Pegame... y llamame Grey Aviso: no lei el libro, no puedo establecer ningún tipo de comparaciones y por lo tanto me voy a remitir a "50 sombras de Grey" estrictamente en lo que al producto cinematográfico se refiere. Para los que hemos pasado las 40 primaveras desde hace rato ya hemos visto en el cine desde "Ultimo tango en Paris" hasta "9 semanas y media" pasando por "Portero de Noche" de Liliana Cavani o "Las edades de Lulú" basada en la famosísima novela de Almudena Grandes. El ciñe español por su parte nos ha dado "Amantes" de Vicente Aranda, los primeros films de Almodóvar como "La ley del deseo" o "Matador" y recientemente Lars Von Trier tiene en "Nymphomaniac" todo un tratado de relaciones de todo tipo, vividas en carne propia por la protagonista, su nueva actriz fetiche Charlotte Gainsbourg. En un tono más virado a la comedia Maggie Gyllenhall padecía a su jefe James Spader en "La Secretaria" y mucho más oscuro era el vínculo entre Benoît Magimel e Isabelle Huppert en "La profesora de piano" de Haneke. "50 sombras de Grey" por lo tanto, no mueve un pelo, no sorprende, no se arriesga. Se para a años luz de cualquiera de esas películas, muchas de ellas sin tanto aparato comercial de por medio, pero realmente con una historia diferente que contar. "50 sombras... " ha sido diseñada, evidentemente, para un público pasada la adolescencia -pero no demasiado- que, por ejemplo, grita en el medio de la sala la primera vez que Christian Grey se saca la remera como si jamás hubiesen ido a la playa y hubiesen visto un hombre con el torso al aire, generando una especie de pequeña histeria dentro del cine, que habla ya de los predispuesta que está la platea para recibir esta adaptación del éxito editorial rotundo a nivel mundial de los libros del mismo nombre. Pero esta adaptación, muestra mucho, muchísimo menos de lo que promete. Anastasia Steele es una estudiante de literatura inglesa que al enfermarse su amiga, compañera de departamento, la reemplaza en una entrevista que debía hacerle a Christian Grey para la revista de la Universidad. Justamente Grey tiene todo a su favor: con sólo 27 años es un empresario exitoso, que ha montado su propio imperio con una marca registrada, es apuesto, ganador y poderoso... además de ser uno de los hombres más ricos del país. Obviamente la atracción se hace presente en esta entrevista y Grey, por su parte, queda impactado por la frescura, la candidez y la presencia de Anastasia. Ella parece estar completamente rendida a sus pies desde el primer momento donde se muestra dubitativa y hasta torpe, intimidada por la fuerte presencia de Grey. Luego, obviamente, con las puestas en escena que monta Grey con el objetivo de seducirla, no tardará en ser su "presa". Lo que para Anastasia comienza como un simple romance y el descubrir de su sexualidad, se va tornando complicado cuando apenas iniciada la relación, Grey le revela sus verdaderas inclinaciones a la hora de compartir la intimidad. Pero evidentemente la directora contratada para una factura netamente hollywoodense y comercial, Sam Taylor-Johnson ni se propone ni logra imprimirle ningún punto de vista personal -tampoco creo que ese fuese el objetivo dentro de este producto de marketing-, ni aporta una mirada femenina interesante sobre la situación. Cualquier director por encargo la podría haber dirigido que, de todos modos, el resultado sería similar. Taylor-Johnson se limita a la corrección que se espera de ella como para que el producto quede elaborado dentro de los cánones de lo que debe ser el rendimiento en la taquilla y a poco de empezar nos damos cuenta que "50 sombras de Grey" hace agua por los cuatro costados. Como primer punto, si se intenta abordar un tema como el del sadomasoquismo o ciertas prácticas sexuales que alimentan cierta curiosidad en el público por "lo diferente" es completamente contraproducente que se termine filmando justamente ESAS escenas con un cierto pudor de la cámara por ir más allá. Por lo tanto, no sólo la historia en sí sino la puesta visual se queda completamente en la superficie y se complementa con una buena edición que no deja ver más allá de lo que una sociedad tan pacata como la estadounidense, se permite mostrar. Como ya fue dicho con otros ejemplos, una novela de este estilo en manos de algún director europeo o que pusiera todas las cartas sobre la mesa, hubiese tenido un tinte completamente diferente a esta versión desteñida del sadismo que apunta a un público netamente juvenil. El segundo punto problemático es el casting. Jamie Dornan, conocido por su carrera televisiva en las series "Once Upon a time" y "The Fall" obviamente tiene buena presencia, pero eso en Hollywood es lo de menos. Porque hay miles de actores que tienen además de su facha, la capacidad de nutrir ese papel con la dosis de perversión necesaria que Dornan no llega a tener en ningún momento. El dibujo de Grey que construye Dornan está mucho más cerca a cualquier príncipe azul de Disney con un pizca de erotismo que el poderoso, controlador y dominante Grey que se necesita para que la historia pueda salir adelante. En ningún momento del film uno logra convencerse de que Dornan es el Grey indicado. La adaptación de la novela a la pantalla grande, según aseguran los que leyeron el libro, está completamente alivianada y este Grey termina siendo un osito de peluche, cariñoso y enamoradizo al cual el Arnaldo André de "Amo y Señor" le podría dar unas clases para que entienda de qué va la cosa. Dakota Johnson gana en los momentos en que tiene que exhibir su candidez, su mirada naïf de la situación, pero no logra que a lo largo de la película su Anastasia sufra la transformación que implicaría para su historia verse sometida a una relación de esa naturaleza. Aparece como inmadura y tampoco la ayuda ni el diseño de vestuario ni la mirada de la directora como para que ese punto de inflexión en el personaje pueda ser de crecimiento dramático, aunque así todo Johnson con su Anastasia pareciera encontrarse más cómoda en su rol que Dornan y su deslucido Grey. Sabemos que es difícil de olvidar las explosiones de Kim Basinger y Mickey Rourke que quedarán como un super clásico del erotismo, como tampoco Sharon Stone con Michael Douglas en "Bajos instintos" o James Spader con Holly Hunter en "Crash" en la famosísima escena dentro del auto, por sólo citar algunos casos y quizás uno de los más renombrados fue el revuelo que armó en plena época de nuestra dictadura, la manteca de Marlon Brando en "Ultimo Tango en París". Nada de eso ocurre con "50 sombras de Grey" donde los protagonistas no parecen estar incendiándose en pantalla ni mucho menos. Tienen una cadencia totalmente fuera de registro y a esto tampoco ayuda el tono pudoroso del punto de vista de la directora donde Grey está en plena sesión de latigazos con el jean puesto, cuando ella sale de la cama envuelta en sábanas y edredón o él tiene el prurito de atarse la toalla a la cintura. Lejos, muy lejos de encender los ratones, "50 sombras de Grey" se acerca más al cuento de hadas urbano de la chica ingenua con el multimillonario que la deslumbra, que de la trilogía erótica de E.L. James que hizo furor en las librerias y que convirtió en un gran suceso del "boca a boca" justamente por sus escenas osadas. Y para subrayar y no dejar absolutamente ninguna duda que lo único que persiguen no es ningún hecho artístico sino un mero fenómeno de taquilla, la película en si misma no tiene sentido sino se completa con su segunda parte como para enteranarnos de qué sucede después que se cierran las puertas del ascensor. Falta que pusieran "continuará" para que tuviese directamente el tufillo a miniserie de televisión, aunque un poquito más zarpada. No demasiado.
