Amores dobles Nikki (Annette Bening) ha enviudado hace cinco años y aún no puede superarlo, desde la muerte repentina de su esposo su vida está en pausa, no ha podido retomar su trabajo y apenas puede salir de su casa; vive siempre en un estado de melancolía constante. Un día, en un museo que solía frecuentar con su esposo, ve a un hombre físicamente idéntico a él -Ed Harris interpreta ambos roles- y se propone conocerlo. Como el hombre en cuestión es artista plástico, lo convence de que le dicte clases particulares de pintura, y en poco tiempo comienzan una relación que les trae a ambos la felicidad, y la motivación que faltaba en sus vidas. Tom, el sujeto en cuestión, vuelve a pintar y Nikki retoma sus antiguas actividades. Pero ambos no ven la relación de la misma manera, Tom se enamora de Nikki, pero Nikki no está realmente enamorada de él, sino de su imagen, ve en él la posibilidad de continuar su interrumpido matrimonio, lo lleva a los mismos lugares que frecuentaba con su esposo, lo viste como a él. Si bien el planteo es interesante, la historia falla; la figura del doppelganger es en general tratada en un clima de misterio, de suspenso o incluso de ciencia ficción, pero aquí si bien vemos la obsesión que la protagonista desarrolla en torno a este hombre igual a su difunto esposo, la historia no funciona por ese lado. Sino que lo que mejor funciona y lo más atractivo de esta película es la forma en que muestra el romance de dos personas de más de cincuenta años. Ambos actores son excelentes, y el modo en que se relacionan en pantalla es delicioso, incluso el modo en que están planteadas sus personalidades es muy efectivo, pero el guión no logra sostener del todo, ni hacer creíble la obsesión o el morbo de la protagonista por el doble de su marido. Es una película visualmente agradable -la estética tiene un papel importante ya que los protagonistas son un pintor y una decoradora-, con dos extraordinarios protagonistas de gran trayectoria que contrarrestan con sus actuaciones un guión donde el romance y el drama funcionan muy bien, pero el suspenso y la figura del doble terminan quedando en la nada.
Mande, patrón La historia comienza en Tribunales, donde un joven abogado llamado Marcelo Digiovanni (Guillermo Pfening) acepta hacerle un favor a la secretaria de un juzgado, a cambio de que esta le adelante algunos papeles en un caso importante. El favor en cuestión se trata de defender a un joven santiagueño llamado Hermógenes Saldivar (Joaquín Furriel) quien está detenido por un asesinato, y cuyo defensor oficial ni siquiera se molestó en presentarse a la audiencia, dejando al joven completamente indefenso ante un sistema judicial burocrático, listo para comérselo vivo. Aunque al principio el abogado toma el caso por obligación, a medida que se interioriza sobre lo que ha sucedido se involucra cada vez en la historia de este joven humilde, analfabeto, que siente una enorme culpa por lo que ha hecho, y que pide para si mismo prisión perpetua. Lo que Digiovanni descubre es que Hermógenes trabajaba en una carnicería en condiciones de esclavitud, a las órdenes de un patrón abusivo y violento. Vivía con su esposa en la misma carnicería donde trabajaba, en condiciones muy precarias, sin sueldo ni horarios fijos, y su esposa además trabajaba en la casa del patrón, sin remuneración alguna. La película retrata con una enorme crudeza y realismo la relación patrón-peón, dominante y dominado. Luis Ziembrowski interpreta brillantemente a un hombre corrupto, abusivo, que maltrata a su empleado, porque sabe que se siente menos, por ser analfabeto, por ser pobre, que solo agacha la cabeza y acepta lo que venga. La historia tiene además un interesante trasfondo sobre el mundo de las carnicerías, donde se mueve el patrón, un pequeño empresario de la carne, con empleados en negro y locales que no deberían estar habilitados, pero cuyo negocio principal es comprar carne barata en mal estado y camuflarla para venderla junto con la buena. Los métodos que utilizan para "maquillar" la carne en mal estado incluyen lavandina y otros químicos; las