Soy fan de Cameron Crowe, dato fundamental para tener en cuenta al leer esta reseña. Lo que no quiere decir que todo lo que haya hecho me gustó. Es más, sus últimos dos films dejaron bastante que desear pese a sus buenas intenciones, sobre todo Elizabethtown (2005). Y al igual que esos dos últimos trabajos, este estreno tampoco es bien recibido por la crítica y el público de Estados Unidos. Dicen que Crowe “perdió su toque” y puede que tengan razón. Ahora bien, lo que yo digo es que no siempre se pueden dar joyas. Say Anything (1989) hay una sola y es el retrato perfecto de coming of age movie solo superada por Almost Famous (2000) que era nada más y nada menos su magnífica autobiografía. Claro que Jerry Maguire (1996) es otro clásico indiscutido y aunque Vanilla Sky (2001) fue aclamada también es verdad que es la menos personal de sus obras por tratarse de una remake. Con Bajo el mismo cielo (pésimo título que reemplaza el significativo Aloha) Crowe vuelve a hacer otra vez lo que sabe hacer mejor: darle un significado a las relaciones y el lugar que las personas ocupan en nuestras vidas. El espectador tranquilamente puede hacer ese correlato y sentirse identificado con los personajes, porque más allá de lo pintoresco de sus profesiones (militares, pilotos, ingenieros de la NASA) Crowe creó personas con sentimientos y ambiciones totalmente reales. Para ello eligió un elenco soñado encabezado por los actores del momento tales como lo son Bradley Cooper y Emma Stone. Ambos en un tono de comedia romántica que sobresale del registro de la película en general, lo que puede chocar par algunos. Rachel McAdams está muy bien pero no tanto como quien hace de su pareja: John Krasinski. Las intervenciones de su personaje -que prácticamente no habla y expresa todo con miradas y gestos- no tienen desperdicio alguno. Obvio que no se puede dejar de mencionar al siempre genial Alec Baldwin pero nos ponemos todos de pie cuando entra a escena el eterno Bill Murray. Su mera presencia legitima todo. En cuanto al guión, el espectador puede encontrarse un poco perdido en cuento a la clave del mismo al principio pero una vez que se entra en sintonía no va a querer que la película termine. Es esa sintonía la que determinará si el film gusta o no. Aquí no hay grises, es una historia que te pega o que no te pega, pero si lo hace el golpe es fuerte. Una vez más Cameron Crowe nos recuerda el motivo por el cual amamos el cine: por sus historias y por lo que transmiten. Esta no será la mejor historia de Crowe, pero sin duda es tan magnífica como sincera. Algo que en el cinismo del cine escasea bastante. Aloha para todos.
Si bien hemos visto unas cuantas películas que han desnudado el mundo de los actores, las estrellas, sus vidas y la fama, estas no son siempre muy elocuentes y bien actuadas. Tuvimos ejemplos muy grossos tales como la Reciente Birdman (2014) o la brillante pero no tan reconocida Somewhere (2010). Aquí nos metemos en la vida de una actriz que brilló en su juventud (Juliete Binoche) y que ahora afronta una crisis porque se encuentra ante la posibilidad de interpretar un papel que para ella marca el paso del tiempo. Con un buen contenido dramático y toques sutiles de humor la historia avanza y se hace llevadera. La relación entre el personaje de Binoche y su asistente, una gran Kristen Stewart, quien vuele a demostrar que su participación en la Saga Crepúsculo es solo una mancha en su carrera. Y a nivel actoral el film se engrandece aún más cuando entra en escena Chloë Moretz. Pese al gran elenco y las geniales performances, muchas de las escenas se quedan cortas y da la sensación de que no se llega plasmar lo que realmente se quería. El experimentado director y guionista Olivier Assayas se quedó corto en ese sentido pero no en el planteamiento de la historia y conflicto central. La fotografía es muy buena y se aprovechan muy bien los lindos paisajes que proporcionan los majestuosos Alpes Suizos. En definitiva, El otro lado del éxito es una buena película con grandes actuaciones pero que no le llegará a todos de la misma manera. Será disfrutada mucho más por el público cinéfilo.
