De propios y extraños Hay momentos en donde Hollywood retoma o toma "personajes" para llevarlos a la gran pantalla. Marylin Monroe y una película terminada que aún no se han estrenado en nuestro país y otra que navega buscando una financiación, las dos versiones de Blancanieves, Linda Lovelace y sus dos films en pleno rodaje y el que aquí nos ocupa sobre la imagen de Abraham Lincoln son claros ejemplos de lo que comento más arriba. El Conspirador, más allá de que su protagonista no es el mismísimo Lincoln, ronda alrededor de la figura del decimosexto presidente de los Estados Unidos y su asesinato. Este año también llegará a nuestras carteleras Abraham Lincoln: Vampire Hunter, en una especie de intento de introducir al mandatario encargado de abolir la esclavitud al ajusticiamiento de los vampiros, mientras que a comienzos del año entrante Spielberg también traerá nuevamente a la gran pantalla al citado Lincoln interpretado por Daniel Day-Lewis. El Conspirador nos va a mostrar el injusto enjuiciamiento, justificado por mantener el orden nacional, que recibe Mary Surratt por participar en la conspiración que derivó en el asesinato de Abraham Lincoln. Siguiendo en la línea de su ya conocido clasicismo, Robert Redford expone con una sabia mirada crítica el intervencionismo y la violación en la independencia de poderes en el citado juicio. El soldado del norte, Frederick Aiken, al finalizar la guerra civil deja de lado su rango para volver a ser un joven abogado que trabaja para el senador Reverdy Johnson y que tendrá la difícil tarea de representar a Surratt. A pesar de no creer en lo más mínimo en su inocencia y no querer defenderla justamente por esa razón, Aiken lleva adelante su juramento como abogado y expone en la defensa de la acusada, encontrando en el paso de los días de juicio que no todo es tan blanco ni tan negro. El tema acá (y esto es lo atrayente del film) no es si Surratt es culpable o inocente, sino la injusticia con la que es tratada dejando de lado un enjuiciamiento con garantías de parcialidad, generando una interesante molestia e incomodidad que nos deja bien en claro el acertado punto de vista revisionista de su realizador. Eso es justamente lo que impulsa a Aiken a defenderla con uñas, dientes y principalmente integridad, aunque a medida que avanza su defensa comienza a alejarse de quienes eran sus compañeros en la guerra y acercándose a quienes eran sus enemigos en el campo de batalla. Es decir, cuanto más cree en su caso más extraño es para sus propios y más propio para sus extraños. Hay una intromisión de la luz en la puesta en escena que me resultó hermosamente llamativa por como termina difuminando el contorno de todo lo que toca. Es como si por medio de la luz "solar" Redford intentase clarificar tanta turbia oscuridad que encontramos en el juicio. James McAvoy, Robin Wright, Evan Rachel Wood, Tom Wilkinson y Danny Huston componen el espectacular elenco que ejecuta a la perfección unas contenidas caracterizaciones que acompañan el ritmo narratorio de esta muy buena propuesta que lamentablemente se hizo esperar para estacionar en nuestras carteleras y sorprender a propios y extraños.
