecto, o desatados ataques de ira. Durante uno de los brotes de Steve, en que las cosas se tornan violentas y su madre no encuentra otra manera de lidiar con el problema que escondiéndose, aparece Kyla (Suzanne Clément) una timida vecina que ayuda a calmarlo y curarle las heridas que se provocó. A pedido de Diane, Kyla acepta cuidar a Steve durante las tardes para que ella pueda trabajar. Kyla es una introvertida profesora que sufre de un trastorno en el habla desde hace un par de años, a causa de un episodio traumático, por lo que no puede trabajar. Los tres construyen una relación, son la compañía que les hace falta. Son tres seres marginales, que arrastran su falta por el mundo, que parecen no tener lugar alguno hasta que se encuentran, y por un tiempo logran construir un microclima, un oasis con momentos de enorme felicidad, que saben que no durará mucho. Afuera de esos momentos felices, cuando Steve esta cargado de adrenalina y les contagia las ganas de vivir, los esperan los momentos difíciles, en los que no saben cuando Steve tendrá alguno de sus brotes. Diane tendrá que enfrentarse con un presente en que su única alternativa de trabajo es limpiar casas, sin poder manejar a su hijo, y Kyla tendrá que enfrentarse con un pasado que la ha dejado desarmada, y un limbo que ella llama año sabático. Xavier Dolan juega tanto con las imágenes como con la música, las escenas felices son en general en espacios abiertos, llenos de luz, donde resignifica hermosas canciones como "White Flag" o "Wonderwall", mientras que el formato cuadrado en el que está filmada la historia, se oscurece y nos asfixia aún mas al estamparnos en la cara los angustiosos e intensos momentos en que Steve despliega su violencia, en un cuerpo que parece no poder comprender lo que le pasa, y madre e hijo se ahogan encerrados uno en el otro. Las tres interpretaciones son extraordinarias, intensas, representan una situación extrema, con enorme sensibilidad, sin exageraciones. Más allá de algún que otro capricho adolescente de Dolan a la hora de filmar, esta es su obra más redonda y consistente, donde ha afianzado su estilo, su estética, dejando de lado algunas fobias, y construyendo un relato conmovedor, de extrema sensibilidad, con tres personajes complejos, intensos, reales y retratando de forma visceral, la más primaria y complicada de las relaciones: la de madre e hijo, tema recurrente en su filmografía.
Extraterrestre y entusiasta Oh es un alienígena positivo, feliz y entusiasta, tal vez demasiado entusiasta. Le pone ganas a todo, y sin embargo nadie tiene ganas de estar con él. Cuando el capitán Smek, el líder de su planeta, decide invadir la Tierra huyendo de sus peligrosos enemigos, los Borg, todos los humanos son enviados a vivir a una colonia, y los Boov ocupan su planeta y sus viviendas, haciendo de la Tierra su nuevo hogar. El atolondrado Oh comete un error y debe huir de sus compañeros que quieren capturarlo. Al huir conoce a Tip, una niña que permanece escondida de los aliens, y que fue separada de su mamá. Ambos desconfían uno del otro al encontrarse, pero deben recorrer juntos un camino, en un simpático auto que Oh ha tuneado para que pueda volar. Al conocerse, descubren cuanto tienen en común, a pesar de las diferencias, y a través de Tip, Oh conoce las costumbres humanas, y finalmente tiene una amiga, lo que siempre ha querido. La relación entre dos culturas diferentes es la base de la historia, lo distintas que pueden ser las cosas cuando se miran con otros ojos, y como al aprender de otros podemos darnos cuenta de las cosas buenas que nos estamos perdiendo. Además de la hermosa amistad entre Oh y Pit, la película tiene muchísimo humor, de ese que a veces entienden mejor los adultos que los chicos, mucha acción, y algunos de esos inevitables momentos tristes, presentes en todas las películas infantiles para que los niños aprendan a que a veces hay obstáculos que superar para llegar a un final feliz, en este caso un final demasiado predecible. Colorida, estridente, con un 3D impecable, y una estética muy accesible para los chicos, este nuevo film de Dreamworks, relata una hermosa aventura, con toques de ciencia ficción y un lindo mensaje. Nada nuevo, pero siempre efectivo.
