Pedagogía de la grandeza. La educación puede elevarnos hacía una apertura de caminos o inculcarnos una disciplina que nos permita alcanzar una habilidad extraordinaria, o simplemente homogeneizar y pasteurizar nuestras experiencias para llevarnos hacia una mediocridad que no nos permita construir nuevas formas de percibir, sentir, mirar y habitar el mundo. Bajo esta premisa surge Whiplash (2014), la segunda película de Damien Chazelle, que explora brutalmente las reglas del éxito en el restringido mundo del jazz a partir de la relación entre un profesor de música y un joven baterista de su orquesta. Andrew Neiman (Miles Teller) es un taciturno, retraído y talentoso baterista que busca trascender en el jazz bajo el influjo de las grandes personalidades del género como Bernard “Buddy” Rich. Tras entrar en uno de los mejores conservatorios de jazz de Estados Unidos, el docente más exigente de la institución, Terence Fletcher (J.K. Simmons) lo selecciona para su orquesta y comienza un severo entrenamiento que lo llevará a un colapso nervioso y a la adopción de posturas cínicas, psicópatas y agresivas. Sostenida en las grandes actuaciones de Teller y Simmons y una excelente dirección de Chazelle, el opus construye una metáfora dialéctica que pone en debate la tensión entre la necesidad del rigor educativo para lograr un esfuerzo extraordinario y la búsqueda de una destreza que alcance la grandeza, sin dejar de lado las consecuencias psicológicas de estas prácticas educativas para los jóvenes sin el temple para soportar ese nivel de exigencia. De esta forma, Whiplash construye paso a paso -a partir de un guión maravilloso- el sendero que la relación entre profesor y alumno transita hasta llegar al límite de la agresión física y psicológica, conformando una radiografía de los conflictos educativos pero también cuestionando los lineamientos pedagógicos y la ética docente. Con una sutileza y una profundidad fuera de lo común en Hollywood, la película logra adentrarse en el mundo de la música y comprender la importancia y la tensión de varios ángulos conflictivos de la formación musical para exhibir técnicas de aprendizaje heterodoxas, según los cánones actuales que pregonan el elogio de la diversidad y el juego en lugar de la exigencia. Sin retrotraerse hacia un fondo, las interpretaciones musicales son parte substancial y esencial del guión, en especial las de Caravan, la hermosa composición de Juan Tizol interpretada por Duke Ellington, y Whiplash, la diestra obra de Hank Levy escrita para la orquesta de Don Ellis. En ambas podemos apreciar la complejidad y el virtuosismo que su armonía transmite y exige a sus intérpretes a través de los extenuantes ensayos a los que Fletcher somete a su orquesta. Analizando incluso la retirada del jazz como vanguardia musical hacia reductos de melómanos expertos y aficionados presuntuosos, Whiplash indaga en el amor a la música y los sacrificios que los seres humanos se imponen para destacarse en el distinguido mundo de la industria musical profesional, centrándose en un desierto de soledad vinculado a la búsqueda de la perfección y concibiendo una espinosa historia sobre la obsesión de dos músicos para con el virtuosismo y el éxito artístico.
