Sol de Otoño Es dificil no caer en la tentación de una receta que tenga como ingredientes el protagónico de Michael Caine como un delicioso profesor de filosofía retirado, recientemente viudo + que se encuentra instalado en París (qué ciudad!) + que conoce en el colectivo a Pauline, una mujer mucho más jóven que él que también es docente ... pero de Cha Cha Cha! Sobre la típica base de opuestos que se atraen, dos mundos completamente diferentes confluyen en "El Ultimo Amor" una comedia de amor, pero no en el sentido más convencional, sino una película que habla de las relaciones amorosas en diferentes intensidades y en diferentes vínculos: una amistad profunda, el dolor de un amor perdido, el amor de padres a hijos, el amor en las cosas simples... Dos mundos que aparentemente son diametralmente opuestos, como los de Pauline y el Sr. Morgan (Michael Caine) se irán entrelazando como un aprendizaje para ambos, tomando cada uno del otro lo que necesita: ella parece encontrar en él una figura paterna que la atrae, la contiene, la hace sentir interesante; mientras que él parece estar tironeado entre la seducción que representa para él esa jóven tan ajena a su mundo que se detiene y lo tiene en cuenta y los recuerdos fantasmáticos que aparecen permanentemente con su esposa de toda la vida (un delicado personaje a cargo de Jane Alexander, un regreso a la pantalla que se disfruta desde la platea). Pero el eje del conflicto estará desplazado de esta relación que va creciendo en toda la primera mitad del filme. Sobre la segunda parte, el guión elige dar como un "volantazo" y el peso de la trama recae sobre la relación que tiene el Sr. Morgan con sus dos hijos (a cargo de Justin Kirk -un muy buen trabajo del protagonista de Weeds- y de Gillian Anderson -más conocida como la agente Dan Scully en X-Files) y la aparición de sus hijos dejarán planteados no solamente añejos conflictos con el padre sino también aparecerá una especie de triángulo amoroso que se irá formando entre el Sr. Morgan - su hijo - Pauline. De todos modos, el tono del film nunca deja de ser amable aún cuando los conflictos subyacentes son fuertes, pero la directora elige siempre contar la historia sin caer en el melodrama ni en el tono trágico sino más bien dejar que sus personajes se vayan dejando llevar por lo que sienten, naturalmente. La directora es Sandra Nettelbeck quien ya había demostrado su habilidad para manejar este tipo de tonalidades en la hermosa "Bella Martha" comedia alemana que luego fuera inspiradora de su remake hollywoodense en "Sin Reservas" con Catherine Zeta-Jones y Aaron Eckhart. En este caso, Nettelbeck saca provecho de un Caine completamente deslumbrante con sus 80 primaveras encima quien queda a cargo prácticamente de la totalidad de la película y que entrega, una vez más, un trabajo delicado y con matices. Su cámara, de primeros planos, de detalles y de hermosas postales parisinas, tiene la complicidad necesaria con Caine pero por sobre todo también se nutre de la belleza natural de Clémence Poésy y convierten a "El Ultimo Amor" en una de esas películas a la que uno inclusive les perdona sus tránsitos por lugares comunes porque está bien contada, no peca de pretenciosa y va directo a los sentimientos sin complicaciones. Una comedia dramática que habla sobre segundas oportunidades, sobre la posibilidad de redefinir los vínculos que parecían no tener solución (quizás éste sea su costado más simplista y donde el guión se vuelve más complaciente) y sobre la mirada de los hechos de acuerdo a diferentes cristales. Fundamentalmente en "El Ultimo Amor" pueden encontrarse muy buenas actuaciones (todo el elenco cumple perfectamente cada uno en su papel) con un protagónico absoluto de Caine que es imperdible, con tintes muy simpáticos como cuando el Sr. Morgan va a visitar a Pauline a sus clases de baile y con un plus que es siempre el marco incomparable e inigualable de la brillante París de fondo, cobijando a estos personajes. ¿Qué más se puede pedir?
Cronemberg pasea por Sunset Boulevard David Cronemberg ha sido siempre un director visionario, innovador, jugando con los límites y siempre intentando pasar mucho más allá de cualquier encasillamiento cinematográfico. Sus películas como "La Mosca" "La Zona Muerta" o "Pacto de Amor" lo fueron posicionando en el terreno del cine de autor que fue reforzando con sus innovadoras "Almuerzo Desnudo" y "Crash" pasando por una adaptación exquisita de "M. Butterfly". Después de un par de buenos films con Viggo Mortensen como protagonista como "Una historia de violencia" y "Promesas del Este" tuvo dos films particularmente fallidos como "Un método peligroso" (con una Keira Knightley exasperante) y "Cosmópolis" que no lograron estar a la altura de sus creaciones anteriores. "Polvo de Estrellas" (o su título original "Map of the Stars" que da cuenta de los tours por Hollywood visitando la casa de las estrellas) se mete de lleno con la industria cinematográfica para tratar en tono de comedia que se parodia a si misma, el mundo de las estrellas de cine, la televisión, de los productores, los representantes, las estrellas en ascenso y todo aquello que rodea al mundo de las estrellas -con un gurú new age incluido-. La historia se desarrolla con dos líneas argumentales que irán confluyendo a medida que avance la trama y que un guión retorcido digno del universo Cronemberg las vaya haciendo confluir aún con algunos guiños bastante bizarros mediante. Por un lado está Havana Seagrand (Juliane Moore -en la actuación que le hizo ganar la palma de Oro a la mejor actriz en Cannes-) una actriz al borde del ataque de nervios, exasperada, que no logra conseguir ese papel que supone la volverá a catapultar dentro de las actrices del momento. Por consejo de una amiga (Carrie Fisher haciendo de si misma en uno de los tantos guiños que propone el guión plagado de autoreferencias) contrata a Agatha Weiss como su asistente personal (Mia Wasikowska tan ecléctica como para ir dese "Alicia en el país de las Maravillas" a un clásico como "Jane Eyre"). Agatha a simple vista parece no presentar problemas pero esconde un pasado sumamente tormentoso, intenso, con toda la negrura con la que Cronemberg parece sentirse como pez en el agua. Del otro costado del relato, avanza una línea paralela con la familia del Dr. Staffor Weiss (John Cusack) una especie de Claudio Maria Dominguez hollywoodense -y con el que el guión parece establecer una crítica directa a la Cientología-. Weiss parece poder ayudar a todo el mundo menos a su propia esposa, sumida en una enorme depresión (Olivia Williams) y a su hijo Benjie (Evan Bird - una verdadera revelación en la película) que está intentando superar las típicas adicciones en las que caen las estrellas infantiles Hollywoodenses. Estas historias se irán entrecruzando a medida que el pasado de Agatha se vaya desplegando. Cronemberg sabe manejar muy bien la dosis de suspenso que tiene el relato y hace virar la historia a un terreno que mezcla la (auto?)crítica, la pintura descarnada de ese mundo que a simple vista parece tan glamoroso pero con almas tan vacías y somete a sus actores a momentos realmente bizarros y hasta bordear el gore, con un guión que propone hasta algunas escenas que pueden dar "vergüenza ajena" -sin embargo la enorme Julianne Moore se anima a todo y más!