The Mortal Instruments, City of Bones: novela no apta para el cine Para empezar, habría que replantearse de si todo best-seller debería ser adaptado por el cine. Está claro que esto es una herramienta de salvación circunstancial para la industria, pero aún así se deberían imponer algunos límites. La razón del planteo es que algunas novelas deberían quedarse solo en papel. Las series de Cassandra Clare han construido un mundo tan vasto de fantasía que en la primer adaptación cinematográfica de The Mortal Instruments, City of Bones, esto le juega en contra porque simplemente no se puede explicar todo y el guión deja en suspenso muchos detalles que al espectador medio le va a molestar. Por lo que la serie se convierte en un producto meramente para los fanáticos de los libros y no mucho más que eso. TMI cuenta la historia de Clary, una neoyorquina que ve cosas que el resto no puede ver y se debe a que es hija de cazadores de sombras, quienes se dedican a matar todo clase de monstruos y demonios para mantener el balance entre el bien y el mal. Clary aprende sobre su naturaleza a los golpes, mientras busca a su mamá que ha sido secuestrada por la misma persona que está tras sus pasos. Y por supuesto que está la historia de amor que resulta ser aparentemente un poco más trágica que la de Twilight. Vista desde una perspectiva, no abalada por la lectura del libro, la adaptación de The Mortal Instruments quiere explicar torpemente todo y de una sola vez, para que al final tenga un final cerrado, pero le toma demasiado para explicar otros sucesos de menos importancia. Así es como obtenemos un guión lleno de defectos, que tienen una explicación, pero que solo está al alcance de los lectores. Claro está que potencia al máximo la química entre Clary (Lilly Collins) y Jace (Jamie Campbell Bower) para atraer mucho más al público, y la frustración de Simon (Robert Sheehan, de la serie británica Misfits) el amigo que está estancado eternamente en la friend zone. El film de Harald Zwart, quién había dado un gran paso en la industria con la adaptación de Karate Kid, se agarra demasiado a la formula de TMI por los motivos equivocados y obtenemos un mashup de toneladas de fantasía, en una novela romántica demacrada por la sosedad. No es noticia que Lilly Collins (Mirror Mirrror, The Blind Side) posee cero aptitud y actitud para la actuación, pero hay que darle el beneficio de la duda. En tanto, Jamie Campbell Bower tiene la libertad de expresarse un poco como Jace, a diferencia de los papeles que ha tenido en su corta filmografía (Harry Potter, Twilight). La adaptación de The Mortal Instruments tiene personajes secundarios más interesantes que los principales, y solo da vestigios de que en un futuro tendrán una mayor importancia, a excepción del brujo Magnus Bane. The Mortal Instruments: City of Bones (Cazadores de Sombras: Ciudad de Huesos), como muchas otras adaptaciones, no tiene la inteligencia suficiente para convertir a la historia en algo apetecible para el resto de los mundanos (léase espectador medio), quienes no han caído bajo el hechizo de los libros. Y como muchas veces pasa, su adaptación no es seguridad de que posea la ‘magia’ de los libros, es algo imposible que se consiga atraer a todos los lectores para que vean la película (y lo mismo sucede con los cómics). Esto nos hace volver a preguntarnos: ¿es necesario adaptar al cine todo best-seller? Definitivamente no, pero esperemos que Hollywood se lleve por delante varios fracasos hasta que entiendan la razón por la cual algunas novelas deberían quedarse en su formato original.
Star Trek Into Darkness, una saga próspera y de larga vida gracias a J.J. Abrams Tomó un buen tiempo para tenernos acá hablando de una historia que está próxima a cumplir media década desde su existencia. Star Trek, conocida como la prima hermana, menos famosa de Star Wars, por su largo periodo de transiciones logró generar un séquito de fanáticos, denominados trekkies/trekkers, que estuvieron desde siempre enamorados de aquellas primeras historias, aventuras (1966) del Capitán Kirk y su mano derecha, Spock. Aún cuando tenemos muchas más historias protagonizadas por estos personajes, que de Han Solo y Luke, la serie nunca alcanzó un éxito uniforme fuera de Estados Unidos, por lo que siempre fue una serie de culto, con iconos bastante reconocibles. No fue hasta hace unos 6, 5 años atrás que J.J. Abrams, famoso productor de series como Lost y Alias, decide reciclar la historia de Star Trek y llevar al cine una nueva película (la número once), que comenzaba desde cero, pero con algunos guiños a lo que ya se conocía. Abrams fue claro cuando dijo que no veía la serie porque lo aburría, por lo cual decidió que ya no debería ser así. La película resultó ser un bypass para la franquicia, que no aspiraba a abrir nuevas puertas y generar nuevos seguidores, sino afianzar a los que ya tenía y modernizar fielmente su historia, de forma tal, que ya no resultara ‘aburrida’ para el público común y corriente, gracias a su particular forma de hablar, tanto en la pantalla chica como en la grande. En Star Trek: Into Darkness (Star Trek: En la oscuridad), J.J. alza la barra que se auto-impuso con su primera misión en la Enterprise e indaga aún más en historias claves de la serie, ahondando en sus personajes (particularmente en Kirk y Spock) para mostrar al público viejo, y por qué no a uno nuevo, qué fue lo que enamoró de estos personajes. Si Star Trek ha sobrevivido por tantos años, ha sido porque siempre tuvo la capacidad de abrazar el cambio, siempre manteniendo conexiones con lo que ya se vio. J.J. y Damon Lindelof no hacen caso omiso a esto en ninguna de las dos películas, encontrando la forma de atar todo el universo que ya existe dentro de diez películas y cinco series, siendo en parte Leonard Nimoy, uno de los elementos que conecta pasado, presente y futuro, tanto en la película del 2009, como en Into Darkness. Algunos trekkies podrán decir que la lavada de cara que Abrams le da a Star Trek, la distancia del resto del material