El cine de superhéroes tiene que enfrentar a su peor enemigo, la saturación y el agotamiento del espectador. Es por eso, que Marvel sabe que es el momento para el evento más importante de su década de vida; instante en el cual nuestros héroes tratarán de evitar que un temible y todopoderoso individuo reúna las llamadas gemas del infinito y se convierta en el ser más poderoso del universo. Es así, que los hermanos Anthony y Joe Russo armaron esta película inspirada en “The Infinity Gauntlet” (1991) e “Infinity” (2013), dos grandes historias pertenecientes al mundo de las viñetas. Después de diez años del comienzo del Universo Cinematográfico de Marvel (MCU) y de una larga lista de 17 películas que anteceden a ésta, logrando relatos de mayor o menor calidad, llega la tercera entrega de los Avengers, los superhéroes más poderosos de la Tierra, quienes deberán enfrentarse al temible Thanos, un poderoso ser que amenaza con destruir el universo. Si con “Captain America: Civil War” (2016) el público se fue conforme con algunas dudas y “Thor Ragnarok” (2017) tapó sus baches a fuerza de un humor exagerado e insoportable, es “Infinity War” uno de los pasos más firmes que dio el estudio de este lado de “The Avengers” (2012). Una propuesta entretenida, trepidante y capaz de brindar ciertos elementos que venía necesitando este MCU. Y es que estas películas necesitaban de un buen villano para poder ser algo más. A veces, es más importante o le da más profundidad al film tener un antagonista fuerte y bien definido que un héroe. Thanos (Josh Brolin), por lo pronto, es una lograda fuerza opositora, que se presenta con un frenesí implacable y avasallante. Poco a poco, la cinta irá revelando información de su persona y ahí cobrará fuerza la historia para hacernos sentir que los héroes pueden llegar a estar en serios problemas. La trama es sencilla y su única complicación está presentada en la gran cantidad de personajes que tiene que manejar, y el equilibrio que intentan darle los guionistas Christopher Markus y Stephen McFeely, para que cada papel tenga la oportunidad de lucirse/aparecer en el relato. La búsqueda de alternancia entre un grupo de protagonistas y otro provoca que por momentos el largometraje se sienta demasiado extenso y poco armónico. Recordemos que esta película se ubica temporalmente luego de “Civil War” y los Vengadores se encuentran todavía divididos. También, personajes como Thor o los Guardianes de la Galaxia están en otra locación, ya que ellos no pertenecen al planeta Tierra. Es así que, en líneas generales, la cinta funciona más allá de que puedan prolongarse demasiado ciertas reuniones o situaciones determinadas. Otro aspecto a tener en cuenta tiene que ver con la utilización del humor o el Comic Relief para generar cierto alivio de la tensión de los momentos dramáticos, algo habitual en Marvel, que a veces funciona y otras veces no por la enorme cantidad de gags empleados a lo largo de toda la obra. En esta oportunidad, aparece bien dosificado en la primera mitad y un tanto exagerado en la segunda, generando algunos instantes anticlimáticos. Con respecto al elenco, ya no hay mucho que decir, los intérpretes conforman un grupo bien afianzado, donde cada vez se agregan más personajes que logran incorporarse a esta caterva de estrellas que tienen la química necesaria para afrontar la ciclópea tarea de contar una historia de estas proporciones. La adición de Brolin es algo estupendo para que estos héroes puedan tener una contrapartida acorde y sólida. Por el lado de los aspectos técnicos, cabe destacar el gran trabajo en relación a los efectos especiales y los efectos visuales, que estuvieron a cargo de la siempre genial Industrial Light & Magic (“Star Wars”, “Jurassic Park”, “Harry Potter”). Asimismo, resulta excelsa la tarea coreográfica de las peleas, como así también el compromiso asumido por los dobles de riesgo o stuntmen. La banda sonora de Alan Silvestri sigue la línea de las “Avengers” anteriores y, sin ser descollante, está bien presentada y utilizada. En síntesis, “Avengers: Infinity War” es un film que por ahí tiene algunos problemas con la enorme muchedumbre de interlocutores que presenta, pero que se beneficia en líneas generales de la espectacularidad ofrecida. Una película tremenda y gigante en todo sentido, lo cual a veces puede ser increíblemente abrumador. “Avengers 3” representa un atractiva y entretenida propuesta pochoclera que, si bien tiene algunas cuestiones argumentales que no terminan de cerrar, y algunos aspectos del personaje de Thanos que deberían haberse desarrollado en cintas anteriores antes de introducir flashbacks forzados, termina cumpliendo con lo que promete. Mucha acción, efectos especiales increíbles, protagonistas atrayentes y ciertos elementos inesperados en un film de la factoría Marvel.