La importancia de llamarse BIRDMAN No es para nada fácil para un actor poder desprenderse definitivamente de aquel personaje que lo ha lanzado al estrellato y que lo ha marcado para toda su carrera. Se me ocurre como ejemplo, los denodados esfuerzos de Daniel Dadcliffe por despojarse definitivamente de la piel de Harry Potter, las acertadas elecciones de su comañera de elenco Emma Watson para sacarse a Hermione de encima o en otro plano, los intentos de Michael J Fox para que haya vida en la pantalla grande después de su icónico Marty McFly. Christopher Reeve seguirá por siempre en nuestro imaginario colectivo adherido al traje de Superman, Linda Carter será eternamente la Mujer Maravilla y entre otros, Don Adams es sinónimo absoluto de Superagente 86. Este es netamente el punto de partida y sólo el puntapie inicial de "BIRDMAN" (y será sólo el punto de arranque porque luego el guión aborda desde otros lugares situaciones mucho más complejas que sencillamente esto). En ésta, la nueva película del mexicano Alejandro González Iñárritu, el directo ya instalado en Hollywood logra romper con la estructura de tríptico de su éxitos anteriores como la inolvidable "Amores Perros" y las posteriores "21 Gramos" y "Babel" y por sobre todo, abandona el aroma a muerte y pesadez narrativa de la tremendamente densa "Biutiful" donde parecía regodearse en el dolor y en ese tan particular descenso a los infiernos del personaje de Javier Bardem. En "BIRDMAN" el personaje central interpretado por Michael Keaton intenta, pluma por pluma, arrancarse el traje alado del superhéroe que da nombre a la película y que ha sido el papel que lo ha marcado en su carrera. Tendrá, entonces, su particular tránsito por el "purgatorio" en cierto modo, pero la mirada de Iñárritu a sus criaturas, esta vez (y por suerte) está llena de ironía, de humor sutil y de mucho nervio para la mezcla entre el drama y la comedia. Los personajes laten, viven, se expresan, se aferran a sus deseos, alejadísimos de ese letargo que se imponía en su última producción. Y evidentemente, cuando logra alejarse de la solemnidad, Iñárritu gana en impacto, en creatividad y en el verdadero sentido de su cine. Ya entonces desde la presentación de este personaje central, y sabiendo todos los espectadores que justamente Keaton ES el Batman de Tim Burton (en ese regreso al cine del hombre murciélago acompañado por un Guasón discutible pero inolvidable de Jackson Nicholson y la presencia de la magnética Kim Basinger), arranca la historia con un gran sentido del humor y la autoreferencia. Esta autoparodia, casi una caricatura de si mismo que construye Keaton, invita desde ese primer momento al juego y al guiño cómplice del público cinéfilo -justamente cierto sector de la crítica le reprocha que tenga demasiadas referencias, nombres, chistes, menciones, que son como para un cierto grupo "gourmet" del cine-. Si sumado a todo esto, la forma que elige Riggan Thompson (tal el nombre del personaje central y casi el alter ego de Keaton) para exorcizar definitivamente su pasado es demostrar(se) que puede pisar un escenario en pleno Broadway, y plantear así un giro a su carrera, las referencias al mundo del espectáculo multiplican el juego. Así el guión puede dispararse y hablar de los egos actorales y de los egos empresariales, de la ferocidad y el poder de la crítica, del negocio del espectáculo, de lo instalado que está en el show business que se supone que un actor es más talentoso cuando puede exponerse a un texto de "calidad" vs. el entretenimiento meramente popular. Como podemos ver, Iñárritu multiplica las referencias que se abren como un juego de espejos que se miran a sí mismo y se agiganta a medida que corre el relato. Si queremos profundizar más aún, también el guión nos sumerge en referencias literarias porque Thompson/Keaton no elige cualquier texto para subirse al escenario de Broadway. Lo hace nada menos que con las potentes palabras de un texto nada simple de Raymond Carver, "De qué hablamos cuando hablamos de amor?", el que fuera resumido por la crítica en "historias de parejas que se despedazan, compañeros que parten desesperadamente a la aventura, hijos que intentan comunicarse con sus padres, un universo injusto y violento, tenso...". Asi es Carver y obviamente no está elegido aleatoriamente, sino, todo por el contrario de la forma más estudiada y premeditada posible. Y dentro de la película está la obra de teatro, que a su vez tiene dentro a sus personajes pero también a la vida privada de los actores que la representan y dentro de los actores está Thompson luchando en el vínculo con su amante, con su ex y con su hija... y con el star system. Cada uno de estos personajes está brillantemente interpretados. Sus compañeros en la obra teatral son Noami Watts y Edward Norton -ideal para disparar una lucha de egos que estalla dentro y fuera del escenario y son de las mejores químicas dentro del elenco-. Para "las mujeres de su vida" el casting también es acertado y excelente: Emma Stone es su hija y entrega una actuación con un giro diferente a sus últimos trabajos, Andrea Risenborough se pone en la piel de su amante y un delicado trabajo de Amy Ryan, como su ex, con una mirada compasiva a quien ha conocido el infierno de Thompson y sus fracturas, desde adentro. Completa este elenco absoluto de primeras estrellas, el dream team que arma Iñárritu, un Zach Galifianakis al que parece costarle todavía desprenderse de la veta de cómico y una notable aparición de Sandy Duncan como la despiadada crítica de teatro en un par de escenas donde se sacan chispas con Keaton, absolutamente impecables. Dentro de los rubros técnicos, la idea de que todo parezca un plano secuencia de inicio a fin, hace que la cámara recorra los camarines del teatro internándonos en ellos como su fuésemos a meternos en las tripas de la "bestia". Los interiores, estos camarines, la escenografía, los técnicos, los vestuaristas, los pasillos laberínticos, la boca del escenario, ver la sala desde donde nunca la hemos visto, estar por un minuto en el punto de vista con el que los actores pueden ven al público, hace que los latidos de la película se hagan cada vez más intensos y acelerados, que estemos absolutamente imbuidos del mundo en el que Iñárritu quiere sumergirnos. El actor de teatro no tiene posibilidad de mejorar en la sala de edición, se entrega sin red, directo al público, se desnuda y se expone cada noche. Y esa especie de vértigo, de presencia, del arte más vivo se siente durante toda "BIRDMAN". Como si esto fuese poco, el guión también se da el lujo de oponer tanto naturalismo con escenas que escapan totalmente a la estructura central y el tono general del relato, como una subtrama dentro de la trama: el universo de Birdman que aún anida en la mente de Thompson. Para aquellos que amamos el cine y nos gusta el teatro, "BIRDMAN" tiene una catarata de guiños, nos invita a sacar nuestra parte más "cholula" visitando el entramado y las entrañas de un teatro nada menos que en pleno Times Square y nos regala, diagonalmente, esas vistas a las marquesinas, las luces de la noche de la Avenida más importante del mundo para el teatro y nos deja inmiscuirnos, por unas dos horas, en la vida de los actores y sus personajes. Absolutamente con un elenco sin fisuras que se disfruta en cada una de las escenas, con un guión creativo y desbordante, "BIRDMAN" se ha constituido como una de las grande nominadas a la hora de los Oscar de este año. Intuición de cinéfilo, no creo que pueda alzarse con demasiado de ellos, pero sí puede ser que sea la gran sorpresa de la noche, en caso que a último momento, por esas cosas completamente azarosas del negocio hollywoodense, se alce con alguna de las estatuillas doradas... que, a este punto, es lo de menos. Ya ha quedado un película magnífica dentro de la filmografía de Iñárritu, que además nos saca los sinsabores de algunos de sus trabajos anteriores y una vez sacudida esa densidad y ese masoquismo con el que había narrado sus últimas historias, esperamos que esta mirada cínica, aguda y despiadada pero amorosa con sus personajes, vuelva a la carga en los próximos trabajos de este director que sabe como sacudir a la platea. Y en "BIRDMAN" me regaló dos horas de buen cine que disfruté plenamente.