imágenes que nos muestran logran que salgamos del cine convertidos en vegetarianos. Digiovanni debe entonces tratar de hacerle entender a un fiscal mediocre y a jueces con poco sentido de la realidad, qué llevó a un hombre tranquilo, trabajador, sin antecedentes violentos, a cometer un asesinato. La historia está basada en un caso real que el criminólogo Elías Neuman relato en su libro "El Patrón: Radiografía de un crimen". Por otro lado, esta es la primer película de Sebastián Schindel, quien tiene una larga trayectoria como documentalista, y ha construido una gran ficción, en la que se nota un gran trabajo de investigación sobre el entorno en el que se desarrolla la historia, y la situación de los protagonistas. El realismo es algo que recorre toda la historia: los códigos y la jerga entre los carniceros, las locaciones, y actores secundarios que no parecen actores. Si bien la actuación de Ziembrowski es extraordinaria, Furriel no se queda atrás, sorprende con su transformación física (prótesis dental, lentes de contacto oscuros, etc) y su interpretación de un hombre al que se lo ve sometido hasta en los gestos y la mirada. Mónica Lairana también realiza una gran labor interpretando a su esposa, y la química entre la sometida pareja funciona muy bien, no tanto la de Pfening y su esposa, cuyas actuaciones resultan un tanto acartonadas. Ante tanto realismo y crudeza, el final resulta demasiado fácil, como si hubiese sido necesario hacerlo accesible, para que la gente vaya al cine a pesar lo dramático de la historia. Sin embargo es un muy buen relato, que recorre el policial y el drama, tocando un tema actual del que poco se habla, como es el trabajo esclavo.
Cuidado con lo que buscas... Michael King (Shane Johnson) es un documentalista que no cree en dios ni en el demonio. Luego de la muerte de su esposa, decide filmar un documental sobre religiones y cultos para demostrar que nada de eso es real. Para este propósito entrevistará a chamanes, demonólogos y otros seguidores del ocultismo, para que practiquen en él hechizos e invocaciones. Así, utilizándose a sí mismo como conejillo de indias, se filma día y noche, hablándole a la cámara de forma arrogante, y burlándose de clichés y costumbres satánicas. Pero como era de esperarse, cosas extrañas comienzan a suceder. Lo que al principio podrían ser coincidencias, o casualidades, con el tiempo se convierten en signos claros de que algo pasa. Todo aquello en lo que no creía comienza a suceder, no es su inconsciente, y el agnóstico documentalista devenido en satanista practicante se ve asediado por demonios día y noche, poniendo no solo su vida en peligro sino también la de su hermana y su hija. El protagonista queda envuelto en una pesadilla que él mismo provocó y no sabe como resolver, en el medio de ese dilema el clima se vuelve no solo atemorizante sino también claustrofóbico; encerrado en su casa y frente a la cámara, deberá primero aceptar que todo lo que ha negado es posible, y luego deberá tratar de sacarse de encima a un demonio molesto. El director David Jung crea en este, su primer filme, una atmósfera interesante, intimista, que logra reflejar la mente confundida y atormentada del protagonista, sostiene la duda hasta que la verdad nos estalla en la cara, y el demonio hace de las suyas dentro de la casa, volviendo loco al protagonista. Es allí donde la película se vuelve predecible y cae en varios lugares comunes del género: sustos forzados, cámaras con interferencias extrañas, convulsiones y estallidos de sonido, sumados a algunas escenas sangrientas de esas en las que el director se regodea filmándolas en primer plano. Shane Johnson soporta dignamente todo el peso de la historia sobre sus espaldas, ya que durante casi todo la película se encuentra en primer plano o hablándole a la cámara, además de sufrir toda clase de torturas demoníaca;, y sale airoso de la situación, con una actuación más que correcta para este tipo de filmes. Estamos ante una nueva película del subgénero de terror found footage, que luego de un comienzo interesante se convierte en una más de la lista.