El cine coreano de género viene pegando fuerte hace algunos años en nuestro país. Este jueves nos llega otra propuesta interesante dirigida por Huh Jung, realizador de “Hide and Seek” (2013). La cultura y el folklore coreano comprenden un amplio y vasto terreno de relatos que son demasiado atractivos para ser llevados al cine libremente y jugar con sus componentes fantásticos. “No sigas las Voces” o “Jang-san-beom” (“The Mimic” en su título internacional) presenta una trama inspirada en la leyenda urbana surcoreana del tigre Jangsan, una criatura devoradora de hombres que vagabundea por Jangsan, una montaña situada en la ciudad de Busan. Se rumorea que tiene dientes afilados y pelo blanco y se mueve rápidamente a través de las montañas, atrayendo a las personas por medio de sonidos que se asemejan a la voz de una mujer. El largometraje toma esta leyenda para brindarnos una historia que mezcla un drama familiar con ciertos recursos del cine de terror y algunos tintes sobrenaturales. Una familia se muda de la ciudad de Seúl al campo para poder tener un nuevo comienzo luego de un evento traumático que los destrozo. Hee-yeon (Yum Jung-ah), y su esposo Min-ho (Park Hyuk-kwon), toman a su pequeña hija Joon-hee (Bang Yu-seol) y a la abuela con demencia senil Soon-ja (Heo Jin), con la esperanza de que esta última recupere la memoria al regresar a su distrito natal y pueda decirles qué ocurrió con el hijo menor de la familia, Joon-seo, quien desapareció cinco años atrás en Seúl mientras estaba a su cuidado. Ni bien se mudan al distrito de Jangsan, comienzan a suceder ciertos eventos extraños alrededor de una cueva sellada en lo profundo del bosque cercano a la casa de ellos. Por esos pagos tienen lugar algunas desapariciones y encuentran a una pequeña niña perdida que también dice llamarse Joon-hee. En todo este misterio estará la clave de unos hechos insólitos que vienen desarrollándose hace años y que acechan a los pobres habitantes de la zona. La cinta tiene un comienzo realmente prometedor, donde se plantea un misterio llamativo yuxtapuesto con un drama familiar interesante que le da profundidad a la trama. Sin embargo, con el correr del metraje, en la mitad del segundo acto, la película comienza a resultar un poco reiterativa y termina perdiendo aquella sorpresa inicial y su atractivo idiosincrático. Las actuaciones son más que dignas y los efectos especiales están bastante logrados a pesar de que en ciertos momentos pueda llegar a notarse el bajo presupuesto de la producción. La obra funciona moderadamente bien en lo que respecta a lo técnico, y genera algunos climas atractivos desde lo visual y lo sonoro, pero también termina desperdiciando esa fuerza inicial con la que arrancó. “No Sigas las Voces” es una llamativa película que atrapará a los amantes del género, que si bien se encuentra unos escalones por debajo de las espectaculares historias que nos viene brindando la tierra surcoreana, consigue entretener y gustar gracias a su leyenda de base y algunas logradas e inquietantes escenas.