Lobo estás? Hay ideas, que, como ideas son geniales. Reunir en un mismo relato algunos mega clásicos de los cuentos infantiles como "Jack y las habichuelas mágicas", "Rapunzel", "Caperucita Roja" y "Cenicienta" es, a simple vista un cocktail muy tentador para todos los amantes de estos íconos de Hans Christian Andersen, los Hermanos Grimm o Perrault. Y el musical de Broadway -que data de 1987- "Into the Woods" reunió a todos ellos hilvanándolos mediante un nuevo cuento que los reúne, la historia de una pareja de panaderos que se enfrenta a la imposibilidad de tener un hijo por un maleficio que pesa sobre ellos. Es entonces cuando la bruja les propone encontrar cuatro elementos (un zapato dorado -Cenicienta-, una capa roja como la sangre -Caperucita-, una vaca blanca como la nieve -Jack y las habichuelas..- y un mechón de pelo dorado como el maíz -Rapunzel-) y de hacerlo antes de que se cumplan tres noches, el hechizo quedará sin efecto. El primer problema de la transposición del musical "En el bosque" a su versión cinematográfica hecha por la compañía Disney es: a qué público está finalmente dirigido? Es imposible que cualquier niño o pre-adolescente (típico target de los productos Disney), tolere sin chistar una película de dos horas la cual está cantada en el 90% de su recorrido con las letras y la música de Stephen Sondheim, las que para los más chiquitos (además) vienen sin doblar -es decir, por más que los diálogos estén doblados, las canciones están subtituladas-. Y si bien Sondheim es un referente de la comedia musical en Broadway, sus obras tales como "En el Bosque" "Sweeney Todd" o "Company" marcaron una completa diferencia al no caracterizarse por melodías pegadizas como para salir cantando del teatro sino más bien se enmarcan en un estilo de musical en donde los personajes van dialogando y comunicándose a través de las canciones. Las canciones no son un objeto decorativo para que sea el próximo hit del top chart sino que guaran una estructura coral, de ensamble, de historias que se entrecruzan mediante fragmentos de las canciones que son interpretadas por diferentes personajes y por lo tanto, no guardan ni el menor parecido a la canción pop del momento o la que saldremos tarareando al finalizar la obra / la película. Con lo cual, si bien algunos pueden pensar que al tratarse de un grupo de cuentos infantiles, "En el Bosque" puede ser un buen producto para los chicos, es absolutamente IMPOSIBLE que un niño promedio no termine durmiéndose en la butaca o preguntando cada cinco minutos cuánto falta para que termine. Tampoco es estrictamente un musical para adultos como puede haber sido "Chicago" o "Nine", productos del mismo director Rob Marshall. La trama es demasiado básica, sin complejidad alguna y no es mucho más que alguna vuelta de tuerca sobre los cuentos mencionados, sin una relectura adulta sino con ensambles y variaciones dentro de la misma tonalidad del cuento de hadas. Sumarle a esto que las partituras de Sondheim, tal como lo dijimos anteriormente, son farragosas y extensas, sólo pareciera que "En el bosque" puede entusiasmar a sólo CIERTO público amante del musical. Y no precisamente de los musicales más dinámicos como "Amor Sin Barreras" "Sweet Charity" "Moulin Rouge" "Grease" o "Victor Victoria" en donde las canciones están acompañadas de cuadros musicales con coreografías y vestuarios visualmente atractivos. Llama la atención, de todos modos, el empecinamiento que ha tenido la industria del cine con esta transposición, dado que aparentemente hubo en la década del '90 una primera aproximación con un elenco en el que se barajaban los nombres de Robin Williams y Goldie Hawn como la pareja de panaderos y Cher como la bruja, luego más adelante Jim Henson Productions intentó reflotarlo y posteriormente Columbia retomó nuevamente el proyecto con nombres como Susan Sarandon, Billy Cristal y Meg Ryan. Pero qué tiene de bueno la mirada Disney de este proyecto? Que en ningún momento se aparta de la estructura del cuento clásico + típico musical. Nada harán para disimular que estamos en un cuento sino todo lo contrario y: en épocas de enormes posibilidades y presupuestos holgados para efectos especiales y tecnología de todo tipo, la producción de Marshall elige denodadamente que en todo momento nos demos cuenta que está filmada en diferentes decorados dentro de los estudios. Y guardar algún que otro efecto especial para las transformaciones y hechizos de la bruja, pero no mucho más que eso... La historia es creativa y original, pero Marshall no acierta ni en el tono de narrarla ni en el tempo cinematográfico. Un musical de dos horas y media en Broadway tiene un intermezzo y además en el principio del segundo acto se suele hacer un medley con un resumen de canciones del primero como para retomar la historia, con lo cual el espectador tiene como un respiro a mitad de camino. Sabiendo que esto es cinematográficamente imposible, Marshall debiese haber apostado a acortar algunas situaciones que suman canciones pero no suman demasiados elementos a la trama, de forma tal que ganara agilidad y dinamismo. Cuando todo parece concluir en un hermoso happy ending y que todos felices comieron perdices, estamos RECIEN a un poco más de la mitad de la película, porque ese happy ending falso dará comienzo a toda una segunda parte, mucho menos lograda que la primera, sobre todo porque la historia se empieza a tornar aburrida y menos consistente. El otro punto importante de "EN EL BOSQUE" está en el elenco de enorme trayectoria, un cast absolutamente soñado en el que todos pueden lucirse en su momento especial. Meryl Streep como la bruja vuelve una y otra vez a mostrar que es absolutamente todoterreno y que no hay papel que no le pueda sentar a la perfección. James Corden (el mismo que había brillado en "Mi gran oportunidad" y tuvo una participación en "Puede una canción de amor salvar tu vida?") junto a Emily Blunt son una sólida pareja con buena química en pantalla y actuaciones convincentes. La sorpresa de Chris Pine como el príncipe de Cenicienta -sobre todo en las partes cantadas- y la ductilidad de Anna Kendrick como la Cenicienta, también hacen una muy buena pareja. Suma también una breve pero hilarante aparición de Johnny Depp como el Lobo Feroz y también está desopilante Christine Baranski (que también estuvo junto a Meryl Streep en "Mamma Mia!") en una vuelta de tuerca diferente para la madrastra de Cenicienta. Es una pena que el guión, sabiendo que es un producto más apuntado para el público adulto, no se haya animado más a jugar con la ironía, con algunas líneas mas punzantes o incluso, a ridiculizar más a los personajes, ya que cuando por ejemplo los hermanos príncipes cantan "Agony" en las cataratas, tomándose completamente el pelo a si mismos, son momentos en donde "En el Bosque" baja de la solemnizada y logra entretener. Pero son solamente un par de momentos en dos horas... y con eso no alcanza.
