El entramado del poder En El Reino (2018), Rodrigo Sorogoyen narra vertiginosamente la caída de un funcionario público en España tras una serie de escándalos que lo salpican directamente. El film se centra en un resonante caso de corrupción, emulando varios episodios ocurridos recientemente en España durante el gobierno de Mariano Rajoy, que la clase dirigente intenta esconder y aislar para que la lógica putrefacta de la política no ensucie a todo el entramado del poder. Cuando una serie de escuchas y videos salen a la luz, Manuel López Vidal (Antonio de la Torre), un político con muchas aspiraciones, cae abruptamente en desgracia. Su Partido intenta endilgarle toda la culpa de los actos delictivos denunciados pero el hombre, desesperado y acorralado, se niega a seguir las directivas de las elites, que pretenden aplacar la opinión pública con la vista puesta en las elecciones del año entrante, y emprende la búsqueda de pruebas que le permitan negociar con mayor amplitud o al menos no caer solo. Todo tipo de variopintos personajes execrables de la política y los medios se encuentran en una trama de corrupción que no tiene límites y expone a empresarios, funcionarios, periodistas y financistas. El guión de Sorogoyen junto a Isabel Peña explora la cuestión de la corrupción política desde su relación íntima con el capital y los medios masivos como un entramado de poder cuya misión es la de perpetuar los mecanismos clientelares como una maquinaria en la que el Estado y los empresarios tienen un entendimiento tácito con raíces arraigadas en cuestiones de clase para con la finalidad de mantener sus mutuos beneficios al margen de la ley. A través de un tono pedagógico muy logrado y con un mensaje moral y ético muy claro, el film trabaja distintas cuestiones como el efecto de la corrupción en las dinámicas familiares de los corruptos, la mirada del ciudadano común, el sentimiento de comunidad de los corruptos, la sensación de los corruptos de ser más “vivos”, más inteligentes y merecedores del botín que el resto, y la falta de reflexión de las acciones delictivas que se cometen, como si fueran ejercicios cotidianos que se perpetúan en un eterno movimiento. A través de distintos tonos, la película recorre la dinámica policial y el registro documental pero siempre prima el discurso político y la verborragia de parte de unos personajes que son expuestos en todo su patetismo a la mirada de una cámara feroz que no los perdona ni los exonera. Con una serie de primeros planos intimidantes, Sorogoyen crea una obra urgente y desesperada al igual que su protagonista, un hombre que creía tenerlo todo y descubre rápidamente que no tiene nada. Las excelentes actuaciones revelan personajes tan metidos en la corrupción que sólo buscan morigerar los daños a su imagen pero nunca arrepentirse. El film no alude a ningún partido político en particular y menciona que el entramado de corrupción salpica a todas las facciones, pero claramente la acción remite al Partido Popular, los herederos de la dictadura franquista: de por sí el título, El Reino, realiza una metonimia entre el Reino de España y el “reino de la corrupción” que cobija el país transcontinental, y la corrupción política como un reino en sí mismo que engloba a los otros. El Reino es así un film impactante por su veracidad impúdica respecto del clientelismo en el país ibérico en el que se destaca la música tensa de Oliver Arson y la fotografía amenazante de Alejandro de Pablo, dos puntos muy altos de una obra con gran tensión y un argumento muy atrapante que sacude los cimientos del pacto corporativo entre el capital, la política y los medios masivos, empresas con un régimen especial al fin y al cabo.