Una ávida y solitaria lectora perseguirá su sueño de abrir una librería en un pequeño condado de Inglaterra. Para alcanzar ese viejo anhelo que mantenía con su difunto esposo, deberá enfrentar a la idiosincrasia de aquel pequeño paraje, y afrontar a una competidora audaz y despiadada. Una historia de rebeldía, perseverancia y confrontación ante el establishment y el poder de la alta sociedad. La reconocida directora española de “La vida Secreta de las Palabras” vuelve al ruedo con la adaptación de la novela homónima de Penelope Fitzgerald. Isabel Coixet realizó este sencillo relato intimista, que cuenta la historia de una joven mujer (Emily Mortimer), la cual decide, en contra de la educada pero implacable oposición vecinal, abrir la primera librería que haya habido en un pequeño pueblo de la Inglaterra de 1959. Nos encontramos con un film que presenta buenas intenciones y que en reiterados momentos apela a la emoción y a la empatía del espectador por medio de escenas bien construidas y sumamente cuidadas desde lo narrativo y lo interpretativo. Emily Mortimer, Patricia Clarkson, Bill Nighy y Honor Kneafsey son varias de las razones por las cuales la película funciona. Quizás las principales falencias de la cinta están representadas en el guion, que por momentos transita algunos lugares comunes como el “forastero que viene a romper con la paz local”, sin embargo, entre los paisajes rurales de Inglaterra, y el estilo austero que maneja la directora, podemos ubicar a “La Librería” entre aquellas pequeñas historias que emocionan a través de su franqueza y su falta de pretensiones. “A ella, lo que más le gustaba en el mundo era terminar un libro y tener la historia en la mente como el más vivido de los sueños”. La frase con la que empieza el film incurre en cierta ironía premonitoria, que nos preparará para un final algo anticipable pero necesario. “La Librería” compone un relato austero pero cargado de emoción, que apelará a sus excelentes actores para sacar adelante una historia algo típica pero funcional.
“El Reencuentro”, o “Last Flag Flying” en su título original, es el más reciente trabajo de Richard Linklater (“Boyhood”), director con una amplia y heterogénea filmografía, que en esta oportunidad se mete de lleno en la cuestión bélica que rodea a la sociedad norteamericana. Linklater dirige este melancólico y nostálgico drama con tintes de comedia que está basada en la novela homónima de 2005 del escritor Darryl Ponicsan, quien además ofició como guionista de la obra. La historia es una secuela del primer libro del escritor estadounidense titulado “The Last Detail”, el cual también fue llevado a la pantalla grande por Hal Ashby en una cinta protagonizada por Jack Nicholson y Randy Quaid. La película estrenada el año pasado relata los acontecimientos que rodean a tres veteranos de la guerra de Vietnam -Doc (Steve Carell), Sal (Bryan Cranston) y Mueller (Laurence Fishburne)– los cuales se reúnen en el año 2003 para enterrar a Larry Jr., el hijo de Doc, que ha muerto en combate en su primer año en la guerra de Iraq. El largometraje que nos ofrece Linklater arranca con una atractiva premisa que balancea bien el drama, algunos alivios cómicos e interesantes cuestiones sobre el duelo, la pérdida de los familiares y el concepto de la amistad. No obstante, lo más llamativo y admirable de la obra tiene que ver con una profunda crítica antibélica que busca enfrentar a la sociedad norteamericana sobre las pobres motivaciones belicosas del país y su tendencia a enviar a jóvenes ante un panorama desfavorable por meros temas relacionados al poder. Un mensaje interesante que se produce desde el propio seno del conflicto, de la mano de un autor avezado que presenta su trasfondo ideológico de manera correcta y sin ofender los mecanismos patrióticos de su país. Sin embargo, en la segunda mitad del relato se diluye un poco esta propuesta inicial al incurrir en ciertos momentos políticamente correctos. A pesar de esto, el film se mantiene gracias a las destacadas interpretaciones de los protagonistas que logran encontrar el tono indicado en sus labores para llevar a buen puerto una historia que se extendió un poco más de lo que debía. Carell, Cranston y Fishburne generan una química bastante acertada en estos veteranos que se encuentran mucho tiempo después del conflicto del que participaron y en una situación contraproducente. Linklater nos ofrece un punto de vista sincero, en el cual se ponen en tela de juicio los aparatos nacionalistas estadounidenses que muchas veces intentan generar un sentimiento de identificación con sus ciudadanos por medio del falso optimismo. “Lo mandaron al medio del desierto. ¿Por qué? ¿Quién sabe? No fue para proteger la patria. Al igual que la jungla a la que nos mandaron a nosotros. No era una amenaza. Y después me lo mandan de nuevo en esto, con más mentiras. Un héroe, honores, Arlington”. Con esta frase quedan evidenciados varios de los planteos del largometraje. Las autoridades le informaron a Doc que su hijo había muerto como un héroe, pero luego descubrimos que no es tan así, y es en esos momentos donde la película funciona. “El Reencuentro” es un road movie que, si bien transita algunos lugares comunes, sale adelante gracias a las actuaciones de sus protagonistas, la profunda mirada del director y su lisa y llana sinceridad a la hora de relatar los hechos relacionados con la familia, el dolor, la pérdida, el patriotismo y la amistad.