Derechos civiles y corrección política Corre el año 1964, y Martin Luther King (David Oyelowo) recibe el premio Nobel de la paz, sabiendo que aún le queda mucho por hacer. Si bien la segregación se ha terminado por ley, la realidad no es lo mismo que los papeles. Los afroamericanos han adquirido algunos derechos, pero en el sur de los Estados Unidos es aún muy difícil poner esos derechos en práctica. De hecho, la película comienza con una mujer a la que un empleado le hace imposible registrarse para votar en un pueblo de Alabama. Luego de recibir su premio, King se reune con Lyndon Johnson (Tom Wilkinson), quien lo recibe con extrema corrección y tratando de evitar cualquier tema escabroso, cosa que es imposible ante el planteo con el que King le expone las necesidades de su lucha. Sabiendo que el movimiento afroamericano no se dará por vencido, Johnson recurre al FBI para tratar de manejar el tema. Es así que vemos durante toda la película unos prolijos textos, que son nada menos que informes del FBI sobre la situación. Es interesante el contraste que se da entre las imágenes reales y la forma en que el FBI cataloga los hechos. Es probablemente lo más inteligente de la película, que luego cae en algunos lugares comunes y una extrema corrección política durante el resto de la historia, que lo transforman en un filme, por momentos, demasiado ilustrativo. Ya hemos visto muchas películas similares, algunos más amarillistas que otras, "Selma" tiene una gran claridad para narrar los hechos -para mostrar el contexto familiar de King, el contexto político de Johnson, y la vida cotidiana de quienes luchaban por sus derechos- pero no le encuentra una nueva vuelta ni una mirada diferente a la historia; tiene grandes actuaciones, hermosas imágenes, pero aún así a la historia le falta profundidad. Las interpretaciones son todas destacables, empezando por Tim Roth quien interpreta al mítico y racista gobernador Wallace. Cuba Gooding jr., Martin Sheen, Giovanni Ribisi, y Oprah Winfrey tiene pequeños y notables roles. Finalmente Tom Wilkinson y David Oyelowo, son una gran dupla, y ocupan el centro de esta historia. Hay que destacar que David Oyelowo hace un gran trabajo en los discursos de King, que por otro lado también han sido un trabajo complicado para los guionistas, ya que han debido recrear los discursos para la película, porque los derechos de los originales son propiedad de Dreamworks. Selma es un muy buen filme, que si bien tiene escenas bastante violentas, no hacen más que reflejar lo que sucedió en ese entonces, y eso es lo que hace relatar muy prolijamente una lucha que llevó mucho tiempo, mucho trabajo y mucho dolor.
Volando sobre Broadway Riggan Thomson (Michael Keaton) es un actor que se hizo famoso interpretando al superhéroe Birdman en varias películas de principios de los noventas, y que fueron tremendos tanques de Hollywood. Ahora, ya pasados los cincuenta, Riggan quiere ganar fama como actor serio montando una obra de Raymond Carver ("What We Talk About When We Talk About Love ") en un teatro de Broadway, la cual adaptó y también dirige y protagoniza. La analogía entre el personaje y su actor es obvia, Keaton protagonizó dos películas como Batman, en una época donde no existía el furor por los cómics que hoy explotan tanto Marvel como DC. El ambicioso proyecto de Riggan no solo se está llevando todo su dinero sino también toda su energía, ya que la obra no presenta más que contratiempos. El actor principal debe retirarse un día antes del preestreno luego de un accidente en el escenario, y para su reemplazo la producción consigue mágicamente que Mike (Edward Norton) -un prestigioso actor del under de esos con mala fama y que despotrican contra el cine y la tv-, acepte trabajar en la obra. Pero lo que parecía un milagro termina convirtiéndose en una pesadilla. Mike es un gran actor, pero también es insoportable, egocéntrico y capaz de hacer cualquier cosa arriba del escenario para lograr que su interpretación sea realista, dejando al resto de los actores al borde de un ataque de nervios. Los problemas de Riggan no hacen más que acumularse, dentro y fuera del escenario, no solo debe lidiar con la presión de la obra y la prensa, sino también con una ex esposa y una hija adolescente recién salida de rehabilitación, que lo acusa de haber sido un padre ausente. Este último ángulo es tal vez