El nuevo capitalismo y su carácter. En una distopía de carácter capitalista en la que un virus mortal ha infectado a un gran porcentaje de la población, una empresa farmacéutica sobre la que los Estados no ejercen control ni obligan a difundir las patentes para fabricar medicamentos genéricos, controla la producción y la distribución de una píldora contra la enfermedad y sus síntomas, que causan la muerte. La trama de El Examen, la ópera prima dirigida, escrita y producida por Stuart Hazeldine, analiza el control que las empresas ejercen sobre los trabajadores actualmente y magnifica el miedo y el estrés que causan las entrevistas laborales. Siete candidatos con diferentes trasfondos culturales son enfrentados a una hoja en blanco, que tan solo contiene la palabra “candidato” y un numero. La hoja es la clave con la cual deben resolver un acertijo propuesto por un individuo que se presenta como el supervisor del experimento social. La propuesta consiste en contestar una pregunta que parece no haber sido formulada sin salir de la habitación ni dañar la hoja que tienen delante en un cuarto estéril, en el cual sólo hay una mesa y una silla para cada integrante y un reloj que marca el tiempo que les queda.
La política como espectáculo. La construcción de una figura política es un catalizador de ideas que en algunas oportunidades representa el surgimiento de un líder que promueve o logra incentivar ciertos conceptos para mejorar la vida de los pueblos, apuntalando una democracia participativa y una independencia económica, pero en muchos casos actuales suele ser una forma de engañar a las mayorías para aceptar políticas que las perjudican de forma directa. Los mecanismos de la sociedad del espectáculo y un nihilismo mal entendido que promueve el abandono de los valores éticos en pos del hedonismo son el eje de esta nueva cultura política que presenta a los candidatos a cargos públicos como productos dentro de un mercado en lugar de como líderes dentro de una sociedad. La tercera entrega de la saga de Los Juegos del Hambre, basada en los libros de Suzanne Collins, retoma la historia de la ganadora de la última edición de esta mortal competición, Katniss Everdeen, sobreviviente junto a su compañero, Peeta, de un espectáculo de aniquilamiento para el entretenimiento pasivo de las masas en una sociedad futurista, en la que la capital de una nación vive en la opulencia mientras que los distritos suburbanos deben trabajar para mantenerlo y sobrevivir a una oprobiosa miseria. Sinsajo - Parte 1 es lo que se denomina una propuesta de transición que narra la construcción de Katniss como símbolo de la rebelión, obligando de esta manera al guión a buscar herramientas sutiles de las que la historia original carece, y es allí donde surgen los problemas argumentales. En la primera parte de Los Juegos del Hambre, el contexto distópico había sido definido y recreado para construir una historia interesante que respetaba las estructuras predeterminadas de este particular género, sin agregarle nada nuevo pero combinando elementos de varias narraciones como el film Battle Royale, la extraordinaria novela de George Orwell, 1984, la novela de Stephen King, The Running Man, y el mito griego de Teseo y el Minotauro, entre otros. El resultado de esta combinación era una interesante adaptación de un best seller que presentaba el ascenso de una figura rebelde protagonizada por Jennifer Lawrence (Everdeen), secundada por Donald Sutherland como el presidente Snow, Woody Harrelson como el ebrio y cínico entrenador de Katniss, y Stanley Tucci como el presentador del programa televisivo de Los Juegos del Hambre, quienes agregaban experiencia y solidez en la construcción de los personajes. En la tercera parte, el guión fuerza la aparición de estos secundarios, incluyendo nuevamente al fallecido Philip Seymour Hoffman, protagonista de la segunda parte, e introduciendo a una sobria Julianne Moore como la presidente del Distrito 13, pero sin darles un verdadero propósito; solo destacándose una vez más la figura perversa del presidente Snow en su búsqueda implacable de imponer el orden en los distritos sublevados. A pesar de todo esto, como producto adolescente, Los Juegos del Hambre continúa manteniendo un nivel bastante más alto que la mayoría de las películas de este género tan particular como insípido, e introduce subrepticiamente -casi sin proponérselo- algunas ideas sobre la política y los medios que ponen en jaque los mecanismos discursivos de la manipulación de la sociedad del espectáculo. Desgraciadamente, lo que podría haber sido una oportunidad para desarrollar una sólida historia de ciencia ficción queda en una anodina transición a la espera de la cuarta parte.