Las películas son relatos de carácter audiovisual. Esto, que puede ser un poco obvio, es un hecho que se basa en que las narraciones están compuestas tanto de la imagen como del sonido. Es así, que si bien siempre se desarrolla o se le dedica especial importancia al diseño de la estética visual, también es igual de relevante y trabajado el campo sonoro. “A Quiet Place”, el film dirigido y protagonizado por John Krasinki que se estrenó el jueves pasado, tiene bien en claro este aspecto y le brinda a la arquitectura auditiva del relato un trato especial y sumamente logrado que eleva a la narración a un nivel superlativo. La película cuenta la historia de una familia que parece estar desplazándose de un lado para el otro, conversando mediante lenguaje de señas y tratando de no generar el más mínimo ruido. El padre de la familia (John Krasinski) y su esposa (Emily Blunt) buscan medicamentos y provisiones en supermercados abandonados junto a sus tres hijos. Aparentemente, tuvo lugar algún tipo catástrofe a nivel global, de la cual nos iremos enterando (no demasiado) a lo largo del relato. Este grupo sigue su camino y el niño menor quiere hacerse con un juguete adquirido en el mercado. El padre le indica que éste es muy ruidoso y no lo puede llevar. En medio de la quietud de los bosques de algún paraje alejado en alguna región de Estados Unidos, el nene saca la nave espacial de juguete recuperada gracias a la complicidad de su hermana mayor con problemas auditivos, y ésta comienza a funcionar encendiendo luces y sonando a un volumen considerable que rompe con la tranquilidad del lugar. Lee, el padre, comienza a correr hacia su hijo mirando a los costados donde se escuchan unos pasos acercándose. Cuando está por alcanzar a su hijo, éste le es arrebatado por una criatura extraña, probablemente de origen extraterrestre. Con este comienzo intrigante, arrollador y cuidadosamente confeccionado empieza la historia de la familia Abbott, que deberá mantenerse en absoluto silencio para lograr sobrevivir. La película del actor, productor y director, John Krasinski (“The Office”), es un pulcro y pulido thriller que mezcla ciertos mecanismos del terror (en especial los jump scares) con algunos acertados elementos del drama familiar y un futuro postapocalíptico misterioso. Luego de esa interesantísima secuencia de apertura, el relato se sitúa un año después con una Evelyn (Blunt) embarazada y una familia afligida por la pérdida del pequeño miembro. Sin embargo, no tendrán mucho tiempo para hacer catarsis porque deberán afrontar varios hechos futuros que amenazan con romper la tranquilidad que tuvieron durante el último año. Lo más atractivo del relato tiene que ver con la premisa que establece la narración. “Si no te escuchan, no pueden cazarte”. Aparentemente, estas extrañas criaturas son ciegas y solamente se guían por el sonido, por lo que los sobrevivientes serán aquellos que puedan mantenerse en absoluto silencio. Esto hizo que el relato sea bastante llamativo en relación al diseño sonoro. La música de Marco Beltrami (“World War Z”, “Logan”) junto con la edición de sonido y la mezcla comprenden un trabajo excelso donde trabajan en absoluta consonancia y armonía los sonidos y la ausencia de los mismos. Está empleado excelentemente el concepto de “silencio” para generar momentos de tensión y de suspenso. Por el lado visual, la fotografía de Charlotte Bruus Christensen (“Fences”, “Molly’s Game”) no desentona y nos ofrece ese gélido y desalentador futuro que tanto acecha y amedrenta a nuestros personajes. Krasinski demuestra una enorme habilidad para ir sugiriendo todos los problemas con los que se va a encontrar esta familia. Todas las piezas están ahí a simple vista, esperando que sean puestas en contacto. Sabemos que el embarazo, tarde o temprano, representará un problema sonoro para los protagonistas, pero también lo será un clavo en una escalera, un granero, etc. Una película que se centra en sus personajes, y se destaca por las actuaciones de los protagonistas adultos, pero también de Millicent Simmonds, la niña que pudimos ver en “Wonderstruck” de Todd Haynes el año pasado. “Un Lugar en Silencio” es un film perturbador y sumamente entretenido que se destaca por su original concepto sonoro. Un hecho que se aprovechó tanto desde lo técnico como desde lo narrativo. Una historia que profundiza en la crisis de una familia y en los problemas de comunicación de los seres humanos y cómo uno puede salir adelante más allá de ellos. Una interesante propuesta para ver en cine y disfrutar en todo su esplendor.