porque posee mucha más acción y aventura, además ciertas construcciones de los personajes poseen incoherencias y errores históricos, que se pueden pasar fácilmente por alto dado los resultados. Es decir, el público no fanático no va a notar nada de esto, pero el que sí lo es, no le dará gran importancia (no debería) dado a que Into Darkness en una película que no deja cabo suelto y que no permite poner en duda su calidad, tanto cinematográfica, como narrativa. ¿Por qué? La historia no es rebuscada y Abrams salta de planeta en planeta como si fuero lo más normal del mundo, y hace quedarnos en una nave por más de treinta minutos sin sentir claustrofobia. El guión da los detalles justos y necesarios, y se permite hacer guiños constantes a la película en la que se basa (La Ira de …, 1982) sin que quede como algo raro y fuera de contexto. Into Darkness comienza poco después finalizada la película del 2009, con Kirk como Capitán de la tripulación de la U.S.S. Enterprise y Spock como su primer oficial. Ambos son culpados por romper la Primera Directiva de la Federación y son relevados de su cargo. Londres sufre un ataque terrorista por manos del Comandante John ‘guiño guiño’ Harrinson (Benedict Cumberbatch), quien le declara la guerra a la Federación, por lo que Spock y Kirk vuelven a sus puestos y son enviados a capturarlo a Klingon, un planeta en el que desprecian los humanos y poner un pie sobre él significa guerra. Que la película sea llevadera en varios aspectos, tiene que ver con que J.J. sabe elegir a sus actores. En Into Darkness se ve mucho de porqué Kirk y Spock son tan unidos y se complementan. Kirk es un capitán joven, testarudo e impulsivo, que decide salvar a Spock de ser asesinado por la erupción de un volcán, porque sabe que el vulcaniano nunca haría nada para romper las reglas de la Federación, dado que su raza se guía solo por la razón, aún cuando eso le cueste su vida. Chris Pine madura junto a Kirk, y ambos demuestran que tienen mucho carisma en lo que hacen. Zachary Quinto le brinda una solemnidad única a un Spock que evoluciona, entendiendo los orígenes de su naturaleza, mitad humana, mitad vulcana. Intensa es la palabra que describe la actuación de Cumberbatch, quien realmente asusta con tan solo hablar y como nunca mejor dicho, mata con la mirada. Para aligerar la carga emocional que tiene esta aventura de Star Trek, nunca sobra Simon Pegg, en su papel de Scotty o Karl Urban, como el doctor Bones y Anton Yelchin como Chekov. Una lástima que esta vez Sulu (John Cho) no tenga mayor relevancia en la historia. Difícil de admitir y creer, pero el 3D, aún cuando se realizó en post producción, está muy bien logrado y como pocas veces da esa experiencia extra para la cual fue creado el efecto. Star Trek Into Darkness debería complacer a la mayoría de los aficionados al cine ya sean que fans confesos de Star Trek o no. Y así, la lista de logros de J.J. Abrams en su odisea por Star Trek, dan las razones necesarias de porqué él es EL hombre indicado para traer nuevamente Star Wars al cine y crear las expectativas de que va a ser algo digno de ver. Live long and prosper, J.J.
Corazón de León: cuando los prejuicios sí importan Esta es la clase de película que quizás más de uno esperaba hace tiempo de Guillermo Francella; uno que fusionara su lado actoral más cómico, con el lado más crudo y dramático que tiene el actor para interpretar ciertos papeles. León (Guillermo Francella) es un tipo que de la nada se enamora de una mujer hermosa (Julieta Díaz) desde el primer momento que la ve. Hay química entra ambos y la relación promete algo a futuro de no ser por un detalle: León mide 1,36 m. El problema es que tanto Ivana (Díaz), la sociedad y Marcos Carnevale (Viudas, Elsa & Fred), el director del film, están preparados para aceptar ciertas diferencias del otro, esas que por las cuales el mundo te discrimina. Reconozcamos que los logros del Corazón de León están muy bien si no analizamos la parte dramática y la moralina que Carnevale siempre lleva como bandera en casi todos sus films. La comicidad que presenta León, un tipo muy argento, sinónimo de chanta, canchero, gracioso, que aparenta enfrentar lo que lo hace distinto, podrían haber salvado el film, siempre y cuando Carnavalle no se hubiese metido en el campo de “yo vengo a enseñar con mi cine”. En un principio Francella-Díaz funcionan muy bien como pareja y para llevar adelante la película, incluso cuando el espectador se remueve en su butaca, incómodo por la situación de ambos. Pero aún con su cuota de incomodidad, Corazón de León hubiese sido mucho mejor si se atenía a al “positivismo” del protagonista, con las cuotas de humor, muy bien logradas, que aporta el guión, pero para un impacto mayor del film, éste cae en la bajeza de dar golpes bajos, y aún así la postura del film nunca es firme. Si hay alguien que aparentaba entender la vida, la sociedad, esa era el personaje Jorgelina Aruzzi (El Hombre de tu Vida). Ella habló y nos sacó la radiografía sin tapujos, pero el guión arruinó lo bueno que había construido con tan solo unos gestos que intentan hacer sentir cómodo al personaje de Francella, pero que logran todo lo contrario. Y desde ese momento en adelante, lo que sucede es irrelevante y poco interesante, trillado. Más allá de todo lo mencionado anteriormente, el film cuenta con muy buenas actuaciones, entre ellas las de Nora Cárpena, Nicolás Francella (el hijo de Guillermo, dentro y fuera de la pantalla), Aruzzi, Mauricio Dayub. En lo cinematográfico, a Carnevale hay que reconocerle sus meritos para lograr minimizar a Francella, sin ponernos quisquillosos al analizar las perspectivas que utiliza y algunas decisiones de arte. Con sus pros y contras, y más allá de los prejuicios que la película anuncia desde el tráiler, vale que el espectador le dé una oportunidad a Corazón de León y genere su propio juicio, que dependerá obviamente de su posición moral y/o social sobre la que se pare para analizar la película (y la vida), o simplemente decida disfrutarla sin repensar mucho.