A los tiros y con cargo de conciencia Jim Terrier (Sean Penn) integra un grupo de mercenarios que trabajan en el Congo bajo la fachada de una ONG, aunque en realidad responden a intereses de mineras internacionales que se benefician con los conflictos bélicos y revueltas civiles. Luego de cometer el crimen que le encargaron debe abandonar el país, dejando atrás a su grupo y a su novia (Jasmine Trinca). Ocho años después, Terrier se encuentra en otra zona de Africa, realizando un trabajo más honesto -construye pozos de agua- y tratando de hacer las paces con su conciencia, hasta que tres hombres intentan asesinarlo. Luego de escaparse, comienza a rastrear a los ex miembros de su grupo y a contactarlos a través de Europa para descubrir quién está tras él y por qué. No tarda en descubrir que los hechos están relacionados con el crimen que le encargaron varios años atrás. Así comienza una trama cargada de persecuciones, acción, armas sofisticadas, y por si eso fuera poco, Terrier descubre que su ex novia está casada con quien era su jefe (Javier Bardem), ahora convertido en un acaudalado empresario de seguridad, lo que le suma un triangulo amoroso a la historia. Sean Penn interpreta a un sufrido héroe de acción, dándole demasiada intensidad a su personaje para un film que más allá de su trasfondo político, es una historia pasatista, con bastante violencia, y locaciones europeas por doquier, como si estuviéramos viendo un folleto turístico. A pesar de las buenas actuaciones de Penn y Bardem, la película no se diferencia de otros filmes del mismo género, pero entretiene con una muy buena dirección que crea tanto escenas de suspenso, como de esas explosivas que muchos disfrutan, con el maldito pochoclo en mano.
Nos juntamos el finde? Un grupo de amigos se junta para pasar el fin de año en la quinta de los abuelos de uno de ellos en El Tigre. Mail va mail viene, organizan para encontrarse, tomar la lancha todos juntos, y pasarla bomba todo el fin de semana. Nico (Martín Piroyansky) Manu (Violeta Urtizberea) Nacho (Ricardo “Chino” Darín) Pilar (Inés Efrón) y Cata (Vera Spinetta) son amigos desde hace muchos años, y al llegar a la casa se encuentran con la sorpresa que Manuela ha invitado a alguien más, a Belén (Justina Bustos), una amiga de la infancia. La atractiva Belén pronto se convierte en el objeto de deseo de Nico, y también de Nacho -aunque haya llegado a la casa con su pareja, Manuela. Queda así planteada una comedia de enredos amorosos, en la que las parejas se cruzan, hay amores inesperados, y algunos secretos guardados salen a la luz. Los personajes son el reflejo de una generación que, llegados los treinta, aún viven una adolescencia tardía, en la que se permiten las dudas, las vueltas, las histerias, y seguir experimentando a ver que es lo que quieren. La historia es muy dinámica, por momentos planteada como una sitcom, con humor absurdo, buenos chistes, con buenos remates, y mucha energía adolescente. Es una comedia divertida, con personajes un tanto estereotipados: el mujeriego, el lindo, la histérica, la boluda, la rara y la que está buena. Todos se juntan en un escenario alejado, donde después de bailar, drogarse, discutir, y otras cosas, pasa todo lo que tenía que pasar.
¿Que quedará de mi? La historia comienza la noche en que Alice Howland (Julianne Moore) festeja su cumpleaños número cincuenta con su esposo y sus tres hijos, en un elegante restaurant. Alice tiene una muy buena vida, es una reconocida profesora de lingüística y tiene una hermosa familia. Pero pronto recibe un terrible diagnóstico: tiene un extraño tipo de Alzheimer hereditario, y por eso la enfermedad se le ha declarado siendo una mujer joven. Alice hace entonces todo lo posible por mantenerse en pie, sabiendo que tarde o temprano, la enfermedad va a arrasar con ella. Narrada de forma y prolija y serena, sin golpes bajos, pero sin ahorrar detalles, la película muestra la degradación de Alice, lo que comienza con pequeños olvidos, termina llevándose todo lo que hay en su memoria. El terrible proceso lo sufren tanto ella como su familia, quienes sienten tristeza e impotencia, y ven como esa mujer entera y fuerte, quien contenía a todos, termina convirtiéndose en una carga. Armada como uno de esos dramas sobre enfermedades que tanto le gustan a Hollywood, con actores taquilleros y una buena producción; la película no tiene el enfoque social que pueden tener otros filmes sobre enfermedades como "Philadelphia" o "Dallas Buyers Club", sino que se centra simplemente en el núcleo familiar, y la visión de la protagonista sobre su propia enfermedad, quien se plantea qué quedará de ella, si todo lo que ha construido desaparece, los recuerdos, la memoria, el aprendizaje, ¿qué es lo que queda cuando eso ya no esta? ¿Somos aún nosotros si ya no tenemos todo aquello que nuestra mente ha construido? "Siempre Alice" es otra película sobre el Alzheimer, prolijamente dirigida, y con un buen elenco, pero que sobresale del resto gracias a la extraordinaria actuación de Julianne Moore, quien interpreta brillantemente a esta mujer, en todas las etapas de su enfermedad, de forma detallada, minuciosa, sin sobresaltos ni escenas exageradas, sosteniendo todo el film.
