Buscando compañía En su primer protagónico para el cine nacional, Mimi Ardú demuestra una vez más su capacidad como actriz, sosteniendo firmemente las distintas situaciones planteadas en "Franzie". Ella es una docente solitaria que al intentar anotarse en un curso va a cruzar accidentalmente su camino con el de Emanuel (Enrique Liporace), un escritor maduro que acaba de perder su trabajo en una pequeña editorial, como corrector de libros de autoayuda. Apenas se conocen, Franzie cree haber encontrado a la persona indicada y se anima a hacerle una propuesta inusual, rara, que al principio a él le provocará cierto enojo y rechazo, pero que luego aceptará para poder sostener a su familia: ella le pagará a Emanuel a cambio de sus servicios como compañía. Esta relación que debiese ser meramente "laboral" va a ir modificándose y creciendo cuando Emanuel empiece a conocer ciertos datos de la vida de Franzie, entre ellos: una dificil relación con su hermana y con su madre -internada hace mucho tiempo en un psaiquiátrico, debiendo cargar ella con la culpa de haber tomado la decisión-, un amor que no pudo ser y que Franzie todavía añora y sonaría recuperar ... y fundamentalmente un dato que estalla en el medio de una fiesta familiar: Franzie está muy enferma y es probable que le quede poco tiempo de vida. Alejandra Marino como directora, le pone un toque particulamente femenino a las situaciones que atraviesa la historia sin mayores subrayados y dejando fluir a los personajes y que se vayan develando los diferentes aspectos de la protagonista, constituyéndose la actuación de Mimi Ardú en el pilar fundamental en el que gira la película. Y Ardú sencillamente logra ir ganando terreno y creciendo a medida que se desarrolla su historia. Quizás el punto menos logrado y con mayores dificultades es el guión de Fernando Andrés Saad que propone algunas resoluciones inverosímiles -quizás la más insostenible sea una que involucra el personaje de la madre de Franzie en su necesidad de salir del psiquiátrico y sus derivaciones- o cuando pone en boca de los protagonistas algunos diálogos que son difíciles de creer, que suenan poco naturales. Estos altibajos del guión, sin embargo, son subsanados con creces por un trio de actores que dan carnadura a sus personajes, aún con los problemas de guión apuntados, Mimi Ardú, Norma Pons (nuevamente logrando un papel dramático, profundo, en el rol de la madre) y Enrique Liporace (con una composición sincera y transparente, aún con algunas situaciones en donde no encuentra el tono acertado como en la escena del baile en la fiesta de egresados). Aún con estos puntos a tener en cuenta, Marino conduce un elenco homogéneo (con buenas actuaciones de reparto de Victoria Carreras y Maria Laura Cali como la hermana de Franzie) y gracias a su claridad en la dirección logra, sobre todo en los tramos finales, dejar ciertas líneas sugeridas, contando con el valor potente de las imágenes antes que dar paso a las palabras.
