Con aires ochentosos y muy almodovorianos llega esta comedia multiorgásmica que han dirigido Santiago Giralt, Eva Bär, Alejandro Montiel y Diego Schipani. “Las hermanas L” -en un principio se llamaba “Las hermanas Legrand”-, nos hace acordar a ese cine post dictadura que pobló nuestras pantallas en los años 84-89. La historia es la de dos hermanas que luego de un tiempo vuelven a convivir y protagonizan historias cruzadas de sexo, encuentros y desencuentros. Lo que llama la atención de esta comedia es que muchas escenas rondan el sexo casi explícito con condimentos que hacen acordar al cine picaresco de los 70. Sofía Braier, Silvina Acosta son las hermanas L, Esteban Meloni uno de los pretendientes, Daniel Fanego es el padre bohemio, Elías Viñoles, otro de los muchachos que se la pasan haciendo el amor. El aporte de Soledad Silveyra como Mabe,l que se gana la vida escribiendo literatura erótica y fumando marihuana, está muy sobreactuada y quedada en el tiempo, en tanto Willy Lemos como Coco L da vida a un travesti y nos hace acordar a aquellas primeras películas de Pedro Almodovar que escandalizaron a más de uno. “Las hermanas L” por momentos divierte y por momentos es previsible, hasta se podría decir que atrasa un par de décadas. Las escenas osadas y subidas de tono a esta altura no escandalizan a nadie. Hay que destacar la fotografía y la música que funciona como vínculo para las escenas de sexo. Queda como anécdota que Mirtha Legrand no dejó usar su apellido para el título de este filme que funciona como un homenaje a aquel cine del destape español que pobló nuestras carteleras porteñas. Incluso el afiche tiene una estética que nos recuerda que el arte envejece muy pronto.
Nicolás del Boca, padre de Andrea del Boca. es el director, Enrique Torres, el cuñado de Andrea, el guionista, Annabella del Boca, hermana de Andrea y mujer de Enrique Torres, la productora y Andrea es la voz del teléfono que casi finalizando la historia se atreve a dar la cara. Podemos decir que “Un buen día” es una producción hecha en familia y punto. Diálogos inverosímiles, edulcorados y hasta kitch son los que se escuchan en boca de Fabiana (Lucia Solá, cuyo mérito es ser la novia de Al Pacino), y Manuel (Aníbal Silveyra, quien en la Argentina se lo recuerda por haber hecho “El beso de la mujer araña” Fabiana y Manuel son dos argentinos emigraron a Estados Unidos por motivos muy distintos. Ambos lograron rehacer sus vidas en la ciudad de Long Beach, California, sin embargo cuando se cruzan por accidente en una cafetería su origen argentino hace que entablen una relación que crece a medida que transcurre el día. Analizando la hora y media de de narración se puede decir que es un gran intento fallido de nuestro cine nacional. De cine no hay nada y lo que hace Nicolás del Boca es seguir con la cámara a esta pareja por hermosas calles y parajes. La catarata de palabras y diálogos que no tienen gracia, y hasta ciertas declamaciones de radioteatro de la década del 40, hacen que “Un buen día” pase al olvido.