el más flojo del guión, por constituir un cliché en sí mismo que resta vuelo a un relato que procura llegar muy alto. En armoniosos planos secuencia -acompañados por una batería que regula sus beats de acuerdo a lo que le pasa al protagonista, y con inteligentes y funcionales puestas en escena que permiten jugar con el paso del tiempo-, Riggan recorre el teatro y sus alrededores, sumergido en el caos, con una voz que lo persigue, como un lado oscuro de su conciencia que le recuerda una y otra vez que esto no es para él, que no es así como ganó su fama, que lo suyo son las películas de acción, esas con superhéroes magníficos y carismáticos. Ese lado oscuro es nada menos que Birdman, el personaje que le dio fama, pero al que no puede sacárselo de encima. A través del personaje de ficción, y desde ese lado surrealista, la película construye una reflexión sobre el cine, el entretenimiento, el público y los críticos. Cargada de ironías, con bastante humor negro, riéndose de los lugares comunes, y paseando por todas las situaciones en las que puede encontrarse un actor. Birdman, es una película técnicamente impecable, cargada de poesía, donde el mundo real y el inconsciente se funden para mostrarnos un mundo tan complejo como el de la actuación y sus circunstancias, con extraordinarios diálogos, y excelentes actuaciones.
Descifrar al genio Este filme cuenta la historia de un personaje extraordinario, de esos que hay pocos, uno cada tanto en este mundo, esos que logran cosas casi imposibles, cuyas historias sirven para hacer películas que ganan Oscars. Alan Turing (Benedict Cumberbatch) fue un brillante matemático y criptógrafo inglés a quien el gobierno contrató durante la segunda guerra para que formara parte de un equipo que debía descifrar los mensajes enviados por Enigma, la máquina que utilizaban los alemanes, cuyo código parecía imposible de resolver. Alan Turing, era definitivamente un genio, ya que luego de años de arduo trabajo creó una máquina que no solo descifró los mensajes alemanes - lo que salvo miles de vidas y le ayudó a los aliados a ganar la guerra- sino que además podría ser considerada por el modo en que operaba, como la primera computadora. Pero la de Turing no es la típica historia de un héroe de guerra, jamás recibió el reconocimiento que merecía. En el año 1952, unos años después de haber colaborado con el servicio secreto inglés, y mientras trabajaba como profesor, fue acusado de indecencia, ya que ser homosexual -él lo era- en esos tiempos era ilegal. Para evadir la prisión prefirió someterse a una terapia hormonal, conocida como castración química, y dos años después se suicidó. Más allá del interesante y turbulento momento histórico en el que se desenvuelve la historia, el eje de la película es Turing, su compleja y brillante personalidad, su modo único de ver el mundo y su extraño modo de relacionarse con los demás, y la interpretación de Cumberbatch es excelente, no solo por el modo detallado en que ha construido el personaje, sino por el gran carisma que tiene, con el que logra sostener toda la historia. La película muestra a Turing como un hombre frío, con la capacidad de entender lo inentendible, pero casi incapaz de relacionarse con los demás, de formar parte de un equipo de trabajo. Una y otra vez y sin filtro alguno, no teme decir que alguien es inútil o que algo es definitivamente una porquería, o que no se siente orgulloso de trabajar para el gobierno. Era simplemente un hombre capaz de decifrar cualquier criptograma pero incapaz de entender los códigos de convivencia con los que se maneja el mundo; algo que tal vez no los consideraba útiles. A través de flashbacks conocemos más de su historia, especialmente de su vida en un estricto internado inglés donde se aburría en las clases de matemáticas, no encajaba con sus compañeros y tenía un único amigo, que luego se transforma en su primer amor. En ese momento Turing aprende a vivir escondiendo algo. Más allá del protagonista, la película tiene muchos otros puntos atractivos y "oscarizables", uno de ellos es el personaje de Joan Clarke (Keira Knightley) la única mujer del equipo, que es elegida por Turing luego de pasar un difícil examen resolviendo crucigramas. El personaje de Clarke no solo conquistara a la platea feminista, sino que es la única persona que comprende a Turing, la única relación profunda que