Mucho equívoco y pocas nueces. Los Imprevistos del Amor (Love, Rosie, 2014) es una comedia romántica coproducida por Inglaterra y Alemania que narra la historia de una pareja, Rosie y Alex, que debido a ciertos desencuentros deambula en una tensión entre la amistad y la relación amorosa. El guión de Juliette Towhidi está basado en la historia Where the Rainbows End (2004) de la escritora irlandesa de best sellers románticos, Cecelia Ahern. La historia del film le debe mucho a la película La Boda de mi Mejor Amigo (My Best Friend's Wedding, 1997), otra comedia romántica intrascendente protagonizada por Julia Roberts y dirigida por P.J. Hogan. Siguiendo la misma temática, Los Imprevistos del Amor intenta proponer un relato amoroso entre dos amigos que crecieron juntos pero nunca se confesaron sus sentimientos. Al graduarse, Alex se va a estudiar medicina a Estados Unidos y comienza una vida alrededor de la clase alta snob de Boston mientras que Rosie queda embarazada en una situación tragicómica y decide conservar al bebé y trabajar para mantenerlo, posponiendo sus sueños de estudiar administración hotelera en Estados Unidos. Ambos vuelven a reunirse cuando Alex se entera que Rosie le ha ocultado el embarazo y allí ambos comienzan a sentir que la vida los ha separado. La película dirigida por Christian Ditter, un director menor de películas infantiles, busca adaptar la historia de Ahern, plagada de diálogos mediatizados por las nuevas tecnologías de comunicación, y lo logra con cierto éxito, pero ni el texto original de la escritora de origen irlandés ni el guión de Towhidi consiguen escapar al carácter anodino e incluso inverosímil de la propuesta. La dirección de Ditter tampoco logra construir una tensión entre las idiosincrasias de los ingleses y los norteamericanos, lo que causa una homogeneización artificial que hunde aún más al opus en un fango del que con cada manotazo se sumerge más. Debido a todas estas características, Los Imprevistos del Amor se encierra en la estructura estereotipada de las comedias románticas basadas en la separación y el reencuentro de la pareja protagonista con personajes coloridos alrededor. El caparazón de esta estructura no protege a la película de sus deslucidos diálogos y de las situaciones jocosas fallidas, desarrollando los vericuetos de la típica comedia romántica sin asomar la cabeza para comprender que el resultado es trivial y la inocencia de los personajes es el corolario de una falta de profundidad que marca toda la película. Así, el amor sigue su camino y los imprevistos pasan de largo sin pena ni gloria.
Dolor mafioso. La opera prima de Chad Stahelski, Sin Control, es una película de acción acerca de la venganza de un ex integrante de la mafia rusa sobre sus antiguos compañeros de armas como represalia a un robo en su hogar. Con una estética oscura con preponderancia de tonos azules, el opus de Stahelski construye una historia de dolor en la que tras la muerte de su esposa, el ex mafioso John Wick recibe un cariñoso perro como regalo de ella para sobrellevar el dolor de la pérdida. El hijo de su antiguo empleador asalta su residencia para robarle su auto de colección y así se desata una cacería que lleva a Wick a volver a su antiguo trabajo, eliminando a sus nuevos enemigos y antiguos camaradas. La propuesta pretende asimilarse a la moda de los comics góticos modernos de acción y como tal es exagerada, con actuaciones desproporcionadas. Desgraciadamente la historia principal es predecible, con vacías escenas de acción en las que el protagonista asesina a todos los que se cruzan en su camino. La falta de ideas del guión -incluso en el título de la película- a la hora de proponer una historia interesante, y la pobreza de los diálogos, son un síntoma de las películas de acción de la época que se preocupan por el marketing del producto sin poner atención a la calidad artística de la obra. El adusto Keanu Reeves nunca logra imponerle su carisma al taciturno Wick, lo que posibilita que el actor sueco Michael Nyqvist se luzca como una especie de villano elegante, pintoresco y gracioso, siempre irritado por la incompetencia de sus subalternos. Lo mejor de la cinta son las simpáticas interpretaciones de los actores secundarios que deben acompañar a Wick en su viaje vengativo, ya sea como amigos o enemigos, como Willem Dafoe, John Leguizamo e Ian McShane. La actuación anodina de Alfie Allen, como el hijo del jefe de la mafia, es intrascendente y sus carencias refuerzan la falta de sentido de la historia. Sin Control pretende atraer distintos públicos a través de pequeños guiños que rápidamente cambian para pasar al siguiente con el fin de no dejar a nadie fuera, olvidando incluso la coherencia argumental pero poniendo mucho énfasis en los detalles de cada muerte para que quede claro que estamos ante un producto vacío en el que no sobrevive nadie ni queda nada tras la función. Nuevamente y hasta el hartazgo obtenemos un poco más de resarcimiento para las masas impacientes de acción que le aúllan a la pantalla en el eterno invierno hollywoodense.