Pequeña amapola. Una vez que la vida es recorrida hasta su hartazgo solo los sueños permanecen, incumplidos, impolutos, deshaciéndose tras la brisa de un tiempo que se esfuma. Antes del Frío Invierno, el tercer film del director y guionista Philippe Claudel, es una historia sórdida sobre el amor y los sueños en la que la vida se les escurre a los personajes mientras siguen viviendo sus pequeñas mentiras íntimas. Paul (Daniel Auteuil) es un respetado neurocirujano con un buen pasar económico. Junto a su esposa Lucie (Kristin Scott Thomas), viven en una hermosa casa en el campo una existencia desprovista de complicaciones. El cariño entre ambos parece genuino, pero un encuentro inesperado con una muchacha que dice haber sido su paciente trastoca todo. Paul comienza a recibir flores en el hospital, en su consultorio y en su casa, y comienza una sospecha paranoica que lo lleva a perder el control. Con una cadencia sobria, la película va destruyendo el idilio manchando la felicidad, poniendo obstáculos que crecen exponencialmente; así los personajes son ignorantes de todo lo que ocurre a su alrededor. La verdad es sugerida al espectador pero ocultada a los protagonistas, que viven en la más completa oscuridad. Una vez que los sueños ya no están, y antes del frío invierno, las brisas del otoño llenan el ambiente de indagaciones sobre la vida y todo llega a su fin. Sin definirse, Antes del Frío Invierno recorre el drama y el suspenso con silencios, gestos, ausencias y presencias que en realidad están en otro lugar para crear un relato cuya profundidad se va perdiendo a medida que la historia demanda una definición. Las actuaciones de Daniel Auteuil, Kristin Scott Thomas y Leïla Bekhti son muy buenas. La música acompaña templadamente la historia que transcurre bajo la excelente labor de fotografía de Denis Lenoir y un gran diseño de interiores de Samuel Deshors. Como una especie de contracara del director de nacionalidad austríaca Michael Haneke, Philippe Claudel ofrece una salvación ad hoc a todo este drama. Lo que parece no ir a ningún lado en realidad tiene una razón y al final hay una explicación que redime. Lo que parecía perfecto vuelve a una aparente normalidad, pero nunca es lo mismo. Las experiencias de quiebre y límite siempre transforman a los individuos. La muerte se mezcla así con la nostalgia y los protagonistas bailan una danza embriagadora de la que no pueden escapar. En el final, llega el verdadero homenaje a Caché (2005) de Haneke y al espíritu de su cine desesperanzador. Toda la vida es una búsqueda, tal vez la respuesta a todo esté en una pista, en una pequeña amapola perdida en un cassette.
La rosa encarnada. La historia del radioteatro argentino ofrece una riqueza extraordinaria porque contiene gran parte de la historia de la cultura popular y de la industria cultural de nuestro país. El radioteatro nos relata el proceso de formación de nuestra cultura y sus transformaciones, retomando elementos de la cultura popular o de la aristocrática para redefinirlos con el fin de llegar a todo el país. Para homenajear a este género radiofónico, el conocido director de teatro Néstor Zapata se inspira en su propia experiencia en las giras que llevaron la obra Bienvenido León de Francia por todo el país en 1978, durante la última dictadura miliar. La obra está compuesta por anécdotas relatadas por Federico Fábregas al director en esa época, sobre las experiencias vividas por su grupo de teatro durante los años cincuenta. La historia de Bienvenido León de Francia transcurre entre 1955 y 1956. Con una contextualización política insoslayable que incluye los bombardeos a la Plaza de Mayo por parte de la fuerza aérea, el posterior golpe de estado que ocasiona la huída de Perón en ese mismo año y el fracasado levantamiento militar del General Valle que concluye con los fusilamientos ilegales investigados de forma brillante por Rodolfo Walsh en Operación Masacre al año siguiente, la película reconstruye los sueños y las vidas de los actores que salían de gira en un colectivo para interpretar en vivo por todo el país los radioteatros. La del León de Francia es la historia de un hijo ilegitimo del Rey de Francia que se convierte en justiciero enmascarado para defender el honor y castigar a los malvados. Ocultando su identidad de sus enemigos, lucha por los derechos de los pobres y los humildes para terminar con la opresión en Francia. La gran reconstrucción de aquel período que prohibió los radioteatros logra el reconocimiento de estos personajes que recorrían el país encontrándose con su público, ávido de experimentar las historias que escuchaba por la radio. La escenografía corre de la mano de las grandes actuaciones de un elenco proveniente del teatro, destacándose la gran capacidad de Luis Machín para crear villanos. Bienvenido León de Francia nos devuelve a una época y a una cultura que forjó muchas de nuestras formas de producir y apropiarnos del teatro y de los medios de comunicación de masas. Los cambios vertiginosos del presente nos impiden detenernos y apreciar los procesos que se producen en nuestra cultura contemporánea. La película de Néstor Zapata es una buena oportunidad para aminorar la velocidad de nuestros consumos culturales y adentrarnos en este capítulo de la historia de los medios masivos, con vistas a comprender un poco más la Argentina actual.