Es difícil catalogar a qué público le pegará más Abzurdah, quiénes se engancharán más con la propuesta. Porque si bien gira en torno a una adolescente conflictiva, obsesiva y enferma, son los adultos los que podrán hacer otra lectura. La adaptación del best seller de Cielo Latini crea un perfecto clima muy reconocible para los que fuimos adolescentes en los noventas con pequeños detalles (ICQ, conexión a Internet por modem) así como también en la forma de expresarse. Con una dirección correcta y una fotografía más que elocuente y dinámica la directora Daniela Goggi crea muy buenos climas ya sean los románticos e inocentes del principio o los dramones finales. Ahora llega el momento de hablar de la protagonista absoluta: Eugenia “La China” Suarez, cuya interpretación sorprende haciendo olvidar sus trabajos en la tv para catapultarla como una actriz de cine con todas las letras. Además de ser hermosa, demuestra justamente como usar esa belleza en pos de su personaje y no para resaltarse. Gran decisión de la directora. El resto del elenco está bien pero con un rendimiento menor en comparación a Suarez, incluso Esteban Lamothe, a quien no se lo ve del todo cómodo en el papel. La historia es llevadera y el recurso de la voz en off está muy bien utilizado, la única contra es que el final es muy conocido y eso le resta al suspenso y climax. En definitiva, Abzurdah es una propuesta interesante de cine nacional con un gran protagónico.
Gran momento para el cine nacional, con diversas propuestas para todos los gustos ya sean más tradicionales o tirando hacia el lado del género. En esta ola de buen cine ubicamos a Sin hijos, cuyo sello de su director ya es perceptible desde los títulos iniciales. Ariel Winograd sabe hacer comedia como nadie en el país, tal vez es el mejor y si uno entra en sintonía con sus películas descubrirá muchos guiños propios de un obsesivo y perfeccionista creando de esta manera un estilo inconfundible. No importa quién escriba sus largometrajes porque cuando él agarra el guión se adueña del mismo y le implanta su persona por todos lados, ya sea en los chistes de ghetto, en los absurdos o en las situaciones ridículas e inverosímiles, pero por sobre todo en los personajes. Ahí nos encontramos con un Diego Peretti sin desperdicios que se mete de lleno en ese gran padre que interpreta. Algo que después tiene que esconder por la eternamente sexy Maribel Verdú, que tal vez es lo más flojo de la película. Pese a estas dos grandes y reconocidas figuras, la que se lleva todos los aplausos es la pequeña Guadalupe Manent. Los intercambios que tiene con Peretti no solo son geniales y graciosos sino que también hacen relucir el gran vínculo generado. Un verdadero hallazgo, de esos que dan ganas de seguirle la carrera. El resto del elenco lo completan los sospechosos de siempre de Winograd tales como Pablo Rago (sólido como es su costumbre) y Martín Piroyansky, su actor fetiche que suele llevarse los mejores momentos y/o subplots memorables tal como en este estreno. La fotografía es propia de una comedia de Hollywood pero argentinizada y digo eso como un gran halago. No hay ni pretensiones ni grandilocuencias. Por su parte la música cuenta con temas muy bien empleados al ritmo de un montaje rápido que hacen que el film sea vertiginoso aún para este género. Sin hijos es una comedia para disfrutar, mejor que la gran mayoría que suelen estrenarse, y eso no es poco.
La siguiente línea ya es habitual pero vale la pena repetirla: Argentina goza de una gran costumbre de estrenar películas de terror y que les vaya bien a pesar de ser malísimas. Son solo un par de excepciones por año las que realmente valen la pena y Donde se esconde el diablo es una de ellas. Lo genial de esta película es que la gran mayoría de su metraje te va “vendiendo” una cosa y llegando al final es otra. Y uno no lo ve venir porque te despistan muy bien. Más allá de los sobresaltos que te pueda provocar o no, lo señalado en el párrafo anterior es para destacar porque no es algo fácil de lograr. Los personajes tenían todas las fichas para ser bien vacíos y cuadrados pero por suerte nada de eso ocurre. El elenco encabezado por ignotas actrices y Rufus Sewel laburó muy bien e incluso con matices dramáticos que aportaron profundidad. Sí, hay gritos que están exagerados y sí, también tenemos las típicas escenas de adolescentes hormonales propias de este género, pero el saldo es positivo. De la historia no se puede decir mucho más de lo que se lee en la sinopsis porque sería un gran spoiler, pero destaco que están muy bien manejados los climas y el suspenso. Sin llegar a ser una experiencia escalofriante como lo fue El Conjuro (2013), Donde se esconde el diablo levanta la vara de la mediocridad de películas de terror que llegan con frecuencia a la cartelera local, así que si son de consumir estas películas aquí hay una que no pueden perderse.