Cierre de la trilogía que con autenticidad revela la marginación vista por Campusano Campusano vuelve a la carga con una nueva película que se ocupa de esas tribus urbanas de motoqueros que pululan por el Gran Buenos Aires. En sus anteriores trabajos “Vil Romance” (2009) y “Legión tribus urbanas” (2006), abordaba la problemática de los marginales del conurbano. En esta la atención se centra en el Vikingo, un ser marginal pero con códigos que se convierte en una especie de sheriff de estos tiempos. Al igual que en sus anteriores realizaciones no son actores profesionales los que actúan. Los personajes son seres reales que viven en la marginación y entre las balaceras. Los ambientes sórdidos, los rateritos, los caños, la pobreza y las motos al estilo “Busco mi destino” (1969) están a la orden del día. El cine de Campusano es crudo, real y hasta puede llegar a molestar. Su cine es aclamado en los festivales internacionales y hace unos días “Vikingo” ha sido muy aplaudida en Polonia. El cine de Campu ya es internacional y sus historias marginales se han convertido en un referente para saber cómo es esa Buenos Aires del Conurbano. “Vikingo” cumple la premisa de entretener y de hacernos reflexionar a la vez. Aquí no están los rubios y los carilindos. Acá hay gente común con códigos y sin códigos que luchan por sobrevivir en esa jungla de cemento llamada Gran Buenos Aires. “Vikingo” es un relato que expone un conflicto de facciones surgidas en la periferia de Buenos Aires Él es un respetado motociclista de vida licenciosa. El honor y el respeto son sus códigos, es como un guerrero que trata de equilibrar la balanza del bien y el mal. La narración de la historia, la actitud violenta y de tensión que generan los protagonistas, y la manera de filmar de José Celestino Campusano hacen que “Vikingo” sea una película interesante. Su realizador completa una trilogía que se inició con “Vil romance”, continuó con “Legión tribus urbanas” y concluye con “Vikingo”, un ser duro pero encantador.
“Bebés” es un filme que comienza siendo simpático, pero que termina aburriendo debido a las escenas reiterativas que se suceden a lo largo de los 79 minutos. Los bebés protagonistas son de la sabana de Namibia, de la estepa de Mongolia, hay otro de una ciudad japonesa y por último un bebé de San Francisco, California. Lo que muestra el documental es lo mismo que ya habían hecho los hermanos Lumiére con sus cortos, sobre todo aquél en que le dan de comer al bebé en la boca. Han pasado 115 años y lo que se narra son situaciones de bebés visualizando muy bien cómo es un parto, los primeros contactos tocando todo lo que ven descubriendo su entorno, el gateo y los primeros pasos vacilantes sobre el planeta. Si bien la producción es francesa no se muestran bebés europeos, ni latinoamericanos, lo que es una lástima porque si lo que se pretendía develar cómo se desarrollaban los bebés en distintas latitudes del mundo y cuáles son sus comportamientos, falta la otra parte. Queda como un trabajo bien concebido pero que quedó a mitad de camino. “Bebés” es una realización inocente, por momentos bello, por momentos se torna hasta empalagosa.
Deseando a la mujer de mi amigo ¿Qué es el matrimonio? Es una pregunta que uno se puede hacer mientras ve “Secretos de matrimonio”. Aquí no hay un tercero en discordia, aquí son cuatro los que están afectados y muchos los interrogantes que se plantean a medida que va transcurriendo este filme sueco. Los conflictos que puede haber en cualquier matrimonio quedan al desnudo cuando la hipocresía, el poder, o los negociados están sobre la mesa, otro tanto ocurre con la crueldad que se verá reflejada en el tratamiento de estos seres humanos que estallan en un punto en común. “Secretos de matrimonio” indaga en los problemas sentimentales de la gente que tiene más de 50 años de edad: Erland trabaja en una fábrica de papel de una pequeña ciudad industrial junto con su mejor amigo Sven-Erik. En su tiempo libre él, junto a su esposa Maj, dirigen una escuela de matrimonios la cuál forma parte del grupo de debate por la tarde en la iglesia local. En una fiesta Erland siente una fuerte atracción y comenzará una historia de amor junto a la nueva esposa de Sven-Erik, Karin. La solución racional de Erland es que los cuatro se sienten y discuten sobre la situación. Ellos deciden que Sven-Erik y Karin se muden junto a Erland y Maj, pero establecen 10 reglas para la nueva vida juntos. Experimento que los pondrá a prueba y amenaza con sumergirlos a todos en el profundo abismo. “Secretos de matrimonio” es una realización adulta, para pensar, reflexionar y sentirse más contemplativo cuando se vuelve al hogar o cuando se desea a la mujer del mejor amigo.