Steven Spielberg vuelve a las andadas con el género que mejor le sienta: la ciencia ficción. Luego de años de espera nos otorga un divertidísimo viaje que honra a la cultura pop, principalmente de los ochenta, la misma que ayudó a construir por medio de sus encantadores relatos. Una oda al mundo gamer y a la cinefilia pura. “Ready Player One” es un relato basado en la novela homónima de Ernest Cline, autor que además participó de la escritura del guion de la película. Lo que podemos disfrutar en pantalla a partir de esta semana es un vertiginoso y entretenido largometraje que, si bien se aleja un poco del libro, mantiene la esencia del mismo y logra transmitir los mismos hechos que rodean a los personajes de una manera más cinematográfica y audiovisual. La película cuenta una historia que tiene lugar en el año 2045. Allí Wade Watts (Tye Sheridan) es un adolescente al que le gusta, como a tantas otras personas, alejarse de la oscura vida cotidiana, para sumergirse en “OASIS”, una utopía virtual que es tan vasta como el propio universo. Este mundo está plagado de gente que se oculta tras avatares y donde puede ser lo que no es en la vida real. Un día, el excéntrico y multimillonario creador de este popular videojuego masivo, Halliday (Mark Rylance), muere dejando una competencia como legado, donde el ganador se hará acreedor de su fortuna y será el dueño de Oasis. Para ello, elabora una búsqueda del tesoro escondiendo tres llaves a través de los rincones más recónditos de su creación. Será el punto de partida para que Wade se enfrente a jugadores, poderosos enemigos corporativos y otros competidores despiadados, dispuestos a hacer lo que sea, tanto dentro de “Oasis” como del mundo real, para obtener el premio. En esta aventura, Wade o Perzival como es conocido dentro del mundo binario, contará con la ayuda de Art3mis (Olivia Cooke), Hache (Lena Waithe), Sho (Philip Zhao) y Daito (Win Morisaki) en la lucha contra el despiadado Nolan Sorrento (Ben Mendelsohn), el dueño de una enorme corporativa que quiere ganar la búsqueda del Easter Egg para controlar la plataforma y así conseguir poder y dinero. El relato recuerda un poco a la estructura de “Inception” (2010), donde íbamos alternando secuencias que se daban en el mundo real y acontecimientos que tienen lugar en el mundo imaginario. Sin embargo, esta obra en cuestión juega con el mundo gamer y el espíritu competitivo para brindar unas logradas escenas que mezclan la gran creatividad del director y ese espíritu nostálgico por los clásicos de los ’80. Spielberg es un gran narrador de historias y logra revitalizar el cine mainstream una vez más, demostrando que la base de todo no solo es una buena trama, sino que además la clave está en crear personajes fuertes y tridimensionales con motivaciones claras. Por otro lado, nos vuelve a dar cátedra en la edificación de relatos con jóvenes o adolescentes como protagonistas. Tye Sheridan y Olivia Cooke nos deleitan con más que dignas composiciones de sus papeles, que tanto ellos como el resto del elenco tuvieron que encarnar en dos ocasiones, en las partes live action y las secuencias de CGI, donde realizan mediante captura de movimiento las interpretaciones de sus avatares. Un tremendo trabajo actoral y de dirección. También cabe destacar el trabajo de Mendelsohn en la elaboración de esa fuerza antagónica que parece implacable y siempre les pisa los talones a los héroes de turno. La banda sonora y los efectos especiales se destacan en los aspectos técnicos, al igual que la fotografía y ese manejo de cámara y de la espacialidad característicos de Spielberg. Su empleo del plano secuencia o la toma larga en función de lo que estamos contando más que en un despliegue cinematográfico o logro técnico, hicieron que se convierta en uno de sus sellos personales que pasan desapercibidos pero que consiguen darle una impronta visual bien marcada y funcional. “Ready Player One” es un film trepidante que nos trae a Spielberg en su mejor forma pochoclera, logrando una película entretenida, con un trasfondo social marcado que se beneficia del talento de sus intérpretes y de un guion dinámico y original. Demás está decir que la dirección es impecable y que la imaginación/creatividad de la cinta para conseguir una continua catarata de alusiones a la cultura pop es uno de sus puntos destacados. Un largometraje maravilloso que nos hará sentir como niños otra vez y que se quedará en nuestras memorias. Un viaje para que disfrute toda la familia. Bonus Track: Sentir la cinefilia en estado puro cuando los protagonistas tienen que afrontar al hotel Overlook de “The Shining”. Una de las mejores escenas. Una verdadera joya y muestra de cariño hacia Stanley Kubrick.