Copos de nieve frenéticos para el héroe occidental. La identidad y los roles son paradigmas que cambian a partir de cambios sociales, culturales y económicos. Estos cambios definen los estereotipos y las imágenes con las que cada sociedad crea su ideal de sujeto social. Estas imágenes aparecen en forma de valores que crean categorías sociales que definen distintos tipos de comportamientos deseables. En este sentido, la valentía y el arrojo son para la sociedad occidental valores que constituyen y han formado las epopeyas legendarias sobre las que se basan nuestros mitos. Force Majeure (2014) es un drama existencial sobre los desafíos de una familia moderna con padres incapaces de imponer límites y de enfrentar una situación traumática que los pone al borde del colapso en un centro de esquí europeo moderno. En medio de una serie de situaciones que se suceden tras el acontecimiento, Force Majeure crea un clima de perturbación a partir de las extraordinarias melodías furiosas de cuerdas de Ola Fløttum, combinadas con los ruidos nocturnos de explosiones que producen las avalanchas controladas, para imbuir la acción de una violencia sobrecargada pero reprimida, incapaz de ser transmitida o canalizada por los protagonistas. De esta forma, la última película del director y guionista sueco Ruben Östlund busca el máximo punto de tensión en cada situación llevando a una pareja y sus hijos a una situación límite que pone en peligro la relación y la autoestima del marido, durante las vacaciones de una familia sueca de clase media profesional de buen pasar económico. Las excelentes actuaciones de todo el elenco logran desarrollar los sentimientos de vergüenza y miedo para expresar las expectativas que se apoderan de los protagonistas en tanto sujetos sociales incapaces de dialogar y de expresarse en un contexto exacerbado por la situación post-traumática. Cada escena del film es una pequeña obra maestra que merece un análisis sociológico y psicológico por la mordacidad y la acrimonia de los diálogos, los cuales desatan las interpelaciones más insondables sobre la personalidad y el rol de la masculinidad en la sociedad actual. De esta manera, lo que parece una simple situación de cobardía durante una avalancha se convierte en un cuestionamiento de la falta de carácter del hombre y del ser humano en la sociedad moderna, que incita al debate sobre la dualidad humana, la cual oscila entre los valores culturales arbitrarios y el instinto. Sin titubeos, Force Majeure interpela a la sociedad occidental en sus construcciones sociales y en sus debilidades hurgando en las heridas de una clase que disfruta de la comodidad y no puede hacer frente ni procesar una situación límite. Mientras la figura del héroe mítico individual es recuperada hasta el hartazgo por el cine norteamericano con el fin de generar apatía en un espectador indolente, obras como Force Majeure atacan puntos específicos del comportamiento social para desatar las contradicciones de toda nuestra época en un estallido silencioso que genera una pequeña avalancha que se aproxima y crece ante nuestra necia impavidez.