Un aburrimiento titánico Secuela del exitoso e irregular film del 2010, Furia de Titanes 2 continúa unos años después la historia de su predecesora donde el semidiós Perseo es simplemente un pescador viudo que trata de mantener a su hijo fuera de las armas que lo hicieron una celebridad en el pasado. Hasta que un día Zeus (su padre) es capturado y puesto en jaque por la traición de Hades y Ares, debiendo salir de su retiro para tomar nuevamente la espada y evitar la liberación del malvado Cronos, capaz de destruir todo el universo. Furia de Titanes 2 es dirigida por Jonathan Liebesman, relevando al francés Louis Leterrier, y si miramos la última película que dirigió este director es la terriblemente panfletaria Invasión al Mundo: Batalla los Ángeles entenderemos el porqué de la solemnidad abrumadoramente reinante que posee este film. Entiendo que al ser protagonizada por dioses, semidioses, titanes, criaturas mitológicas y demás cuestiones hacen muy difícil dejar de lado los ritos, cultos, alabanzas, etc. pero para contrastar tanta solemne pirotecnia hace algo de humor para no caer en una propuesta terriblemente cargada y pesada. Solo en algunas pocas ocasiones, y en manos de los personajes Hefesto y Agenor, el humor arremete para quitar el aburrimiento, aunque lamentablemente no es suficiente para quitarlo ni por asomo del medio. El problema del grado de solemnidad del film es que no puede ser contrastado de ninguna manera, al humor lo descartamos en el párrafo anterior, el romance lo descartamos en el próximo y las secuencias de acción que podrían ser la única salvación son escasas para poder contrarrestar tanta seriedad. Con respecto a la mencionada historia de amor, tenemos a su realizador intentando desarrollar un romance entre Perseo y Andromeda (encarnados por Worthington y Pike) que carece totalmente de fluidez y termina resultando un amor totalmente trivial. Es decir, no hay aproximaciones previas interesantes entre ellos, más allá de algunas miradas cómplices. No hay conquista palpable, no hay seducción, no hay histeriqueo, ósea no hay nada exceptuando la admiración que sienten mutuamente, algo que no alcanza para creer en esta pareja y que encima termina jugando en contra por seguir cargando de solemnidad la cinta. Tampoco encontramos una mínima evolución en los personajes, solo efectos (como dioses o titanes llorando, emocionados, con notorios cambios de aspecto o bajados del pedestal de su condición de inmortales) que intentan emular una evolución o cierto cambio en la personalidad de los protagonistas, que incluso son aportados bruscamente, de manera impostada y totalmente ajeno a la lógica que impone el film. Sam Worthington, Liam Neeson, Ralph Fiennes, Edgar Ramírez, Rosamund Pike y Bill Nighy hacen lo que pueden con este solemne bodrio, aunque hay que destacar que los que salen más aireosos del resultado son el gran Nighy y por momentos la bellísima Pike, mientras que el resto lleva adelante una labor con pocos matices y donde escasean las expresiones ajenas a la seriedad y el compromiso por la salvación de la humanidad. Furia de Titanes 2 sigue en la irregular línea de su predecesora, con una película que solo provoca un aburrimiento titánico.
Denzel Washington, Ryan Reynolds, Vera Farmiga y Brendan Gleeson completan un buen poker de actores para este poco innovador, aunque satisfactorio, thriller dirigido por el sueco Daniel Espinosa llamado Protegiendo al Enemigo. Matt Weston es un novato agente de la CIA que se encuentra a cargo de la aburrida tarea de cuidad una "casa segura", que vendría a ser un edificio que dispone la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos en distintos lugares del mundo para llevar prisioneros, ubicada en Ciudad del Cabo en la cuál lo más emocionante que puede sucederle a él protagonista es picar una pelotita de tenis contra la pared esperando a que pasen las horas. Hasta que un día su "casa segura" se ve revolucionada con la llegada de Tobin Frost, un ex agente de la CIA que acorralado por una banda de mercenarios decide entregarse en el Consulado de los Estados Unidos. El problema para Matt se dará cuando el grupo comando de delincuentes ataque su ubicación debiendo proteger a su "invitado" llevándolo a otra casa segura, intentando descifrar en el camino quien es el traidor dentro de la CIA además de salvar a su nuevo compañero de aventuras. La trilogía Bourne marcó una época en los thrillers de espionaje, principalmente en las secuencias donde encontramos persecuciones y luchas cuerpo a cuerpo. Paul Greengrass filma como la hostía y la utilización de la cámara en mano en sus dos Bourne (la primera es de Doug Liman) le da una aceleración, un vértigo, una energía y una voracidad que terminan por encumbrar al film protagonizado por Matt Damon como una espectacular e influenciadora película. Daniel Espinosa es el realizador de Protegiendo al Enemigo y la diferencia con Greengrass en la capacidad de filmar es notoria, ya que las escenas de acción que en Bourne aportan vigor, acá aporta confusión, barullo y hasta por momentos un abrumamiento bastante insoportable. Hay combates en donde realmente no se entiende absolutamente nada y es ahí donde la falta de talento se hace muy evidenciable. Resaltando esto no quiero afirmar que Protegiendo al Enemigo sea un mal thriller, solo que su intento por emular las grandes condiciones del mencionado film le terminan jugando una mala pasada. Más allá de eso la cinta no presenta grandes innovaciones y podríamos decir que su fluida y creíble narración, además de las grandes actuaciones, terminan siendo lo más destacable en sus casi dos horas de duración, que sin dudas tampoco es algo para despreciar. El mencionado poker de figuras integrado por Denzel Washington, Ryan Reynolds, Vera Farmiga y Brendan Gleeson son los encargados de sostener de excelente manera la interesante historia, aunque sin dudas los más destacados son el versátil Washington y el ascendente Reynolds, que de alguna manera logra reivindicarse un poco luego de la fallida Linterna Verde.