Teleologías latinoamericanas. Latinoamérica es una región extraña para la racionalidad y la ética protestante que definió Max Weber. Estados Unidos pretende controlar esta región económica y culturalmente mientras que Europa se lanza fascinada a su encuentro de una forma extática. La ideología de la opulencia europea no puede comprender este terreno repleto de imaginación y realismo mágico. Necesitan intérpretes, como Jorge Luis Borges, Cortázar o Gabriel García Márquez. De esta manera, la dialéctica entre la táctica y la estrategia que tiene lugar en el primer mundo llega a América Latina transfigurada en una reyerta picaresca constante y en escaramuzas fantásticas que escapan a toda comprensión racional de la guerra. La ópera prima del galardonado actor Andrea Di Stefano como director equivoca el camino desde el titulo. En lugar de contar la increíble historia de Pablo Escobar, el director y guionista no cesa de preguntarse por la dualidad entre la violencia y el cariño familiar buscando una tensión que nunca logra crear. La imposibilidad de comprender a Escobar lleva a Di Stefano a implantar en la trama a un personaje anodino y estereotipado alrededor del mítico colombiano. Excluyendo extrañamente toda relación entre las guerrillas y los grupos paramilitares de Colombia, la historia se centra en un grupo de hippies canadienses que se mudan a una hermosa playa virgen cerca de Medellín para establecerse, vender comida, bebidas, practicar surf y vivir en un supuesto oasis natural. Uno de los jóvenes, Nick (Josh Hutcherson), se enamora de María (Claudia Traisac), la sobrina de Pablo Escobar (Benicio Del Toro), y a través de la extrovertida joven que se dedica a la ayuda social, el joven canadiense entra en la familia Escobar y emprende su calvario. La historia de amor se formaliza mientras la carrera política de Escobar crece debido a la popularidad de sus obras públicas y la asistencia social, pero tras una investigación y posterior denuncia del Ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla del gobierno del presidente Belisario Betancourt sobre su vinculación con el narcotráfico, Escobar y su red de sicarios comienzan una guerra contra el Estado que fue denominada en su momento narcoterrorismo por la prensa colombiana y norteamericana. A partir de los acontecimientos reales de esta guerra y la entrega voluntaria de “El Patrón” a las autoridades en 1991, el guión sigue a Nick en su comprensión gradual de las implicancias delictivas de su asociación filial, las cuales a su vez lo conducen a participar de forma absurda del plan de ocultamiento de la fortuna de Escobar alrededor del país. Ni la gran actuación de Del Toro ni la agilidad de la trama logran ocultar la falta de rumbo de la película y aún peor, de la respuesta ideológica cargada de un romanticismo a la inversa que coloca a Escobar como un monstruo y un asesino en lugar de indagar en la complejidad de su carácter ambicioso que supo construir un imperio a través de su falta de escrúpulos y su habilidad para los negocios y las alianzas. Escobar: Paraíso Perdido es de esta manera la visión de Europa sobre la política y los negocios en Latinoamérica, o sea, un conjunto de malentendidos y pruritos de clase media ante la violencia en medio de acontecimientos realmente interesantes como contexto.
