Dos niños encuentran el cuerpo de una mujer, con un corte en el cuello, traído por la sudestada. La policía llega hasta el lugar y reconoce a Marga Maier. El mismo día, Julia Victorica (Pilar Gamboa) vuelve a la estancia Los Coronillos por un posible comprador brasileño, Ricardo Reis (Ivo Müller). Luego del encuentro, la noticia del crimen llega hasta ellos.
El bullying no es un suceso moderno, eso es ya sabido, pero el hecho de estar presente en la agenda de todos los medios de comunicación le da una nueva pintada de cara a esa forma de violencia, donde algunos chicos son tomados como blanco de maltratos por el resto. En este caso, el protagonista de El Corral es víctima de un sinfín de abusos por el hecho de ser un cuatro-ojos miope, sin amigos, pésimo en los deportes, con gustos distintos a los que están de moda, es decir, el raro de la escuela. En medio de esa etapa donde lo diferente es un pecado que se paga a diario está Esteban Ayala, quien lejos de vivir la adolescencia como una belle époque, busca el modo de evadirse de ella a través de la poesía: un lugar donde puede abstraerse de los golpes –físicos y psicológicos-, de las gastadas cotidianas, de la falta de atención de sus padres y el rechazo de su hermana.
Una historia sobre el mar patagónico une, a modo de nudos marineros, la historias de sus habitantes hasta formar una gran red. Legado del mar llega hasta Rawson, en la provincia argentina de Chubut, para poner frente a cámara un retrato de la actividad pesquera nacional junto a su gente, sus embarcaciones, sus recuerdos e, inclusive, sus pérdidas. Tomando como protagonista a Juan Iglesias, un viejo pescador de la zona, el largometraje escucha con atención sus testimonios y los de su familia, mientras acompaña al hombre en su vida cotidiana: desde su casa hasta el mar, desde los perros que se van acumulando tras sus pasos hasta llegar al Pica I, el último barco sobreviviente de la antigua flota amarilla de Rawson.
Massimo es un niño de nueve años que se divierte compartiendo el tiempo libre junto a su madre (Barbara Ronchi). Juntos, bailan, viajan en micro, juegan a las escondidas y hasta llenan un álbum con recortes de los cantantes de la época, hasta que una noche, luego de que ella va a desearle dulces sueños, un grito se escucha y el equilibrio se rompe: la mujer ha muerto. Nadie toma el suficiente coraje como para explicarle a Massimo lo que sucedió, simplemente le organizan un encuentro con un cura y posteriormente le informan que fue “un infarto fulminante”, clausurando con esa respuesta el tema.
Elena es una señorita coqueta que camina por las calles de Madrid, vestida en tonos pasteles, hablando por teléfono con una amiga acerca de un chico de internet a quien está por ir a conocer. Mientras se pregunta si él le va a gustar, se queda sin batería y, mal que le pese, entra en el primer bar que encuentra. Luego de consultarle al mozo si tiene un cargador, alguien es asesinado en la puerta del lugar y todas las personas que estaban afuera, desaparecen. Cuando un hombre sale a intentar socorrer al caído, una bala le pega en la cabeza y lo mata. Nadie sabe quién fue y, lo que es tan grave como eso: cuando todos los que están en el bar se distraen, entre gritos y consternación, los cuerpos desaparecen, e incluso la sangre es limpiada sin que se den cuenta.
Isabelle (Isabelle Huppert) y Gérard (Gérard Depardieu) se reencuentran después de varios años, a miles de kilómetros de Francia: el país que los unió y también los separó. Ya cada uno rehizo su vida, pero al verse, el pasado se vuelve a hacer presente. Ahora, en Estados Unidos, se unen por un motivo: antes de suicidarse en el mes de marzo, su hijo Michael escribió una carta para cada uno pidiéndoles que el 12 de noviembre de ese mismo año se junten en el punto que él propone y sigan a rajatabla el itinerario que les armó, con el objetivo de que lo puedan ver por última vez para despedirse.
Elegir desde un pájaro hasta un árbol. Un color que identifique y una tipografía. Decidir si es de derecha o de izquierda. Eliminar las asociaciones de lucro personal, el imaginario de que por ser “hijo de…”, se es un inoperante. También esas pueden ser las decisiones que se tomen en la mesa de reunión organizada en una chacra, donde creativos, técnicos, asesores y asistentes conviven por dos días con el fin de armar la campaña de un exitoso empresario decidido a virar hacia la política.
A partir de un intento de violación, una crisis familiar se instala en el hogar de Romeo (Adrian Titieni), o mejor dicho, explota. Mientras el hombre quiere hacer como si nada le hubiese ocurrido a su hija, para que rinda los exámenes de ingreso a la universidad, esta chica diez intenta lidiar con dos grandes desafíos: uno que compete a las dolencias físicas -un brazo fracturado que complica su escritura- y otro a nivel emocional.
Maureen Cartwright (Kristen Stewart) trabaja como personal shopper de Kyra (Nora von Waldstätten) haciendo que su rutina pase por recorrer diferentes tiendas donde compre o tome prestado los atuendos más llamativos que puedan adecuarse a la figura de esta distinguida celebridad de la moda internacional, a quien apenas conoce. Mal que le pese, este empleo es el que le permite a la joven sostenerse, haciendo en su tiempo libre lo que verdaderamente le importa.
Frantz Hoffmeister fue asesinado por los franceses en un enfrentamiento armado. Su novia, Anna (Paula Beer), todas las mañanas visita su tumba en Alemania hasta que un día algo ocurre que llama su atención: otra persona le ha estado dejando flores a su amado. Días más tarde, un hombre misterioso de sobretodo negro, bigotes y sombrero, toca a la puerta del doctor Hoffmeister (Ernst Stötzner) dispuesto a contarle algo sobre Frantz, pero él se niega a atenderlo alegando que todos los franceses son responsables de la muerte de su hijo. Impulsada por el deseo de saber qué información puede aportar este hombre y luego de convencer a sus suegros para que acepten escucharlo, Anna va a buscarlo al hotel en que se hospeda y concreta una cita en la casa familiar.