Bajo el mismo techo. Tal vez la memoria sea la única capacidad que nos permite a los seres humanos crear una identidad para aferrarnos a la individualidad y no perdernos en las tormentas de información de nuestra apática, banal y masoquista sociedad que ama la estética y la cultura insípida del grotesco superficial. La versión femenina de Memento (2000) es un thriller sobre una mujer, Christine (Nicole Kidman), que despierta todos los días sin recordar nada de su presente. El hombre que se despierta a su lado (Colin Firth), dice ser su marido y estar casado con ella desde hace catorce años. Debido a un accidente ocurrido hace tiempo, ella pierde la memoria durante la noche y despierta sin saber lo que ocurrió en los últimos quince años al día siguiente. Al recibir la llamada de un neuropsiquiatra (Mark Strong), descubre que desde hace varias semanas ha comenzado un tratamiento para intentar recuperar la memoria sin el conocimiento del marido a través de la grabación cotidiana de diversos descubrimientos. El segundo largometraje del director y guionista Rowan Joffe se basa en el reciente bestseller del escritor inglés Steven Watson, Before I Go to Sleep, publicado en el año 2011. La novela fue un éxito de ventas en todo el mundo y tuvo una muy buena recepción por parte de la crítica, que aclamó principalmente los sorprendentes giros estructurales de la obra. El film homónimo, por su parte, se sostiene en las buenas actuaciones de sus tres protagonistas y en el suspenso que generan los descubrimientos que realiza Christine a través de sus conversaciones con su esposo y de los recuerdos que despiertan fotos y lugares. Más allá de eso, el guión intenta sorprender, a veces con éxito, pero sin ir demasiado lejos. Por momentos la película parece tener miedo de confundir y proponer una historia demasiado simple, para después encontrar algún artilugio para descolocar al espectador por unos minutos, generar algo de suspenso, y rápidamente volver a la normalidad. Antes de Despertar es sobria, por momentos inteligente, pero por sobre todo correcta. Sin sobresalir demasiado, logra construir una historia que parece endeble y hasta trivial pero que logra sostenerse gracias a la actuación del trío protagónico. Desgraciadamente Joffe no buscar el desconcierto ni la experimentación con el suspenso. De esta forma, la utilización del director de técnicas conservadoras solo logra que extrañemos aún más al genial Alfred Hitchcock y sus extraordinarias películas.
La mirada del mar. Las miradas y los cuerpos nos devuelven una imagen sobre nosotros que se mezcla con otras miradas para construir una identidad. Esta es la base de la construcción de la personalidad: miramos y somos vistos, nos agradamos y desagradamos en un sentido fenomenológico. Madres Perfectas, el último film de Anne Fontaine, es la adaptación cinematográfica de la novela Las Abuelas (The Grandmothers), de Doris Lessing, la fallecida novelista británica que recibió el Premio Nobel en el 2007 por su compromiso literario con la causa anticolonialista y el feminismo. La novela relata la vida de dos amigas íntimas en Gran Bretaña y la relación que se establece entre sus familias, y confronta las convenciones sociales y los tabúes gregarios de nuestra sociedad creando pasiones al borde de lo tolerable. El film traslada la historia de Inglaterra a Australia. Roz (Robin Wright) y Lil (Naomi Watts) son dos grandes amigas que desde muy pequeñas han compartido todo. En las costas de una pequeña ciudad australiana viven rodeadas de una playa en un ambiente paradisíaco con sus familias. Mientras que Lil ha perdido a su marido en un accidente automovilístico, Ros vive con su marido en una casa a corta distancia. Entre los tres han criado a los hijos de ambas parejas, Ian y Tom, dos jóvenes atletas que han crecido surfeando y jugando entre la arena y el mar de las cristalinas playas. Ambas familias parecen una sola y todo parece ser perfecto en sus vidas pero lo prohibido llama a la puerta y los jóvenes comienzan una relación amorosa con la madre del otro, creando una situación que lleva a las parejas a encerrarse en una complicidad que roza el incesto. Las relaciones entre los cuatro se convierten en un secreto marginal que deben ocultar y todo se complica cuando Tom va a visitar a su padre a Sídney e inicia una relación con una actriz. De repente el paraíso comienza a volverse asfixiante y la felicidad de la alcoba solo es posible pagando el precio del aislamiento. La ruptura de todas las convenciones sociales de estas dos amigas y de sus hijos se convierte en una condena que pende sobre las cabezas de los protagonistas y el amor se desmorona cuando los jóvenes entran a su vida adulta y las mujeres toman distancia de la situación. Fontaine busca transmitir la atmósfera concupiscente de la novela en el film con largas escenas gestuales, conversaciones lascivas y situaciones que van en busca del amor prohibido. Con grandes actuaciones de Watts y Wright, y una excelente fotografía a cargo de Christophe Beaucarne (Mr. Nobody, 2009, Irina Palm, 2007), que busca un desborde de la naturaleza que sirva de contexto para el inusual intercambio sexual materno, Madres Perfectas intenta indagar en los límites del amor para encontrar su esencia. Con un exceso de prudencia y mesura, la propuesta es un ensayo de confrontación de la sexualidad, el amor y la necesidad de protección de un secreto insoportable que se dirige irremediablemente hacia la tragedia. El deseo es inconmensurable y todo lo que envuelve termina en pedazos.