construye en esos tiempos, algo que comienza como una relación donde hay una admiración intelectual entre ambos, pero que con el tiempo, y gracias al afecto y la comprensión de Clarke se convierte en una profunda amistad. La fotografía y la reconstrucción de época son excelentes, y hay allí otro punto interesante, no es la típica película sobre la segunda guerra, acá lo que importa no son las batallas ni los bombardeos, lo que esta historia muestra es que una importante parte de la guerra se ganó dentro de las oficinas, con la actividad de los espías, con estrategias, con una absoluta frialdad hacia quienes estaban poniendo el cuerpo en las batallas. Ahí reside la dinámica de la película, en una acción invisible, donde cada segundo cuenta, y la pasión de los personajes llevando a cabo su trabajo contrarreloj, nos mantiene atentos durante todo el film. La música es otro factor oscarizable de la historia, que conmueve casi sin que nos demos cuenta. Cuando llegan los días finales de Turing la historia no recurre a golpes bajos sobre el héroe incomprendido, o lo injusta que era la vida para los homosexuales en épocas tan poco gay friendly, sino que sigue haciendo hincapié en lo necesarios que son los hombres extraordinarios para hacer avanzar un poco este mundo, aunque nos demos cuenta muchos años después.
Nacido para sufrir Este filme está basado en la vida de Louis Zamperini, un hombre con un gran espíritu, que atravesó toda clase de sufrimientos, y que como muestra la película, por momentos parecen demasiados para una sola persona. Louis Zamperini (Jack 0´Connell) era hijo de inmigrantes italianos, a su familia no le resultó fácil adaptarse a su nueva tierra, y el pequeño Louis le daba mucho trabajo a sus padres, siempre metiéndose en problemas. Hasta que su hermano mayor, para encaminarlo, decide ingresarlo en el equipo de carreras del colegio. A partir de allí el antes revoltoso joven, conoce la disciplina y el esfuerzo, y es tan bueno corriendo que participa en las Olimpíadas de 1936. Con la llegada de la segunda guerra mundial, el entonces atleta olímpico se ve convertido en soldado, y es allí donde comienzan todos sus suplicios. Siempre de buen humor, y tratando de ver el lado positivo de las cosas, Louis se convierte en un eficiente soldado, hasta que en una complicada misión su bombardero cae al pacífico, y él junto a otros dos sobrevivientes quedan flotando a la deriva en el océano durante más de treinta días. Como si eso fuera poco, son "rescatados" por un barco japonés, y es llevado de un campo de prisioneros a otro, hasta el fin de la guerra; así fue como durante más de un año fue sometido a torturas y humillaciones varias que soportó con estoicismo y fe, y un inquebrantable espíritu. La primera escena de la película es realmente atrapante cuando vemos un bombardeo filmado desde adentro del avión, y todas las complicadas tareas que llevan a cabo sus tripulantes. Lo que al comienzo parece una interesante película de guerra, se transforma pronto y a traves de flashbacks en la historia personal de uno de los tripulantes, y como durante su vida a logrado forjar ese temple fuerte que luego lo ayudó a sobrevivir. Técnicamente la película es impecable, se puede hallar un estilo Eastwood al ver la prolijidad con la que está filmada, pero como le sucede a muchas historias visualmente grandiosas, la película carece de alma, o de un sello propio que la haga diferente a otras de su mismo género. Los paisajes, las complicadas tomas, y una extraordinaria reproducción de época, no evitan que la historia de más de dos horas de duración resulte densa, larga, y por momentos un tanto redundante, como si nos mostrara todo fotográficamente, sin tener ningún mensaje más profundo. La historia vale la pena por la belleza de sus imágenes, incluso hasta algunas imágenes llenas de crueldad son estéticamente admirables. Jack O´Connell construye una buena interpretación, al igual que el resto del elenco, sin que nadie brille demasiado y atravesando unos cuantos clichés en sus actuaciones. El texto al final de la historia nos aclara que el protagonista eligió el perdón para superar el dolor vivido esos años, y que pese a todo siguió adelante y eligió servir a Dios. A pesar de tantas escenas tortuosas y detalladamente filmadas, fue necesaria esa aclaración, porque no pudimos ver nada, más allá de las imágenes.