Una fiesta supercool Con la comedia como variante, vuelve a nuestras carteleras un estreno con la "cámara en mano" como el reinante punto de vista de la cinta. Tres amigos de la secundaria deciden hacer una gran fiesta que los saque del completo anonimato que poseen en su escuela. La idea de ellos es realizar una fiesta inolvidable y obviamente que lo logran, aunque no del modo que lo tenían pensado. Basándose en el modelo de la gigante Supercool, Nima Nourizadeh toma a tres amigos (uno gordo freek, el flaco y tímido y el que se cree ganador con las mujeres) y su amistad para desarrollar esa idea de compañerismo hasta las últimas consecuencias y sin importar, justamente, los resultados de esa épica fiesta. Si bien esa es la base de la historia, como bien adelanté más arriba, Proyecto X utiliza la tan recurrida cámara en mano para lograr como un falso documental para intentar dar una idea de realidad que de alguna manera se contrapone y a la vez se contradice con la utilización de música extradiegética, planos con efectos de ralentí y distintas cuestiones que terminan perjudicando a ese concepto "de realidad" que quiere imponer la película. O sea, si vas a hacer una comedia que simule "la realidad" hacela completa, como bien lo hizo Cloverfield en el 2008, que vendría a ser uno de los máximos exponentes dentro del cine cámara en mano de ciencia ficción. Como así, es bueno recalcar que la elección del desconocido trío de protagonistas favorece al concepto que intenta desarrollar la cinta. Todd Phillips no es el realizador, pero si el productor, y su aura de humor descontrolado, adolescente y escatológico sobrevuela por completo el metraje de Proyecto X. Más allá de las mencionadas cuestiones, Proyecto X se caracteriza principalmente por tener un vertiginoso ritmo que hace que los minutos vuelen y desarrolla escenas muy ingeniosas y altamente graciosas, además de un puñado de potentes secuencias de un abrumador descontrol que sin dudas quedarán grabadas en nuestra retina, como por ejemplo el gran momento en el que todo se va al carajo y un hermoso Mercedez Benz termina nadando en una piscina. Proyecto X posee originalidad, humor, contradicción e incongruencia por igual, pero las carcajadas que se dan en sus 88 minutos terminan por mover la balanza hacía un resultado entretenido, aunque algo fallido.
