Ritos satánicos en el bosque tucumano. Ignacio Rogers debuta con una película de género, poniendo en juego una historia vinculada a leyendas del norte de nuestro país, que tienen su origen en la época de la conquista española. Cuando el hombre blanco invadía las tierras y se entrometía en las costumbres de las tribus que allí habitaban. Todo comienza en el momento que cuatro amigos se van a vacacionar a un pequeño pueblo en medio de las montañas tucumanas. La cosa va de maravilla (aire fresco, mucho verde, una hermosa laguna), hasta que en un paseo nocturno, uno de ellos se cruza con un extraño hombre ensangrentado. A partir de ese instante se comenzarán a suceder una serie de crímenes inexplicables, y el grupo quedará varado en ese lugar infernal. Sí… el auto se rompe, no hay repuestos, el colectivo para la ciudad pasa una vez a la semana, y demás tópicos del género. Sin dudas, una fuerza maligna e invisible los retiene. A su vez, el pueblo parece ser cómplice de esos asesinatos rituales. Estamos ante una película muy bien actuada, técnicamente impecable, que a partir del avistaje del “diablo blanco” se sumerge en un ámbito enrarecido, por momentos lisérgico. Si algo podemos observar es que el tempo se dilata encontrando un final algo abrupto. Es decir, hay un cambio de clima narrativamente violento al momento del desenlace. Más allá de esto, Rogers nos adentra en una historia atrayente y sugestiva, que se vale de elementos autóctonos para provocar terror.
Chris Hemsworth y Tessa Thompson toman la posta para proteger la Tierra de la “escoria del universo”. Con fines de reciclarse, la franquicia Men in Black (MIB) nos ofrece una cuarta entrega, dirigida por F. Gary Gray; y con el apoyo en la producción nada menos que de Steven Spielberg. Lo que nos da la pauta que la aventura y los efectos especiales serán elementos claves de la cinta, y claro la química que se da entre los nuevos agentes protagonistas: Chris Hemsworth y Tessa Thompson. La sangre se renueva con el agente H y la agente M. Si, además de la agente O (Emma Thompson), llega otra mujer a MIB. Una mujer que a partir de una experiencia con un alienígena en su niñez, se obsesiona con el tema y con los hombres vestidos de negro que estuvieron en su casa. Inteligente e intuitiva, M encontrará la base secreta de los Men in Black, y gracias a su astucia se convertirá en uno de ellos. Impulsada por sus ganas y la curiosidad conoce al agente H, el más popular del lugar, nada menos que por haber salvado al mundo dos veces. Lo ayudará en una misión aparentemente fácil que desencadenará en la más difícil de todas: encontrar al agente infiltrado dentro de la organización, aliado de la fuerza extraterrestre más hostil y peligrosa, La Colmena. Hombres de Negro: Internacional, tiene la habilidad de despegarse de los argumentos de sus antecesoras, por lo que funciona de forma autónoma. La historia, bastante plana, se estructura a base de la acción y el sentido de aventura, con una dinámica que no nos da respiro. Estamos todo el tiempo sumergidos en viajes veloces e interestelares, luchas a punta de láser con parásitos alienígenas, intercalados con algún que otro gag cómico. El mayor acierto de la cinta es convocar a nuestros Thor y Valquiria, que gracias a su química logran sostener un relato que no aporta demasiada originalidad, saturado de efectos digitales y con bastantes baches de guion. Vale aceptar también que la película entrega lo que promete: dos chicos carismáticos que se entretienen cazando extraterrestres, atravesados por la espectacularidad que nos suele brindar una súper producción de esta índole.