Si hay un género que el cine ha dañado ese es el de las películas de terror, debido al gore y a los altos cliches que se han usado para asustar a la audiencia. A medida que se fueron encontrando nuevos formatos para hacerlo, el cine los explotó hasta el cansancio. Claro son los ejemplos de Actividad Paranormal, The Blair Wich Project y Saw, cuya primera película fue dirigida por James Wan, director de El Conjuro, película de la cual nos interesa hablar. El Conjuro, basada en hechos reales, es un tipo de película que estaba en extinción, de esas que se apoyan plenamente en el suspenso que asusta, antes que en el gore y el derroche de sangre. Esto no quiere decir que El Conjuro no posea la clases de imágenes que uno espía con las manos en la cara y te ponen la piel de gallina. Una dominante pavorosa aura es lo que compensa la falta de sangre y el uso inventivo de instrumentos que tontamente llevan a la desgracia en el género. Esta historia comienza a moverse por dos ejes que tienen la intención de unirse. Por un lado tenemos a Ed y Lorraine Warren (Patrick Wilson y Vera Farmiga), una pareja de caza demonios que viajan por Estados Unidos investigando casos paranormales y exponiendo sus evidencias en universidades y obviamente ante la Iglesia. Por otro lado tenemos a la familia Perron, quienes se acaban de mudar a la casa de sus sueños pero no pasa mucho tiempo hasta que se dan cuenta que algo no anda bien con ella. Por esto, la madre de la familia, Carolyn Perron (Lili Taylor), decide pedirle ayuda al matrimonio Warren para que le expliquen qué es lo que está sucediendo en su casa. La etiqueta “basada en hechos reales” es una especie de truco ya licenciada al extremo en la industria. Sí, la gente existía con los nombres que se les atribuye en la película. Sí, había una investigación y un posterior “exorcismo” paranormal. Pero eso es la medida de realidad dentro de esta ficción y nada más. Los realizadores sabiamente no tratan la autenticidad de la vida real, sino que aceptan los fantasmas y demonios como legítimos y, en consecuencia, le permite comprar al espectador la premisa más que preguntarse si el caso en la vida real fue un engaño o no, más allá del legítimo curriculum que tiene la pareja Warren (Caso Amityville). El director James Wan se convierte en un maestro raro de la manipulación, usando los trucos para crear tensión de una forma casi innovadora. Desde los movimientos de cámara, incómodamente largos, hasta los trucos clásicos del el género que producen saltos en la butaca, pero que dejan pagando, porque Wan decide no ir por el camino fácil y previsible. Su comodidad para dirigir se balancea entre la intensidad y la anticipación. Otro punto a favor es la poca presencia de efectos visuales, efectos de sonidos y una banda sonora que en el resto de los films están predispuestos para abrumar al espectador, distraer y poder cubrir los despropósitos del guión.