Entre dos puntas A dos años del lanzamiento de El Príncipe de Persia: Las Arenas del Tiempo, Disney vuelve a la carga con el género de aventuras por medio de John Carter: Entre dos Mundos logrando un resultado más regular principalmente por basar su narración en un juego constante y conciente entre dos puntas: la solemnidad y el humor. John Carter: Entre dos Mundos nos contará como un veterano soldado de guerra de los Estados Unidos es transportado por una extraña fuerza y sin planearlo a Marte, donde termina interponiéndose en un terrible conflicto entre dos poblaciones que determinará el futuro de aquel planeta. Para conseguir un resultado superior a las anteriores producciones dentro de este rubro Disney, ni lerdo ni perezoso, recurrió al realizador de Wall-E y Buscando a Nemo, Andrew Stanton, consiguiendo que el humanismo de Pixar logre colarse en esta mega producción cargada de secuencias digitales y pantallas verdes o azules. Si bien el mencionado humanismo no carga por completo a la cinta, le da un valor agregado que termina por redondear una entretenida película. Stanton logra en las más de dos horas de duración, que por momentos se vuelven injustificables, transmitir sentimiento a través de la pantalla entre medio de tanta escena digital y actores actuando en piloto automático. De alguna manera es el ejemplo totalmente contrario a otro film (más antiguo, es verdad, pero su reciente estreno en 3D lo trae nuevamente a escena) que se reestrenó hace unas semanas llamado Star Wars: Episodio I - La Amenaza Fantasma. En esta última encontramos solemnidad, falta de humor, poco desarrollo de los personajes, secuencias de acción mal llamadas y un largo etcétera que hacen que su visionado sea una tediosa experiencia, mientras que en John Carter: Entre dos Mundos (sin ser una obra maestra) todo se desarrolla con mucha más limpieza y encontramos una narración fluida donde las espectaculares escenas de acción son invocadas en los momentos justos por la trama y donde el humor (la escena del escape con la persecución del "perro" es tan tierna como cómica) ingresa para bajar la carga de solemnidad que posee una historia donde el futuro de un planeta se encuentra en juego, además de poseer actuaciones mucho más cargadas de sentimientos entre tanta insensibilidad digital como en la mediocre película de George Lucas. Obviamente que si la mayoría de las películas épicas de ciencia ficción se compararan con Star Wars: Episodio I - La Amenaza Fantasma serían una obra maestra, pero de alguna manera en este caso su cercanía era tal que no se puede evitar una comparación. Taylor Kitsch, Lynn Collins, Mark Strong y James Purefoy logran concretar cuatro actuaciones estereotipadas y poco originales, que más allá de eso terminan cumpliendo con la carga emocional necesaria en los momentos donde la cinta lo demandaba. John Carter: Entre dos Mundos demuestra que es posible hacer una buena película de aventuras y ciencia ficción si se balancea la solemnidad con el humor y si las actuaciones aportan el humanismo necesario a tanta frialdad digital.
Surgida de la televisión, la actriz Katherine Heigl ha tenido unos buenos pasajes en la pantalla grande por medio de la comedia, donde Ligeramente Embarazada, 27 Bodas o La Cruda Verdad son los ejemplos más claros de su naturalidad y facilidad para generar buenas propuestas. En los últimos films, Heigl ha bajado de manera notoria la puntería regalando grandes fiascos como Asesinos con Estilo y ahora Sólo por Dinero, donde sin duda encontramos el punto más flojo en la filmografía de esta ¿ascendente? comediante. Dirigida por Julie Anne Robinson, esta comedia que intenta mezclarse con toques de thriller y romanticismo nos contará como ante la desesperación por quedarse sin trabajo y sin dinero, Stephanie Plum decide trabajar como agente de fianzas, tomando como "primera misión" la captura de su primer amor en la adolescencia. Sólo por Dinero recuerda en demasía a la mediocre comedia de acción llamada El Caza Recompensas que protagonizaron en el 2010 Gerard Butler y Jennifer Aniston y que tuvo mejor resultado que el que aquí nos ocupa. Incluso ya en Asesinos con Estilo, Heigl basaba su rol en la ineptitud en el manejo de las armas y la inexperiencia en el "campo de batalla desconocido" algo que vendría a ser bastante similar a la labor que ella cumple en esta cinta, dejando como conclusiones que las ideas en Hollywood no abundan dentro de este género y que a veces los interpretes dejan bastante de lado las cuestiones artísticas teniendo mucho más en cuenta el suculento cheque que supone su participación en la producción. A lo largo de sus 91 no encontraremos en Sólo por Dinero un solo momento de comedia bien logrado, como así tampoco podremos ver un desarrollo que genere entusiasmo y entretenimiento en la trama de investigación e incluso nunca se haya bien generado un encuentro romántico. En resumen, podríamos destacar que este film solo presenta como valor positivo que Katherine Heigl se carga la cinta al hombro y por escasos momentos consigue que con su simpatía, naturalidad y carisma no naveguemos en el más profundo aburrimiento, aunque la ausencia de alguna figura que reme junto a ella hace que lamentablemente la película no pueda ser salvada por completo.