-. Con toques cómplices al mundo cinéfilo, con situaciones y nombres de famosas figuras incorporados armoniosamente en el guión en algunos diálogos bien filosos, la radiografía impiadosa que construye sobre este mundo que Cronemberg parece conocer con la misma fuerza que parece detestar, es en este terreno en donde se logran los puntos más interesantes de la historia. Y una vez planteada la historia, se elige subrayarla de una forma exagerada y llevada al extremo a cada uno de sus personajes para empujarlos al precipicio y mostrar sus peores miserias. Sus actores parecen rendirse enamorados a la propuesta y totalmente entregados al juego. Julianne Moore se entrega a toda la complejidad de su personaje, y como fue dicho anteriormente, no tiene miedo de caer en el ridículo y logra momentos realmente increíbles con su desbordado personaje. Mia Wasikowska tiene ese halo de misterio que rodea permanentemente a su personaje (y si bien tiene puntos de contacto con su personajes en "Lazos Perversos", logra darle algunos tintes diferentes) aunque le falta fuerza para definir algunos de los matices que necesitaba un personaje tan complejo como Agatha. Una grata sorpresa es Evan Bird como la figura jóven ya consumida por el sistema, con aires de divo y una enorme soledad interior y John Cusack-Olivia Williams saben encontrarle la tonalidad exacta a una pareja completamente disfuncional. Un cocktail con ironía, sexo, perversiones, histerias, digno del universo Cronemberg plagado de humor negro y amoralidad. Lo único que se le puede reprochar a "Polvo de Estrellas" es que la mirada que brinda sobre sus personajes tiene la misma superficialidad que les critica. Uno no logra creerles ese sufrimiento, no logra verlos completamente humanos, dibujándose más como una caricatura de si mismos y sin que uno como espectador, pueda conectar con sus esencias y su dolor. Una película más de actuaciones soberbias que de ideas que lleguen a buen puerto, nuevamente Cronemberg brinda un producto inclasificable, personalísimo, con momentos arriesgados, provocadores y muy a su estilo para dar una mirada impiadosa al star system.
Woody tiene magia, pero falta hechizo... Un nuevo estreno de Woody Allen, el esperado estreno de todos los años, vuelve a generar las aguas divididas entre los que amaron su nueva película, los que esperaban más de ella, los que sostienen que el director ya no está en su mejor momento, los que la adoran de todas formas, los que encuentran en su cine más simple sus mejores creaciones... dónde pararse cuando uno ha crecido como cinéfilo al ritmo del cine del gran Woody Allen? "Magia a la luz de la luna" arranca, en su escena de apertura, con un espectáculo de magia (reminiscencias de otras creaciones del director como "Scoop" o "La maldición del Escorpión de Jade", el episodio que ha filmado en "Historias de Nueva York" en donde por un fallido acto de magia, desaparece su madre) y quizás ya el ilusionismo presente desde esta primer escena, nos fije claramente el sentido de este nuevo opus de Woody, es mejor rendirse en forma ingenua al efectivo truco y no pedir demasiadas explicaciones en el "cómo lo hizo?". En esta ocasión, nos situamos en el Berlín de los años ´20 (sólo por un rato, después el guión nos hará viajar por la riviera francesa) en el espectáculo del mayor mago del momento, Stanley Crawford. Un gran amigo suyo, otro mago quizás tan talentoso como él, pero algo opacado por el ego y el brillo de Crawford, le hará un propuesta que captará su atención al instante: el desafió consiste en observar a una jovencita que se encuentra con su madre visitando a una familia millonaria. Ella dice poder hablar con los muertos, adivinar el futuro, descubrir algunos secretos del pasado, algo a lo que Crawford obviamente descree y entonces su único fin será desenmascarar a la supuesta impostora. Con una mezcla exacta de misterio y comedia romántica, Woody hace que estos personajes se conozcan y que, obviamente, todo salga diferente a lo que aparecía planteado en las primeras líneas. Ni la "falsa medium" podrá ser tan fácilmente desenmascarada sino que además sorprenderá a Crawford haciendo gala de algunos de sus tantos talentos y de esta forma, el mago se rendirá ante el hechizo. Para que el cocktail sea más nutrituvo, entre ellos surgirá una chispa mucho más allá del ámbito profesional, de la tarea inicial del gran mago... y la magia del amor flotará en el aire, confundiendo un poco todo. Lo que parece una historia dulce, sencilla y bien llevada, comienza a naufragar - a mi gusto - porque en esta ocasión, el alter ego de Woody es Colin Firth, un actor de sobrado talento y trayectoria con enormes trabajos como los más reconocidos en "El discurso del rey" y "Sólo un hombre" y que también transitó en la comedia con sus papeles en "Realmente Amor" "El diario de Bridget Jones" o "Mamma Mia!". Se que a muchos les desagrada que los actores que elige Woody sean "tan Woody" justamente. Pero sinceramente, a mi me encanta el eléctrico Owen Wilson de "Medianoche en París" y mucho más todavía el Larry David de "Que la cosa funcione..." jugando a presentar sus obsesiones, sus miedos, sus neurosis, sus manías.... Colin Firth aporta a Stanley todo el don de gentleman que funciona bien en la primera parte del film pero que comienza a "ralentizar" el relato cuando sus diálogos carecen del ritmo alla Woody y se demoran en su flemática presencia. Tampoco parece lograr la química necesaria con el personaje de Emma Stone, sin poder potenciar sus individualidades. En esos tramos, la vibración romántica no aparece con la fuerza necesaria y Allen no encuentra una nueva manera de poder contarnos una vez más el romance entre jovencita y hombre maduro (tan visitado en sus últimas creaciones como "Conocerás al