Un oficio oscuro Así Habló el Cambista (2019), el quinto largometraje del realizador uruguayo Federico Veiroj, conocido por Belmonte (2018) y La Vida Útil (2010), es la adaptación de la novela homónima de Juan Enrique Gruber, la primera obra del autor de El Abeto, un texto publicado en 1979 que nunca fue reeditado. Humberto Brause (Daniel Hendler) es un cambista de Montevideo sin escrúpulos que trafica dinero a través de la financiera que le arrebató a su suegro, Schweinsteiger (Luis Machín). Metido hasta el tuétano en operaciones turbias que involucran a los políticos uruguayos, termina aceptando dinero de las organizaciones revolucionarias argentinas y de los terratenientes brasileños en una doble maniobra muy riesgosa para su vida, signada por una codicia sin límites. El film sigue la formación de Brause como cambista a partir de su rol como ayudante y mano derecha de Schweinsteiger en su financiera. El rastro de avidez por el dinero lo conduce a una vida delictiva de lavado y tráfico de divisas que lo relaciona con la política y con los poderosos de su país y las naciones limítrofes. Situada en las décadas del cincuenta, sesenta y setenta, Así Habló el Cambista analiza el rol de los cambistas en las corridas cambiarias y en las crisis económicas de Uruguay y Argentina, su instinto de oportunidad y la falta de ética, moral y empatía de estos auténticos sociópatas al margen de la ley. Toda la película se centra en el personaje de Brause, un hombre patético que pasa por la cárcel, traiciona a su suegro y hace infeliz a su mujer, Gudrun (Dolores Fonzi), y a sus hijos, que a su vez lo desprecian por su distancia y sus acciones. Daniel Hendler realiza una buena labor en su papel y Luis Machín también se destaca como su mentor. Dolores Fonzi, Germán de Silva y Benjamín Vicuña completan el elenco. El guión a cargo de Veiroj junto a Martín Mauregui y Arauco Hernández, también director de fotografía, se adentra en la existencia privada y pública de Brause para desentrañar sus miserias, su fría vida sin amor ni cariño, su matrimonio sin sentido, sus obsesiones y la volatilidad de una época plena de violencia autoritaria y aventuras revolucionarias. La música de Hernán Segret agrega el suspenso y el clima necesario a un film que maneja muy bien los tiempos de un relato creíble. Veiroj construye un film eficazmente ambientado en Uruguay, Brasil y Argentina que crea buenas escenas que remiten a las diferentes estafas que los latinoamericanos estamos acostumbrados de parte de los gobiernos que se asumen liberales y sus aliados financieros. Brause es aquí realmente un paradigma de las operaciones al límite de lo legal o ya dentro del crimen que convergen en los golpes militares y las crisis económicas y sociales que asolan el continente latinoamericano. El hedonismo autodestructivo y la infelicidad absoluta son las impresiones que determinan el comportamiento de un individuo que sólo puede infligir y recibir daño en nombre de su ídolo, el dinero. Así Habló el Cambista es así a la vez un drama sobre un hombre sojuzgado por su propia ambición y una película de suspenso alrededor de los pormenores de la política y el vil metal en el sur de América, dos tópicos siempre íntimamente interconectados.
Emprendedores del liberalismo latinoamericano Ciro Guerra, el director de la extraordinaria El Abrazo de la Serpiente (2015), regresa junto a Cristina Gallego para adentrarse en una historia alrededor de una comunidad indígena wayúu en el desierto de Guajira que desentraña la transformación del proceso productivo agricultor colombiano que conduce a la plantación de marihuana para el abastecimiento del mercado norteamericano. El paso de la diversificación al monocultivo de marihuana conducirá a la postre al negocio de la cocaína cuando el consumo masivo de drogas en Estados Unidos se traslade de los hippies alejados del sistema empresarial a los yuppies directivos de las grandes corporaciones. Basada en una historia real, la película relata la llegada de las misiones de paz norteamericanas financiadas por el Estado para diseminar los falsos ideales del capitalismo y combatir el ideario comunista que tenía buena aceptación entre las comunidades campesinas, grupos hippies mezclados con narcotraficantes que buscaban nuevos productos para la creciente demanda del mercado estadounidense de drogas. Rapayet (José Acosta), un joven trabajador que se las arregla vendiendo licor y café a la población hispano parlante fuera de su comunidad, necesita desesperadamente dinero para la dote que la familia de Zaida (Natalia Reyes) le solicita para casarse con ella. Cuando casualmente se encuentra con unos norteamericanos de las misiones de paz en busca de marihuana, aprovecha la oportunidad junto a su amigo y socio, el ampuloso y festivo Moisés (Jhon Narváez), para ofrecerles acceso al producto que buscan. Para ello Rapayet convence a su tío de que cultive marihuana para vendérsela a los gringos, lo que los convierte en socios de un negocio que crece a pasos agigantados. El asunto prospera y Rapayet es aceptado por Úrsula (Carmiña Martínez), la madre de Zaina, como pretendiente de su hija, pero la ambición y la locura que el dinero súbito desata crea conflictos y enconos que conducirán a guerras impensadas entre amigos y familiares. Pájaros de Verano (2018) retrata la conformación y los conflictos del narcotráfico en las comunidades indígenas de Colombia a partir de la pérdida de los valores producto de la avidez desmedida y la demanda constante de nueva mercancía por parte del insaciable mercado norteamericano. El éxito, el dinero y el poder vienen acompañados de cambios culturales que minan todas las relaciones sociales, destruyendo las prácticas ancestrales de pueblos con una rica historia y saberes que se pasan de generación en generación para dar lugar al