Si queres llorar... Llora! Stephen Daldry, realizador de El Lector, Billy Elliot y Las Horas que resulta terriblemente afín a la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Los Ángeles por su contenido solemne, conmovedor y grandilocuente, vuelve a nuestras salas de cine para entregar su película más sensiblera, llamada Tan Fuerte y Tan Cerca. Oskar Schell es un inquieto y excepcional muchacho de 11 años que posee una gran inteligencia. Lamentablemente para él su feliz vida se ve trastocada cuando su padre muere en el atentado a las Torres Gemelas, aunque el hecho de encontrar una llave hará que comience un viaje que lo conectará con personas desconocidas que lo intentarán ayudar a descubrir qué cerradura abre la misteriosa llave. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Una cosa es una película efectiva y otra muy distinta es una película efectista. Tan Fuerte y Tan Cerca pertenece al segundo grupo por ser asquerosamente efectista, porque busca de todas las maneras forzar en nosotros un efecto, que en este caso es el llanto. Si, la mayoría de las películas buscan generar algo en el espectador, pero la cuestión se centra en cómo lo logran. Lamentablemente aquí no llega a provocarlo por medio de la historia y su desarrollo o la evolución de sus personajes, sino que pone toda su artillería sensiblera en función de generar las lágrimas, sufrimiento y desconsuelo, teniendo como resultado un film plagado de golpes bajos, momentos "profundos y conmovedores" y demás cuestiones que la convierten en uno de los peores estrenos en lo que va del año. A lo largo de todo su metraje, exagerados 129 minutos, encontraremos varios elementos que harán de su visionado algo difícil, tan difícil como contener las lágrimas. En esos 129 minutos tendremos que soportar y escuchar en reiteradas oportunidades los últimos 6 (seis!!!!) mensajes en un contestador que Thomas Schell le deja a su hijo en el intento de despedirse de él, lo que sin dudas delata un insoportable regodeo por la muerte del personaje de Tom Hanks a manos de Daldry, secuencias que encima se encuentran "puestas en escena" por un niño de 11 años, algo que las agrava totalmente. En Tan Fuerte y Tan Cerca no existe la palabra "felicidad" o al menos se esfuma luego de la muerte del patriarca Schell. La mayoría de los personajes que van entrando y saliendo de la historia presentan vidas llenas de pérdidas, desolación y sufrimiento, donde encontramos entre ellos la labor de la "lloro con una facilidad bárbara, hasta con moco de la nariz y todo" Viola Davis, aunque sin dudas el ejemplo más emblemático del sufrimiento de los personajes de este tedioso film es el del papel del abuelo del insufrible Oskar que quedó mudo por la pérdida de sus padres en el Holocausto, de donde justamente él es sobreviviente, además de jamás haber conocido a su hijo. Una vida llena de amargura que provoca nuestro sufrimiento...¿Pero era necesaria tanta carga mortuoria para forjarlo? Incluso el guión de Eric Roth, romántico y muy buen escritor de grandes películas como Forrest Gump o El Informante, presenta por momentos frases de una bajeza importante como cuando Oskar le dice a su madre que prefería la presencia de ella en las Torres Gemelas a la de su padre. Una escena totalmente injustificable dentro del entorno que propone la película, debido a que más allá de no ser la mejor madre del mundo, no presenta actitudes que justifiquen semejante estocada al corazón. Ah, pero el momento conmueve y mucho por su dureza.¿Pero a qué precio? Por último tenemos la intolerable intervención de la música, que obviamente es excesivamente afín a las intenciones de la película y resulta otro elemento terriblemente molesto de soportar en su metraje por su carga emocional y su grandilocuencia. Ojo, que por la música en algún momento lagrimeas, aunque obviamente que con la repetición de esta bajeza musical es fácil lograrlo. Tan Fuerte y Tan Cerca resulta un film plagado de reiterativos recursos puestos en función de forzar el llanto, donde solo falta Moria Casan incitándote a largar las lágrimas por medio de su conocida frase: Si queres llorar... Llorá.