Experimentos, sectas y jumpscares coronan la ópera prima del ruso Pavel Sidorov. Si chic@s, estamos ante un nuevo exponente de cine de género que llega desde tierras rusas. Pavel Sidorov debuta con Pesadilla al amanecer, cinta respaldada por los mismos productores de La novia, otra película del mismo origen que también logró distribución internacional. En verdad es gratificante recibir cine de horror de otros lares, aunque el resultado final, salvo por detalles propios de la cultura del lugar, sea bastante genérico. La historia comienza oscura y enrarecida de entrada, como lo indica su nombre se percibe un ambiente pesadillezco, y en una ocasión que es bien terrenal: las fiesta de cumpleaños de Sveta, la joven protagonista. Un festejo que le organizaron sus amigos, con la gran sorpresa final, la llegada de su hermano Anton, a quien ve poco. Ellos son huérfanos, perdieron a su madre en circunstancias extrañas, de niños. Encima la decoración barroca y anticuada del departamento, nos pone en tono para experimentar los peores estados de vigilia. Como el que está atravesando la joven cuando de pronto despierta y ve a su hermano arrojarse por la ventana. Después del trágico hecho sus pesadillas comienzan a ser más recurrentes, hasta se da cuenta que Anton padecía de lo mismo. Tras investigar a su madre y a su hermano, todo la llevará a la clínica del Dr. Vitali, quien se especializa en trastornos del sueño, y en donde Sveta comenzará un tratamiento de sueño inducido con otros tres pacientes. A partir de aquí la cinta transcurre dentro de la institución, exponiendo los peores demonios de cada participante, en un estado alucinatorio absoluto. Tratando de confundirnos con los límites entre la vigilia y la “realidad”, al mejor estilo Inception de Nolan, claro que aquí hay demonios sin rostro, escapes de mortales de gas, incendios macabros y fobias. La cinta comienza con el relato de los hermanos. Todo parece indicar que habrá una especie de investigación de Sveta para descubrir lo que le sucede, y lo que le sucedió a sus seres queridos, cuando de repente hay un giro en la trama y la cosa se centra en el Instituto de Estudios del Sueño, un lugar anclado en el tiempo con reminiscencias a la guerra fría entre los año 70´y 80´. Si no fuera por ciertos indicadores cuesta creer que estamos en la época actual, hasta la vestimenta de los personajes va a tono. Pero no nos desviemos, el relato no nos brinda un monstruo específico, sino que elabora situaciones tensas, con jumpscares , acompañadas todo el tiempo por una música algo recargada, y cuando el argumento parece diluirse, el director trata de redondearlo con otra subtrama apenas desarrollada en la cinta. El resultado: un final algo forzado con imágenes y diálogos redundantes. Las actuaciones son acertadas, se generan buenos climas y el nivel de producción acompaña … ¿pero con eso alcanza?
¡Hay química! Seth Rogen y Charlize Theron, a bordo de una comedia alocada y vertiginosa. Si bien es cierto que en las comedias románticas está todo inventado, hay fórmulas que a pesar del cliché funcionan… y este es el caso. ¿Porqué? Por la innegable química entre los protagonistas; por el encanto y la luminosidad de una actriz como Charlize Theron; por la irreverencia de un comediante cómo Seth Rogen; por lo buenos gags, la mejor música y claro, diálogos inteligentes. En Ni en tus sueños Theron interpreta Charlotte Field, la Secretaria de Estado de los Estados Unidos, quien tras enterarse que el Presidente no se quiere postular a una reelección (su intención es ser una estrella de cine), se pone en carrera para convertirse en la primera Presidenta de la Nación. Por su parte, Rogen encarna a Fred Flarsky, un periodista idealista que renuncia a su puesto de trabajo el día que se entera que una corporación compró el medio independiente en el cual trabaja. Por esas casualidades de la vida, una noche ambos se encontrarán en un evento político, y es así que nos enteraremos que la bella Charlotte fue la niñera y primer amor de Fred. Después del encuentro y reconocimiento de ambos, Charlotte decidirá contratar a un Fred ahora desempleado, para que le escriba sus discursos de campaña. Claro que a partir de aquí, ambos comenzarán a conectarse y conocerse íntimamente. Esta pareja despareja, la de la niña dorada políticamente correcta y el nerd algo torpe y sin sentido de la moda, de un momento a otro comienza a funcionar. Quizá es inapropiado para el afuera, pero ellos se divierten libres de prejuicios. El director pone en escena situaciones hilarantes, algún que otro gag físico y escatológico, pero sobre todo diálogos nerds, colmados de referencias cinéfilas y televisivas, y de chistes políticos muy entretenidos. La cinta está narrada con un ritmo vertiginoso y teniendo muy en cuenta el amor hacia sus personajes, lo que genera empatía inmediata. Estamos ante una reelaboración del clásico cuento de hadas, apto para mayores, que a pesar de su previsibilidad funciona, tracciona y enamora, gracias a un guion delirante e incorrecto y a la magia de sus protagonistas. Todo un placer culpable de principio a fin.