El gigante de ojos azules Jara, un guardia de seguridad del turno noche en un hipermercado, se enamora de una de las chicas que realizan la limpieza del lugar. Todo comienza como un juego voyeur. Mientras él cumple con su trabajo mirando atentamente lo que muestran las cámaras de seguridad y controla que ninguna de la empleadas de limpieza robe nada, que nada salga de lo predeterminado, que no haya ningun problema y casi sin quererlo.... se cruza en su cámara de vigilancia Julia. Y ya no habrá forma de que Jara la olvide, pero tampoco va ser fácil que él se anime y encuentre la forma de poder abordarla... No le alcanza con seguirla con la cámara de seguridad y controlar sus movimientos: necesita más datos, saber más detalles de su vida, de sus lugares, de sus espacios. Y entonces comienza a inmiscuirse imperceptiblemente en su rutina diaria, en su cotidiano. Jara inicia un proceso de rituales alrededor de ella, de pequeñas "persecusiones", alentado por el deseo de conocerla, de cruzarse con ella. En definitiva: de que ella lo vea. Se agradece enormemente el estreno comercial de esta película Uruguaya, que tiene el antecedente de ser ganadora en Berlín. "Gigante" logra transmitir una historia pequeña, silenciosa, con pocos diálogos, pero enorme en su potencia. Y el espectador no puede más que caer rendido ante la seducción de acompañar a Jara en este recorrido romántico inundado por su inmensa timidez. Porque ese Jara es grandulón, vigilante, patovica y totalmente contrapuesto, también habitan en su otro costado la candidez y la fragilidad de su mundo. Los pocos diálogos que tiene la película son sumamente tiernos, queribles, nos acercan a la manera rioplatense de expresanos. No son seguramente el punto más importante, "Gigante" gana ampliamente en la fuerza de las imágenes, mientras participamos de los movimientos de los protagonistas, cuando el director nos abra de lleno la puerta para introducirnos en sus mundos, en sus vidas, en sus detalles. Horacio Camandule es el Jara ideal, protagonista indiscutible y excluyente, una pieza excelente para el éxito de esta historia. Un "gigante" todo corazón que cae rendido ante Julia y todo su "derrotero" hasta llegar a ella cerrará en un último plano en la playa lleno de sencillez, de poesía y de magia cinematográfica. Una historia sencilla, pequeña. Una película GIGANTE.
Sáquenme de aquíííííííííííí... Paul Conroy es un simple conductor de transportes y padre de familia. De pronto despierta en un viejo ataúd sin saber quién puede haberlo puesto ahí ni por qué. Sólo hay un celular para comunicarse entre otros con los secuestradores (terorristas?) y por supuesto, una cobertura precaria y la escasez de oxígeno son sus peores obstáculos en una carrera contra el tiempo: Paul sólo dispone de 90 minutos para lograr su rescate. Ya desde el diseño de títulos el homenaje a Hitchcock es evidente. "Enterrado" mezcla exactamente las dosis necesarias como para incomodarnos desde la primer escena. La pantalla totalmente oscura (efectivo recurso utilizado por Iñárritu en el corto a su cargo en el film coral sobre los atentados del 11-09) y una respiración jadeante nos introducen en el microcosmos de este hombre enterrado por sus captores con un encendedor y un teléfono celular y más tarde aparecerán otros elementos como una linterna y un tubo fluorescente, una pequeña nota y no mucho más que eso. Básicamente el enorme mérito que tiene el film es tenermos pendientes durante 90 minutos sin movernos de ese encierro más que mínimo. Hemos visto películas con gente encerrada en ascensores y hasta en una cabina telefónica, esto va aún más allá y además no salimos del "ataúd" en ningún momento. Así como Hitchcok hizo, entre otros, el experimiento de filmar La Soga (1948) como largos planos secuencias en los que la cámara fundía contra algún objeto para poder cambiar el rollo, acá se experimenta con el ambiente resumido a la mínima expresión. Comparten con el gran Hitch la horrible sensación de un hombre común envuelto en un contexto de sucesos que lo superan. Y el resultado es completamente exasperante. Los pocos diálogos que tiene el guión soprenden, en cuanto dejan bastante mal parados a los distintos organismos, que debieran estar ofreciendo toda la ayuda posible a un ciudadano americano en peligro, pero... todos ellos se muestran más preocupados de ocultar lo que está pasando y que quede como algo intrascendente, que de verdaderamente resolver el tema y salvarle la vida a Paul. Se subraya la inoperancia reinante, la burocracia y el cinismo de las corporaciones mientras que la desesperación del protagonista sigue in crescendo. Es evidente que alguna de las cosas que pasan no son