hombre de tu vida" en la nombrada "Que la cosa funcione" o en algunos fragmentos de "A Roma con amor" o el recordado personaje de Michael Caine de "Hannah y sus hermanas") y esta nueva pareja allenesca no tiene demasiado para aportar. Del otro lado de la balanza, está el resto del elenco al que Woody, como siempre, le saca un brillo especial. Emma Stone tiene la dulzura y la frescura que su personaje necesita y lo aprovecha en un protagónico a su medida. Se destaca Simon Mc Burney como el mago a la sombra de Crawford, Marcia Gay Harden como la madre de la medium y Jacki Weaver como la aristócrata que quiere utilizarla para contactar a su difunto esposo. Todos engalan el elenco con esos personajes secundarios que Woody sabe construir y como plus, la flema inglesa de Eileen Atkins en un papel delicioso como la tia del gran Crawford. Hasta el Woody más irregular, más flojo es un producto digno e interesante. Y "Magia a la luz de la luna" queda como a mitad de camino, con líneas argumentales que quedan sin explotar y con toques de ironía que sólo aparecen con algunos chispazos y que profundizados, le hubieran dado más fuerza al "enfrentamiento" entre la razón, lo sobrenatural y la magia que puede estar en cada uno de nosotros. Particularmente, prefiero el Woody más serio, el de "Match Point" "Crimenes y Pecados" "Blue Jasmine" o "Maridos y Esposas" y que si da rienda suelta a la comedia, sea una comedia desenfrenada como las memorables "La última noche de Boris Grushenko" "Broadway Danny Rose" o algunos delirantes personajes de "Los secretos de Harry". O su mirada cargada de auto-ironía en "Disparos sobre Broadway" o "La mirada de los otros". "Magia a la luz de la luna" tiene todo lo que un producto Woody tiene que tener, aún así como decia Tu-Sam, otro mago: "Puede fallar". Y por momentos, falla. Esperaremos con los brazos abiertos al opus del año que viene, Woody siempre da revancha.
Parece ser que "Borrando a Papá" incomodó a algunos sectores de la sociedad. Parece ser que fue prohibida, que tiene algunos "detractores" pero eso no creo que sea lo saliente de este trabajo. Creo que lo saliente es que se pueda ver por primera vez un documental donde sean escuchadas las voces de padres que han sido separados del vínculo con sus hijos. Seguramente esto despertó cierto escozor en algunas estructuras que pretenden seguir dividiendo en bueno/malo, verdad/mentira, victima/victimario y que no pueden incluir en su mirada, otras, más amorosas y más integradoras que se imponen con sólo mirar un poquito la realidad de padres que quieren, sencillamente, ser padres. Obviamente nada es blanco sobre negro y así como existimos padres que ejercemos activamente nuestro rol, hay casos en los que la madre ha quedado completamente desprotegida ante un padre ausente y se tiene que ocupar de ser el papá y la mamá de esos hijos "abandonados" por su padre. Pero esos casos son los que habitualmente se conocen y sobre los que ya hay mucho material. Lo que me parece novedoso de "Borrando a Papá" es poder darle la contracara, la otra mirada al tema que tiene una difusión casi nula, pero existe y muchísimo más de lo que la gente cree. Nuestra justicia, lamentablemente, apoya tanto a aquellos padres que se "borran" y no hacen ni un llamado, ni brindan contención, ni se interesan del cotidiano de sus hijos, ni dan la ayuda económica que corresponde, porque para el incumplimiento de esos deberes no hay castigo alguno. Pero también apaña, y no lo admite, a algunas madres que parecen sentirse "molestas" por un padre que quiere ejercer activamente su paternidad, criar a los hijos, participar de sus actividades y pararse con la mamá de igual a igual en el ámbito de la crianza. Esas madres encuentran hoy, un sistema judicial endeble que es la enorme herramienta con la que cuentan para quebrar, con una simple denuncia a un papá y separarlo violentamente del vínculo con sus hijos. Me he tomado el trabajo de leer críticas, blogs, posturas en columnas de opinión como la de la Lic. Liliana Hendel que tilda al documental de manipulador de información cuando ella misma brinda su testimonio para marcar que "el hombre es culpable... es el hombre el que tiene que demostrar su inocencia". Este es el eje central más interesante del documental. Borrar de una vez por todas la mirada a la que lleva el automatismo de la normativa en donde hay una idea preconcebida de que la mujer es más idónea para criar a sus hijos y darles amor. Y esa misma mirada contrapone que el varón que quiera ejercer la tenencia o luchar por sus hijos no sólo deberá demostrar su propia idoneidad sino que se le impone la doble tarea de atacar a la idoneidad de la madre. Con la mirada de abogados penalistas, el director de Asistencia a la Victima del INADI, psicólogos, investigadores y otros profesionales se va formando la voz de todos aquellos padres que han sido privados de la libertad de poder establecer contacto con sus hijos naturalmente. Obviamente atentan contra esto diversos medios que sostienen que el documental recorta información, muestra sólo lo que quiere, está producido con un fin corporativo y que los testimonios están claramente sesgados. A quienes no hayan tenido que pasar por esto en forma personal y sufrir el flagelo de estar en Tribunales yendo y viniendo, viéndose inmerso en el sistema judicial argentino porque sencillamente una persona un día decide intencionalmente hacer una DENUNCIA, SIN NINGUN TIPO DE PRUEBAS, quizás crea que hay cierta tendenciosidad en el documental. Los que sabemos que a partir de ese acto y sin verificar absolutamente nada de los dichos, se dejan correr medidas cautelares que serán levantadas pero sólo con el correr de los meses que se hacen eternos, sabemos que esto es posible y esa voz debe ser escuchada. Sería hora de que podamos echar una mirada crítica a la situación y aceptar que así las cosas, el sistema ampara a aquellos casos de mujeres que utilizan a sus hijos para "saldar cuentas pendientes" con ex parejas, o que sencillamente una vez disuelta la pareja se creen las dueñas de ellos. Con que sólo alguien tome conciencia de esto, seguramente el documental ya habrá cumplido su objetivo. Como obra cinematográfica pueden objetarse algunos problemas en la fluidez de la narración, un estilo demasiado televisivo, una factura técnica que podría haberse mejorado, pero claramente no es este documental de los que tienen como premisa ganar premios en festivales sino que es un trabajo apuntado a mostrar un problema actual que necesita resolución en el más corto plazo.