nihilismo hedonista autodestructivo actual. En los cinco cantos que componen el film cada uno de los personajes ocupa un lugar simbólico y arquetípico en esta tragedia arcaica que se repite desde hace siglos. Los sueños son aquí arcanos que revelan el porvenir advirtiendo los peligros, mensajeros de la violencia que se avecina debido a la falta de respeto a las tradiciones. Los ritos y rituales develan a su vez un complejo sistema de prácticas que regulan la vida para generar prosperidad y alejar los problemas, ritmo vital roto por el ingreso a la lógica del dinero fácil. Todos los personajes terminan apartándose así de la tradición y las consecuencias serán catastróficas para la comunidad. Hablado mayormente en lenguaje wayúu y en menor medida en español, el film expone las causas y las consecuencias del narcotráfico para las comunidades indígenas y sus familias. Al igual que en El Abrazo de la Serpiente, el director de fotografía David Gallego consigue extraordinarias imágenes de gran carga simbólica que aportan mucha profundidad a una película ya de por sí maravillosa. Las actuaciones de todo el elenco son excelentes en una interpretación coral en la que se destaca el protagonismo de Carmiña Martínez, José Vicente, Natalia Reyes, José Acosta y Jhon Narváez, sin que desentone ningún personaje principal ni secundario en una propuesta con una narración que respeta los tiempos de cada escena. Aunque el film contiene un componente ancestral fuerte también señala las deficiencias de las tradiciones que permiten el desequilibrio que impone el nuevo capitalismo narco en una tensión constante con el equilibrio necesario para la prosperidad sustentable y saludable. Pájaros de Verano es un film alegórico esencial para comprender la historia de Colombia, el derrotero de los pueblos indígenas y de la principal etnia indígena colombiana a la luz de su mirada del pasado y su relación con el mundo moderno, la mentalidad de los terratenientes y su relación con el narcotráfico, las relaciones con los contactos norteamericanos, la simbología de los sueños que reviven con la vigilia y el valor del honor en las pequeñas comunidades.
El eslabón perdido El segundo largometraje animado de Chris Butler, aquel realizador británico de ParaNorman (2012), sigue los pasos de un aventurero y antropólogo inglés, Sir Lionel Frost (Hugh Jackman), en su búsqueda de animales mitológicos en una época no definida (Siglos XVIII o XIX) para labrarse un nombre dentro de los cerrados círculos científicos ingleses y obtener reconocimiento mundial por su investigación. Completamente inspirada en La Vuelta al Mundo en Ochenta Días (Le Tour du Monde en Quatre-vingts Jours, 1872), de Jules Verne, Sr. Link (Missing Link, 2019) narra las vicisitudes de Frost para intentar llevar al Sasquatch, un simio gigante y peludo del folklore norteamericano, a Sangri-La, un paraíso utópico y mítico ubicado en el Himalaya, mencionado por el escritor británico James Hilton en su novela Lost Horizon (1933), con el objetivo de buscar a los últimos de su especie. Lionel Frost emula a Phileas Fogg, el protagonista del libro de Verne, con los típicos modales de caballero inglés y el espíritu del personaje descripto por el novelista francés en su maravillosa obra. Frost lucha contra los prejuicios de los viejos aventureros imponiendo con ímpetu sus nuevas ideas intentando tener éxito donde otros han fracasado, lo que causa malestar entre sus colegas, que proponen incluso matarlo para que sus descubrimientos no se hagan públicos. Pero el temerario protagonista solo puede pensar de sí mismo y en su éxito y todos los ayudantes que contrata lo abandonan. Su principal detractora es Adelina Fortnight (Zoe Saldana), la joven viuda de un amigo de Frost que falleció en un alud cuando buscaba Sangri-La, que lo critica constantemente en un juego no exento de seducción. A pesar de estar interpretado por Stephen Fry, los motivos del villano Lord Piggot-Dunceby no son demasiado sólidos respecto de sus acciones y el personaje se pierde en su propia banalidad y su debilidad narrativa. Su ayudante, Mr. Collick (Matt Lucas), tampoco tiene demasiadas líneas y el personaje no funciona como adlátere del villano principal. Willard Stenk (Timothy Olyphant), el asesino contratado para eliminar a Frost, funciona mucho mejor como villano que Lord Piggot-Dunceby y sus escenas al menos proponen una lucha real contra Frost y Mr. Link, el Sasquatch interpretado por Zach Galifianakis. Zoe Saldana cumple muy bien en su rol de Adelina para completar un elenco en el que también tiene una breve aparición Emma Thompson. La animación es muy buena y define una estética colorida, con paisajes realistas que combinan efectos especiales, CGI, animación, escenografías y personajes de nariz puntiaguda y rasgos caricaturescos que contrastan con el realismo del panorama. El guión plantea una típica historia de un hombre encantador cegado por su ambición de triunfar que debe enfrentar sus propios defectos para derrotar a sus enemigos y crearse el futuro promisorio que anhela, complaciente chiché social para niños que propone un mundo donde los buenos y justos siempre ganan. Sr. Link tiene un humor bobo y simpático, muy infantil, que funciona muy bien dado que el film apela precisamente a ese público etario. La trama tiene varias fallas menores pero a fin de cuentas quedan como problemas secundarios de un relato que avanza gracias a cálidas y simples risas estruendosas para dejar su infaltable moraleja respecto de la necesidad de establecer empatía con los que nos rodean y tratarlos bien como base de la amistad y de las relaciones sociales básicas con el prójimo. Butler crea una buena película que tiene sus momentos de gracia pero que no deslumbra en su resultado final, y por supuesto, deja el camino abierto para secuelas y nuevas aventuras.