completamente verosímiles ni mucho menos y no resisten análisis alguno, pero sencillamente "Enterrado" cumple con las reglas del thriller y no tenemos que buscar muchas más vueltas. Desde el primer momento logra el objetivo de inquietarnos, de querer salir en ayuda de este pobre hombre envuelto en una situación torturante. Si bien se trata de uno de estos experimentos cinematográficos que tratan de generar interés con tan pocos elementos y con un protagonista excluyente durante toda la duración de la película, la excelencia en la técnica y la excelente entrega del protagónico de Ryan Reynolds, hace que en este caso, la experiencia brinde resultados interesantes, más que satisfactorios. La excelente resolución de los rubros técnicos y las pequeñas licencias para "liberar" el espacio acotado (en un par de escenas el "cajón" se muestra sin tapa generando un efecto estético interesante) hacen que el ritmo sea sostenido y la película se sufra en cada tramo, generando la complicidad con el espectador que es el punto fuerte desde donde se paran director y protagonista. Y aún cuando toda la técnica se despliega por sobre el guión y se privilegian ciertos aspectos del ejercicio cinematográfico por sobre su consistencia, aún con alguns lugares comunes (sobre todo el las llamadas a su madre y a su esposa que bordean un poco la sensiblería), aún con todo lo visto en esta materia, "Enterrado" interesa y sorprende. Y una vez que se le hayan brindado varios guiños al gran Hitch, Cortés elige cerrar la película con un final ya más cercano al cine de Brian de Palma, sin ningún tipo de complacencias. Pura contundencia.
Me parece haber visto una linda lechuza Soren crece escuchando las historias de su padre, fascinado por el mundo de los Guardianes de Ga´Hoole, una bandada de guerreros que libraron una batalla para salvar a los búhos de los malvados Raza Pura. Ante la mirada completamente descreída de su hermano, sueña con ser uno de esos héroes mientras su hermana menor lo acompaña en sus juegos y aventuras. Una noche, Soren y su hermano caen en un bosque y son capturados por los villanos y allí comienza la epopeya. Ga'Hoole presenta por un lado una riqueza visual imponente desde las primeras imágenes: es quizás uno de los films de animación que haya utilizado más equisitamente los avances técnicos y sobre todo exprime al máximo el uso del 3D, dándole a las escenas un nivel de credibilidad impactante. El plumaje de las aves, los gestos, los distintos fenómenos meteorológicos, los diferentes escenarios en los que se mueven los personajes, son estéticamente perfectos y brindan al relato una fuerza y una contundencia admirable. Sin embargo, cualquier película de animación que llega subtitulada, presupone una intención de captar al público infantil. Y es allí donde Ga'Hoole más allá de su belleza carece de atractivo. Una trama intensa y complicada donde se manejan temas como la traición familiar, el poder del bien y del mal, el viaje iniciático y el despegue del hogar, la búsqueda de la identidad, la lucha de poderes la hace emparentarse demasiado peligrosamente con los elementos de la tragedia griega y de algunos clásicos shakespearinanos (que habían dado tema a otros films de animación como "El Rey León") que no se articula fácilmente para el publico menudo a menos que exista un excelente trabajo de guión. Además de los temas en sí mismos, el director no escatima ni violencia ni crudeza en su forma de abordarlos y es por eso que muchas de las escenas pueden asustar a los más pequeños. Otros puntos en contra del guión es la falta de humor y de personajes que "alivianen" la dureza de la historia y la complejidad con la que plantea estos temas, los termina resolviendo demasiado precariamente. Los nombres de los personajes y algunas escenas en la oscuridad, tornan algo confusos determinados momentos de la historia. Las guerreras de raza blanca, manchadas de rojo sangre alusivo, que creen ser una raza superior pura y discriminante, han hecho que muchos críticos hayan visto un rasgo liso y llanamente nazi, inclusive en la manera de mostrar a su ejército y en la forma en que someten a sus capturados. Obvio que eso se escapará de los ojos de los niños, pero es una buena interpretación cuando se empieza a leer entre líneas de esta impecable puesta visual. Queda, de todos modos, la enseñanza pura de los Guardianes: fortalecer al débil, curar al herido y derrotar al mal, para disfrutar de un vuelo libre, aún en plena tormenta. Y si para el final, los más pequeños de la familia han soportado estoicamente las violentas batallas, podrán llevarse este último legado donde una vez más el bien termina sobreponiéndose a tanta maldad.