El futuro de la corrupción española. Para los fanáticos de Santiago Segura y su despreciable (pero en algún punto, entrañable en su estupidez) personaje xenófobo, sucio, homofóbico, misógino, de extrema derecha, Torrente, su regreso es un bálsamo de risas y humor soez que desnuda las contradicciones del pensamiento neo fascista a partir de la burlesca y grotesca comedia española. En esta oportunidad Torrente sale de la cárcel en el año 2018 para encontrar una España aún gobernada por el Partido Popular y su corrupto líder Mariano Rajoy, en crisis, expulsada de la comunidad europea, y que ha debido regresar contra su voluntad a la peseta. Asqueado por la decadencia de la nueva España, resentido de la independencia catalana y su éxito expresado en la llegada a la final del campeonato de Fútbol de la FIFA, y furioso por el traslado del estadio del Atlético de Madrid a otra locación y el derrumbe del mítico estadio Vicente Calderón, Torrente decide abandonar su rol de oficial de la ley y el orden para dedicarse a la delincuencia, situación que ya en el comienzo resulta hilarante, porque es un ex convicto expulsado de las fuerzas policiales por su incompetencia y su consistente corrupción, secundado por un par de lúmpenes. La quinta parte de Torrente, escrita, dirigida y protagonizada nuevamente por Santiago Segura, recurre a al mismo tipo de humor de las cuatro versiones anteriores sin caer en un desgaste o en un abuso pero tampoco sin ofrecer variantes a una fórmula que funciona a la perfección en su objetivo de congregar a los fanáticos del humor grosero. De esta manera, Torrente 5 no logra superar a la primera versión del policía corrupto madrileño pero es una digna continuación como las tres que la sucedieron, con sus referencias siempre incorrectas. Los personajes subnormales que lo acompañan, siempre tullidos o con algún grave problema mental, son los amigos que acompañan a Segura en toda la saga, siempre listos para reírse de ellos mismos y de sus barbaridades. Las apariciones secundarias de El Gran Wyoming, Imanol Arias, Joaquín Sabina y Ricardo Darín, y el protagonismo de un Alec Baldwin que no habla ni una palabra clara en español, refuerzan un convite hilarante que busca la situación absurda, la risa cómplice del desatino sinsentido y el ataque al pensamiento de derecha y sus contradicciones desde un humor irónico y a veces hasta corrosivo.