Un montón de nada Dentro del pelotón de las seleccionadas para el Oscar 2015, hubo una evidente tendencia casi irrefrenable a volcarse por las películas basadas en hechos verídicos o biopics. Ya tuvimos el estreno de "Foxcatcher", luego "Francotirador" de Clint Eastwood, conjuntamente con "La teoría del Todo" se estrena esta misma semana "El Código Enigma" con el eje central en la vida del matemático Alan Turing y próximamente veremos "Selma" con el escenario de las marchas de libertad en 1965 luchando por los derechos civiles y la figura de Martin Luther King en estas marchas pacíficas de protesta. En el caso del estreno de esta semana, "La teoría del todo", narra la historia del físico y cosmólogo Stephen Hawking -importante teórico y divulgador científico- a partir de los años 60, época en la que cursaba sus estudios universitarios, narrará su posterior encuentro con Jane en Cambridge, quien se convertirá en su primer esposa y su historia de amor en el marco del diagnóstico de una enfermedad en la que supuestamente no le quedaban más de dos años de vida. A Hawking, con tan sólo 21 años de edad se le había diagnosticado esclerosis lateral amiotrófica, enfermedad que lo mantiene en silla de ruedas y hace que sus músculos comiencen a dejar de reaccionar hasta que el cerebro no pueda conectar con ellos. Es conocida su historia dado que ha podido llegar a dar conferencias, por ejemplo, utilizando una máquina con un sistema de sintetizador de voz, le ha permitido también escribir libros o entre otras cosas, participar por ejemplo de un álbum de Pink Floyd. Si bien gran parte de la historia se basa en los esfuerzos de la pareja protagonista para sobreponerse y abrir nuevos caminos en la medicina y en la ciencia, el guión, basado en las memorias de la propia Jane en su libro "Travelling to Infinity: My life with Stephen" tendrá una tendencia a reforzar la narración focalizando en su vida de pareja y dándole una importancia preponderante a la propia Jane en el relato. Pero "La teoría del todo", aún en las manos del director James Marsh, comparada con las restantes películas nominadas que ya han sido estrenadas, pierde por goleada. Es que en "La teoría del Todo", este multipremiado director por el documental "Man on Wire", parece elaborar casi exclusivamente una película enfocada en la temporada de premios y sigue al pie de la letra la receta que "gusta" en la Academia. Por lo tanto, se genera una película con pocos matices narrativos, nada sorprendente y que no logra encontrar un giro novedoso -ni siquiera creo que en este caso Marsh lo haya buscado- que permita apartarla de la estructura del biopic netamente televisivo. Si bien el oficio y la producción en general hacen que el film nade siempre seguro entre los andariveles de la corrección narrativa y también de la corrección estética, en ningún momento logra despegarse de un estricto relato de los hechos contados de una forma casi enciclopedista y con abundantes explicaciones. Tampoco intenta romper una estructura narrativa clásica (como sucede, por ejemplo, con algunos momentos de narración en dos planos alternados como sucede en "Francotirador" de Eastwood) y construye a los personajes de una forma esquemática y sin demasiados dobleces (a comparación del Du Pont en "Foxcatcher" de Carell que tiene una infinidad de matices y diversidad de lecturas). La banda de sonido y la forma en la que está filmada, buscan indudablemente el golpe de efecto y descansar en un terreno más cursi, subrayando lo que se quiere contar y confiando en la solidez de sus rubros técnicos que le dan un construcción estética amigable para el espectador. Es por esto que "La teoría del Todo" se debate constantemente en tratar de levantar vuelo pero no se juega lo suficiente como para alejarse del producto que pretende la Academia de Hollywood para entrar en el circuito "oscarizable". Tal es así que vemos que yendo a lo seguro, ha logrado "colarse" en varias nominaciones tanto en los premios Oscar como en el Globo de Oro, cuando fuera de la temporada de premios podría haber pasado como una película más sin demasiadas estridencias. El punto fuerte de "La Teoría del Todo" es la elección de Eddie Redmayne a quien vimos en "El buen pastor" "Elizabeth: la edad de oro" y que tuvo participaciones coprotagónicas destacadas en "Mi semana con Marilyn" y "Los Miserables". Para su caracterización de Stephen Hawking, Redmayne asume un papel riesgoso por la posibilidad que tenía de caer en el grotesco o en la caricatura, mientras que logra la difícil tarea de mantenerlo creíble y contenido dentro de los límites que permitan brilla en este rol, sin exageraciones. Como plus, el parecido físico que guarda Redmayne con Hawking es realmente admirable. Y Redmayne lo logra con creces, en un papel de esos que bien aprovechados, lo elevan de categoría casi automáticamente. Y no solamente va transformándose a medida que avanza el deterioro físico que retrata la historia sino que también impresiona cuando muestra los rastros de lucidez mental que siguen habitando el personaje. Hubiese sido mucho más fructífero que Redmayne pudiese contar con un guión más sólido pero aún con un estilo diferente a los que son sus competidores para el Oscar en el rubro mejor actor, apuesta a la construcción de un Hawking humano, sensible y medido pero que a su vez no guarda la complejidad del DuPont de Carell en "Foxcatcher", la oscuridad de Michael Keaton en "Birdman" ni la densidad de la historia que llevan en sus espaldas Bradley Cooper en "Francotirador". Sabemos que la Academia adora los personajes que sufren enfermedades, más aún dentro del marco de una biografía y más aún si las historias contienen el condimento de superación personal que obviamente Hawking tiene y con creces. Con lo cual, a pesar de ser uno de los personajes de comprensión más lineal, es sin duda el trabajo de Redmayne el que se alzará con el Oscar dentro de unas semanas. A su lado, Felicity Jones como Jane aporta su corrección y su belleza y no mucho más que eso, con un trabajo que parece haber sido sobrevalorado por los críticos en esta temporada de premios (dejando afuera de las nominaciones por ejemplo a un trabajo interesantísimo de Jennifer Aniston en "Cake"). Jones se maneja dentro del tono general que tiene el film que termina interesando por la figura del científico pero que no logra en ningún momento conmover ni involucrar al espectador en la historia -y aunque las comparaciones son odiosas, uno termina haciéndolas y hay múltiples puntos de contacto con "Una mente Brillante" que estaba narrada con otra tensión y otro vértigo completamente diferentes-.