Madre hay una sola... (bueno, depende) Jules (Julianne Moore) y Nic (Annette Bening) son pareja desde hace muchos años. Han decidido recurrir a la inseminación artificial y cada una de ellas ha sido madre. Hoy esos hijos son adolescentes y apenas Joni cumpla los 18, eso le dará derecho a acceder a los datos del donante. Ella, con su cabeza más orientada en su nuevo desafío -el inicio de su carrera universitaria- no le da importancia a este tema. Pero su medio-hermano Laser (son hermanos de distinta madre pero del mismo donante), que aún no tiene edad suficiente para las averiguaciones del caso, le pide que se contacte con él como un favor muy especial. Finalmente, el donante de esperma aparece y no se hace esperar. Es Paul (Mark Ruffalo) y su simple aparición será lo que desequilibre y desamonice a esta familia particular... y en varios aspectos. Embanderada en el marco de la homoparentalidad, la directora Lisa Cholodenko (quien ha dirigido además capítulos de la serie "The L Word", "Six feet under" y "Hung") se encuentra por momentos demasiado ocupada en demostrar que los hijos criados en ese seno de estas nuevas familias, pueden ser tan felices y exitosos, teniendo una como la de cualquier otro hijo criado en familias heterosexuales. También se esmera por subrayar la naturalidad con que la pareja de lesbianas compuestas por Benning & Moore, tiene las mismas felicidades y los mismos riesgos y sinsabores que cualquier otra pareja. Y es este subrayado quizás, lo que haga que en algunos momentos el film se torne apenas un poco "panfletario", pero gana mucho más vuelo cuando hace base en el encuentro de la identidad, de la verdad familiar y de los sentimientos, ya que está contada con las dosis exactas de drama y de comedia. Algo que puede reprochársele al guión es que cambie el giro del conflicto (que en la primer mitad de la película es la búsqueda de los adolescentes por reconstruir el mapa de su identidad) cuando una de las protagonistas se involucra emocionalmente con el mismísimo Paul (ay, Dios, qué ganas de complicarse la vida habiendo tanto hombre suelto y bien dispuesto!). Ahí es donde reina un poco la confusión en el personaje de Moore, aunque rápidamente la historia logra retomar el carril de la situación familiar -ahora completamente desequilibrada por esta nueva "relación"- y sobre todo volver a las reacciones de los adolescentes dentro de este marco. Tanto Joni (la sorprendente Mia Wasikowska en un papel completamente diferente al de "Alicia..." de Burton) y Josh Hutcherson como Laser, hacen intensamente creibles a sus criaturas, en todas sus dudas, sus certezas y sus inquietudes. Mark Ruffalo aporta la dosis exacta para desatar el revuelo necesario para que la familia intente ratificar o rectificar el curso de cada uno de sus integrantes y son sin dudas las dos protagonistas las que se llevan los laureles. Julianne Moore una vez más se demuestra como una actriz completamente todo terreno y la química que logra en todas las escenas con Annette Bening es perfecta. Pero es justamente Benning en ese papel de "el hombre de la casa", de madre calculadora y manipuladora, con el peso de sobrellevar también económicamente a la familia en sus hombros, quien se luce componiendo uno de esos papeles que seguramente será la delicia de los votantes para los premios del próximo año. Miradas, gestos y la exactitud con la que cada una de ellas exprime sus líneas de diálogo hacen que el punto fuerte de "Mi Familia" esté en todas las actuaciones. Como adicional, una mirada inquieta y certera sobre las parejas gay y la homoparentalidad, temas tan de moda en el abierto debate de los medios durante todo este año, hacen que "The kids are all right" -título original que remite mucho más al estado de ánimo que la película quiere contagiar- sea una sólida comedia dramática transitando por un argumento aún poco visitado, hasta ahora, por el cine en general y por el americano, en particular.