Hermenéutica de la imagen en movimiento. Adiós al Lenguaje es el último film y/ o ensayo cinematográfico del director y pensador francés Jean-Luc Godard, en el que analiza, interpela y deconstruye la imagen en movimiento a través de la experimentación técnica y distintos juegos narrativos que pretenden poner en jaque al lenguaje como mecanismo de comunicación. La patética utilización del formato digital y de la tecnología 3D por los estudios cinematográficos impulsó a Godard a filmar esta obra con cámaras de baja resolución -principalmente teléfonos celulares- para experimentar con las posibilidades tecnológicas y demostrar que cualquiera puede, con un poco de ingenio, realizar una película extraordinaria con bajos recursos y buenas ideas. En ensayo de Godard juega con las tres dimensiones y la desincronización sonora como si fueran planos superpuestos de imagen y sonido que trastocan y transforman su carácter y la relación del espectador con su percepción del espacio, a la vez que recurre a la historia y a la política para recordar que la televisión nació en Rusia como un dispositivo para vigilar las fronteras y que más tarde fue utilizado por el nazismo como aparato de propaganda, con el fin de exponer su carácter autoritario y complejizar la relación que tenemos con las imágenes y los aparatos. El film está dividido en dos partes, Naturaleza y Metáfora, creando en ambos paralelismos y simetrías en un tono poético y filosófico que yuxtapone metafóricamente la vida con la muerte, la libertad con el autoritarismo, la cultura y el instinto, y al hombre y a la mujer con un perro que ladra. Godard pone de esta manera a prueba al cine para demostrar dos principios respecto del arte en general. El primero tiene que ver con el desaprovechamiento de las potencialidades de las nuevas tecnologías audiovisuales. El segundo abarca la experimentación narrativa o, mejor dicho, la necesidad de la expansión de todas las formas de expresión de la imagen para promover distintos tipos de interpretación, percepción y experiencias. En este contexto experimental, envuelto en una serie de citas filosóficas y literarias que involucran a Jacques Ellul, Lord Byron, Mary Shelley, Jack London, Claude Monet y especialmente a Walter Benjamin, entre otros, Godard construye una relación amorosa entre dos parejas (que pueden ser la misma desdoblada o todas las parejas) en la intimidad más cruda y cotidiana para pensar sobre la existencia humana y el instinto a través de las experiencias sexuales y la muerte como estadio último. La homogeneización de las percepciones, la imposibilidad de la narración de la experiencia singular, la pérdida de la individualidad y la lógica comercial que nubla todo proceso artístico novedoso son algunas de las cuestiones sobre las que Godard reflexiona a través de su interrogación de la producción y la recepción de la imagen en la sociedad actual. Adiós al Lenguaje deja así al cine expuesto a la poética de las imágenes para destruirlo y reconfigurarlo en un movimiento de eterno retorno como dispositivo filosófico y político para escapar de la decadencia y la racionalidad de la imagen actual y su pretendida veracidad, con vistas a adentrarnos en la imaginación y sus posibilidades como creación de nuevas formas de ser, sentir y vivir.
Buenos espías. El inconsistente Roger Donaldson (Cocktail, 1988; The World Fastest Indian, 2005) vuelve a las andanzas con una nueva película basada en el best seller There Are No Spies de Bill Granger. El guión estuvo a cargo de Michael Finch (Predators, 2010) y Karl Gajdusek (Oblivion, 2013). La última película del prolífico director, El Aprendiz (The November Man, 2014), es un thriller de espías situado en Belgrado en la actualidad, sobre los orígenes de la guerra de Chechenia y los crímenes de Rusia durante el conflicto. El agente Deveraux (Pierce Brosnan) es un miembro retirado de la CIA que accede a volver a participar de una misión para sacar de Rusia a una antigua amante infiltrada entre los asesores de campaña de uno de los candidatos a presidente mejor perfilados para ganar las elecciones en la ex Unión Soviética. Tras el fracaso de la operación, vuelve a Belgrado y comienza a investigar los crímenes de guerra de los generales rusos en Chechenia a través de una asistente social, Alice (Olga Kurylenko), quien parece ser la única conexión con una víctima del conflicto que podría hundir la carrera del poderoso general y candidato a presidente ruso, Arkady Federov. Con toques de humor y giros inesperados, El Aprendiz critica la lógica de control de la información del mundo del espionaje gubernamental y del abuso de poder de las agencias de inteligencia, enfrentando a dos generaciones de espías en un homenaje a la paciencia y la astucia por sobre la fuerza y la tecnología. Sin perder nunca su carácter de entretenimiento, la película logra buenas escenas a través de las correctas actuaciones del elenco, logrando así mantener el suspenso en una historia que nunca logra ni pretende transcender la lógica de las películas clásicas de espionaje y del siempre vigente reto entre maestro y alumno. A diferencia de las epopeyas de espías que complejizan el devenir, El Aprendiz va de mayor a menor, simplificando la trama hasta convertirse en un relato de abuso de poder. La falta de ideas del final se traduce en falta de ingenio para las resoluciones de los giros argumentales, y así el opus de Donaldson termina buscando más la sonrisa que el suspenso. A pesar de todo esto, la obra mantiene su interés y su encanto como espectáculo, en tanto y en cuanto no se espere mucho más que un poco de carisma de un especialista en el género como Pierce Brosnan.