No somos santos La película abre con Bill Murray, acodado en la barra de un bar, quien sabe si tendrá una copas de más inclusive, contando un chiste pequeño pero muy gracioso. Ya desde este chiste, previo a la apertura de "St. Vincent" no quedarán dudas de que la película estará recorrida por un humor sarcástico, ácido y políticamente incorrecto. Murray será el Vincent del título, un veterano de Vietnam que parece tener en sus espaldas las "siete plagas de Egipto": bebedor, desordenado, amante de las prostitutas, quebrado económicamente, afecto a las apuestas en el hipódromo... Algo más? Si: mal hablado, gruñón, intolerante, peleador, antisocial, algo depresivo.... Acertaron: Bill Murray puede manejar este papel a la perfección y nutrirlo del plus de que a pesar de que su personaje tenga tantos puntos desagradables, uno pueda como espectador simpatizar con él y darle una mirada complaciente y generosa, más aún a medida que vaya avanzando la película. La vida cotidiana de Vincent se ve modificada cuando Maggie (Melissa Mc Carthy más conocida por comedias más "pasatistas" como "Ladrona de Identidades" "Chicas Armadas y peligrosas" o su actuación en las series "Gilmore Girls" o "Mike and Molly"), una madre separada con un hijo Oliver de 12 años, sea su nueva vecina... con una mudanza que ya causa conflictos desde un primer momento. Maggie trabaja muchas horas como técnica en un sanatorio y necesitará alguien que cuide de su hijo. Algo que comienza como un "favor" por única vez, termina siendo el trabajo de niñero de Vincent y su forma de poder juntar algunos dólares para ir sobreviviendo a su completa bancarrota. La receta de la base de la comedia de polos opuestos que se atraen ya está servida. Y si bien el guión basado en "niño que termina tiernizando a anciano gruñón" ya es conocido y ha sido presentado en distintas oportunidades con algunas modificaciones, en "St Vincent" vuelve a ser efectivo e interesante. Primeramente gracias al magnetismo de Bill Murray en el papel que le valió una nominación al Globo de Oro como Mejor Actor de Comedia pero también porque se encuentra rodeado de un elenco que el director debutante, Theodore Melfi, conduce con un ritmo acertado y sin ningún tipo de fisuras. Melissa Mc Carthy como la vecina, demuestra que se luce mucho mejor en un papel más anclado en una comedia "agridulce" que en sus desbordes en comedias un tanto escatológicas y de trazos más gruesos y de cierta rudeza, en las que fundamentalmente basó su carrera. Y junto a ellos, Naomi Watts construye un personaje muy tierno como la prostituta rusa (y embarazada!) que tiene un vínculo con Vincent y Chris O'Dowd es el sacerdote que recibirá a Oliver en su nuevo colegio y justamente, una de las tareas que asigne en la clase de religión tendrá que ver con el desarrollo de la última parte del filme. Pero además, "St Vincent" tiene el plus de un exacto trabajo de casting, encontrando en Justin Lieberher, el muchacho exacto para darle vida a Oliver. La química que establece con Murray desde la primer escena que tienen juntos es completamente creíble, y gran parte del peso de la trama queda sobre sus espaldas con una actuación completamente fresca y espontánea. Él será su fiel acompañante a todas las "paradas habituales" de Vincent: las carreras de caballos, el club de striptease y su bar habitual, haciendo que justamente en ese paso de la niñez a la pre-adolescencia, Vincent sea una pieza fundamental. El podrá ver situaciones más allá de lo que se pinta como un personaje resentido, hiriente y hasta cruel. Él podrá ir descubriendo al verdadero Vincent. Aún cuando se le pueda reprochar al guión un final un poco discursivo y cliché (muy), cuando hemos llegado a ese punto, los personajes de Melfi ya nos han cautivado y logramos emocionarnos con un final que en cualquier otra película o con otros actores hubiese pecado de más empalagoso y cursi. Vale la pena ver brillar a Bill Murray en un personaje completamente a su medida en una comedia bien armada, con nobles intenciones y con buenos resultados.
Rápido y furioso Si bien el filme debut de Damien Chazelle entró en la carrera por los Oscar, mucho antes que esto ya había deslumbrado en el Festival de Sundance, históricamente, un festival que destaca lo mejor del cine independiente y suele descubrir estas pequeñas grandes películas. Tal es el caso de "WHIPLASH: Música y Obsesión" una historia simple, narrada con mucha pasión y nervio. Andrew (Miles Teller) con sus flamantes 19 años, es estudiante del primer año en una de las escuelas más prestigiosas y llega a ser elegido por el antipático director Fletcher (J.K.Simmons) para formar parte de la banda y representar a la escuela en las competencias y festivales. El hilo conductor es la pasión por la música, la entrega del músico frente a su instrumento, la obsesión y el fanatismo para lograr la perfección y la exigencia que tiene cualquier entrenamiento para llegar a un objetivo dentro del terreno de la música o bien del arte en general. Y todo esto está regado por una banda de sonido del mejor jazz que acompañará los distintos momentos del film. Personalmente no soy un apasionado de la música, ni me sedujo la propuesta de "WHIPLASH" desde ese lugar.Pero todos tenemos dentro alguna pasión (por el deporte, por el cine, por la música, por la escritura, por la danza, por el teatro...) y todas tienen en común la exigencia y la entrega que es necesaria para darle curso a ese sentimiento incontrolable que arremete desde lo más interno. Y desde ese lugar, justamente, es desde el que creo que "WHIPLASH - Música y Obsesión" tiene la capacidad para poder cautivar a cualquier espectador y obviamente, que todos aquellos que sean fanáticos del jazz, del mundo de la música en general o que de algún modo compartan el universo de los bateristas, la van a poder disfrutar doblemente. Si bien el tema central del filme que es el contrapunto del estudiante que quiere ascender versus el profesor exigente es algo que ya sido visitado desde algún otro lugar en "FAMA" de Alan Parker, "MADAME SOUSATSKA" de John Schlesinger con Shirley Mac Laine o en un tono de comedia con "ESCUELA DE ROCK" la perlita de Linklater, algo hay en "WHIPLASH" que hace que la historia vuelva a funcionar. Igual o incluso mejor que en lo que uno ya haya visto. El gran mérito lo lleva el contrapunto protagónico que forman el jóven Andrew y el intolerante Fletcher. Miles Teller es Andrew. Lo hemos visto en su debut en "Rabbit Hole - El laberinto" junto a Nicole Kidman y Aaron Eckhart en un papel secundario en donde ya brillaba con un estilo particular. En "The Spectacular Now" y "Las novias de mis amigos" ya ha llegado a roles protagónicos y ahora se consolida con este enorme papel al que le saca el jugo y nos entrega un Andrew que no podría ser imaginado -una vez que vimos a Teller- para otro actor que no fuese él. A su lado, J.K. Simmons, crece, se agiganta, se hace enorme porque encuentra justamente en Teller el contrapunto ideal para desplegar un personaje lleno de ironía, políticamente incorrecto, resentido, severo y despiadado al extremo. Con una lluvia de premios por este papel y finalmente una nominación al Oscar como Mejor Actor de Reparto, J.K.Simmons comienza a consolidar una trayectoria en el cine después de ser un reconocido actor dentro del mundo del series de televisión y tal como pasa con su compañero de elenco, una vez terminada la película no hay otro actor que uno pueda imaginar en ese papel. Simmons va desde la violencia verbal al gesto más sutil, de la tormenta a la calma y recorre una diversidad de registros y sobre todo en el tramo final del filme, aparece con una nueva versión de si mismo que le permite manejar otro tono y seguir luciéndose. El guión sólo los deja correr, librados a la propia pasión y a sus impulsos. Hay algo del violento Fletcher en el jóven Andrew, tambien rebelde sin/con causa y que no le teme a enfrentar a ese ogro con piel de profesor basta de llegar a su objetivo. No abunda en explicaciones ni en trazos gruesos, sólo hay que permitir que el ritmo de los drumsticks de Andrew se batan a toda velocidad y dejarnos llevar por el ritmo que nos propone "WHIPLASH" que alterna esos momentos de muy buena música con otros donde la tensión entre los personajes nos corta la respiración. Terence Fletcher: ¿Por qué supones que te arroje con una silla, Neyman? Andrew: No... no sé. Terence Fletcher: Seguro que sabes Andrew: ¿El tempo? Terence Fletcher: ¿Te estabas acelerando o estabas lento? Andrew: No... no sé Terence Fletcher: Empieza a contar Andrew: Cinco, seis. Terence Fletcher: (abofeteándolo) En 4, maldición! mírame! Andrew: un dos tres cuatro, un dos tres cuatro, un dos tres cuatro Terence Fletcher: Ahora, ¿me estaba apurando o estaba lento? Andrew: No sé. Terence Fletcher: Cuenta otra vez Andrew: Un dos tres cuatro, un dos tres cuatro, un dos tres cuatro Terence Fletcher: ¿Acelerado o lento? Andrew: Acelerado Terence Fletcher: Ah, entonces sabes la diferencia. Si deliberadamente arruinas mi banda te mataré como a un cerdo. Ahora, ¿eres un acelerado o un lento? ¡¿O VAS A TOCAR A MI MALDITO TEMPO?! Además, "WHIPLASH" cuenta con un trabajo de edición impecable para lograr esos momentos de climax estremecedor y un ritmo que el debutante Damien Chazelle tiene claro desde el primer fotograma. Si me hubiesen dicho que una película sobre un jóven baterista y su exigente maestro me iba a tener aferrado hora y cuarenta a la pantalla, realmente hubiese dudado. Entre otros grandes méritos, "WHIPLASH" tiene ese. El de tomarte por completo en la primer escena y no soltarte, de acompañar a estos dos actores que dejan el alma en cada tramo, hasta llegar una escena final precisa, de una síntesis impecable y que logra decirlo todo al ritmo de la música, ahí donde ya sobran las palabras.