La magia contra la trata El tercer largometraje de Marcelo Páez Cubells, Bruja (2019), narra la desesperada búsqueda de una madre hechicera de su hija secuestrada por una organización que se dedica a la trata de personas en alguna localidad de la Provincia de Buenos Aires. Selena (Érica Rivas) es madre de una hija a punto de cumplir diecisiete años, Belén (Miranda de la Serna). Desde muy chica Selena ha aprendido las artes de la nigromancia, que utiliza para algunas cuestiones cotidianas cuando la situación lo amerita y que intenta inculcarle a su hija, pero la escasez y la pobreza marcan la vida de ambas mujeres, que viven de los exiguos frutos de una huerta y de los animales de una pequeña granja. Mientras Selena es cuestionada como madre y soporte de familia por la directora del colegio público al que asiste la hija y los servicios sociales, Belén le pide que le compre un celular, ya que todas sus amigas tienen uno, y se ofrece a trabajar ella misma para poder comprarlo, pero su madre se opone. A pesar de la negativa materna, Belén se anota como promotora junto con sus amigas para un evento automovilístico pero el trabajo es una excusa para secuestrarlas e introducirlas en el mundo de la prostitución. El film comienza muy bien con una historia de brujería que parece ir hacia el lado del terror pero luego decide dar un paseo por el drama social sobre la trata de personas, tema con el que el cine argentino no se lleva bien debido a la falta de investigación. La convergencia de ambas tramas genera cortocircuitos en toda la película que van carcomiendo el sentido y generando problemas que se exacerban a medida que el film avanza. Más allá de las buenas actuaciones de Érica Rivas y Leticia Brédice, Bruja tiene demasiadas fallas, empezando por un guión demasiado incoherente y terminando por las actuaciones secundarias que no convencen. El guión de Matías Caruso, autor de Mayhem (2017), el film de Joe Lynch, construye una historia demasiado previsible y poco profunda, sin adentrarse verdaderamente en el mundo de la trata, tan solo describiendo algunos modus operandi y señalando el lugar común del conocido contubernio entre empresarios, lúmpenes, políticos y policías, ciertamente una verdadera mafia que gobierna la Argentina con una estructura creada y cimentada por los políticos conservadores desde fines del Siglo XIX. Los efectos especiales son bastante buenos teniendo en cuenta la media del cine nacional y la historia respecto de la brujería funciona aunque no se combina nunca del todo bien con el relato de la trata, pujando ambas tramas por el protagonismo. El personaje de Ricardo (Pablo Rago), un ad hoc que debería funcionar de contrapunto, no desempeña esta tarea en ningún momento y la dirección de actores es realmente pobre. Bruja también adolece de un típico problema del cine nacional: el film comienza demasiado sosegado y se acelera cada vez más al final a medida que intenta resolver los cabos sueldos, cometiendo algunos errores normales de este proceso de celeridad debido a la intención de narrar demasiadas cosas en pocos minutos. El ímpetu artístico cede así su lugar a torpezas que se acumulan al intentar cerrar muchos elementos a la vez. El opus marca el debut actoral de Miranda de la Serna, hija de Érica Rivas y Rodrigo de la Serna, y cuenta también con Juan Grandinetti, el hijo de Darío Grandinetti, y la breve aparición de Rita Cortese, pero Érica Rivas y Leticia Brédice son las grandes protagonistas de una ampulosa e histriónica batalla actoral que se pierde en los problemas cinematográficos de un film que no logra construir una trama eficiente. Aunque el tema de la brujería no banalice la trata el relato se enmaraña demasiado entre ambas cuestiones y los mismos personajes parecen perdidos dentro de un film que no logra resolver exitosamente la combinación de ambos ejes narrativos. Bruja es así una película fallida con algunos buenos momentos y demasiados problemas que nunca se resuelven y generan un efecto de bola de nieve que termina afectando a todo el film, el cual se deshace a medida que la historia intenta complejizarse.