Canción para corazones solitarios John Carney ha logrado hacerse un nombre dentro de la industria del cine independiente con su pequeña obra de culto "ONCE" que fue mostrada en Buenos Aires allá lejos y hace tiempo en un BAFICI en 2007 y que ha llegado incluso a Broadway en forma de comedia musical con muchísimo éxito. Sin abandonar el tono de su obra anterior -que el director bien sabe que rinde sus resultados-, ahora vuelve a abordar esa mezcla de comedia romántica sutil encuadrada dentro del mundo de la música en el estreno de esta semana "Puede una canción de amor salvar tu vida?" impresionantemente horrible traducción del original "Begin Again" que habla justamente del volver a empezar, del barajar y dar de nuevo, del frenar y volver a empezar que atraviesan los personajes principales. En este caso, la historia cruza los destinos de Greta (Keira Knightley, una eterna heroína de la comedia romántica) que está atravesando una crisis de pareja y por otro lado tenemos a Dan (Mark Ruffalo, a quien recientemente vimos protagonizando "Gracias por Compartir") que se encuentra en plena crisis profesional, sin saber como rearmar su carrera después de serias desavenencias con su socio en la discográfica. Dos almas completamente en crisis -cada uno en su terreno- que terminan "chocándose" en un pub... y a veces es cuestión de encontrarse en el peor momento pero en el mejor lugar. Invitada a escuchar a su mejor amigo, ella se resiste pero él inisite en que cante y finalmente sube al escenario y se pone a cantar algo que compuso recientemente, claramente atravesado por un tono bucólico y melancólico debido a su reciente separación. El tema es que la pelea con su novio (Adam Levine, si! el cantante de los Maroon 5, que ha tenido alguna intervención en series de televisión) no sólo la desequilibra en la pareja sino que es él con quien incluso componían y trabajaban juntos. Por otro lado Dan cree escuchar en su canción, un potencial un nuevo hit en su maltrecha carrera. Inteligentemente la historia se "rebobina" y nos explica un poco de cada una de las vidas de los protagonistas, para ponernos al día contándonos como es que cada uno llegó a este pub. Luego veremos qué será de los destinos de cada uno de ellos después de este cruce... Todo está contado en un tono ameno, simple, tranquilo, buscando de esta forma agradar con la historia a todo el mundo. Greta oscila todo el tiempo en dejar partir su viejo amor o recuperarlo y Dan por su parte intenta recomponer la relación con su hija (Hailee Steinfeld, la nominada al Oscar por el western de los hermanos Coen "True Grit/Temple de Acero"). Y mientras intenten recomponer las piezas del rompecabezas de cada una de sus vidas, se lanzan a encarar juntos un nuevo proyecto discográfico. En la elaboración y desarrollo de este proyecto, la película gana en frescura y en dinamismo con una forma narrativa ágil y liviana, buscando locaciones de lo más insólitas para grabar sus canciones y con la ciudad de Nueva York jugando de marco preciso, con cada uno de sus barrios y sus recovecos, a cada una de las canciones. El relato se completa con algunos secundarios tan interesantes como desaprovechados por un guión que no intenta más que hacerlos girar alrededor de la historia central para darle un toque de color. Por un lado está el amigo de Greta, jugado por James Corden (a quien hace muy poco lo vimos brillar en la pantalla en "Mi gran oportunidad") y por el otro, la ex mujer de Dan, está jugada por la siempre fresca Katherine Keener que sabe sacar brillo de cualquier papel, por más menor que fuere. Y obviamente que el peso central de "Puede una canción de amor salvar tu vida?" recae en la pareja protagónica de Knightley y Ruffalo. Keira Knightley se aleja, por suerte, del insoportable registro que tuvo en trabajos anteriores como "Un método peligroso" de David Cronemberg (donde ha llegado a echar a perder la película con una actuación exasperante) o la insulsa Cathy en "Código Sombra: Jack Ryan" y se mueve en el terreno conocido de la comedia romántica que le sienta mucho mejor aún cuando no logra desprenderse del todo de sus mohines y lugares comunes (sabemos que definitivamente son las heroínas de los relatos clásicos de Austen o Tolstoi las que le permiten brillar contundentemente). A su lado, Mark Ruffalo demuestra una vez más toda su versatilidad para abarcar un abanico tan discímil como sus participaciones en las sagas de Avengers, películas independientes como su trabajo en "The kids are all right / Mi familia" o la inédita "Margaret" y relatos de suspenso y acción como "Nada es lo que parece" o "La isla siniestra". Aquí con Knightley tienen una excelente química, hacen que el relato suene sumamente creíble y es realmente una excelente decisión de casting para que la historia cumpla con sus objetivos, en aguas calmas tranquilas y conocidas, como la va conduciendo John Carney, logrando un producto acertado y, aunque sin demasiadas sorpresas, que llega a buen puerto.