El equilibrio justo. La última obra maestra existencialista del guionista y director Richard Linklater es su film más ambicioso. Boyhood (2014) narra la vida de un niño y de su familia en sus momentos más íntimos, dramáticos y cotidianos. Mientras el taciturno Mason (Ellar Coltrane) crece junto a su hermana Samantha (Lorelei Linklater, hija del director en la vida real), bajo el cuidado de su sobrecargada madre (interpretada de forma extraordinaria por Patricia Arquette), su extrovertido padre (interpretado por Ethan Hawke) aparece y desaparece, ausentándose regularmente durante la niñez de sus hijos. El director de Waking Life (2001) y A Scanner Darkly (2006) convierte las situaciones cotidianas en algo maravilloso y único que logra estremecer y conmover ante la belleza de las imágenes, la búsqueda de una mímesis universal en los acontecimientos, la agudeza y la sutileza de sus diálogos tallados durante años como una obra de arte clásica que busca la perfección, las actuaciones descollantes y algunas de las grandes canciones que expresan la idiosincrasia de la cultura independiente norteamericana de los últimos veinte años (enmarcadas en el sello Nonesuch). De esta forma, la cotidianeidad y la rutina se convierten en una epopeya sobre la maduración, los ejemplos formadores y la dificultad de crecer y vivir. La extraordinaria banda sonora de la película, que contiene hermosos temas de Wilco, Jeff Tweedy, Arcade Fire, Family of the Year, The Flaming Lips y Yo la Tengo, no solo acompaña a los personajes en su vida y su crecimiento sino que representa la aflicción y la alegría de su soledad y de todas sus emociones ante la búsqueda de un lugar en el mundo y la presión de los adultos para la toma de decisiones y responsabilidades. Filmada casi en su totalidad en la década pasada, Boyhood es además un ensayo sobre la vida en Texas, uno de los estados más retrógrados, piadosos y violentos de los Estados Unidos -durante la presidencia de Bush y la invasión a Irak- a través de la educación pública, la vida en comunidad, las ideas liberales y la militancia demócrata que tuvo un renacimiento con la candidatura de Barack Obama a la presidencia durante 2008. Boyhood nos invita a mirar nuestra infancia y adolescencia a partir de nuevos ojos, recorriendo la vida nuevamente con una visión inocente, despertando a un compilado de las mejores canciones de los integrantes de The Beatles en su etapa solista o del encierro en un cuarto oscuro para revelar fotos ensimismados en nuestras ideas, aspiraciones y sueños. Con gran paciencia, Richard Linklater construyó una nueva forma del imaginario independiente a partir de una estética desnuda que destaca por su gran calidez y su mímesis de la autenticidad para llevarnos a través de los acontecimientos definitorios que forjan la personalidad, ofreciendo una variedad de formas de sentir, amar y vivir con vistas a solidificar una apertura de la visión hacia nuevas interpretaciones sobre los interrogantes del ser y del estar.
Monos enjaulados en aguas profundas. La gran calidad del terror español, y especialmente la habilidad de los catalanes en este género para construir relatos escalofriantes e ingeniosos, es parte de la recuperación de una tradición cuyos mejores exponentes fueron Narciso Ibáñez Menta con actor y su hijo Narciso Ibáñez Serrador como director, a través del extraordinario ciclo televisivo Historias para no Dormir. Heredera de ese linaje, Rec 4, la última obra de Jaume Balagueró, es la continuación de la segunda parte de Rec (2007). Después de la extraordinaria Mientras Duermes (2011), el director y guionista vuelve a Barcelona, al rústico edificio en cuarentena infestado de seres rabiosos, para intentar contener el brote que se desató en la primera parte y que reveló sus secretos en el caos de la segunda. Tras la contención del brote, la conductora de televisión Ángela Vidal (Manuela Velasco), única sobreviviente del virus que convierte a las personas en zombies, despierta en un barco carguero español en alta mar en una especie de clínica clandestina donde unos científicos buscan un antídoto para el virus. Mientras que en las primeras dos entregas Balagueró unió fuerzas con Paco Plaza, las dos películas siguientes quedaron a cargo de ambos por separado. Plaza escribió y dirigió la tercera parte junto a Luiso Berdejo (coguionista de la primera entrega también) y David Gallart, dejándole a Balagueró el final de la saga junto a Manu Díez (coguionista de la segunda parte). A pesar, o debido a las fallas de la tercera parte, Balagueró decidió volver a los orígenes del terror zombie: a la experimentación indiscriminada, a la falta de ética y moral de los científicos y a los guiños cinematográficos al género, para convertir el último viaje del Capitán Ortega y su tripulación en una pesadilla con una estética claustrofóbica y una construcción de personajes similares a las de las dos primeras partes. Si bien faltan sorpresas, la cuarta parte de Rec logra colocarse como una digna secuela de la saga a través de un humor cínico, grandes labores actorales, un sólido guión, grandes escenas y efectos visuales y sonoros muy bien logrados. Con esta entrega final, Balagueró confirma su talento como artesano del terror y cierra la saga fuera del edificio con un regreso a las fuentes del terror español para dejar en claro que esta tradición es mucho más que una moda. De esta forma, Balagueró logra transformar los temores de la sociedad encerrándolos y mezclando distintos factores para poner lo escalofriante al servicio de una historia atrapante y de gran calidad estética y técnica.