Atrapados entre la luz y la oscuridad Si Brian de Palma con Carrie (1976) y Stanley Kubrick con El Resplandor (The Shining, 1980), uno de los mejores films de terror jamás realizados, habían puesto una vara altísima a las adaptaciones de Stephen King, las películas que continuaron con la traducción de la obra del susodicho al séptimo arte no siempre estuvieron a la altura de la obra del escritor oriundo de Maine y defraudaron a más de uno, destacándose Cell (2016) y La Torre Oscura (The Black Tower, 2017), dos esperadas adaptaciones recientes, como las más flojas de una serie de traspiés que ya tiene varios fracasos rotundos en su haber, aunque también muchos aciertos. La versión de It (1986) de Andy Muschietti se destaca dentro de este universo a partir de su adaptación del terror literario al terror cinematográfico a través de la construcción de escenas escalofriantes creadas conjuntamente con un gran clima de suspenso que no abusa de los efectos de sonido ni de los clichés del género. It: Capítulo Dos (It: Chapter Two, 2019), traslación de una de las obras más emblemáticas de King, mantiene el nivel de la primera parte -también dirigida por Muschietti- para ofrecer un cierre que respeta el texto original pero introduce muchos cambios, construyendo un film que deambula por los márgenes del terror pero nunca deja de lado la nostalgia de la década del ochenta, la inocencia infantil, la psicología de los personajes, el espíritu de la obra del autor, el metadiscurso fantástico y el drama de los sujetos de las ciudades pequeñas que regresan muchos años después para reencontrarse con los fantasmas de la niñez que querían olvidar y abandonar. En esta secuela ya han pasado veintisiete años desde que los perdedores han derrotado al payaso asesino, Pennywise, que ha regresado en un nuevo ciclo para cobrarse más vidas. Mike, el único de los protagonistas que ha permanecido en Derry, contacta a sus antiguos amigos para alertarlos de que Eso ha regresado con la esperanza de que cumplan con el pacto realizado cuando eran niños de volver a la ciudad si el payaso monstruoso retornaba. La nueva entrega de It recurre a escenas del Club de los Perdedores en su versión adulta pero también realiza varios flashbacks hacia vivencias de la niñez que no figuraban ni en la primera parte ni en el libro para unir ambas etapas y darle un cierre a la historia sin abandonar a los simpáticos personajes del film previo. Entre guiños cinéfilos y al género fantástico en general, el director también peca de autoindulgente al entregarse cálidamente a homenajes tan innecesarios como efectivos, que a pesar de no tener relevancia para la narración funcionan por el propio peso de los homenajeados, destacándose las apariciones de Peter Bogdanovich y del propio Stephen King. Al igual que en la primera parte, la película navega entre el drama y el terror pero también apela a la comicidad a través de los personajes interpretados por Bill Hader, el protagonista de la serie Barry (2018-2019), y James Ransone, que personifican a Ritchie y Eddie respectivamente. James McAvoy, Jessica Chastain y Jay Ryan, que encarnan a Bill, Beverly y Ben, son los que recrean la gravedad de la historia y también los que aportan el drama romántico secundario que sobrevuela al relato. Nuevamente Bill Skarsgård como Pennywise se destaca por su gran interpretación -tan ampulosa como histriónica- del payaso de características sobrenaturales. El film hace mucho hincapié, al igual que gran parte de la obra de Stephen King, en la violencia escondida reinante en los pueblos pequeños y en el mal latente que subyace en las comunidades cerradas y que se pierde en la inmensidad de las grandes ciudades, donde el anonimato lo encubre con su máscara. El olvido y el recuerdo de las vivencias traumáticas son dos dispositivos importantes para la construcción de la identidad que les permiten a los personajes recuperar su lugar como sujetos de pueblos chicos que deben enfrentar los fantasmas de su pasado para poder superar los problemas del presente y crearse un futuro. El realizador argentino Andy Muschietti apela en esta segunda parte mucho más a los efectos de sonido para generar zozobra y a los CGIs para crear un ambiente fantástico, pero el guión de Gary Dauberman, autor también de la saga de Annabelle (2014), se centra más en la explicación del surgimiento del payaso y en la resolución de la trama, que difiere en varios puntos del texto original de Stephen King. It: Capítulo Dos logra atrapar al espectador en el mundo terrífico de Derry y construir un relato de género sólido basado en la estructura narrativa del clásico de Stephen King con algunas escenas muy buenas que remiten a lo mejor del cine fantástico. La película combina buenas actuaciones, efectos especiales muy logrados y una gran dirección de parte de Muschietti, consiguiendo una adaptación que respeta el espíritu del libro. Si bien el opus divaga por momentos, todo el relato conduce hacia la conclusión de la historia con la intención de satisfacer al público fanático de la obra de King sin descuidar al nuevo público del terror, en un malabarismo no exento de pretensiones artísticas. Muschietti redondea en su tercer largometraje una obra que no defrauda a nadie pero que tampoco mejora demasiado la performance de la primera parte, remitiéndose a mantener el nivel sin sorprender. It es así una obra que demuestra la capacidad de Muschietti como realizador y que infunde esperanzas a un cine fantástico completamente estancado en las anodinas sagas de superhéroes.