Sophie Turner pone su cuerpo a una Dark Phoenix descontrolada en la nueva entrega de los 'X-Men'. La legión mutante de Marvel ha regresado y más power que nunca. En una era donde renace de las cenizas (simbólicamente) la mujer, ¿casualmente? despiertan en Jean Grey (Sophie Turner) poderes incontrolables que la convierten en una verdadera Fénix Oscura. Todo comienza con una misión espacial del grupo de mutantes, en pos de salvar a tripulantes de una nave proveniente de la Tierra, donde Jean es alcanzada por una fuerza cósmica descomunal. Cuando regrese a casa, nada será lo mismo. Algo la ha atravesado en su interior, la radiación no solo la hace más poderosa, sino también emocionalmente inestable. Cuando comienza a descubrir secretos de su pasado que han sido silenciados por su maestro Charles Xavier (James McAvoy), la situación se volverá incontrolable; a tal punto que Jean pondrá en peligro aquellos que ama. Escapando de su familia mutante vagará sin rumbo visitando en una primera instancia a Erik Lensherr, nuestro rebelde Magneto (Michael Fassbender), para después caer bajo el influjo de Vuk (Jessica Chastain), una alienígena que quiere absorber su energía para que su raza, Bari, domine la tierra. Ambientada en la década de los 90, tras los sucesos de X-Men: Apocalipsis, Xavier parece atravesar un período algo contradictorio con los jóvenes mutantes. Arriesga sus pellejos en misiones muy peligrosas para mantener la paz con los humanos. Esto pone algo nerviosa a una líder como Mystique (Jennifer Lawrence), quien no duda en enfrentarlo y decirle que el equipo debería llamarse X-Women, debido a que siempre son las chicas las que salvan la situación en los momentos álgidos. Si bien todo funciona a través de la dinámica grupal, la impronta femenina en la cinta es ineludible desde el momento que se pone en el centro a Jean Grey. Atravesada por logradas escenas de acción, peleas más que dignas de la franquicia en donde se lucen Nocturno, Bestia, Tormenta y Cíclope, apreciaremos todos los poderes de los mutantes desplegados tal álbum coleccionable. Por supuesto, que la nueva entrega no decepcionará a los fans. A la par de un relato acorde a estas potentes manifestaciones, que halla atinadamente las dolencias y los traumas de estos jóvenes en plena ebullición. En X-Men: Dark Phoenix, Simon Kinberg logra equilibrar la espectacularidad con el conflicto dramático que atraviesan los personajes, en este caso nuestra Fénix Oscura, quien tiene que aprender a lidiar con el rechazo de un padre que le teme, y una ambivalencia que es parte de su esencia. No nos podemos quejar, los recursos estéticos estén al servicio de la historia. Nos encontramos ante una cinta que tiene el corazón en el lugar indicado, que a pesar del exceso de efectos especiales sigue demostrando que es la más madura y sofisticada de todas las sagas del universo Marvel.
Los chicos solo quieren divertirse… en el sótano. “Algunas personas encajan de inmediato, sin esfuerzo alguno. Debe ser lindo”, dice Sue Ann (Octavia Spencer) mientras se mira frente al espejo. Todo un manifiesto de su trauma. Pero rebobinemos, ¿de qué se trata Ma? Erica (Juliette Lewis) y su hija Maggie (Diana Silvers), después de vivir un largo tiempo en San Diego, regresan a su pueblo de origen en Mississippi. Lugar en donde nació y cursó la preparatoria Erica, quien retorna después de un fracaso matrimonial dado que consiguió trabajo de mesera en un casino. Mientras su madre trabaja, Maggie se adapta rápidamente a la escuela, en donde conoce al grupo cool. Lo chicos quieren pasarla bien, beber, enamorarse, descubrirse… el tema es que son menores de edad y no pueden comprar alcohol. Parados en la puerta de una tienda, y tratando de encontrar a un mayor de edad que les haga el favor, conocen a Sue Ann, quien accede al pedido de los adolescentes. Es así que la ayudante de veterinaria irá ganando poco a poco la confianza del grupo, y pasará de comprarles bebidas a ofrecer el sótano de su casa para que hagan fiestas. Como una teenager más, Sue Ann se unirá a los festejos más descontrolados. Si bien la cinta comienza en un tono coming of age, poco a poco el clima se va enrareciendo. No suceden cosas graves, pero hay algo latente que indica que algo anda mal. Claro que todo gira en torno a la actitud de Sue Ann, que de repente se vuelve algo obsesiva, y gracias a flashbacks intermitentes iremos develando (al igual que los demás protagonistas) uno a uno sus traumas de la adolescencia. En Ma las actuaciones se acoplan a la perfección, sobre todo la de Octavia Spencer que se carga la película al hombro, al in crescendo del suspenso; y sin dudas la narración en un momento detona honrando al más puro bulli revenge clase B. Una pizca de Carrie mezclada con una dosis de Misery, dan la pauta de un argumento manido que tiene la habilidad de salir airoso gracias a su humor y a la autoconciencia del género que transita. Bienvenidos al sótano, se van a divertir… y también va a correr sangre.