Metegol no tiene equipo Creo que nuestro trabajo a la hora de escribir sobre una película es más que nada inducir a reflexiones que no están a simple vista par un espectador común. Esclarecer los pros y los contras que tiene el producto y que muchas veces no están implícitos para un público que busca distraerse con el cine. El cine de Juan José Campanella siempre tuvo la marca de la ‘clásica costumbre argentina’, con la suma de reflexiones y lecciones de vida, a veces enriquecida con contextos históricos, significativos para nuestro pueblo. Por eso, es que nos gusta llevar orgullosos como bandera las temáticas de su cine, aunque más de uno se dejó deslumbrar solo por un Oscar en mano. Ahora con Metegol, nos ponemos la mochila de “la mejor animación también se puede hacer en casa”. Pero no tan rápido… Disculpen si mi opinión les molesta, pero con 20 millones de dólares cualquier director puede realizar una buena animación (por no decir comprar). No quiero desmerecer el trabajo de nadie, pero las cosas como son. Pienso que Campanella nunca fue un derrochador de presupuesto, por lo que la calidad técnica estaba más que asegurada desde el primer trailer. Es una verdad que el director siempre se destacó en parte por cómo dice lo que dice, pero este no es el caso. Metegol cumple apenas con lo que promete. Metegol, como juego, significa mucho para aquellos quienes en su infancia han compartido grandes momentos con amigos. En un principio, percibí erróneamente que de eso se iba a tratar la película. De rescatar al juego como tal y los lazos creados alrededor de él. Campanella comienza su historia con un pequeño antihéroe de nombre Amadeo, que vive en soledad la pasión por el Metegol, razón por la cual, crece abstraído de la realidad. Su gran rival, vuelve al pueblo, luego de haber sido llevado por un cazatalentos, con el título del pueblo y la idea de borrar todo aquello que lo caracterice, incluido el bar y el Metegol que Amadeo quiere tanto. Cual loser, Amadeo llora las pérdidas sin la inspiración de hacer algo por ello y es ahí cuando su lágrima cae en el Capi, el muñequito de plomo que ganó todo los partidos del protagonista (¿?). Con el Capi y los demás jugadores la historia se empieza a mover, pero un objetivo poco claro. Da la impresión que algunas escenas están predispuestas sólo para que los estereotipos y los clichés de sus personajes se destaquen, y que de paso, entretengan a los más chicos y haya un guiño para los más grandes. Son personajes y escenas sueltas que comparten un tiempo y un lugar, pero no comparten sentimientos que los unan. La amistad no se desarrolla, en parte porque ninguno de sus personajes está bien desarrollado, por lo que nunca logramos empatizar ni con Amadeo, ni con el Capi y su equipo. En ese acto final, donde el destino de un pueblo se va definir, el equipo sale a la cancha porque están perdiendo un partido y su naturaleza les grita que está mal, y no porque su ‘amigo’ de casi toda su inexistencial vida, esté perdiendo. Sí, podemos decir que los cuadros y las super mega escenas están muy bien logradas, pero su guión se cae a pedazos sino fuera por la animación. Los clichés de personajes unidos por una amistad, por sentimientos a flor de piel, hubiesen venido bien. Rescatar los beneficios y los lazos que se generaban al jugar entre amigos a un partidito de Metegol, también. El problema de la película es justamente que no hay equipo. Ni el del Capi, ni Mateo con sus jugadores, ni el pueblo en sí, que en el momento clave, solo algunos se unen y vaya a saber Campanella porqué. En la historia las motivaciones de sus personajes no están muy claras, más que la de Amadeo, de luchar por un idilio, aparentemente enamoramiento por Laura, un personaje que intenta ser relevante, pero falla cada vez que habla.
Pacific Rim: gracias Hollywood por tu chatarra Para aquellos que me conocen, no es novedad que mis gustos en cuanto a cine se dividen entre los más junk de Hollywood y el cine arte al estilo de Miss Sunshine o una trilogía como la de Richard Linklater. Es por esto que el cine en mi tiene el mismo efecto que una montaña rusa. Están esos tramos que te llenan de una energía rara y satisfactoria, alegría, por qué no, y que por sobre todas las cosas, te divierten; y están esos tramos que te revuelven el estomago y que te hacen jurar que nunca más te vas a subir a una montaña rusa o mirar cierto tipo de película, lo cual, suele ser mentira. Pero ahí yace la magia del cine y de las montañas rusas. No importa los prejuicios, no importa las experiencias previas, porque casi siempre estamos dispuestos a dar nuevas oportunidades, con la expectativa de que las experiencias sean distintas a las anteriores. Pero por qué me pongo así de pensativa se preguntaran ustedes. Prometo llegar a mi punto, pronto. Conozco gente de la era arcaica, que vive en una bolsa ziploc y que critican a aquellos que vemos el típico cine chatarra de Hollywood. Mientras ellos se estancan viendo cine arte de los 90 hacia atrás, yo trato de tener una mente abierta que me permita ver de todo, para poder pasar por los tramos lindos y feos de la montaña rusa. De vez en cuando te topas con algunos tramos raros que cuando los ves, producen incertidumbre, miedo quizás, pero una vez que los atravesas, pensas con cosquillas en la panza ‘quiero volver a pasar por ahí’. Y esta es la sensación que tuve con Pacific Rim. ¿Qué tan buena podía ser una película que PARECE ser una mezcla entre Evangelion, Transformers, Cloverfield y Godzilla? Con una mano en el corazón, sabiendo que adoro la chatarra en el sentido más literario (hablo de robots gigantes), cero chances. Pero estamos hablando de un director como Guillermo Del Toro, palabra mayor en los tiempos que corren, sobre todo en el género fantástico y de terror, entonces, ¿por qué no darle una oportunidad? Si decidís no dejar llevarte por lo que te pueda haber generado el tráiler y dar el gran paso para verla, entonces estarás satisfecho con tu decisión, porque Pacific Rim/Titanes del Pacífico es un viaje de ida y una especie de homenaje a las clásicas películas de monstruos. Acá no hay lugar para grandes introspecciones en los por qué y los cómo que generan la historia. Los verdaderos protagonistas, los kaiju (monstruos en japonés) que salen del centro de la tierra mediante una grieta en el pacífico para conquistar a la Tierra, y los Jaegers, grandes robots