Contra el olvido El documentalista estadounidense Robert Bahar y la española Almudena Carracedo unen sus esfuerzos para realizar un film insoslayable y estremecedor que interpela la conciencia del espectador sobre el proceso de los reclamos por la memoria, la verdad y la justicia en España, respecto de los crímenes de lesa humanidad durante y después de la dictadura reaccionaria de Francisco Franco, que tuvo lugar entre el año 2010 y el 2016. Con una narración clara y concisa basada en entrevistas y seguimiento de personajes durante el proceso de creación de la querella judicial El Silencio de Otros (2018), film producido por Pedro Almodóvar, entre otros, explica pedagógicamente la historia de España desde la Guerra Civil Española hasta la muerte de Franco y la promulgación en 1977 de la Ley de Amnistía y el acuerdo de perdón mutuo, conocido como Pacto del Olvido, una ley que prohíbe que los genocidas del régimen franquista sean juzgados acorde con la ley, legislación creada para mantener en el poder a los principales funcionarios ejecutivos, legislativos, judiciales y policiales en la cúpula estatal. Esta ley permitió que el aparato represivo franquista se mantenga en funcionamiento varios años después de la muerte del dictador y que los genocidas se mantengan en sus puestos a pesar de los reclamos de las víctimas. El opus recrea el proceso que siguió a la dictadura explicando la transición didácticamente para comprender cómo la sociedad española aceptó estas leyes de impunidad disfrazadas de una amnistía. El pasado se entierra para crear un futuro, pero como las victimas demuestran con sus discursos y vivencias el olvido es completamente imposible y la verdad siempre se abre camino. Solo a través de ella una sociedad puede verdaderamente cerrar sus heridas. Olvidar y ocultar el pasado solo permite contener un impulso que con los años se vuelve insoportable y termina explotando cuando la olla llega a su punto de máxima presión. El relato también revela cómo el gobierno conservador y derechista de Mariano Rajoy del Partido Popular bloquea la querella de los organismos de Derechos Humanos de España protegiendo a los asesinos, torturadores y secuestradores de niños del régimen franquista. Para que estos sean juzgados, los organismos de Derechos Humanos llevan su reclamo a Argentina, donde se lleva a cabo un proceso muy similar que ya estaba avanzado cuando la causa cobra impulso en el año 2010, recayendo en el juzgado de María Servini de Cubría, quien intenta indagar a los acusados a pesar de las trabas que pone el gobierno español, que amenaza incluso con romper sus relaciones diplomáticas con Argentina si la jueza le toma declaración a las víctimas del terrorismo de estado durante el oprobioso régimen franquista. Desde el odio que aún impera en España, reflejado en los disparos sobre unas estatuas recientes que conmemoran a las víctimas de la dictadura franquista hasta el mantenimiento de calles que homenajean a los perversos genocidas y pasando por el desconocimiento de parte de la juventud de la historia española, el documental narra el creciente interés por la memoria de esa época, la necesidad de cerrar las heridas a partir de la revisión de un pasado que los criminales quieren clausurar a su conveniencia y la pérdida de apoyo del franquismo desde la muerte del dictador hasta el presente. Al fracaso de las primeras querellas y el estancamiento momentáneo de la causa a pesar del crecimiento de querellantes le sigue una etapa de búsqueda y creación de lazos entre distintas organizaciones de Derechos Humanos en España y de Argentina para generar un movimiento más amplio que impulse la toma de conciencia en la ciudadanía en torno a conocer la verdad y juzgar a los culpables para recuperar la memoria. El Silencio de Otros también marca los paralelismos, las diferencias y las similitudes entre las leyes de amnistía españolas y las de los países latinoamericanos que también soportaron dictaduras genocidas que cometieron crímenes atroces de lesa humanidad y los impulsos de las organizaciones de Derechos Humanos allí para construir una memoria democrática a partir de la verdad con el fin de impartir justicia a los culpables de los crímenes. El film de Bahar y Carracedo es así un gran homenaje a las víctimas de la dictadura franquista basado en la palabra de ellos mismos, sus emociones ante el comienzo del fin de la impunidad y la reivindicación histórica de conocer la verdad y recibir justicia para ellos y sus parientes asesinados brutalmente. La historia se abre paso aquí una vez más como si las palabras que Luis Cernuda logró componer en su poema 1936 repicaran sin cesar para demostrar que todo crimen tiene su castigo, que la única forma de no repetir el pasado es enfrentando los fantasmas del olvido y que el ejemplo de la lucha contra las injusticias siempre se propaga.