Entre cuadros musicales, el rocketman lyrics despega a la fama exorcizando traumas. Después del furor de Bohemian Rhapsody, el biopic del líder de Queen, Fredy Mercury, llega Rocketman, la cinta que indaga la vida de otro músico muy famoso: Elton John. Despegándose de la estricta biografía, esta se asemeja más a un musical fantasy, construyendo un universo delirante, combinado con un melodrama de intensa carga emocional. Las puertas se abren, y de repente vemos a Elton (un magnífico Taron Egerton) con su traje de diablo, cubierto de piedras brillosas, y no está entrando a brindar un show con miles de personas, sino a una reunión de Alcohólicos Anónimos. Dejando al grupo asombrado, se sienta en una de las sillas que conforma el círculo y allí confiesa su actual verdad: que es adicto a todo tipo de drogas y al sexo. A partir de semejante revelación, la narración se estructurará en un ida vuelta temporal conformado por números musicales, mostrando las distintas etapas de la vida del cantante. Desde su dramática infancia, la de un niño con padres poco afectuosos que debe alimentar solito su talento innato para la música; hasta su ascenso meteórico a la fama, y sus vínculos más importantes como el de su amigo y compositor Bernie Taupin (Jamie Bell), o el de su amante manager John Reid (Richard Madden), por cierto muy conflictivo. Un hombre que a pesar de tener el mundo a sus pies, talento y fama; se siente muy solo y le sigue sopesando el rechazo de un padre indiferente, una mujer carente de instinto maternal, además de tener que luchar con los prejuicios de una sociedad conservadora, por ser “distinto” a los demás. Es en los Estados Unidos, donde puede liberar su potencial artístico, para convertirse en un verdadero Rocketman. Si bien la cinta indaga de manera operística y algo banal su vida personal, a pesar de que surjan temas complejos como las drogas y su elección sexual, la historia gana desde su flanco musical. Los cuadros son luminosos, pegadizos y a través de ese recorte biográfico, escuchamos sus canciones más simbólicas y populares (¡aunque no está Sacrificio!), interpretadas por un acertado Egerton que parece captar la esencia del artista a la perfección. Toda la extravagancia, la ampulosidad, el artificio, los brillos y los excesos que convierten a Reginald Kenneth Dwight en Elton John, funcionan como un escudo emocional para cubrir el dolor, y a su vez sublimar lo que siente ese pequeño vacío de amor; ese niño que solo necesitó un beso y un abrazo dado a tiempo. "El arte consiste en crear mitos para revelar la verdad. Esta es la vida de Elton en clave de fantasía musical. Hemos querido celebrar la imaginación, la creatividad y las maravillosas posibilidades de Elton John", describe con certeza uno de los productores del film, y nosotros lo apoyamos.
Jasmine toma el mando en la reversión del clásico de Disney. Las mil y una noches se materializan en la nueva adaptación de acción real del clásico animado de Disney, Aladdín. De la mano del británico Guy Ritchie nos sumergimos en un universo colorido, atractivo, colmado de humor, amor y muy eléctrico. Claro que la historia versa sobre Aladdín (Mena Massoud), un joven huérfano que recurre al robo callejero para sobrevivir en Agrabah; ciudad liderada por el Sultán (Navid Negahban), quien tiene una hija tan inteligente como atractiva, Jasmine (Naomi Scott). La vida Aladdin, siempre acompañado de su fiel compañero Abu (un pequeño mono cómplice de sus fechorías), cambiará no solo cuando conozca a la princesa en una situación atípica y quede flechado; sino también cuando recurra al malvado Jafar (Marwan Kenzari), quien lo guiará hasta la lámpara mágica. El joven querrá conquistar a Jasmine, y Jafar convertirse en Sultán... su ambición no tiene límites. No tardará en aparecer el Genio de la lámpara (Will Smith), que le concederá tres deseos a nuestro habilidoso muchacho de corazón puro. Entre aventuras y cuadros musicales transcurre esta cinta colorida y graciosa, en la que Will Smith se luce como genio, a pesar de la crítica y los memes recibidos; también hay una química mágica entre la triada protagonista. Si bien narrativamente hay altibajos, el film gana en frescura y desparpajo. Por momentos las escenas son tan desmedidas, que trascienden lo real para involucrarnos de lleno en el terreno de lo fantástico. Otra cuestión a destacar es el rol que cumple Jasmine. Todo gira en torno a ella: el amor de su padre y de Aladdin, y hasta el propio poblado. Nada de princesas pasivas señores, aggiornada a nuestra era femenina ella tiene voz y voto, y a pesar de la negativa de su padre quiere gobernar la ciudad, sucederlo en el trono. No necesita casarse con un príncipe que no ama, dado que tiene todo lo necesario para hacerse cargo del asunto, y así lo demuestra en el desenlace de la trama donde es indispensable para restablecer el orden. Hasta le crearon su propia canción, todo un manifiesto feminista. Te recomendamos sacarte el chip racional y conectarte con el emocional, para disfrutar de una película donde priman el amor, la diversión, los acordes musicales y las buenas intenciones. Basta solo con frotar la lámpara mágica, pedir tres deseos y dejar volar la imaginación.