Todo sobre mi madre Comencemos por aclarar algo respecto del título original "Les garçons et Guillaume, à table!" que es algo así como "Los chicos y Guillaume, a comer (a la mesa)!", frase que ha quedado inscripta en la memoria del protagonista en donde claramente se lo toma a Guillaume como si no fuera uno más de los chicos de la familia. Entonces, ya desde el título original, del que "Yo, mi mamá y yo" no respeta para nada su espíritu, la historia que se propone contar el director, es un relato sumamente personal, teñido por "ser el diferente", "el distinto" y cuál ha sido su lugar dentro de una familia completamente disfuncional. Guillaume Gallienne asume la colosal tarea de adaptar su espectáculo de "one man show" a la pantalla grande. Pero no solamente su tarea ha sido la de adaptación del guión sino que también cumple su rol como actor y como director del film. Por un lado es una tarea compleja y que le demanda demasiada responsabilidad sobre sus espaldas, pero por el otro, Gallienne se asegura que tanto en el tono de su actuación como desde el ojo del director, su personaje pueda ser mostrado en todos sus pliegues y abordándolo desde un lugar de mucha fragilidad y al mismo tiempo de mucho respeto. Cuando habla de su vida interior, de sus sentimientos, sus vivencias desde la infancia, logra ese tono absolutamente intimista en el que toda la película es narrada, siendo sin duda ésta la cuerda más acertada. Y de esta forma "Yo, mi mamá y yo" gana en honestidad desde el inicio, nos conecta y hace que empaticemos como espectadores rápidamente con la historia. Gallienne, desconocido aquí en Argentina pero muy famoso en Francia (miembro de la Comedie Française y con alguna pequeña aparición en "Lo mejor de nuestras vidas" o "El concierto") despliega todas sus armas para deslumbrar no sólo interpretándose autobiográficamente a si mismo, sino también a su madre (realmente esta composición es brillante y tiene los mejores parlamentos de la película) y a otros pequeños personajes que van apareciendo en el relato lo que hace que sea indudablemente un tour de force interpretativo por el que ha recibido varios premios. Nacido en el seno de una familia burguesa, la identidad sexual de Guillaume será el punto de conflicto desde su infancia pero lo interesante del planteo es que lo atraviesa desde el humor y desde la catarsis que hace escribiendo sus propios textos y mostrando todos los pormenores en el seno de su familia. Nutriéndose indudablemente de elementos del psicoanálisis y la filosofía, Gallienne es un narrador sagaz e inteligente y por eso asombra que haya construido por fuera de él y su madre -prácticamente los únicos poblados de matices-, personajes demasiado estereotipados, sobre todo para el caso de su padre y sus hermanos, sin poder darles una mirada más interesante que la más obvia. Guillaume Gallienne, de este modo, plantea una especie de danza edípica sobre la figura materna, a la que este film rinde puntualmente un homenaje y podemos pensar que no lo hace solamente en la figura de su madre sino a la figura femenina en general -como lo ha hecho en tantas películas Pedro Almodovar, puntualmente en "La prima cosa bella" de Paolo Virzi y más recientemente el canadiense Xavier Dolan entre tantos otros-, a la que Gallienne admira y respeta. Los elementos con los que trabaja son precisos y al estar basado en su propia historia, la honestidad, la sinceridad y la simpleza con la que narra cada situación y con la que modela cada línea de diálogo son el principal atractivo del guión. Con algunos gags y diálogos realmente delirantes, Gallienne tiene una máscara especial y obviamente partiendo de su unipersonal, tiene este personaje intensamente trabajado y lo explota en cada una de las escenas, sacando partido hasta el más pequeño detalle y se "desnuda" en pantalla y lo vemos en carne viva. Es por eso que el guión gana fuerza cuando algunos temas que toca, realmente espinosos, se anima a atravesarlos con el cristal del humor y la ironía, que el director maneja a la perfección. Pero la fuerza de ese humor se diluye cuando en un registro más intimista relatando sus recuerdos en un escenario teatral nos vuelve a recordar que no es una ficción sino que quiere contar su propia historia. Y cuando nos recuerda una y otra vez que es su propia historia, el mundo tan rico que presenta en la ficción pierde fuerza. Es imposible abstraerse de este ejercicio virtuoso de actor/guionista/adaptador/director pero sin embargo una sobrecarga en la multiplicidad de sus tareas y un cierre de la historia que no está a la altura del planteo y la fuerza inicial y de la audacia con la que se presenta todo el film, hace que se resienta el resultado final. No obstante, es tan interesante la manera de plantear un tema ya visto en otras oportunidades (y que el cine francés por ejemplo lo había abordado en la brillante y creativa "Mi vida en Rosa") para poder dar una nueva relectura, que hace que "Yo, mi mamá y yo" sea una agradable sorpresa en la cartelera y una forma de acercarse a un gran exponente de la cultura francesa actual como es Guillaume Gallienne
Vale la pena, para disfrutar plenamente "Dos Vidas", hacer un poco de foco en la historia: en 1935, en la Alemania nazi empezó a funcionar el programa Lebensborn, básicamente orientado a mantener la raza aria. Los niños que fueron fruto de relaciones de los soldados alemanes con mujeres noruegas durante la ocupación nazi en ese país, fueron acogidas en este proyecto que daba la oportunidad a esas madres solteras de dar a luz a sus niños en los centros de acogida, luego de lo cual el Estado quedaba a cargo del cuidado de ambos. Aquellos niños 'aprobados' eran enviados a los refugios de distribución donde se los sometía a un programa de 'germanización inicial': falsificaron completamente sus documentos, que indicaban que eran "huérfanos"y les dieron, obviamente, nuevos nombres alemanes. Luego de unos tres o cuatro meses, entregaban al niño a una familia adoptiva y se mantenía en secreto su verdadera identidad. Pero finalizada la guerra, estos niños pasaron a denominarse “hijos de la vergüenza”, y en la Alemania dividida por el muro, la STASI se encargó de regular entradas y salidas con lo cual, cientos de niños desconocen sus orígenes y les fue imposible reconstruir los lazos con su pasado y recomponer su identidad. Katrine (un preciso y atrapante trabajo de Juliane Köhler) vive una vida feliz en Noruega, junto a su esposo, su hija y su nieto y por un breve lapso, también se agregará la convivencia con su propia madre a la dinámica familiar para cuidar de su bisnieto (con la aparición nuevamente en la pantalla del ícono del cine de Ingmar Berman, Liv Ullmann en otra sólida composición). El equilibrio se quiebra cuando aparezca un abogado alemán (Ken Duken) solicitando que su madre participe como testigo en contra del estado noruego en un juicio a favor de estos niños victimas del Lebensborn. Pero para Katrine que ese pasado salga a la luz, traerá más de una implicancia y las contradicciones, las mentiras y la traición irán saliendo poco a poco a la luz. El director Georg Maas (con experiencia previa en el documental) y la directora Judith Kaufmann (una gran directora de fotografía de reconocidísimas películas del cine alemán actual) conjugan una historia que mezcla un potente hecho histórico de una fuerte carga dramática con una estructura de thriller que se ve inteligentemente potenciada por el estilo narrativo que eligen los directores para estructurar el relato muy cercano a otras grandes películas alemanas como "La vida de los Otros" "Bárbara" y en otro tono, la comedia "Good Bye, Lenin". La estructura de narración clásica de "Dos vidas" se ve constantemente interrumpida por potentes flashbacks que a manera de piezas de un gran rompecabezas, van ayudando al espectador a reconstruir la verdadera historia, escondida tras las apariencias, tapando el dolor, la desolación y las trampas del sistema. Cada uno de esos fragmentos va aportando una nueva pista y en cada uno de ellos se devela un elemento trascendente de la historia hasta que llegando hacia el final ese rompecabezas empieza a tener sentido con todas las piezas en su lugar. Más allá de que los directores sobre el final, eligen cerrar la historia de una forma más simple y convencional, y que además, tratándose de una película basada en hechos reales aparecen en el cierre los textos explicando las derivaciones de la historia años después (lo cual hace perder la tensión dramática que se venía elaborando previamente) la fuerza de una gran historia, potenciada por las impecables actuaciones de Juliane Köhler (de una filmografía casi desconocida en nuestro país) y el aplaudido regreso de Liv Ullmann a la pantalla grande, hacen de "Dos Vidas" un film inteligente, valiente en su revisión de la historia reciente con el adicional de saber imprimirle un ritmo de thriller que suma tensión y atrapa doblemente.