Romance gay con el sello de Jim Carrey Steven Russell (Jim Carrey) es un estafador que se hace pasar por abogado. En apariencia, un buen padre de familia, termina finalmente en prisión cuando es descubierto en una de sus múltiples estafas, donde se enamora de su compañero de celda, Phillip Morris (Ewan McGregor) mientras cumple su condena. Cuando Morris sea liberado, Russell se convertirá en un especialista de las fugas con tal de reencontrase con él y lo volverá a involucrar en sus asuntos. Con una presentación interesante con el personaje principal contándonos la historia desde la cama de un hospital, como si fuese un largo flashback, dan ganas de irse enterando cómo es que llego hasta allí gracias a la dinámica forma del relato y los soprendentes virajes que va dando la trama. Pero la propuesta inicial no termina de definirse entre la comedia, la película basada en hechos reales o una irónica mirada al mundo de las apariencias, mientras que avanza en una trama que se repite en una constante de encuentros, fugas y desencuentros. "Una pareja despareja" (evidentemente la distribución optó por tratar de generar desde el título una empatía con el tono de comedia, aunque evitar por cierto el tono más abiertamente jugado de "I love you Phillip Morris") tuvo problemas de distribución en Estados Unidos donde aún no se ha podido estrenar- planean su estreno para diciembre de este año- a pesar de que se presentó hace ya dos años en Sundance. Justamente el planteo de un amor homosexual con escenas que no dan lugar a medias tintas, evidentemente sigue molestando al público americano que sigue teniendo una pacatería a toda prueba. Los verdaderos problemas de la película no están ahí por cierto: el talón de Aquiles es el guión que no llega a definirse ni permitirnos profundizar en la historia y los vínculos de los personajes. Jim Carrey, quien -como otro punto en contra- da rienda suelta nuevamente a su show de morisquetas molestas de las que no puede despegarse como había logrado hacer en "Truman Show" y "Man in the moon" nos confunde más aún con un registro completamente de comedia delirante cuando en realidad lo que se quiere contar, o lo que se pretende contar, pasa por otro carril. El que gana con un papel diferente al que lo vemos frecuentemente, es Ewan Mc. Gregor quien logra sostener una actuación interesante en medio de la catarata de gestualidad de su compañero y sale completamente airoso y creíble en su composición. Es entendible que la pseudo-polémica que fue despertando la película en su recorrido comercial, haya rendido sus frutos como campaña publicitaria para que algún que otro curioso, se asome a esta comedia sin demasiado vuelo, ya que de otra forma, sin polémicas de por medio, hubiese interesado aún menos al común denominador del público. De todos modos, una interesante actuación de Mc. Gregor (a quien pronto veremos en la brillante "Begginers" acompañando a Christopher Plummer) y los flashbacks donde el protagonista cuenta algunos fragmentos de su historia personal (sobre todo, en los momentos en que cuenta su niñez) son los puntos fuertes de esta comedia. El resto del film transcurre sin grandes sobresaltos y como toda pelicula basada en hechos reales que se precie de tal, en el final nos irán contando en qué terminó la historia de cada uno de ellos mediante algunas lineas sobreimpresas a las imágenes finales del film. A esta altura, la explicación de lo ocurrido, es más una manera de cierre de una película que de satisfacer un interés concreto para el espectador de qué fue de la vida de cada uno de ellos.
