Por primera vez el adjetivo “siniestro” en un título -mal- doblado al español adquiere sentido. Gore Verbinski, director de La llamada (o El aro) y las tres primeras películas de la saga Pirates of the Caribbean, presenta su historia más zafada y ambiciosa hasta la fecha. Las largas 2 horas 26 de duración permiten analizar diferentes aspectos, tanto positivos como negativos, de la construcción de un thriller maratónico que es entretenido, pero que tropieza en varias ocasiones a causa de un trabajo confuso de guión.
Hasta el espectador más pasivo se imaginó después de haber visto la arrolladora película que Chad Stahelski y David Leitch estrenaron hace 3 años que John Wick no se iba a quedarse tranquilo. El personaje interpretado por Keanu Reeves vuelve a hacer lo imposible para retirarse de una vez del trabajo de toda su vida, en un film que no solo es igual de directo y frenético que el anterior, sino que, aunque a veces pueda resultar contraproducente, expande el universo en el que transita.
Existen dos películas bien diferenciadas en Lion. El director Garth Davis y el guionista Luke Davies adaptan al cine los escritos biográficos de Saroo Brierley -el protagonista- de manera tal que el resultado final se asemeja a la drástica unión de dos largometrajes de una hora. Con sus pros y sus contras por mitad, el film nominado a seis premios Oscar sale airoso forzosamente gracias a las interpretaciones y a lo digerible que resulta.
La saga romántico-erótica de E L James se expande cinematográficamente de la mano de un director un poco más experimentado como James Foley. Pero eso no quiere decir que Fifty Shades Darker deje atrás las falencias de su antecesora, aún sabiendo sus errores de antemano.
Los Premios Oscar venían cargados de polémica porque el año pasado ninguna película sobre problemas raciales, ni actores principales y de reparto de color, quedaron nominados. En el caso de Moonlight hay todo aquello que a la Academia le gusta: un personaje acechado por la sociedad y por la lucha interna entre ciudadanos afroamericanos en los suburbios de una Miami conflictiva. A priori, se puede decir que tiene todos los condimentos necesarios. También levanta sospechas sobre algún tipo de compensación respecto al año pasado porque compite con otras dos historias sobre afroamericanos, como Fences y Hidden Figures. Pero Luz de Luna, por suerte, logra correrse de ese lado y despoja de sí cualquier tipo de prejuicio. Al fin emerge una película que logra diferenciarse por sus virtudes de otras que abordan el mismo problema social.
Un protagonista que afronta complicados dilemas morales y se ve obligado a tomar decisiones capaces de cambiar el rumbo de su vida y la de las personas que lo rodean. Suburbios, personajes secundarios construidos con maestría, historias laberínticas. Esos son los ingredientes de la ensalada que prepara Ben Affleck en cada una de sus películas como director. Live By Night es la cuarta historia que trae a la pantalla y, aunque no está exenta de esas características que lo hicieron triunfar, es la más débil de su filmografía.
Una cantidad innumerable de películas se basan en utopías en las cuales los personajes son capaces de modificar una porción de la historia de la humanidad. El ejemplo más claro y eficiente de los últimos años es Inglourious Basterds. En el filme de Quentin Tarantino, un grupo de soldados americanos tiene como objetivo asesinar a la mayor cantidad de nazis posibles, incluido Adolf Hitler. Cuando está bien dirigido y escrito, el resultado puede ser brillante, como en el caso recién mencionado. Pero hay otros en los cuales sucede todo lo contrario: Assassin’s Creed es uno de ellos.
La siguiente pregunta encierra muchos de los conceptos de Passengers: ¿Qué haría un hombre si se despierta por error en una nave espacial 90 años antes de llegar a destino y se da cuenta que es el único tripulante dentro de ella? El director Morten Tyldum y el guionista Jon Spaihts presentan un desafío más que interesante: una historia de amor en la que participan la misma cantidad de actores que dedos de una mano. No obstante, es una película irregular más ambiciosa de lo que parece.
Guardians of the Galaxy, Suicide Squad y Everybody Wants Some!! presentaron tres de los más variados soundtracks de los últimos años, todos compuestos por unos 15 temas promedio. Sing no es la excepción y, encima, multiplica por 6 esa cantidad. Más de 85 canciones, que van desde Frank Sinatra, atraviesan Oasis, Beck, Avril Lavigne y llegan hasta Nicky Minaj o David Guetta, son entonadas por reconocidas voces del ambiente cinematográfico. La nueva película de Garth Jennings afianza al estudio Illumination en la industria del cine animado. Si bien no es del todo sólida en su narración, el estilo de los creadores de Despicable Me y Minions empieza a alcanzar su forma definitiva.
No es la primera vez que un director indio se embarca en una película relacionada con el ajedrez, un subgénero de muy esporádica producción. En el ’77, el magnánimo Satyajit Ray estrenó The Chess Players, ubicada apenas por debajo de The Seventh Seal en la tabla de mejores películas de la historia que tienen que ver con este deporte. La directora Mira Nair, quien hace una quincena de años que no realiza películas en su país de origen, trabaja por primera vez con Disney para Queen of Katwe, film biográfico sobre Phiona Mutesi, una joven de Uganda que descubrió en el ajedrez la forma de salvar su vida.