Lucy in the sky with diamonds Dejando un poco de lado el cine europeo, la semana del cine alemán y todo lo que se consigue por internet de latitudes extrañas y ajenas -de excelente calidad cinematográfica-, vi en "LUCY" de Luc Besson la posibilidad de dejarme llevar por ese cine a pura velocidad, con mucha acción y con ese irresistible aroma a pochoclo cinéfilo. Claro que, a veces, la memoria de uno es frágil a la hora de "cobrarse cuentas pendientes" y nunca recordé que Luc Besson ya me había decepcionado enormemente con un pastiche de proporciones múltiples como fue "Familia Peligrosa / Malavita" en donde De Niro y Michelle Pfeiffer trataban de tornar creíble un guión completamente revuelto y sin sentido con un sutil dejo de humor negro pero con enormes desprolijidades. Eso mismo pasa, a mi entender, con "LUCY" una película donde el guión se agota en las primeras escenas y entonces es más fácil "rellenar" con lo que se haya tenido a mano en ese momento sin elaborar demasiado ninguna trama más allá del esqueleto inicial. Pareciera intuirse que Luc Besson ante la falta de nuevas ideas se dispone a mezclar en una multiprocesadora Moulinex, bien ochentosa como el aire que se respira en sus mejores películas, algunos elementos de su gran éxito mundial que fue "Nikita" tomando de ésta todos los elementos de la heroína de super-acción, un aire impostado futurista alla "El quinto elemento" con la ciudad de Taiwan como marco exótico en las secuencias iniciales (luego estará la mágica y hermosa Paris de fondo) y la acción desmesurada que volcó en sus guiones para "Taxi" y todas sus secuelas. Lucy se ve envuelta en un asunto de tráfico de drogas cuando su novio-de-hace-una-semana la obliga a entregarle un maletín al Señor Jang (Choi Min-Sik, sin duda uno de los grandes aciertos de la película tanto en el casting como en incluirlo como imágen icónica que tenemos de este gran actor, protagonista de la tremenda "Old Boy"). En un abrir y cerrar de ojos el Sr Jang la someterá a ser "mula" de una potentísima droga que deberá transportar en su estómago. Como para que la trama se complique un poco más todavía, Lucy es golpeada y la droga sintética CPH4 -pensada como futuro furor en el mercado por lo que deben distribuirla por todo el mundo- se desparrama por todo el cuerpo y comienza un otorgarle un poder completamente impensado. Esto conecta con una disertación del profesor Samuel Norman (Morgan Freeman) que venimos viendo en paralelo a medida que Lucy se va metiendo en problemas. En esta disertación, Norman habla sobre la capacidad cerebral apuntando que generalmente los humanos no acceden a usar más de un 10% de la misma con billones de neuronas sin utilizar y un cerebro trabajando con capacidad ociosa, subrayando que esos billones de células envían más de mil mensajes por segundo por lo que el tráfico cerebral es impresionante y no tenemos ni en forma aproximada, la verdadera dimensión de ese fenómeno. Pero esto SI le está pasando a Lucy al esparcirse la droga en su organismo (oh sorpresa!): logra escuchar voces a mucha distancia (es una especie de Mujer Biónica?), puede leer carteles en idiomas que desconoce, manejar computadoras a toda velocidad, usar la telekinesis para mover objetos (y personas!) y otros tantos múltiples superpoderes que le permite a Besson hacer de las suyas con las herramientas digitales y los efectos especiales. A esta altura del partido seguir pidiendo que el guión guarde una mínima coherencia es demasiado. La historia ya se ha puesto en marcha, y el enorme talento y la versatilidad de Scarlett Johansson -además de su belleza y su fuerte presencia en pantalla- hacen que todo el vértigo bajo la piel de esta "batichica" sea lo suficientemente creíble como para seguir adelante con la historia. El guión delira y va in crescendo en acción y desmadre por más que Besson ha planteado en entrevistas que la mitad de las cifras y de las teorías que se incluyen en la película son reales -da el caso por ejemplo de que los delfines identifican un pez a 5 kilómetros, algo que el ser humano podría hacer si utiliza esa capacidad residual de su cerebro-. De todas formas, irrita que Besson intente darle una mirada científica a semejante disparate proponiendo fragmentos documentales (o documentales apócrifos) para imbuir la historia de un halo de cierto rigor científico tanto con el uso de una voz en off semi-libro de autoayuda y de las disertaciones del personaje de Freeman, para intentar convencernos de que todo lo absurdo que plantea en su historia y su guión, tienen visos de coherencia. Demasiado pretencioso. Tal como pasaba en "Familia Peligrosa", Besson pierde el timón a mitad de la película y la historia deja de ser la protagonista para dejar lugar a un festival de acción vertiginosa pero no mucho más que eso. Tal como apuntamos anteriormente, un acertado casting (Johansson - Freeman y el villano de turno encarnado por Min-Sik) junto con la excelente factura técnica con la que se maneja el director en todas sus producciones salvan las papas del fuego a un guión completamente intrascendente, adocenado, sin alma y por sobre todas las cosas, sin nada nuevo que aportar.