construidos por la resistencia internacional (EE.UU. no es el héroe salvador de la película! YAY) para combatir al enemigo, son tan grandes y supremos en la historia, que apenas hay espacio para las relaciones humanas. Cuando los kaiju comienzan a emerger, los humanos nos limitamos a combatirlos mediante los Jaegers, pero estos monstruos evolucionan y los súper robots van quedando obsoletos en su propósito. En un último intento y con un par de Jagers, el líder de la resistencia Stacker Pentecost (Idris Elba, Prometeo, Luther) llamará a luchar a los mejores pilotos, y eso incluye a Raleigh Becket (el no solo carilindo de Charlie Hunnam, Nicholas Nickelby) quién se retiro del programa tras perder a su hermano en batalla y no quiere enlazarse con nadie más. Pero Becket no contaba con que alguien que entendiera su dolor, le permitiría volver a pelear. El guión de Del Toro es tan redondo que con la justificación de que se necesitan dos personas enlazadas mentalmente para manejar a los Jaegers (una para el hemisferio derecho y otra para el izquierdo), no hace falta explicar que la compatibilidad entre ambos se da por la atracción que sienten sus personajes entre sí. Pero sin ahondar en detalles, solo rasga la superficie de sus personalidades para justificar su accionar en el film. Por lo que Pacific Rim es superficial por sobre todas las cosas. Querer profundizar en el lapso que une a ambos pilotos seria igual de innecesario que querer explicar cómo funcionaba la máquina de incepción en El Origen. Así que no, Pacific Rim no se parece en CASI nada a Evangelion, porque no se mete con la compleja relación mech-humano-humano. Pero ¿por qué esta película es diferente y la mejor de su género? Porque Guillermo del Toro sabe cómo contar historias, sin importar el género. A pesar de la grandilocuencia del material que tienen en mano, el director sabe balancear la historia entre sus personajes principales, los Jaegers y los kaiju, y el resto, los humanos. A demás, con todas las grandes batallas que presenta la historia, Del Toro no marea a su espectador entrando en detalles que no suman a la historia, brindando en un 70% de la película grandes cuadros que lo abarcan todo, y aún en plena noche, no hay nada que necesite de una doble explicación. Pacific Rim es la razón que permite decir que no todo el cine chatarra de Hollywood es malo. Hay abundancia de peleas y explosiones masivas y ninguna de ellas parece sobrar. Su historia tiene humor (las escenas de Ron Perlman y Charlie Day son lo más), humanidad, rarezas y una energía peculiar, pero buena, de la que no se percibe mucho, a no ser que seas fan del cine de Del Toro y sepas de qué estoy hablando.
Monsters University: Pixar vuelve a dar clases Después de los tragos amargos que fueron Cars 2 (2011) y Brave (2012), es fácil ponerse en la posición de “Disney arruinó a Pixar”, pero entonces ese punto de vista es discutible si analizamos lo que significó Toy Story 3, para muchos la mejor película de Pixar, inclusive luego de la unión de ambos estudios (2006). Se alega que la ‘falta de creatividad’ es lo que estaba marcando el nuevo camino de la ex compañía de Steve Jobs y sobre ese punto, uno puede ceder ante las críticas, dado que Monsters University es una precuela de Monster Inc. (2001). Doce años después de conocer a Mike Wazowski (Billy Crystal) y James “Sulley” Sullivan (John Goodman), ambos estudios se deciden por volver en el tiempo para contar cómo fue que el duo forjó su amistad. Mike, de mounstrito, tan pequeño como adorable, se promete a sí mismo que algún día asistirá a Monsters University para convertirse en un gran asustador. Su perseverancia de adolescente lo lleva hasta la universidad, donde conoce a un famoso por apellido, engreído y vago Sullivan, que al parecer tiene todos los requisitos para convertirse en un gran asustador a diferencia de Mike. Pero este, impulsado por su sueño y para demostrarle al mundo que su destino no es previsible, hará hasta lo imposible. A pesar de las grandes diferencias entre Mike y Sullivan, como Woody y Buzz (Toy Story), ambos emprenden un camino en el que aprenden de sí mismos, a través de lo que significa forjar una amistad, dejando sus diferencias de lado. Las cosas no salen como ellos y el espectador esperan, pero recorrer el camino valió la pena. Así como Mike tuvo que aprender que en algunos casos lo importante es el cómo y no el qué, Disney/Pixar nos enseñan lo mismo. Todo lo que vemos en MU no es nada que no conozcamos, a excepción de algunos nuevos personajes, que son tan divertidos como nuestros protagonistas. La historia es una mezcla de Harry Potter, con películas típicas norteamericanas de ‘college’ que relatan el proceso de ser diferente y marcar la diferencia en plena adolescencia. Entonces ¿por qué el cómo se vuelve relevante? Porque la historia está contada solo como Pixar sabe y no como lo haría Disney, que apelaría desde la historia al lado más sensible del espectador con muchos golpes bajos. La historia se mueve con demasiada gracia y liviandad como para darse cuenta de los 100 minutos que dura la película. Y como a mis trece años, Mike, Sulley y compañía logran sacar carcajadas como si la edad y la experiencia que acompaña no funcionaran como filtros. Ya hemos visto lo que Monster University tiene para mostrar, pero la naturaleza de estos personajes de Pixar hacen que no importe cuántas figuritas repetidas estemos viendo. Solo desearía que Monsters University hubiese llegado antes que Monsters Inc. y entonces poder evitar la crítica en cuanto a la creatividad de la historia y focalizarnos en la construcción de sus personajes y su universo tan único que hicieron poner en un peldaño bien alto a Pixar, hace doce años. Definitivamente Monsters University es un gran comienzo para Dan Scanlon como director, aunque no es seguro de que su película sea la favorita por encima de los anteriores títulos de Pixar, que sigue innovando y mejorando la calidad de animación, aún cuando el 3D sigue sin ser el fuerte (le recomiendo ver en 2D y en lo posible, en su idioma original). Párrafo aparte para el bellísimo corto Azu-Lado (The Blue Umbrella), una historia tan simple como magnifica. Un flirteo entre dos paraguas nace y se mueve al compas de la lluvia. Nadie mejor que Pixar podría haber retratado de forma tan única el romance del simple hecho de caminar bajo la lluvia y dejarse llevar.