Un tropiezo llamado amor Con el marco de la Bretaña francesa, el director Stéphane Brizé narra un cuento simple, sin demasiadas aspiraciones ni suntuosidades, la historia de un amor tan intenso como vedado, auto-vedado en realidad, por los mismos protagonistas. Jean es albañil, por vocación y por herencia de su padre a quien hoy también él debe encargarse de cuidar. Es un padre de familia dedicado, un buen hombre al que la vida parece sonreirle simplemente. Por un problema de salud de su esposa, Jean comienza a ir a buscar a su hijo a la salida del colegio y es ahí donde se cruzan los caminos con la maestra de grado, Mademoiselle Chambon, la misma del título original. Y dicen que en cualquier buena fórmula de una película romántica se puede aplicar con buen criterio esto de que "los opuestos se atraen". Por un lado Jean es un hombre completamente sencillo, de pocas palabras y sin demasiada cultura general. Ella, por el contrario, es sumamente delicada, amante de la buena literatura y de la música clásica, más precisamente es (fue) violinista. El está aferrado a su familia, a su casa, está en su lugar en el mundo. Ella es itinerante, cada año en una escuela diferente y es algo que a través de los años ha podido manejar sin problemas, ya está acostumbrada y espera que en algún momento llegue la oportunidad de ser titular de un curso. Hay algo de pasional en Jean y de racional en Mme. Chambon, pero a la hora de la conexión entre ellos, no habrá ningún tipo de fronteras, podrán entenderse con muy pocas palabras, apenas con un diálogo de miradas. Y es por eso que no son precisamente los diálogos el fuerte de este exquisito film francés. "Une affaire d' amour" se basa en la complicidad que pueda establecer el espectador al dejarse llevar por un universo donde los silencios, las miradas y lo que quizás quede como "no dicho" son el sustento del vínculo que irá creciendo entre estos dos personajes de una manera dulcemente tranquila. Un final demasiado inmerso dentro de los cánones del cine clásico que abandona ese juego sutil de sobreentendidos y de caricias con la cámara, sea quizás demasiado contundente, cuando abandonando la historia unos minutos antes ya hubiese dejado claro adónde nos quería llevar el director. Sin dudas Brizé cuenta con dos actores que no dudaron en prestarse al juego que propone el director. Tanto Vincent Lindon en su Jean, un poco tosco, un poco salvaje, un poco niño y Sandrine Kiberlain como esa maestra etérea y aparentemente frágil que lo enamora con la mirada, hacen que esta fábula de amor y desamor sea intensamente creíble y que muchos de los fotogramas parezcan cuadros donde el espectador quiere quedarse detenido por un rato y acompañarlos en esta aventura.
Hay gato encerrado Seguramente no cualquier tira cómica nacida en la gráfica, pueda correr la misma suerte cuando el personaje logre movimiento y voz en la pantalla grande. Sin duda Gaturro, era una de las figuras más esperadas por el público infantil y finalmente ha llegado su momento cinematográfico. Pero aunque uno quiera evitarlo por todos los medios, a los pocos minutos de comenzada la película, caemos en la odiosa comparación con otros recientes estrenos de animación, y sobre todo cuando comparamos con los de la factoría Pixar como "Up!" o "Toy Story 3" o la más cercana "Mi villano favorito". Lamentablemente, "Gaturro" presenta una historia demasiado precaria frente a sus compañeras de rubro e incluso en comparación con si misma. Si bien los efectos y la animación digital pueden estar a la altura de las expectativas, la falta de un guión atractivo y que mantenga un buen ritmo, hace que haya algunos momentos donde los pequeños en la platea (y mucho más los padres) comiencen a perder el interés en la historia. El equipo que armó el guión prefirió ir a lo seguro, apoyarse en algunos lugares comunes que animarse más a jugar con un humor más descabellado e irónico que Gaturro podría haber manejado perfectamente. El triángulo amoroso: Gaturro, su amada Agatha y el rival de apellido de la "high society" Max logran arrancar bien al inicio del film, pero juegan con situaciones que se reiteran como "loops" que terminan resolviéndose de la misma manera, para volver a empezar a los pocos minutos. Y como la trama se va enfriando, algunas situaciones algo forzosas (por ejemplo la escena del baño de Gaturro en la veterinaria es una de ellas) intentan dar velocidad a la película confundiendo al espectador en una especie de caos de algunos minutos para luego seguir navegando por el mismo hilo argumental. La falta de desarrollo de algunos personajes secundarios que pudiesen haber sido interesantes (el único destacable es Rat Pitt, al que continuamente se lo obliga a jugar la parte musical de la historia, rellenando con grandes lagunas de canciones que diluyen el hilo narrativo), el centrar la trama demasiado en una historia casi calcada de una novela de la tarde sumado a la falta una inteligente inclusión de los personajes "humanos" de la película, hace que "Gaturro, la película" sea un producto solamente disfrutable para los más chicos de la platea. Para justificar el 3D, la camara abusa del movimiento en 180 grados en muchas de las escenas, cosas que vuelan sin demasiado sentido y cualquier otra revolución tecnológica sería mejor saludada si un guión mucho más sólido la estuviese conteniendo. De todos modos, una pelicula de animación requiere de un exhaustivo trabajo en equipo y "Gaturro" logra imponer un producto digno aunque solamente interese por momentos y a la platea más menuda. Evidentemente el guión le puso los guantes y todos sabemos que gato con guantes....