Sean Baker (“Tangerine”) nos trae un duro relato sobre las familias que viven en la pobreza en el estado de Florida. Lo más interesante de la historia es que suele mostrarnos más que nada el punto de vista infantil. Hay pocas películas que abordan la inocencia y las emociones de los chicos como lo hizo “The Florida Project”. El film se centra en una niña de 6 años y en sus amigos que pasan el verano en un pequeño motel muy próximo a Disneyworld, mientras sus padres y el resto de los adultos que los rodean sufren los efectos de la crisis económica. El realizador no tiene pelos en la lengua a la hora de mostrar ese panorama socioeconómico bastante desalentador, no obstante, evita caer en golpes bajos o en una actitud condescendiente. La cámara se presenta como un testigo privilegiado que sigue muy de cerca a los personajes, dotando a la narración de cierta naturalidad y realismo. Baker incurre en la utilización de varios travellings que nos mete de lleno en ese mundo asediado por un capitalismo que no le otorga posibilidades a los más necesitados, y a ese ámbito de desidia, ineptitud y apatía parental de los progenitores modernos. Lo más atractivo recae en la narrativa y en el don del realizador para mostrar a estos individuos desamparados de una forma emotiva, desgarradora y sincera. Todo esto se puede ver reflejado en un guion inteligente escrito por el director junto a su habitual colaborador Chris Bergoch, que se centra más que nada en la visión de los niños, ese ojo que no juzga y que mira todo siempre desde un lado optimista, franco, sencillo y risueño. Además, el trabajo de fotografía de Alexis Zabe nos ofrece mediante la saturación de los colores y la estridencia de los mismos, hacer énfasis en los contrastes que nos marca la historia; los moteles precarios en los que habitan los personajes entran en oposición a los parques temáticos de Disney y los clubes privados que se encuentran en las cercanías a esas menesterosas residencias. Por el lado actoral, las interpretaciones que ofrecen tanto los niños como Bria Vinaite (Halley), la madre de la pequeña protagonista, son realmente destacables y logradas. Transmiten esa sinceridad que requiere la película. Willem Dafoe también hace un gran aporte al relato con la composición del encargado del motel, que tiene que lidiar con los individuos conflictivos y el mantenimiento del lugar. Un rol cargado de sutilidad y emotividad, algo que solo puede conseguir un actor de la talla de Dafoe. No por nada fue nominado a los Oscars como Mejor Actor de Reparto por el mismo papel. “El Proyecto Florida” es uno de esos retratos sobre la pobreza realmente bien hechos que no profundizan en los aspectos trillados o facilistas de los mismos. Un relato por demás original que nos invita a verlo para descubrir cómo los niños ven la vida real y cómo lidian con los problemas cotidianos que muchas veces los mismos adultos no pueden afrontar.