Casi humanos "Autómata" es una historia de ciencia ficción ambientada apenas treinta años en el futuro. El planeta se ha vuelto un lugar desértico, sucio, casi inhabitable a causa de la radiación, lo que produjo que la población se haya reducido notablemente, y los sistemas de comunicación acaben destruidos. Pero siempre hay alguien que sabe sacar provecho de las situaciones complicadas, en este caso ha sido la corporación ROC, que creó el Pilgrim 7000, un robot creado para utilizarlo en construcciones pesadas como mano de obra, al que fueron perfeccionando hasta convertirlo en el asistente perfecto de todas las actividades humanas. Están en todas partes cuidando y ayudando a los humanos, siempre a las órdenes de ellos, sus creadores. Jacq Vaucan (Antonio Banderas) trabaja como agente de seguros de ROC, investigando casos sobre posibles defectos en los androides. Tiene un buen trabajo, una esposa y una hija en camino, pero es un hombre triste, oscuro, que aún guarda en su mente imágenes de un tiempo que cree que fue mejor. Realizando una tarea rutinaria, Vaucan comienza a descubrir cosas extrañas sobre algunos robots, y es entonces que la historia comienza a mezclar la ciencia ficción con el policial negro: agentes con gabardinas, policías de aspecto sucio, un ambiente oscuro y robots que quieren ser algo más que eso. La historia explora el tema de la inteligencia artificial con bastante poesía, más allá de datos científicos, es una reflexión sobre la humanidad, su tiempo en este mundo, y si podemos ser capaces de crear algo que nos supere. A pesar de su bajo presupuesto, esta película de producción y dirección española es técnicamente muy buena, con una excelente fotografía y hermosa música. Si bien el planteo de la historia no es original (tiene mucho de Isaac Asimov y Phillip K. Dick) aún así es interesante. Pero el guión tiene algunas fallas en los diálogos, que resultan un tanto prefabricados, y la falta de ritmo hace que por momentos aburra un poco. Pero siempre es bueno ver una historia donde la ciencia ficción no pasa por los adminículos futuristas, o los efectos especiales, sino por pensar qué hace el hombre en este mundo, y cuanto tiempo más seguirá en él.
La sexualidad y la nada Isabelle (Marine Vacth) es una hermosa chica de 17 años que luego de perder su virginidad en un romance de verano, al llegar el otoño comienza a trabajar como prostituta, contactando a potenciales clientes a través de internet, donde crea un perfil falso y trabaja bajo el seudónimo de Lea. Así concreta encuentros en hoteles con hombres mayores. Lo más perturbador de la historia es que la joven proviene de una familia con una buena posición económica, por lo tanto el motivo de su nueva actividad no pasa por una cuestión de necesidad, sino por algo mucho más complejo que el director jamás lleva a la superficie, es algo que esta ahí dentro de la protagonista, eso es lo que le gusta, lo que la atrae. La historia es inquietante, perturbadora, pero narrada con naturalidad, con una tranquilidad que por momentos exaspera, como si no fuera necesario saber porque la protagonista elige hacer lo que hace. Isabelle es una joven estudiosa, no va a fiestas, sus compañeros la consideran seria, introvertida y mientras tratamos de entenderla, François Ozon nos muestra de forma intimista todo aquello que la rodea: familias de clase media, padres ausentes, jóvenes que viven en un mundo lleno de excesos al alcance de su mano, pero que aprenden de sus padres a manejarse en una doble moral. Aun cuando las cosas salen a la luz, y su familia se entera, nunca nada parece estallar en la historia, y es la actitud tranquila, casi apática de la protagonista lo que más inquieta; no grita, no discute con su madre, pero se hace cargo de lo que provoca, y de lo que puede obtener mediante su belleza, es así como elige vivir su sexualidad. La película no da opiniones, explicaciones ni mensajes, solo observa y narra, construyendo un relato directo, seco, cargado de una enorme sensualidad que logra incomodar al espectador.