La belleza de lo inútil. El teatro independiente en Argentina es parte de una escena cultural apasionada cuya voluntad nunca amaina. Para poder producir los profesionales del teatro alternativo deben convivir con distintos trabajos alejados de su vocación que les permitan subsistir para poner todo su corazón al servicio de un arte que parece inútil, improductivo, pero que en realidad fecunda nuestras vidas con historias que marcan nuestra sensibilidad. Reconstruyendo a Cyrano es un documental que revive los avatares que acaecieron a las jornadas teatrales de la obra Cyrano, un vodevil franco argentino, hace cuatro años. La puesta -nominada a los premios ACE como mejor obra de teatro alternativo- había quedado fuera de cartel por un problema personal de uno de los actores. Al conseguir un nuevo actor para el personaje de Cyrano de Bergerac, un dramaturgo francés del siglo XVII de talante irreverente hacia las instituciones religiosas y seculares de la época, la obra cobró vida nuevamente y los ensayos comenzaron una vez más. Durante toda la película, Eduardo de la Serna acompaña con su cámara al director y dramaturgo Pablo Bontá en la recuperación de la obra para recrear nuevamente el espíritu de Cyrano. El nuevo Cyrano, interpretado por Diego Freigedo, debe asumir la personalidad romántica que Bontá le otorgó a su adaptación de Cyrano de Bergerac, basada en la obra de Edmond Rostand de fines del siglo XIX. Reconstruyendo a Cyrano convierte a la obra en un punto de partida para analizar el teatro independiente y deconstruir la elaboración de la representación teatral poniendo en juego la esencia actoral y la dignidad artística en el escenario. La nueva obra de Eduardo de la Serna, uno de los directores de El Ambulante (2010), aprovecha las entrevistas realizadas a Pablo Bontá, Héctor Segura, Enrique Iturralde y Diego Freigedo, siguiéndolos en los ensayos y su vida personal para trazar una parábola en la que la vida de Cyrano de Bergerac les permite a todos los protagonistas proponer un regreso a un teatro romántico a partir de la recuperación de la esencia del teatro clásico y del juego de una obra sobre otra obra, en una serie de superposiciones cuya finalidad es el abordaje de las problemáticas del teatro independiente y la tensión entre la vida de los protagonistas y la vocación artística. El documental aborda de forma extraordinariamente certera la dificultad de montar una obra independiente en la Argentina actual. Reconstruyendo a Cyrano se introduce así en el esfuerzo de los actores, directores, productores y equipo técnico y en la odisea impredecible que conduce hacia el resultado final, la puesta en escena. El caos, la ansiedad, las dudas sobre la vocación y la imposibilidad de vivir de lo que uno ama confluyen en un análisis lúcido y perspicaz sobre las cuestiones sociales y psicológicas que hacen posible la escena artística de Buenos Aires, colmada por una formidable oferta de teatro independiente de calidad.