Vecinos invasores Quienes hayan visto "El Artista", la ópera prima de ficción del dueto Cohn-Duprat con Pángaro y Laiseca como protagonistas, seguramente habrán pensado que sería dificil abordar este segundo film, tratando de mantener el excelente nivel creativo de su antecesora. Sin embargo, esta dupla creativa que ya se había presentado con un revolucionario formato televisivo, novedoso e irreverente como lo fue "Televisión Abierta" fueron por más. Porque no sólo mantuvieron este nivel sino que lo han superado ampliamente con "El hombre de al lado" su segundo opus de ficción (también habían filmado anteriormente a ambas el documental "Yo, presidente") que ya se había mostrado en el Festival Internacional de Mar del Plata a fines del año pasado, donde había conseguido varios premios, aunque lo más importante, la total adhesión de un público cómplice que la había disfrutado plenamente. La punta de ovillo de la que los autores "tiran" para desenrollar toda la madeja, es una simple pelea entre vecinos. Y Cohn-Duprat aprovechan la anécdota para contar muchísimo más de lo que simplemente aparece en un primer momento, cuando uno de los dos quiera construir una ventana que obviamente "molestará" al vecino invadido. La privacidad invadida, la intormisión injustificada, la violencia que estos hechos ocultan, hacen que estos dos vecinos desplieguen en su enfrentamiento, dos personalidades opuestas y complejas. Mientras que el nuevo vecino (brillante Daniel Araoz) hace gala de su simpleza y del exhacerbamiento de toda su extroversión como herramienta de comunicación, el otro es perfectamente, su opuesto complementario. Rafael Spregelburd tiene a cargo el rol del vecino invadido, que piensa más de lo que actúa, que está pendiente de la mirada del otro y del quedar bien aún cuando sabe que su vecino lo avasalla. Araoz compone una criatura a su medida, arrolladora en cada escena, con un toque kisch que lo convierte en una caricatura exacta del vecino que cualquiera odiaría tener, un berreta perverso y exhibicionista que se contrapone con toda la intelectualización progre que destila la pareja burguesa que vive en la casa de al lado: que es, por supuesto, una completamente especial, con un estilo arquitectónico sutil y delicioso. Justamente la locación donde Cohn y Duprat lograron desarrollar la historia es una casa única en América Latina que construyó el arquitecto Le Corbusier hacia fines de los ’40 en la ciudad de La Plata que es hoy un ícono dentro de la construcción moderna. Ya de por si contradictorio en su decir y en su actuar, este nuevo vecino, Victor, tratará de simpatizar con la pareja pero despertará - sin quererlo? - un enfrentamiento que sacará lo peor de cada uno de ellos. Absolutamente creativa tanto en la idea original como en el desarollo de los diálogos, nuevamente esa dupla de directores brilla por su singularidad en la construcción de una historia desde un punto de vista completamente nuevo, jamás abordado de esta forma por el cine nacional (ya en "El artista" mostraban una manera totalmente irreverente y divertida de autoreferenciarse en la burla por lo que todo el mundo entiende como arte). Logran como gran adicional, que los dos protagonistas sean completamente excluyentes y logren dar vida a estos dos personajes, sin posibilidad de que pensemos que pueda haber otros actores tan exactos para jugar a este juego. Disfrutable de principio a fin, con un humor inteligente y directo, tan representativo de