El realizador Bebe Kamín (“Adiós Sui-Generis” -1976-, “Los chicos de la guerra” -1984-, entre otras), reaparece a través de este documental que refleja un momento de la restauración de un ícono musical de la cultura argentina y universal. Trata sobre la convergencia de artesanos, arquitectos e ingenieros, directores de orquesta, cantantes de ópera y regisseurs. Obreros y artistas. Testimonios de profesionales, mediciones acústicas, frescos gigantes y piezas corales o de cámara componen una sinfonía audiovisual del Teatro Colón. Sorprende que Bebe Kamín en el mayor de los silencios haya hecho este documental que termina siendo un intento fallido y parece más una propaganda oficial que un documental en general. La salida de este filme también se produce en el mayor de los silencios puesto no ha habido privadas para la prensa, apenas unos DVD distribuidos entre algunos periodistas. Quien escribe hubiese deseado que éste hubiese sido un documental para conocer un poco más el templo de la ópera. Lamentablemente se queda a mitad de camino.
Adrián Biniez es un realizador argentino que vive en el Uruguay, y en esta película cuenta la historia de Jara, un muchacho solitario que trabaja en la seguridad de un supermercado por las noches. Desde su monitor chequea las actividades del personal hasta que se enamora de la chica que hace la limpieza. Éste voyeur a su vez es una persona tímida, violenta y de pocas palabras, que los fines de semana trabaja de patovica en un boliche de rock. La relación enfermiza que se plantea a la hora en que su enamorada es echada del supermercado marca los límites de este filme lento, silencioso y por momentos reflexivo. Horacio Camandule en la piel de Jara muestra solvencia y mucha seguridad, la dirección de actores es muy medida y genera ansiedad en el espectador, por su parte Leonor Svarcas /Julia) es una gran actriz, joven y bonita. Sin lugar a dudas, esta historia tiene todos los aditamentos para convertirse en un interesante filme uruguayo que se suma a “Whisky” y “El Baño del Papa” como clásicos de la cinematografía que se hace del otro lado del charco.
“Orquesta Roja” es una historia real. Sucedió y muchos compraron la noticia. Todo empezó el 5 de abril de 2000, en Concordia, Entre Ríos. Dos importantes medios de comunicación transmiten en vivo y en directo, desde la ciudad más empobrecida del país, donde un grupo guerrillero se prepara para “entrar en guerra” contra el orden establecido. Detrás de un pasamontañas, el lider del “Comando Sabino Navarro” se atribuye flamantes atentados, y dice tener conexión con las FARC en Colombia y con los zapatistas en Chiapas. La noticia es una bomba mediática y millones de personas siguen con preocupación las transmisiones. Sin embargo, para esa misma tarde, ya era público que todo había sido una puesta en escena de José María “Chelo” Lima, Carlos Sánchez y Patricia Rivero, militantes sociales y líderes piqueteros de la región. Diez años después de la cárcel y la condena social, Nicolás Herzog los convence para que relaten, y hasta actúen, escenas de su propia historia. Sin embargo, “Orquesta roja” no es sólo esa película, sino un cruce entre su making of, cine dentro del cine, policial negro y documental, sobre el papel de los medios de comunicación (y el cine) en la construcción de esa ficción que llamamos realidad. Nicolás Herzog, su realizador, en forma lenta va narrando esta historia que nos termina enseñando que no siempre hay creer a pie juntillas las noticias que nos trasmiten los medios de comunicación. Quizá la obra pierda un poco de ritmo en la primera media hora y hace que al espectador nada lo sorprenda hasta el final. Para este cronista el filme plantea una moraleja muy interesante: la vida es una puesta en escena y en éste caso la noticia se convierte en un reality.