Armonía y contrapunto. La música como concatenación de sonidos armónicos ha desatado las pasiones más diversas, al igual que otras disciplinas artísticas. El arte, al ser un lugar de creación y de experimentación con materiales, conduce al ser humano hacia espacios desconocidos, que transforman la realidad e introducen nuevos significados y formas de percepción del mundo. La Hermana de Mozart es una reconstrucción histórica sobre la familia del famoso compositor, que hace hincapié en la gira que realiza el clan durante la niñez de Wolfang Amadeus para presentar al niño prodigio en sociedad. El director, actor y guionista René Féret se sumergió históricamente en la sociedad francesa aristocrática del siglo XVIII para llevar a Nannerl Mozart y a Wolfang por las cortes europeas de la mano de su padre Leopold, músico de la corte del príncipe arzobispo de Salzburgo. Debido a la gira, el talento de Nannerl es rápidamente reconocido y entabla amistad con el recientemente enviudado Luis Fernando de Borbón, Delfín de Luis XV y heredero al trono de Francia. Mientras que la afinidad melómana ayuda al Delfín a salir de la depresión por la muerte de su esposa e hija, Nannerl abandona a su familia en medio de la gira para volver a París y componer algunas sonatas y minuetos para el heredero al trono. La corte francesa y la vida de la familia es reconstruida en toda su severidad poniendo énfasis en la rigidez de las relaciones protocolares de la época y sus costumbres. La película logra exitosamente crear una atmosfera dieciochesca en ambientes de estilo rococó, alrededor de una Francia cuya influencia en la política europea se desmoronaba alrededor de ministros que gobernaban caóticamente ante la ausencia de un Rey que practicaba el libertinaje y la concupiscencia a la vista de todos los franceses. De esta manera, La Hermana de Mozart vuelve la mirada hacia una época y una sociedad donde la mujer no podía aspirar a ocupar un lugar en el mundo de la música, quedando relegado su talento al ostracismo, siempre a la sombra de algún hombre. Con una gran escenografía, un excelente vestuario y un gran maquillaje, la película de René Féret apuntala buenas actuaciones y consigue retratar la idiosincrasia del siglo de las luces en una Francia que se aproximaba a su gran revolución. Cuando los grandes relatos aparecen a la orilla, las historias marginales ocupan su lugar y personajes que parecían relegados a un segundo plano cobran una grandilocuencia discreta pero firme. A través de la indagación histórica, vemos el mundo oculto detrás del talento y nos perdemos en la pasión de las cenizas de las armonías perdidas.
El infinito devenir del arte. El arte es una disciplina que en su mejor expresión nos pone en contacto con nuestro abismo interior y nos permite canalizarlo en algún género u opus particular para explotar hacia el mundo. De esta forma, el arte toma el control de nuestra vida llevándonos por caminos íntimos en una serie de movimientos de sístole y diástole como metáforas de la introspección y el estallido interior que producen obras que transforman la forma en que percibimos y habitamos el mundo. Habitares es en este sentido un documental sobre la búsqueda de la identidad personal y la identidad del arte como elección de vida y como forma de habitar el mundo. A través de confesiones de Herta Scheurle, una actriz de teatro que trabajó casi toda su vida como profesora de alemán, la joven directora Marina Zeising traza su propio camino en su ópera prima para intentar entender qué es el arte y cómo se autoconstruye el artista. Con su historia, Herta -de sobrenombre artístico Sonia Staber- interpela a Marina al confesarle su doble vida. En una de estas vidas la actriz, recientemente jubilada como profesora, da clases de alemán en colegios para vivir. En su otra vida, es una actriz que, abandonando la casa de sus padres en Argentina, emigró a Europa para estudiar teatro en Alemania, donde conoció a principios de la década del sesenta al multifacético y prolífico Rainer Werner Fassbinder, uno de los grandes directores del nuevo cine alemán surgido tras la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial. Viviendo en la comuna de artistas que el director, guionista, poeta, escritor y actor había creado en Múnich, Herta consigue un papel en una película de Fassbinder, pero diversos avatares alejan a Herta de Europa y de la fama y de esta manera surge la gran contradicción del film. La vida de un artista exige una entrega absoluta y constante, y la vida lleva a Herta a optar finalmente por la seguridad de su profesión docente, abandonando su carrera de actriz y participando ocasionalmente en algunos cortos y obras de teatro durante los siguientes treinta años. Todo este devenir artístico, y la agudeza y pasión de Herta, llevan a la directora de Habitares a preguntarse sobre el arte, el amor, la vida y la mirada felina que nos devuelve nuestra inocencia salvaje, esa que indaga en la identidad artística. Aquí predomina la mirada introspectiva de Herta, orientada a cumplir su sueño de retomar su carrera como actriz para finalmente ser feliz en el escenario como siempre soñó, desde que era una niña. Habitares es una forma de buscar habitar el arte y la vida como un movimiento para ver el mundo a través de dos generaciones de artistas que se encuentran causalmente… y esto no es casual.