World War Z: Zombies vs Brad Pitt Con todos los problemas detrás de la producción de esta película, que pueden haber generado expectativas tanto positivas como negativas, uno tiene dos opciones: mirar World War Z con prejuicios de ‘va a ser mala’, o ‘voy a esperar que sea lo que su tráiler me promete’. Esto último fue lo que hice. No soy gran fan de los muertos vivos, aunque como muchos de ustedes estoy al día con The Walking Dead. Y esto debe ser porque más que gustarnos los zombies, nos gusta la adrenalina que ellos generan, una de las promesas del tráiler de World War Z. Para ser justa, la última película de Brad Pitt, lo que promete, lo cumple. Digamos, la película satisface al espectador de suspenso, casi irritante, al punto de que su primer acto te retuerce el estomago de los nervios. Marc Forster (Finding Neverland, Quantum of Solace) dirige la película de lo macro a lo micro, de la explosión catastrófica a la búsqueda de la aguja en un pajar, sin trillar el género, y logrando un efecto parecido al de Contagio (Steve Soderbergh). World War Z refleja a la sociedad mostrando en su comienzo a una familia en plena rutina, que al escuchar sobre una gran pandemia (nuevo virus) que se esparce por el mundo, hacen caso omiso a lo que dicen los medios sobre la gravedad de los hechos y no se dirigen despavoridos al primer hospital por una vacuna antirrábica o antigripal como para prevenir… ¿Esta era parte de la metáfora que quería Brad Pitt para la película? La tragedia inevitable toma forma en el medio de Filadelfia con Gerry Lane (Brad Pitt) y su familia atascados en el tráfico, y en un abrir y cerrar de ojos, el mundo ya no es lo que era. No se sabe dónde, cuándo, cómo, ni por qué, pero el mundo casi entero le pertenece a los zombies, aunque los humanos tardan en percatarse del hecho. Lane salva a su familia por ser un ex trabajador de las Naciones Unidas, pero a cambio y porque es Brad Pitt, tiene que ir en busca del comienzo de esta historia, del “paciente cero”, para encontrar las explicaciones y eventualmente una cura. A diferencia de lo que ya se ha visto de zombies, Foster no corrompe la película con el potencial alegórico de un mundo desolado, post-apocalíptico, invadido por devoradores de carne humana, que permitiría hacer debates filosóficos sobre la ética y la moral, al mejor estilo de The Walking Dead, que predica la ley del más fuerte. Guerra Mundial Z es un típico triller de “el fin del mundo” a gran escala, intenso por su combinación del escaso terror, el supremo suspenso, más la suma de la intriga y clichés de una película catastrófica, que convierte a Brad Pitt en el último Superman. Nadie puede volar tan rápido, de país a país, como él, y salir casi ileso de un avión, hecho trizas, como él. ¡Admiren a ¿El último Hombre de Acero?! ‘Movimiento es vida’ dice Pitt por su experiencia como ex trabajador de la ONU, y es exactamente el modus operandi que utiliza Foster para dirigir la película. Ni él ni los guionistas se detienen a pensar o explicar detalles de sus personajes, sobre todo aspectos que quedan en el aire del personaje de Pitt, por lo que el espectador puede concentrarse solo en el ‘corre por tu vida’. En otras palabras, World War Z no expande las fronteras del entretenimiento comercial innovando desde lo qué tiene para decir y cómo lo dice, por lo que se convierte en otro simple producto que divierte y entretiene con un poquito de creatividad, y le sirve a Brad Pitt para hacer una publicidad de Pepsi al mejor estilo norteamericano, mientras se camufla de los zombies, que antes de aprender a comer, corren y demasiado rápido.