Como hermanos gemelos Adam Sandler es un gran comediante y eso no está en tela de juicio, aunque películas como Son como Niños, Yo los Declaro Marido y... Larry y Jack y Jill nos lleven a preguntarnos cómo un actor capaz de brindar muy buenas comedias como en Funny People, Como si Fuera la Primera Vez o Golpe Bajo – El Juego Final, solo por mencionar las más recientes, puede realizar estos bodrios carentes totalmente de vergüenza y humor. Jack es un adinerado empresario del rubro publicitario que vive en la calma del hogar hasta que su hermana gemela, Jill, llega para visitarlo e instalarse en su casa por algunos días, que luego se transformarán en varias semanas. En el medio, Jack deberá conseguir convencer al prestigioso actor Al Pacino (si, Al Pacino "de adeveras") de que protagonice un comercial de Dunkin Donuts. Las casualidades de la vida (y del cine) hacen que Pacino se enamore de Jill y Jack tratará por todos los medios de que la pareja se complemente para así lograr su cometido. Realmente en Jack y Jill se hizo todo mal, porque más allá de que la propuesta no es muy atractiva, la misma no se ejecuta de manera medianamente satisfactoria. No existe una narración fluida, la historia pasa por la película en una total desconexión, no hay chistes ejecutados de manera cómica, no hay momentos dramáticos bien creados, los personajes secundarios son figuras que pasan por la obra sin pena ni gloria, no hay actuaciones medidas y todo es una grotesca sobreactuación, en resumen no hay casi nada interesante. A ver, Dennis Dugan filma mal, muy mal, no sabe manejar la cámara y en las escenas donde intenta forzar (porque lo fuerza no lo construye) una especie de drama se nota demasiado el poco talento que tiene detrás de las cámaras y que solo se encuentra con trabajo porque ejecuta todos los caprichos Sandler y porque además es su amigo personal. Incluso siquiera tiene la virtud de utilizar correctamente el tiempo narrativo de la obra, donde pasamos del día de acción de gracias, por el cumpleaños de los gemelos, para luego finalizar en la navidad, sin un lazo que resulte medianamente interesante que vaya uniendo a estos acontecimientos. Todo en Jack y Jill se limita a: se presenta una escena, se ocasiona un enredo, se pelean los hermanos, se amigan y Jill finalmente no se va de la casa. Esa repetición de secuencias, utilizando los días festivos y reuniones para justificar más gente en pantalla y por ende más humillación para los protagonistas, hace que la película caiga por completo en un bache en el cual no presenta una sola idea atrayente para lograr que su visionado no sea un verdadero tormento. Realmente solo si te causa gracia ver a uno de los mejores comediantes de la historia del cine ridiculizado, vestido de mujer y sumido en una sobreactuación patética y totalmente privada de vergüenza ajena, Jack y Jill es tú película. Quizás lo único que funciona y es realmente gracioso en Jack y Jill es la "parodia" que hace Al Pacino sobre si mismo, donde se burla de sus orígenes en el Bronx, su pasión por Shakespeare y el teatro, sus películas cumbres y su (increíblemente) único Oscar. También la fugaz aparición de Johnny Depp representa un soplo de aire fresco entre tanta escena falta de humor e ingenio. Más allá de que la labor de Adam Sandler no es lo peor en Jack y Jill, sin dudas la tosca dirección de Dugan se lleva todos los premios, no hay que dejar de destacar que él es uno de los guionistas de la cinta y además también es el productor, por ende resulta tan responsable de esta horrible y fallida película como el realizador de Son como Niños. Jack y Jill representa una de las peores películas del año y también uno de los puntos más bajos en la ya irregular filmografía de Adam Sandler.