Decir algo, o decir algo sobre algo? El cine de Godard ha sido atravesado por varios temas, con el hombre como eje; la filosofía, la violencia, la historia, el otro. Y el 3D le ha dado en este caso la posibilidad de jugar con esos temas que ha desarrollado en toda su carrera, con imágenes potentes, planos que se superponen, que nos violentan. Escena tras escena, sin una línea, diferentes actores dicen palabras, nombran, citan a algunos autores -como Mary Shelley o Dostoyevski - y esas palabras nos remiten a algo, no explican, solo describen, proclaman. Y son las imágenes las que hacen contundentes esas palabras, las completan, les dan el sentido que les falta. Durante 70 minutos Godard reflexiona sobre el mundo, su historia, su fracaso, sus excesos, y todo lo que nos ha tenido como resultado a nosotros aquí y ahora. Por momentos nos perdemos, la mirada se cansa de colores saturados, y los oidos se aturden por esos estruendos que utilizó en exceso, pero es Godard quien esta detrás de cámara, y nos sentimos obligados a entender, y con vergüenza de admitir que tal vez, todo esto ya nos cansó un poco. Más allá de las interpretaciones que cada uno pueda hacer y de cuánto ame o defenestre a Godard, la película es una obra experimental, un collage, y no de los mejores. Pero nos atraviesa, nos motiva, y nuestro cerebro no puede parar de conectar imágenes con reflexiones y pensamientos, que deberían ir más allá de quien está detrás de la cámara. Fragmentos, música, momentos escatológicos, muchas palabras y un perro, están ahí para decirnos algo. Después de todo, existir es comprender.
El que sirve los tragos Bob Saginowski (Tom Hardy) trabaja en un bar de Brooklyn, de esos a los que llaman "Drop bar", es decir bar de entregas; se les dice así porque por esos bares corren por debajo de las mesas los sobres que contienen dinero de apuestas ilegales y otros dineros en negro, que luego son recolectados por los mafiosos del barrio. Pero Bob no es parte de eso, él atiende el bar y mira para otro lado. Su jefe y primo Marv (James Gandolfini) solía ser el dueño del lugar que ahora regentea, pero su adicción al juego hizo que el bar terminara en manos de unos mafiosos chechenos para los que ahora debe trabajar -y obedecer-, algo que detesta, pero no tiene opción. La vida de Bob es más simple, no parece cuestionarse demasiado las cosas, el bar es así, y las cosas son así. Él solo sirve los tragos. Luego de que dos ladrones asaltan el bar y se hacen con la caja las cosas se complican, la policía entra en escena, y los chechenos solo quieren recuperar su dinero. Tratando de evadir a un molesto policía que investiga el caso, los empleados del bar tratarán de recuperar la plata y devolvérselo a sus dueños sin que nada salga a la luz. Dos historias se desarrollan en paralelo, el asalto al bar y sus consecuencias, y la relación que Bob construye con un cachorrito al que encuentra abandonado en la basura que parece despertar su lado humano y protector, especialmente cuando el dueño anterior aparece para reclamarlo y el hombre en cuestión es un peligroso criminal, al que le encanta dar a conocer su prontuario y se ha adjudicado el asesinato de un joven del barrio, que la policía nunca resolvió. La tensión crece, Bob y Marv se ven cada vez más cercados, acorralados por circunstancias de las que no pueden escapar, y ante las que reaccionaran de diferentes maneras, cuando el desenlace de la historia nos sorprenda a todos. El preciso e interesante guión de esta película está escrito por Dennis