Tríos En su segundo largometraje como director, el popular actor francés Louis Garrel, hoy en conjunto con el reverenciado colaborador de Luis Buñuel, Jean-Claude Carrière, quien participó en algunos de los films más importantes del realizador surrealista aragonés como El Fantasma de la Libertad (Le Fantôme de la Liberté, 1974), El Discreto Encanto de la Burguesía (Le Charme Discret de la Bourgeoisie, 1972) y Ese Obscuro Objeto del Deseo (Cet Obscur Objet du Désir, 1977), presenta una comedia romántica sobre una pareja separada y reunida años más tarde por el destino. El film comienza con una confesión de Marianne (Laetitia Casta), una bella joven a su novio, Abel (Louis Garrel). Mientras el muchacho se prepara para ir a trabajar la mujer le dice que está embarazada de Paul, un amigo de la pareja, con quien la fémina tiene una aventura amorosa desde hace un año. Abel decide no luchar por su amor y seguir con su vida a pesar de estar muy enamorado de Marianne, pero nueve años después Paul fallece de un repentino ataque al corazón mientras duerme y el reencuentro entre los amantes renueva la relación a pesar de la oposición de Joseph, el hijo de Marianne y Paul, que insinúa que su madre puede haber estado involucrada en la muerte de su padre. A su vez, la hermana menor de Paul, Eve (Lily-Rose Depp), tiene una obsesión con Abel, del que está completamente enamorada desde que era chica. Con la pareja en su mejor momento Eve le confiesa a ambos que está enamorada de Abel y que pretende que Marianne se aleje de su amante, pero ella también está enamorada de Abel y decide poner a prueba su relación incitando al hombre a abandonarla por la joven enamorada. Amante Fiel (L’Homme Fidèle, 2018) construye una trama romántica de abandonos, reencuentros y obsesiones amorosas alrededor de una pareja que debe soportar el deseo de otros que irrumpen en su relación para romperla, pausarla y complicarla. Con pequeños toques de humor muy certeros y un gran manejo de todos los géneros, el film de Garrel desarrolla una comedia atípica centrada en el empoderamiento de la mujer y la docilidad masculina sobre la necesidad de sentirse amado, las trampas de la fortuna y la devoción por el objeto del deseo, adoración que se pierde apenas deja de ser imposible y se vuelve una relación tangible. Con muy buenas actuaciones de Lily-Rose Depp, Laetitia Casta, Joseph Engel y del propio Garrel, y una gran labor de dirección de este último al construir climas que cambian rápidamente de la comedia al suspenso y el drama, la película francesa ofrece una narración amena y fluida para una historia sobre el misterio de los sentimientos en la que es notoria la influencia sardónica de Jean-Claude Carrière al momento de ironizar con una mirada jovial en torno a la banalidad de los conflictos amorosos.