Me gustó mucho esta película por varios motivos, pero destaco que la protagonista sea una mujer y eso es símbolo de que algo está cambiando, porque unos años atrás la historia hubiese sido la misma solo que protagonizada por un hombre. Amén de ello, también hay que destacar que un film puede tener una protagonista femenina que no sea ni Angelina Jolie ni Scarlett Johansson como figura fuerte. Y está perfecto que el farol aquí se encuentre apuntado hacia Blake Lively no por la obviedad de su belleza sino por como trabaja. Lo ha demostrado en The Town (2010) y Salvajes (2012), y aquí logra que el espectador realmente sienta su historia. A priori muchos pueden decir de forma coloquial que este estreno es “una película de mina” y probablemente lo sea. El punto es que es buena. Tiene todos los (buenos y ninguno malos) condimentos de película romántica y si bien cae en clichés los mismos no molestan e incluso están bien colocados. Aparte de Lively, el resto del elenco cumple con creces. Tiene un muy buen co-protagonista (Michiel Huisman, conocido por la serie Game of Thrones) y a un Harrison Ford que legitima de manera clave su importantísimo personaje. La bella fotografía junto con las muy buenas adaptaciones de época en lo que refiere locaciones y vestuario hacen que se disfrute mucho más de la vida de la hermosa Adaline. Una gran película con claro hincapié hacia el público femenino pero que los novios/maridos que acompañen disfrutarán aún cuando no se animen a admitirlo.
Lo bueno de Showroom es que aporta aún más diversidad a las propuestas nacionales de los últimos tiempos, además de las películas de género también se van incrementando las variantes de dramas y comedias. Lo malo de Showroom es que es un drama (con toques de comedia) que no logra movilizar al espectador. Por más bien que Diego Peretti trabaje es imposible dejar de pensar en “¿Por qué me están contando esta historia? ¿Por qué tendría que ser interesante la vida de un tipo con problemas familiares que vende departamentos?”. Estas dos preguntas no tienen respuesta a lo largo de la cinta y ahí es donde el film pierde porque no puede validar su supuesto propósito. Peretti divaga de un lado al otro y no puede encontrar lugar a pesar de decir sus líneas de forma correcta y legitimando un poco, tan solo un poco, a su personaje con habilidad actoral. La música, fotografía y edición están bien pero sin elementos que sobresalgan para destacar. En definitiva Showroom se deja ver pero no sorprende.
Llegamos a un punto de la llamada “historia cinematográfica” que el estreno de películas tales como Avengers: La Era de Ultrón pasan a ser eventos. No solo a nivel taquilla, algo totalmente obvio a esta altura, sino a como marcan épocas y tendencias en realización, apreciación y promoción de cine. Los falsos intelectuales denostan estás películas y le restan importancia, por dios que equivocados que están. Más allá de que si es una propuesta que le hace mal o no al arte de realizar películas -eso es otra discusión- es indudable que estamos atravesando una época dorada en materia cine de superhéroes. En este contexto y con demasiada expectativa llega la secuela del film de este género que más éxito ha tenido y perteneciente al estudio más exitoso y con más perspectiva del momento (Marvel). La vara estaba muy alta y a mi gusto no fue alcanzada. Principalmente porque ya no tenemos la sorpresa de ver a todos los héroes juntos por primera vez y también por la construcción de la historia y el poco desarrollo de los personajes. Además le faltan partes icónicas. En cuanto a la historia, si bien es muy consistente y dinámica, empieza con mucha acción de golpe y se extraña el armado del equipo. Por otro lado se nota que se metió mucha tijera para recortar escenas y los que sufrieron en ese proceso fueron los plots individuales de todos. El primer corte de la película era de tres horas y media y lo que vemos en el cine son 140 minutos, o sea que se sacó mucho. Las secuencias de acción son alucinantes y no fueron a lo obvio que sería más destrucción que en la primera película (tirar más edificios abajo) sino que complejizaron las peleas y desafíos. Ultrón, si bien menos pintoresco que el Loki de Tom Hiddleston, funciona como villano, cuestión clave en las películas de superhéroes. Y en cuanto al elenco, ya funciona como el mejor de los relojes suizos, cada uno en su lugar y con los tiempos e intervenciones justas y ahora con el aditivo de profundizar un poco más en Hawkeye (Jeremy Renner) y Black Widow (Scarlett Johansson), gran acierto por parte de Joss Whedon porque el resto de los héroes tuvo y/o tiene films individuales. Y hablando de Whedon, si bien ésta no será recordada como la mejor de sus obras hizo un gran trabajo para mantener un nivel de realización maravilloso entre tanta competencia, incluso con él mismo. Pese a todo esto, los más puristas del comic podrán quejarse por ciertas cuestiones tales como que Ultrón aquí es creado por Tony Stark y no por Hank Pym como es originalmente, pero la justificación es buena. Los fans de las películas de Marvel, que cada vez son más e incluso con un público femenino apabullante, saldrán más que satisfechos de las dos horas de adrenalina y la escena inter-créditos (no hay escena extra luego del rodante final esta vez). En fin, podemos analizar mucho este estreno, desde un punto de vista nerd, desde uno comercial, desde uno cinematográfico y desde uno industrial, pero lo cierto es que se trata de entretenimiento puro y bien hecho para explotar los sentidos en el cine, algo de lo cual no me puedo apartar a la hora de analizar y puntuar el film.