Aullando en las noticias. La televisión, al igual que todos los medios masivos de comunicación, debería tener un rol informativo y educativo con la finalidad de generar canales de comprensión y comunicación entre los seres humanos. En lugar de esta misión pedagógica, las corporaciones mediáticas han convertido a los medios de comunicación en aparatos con un doble cometido: ideológico por un lado que pretende distorsionar la realidad según los intereses del mejor postor, y el relacionado con los aparatos publicitarios de venta destinados a un público apático y consumista, por el otro. Dentro de este mundo capitalista del entretenimiento, donde la noticia es un espectáculo de consumo pasivo y fetichista, se ubica la primicia como un sacrificio humano de aquellos que aúllan a la noche. Es en este cosmos indolente donde se sitúa Primicia Mortal (Nightcrawler, 2014), la opera prima del guionista Dan Gilroy como director. La obra retrata el ascenso de un lumpen en Los Angeles a partir del descubrimiento accidental de la necesidad de noticias sangrientas por parte de los canales de televisión para sus noticieros, con el fin de crear una sensación de inseguridad permanente a través de incidentes de violencia que involucran un enfrentamiento de clases, siempre con víctimas de las clases acomodadas. Para darle vida a esta cirugía de la producción y el consumo televisivo actual, Jake Gyllenhaal interpreta de forma maravillosa y meticulosa al protagonista de esta historia, Louis Bloom, una mezcla de sociópata y psicópata carente de empatía y escrúpulos que acecha al crimen con su cámara amateur en la noche plena de oportunidades para conseguir una promoción en el competitivo mercado televisivo. El lado oscuro de la ciudad de las estrellas del cine es creado con minuciosidad, detallismo y perversión desde el ojo de una cámara que ve el violento nacimiento de las coyunturas del éxito comercial desde sus intersticios más inmorales. Al atreverse a mirar las salpicaduras de sangre en la cámara, Gilroy nos ofrece una visión sobre la televisión como un complejo empresarial vicioso, representado de forma brillante en el personaje de la productora de noticias, Nina (interpretado con gran ímpetu por Rene Russo), una empresaria televisiva sin ningún tipo de respeto, recato, moral y ética, solo interesada en una perversa lógica comercial plasmada en la búsqueda de historias cruentas para ganar nuevos televidentes. Indudablemente, el principal acierto de Gilroy se encuentra en la construcción de Bloom como un desempleado que solo busca un trabajo y al no conseguirlo debe improvisar su implacable devenir laboral como un predador, pero también es destacable la extraordinaria conceptualización del trabajo como un proceso social, ya que genera una atmósfera de realismo verdaderamente perturbadora que tensiona la lógica del éxito comercial y sus consecuencias para nuestra sociedad. Primicia Mortal corre de esta manera el velo de la perturbadora noche californiana para posar el ojo en la violencia social y ver el mundo desmoronarse en la apoteosis sociópata norteamericana. La cámara espera aullando en la noche por la sangre espesa que corre lentamente hacia las alcantarillas de las grandes urbes.