Man of Steel: Superman no es el superhéroe que solían conocer Cómo todo fan del cómic, Superman está entre mis favoritos, y honestamente, no puedo decidir quién me gusta más entre Batman, Spiderman, Iron Man o Superman. Este último, siempre fue el más sufrido a la hora de traspasarse a la pantalla grande y chica. Tanto, que hasta hace unos años atrás hablábamos de una maldición. Si realmente existía, la maldición se rompió cuando Warner Bros encontró la forma de hacer la historia ‘realidad’. La serie Smallville fue la reivindicación y un regalo de Dios para los fanáticos de Superman. El mundo de este superhéroe siempre pareció ser muy grande y muy complejo para la ficción. Si bien Smallville era solo una pequeña parte de la historia (sus principios como adolescente y la transición a hombre-superhéroe), toda la mitología del personaje y su mundo, estaban ahí, para el deleite de sus seguidores. Uno de los puntos fuertes de la serie, era indiscutiblemente su protagonista, Tom Welling. Después de la serie y de Superman II (Richard Donner, 1980), parecía que nadie podía encajar en las calzas y la capa mejor que Welling (bah, nunca aceptó ponerse el traje) y Christopher Reeve (RIP), y no habría mejores historias y adaptaciones que esas. ¿Acaso voy a decir que Man of Steel está a la altura de lo que esperábamos? Sí y no. Siempre dije que Zack Snyder es un chanta, vende humo. Hace maravillas con lo visual, pero su narrativa como director, bien, gracias! Eso, hoy en Hollywood, parece no importar. Por eso Michael Bay sigue teniendo trabajo, Duh! Muy a pesar de que la película generaba otro interés porque Christopher Nolan estaba involucrado en la producción y la historia, no era suficiente. Al menos no para mi, por lo que el escepticismo nunca me abandonó hasta después de terminada la película. ¿Cambie de opinión? Sí y no. Otro conflicto interno que tenía era, ¡¿quién es Henry Cavill para ser Superman?! Hasta hace un tiempo atrás, un don nadie, super hot, que ahora le debe toda una carrera gracias al personaje de DC Comics. Cavill es verdaderamente uno de los puntos fuertes de Man of Steel. No es solo una cara y un cuerpo lindo. No creo estar equivocada cuando digo que buscaron a alguien similar a Welling y Reeve para llegar a Cavill. Sus facciones son parecidas y el traje de chico de pueblo, inseguro, super bueno, pero con poderes y una fuerte postura de lo moral y lo correcto, le queda perfecto. Hablando de lo que más importa, Snyder sigue siendo un charlatán, vende humo, obvio, pero con un muy buen ojo para los efectos (Dios! Esa capa…), aunque eso en realidad se lo debemos agradecer a WETA Digital,. Man of Steel tiene muchos propósitos. El principal, es dar a conocer parte de la historia de Superman que la mayoría no conoce. Su otro punto fuerte es que es una película de ciencia ficción, ni más ni menos. Como siempre debió ser. Solo Smallville se había arraigado al hecho de que Superman es un extraterrestre. Por primera vez, la historia repite una y otra vez que Superman es Kal-El, hijo biológico de Jor-El (Rusell Crowe), dejando de lado a Clark Kent. Para esclarecer y explicar esta primerísima fase de la historia, el guionista y escritor de Man of Steel, David S. Goyer, se ve en la obligación de hacer un prólogo, demasiado largo y detallado para el espectador medio. Y esto, a lo largo de toda la película, es su mayor defecto y su mayor virtud. Defecto para el público general, que puede sentirse abrumado con tanta información; y una virtud para el fanático que conoce la historia y aprecia los detalles mínimos en la película. Quiero creer que no fui la única que saltaba como estúpida cuando veía entre cuadro y cuadro, palabras como Lex Corp, Wayne Industries, Sullivan y Smallville por nombrar algunos detalles. Entonces, ¿cuál es mi problema con Zack Snyder? Básicamente, la mitad de su película. Partiendo del medio hacia el final. El no puede simplemente evitar la grandilocuencia. Su ego es el mayor problema. Es como si quisiera demostrar que Superman, ¡un tipo super pacifico!, puede destruir mucho más a Metrópolis de lo que The Avengers destruyó a New York. Es un concurso de ‘measuring dicks’, como dice Lois Lane (Amy Adams). ¿Por qué Nolan no le puso un freno a su show de fuego artificiales?… Aunque aprecio el gesto de que muestren el Superman que sufre con la sangre en sus manos. Por otro lado, es realmente hermoso cómo Snyder y Goyer deciden contar la transición de un Clark niño a adolescente y de adolescente a adulto. La fotografía elegida es bellísima. Las pequeñas escenas de chico conflictuado por sus poderes, su deber ser y de familia feliz que se eligen, dan una clara idea de la relación que Clark tenía con su mamá (Diane Lane), pero sobre todo con su papá no biológico, a quien le debe agradecer lo que es. Y en parte, eso es gracias al gran cast que Snyder y compañía eligieron. Hay que resaltar lo bien que se resuelven las historias de Jor-El y Jonathan Kent, además de la calidad paternal que le aportan Rusell Crowe y Kevin Costner a sus personajes. Para finalizar ¿Me gustó Man of Steel? Sí y no. Es muy común que mi persona se divida en dos: la cinéfila y la fan, la crítica y la apasionada. La primera encuentra en Man of Steel muchas falencias narrativas que Snyder trata de cubrir con su típico espectáculo visual y eso es lo que irrita. Este director está sobrevalorado y no me voy a cansar de decirlo hasta que demuestre lo contrario. Este no es el caso obviamente. La historia se torna insostenible pasado los 90 minutos y la guerra entre el malévolo General Zod (Michael Shannon) y Superman es demasiado extensa para una sola película. No creo que haya sido el enemigo ideal para comenzar otra vez con la historia del Hombre de Acero. La segunda yo, se deja llevar por esos detalles que solo un fanático del superhéroe puede distinguir y valorar. Este es el Superman que nosotros ya conocíamos y el resto no. Es agradable ver que, antes de ponerlo como el Super Dios todo poderoso que es, por fin se plasma el lado más sentimental y conflictivo de Superman, así como se hizo con la última trilogía de Batman, por lo que sospecho que es todo gracias a la mano de Christopher Nolan. En definitiva, muchos fanáticos encontraran en Man of Steel defectos que se contraponen con los hechos: ¿y la kriptonita?, ¡Perry White NO es negro! y ¡Lois Lane es morocha, no colorada! Sólo pequeñeces. Pero estando parado de un lado de la línea o del otro, del lado fanático o del lado crítico, Man of Steel está lejos de ser una película perfecta, que sobresale del resto por el reajuste que se le da a Superman y su mitología.