Los peluches imperfectos ganan en simpatía y talento, inmersos en un estallido de colores. En un universo maravillosamente anómalo (Villa Fea), donde abundan las fiestas y la música, viven los peluches que no encajan con los cánones de belleza impuestos por la sociedad. Y a pesar de la buena vibra que hay en el lugar, la muñeca Moxy no se siente completa. Ella añora encontrar a su humano, aquel que la elija para ser su juguete favorito… ser parte de su vida. Por este motivo se arriesga ir más allá, atravesando un oscuro pasadizo, y con una troupe de amigos descubre el Instituto de la Perfección. Un lugar en donde los muñecos se preparan para que los elijan sus niños. Con la excepción de que allí son todos físicamente perfectos, preparados bajo las órdenes de un tiránico Lou; un muñeco con apariencia de ensueño. Es así que lidiarán en este mundo que los expulsa, donde a fuerza de persistencia encontrarán su lugar de pertenencia. Formalmente la animación de la cinta es correcta; argumentalmente Uglydolls es bastante básica, y va estructurando su narración a través del musical. Cuenta una historia sencilla, que abarca, entre otras, una temática tan urgente como la del bullyng. Ojos saltones, dientes torcidos, orejas grandes… todo es motivo de la burla en el Instituto de la Perfección. Si algo nos queda bien claro de este relato, es el didactismo que impulsa respecto a aceptarnos en nuestras diferencias. A pesar de presentarse como una comedia, sin muchos gags ni chistes, gana más por las personalidades de sus personajes, y de una Mox que con simpatía acapara la cinta. Hace tiempo que la animación ha puesto el foco en la mirada adulta, pero Uglydolls está pensada para un público infantil que se divertirá mirando explosiones de colores y escuchando canciones pegadizas.
Las andanzas de Rosina. En un pueblo costero de Uruguay, una Rosina adolescente transita su verano entre baños en el mar y el acompañar a su padre a realizar las tareas de jardinería, en su mayoría, en las casas de los veraneantes. Un lugar sereno donde la falta de agua se hace notar, así como las hormonas de nuestra protagonista que se encuentra en pleno despertar sexual. El avistamiento por parte de Rosina, sumado un animal marino descuartizado a la orilla de la playa, alertará a los vecinos por la posible presencia de un tiburón. Situación que los llevará a organizarse para tratar de atraparlo. En el relato, el depredador no es un capricho de guion o un detalle simpático, sino que cumplirá una función fundamental. La música tecno noventosa y los colores flúor también delinean a nuestra protagonista algo introvertida y muy mental, pero de armas tomar, en una historia que oscila entre la cotidianidad junto a su familia y sus sentimientos amorosos por su compañero de trabajo, Joselo, que se volverá motivo de obsesión. Sin dudas Rosina tiene violencia contenida, ya lo observamos desde el comienzo cuando nos enteramos que ha lastimado el ojo de su hermana, según sus palabras sin intención (pero no parece tener remordimientos). Una violencia que irá evolucionando, una violencia latente a punto de estallar… desde llamadas anónimas hasta el secuestro de la perra de Joselo y un insospechado final. De forma sutil, Garibaldi retrata el deseo femenino y el poder subversivo de una adolescente que se trata de abrir paso hacia la adultez.