Lehane, autor de "Mistic River" y "Gone, baby, gone", quien sabe cómo reflejar a la perfección esas historias escondidas en los lugares más bajos de la ciudad, donde los mafiosos ocupan un lugar importante, y cuando alguien pide justicia, difícilmente recurre a la policía. La fotografía y la música que pasa casi inadvertida, construyen un clima oscuro, turbio, y pesado que refleja a la perfección el alma y la situación de sus protagonistas, en un lugar donde la ilegalidad es cosa de todos los días, y para poder sobrevivir más importante que decir es hacer. La historia es potente, bien construida, atrapa desde el comienzo, y tiene un final tan contundente como inesperado, pero es la brillante actuación de Tom Hardy la que la convierte en un gran película.
Bienvenidos al primer mundo Luego de la sangrienta guerra civil de Sudán , que comenzó en 1983, muchos niños quedaron huérfanos y se vieron obligados a huir a pie hacia países vecinos donde pudieron refugiarse en campos. Su recorrido fue de más de mil kilómetros, y casi la mitad de ellos murieron durante el camino. A estos jóvenes se los conoció como "los niños perdidos de Sudán". Basada en estos terribles hechos, la película narra la historia de cuatro hermanos que luego de pasar trece años en un campo de refugiados, logran a través de la ayuda de varias organizaciones ingresar a los Estados Unidos. Uno de los requisitos es que, una vez allí, consigan trabajo para poder pagar los pasajes de avión con los que han llegado; para eso contarán con Carrie (Reese Witherspoon), una trabajadora social que sabe poco y nada sobre su situación, pero que pondrá toda su energía en ayudarlos, y será el nexo entre ellos y ese nuevo mundo en el que deberán vivir de ahora en más. La película comienza con imágenes de África y narra sin golpes bajos, pero sin escatimar detalles, la travesía de los hermanos hasta que logran ponerse a salvo. Las imágenes de su tierra, sus raíces y su cultura, acompañarán toda la película como flashbacks, que más allá de datos históricos, muestran los lazos que los hermanos han construido, y como vivieron su infancia. El choque cultural, como es de esperarse, es enorme; no solo porque nunca vieron un teléfono, sino porque no pueden comprender la idiosincrasia del lugar. Es inentendible para alguien que ha pasado hambre durante tanto tiempo ver que en un supermercado tiren comida a la basura todos los días, o que en un trabajo les pidan que les sonrían a los clientes, porque sí. Si bien el tema central de la historia es durísimo, la película lo suaviza bastante, basándose más que nada en la difícil adaptación de los hermanos en el primer mundo, y cómo se esfuerzan por mantener sus raíces en una sociedad tan diferente a la suya. Si bien se hacen referencias a las complicaciones burocráticas que enfrentan los refugiados, la película no hace ninguna reflexión política, ninguna crítica a la posición de los Estados Unidos en cuanto a política internacional y evita el tema del racismo, lo cual es bastante extraño teniendo en cuenta algunas (malas) costumbres del gran país del norte. Aún así, la película funciona -aunque la mayoría del tiempo es más una comedia emotiva que un drama- y en parte es gracias a la actuación de la siempre efectiva Reese Witherspoon, que construye a una mujer con un gran sentido práctico, que luchará contra viento y marea para ayudar a estos hermanos, y para que logren adaptarse a un país donde no hay que enfrentarse a leones, pero hay que aprender a mentir para lograr algunas cosas.