“Visages Villages” es un documental de origen francés, y uno de los grandes candidatos a quedarse con el galardón a Mejor Documental en la próxima entrega de los Oscars. ¿Cuál es el gran atractivo de este film que tiene 100% de calificaciones positivas en Rotten Tomatoes? El largometraje representa una colaboración entre la veterana directora Agnès Varda y el artista gráfico urbano/fotógrafo JR, un joven francés conocido por sus impactantes obras visuales que consisten en enormes intervenciones gráficas en calles y tejados de diversas ciudades de todo el mundo. Es así como estos individuos que unen fuerzas para este proyecto deciden salir a recorrer varias localidades de Francia con el objetivo de realizar distintas obras en lugares abandonados u olvidados, pequeños poblados, construcciones destinadas a ser demolidas o solo territorios aislados. Ambos se suben a una camioneta con forma de cámara y comienzan a transitar un camino emocionante, entretenido y conmovedor que marcará sus vidas para siempre. El relato se desarrolla como una suerte de road movie documental, en el cual dos artistas empezarán un viaje de autodescubrimiento, donde también crearán un vínculo que los enlazará no solo para alcanzar el objetivo del proyecto en cuestión. Varda y JR retratan a muchos personajes que se topan en su camino, ofreciéndoles la oportunidad de pegar dichas capturas instantáneas en lugares que representen puntos destacados de sus vidas. Un film que engloba historias de vida, con mensajes esperanzadores y una poética visual realmente magnética. También cabe destacar la banda sonora compuesta por Mathieu Chedid, que logró aportar su cuota de sensibilidad y nostalgia al hecho narrativo. El documental no representa solamente una serie de testimonios aislados, sino que también nos ofrece un destacado conjunto de imágenes preciosas que embellecen y enaltecen a la obra en sí. Además, habrá algunos guiños para los cinéfilos, relacionados con el cine de Jean-Luc Godard, director con el cual Agnès Varda tuvo la oportunidad de trabajar. “Visages Villages” es un documental estupendo y emotivo. Uno de esos relatos que parecen captados con total naturalidad, producto del talento artístico de sus involucrados. Un largometraje realmente recomendable que se nutre de una buena premisa, un cuidado registro y un poderío visual inmenso.
Will Gluck (“Friends With Benefits”, “Easy A”) nos ofrece esta mirada aggiornada y actualizada del clásico cuento infantil concebido por la escritora inglesa, Beatrix Potter. Quizás por estas pampas no son tan conocidas las historias de Peter Rabbit o Pedro el conejo como se lo conoce en ciertos países hispanohablantes. El cuento de Potter es una fábula que relata las travesuras del roedor del título, el cual siempre logra meterse en problemas a pesar de los consejos de su madre. Su familia le advierte sobre mantenerse alejado del jardín del Sr. McGregor, ya que su padre fue atrapado y cocinado en forma de tarta. No era de extrañar que luego del éxito que tuvieron las películas del oso Paddington, otro querido personaje de la literatura inglesa, se pusieran en marcha otras producciones de la misma índole. Es así, como este año pudimos ver al conocido conejo en el siguiente largometraje que se estrenó un par de meses atrás. El film cuenta la historia de Peter (James Corden) y sus hermanas que viven metiéndose en la huerta de McGregor (Sam Neill) hasta que éste muere y los animales toman el control del lugar. Sin embargo, la casa la hereda Thomas McGregor (Domhnall Gleeson), el sobrino del amargado granjero. Siendo un hombre de ciudad ajeno a los beneficios de la vida rural, Thomas siente que debe vender la casa para volver a la transitada Londres y ganarse la vida en la gran urbe, no obstante, conoce a su tierna vecina, Bea (Rose Byrne), una artista amateur y defensora de los animales que lo hará debatirse sobre sus aspiraciones interesadas y chabacanas. Al decidir quedarse en la granja, Thomas deberá enfrentarse a los roedores que buscan alimentarse de sus vegetales y hortalizas. “Las Travesuras de Peter Rabbit” es un largometraje que apunta al público infantil, pero que llamará la atención de los adultos por medio de varios gags logrados y ciertos momentos políticamente incorrectos en una obra de esta índole. Por momentos, la película puede contar con cierta originalidad disparatada y algunos instantes de violencia caricaturesca. Obviamente, la historia resulta algo predecible e incluye ciertos clichés inherentes al cine infantil, pero Will Gluck termina dándonos una propuesta entretenida, que actualiza y mantiene vivo el espíritu del cuento original. Uno de los grandes atractivos de la obra (si se la disfruta en su idioma original) tiene que ver con las correctas actuaciones de Byrne y Gleeson, pero especialmente las voces de las criaturas animadas que resultan bastante desopilantes por momentos. James Corden compone al protagonista, mientras que tambien son de la partida Sia, Margot Robbie (“Suicide Squad”), Elizabeth Debicki (“Guardians of the Galaxy”) y Daisy Ridley (“Star Wars: The Force Awakens”). “Las Travesuras de Peter Rabbit” es un film entretenido para disfrutar en familia, que si bien puede resultar algo previsible e infantil, sale airoso gracias a su talentoso elenco y a una animación destacada, donde interactúan humanos y animales antropomórficos. Algunos puristas de la literatura dirán que la cinta no le hace justicia al material original, pero lo cierto es que el personaje del título mantiene la esencia literaria y la actualiza a los tiempos que corren.