Paris - Tandoori - Masala En más de una ocasión el cine remite a los placeres culinarios. Nadie podrá olvidar la romántica cena a la luz de las velas, con canzonetta italiana mediante, donde dos enamorados comparten albóndigas y spaghettis en “La dama y el Vagabundo”, o de los humeantes fideos en marmitas que la protagonista de “Con ánimo de Amar” (“In the mood for love” de Wong Kar-Wai) prepara antes de visitar a su amante. Sin dudas, una película emblemática es “La fiesta de Babette” el film dinamarqués ganador del Oscar o la mexicana “Como agua para chocolate” del mexicano Alfonso Arau que traslada a la pantalla una hermosa novela de Laura Esquivel. Oriente nos regala “El aroma de la papaya verde” donde se mezclan platos, recetas y sabores diferentes, con el exótico marco de Vietnam y Saigón y “Comer, beber, Amar” donde nos cuenta la historia de un viejo chef de Taipei, viudo y con tres hijas, completamente diferentes entre sí. Y desde Alemania llegan, “El sabor del Eden” siguiendo la historia de Edén, una mujer casada y con una hija discapacitada que cae rendida frente a los escritos de cocina erótica de un excéntrico chef que la ayudará a hacer florecer el erotismo en su matrimonio y “Bella Martha”, la historia de una jefa de cocina de un restaurant francés, apasionada por su trabajo, que verá cambiar totalmente su vida cuando tenga que hacerse cargo de su pequeña sobrina y sobre todo, cuando aparezca un cocinero italiano que trate de ganar su corazón. ¿Para qué tantos títulos? Porque al que le guste esta amalgama de cine y cocina, tiene en cualquiera de ellos exponentes interesantes de explorar cada uno en su género (desde la comedia al drama costumbrista) que superan quizás al estreno de esta semana. "Un viaje de diez metros" vuelve a remitir a ese mundo entre ollas, perfumes, sabores, sartenes y delantales y está dirigida por Lasse Hallström quien es el mismo director de "Chocolate" otro famoso film donde interviene la cocina y en el que Juliette Binoche aparecía con su hija en un pequeño pueblito francés alterando la temperatura de todo el vecindario cuando produce sus chocolates siguiendo una antigua receta maya. En el mismo sentido y con la una receta con demasiados puntos de contacto con la anterior (aldea deliciosa, personajes adorables, fotografía impecable) Hallström se encarga de llevar a la pantalla el best-seller de Richard C. Morais y ya desde los primeros minutos uno sabe perfectamente cuál es el camino por el que nos va a conducir: un camino conocido, sin demasiadas sorpresas -ni las pretendemos tampoco en un producto de este estilo-, pero que es sumamente agradable de recorrer. Sobre todo porque tiene la mixtura perfecta de un paisaje soñado, una familia hindú simpática y entrañable como protagonista, los aromas de la cocina de autor y la búsqueda de la excelencia en cada plata ... y como si todo esto fuese poco, se complementa con toques de comedia romántica que es la cereza de la torta. Con un marco de París que hasta por momentos nos hace recordar a “Ratatouille” de Pixar con esa torre Eiffel iluminada como ícono de la Ciudad Luz, "Un viaje de diez metros" no pretende preocuparse más allá de mostrar esta especie de fábula, un cuento sobre la realización personal y el desarrollo de un talento, un don, un sueño. Esta línea argumental servirá, por momentos, para pintar con algunas pinceladas -con un trazo un poco grueso en algunos casos- una historia sobre mandatos familiares (acentuadamente paternos en este caso); polos opuestos que se atraen (esta familia hindú abre su restaurant justo frente al que regentea Helen Mirren que quiere obtener a toda costa su segunda estrella Michelin y que es donde se reúne la crème de la crème de la región) y sobre seguir y escuchar los impulsos del corazón. Teniendo en cuenta que el primer film que se conoció de Hallström en nuestro país fue el nominado al Oscar "El año del arco iris / Mi vida como perro" al que luego se sumaron "A quién ama Gilbert Grape?" y "Las reglas de la vida" con Michael Caine, Charlize Theron y Tobey Maguire, claramente "Un viaje de diez metros" entra en el pelotón de sus últimas realizaciones como "Querido John", "Un amor imposible" con Emily Blunt e Ewan Mc Gregor o "Siempre a tu lado" con Richard Gere más simpatizando con la factoría hollywoodense que con el cine de autor. Lejos, muy lejos de sus películas iniciales, Hallström se acomoda en la receta presideñada para construir un "crowd pleaser", esas películas que le gustan a todo el mundo y van tan pero tan bien con la hora del té. Cuenta, en este caso, con un elenco sólido, sobre todo en los secundarios tan pintorescos pero cada vez que aparece Helen Mirren, inunda la pantalla de su glamour, su charme de actriz de clase, construyendo un papel que le calza como un guante, bien a su medida y se nota que lo disfruta al máximo y con el respaldo de la producción de Steven Spielberg y Oprah Winfrey. Aún con la previsibilidad del guión y una duración un tanto abusiva para un "cuento de hadas" moderno -dura un poquito más de dos horas- "Un viaje de diez metros" combina a la perfección la buena comida -las esencias y especias hindúes y la hâute cuisine francesa- un escenario perfecto, delicioso y soñado y el marco de París que la engalana y nos hace querer estar ahí aunque sea por el ratito que dura la película. De esas para ver con una sonrisa y pasar un momento agradable. No pidamos mucho más que eso...