Titanes en el ring Con "FOXCATCHER", la tercer película de Bennett Miller, el director se consolida como una especie de fanático/experto en filmar biopics. Ya lo había hecho brillantemente con su debut en "CAPOTE" con la presencia magnética e irreemplazable de Phillip Seymour Hoffman en un papel consagratorio que le valió el Oscar y su consolidación internacional. Luego fue el turno de Brad Pitt, Jonah Hill y Chris Pratt en "MONEYBALL - Rompiendo las reglas" basada en la historia del gerente general del equipo de Atléticos de Oakland ... y ahora se interna nuevamente en el mundo del deporte con éste, su último film, que ha obtenido nominaciones al Oscar para su protagonista (Steve Carell) y como actor secundario para Mark Ruffalo. También Miller ha obtenido la nominación al Oscar en el rubro Mejor Director y viene de ganar la Palma de Oro en Cannes, una de las distinciones más anheladas para cualquier director. Porque se vuelve cinematográficamente valiosa la mirada de Miller sobre esta historia real que profundiza en el vínculo entre el luchador olímpico Mark Schultz (un gran papel protagónico para Channing Tatum) y el mecenazgo de un excéntrico y reconocido millonario John Du Pont (Carell)? La historia en dos lineas es la siguiente: cuando Mark logra conseguir un respaldo económico para perfeccionarse y formar parte del equipo olímpico de EEUU en Seúl, comienza a entretejerse una trama particular con su hermano, también deportista y entrenador, Dave Schultz (Ruffalo). Aparece, de la misma forma, una especie de triángulo patológico entre ellos y Du Pont, un millonario dotado para descubrir y proyectar a jóvenes talentos, pero completamente desequilibrado psicológicamente. El momento en el que se está narrando esta historia real es justamente aquel en el cual convergen varios disparadores que harán que todo desencadene en una tragedia. Y a lo largo de todo este trayecto narrativo, Miller elige arriesgarse a contar la cosas muy lejos de un típico biopic hollywoodense. Acierta en un tono intimista, plagado de detalles -sutiles pero claves- a la hora de ir atravesando las pulsiones que habitan en cada uno de los personajes. Imprime una atmósfera de intriga y negrura, que es exacta para dejar tendidas ciertas pistas, ciertos señuelos y librando al espectador para la propia construcción de este rompecabezas. Tampoco les da a los personajes una mirada unidimensional sino que se interna en otra, mucho más profunda y compleja. Al no entregar la totalidad de las herramientas ni de plantear ningún tipo de subrayados, cada uno como espectador, puede ir abordando la historia en diferentes "capas". Miller, a su vez se valió de tres intérpretes notables. Channing Tatum, aparece por primera vez con una interpretación dramática donde se lo nota contenido y cómodo en el papel. Mark Ruffalo como su hermano, entrega otra actuación sobresaliente, dando cuenta una vez más de su versatilidad y de su talento para comprometerse en proyectos de corte más independiente mezclados con sus participaciones dentro de los "tanques" del cine americano (desde "Hulk" "Ironman" a "The Avengers", la comedia romántica como "Puede una canción de amor salvar tu vida?" o tocar el drama con "Mi Familia" "Adulterio" o el multipremiado film para televisión "The Normal Heart"). Pero sin duda, todos los lauros y la gran atención del filme va para la actuación de Steve Carell, un actor que nos tiene acostumbrados a sus actuaciones dentro del terreno de la comedia y que aquí se muestra sorprendentemente exacto (el parecido físico con Du Pont es completamente asombroso) y tanto las miradas, como los gestos y los detalles con los que va construyendo su personaje, completan a la perfección el retrato de un millonario excéntrico, con carencias afectivas, presiones familiares, celos y ambiciones desmedidas. Indudablemente, la mejor actuación por lejos en la carrera de Carell. El objetivo de Miller ha sido cumplido: esa dualidad con la que presenta a los personajes en donde toda lectura es posible, ha levantado polvareda en las redes sociales en donde el propio Schultz dijo que el director modificó sin su consentimiento el enfoque de la historia, convirtiéndola en una historia falsa llena de ficción y morbo, totalmente negativa y humillante para su familia. Channing Tatum, por su parte, confesó a los medios que la esposa del luchador Mark Schultz visitó a los actores durante los días de rodaje limitándose solamente a decir que aquello era insensible y triste. Pese a todo esto "FOXCATCHER" sigue cosechando triunfos en la actual temporada de premios, consiguiendo entre otros los Premios Gotham, el International Cinephile Society Awards, Premios Independent Spirit y Premios Satellite. Un biopic diferente, sin ningún tipo de encasillamiento, con brillantes actuaciones y una narración inquietante, "FOXCATCHER" se convierte en una de las películas más interesantes del pelotón de las nominadas para el OScar de eta temporada.