After Earth: M. Night Shyamalan ya no es lo que era Nunca nos deberíamos haber quejado ni mínimamente de las oh tan clásicas vueltas de tuerca en cada película de M. Night Shyamalan. No valoramos lo que teníamos ante nuestros ojos, hasta que lo perdimos. Sí, su carrera fue en picada desde Sexto Sentido (1999) hasta la terrible (y me quedo corta) El Último Maestro del Aire, en el que gracias a nuestras críticas (mías no, las del resto), Night se alejo por completo de los elementos narrativos tan característicos de él. Ok, The Happening (2008) fue mala, muy, y La Dama en el Agua (Lady in Water, 2006) era un muy aburrido cuento para chicos no apto para el cine, pero La Aldea (The Village, 2004) era interesante de analizar como obra humana ante la decadencia de lo social luego de esa vuelta de tuerca hacia el final. Es torpe, pero inteligente. Y no hace falta ahondar mucho en la magistral Señales (Signs, 2002), esa película de extraterrestres, dónde las pocas veces que ves un hombrecito verde, la sangre abandona tu cuerpo corriendo, mientras la adrenalina llena el vacío y simplemente se siente genial. Eso es lo que yo llamo la magia de Night Shyamalan. Y mucho antes de que los superhéroes se apoderaran de las taquillas, hubo una película vista por pocos, llamada El Protegido (Unbreakable 2002), dónde lo humano y lo súper, colapsaban, y Night te hizo sentir cómo un estúpido porque las señales estaban ahí y no las vimos. Finalmente y solo por placer, escribo tres palabras: Veo gente muerta. Por supuesto que no van a entender lo que la magia de Night Shyamalan implica, al menos que hayan visto dos de esa lista de películas. Pero ahora esa magia le pertenece al pasado y no podemos hacer más que extrañar al viejo Night. After Earth (Después de la Tierra) debería ser un wake up calling para el director. ¿Cómo fue que llegó a filmar algo tan impersonal? No se puede culpar a nadie más que a la presión de la crítica. After Earth comienza cuando el general Cypher Raige (Will Smith), para unir lazos con su frustrado hijo Katai (Jaden Smith), decide llevarlo a una misión; pero ésta sale muy mal y terminan varados y solos en La Tierra, el planeta que nos pertenecía pero que ahora es inhabitablemente tóxico para la raza humana. Cypher está muy mal herido y sólo cuenta con Katai para que este expedicione solo en una tierra que no conoce, en busca de la cola de la nave, y un aparatito, transmisor de señal, que ayudaría a que los encuentren. Desde el momento que empieza la película, no podremos evitar preguntarnos quién fue el genio que sugirió a Shyamalan para hacer una película futurista. Te hará reír y no en el buen sentido. Su diseño de arte te dice: destruimos la tierra, entonces ahora nos hacemos los ecológicos y tenemos edificios forrados en tela y naves hechas a base de cartón, más tela, huesos (?) y plasticola; y para lograr esta mezcla bizarra, nos inspiramos en Los Picapiedras y Los Supersónicos. No es chiste, o sí… Y las inverisimilitudes no cesan. Resulta que en el espacio también es posible el fuego y hay sonido! Y acá, los fanáticos del director Joss Whedon (The Avengers) y su serie Firefly, van a perder la cabeza, porque si hay algo que la serie nos recalcó hasta su extinción fue “no sound in space”. ¿Por qué no llamar a un experto? Cuándo Will Smith aparece con una historia loca para que su hijo tenga una carrera sólida como actor, ¿nadie revisa la congruencia de los hechos? Parece que no. Y con la suma del mal uso de CGI con cada animal que aparece en pantalla (pedirle consejos a Ang Lee no debe ser tan caro, ¿o si?), After Earth no hace más que derrochar su presupuesto. No hay mucho para hablar sobre lo bueno de la película. Sólo se limita a las buenas actuaciones de padre e hijo Smith. El potencial de Jaden se puede ver con casi toda la película a cuesta, por lo que es razonable que papi Smith use su poder para mostrar el talento de su hijo. Will está más que bien como el general taciturno que es. Es bueno ver que puede hacer papeles tan distantes de lo cómico y salir bien parado, y por esto, es que Will Smith debería dedicarse solo a la actuación, y no andar escribiendo historias locas, futuristas, en donde nos acechan monstruos ciegos que pueden oler nuestro miedo. Mientras el resto decide no confiar nunca más en M. Night Shyamalan, yo creo fervientemente, y muy consciente de sus pruebas-errores, en que el director debería limitarse, o todo lo contrario, a escribir sus propias historias y darle el giro que se le cante, porque eso en definitiva es lo que marcó su estilo, ahora completamente ausente, y ayudó a que conociéramos su talento allá por 1999.