Sosteniendo el arcoíris Los Indalos (2019) realiza un recorrido por la historia de tres generaciones de una familia que desde la Guerra Civil Española emprende un camino revolucionario que los llevará por Francia, España, Argentina y Nicaragua en una odisea por transformar el mundo con el eje en la libertad revolucionaria que se convierte en el presente en una lucha por la justicia. A través de la figura de Aurora Sánchez Nadal, hermana de Roberto Sánchez y madre de Iván Ruiz, dos combatientes del Movimiento Todos por la Patria, capturados tras la toma del regimiento de La Tablada en enero de 1989 y asesinados posteriormente por el ejército, el documental de Gato Martínez Cantó, Santiago Nacif y Roberto Persano reconstruye el periplo de la familia desde la migración del padre de Aurora a Argentina tras el fin de la Guerra Civil y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial hasta la temprana militancia de Roberto Sánchez en el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), la fracción armada del Partido Revolucionario de los Trabajadores, liderada por Roberto Santucho y Enrique Gorriarán Merlo, pasando por el breve exilio de la familia en Francia y la mudanza definitiva a Nicaragua en 1979 para combatir a favor de la novedosa Revolución Nicaragüense liderada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Con entrevistas a Aurora Sánchez, a su hija Maira, al hijo de Roberto, Leandro, al periodista y director de la revista y el proyecto editorial Sudestada, Hugo Montero, a la militante del Movimiento Todos por la Patria, Dora Molina, y a compañeros de Iván Ruiz en las milicias sandinistas, el documental reconstruye la alegría y el compromiso revolucionario de una familia que se explaya a través de un sinnúmero de emociones que van desde el llanto a la risa, pasando por la algarabía y la rabia en un concierto de sensaciones vibrantes y conmovedoras. Mediante imágenes de archivo y entrevistas que incluyen la palabra del fotógrafo Eduardo Longoni, Los Indalos recrea la toma del cuartel de La Tablada y la represión desmedida y el ensañamiento de un ejército que no terminaba de aceptar su rol en la vida democrática con imágenes muy duras que tuvieron en vilo al país durante veinticuatro horas, para finalmente adentrarse en el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos por el ejército contra los militantes asesinados. El film también sigue a Aurora y a su hija Maira en un viaje a Europa para emprender un ejercicio de memoria familiar que las lleva por Valencia, Terragona, Girona, Argelès-sur-Mer, París, Barran y Lasserade con el objetivo de buscar los rastros y los lugares que marcaron a la familia, generando un vínculo emotivo muy fuerte entre madre e hija. Para Aurora, el Indalo, el símbolo de la provincia y la ciudad de Almería, en Andalucía, que representa una figura rupestre ibérica del Neolítico que sostiene el arcoíris y se cree que protege de los malos espíritus, simboliza a su hermano y a su hijo, que la resguardan desde su ausencia, imagen rescatada por los directores como figura retórica que representa todo el movimiento por la libertad y la lucha por los derechos humanos. La vida en Nicaragua, las imágenes de archivo, las hermosas playas y las emotivas imágenes son acompañadas por la alegre música de Nicolás Esperante en un documental que recupera la memoria de los militantes revolucionarios asesinados, sus sueños y su anhelo por un mundo mejor, quimera eterna que hoy sigue tan vigente o más que ayer.
Memoria democrática En Santiago, Italia (2018), el realizador italiano Nanni Moretti regresa al registro documental para investigar la forzada inmigración chilena en Italia producto del Golpe de Estado contra Salvador Allende en 1973. A partir de entrevistas a refugiados de la dictadura de Augusto Pinochet, el director de Caro Diario (1993) recrea la historia de una esperanza truncada por la intervención norteamericana, la psicopatía militar y la complicidad de los medios de comunicación y de una burguesía totalitaria incapaz de respetar la democracia y al que piensa distinto. Moretti entrevista al reconocido documentalista chileno Patricio Guzmán, director de La Batalla de Chile (1975), y a otros directores y expatriados chilenos que narran sus años de militancia tras el triunfo de Salvador Allende y las persecuciones sufridas tras su asesinato por parte de los militares. En estas entrevistas surgen emotivas historias de militancia en pos de un socialismo popular, humanista y democrático, verdadera pesadilla del totalitarismo estadounidense. Moretti indaga en la campaña de desprestigio interna e internacional desplegada por los medios masivos bajo la dirección del gobierno norteamericano para impedir que la experiencia de un gobierno de izquierda democrática de coalición sea exportada a otros países con mayor presencia de las fuerzas socialistas, especialmente en Europa. Los entrevistados le confirman a Moretti la información desclasifica sobre la participación de Estados Unidos en las campañas de los opositores de Allende y en la financiación y apoyo logístico del Golpe, así como su apoyo a los ignominiosos lock-out patronales, los actos de sabotaje y la creación de un mercado negro de productos básicos. El director de Mia Madre (2015) también entrevista a dos militares que aún defienden el Golpe de Estado con los mismos argumentos falaces de discurso único que desplegaba la junta de genocidas chilenos en una demostración de disciplina discursiva patética. Ya sea en las entrevistas sobre los centros clandestinos de tortura o en los relatos de la huida hacia la Embajada de Italia en Santiago de Chile, Moretti rescata la integración de los chilenos a la sociedad italiana e indaga en una época de claroscuros en la que el Embajador italiano demostró una gran hidalguía al ofrecer refugio a los chilenos perseguidos por los macabros militares, títeres fascistas de la burguesía local. A través de Santiago, Italia no solo se puede trazar un paralelismo de dos lugares y de sus personas, sino que el protagonista aquí es la militancia y las esperanzas de los partidarios del Frente Popular chileno, que permiten mirar con una lente distinta el individualismo y el consumismo frenético que asola a una sociedad que aún no despierta de la pesadilla consumista, que se desliga de la historia y que pregona un absurdo presente hedonista permanente y sin futuro.