Los sonidos del silencio Por esos azares de la distribución hay películas interesantes y con propuestas diferentes que jamás llegan a la cartelera porteña. Pero ese mismo azar hace que "LA FAMILIA BÉLIER" haya sido estrenada, aunque sin demasiado aparato de marketing y publicidad. Justamente es posible que ante la falta de difusión, corra el riesgo de quedar perdida dentro de las propuestas cinematográficas de este verano en Buenos Aires. Es por eso, que modestamente, vale la pena reinvindicarla, buscar el horario en que algunos cines la siguen proyectando y dejarse llevar por una comedia tierna, simple, que apela a lo más profundo de cada uno, sin ningún tipo de pretensiones ni mensajes discursivos. Como el título lo indica, la historia se centra justamente en los Bélier: qué tiene de particular esta familia? Que tres de sus cuatro miembros son sordomudos. El padre, la madre y el hermano menor son guiados por Paula, la hija mayor y la única que puede vincularlos con el "mundo exterior" oficiando de traductora hasta en la situaciones más inverosímiles, que justamente el director aprovecha para pintar la historia con trazos humorísticos. Como una especie de Ingalls a la francesa, los Bélier se aman, tienen su granja en una finca en la campiña, alejados de París y viven sin mayores sobresaltos. Pero Paula está creciendo y en su colegio secundario empezará a sentir cambios importantes. Los primeros flechazos amorosos con un chico de su clase (quien, obviamente, ni la mira.... ) hará que termine inscripta en la clase de coro del colegio, sólo por seguir al objeto de su afecto y sencillamente porque él también se había anotado. Allí, en el coro, un excéntrico profesor de música (un papel deliciosamente aprovechado en una caricatura delirante por Eric Elmosnino -conocido por su caracterización de Serge Gainsbourg en una película que aun permanece inédita para el público argentino-) descubrirá en Paula un enorme talento vocal, con lo cual le propondrá e insistirá para que cante en un concurso cuyo premio es acceder a estudiar en París. Aquí comienza la disyuntiva de los padres, tironeados porque quieren dejar volar a su hija, pero que a su vez estarían perdiéndola y junto con ella, su principal vía de comunicación con su entorno. Sin abnadonar en casi ningún momento el tono de comedia, el director Eric Lartigau (de quien en nuestro país solo conocimos la comedia "Mi novia Emma / Prête-moi ta main") apela a los sentimientos más nobles, a las anécdotas más sencillas y a los pasos de comedia más simples, para cautivar al público con una historia divertida y emotiva al mismo tiempo. Si bien el guión se ordena en función al producto que se quiere lograr, bordeando siempre los caminos ya conocidos que llevan a formar esos crowd pleaser que terminan gustando a todo tipo de público y respetando esta fórmula con rigurosidad, es tan claro en su propuesta y tan honesto, que cualquier imperfección y/o "cabos sueltos" que puedan quedar en la historia, son completamente perdonados. Lo importante no es solamente la simpleza y la honestidad con la que está contada la historia sino también el grupo de actores completamente entregados al juego. Karin Viard, actriz de enorme trayectoria y una de las principales figuras del cine actual francés, de quien conocimos "Potiche/Mujeres al poder" "Cena de Amigos" "Verano del '79" de Julie Delpy o "Paris" de Cédric Kaplisch y que tuvo notables trabajos en películas que no han llegado a nuestro país como "Polisse" "Ma part du gâteau" del mismo Kaplisch, su genial papel en "Parlez-moi de vous" como entrevistadora radial o "Le rôle de sa vie" tiene a su cargo el papel como la madre de esta familia particular. Viard tiene cuerda para el drama y la comedia, para el disparate y para la introspección, para transmitir todo en una sóla mirada. Y pone todo su talento al servicio de este papel novedoso en su carrera y que le permite mostrarse con un gran histroinismo, rayando lo caricaturesco, en una simpática y delirante Gigi. La química con el padre, François Damiens, es energía pura. Se los ve a ambos disfrutando en pantalla y obviamente, eso se transmite a lo largo del filme. Damiens también saca provecho de un papel que le brinda escenas que le permiten su lucimiento, quizás en un tono menos exhultante que el de Viard, pero con pasos de comedia en el registro con el que había tenido gran suceso en "L'Arnacoeur - El rompecorazones" y con algunos ribetes tiernos como su protagónico en "La Delicadeza" adaptación del best seller de David Foenkinos a la pantalla grande. Ambos entregan actuaciones entrañables, muy sintonizadas con el tono que Lartigau le quiere imprimir a esta familia particular. Tanto Viard como Damiens se disfrutan en pantalla, pero hay que destacar muy por sobre ellos, la notable entrega de Loaune Emera en el rol de Paula. Emera -surgida justamente del reality "La Voz" en Francia- tiene todo para brillar: una hermosa sonrisa, timing para la comedia, una voz notable y mucha simpatía. Y al lado de dos "monstruos" como Viard y Damiens no solamente no desentona sino que se pone a la altura y cumple con un rol casi protagónico en el film con total soltura, posicionándose como una favorita del premio César 2015 a la revelación femenina. "LA FAMILIA BÉLIER" es una de esas rareza que aparecen cada tanto en nuestra cartelera, plena de humor, apelando a los afectos y a los sentimientos y sin dejar de ponerle el cuerpo a lineas argumentales secundarias que aparecen en la película (salir del pueblo para hacer una vida en la ciudad, el nido vacío, aceptar las etapas de crecimiento de los hijos sin intentar retenerlos, el universo adolescente y el primer amor) y que va trabajándolas naturalmente. Como cereza de la torta hay una escena hermosamente lograda de Paula y su interpretación de la canción en el concurso que pone la piel de gallina. Lartigau gana en emoción, se vuelca a lo simple, sabiendo que ahí, en esas cosas simples, en lo cotidiano, en lo familiar, encontramos un idioma universal en el que todos -aún sin saber el lenguaje de señas- podemos entendernos. No se la pierdan.
Reportero del crimen Es prácticamente increible, cuando terminamos de ver "PRIMICIA MORTAL / NIGHTCRAWLER" que estemos frente a una opera prima. La mano con la que Dan Gilroy nos conduce durante todo el film, es la mano de un director que sabe lo que quiere narrar, que no pierde ningún detalle ni deja nada librado al azar y que sabe sostener una trama que se va enriqueciendo sobre sí misma hasta llegar a un final inteligente, ingenioso y tan siniestro como el tinte de oscuridad de los personajes que se van moviendo dentro ese Los Angeles nocturno y tenebroso. Además, Gilroy por esta primer película ha conseguido consagrarse en la Asociación de Críticos de Boston, Austin, San Diego y Phoenix, en el Festival de Palm Spring y finalmente una nominación al Oscar dentro de la categoría de MEJOR GUION ORIGINAL, que obviamente es merecidísima porque ha encontrado la forma en dentro de una narración de thriller y casi de película de género se pudiese amalgamar una trama mucho más profunda, una ácida mirada sobre los medios de comunicación y en particular sobre el mundo de las noticias y poner a girar dentro de ella a seres dispuestos a sobrepasar los límites y plasmarlo sin ningún tipo de obviedades a las que el género nos puede tener acostumbrados. En inglés una de las acepciones de "crawler" es un programa automático que analiza páginas web en busca de recolectar determinado tipo de información obviamente invadiendo la privacidad ajena y en un término figurativo puede llamarse a una persona demasiado obsequiosa, a un adulador, un "arrastrado". "Nightcrawler", tal el titulo original de "PRIMICIA MORTAL" -a quien se le ocurrió semejante traducción que confunde aún más con los thrillers adocenados y vistos hasta el hartazgo?