La secuela de “Pacific Rim” (2013) se estrenó esta semana y ante lo visto en pantalla podemos determinar que el film perdió el motor/alma que hizo tan gigantesca y espectacular a la primera entrega. (Atención: Este artículo puede contener spoilers de la película) Guillermo del Toro dirigió hace cinco años un film de puro entretenimiento que nos mostraba cómo la humanidad luchaba mediante enormes robots contra un grupo de Kaijus o criaturas monstruosas que amenazaban con destruir la Tierra y todo lo que ella contiene. Aquella obra protagonizada por Idris Elba y Charlie Hunnam se destacó por incluir personajes definidos y peleas enormes donde la acción se podía visualizar y disfrutar a diferencia de lo que pasa con los films de “Transformers” donde todo es puro corte y vértigo generado por la fragmentación. GDT siempre fue un amplio conocedor del lenguaje cinematográfico y mediante éste supo crear historias que nos hizo emocionar y conmover. Quizás “Pacific Rim” no fue su mejor obra, pero supo explotar el costado del espectáculo y el entretenimiento por medio de una trama sencilla pero bien construida y escenas de acción impresionantes que nos mostraban una contienda monumental. “Pacific Rim: Uprising” dirigida por Steven S. DeKnight (“Spartacus”) busca lograr lo que generalmente se proponen todas las secuelas de films mainstream, redoblar la apuesta y aumentar la escala de los sucesos mostrados en la película anterior. Sin embargo, el resultado si bien no es tan catastrófico como los hechos narrados, la obra carece del atractivo o el alma que tuvo su antecesora. En esta ocasión, se nos relatan los acontecimientos que tienen lugar 10 años después de lo que pudimos ver en la cinta de 2013. El planeta vuelve a ser asediado por los Kaiju que controlan la mente del Dr. Newton Geiszler (Charlie Day) y buscan abrir nuevamente el portal para volver a intentar destruir a la raza humana. Ante esta nueva amenaza, los Jaegers, robots gigantes de guerra piloteados por dos personas para sobrellevar la inmensa carga neuronal que conlleva manipularlos, ya no están a la altura de lo que se les viene encima. Será entonces cuando los supervivientes de la primera invasión, además de nuevos personajes como el hijo de Pentecost (John Boyega), tendrán que idear la manera de sorprender al enorme enemigo, apostando por nuevas estrategias defensivas y de ataque. John Boyega, Scott Eastwood y Cailee Spaeny son las nuevas incorporaciones que tiene esta segunda parte y se busca por medio de estos jóvenes actores mostrarnos una nueva batalla interdimensional para salvar a la Tierra. Cabe destacar la actuación de Boyega que se siente cómodo con los blockbusters y la introducción de Spaeny que es una joven que puede llegar a tener roles más importantes en un futuro cercano. Lamentablemente, el resultado no es el esperado ya que un guion bastante genérico y sin sutilezas se encargará de poblar la pantalla durante casi dos horas con muchas dósis de humor forzado en el medio. Esta tendencia a la “marvelizacion” de las historias están arruinando el buen divertimento al que apelan este tipo de trabajos. Por otro lado, en ciertos momentos el CGI tambalea, en especial en la escena en la que se construye el super kaiju del final. No obstante, aquel espectador menos exigente encontrará más de lo mismo, mucha más acción (pero menos pensada que la del film de Guillermo) y más kaijus gigantes. El problema está en que se dejó de lado aquel aspecto geek que proponía del Toro como homenaje a “Godzilla”, “Mazinger” y “Evangelion”, y se optó por hacer un tanque que se asemeje más a los films de Michael Bay. DeKnight sacó varios de los componentes enriquecedores que nos dio el film original como aquellos personajes secundarios extravagantes (no nos olvidemos de los cameos de Ron Perlman y Santiago Segura), su eterno amor por el cine fantástico demostrado en la confección de las batallas y las criaturas y ese apego al anime o al cine de género tokusatsu. En resumen, “Pacific Rim 2″ sufre de la salida de su creador para terminar cayendo en manos de un director que construyó un tanque genérico pero entretenido. Un film que seguramente caerá en el olvido por no poder hacerle frente a la sombra de la primera parte.