“Sarmiento, un acto inolvidable”, película sanjuanina estrenada en Cuyo en agosto de 2009 y ya vista por 30.000 espectadores, se estrenó en Buenos Aires, exhibiendo lo que su realizador Pepe de la Colina presentó como “una propuesta que busca hacer equilibrio entre las posiciones demasiado extremistas que genera la figura y la obra de Sarmiento”. “Por ahí nosotros hemos idolatrado mucho a Sarmiento y los porteños lo denostan demasiado, así que en esta película intentamos balancear ambas miradas”, argumentó De la Colina. El cineasta de 52 años que lleva tres décadas de actividad audiovisual, consideró que a la hora de encarar su demorada ópera prima “me pareció que había que hacer un Sarmiento distinto”. Pepe indicó que para el filme que desata su trama a partir de un acto escolar por el aniversario de quien fuera presidente de la Nación entre 1868 y 1874, “tuve la idea de hacer un Sarmiento más humano y quizá más simple”. De la Colina sostuvo que el disparador del filme “comenzó cuando me pregunté qué pasaría si Sarmiento estuviera mirando por la ventana un acto escolar en su homenaje”. Para el realizador, que se inició en el cine como “meritorio del segundo ayudante” para el filme “Difunta Correa” (1975), de Hugo Reynaldo Mattar, el hecho de llevar a Sarmiento a la pantalla grande “era una deuda pendiente”. “Salvo la película donde Enrique Muiño hizo de Sarmiento (por ‘Su mejor alumno‘, de Lucas Demare, de 1944) -apuntó-, el cine pasó por alto a este prócer y personaje”. Con tono coloquial, admirativo y cariñoso, pero sin pasar por alto los cuestionamientos que completan la figura del sanjuanino nacido en 1811, que murió 77 años más tarde en Paraguay, la trama transcurre en el presente pero apela a escenas de época que muestran aspectos de la vida y de la acción de Sarmiento. Para alcanzar este logrado prodigio, “Sarmiento, un acto inolvidable” necesitó de un equipo de trabajo de 450 integrantes entre personal técnico y actores. En semejante grupo destacan las actuaciones de un elenco integrado por Boy Segovia, Viviana Moya, Katy Moya, Federica Mariconda, Antonio De Tommaso, Ricardo Sáenz, Manuel Cardozo, Mabel de Arrascaeta, Martín Graffigna Palomba, Willy Riveros, Rosita Molina y Gabriel Yudewitz. La cuidada textura de la obra apela a la utilización del sistema Blu-Ray de alta definición que por primera vez se aplica en la Argentina, que brinda una calidad seis veces superior que un video común por el que en muchos países se ha sustituido el 35mm. A pesar de todos estos avances tecnológico “Sarmiento, un acto inolvidable” se convierte en un acto olvidable. Otro intento fallido de nuestra historia llevada al cine.
Cuando los chicos hacen todo lo posible para que sus padres no se separen podría ser el nudo de esta producción, pero hay algo más a medida que pasan los minutos y la proyección nos interna en una deliciosa historia que termina sucumbiendo sobre los últimos 30 minutos. Yuki es una niña de 9 años, quien se entera que sus padres se van a separar. Su padre es francés, su madre japonesa. Ambos han resuelto que Yuki se vaya a vivir con su madre a Japón. Yuki va a hacer lo imposible por llamar la atención y quedarse con su padre y Nina, su alma gemela. Juntas harán lo posible e imposible para llamar la atención a fin de logar que sus progenitores no se separen. Pero un bosque y un par de actitudes terminarán por desencadenar un final que se va desinflando hasta llegar a una resolución poco convincente. Se trata de una historia dramática, narrada con ternura, desarrollada dentro de una sostenida atmósfera tensa, a la vez cálida, profundamente humana, en su tratamiento desde el guión hasta la realización. Técnicamente denota buen nivel, y el plantel interpretativo aporta trabajos muy equilibrados, destacándose las actuaciones de las dos niñas que asumen la responsabilidad de animar a las protagonistas, Noë Sampy (Yuki) y Arielle Moutel (Nina), por la credibilidad que transmiten por la espontaneidad que lograron merced al trabajo de muy buena dirección de los integrantes del elenco.