- vendría a combinar en la figura de su personaje central estas dos acepciones enmarcadas en el mundo de la noche. Este personaje central es Lou Bloom (espectacular tour de force de Jake Gyllenhall, casi irreconocible respecto de otros de sus papeles), alguien que ya desde la primer escena va siendo descripto mediante pequeños detalles como alguien con aprietos económicos, inescrupuloso, violento... dispuesto a todo. Casi de casualidad, frente a accidente automovilístico se da cuenta que vinculados con la policía están todos los "noteros" que acuden lo más rápidamente posible a este y otros incidentes para grabar la noticia fresca y ofrecerla rápidamente a los medios televisivos. Es en ese momento cuando se le ocurre que una forma de poder ganarse la vida sería como camarógrafo freelance, y se empecinará en llegar antes que nadie a los hechos policiales y por sobre todas las cosas grabar sin ningún tipo de prejuicio e impregnándolo del tinte más amarillista posible para que sea bien rentable en las cadenas de noticias. Con el marco de la noche de Los Angeles como escenario principal, el hilo conductor es el ascenso de Lou Bloom dentro de los medios (lo que puede traernos algunas reminiscencias de "Todo por un sueño" aquella película de Gus Van Sant con Nicole Kidman y Matt Dillon como protagonistas) y poco a poco nos vamos adentrando en la psicología de un personaje complejo y amoral que evidentemente está dispuesto a sobrepasar cualquier límite en pos de cumplir con su objetivo. Pero no conviene adelantar mucho más de la trama como para que cada uno como espectador pueda sorprenderse en el desarrollo de la acción. El guión está construido de forma tal que cuando uno cree en las primeras escenas que está viendo un simple thriller y cuando se deja envolver por el ritmo vertiginoso de la narración, Lou Bloom nos ha engañado: estamos frente a un mecanismo de relojería que irá avanzando en un crescendo constante y abandona ese género para dar mucho más que la mera fórmula de película de acción y suspenso. Si bien la dirección y el guión de Gilroy son absolutamente sólidos y necesarios como estructura vital de "PRIMICIA MORTAL" el resultado no sería el mismo sin la entrega de Jake Gyllenhaal para este Lou Bloom de antología. Mucho más cerca de sus trabajos más profundos y recientes como "El hombre duplicado" o "Prisioneros", Gyllenhall abandona por completo el registro simpático de "El amor y otras drogas" "The Good Girl" o el prototipo del héroe en "8 minutos antes de morir" o "El príncipe de Persia" y entrega una composición completamente diferente, elaborada al detalle y con un grado de introspección admirable. Ya desde los movimientos físicos, la postura, la mirada, su personaje inspira negrura, es perturbador, "mete miedo". Algo muy difícil de lograr con sólo un pequeño conjunto de gestos: su cara angulosa, la mirada por momentos extraviada o por momentos clavada frente al otro, los movimientos de sus manos, la sonrisa que por momentos se presenta más como una mueca, todo sirve para que Gyllenhall construya un personaje que claramente quedará como un punto de inflexión muy importante en su carrera. Es una pena que en esta temporada de premios, Gyllenhall no haya tenido la oportunidad de estar nominado al Oscar (justamente de todos modos es un año donde el rubro masculino ha entregado enormes interpretaciones) porque realmente hace un trabajo que se distingue por sobre todo lo conocido anteriormente. Como plus, es un placer volver a ver a Rene Russo después de "Los tuyos, los mios y los nuestros" del 2005, desplegando su sensualidad -intacta, una mujer con una gran fuerza en pantalla- en el rol de Nina, quien será la encargada de negociarle a Lou la compra de lo que ha filmado en la calle. La química en pantalla de Russo-Gyllenhall también suma para que "PRIMICIA MORTAL" sea esa rara avis dentro del cine de género. Son personajes opuestos / complementarios y con una atracción casi enfermiza. Se potencian, respiran la misma amoralidad y esa falta de códigos que los retroalimenta. Con todos estos elementos sobre la mesa y con un elenco secundario que sabe acompañar (donde también se destaca Riz Ahmed como el ayudante de Lou), NIGHTCRAWLER gana cuando no solamente entrega el ritmo de thriller sino que además se mete con los medios, el amarillismo y el "morbo", la primicia a cualquier precio y la falta de ética en un mundo que parece vanagloriarse justamente de eso. No solamente profundiza en estos tópicos, sino que no se olvida jamás de que fue construida como un sólido entretenimiento y las dos horas de duración se pasan volando. Un trabajo notable de Gyllenhall y un guión compacto e inteligente hacen que "PRIMICIA MORTAL" sea una de las imperdibles del año.
Houston, estamos en problemas! Hay situaciones que uno nunca imagina. O con las que jamás fanteasea. Por miedo, por desconocimiento, por no entrar en pánico, por no poder ni pensar que nos pasaría si atravesamos esa situación... Diego Recalde, de reconocida trayectoria en la radio, los medios gráficos y la televisión, adapta al cine su propia novela "Tenemos un problema, Ernesto" partiendo de una premisa tan sencilla como insólita que se basa justamente en esas fantasías que uno nunca quiere imaginar: qué pasaría si una mañana un hombre se levanta y se da cuenta que le falta su pene?. Asi, sin ninguna explicación: se levanta, va al baño y su pene, ya no está. Obviamente bizarra -en el mejor sentido de la palabra-, ya desde su planteo inicial y jugando (y traspasando?) el borde del absurdo casi en forma permanente, "Tenemos un problema, Ernesto" se inscribe dentro de las comedias que pueden emparentarse con el cine de Néstor Montalbano, el humor de Capusotto o el mítico "Todo por dos pesos". Lo más importante para poder disfrutar de la propuesta de Recalde, es dejarse llevar y prestarse al juego, porque una vez dentro de él, la comedia se puede disfrutar doblemente. Aún con algunos desniveles narrativos, lo interesante es que la película nunca pierde su eje y sigue buceando de diversas formas en su anécdota central desde diversos costados, tiñendo a todos ellos de un humor delirante al que Diego Recalde, tanto como guionista como protagonista casi absoluto del filme, logra imprimirle un ritmo que no siempre es fácil de conseguir. Sin embargo, el timing de la comedia no se pierde en ningún momento y se va potenciando con apariciones de personajes secundarios con intervenciones casi episódicas, algunos de ellos de gran trayectoria como Erica Wallner o Ernesto Claudio y otros de una etracción más televisiva o radial como Cabito, Bárbara Love o Fábregas. Habrá espectadores que puedan más rápidamente incorporarse al ritmo descabellado e irreverente de la propuesta y poder seguir y acompañar al protagonista en todo su derrotero personal por recuperar su miembro viril (al que Recalde, no se priva de llamarlo de todas las formas posibles en cada uno de los personajes secundarios) para otros quizás sea más dificil meterse en el ritmo del desenfreno, pero una vez logrado, la comedia fluye por sí sola. Asi como en "Después de Hora" de Scorsese el protagonista pierde el último subte y comienza, a partir de ese momento, una seguidilla de situaciones encadenadas, aquí Ernesto, perdiendo su pene se ve inmerso en una serie de contratiempos y anécdotas (una más delirante que la otra) para intentar recuperarlo y con él, volver todo a la "normalidad". Con guiños de todo tipo, Recalde también aprovecha ciertas situaciones para parodiar sobre los medios, los médiums, los "manochantas" y "curranderos" y plantear su mirada ácida a psicólogos, pediatras, nutricionistas y hasta un taxista típicamente "argento" sin perder al absurdo como eje central en su forma de plantear la comedia y de pintar a través de los personajes, algunas de nuestra maneras de pensar y de ver ciertas situaciones que hacen además, que sea una comedia típicamente argentina. Lo mejor que puede decirse de "Tenemos un problema, Ernesto" es que se nota que fue hecha a pulmón y con apasionamiento y que básicamente todo el elenco ha sabido prestarse al juego y sintonizar con la propuesta que por otra parte, es una bastante inusual dentro del terreno de la comedia nacional y por ende, doblemente innovadora. Con un pie en el grotesco y tocando un tema que ya desde el momento inicial es irreverente e inusual, jamás pierde el buen gusto ni entra en el trazo grueso. Juega, coquetea, insinúa pasar los límites pero sanamente llega a ese borde, sin pasar a la grosería o el mal gusto. Una propuesta fresca, divertida, diferente con momentos realmente hilarantes para pasar un buen rato.