nuestra idiosincracia, las dos personalidades contrapuestas nos hacen ver, en un momento o en otro, la dualidad con la que nos movemos, un poco como el Dr. Jeckyll y Mr. Hyde que todos llevamos dentro, donde en un momento somos uno de ellos y en cualquier otro momento podemos ser parte del otro. La secuencia final, nos ofrece un plus, donde los guionistas nos demuestran que son capaces también de darnos una vuelta de tuerca sorprendente y sacar un as en la manga para que sigamos admirando su capacidad de contarnos historias y de atraparnos en distintos registros, en diferentes laberintos. Y la creatividad puesta al servicio de una buena historia, de un relato ingenioso y plagado de humor, es un talento que el espectador agradece mucho tiempo después de terminada la proyección.
No es bueno que un viudo esté solo... "The boys are back - De vuelta a la vida" está basada en la novela autobiográfica de Simon Carr, periodista deportivo radicado en Australia, que tiene que continuar con su día a día profesional, mantener su hogar y criar a su hijo de 6 años, tras la pérdida de su segunda esposa por una enfermedad terminal. Para sumarse a un cuadro algo caótico, al poco tiempo, vuelve de Inglaterra su hijo mayor -hijo de su primer matrimonio- con quien tiene varios asuntos pendientes que resolver. Scott Hicks ya había dado pruebas de poder manejar estos dramas basados en hechos reales con "Crepúsculo" una pelicula muy interesante que contaba con la extraordinaria actuación protagónica de Geoffrey Rush para que sobresaliese del promedio. En este caso, el peso del protagónico recae sobre Clive Owen quien brinda una actuación completamente alejada de los papeles que suele interpretar y en este caso, está muy bien secundado por sus hijos en la ficción que ayudan a que este melodrama gane en credibilidad. Los vínculos con la familia de su segunda mujer -fundamentalmente la dificil relación con su ex suegra-, los asuntos pendientes que afloran sobre su primer matrimonio, la adaptación a su prematura viudez y el desarrollo de un nuevo lazo con sus dos hijos-, son algunos de los temas que el guión aborda sin poder anclar en ninguno de ellos con la profundidad necesaria. Esto se convierte en la principal dificultad con la que se encuentra la película sin llegar a encontrar un tono confesional e intimista adecuado, sobrevolando el drama familiar con un formato mayoritariamente de película de televisión, de una forma superficial aunque no decaiga en interés en ningún momento. La buena dirección de Hicks, acompañada de una hermosa fotografía de paisajes de Australia y una correcta banda sonora, hacen que "The boys are back" sea un producto sólido aún cuando al finalizar, deje un resultado demasiado liviano y sobre todo, algunas debilidades del guión que hacen que algunos planteos presentados, no se terminen de definir. Quizás trabajando con un guión más sólido en el desarrollo de los personajes, Hicks hubiese podido ganar en profundidad. Sin embargo, el guión queda en muchas situaciones a mitad de camino, y cabe preguntarse finalmente cuál es el aspecto saliente de la historia por el cual decidieron llevarla a la pantalla. Owen brinda una faceta actoral diferente y logra sostener el protagónico absoluto en un film que peca por visitar demasiados lugares comunes sin que logre levantar demasiado vuelo, permitiendo de todos modos que brillen los actores -George Mac. Kay como el hijo adolescente también brinda una muy buena actuación-.