Película rara y película para pocos. Es una buena manera de definir a La parte ausente. Esto acurre porque nos encontramos ante una propuesta muy poco común de cine argentino en donde la historia se basa en un futuro caótico donde ciertas personas han mutado. Ahora bien, estas mutaciones se traducen en pseudo vampiros lo que abre incluso aún más el género. Si bien la idea a priori es interesante tiene dos problemas graves, en primer lugar como consecuencia de un bajo presupuesto no se puede hacer mucho alarde de ese futuro caótico que se plantea. En cambio nos encontramos con una Buenos Aires muy oscura y mezcla de tecnologías recientes y de hace unos años (se ve claramente en celulares y televisores). Y en segundo lugar es lenta, la manera en la cual está desarrollada la historia hace que aburra un poco. Asimismo, muchas secuencias están filmadas cámara en mano con una subjetiva por sobre el hombro de los personajes, lo que hace aún más raro la percepción por parte del espectador. Está claro que es una elección del director Galel Maidana, pero no la más acertada. Con respecto al elenco, se lo ve muy forzado pero no por eso están mal. Celeste Cid siempre trabaja bien y esta no es la excepción. En definitiva, La parte ausente es una propuesta que agradará a un sector muy sectorizado, el resto se aburrirá un poco.
Hace poquito más de un mes se estrenó la mediocre y previsible Lo mejor de mi. ¿Qué comparte con El viaje más largo? Pues se trata de otra (¡Si, otra!) adaptación de una novela de Nicholas Sparks. En esa crítica hice una breve explicación de cómo este señor había ganado su prestigio y el tipo de historias que escribe. Destaqué que salvo las dos primeras adaptaciones que hicieron de su obra - A walk to remember (2002) y The notebook (2004)- el resto fue un completo fiasco, y este estreno no es la excepción. Una pregunta obvia para hacer es el por qué se siguen haciendo estas películas basadas en novelas tan pobres y la respuesta es porque son baratas y les va relativamente bien. Es un negocio que cierra. Pero aún así sería genial que ese negocio crezca con adaptaciones de autores ignotos o se apueste en grande a películas románticas chicas. Un gran ejemplo es el film Copenhagen (2014), espectacular película romántica que no se va a estrenar en argentina. Volviendo a El viaje más largo, el gran dato para destacar es que Sparks rompe su fórmula y no hay enfermedades terminales en el final. Aún así mantiene su estilo y el desfile de clichés es interminable. Seguro que las chicas van a delirar con los abdominales bien marcados de Scott Eastwood (el hijo de Clint), quien empieza a pisar fuerte en Hollywood pero que aquí no demuestra ninguna dote magnífica. Aunque también vale aclarar que el guión no se lo permitió. Lo mismo sucede con su partener Britt Roberston, otra joven promesa que aquí cumple su rol de chica dulce y centrada. En cuanto a lo cinematográfico, el director George Tillman Jr ha demostrado que puede contar historias con elocuencia tal como hizo con Hombres de honor (2000), lo que deja más en evidencia el pobre guión porque desde el aspecto técnico la película está bien e incluso su fotografía llama la atención con lindos planos. En definitiva, El viaje más largo es una trillada película romántica pero no tan mala como su antecesora. Un sector del público femenino la disfrutará, pero no mucho más que eso.