Cuento de amor, de locura y de muerte Es una de las películas más esperadas del año. Me corrijo, es indudablemente la más esperada del año. Y suele suceder que este tipo de películas genere demasiada expectativa previa y que, por lo tanto, el problema de que sea una de las más esperadas, termine siendo llegar a la tan sala ansioso de verla que finalmente pueda darse el factor de "y? al final? tanta parafernalia para esto ...?". Pero nada de todo esto sucede con la tercer película de Damián Szifrón (después de las notables "El fondo del mar" y "Tiempo de Valientes" y reconocidísimo por la icónica serie televisiva "Los Simuladores") que atrapa absolutamente desde la primer escena con un director que sabe perfectamente lo que quiere contar y conoce los mecanismos para que, como espectadores, nos veamos involucrados desde el primer fotograma. Valida, a cada paso y con creces cada una de las expectativas iniciales que uno tenía antes de iniciarse la proyección. Y no solamente porque "Relatos Salvajes" tiene un guión inteligentísimo y obsesivamente elaborado en cada uno de sus detalles sino porque además cuenta con un elenco absolutamente soñado tanto para los personajes protagónicos de cada una de las historias como para los actores que tienen pequeñas intervenciones (creo que el único caso que "desentona" es el de un cocinero en el segmento protagonizado por Erica Rivas, que claramente no logra el nivel de perfección del resto del elenco, quedándose muy por debajo de todos). Y como si todo esto fuese poco, Damián Szifrón filma cada historia con movimientos de cámara exquisitos, inusuales, poniendo el ojo en donde pocos directores lo pondrían y donde él seguramente sabe que radica la diferencia y su búsqueda permanente de su excelencia: sólo al ver como en el relato de apertura donde elige poner la cámara y filmar desde el buche donde va el equipaje de mano de un avión, es casi un guiño cómplice para invitarnos, ya desde el puntapié inicial, a asomarnos a nuevos puntos de vista y a nuevas miradas. "Relatos Salvajes" está compuesta por seis historias y ya desde el relato inicial -breve y contundente- protagonizado por Darío Grandinetti que se desarrolla enteramente en el interior de un avión, se deja bien claro el estilo que va a ir atravesando todas las historias. Mucho humor negro, un cinismo extremo en la mayoría de los personajes y cada uno de los protagonistas con un pie en el filo del abismo, siendo ése -inconfundiblemente- el punto en común de todas las historias. Pasado el primer episodio y los títulos de apertura, llegarán los personajes de Rita Cortese y Julieta Zylberberg atendiendo a alguien que llega a un bar de mala muerte en una noche lluviosa y desolada. Luego Leonardo Sbaraglia tendrá que lidiar con un conductor molesto que le entorpece el paso en la ruta, Ricardo Darín se verá empujado al borde del precipicio por los vericuetos que le planteen situaciones de injusticia dentro de la burocracia hasta que desafie sus propios límites. Oscar Martinez tratará por todos los medios de aplicar su poder económico para resolver un tema familiar oscuro y trágico y cerrará el tándem de historias, la de Erica Rivas como una novia que en plena fiesta de casamiento descubre un secreto que la perturba. Conviene no adelantar mucho más. Conviene ir con la mente en blanco y dejarse llevar a cada "mundo" por la mano diestra de Szifrón para ir creando diferentes estados de ánimo, climas y situaciones que se irán desarrollando con cada una de las historias. Si bien cada una de ellas tiene una impronta particular y un tono específico que las define, comparten -tal como refiere el título- el momento salvaje por el que atraviesa cada uno de los protagonistas. Mientras que la violencia instalada en cada uno de nosotros, esa violencia cotidiana con la que tenemos que lidiar, muchas veces habita como uno de nuestros secretos mejor guardados y que sólo queda en nuestro pensamiento -o inconsciente?- con la forma de "pero qué ganas de ......." en cada uno de los personajes de "Relatos Salvajes" se rompe la barrera y esa violencia contenida se traduce en acción. ¿Qué sucede una vez que esa barrera, ese límite, se rompió?. Lo interesante del planteo es que los personajes de Szifrón quedan como "cebados", con ganas de más, con una voracidad que los deja "pegados" a esa furia que parece, a primera vista, no tener ningún freno, que no quieren soltar. Una sed de venganza, de revancha, de justicia por mano propia que parece conducirlos a un camino de autodestrucción que ninguno quiere ni puede evitar. Diálogos impecables, inteligentes, detallistas, absolutamente viscerales, con diferentes capas y lecturas (quizás sea necesario verla más de una vez) donde encontrar cada "señuelo", cada guiño que el guión va dejando, imperceptiblemente. Y Damián Szifrón se ha rodeado de un elenco exquisito, sin fisuras, donde cada una de las actuaciones tiene el tono perfecto, la sutileza necesaria para mostrar ese quiebre que a veces se presenta en forma más evidente y otras, más solapada. Dejar entrever ese momento donde empieza a generarse el "punto de ebullición" al que llegan todos sus personajes. Destacar una historia por sobre las demás o una actuación por sobre las restantes quizás sea un acto de injusticia porque todas las historias y todos los actores pasan por momentos de excelencia, de perfección, de profundidad. Sin embargo, la indiscutible entrega de Erica Rivas en el episodio final es apabullante, con una riqueza gestual asombrosa. La contundencia técnica con la que está filmado el episodio protagonizado por Leonardo Sbaraglia también es otro de los puntos altos del film. Ricardo Darín entrega una vez más otro personaje tan porteño como cada uno de nosotros -y sin dudas un episodio en donde uno no puede más que verse enteramente reflejado- y Rita Cortese maneja la negruga de su personaje con unos diálogos filosos cargados de violencia, con otro trabajo absolutamente a su medida. Mas allá de todo lo que pueda decirse de "Relatos Salvajes", sin lugar a dudas la mayor virtud que tiene este estreno es la de generar un material riquísimo para un debate posterior que puede prolongarse por horas, porque cada una de las historias tiene detalles, diálogos, guiños, momentos que dan para charlar y charlar y seguir disfrutando de cada una de las historias, aún mucho después de finalizada esa proyección arrolladora.