La realizadora de Mamma Mia (!!!), Phyllida Lloyd, se dispuso a contarnos con una particular visión la historia de la controvertida figura de Margaret Thatcher, encarnada por la actriz ideal para ese rol: Meryl Streep, que justamente vendría a ser lo único que no decepciona en esta obra. En un camino superpoblado de flashbacks y redundantes golpes bajos por doquier, Lloyd nos cuenta la vida de Margaret Thatcher desde sus comienzos como una simple hija de un político almacenero hasta sus 11 años al mando del Reino Unido, para finalizar en su actualidad que es donde redunda hasta el cansancio en demostrar la senilidad de la mencionada ex primera ministra. Realmente si Lloyd quería hacer una biopic más positiva sobre Thatcher, creo que era imposible. Margaret Thatcher es una figura controvertida y abordarla desde el patetismo de la obsecuencia inglesa queriendo pintarla como una pobre viejecita senil de ojos vidriosos para luego ilustrarla por medio de numerosos flashbacks como una dura mandataria que hizo todo "por su nación" y que solo es interpelada por manifestantes agresivos o sindicalistas obtusos, me parece una asquerosidad y una falta de compromiso gigante con la historia. Por momentos hasta pareciera un film de propaganda sobre la primera ministra y el Partido Conservador del Reino Unido que gobernó desde 1979 hasta 1990. Aún peor es encontrar que en La Dama de Hierro se nos califica como matones e invasores a nuestras propias islas, algo totalmente carente de sentido común. Pero lo peor es que si dejamos de lado lo reaccionaria que puede ser para nosotros esta película y lo positiva que es con la protagonista, tampoco encontraremos algún elemento cinematográfico interesante ajeno a la excelente interpretación de Meryl Streep que salve el catastrófico resultado de esta cinta. A lo largo de sus casi dos horas La Dama de Hierro no realiza una sola lectura negativa de la vida de Thatcher e incluso todas las palabras (redactadas por el guión de Abi Morgan) que se desprenden de la ex mandataria son discursos efectistas que solo buscan encumbrar aún más la figura de una persona que posee muchos grises y negros en su historia, y no solo blancos como nos quiere vender Lloyd. La única controversia que representa el film es cuando Thatcher deja atrás a sus hijos (la película lo muestra literalmente cuando ella se va con su auto y sus dos pequeños la persiguen) para ir a hacerse cargo de un Reino Unido en plena crisis, que en definitiva termina siendo polémico a medias tintas cuando analizamos que ella "dejó a su familia" por su país. Sin dudas hubiera sido mucho más atractivo, como hizo Clint Eastwood en J. Edgar, contar los hechos negativos y positivos y que cada una de las personas que asistiera a verla saque sus propias conclusiones de la figura expuesta. Meryl Streep es una de las más grandes actrices de todos los tiempos y aquí, junto a Jim Broadbent, son lo mejor que tiene esta obra, aunque lamentablemente no llegan a salvarle el pellejo a la película propagandista a cargo de Lloyd. La Dama de Hierro es una película de patética propaganda hacía su protagonista que solo merece un poco de atención por encontrar nuevamente a Meryl Streep en otra gran actuación.
Lazos de sangre David Fincher ha vuelto a nuestras carteleras luego de la brillante Red Social, adaptando el bestseller escrito por Stieg Larsson titulado Los Hombres que no Amaban a las Mujeres y cuyo título de estreno para el film en nuestro país es La Chica del Dragón Tatuado. Esta película nos contará la investigación que llevan adelante la curiosa pareja conformada por el periodista Mikael Blomkvist y la excéntrica "detective" Lisbeth Salander. Juntos deben ir investigando los lazos de sangre de una familia para descubrir quien fue el asesino de una de sus integrantes hace aproximadamente 40 años. Fincher vuelve a entrometer su distinguida narración y su acelerado montaje en una obra que posee casi dos horas y media de duración y la provee de un ritmo vertiginoso que, gracias a la implementación de esos recursos, logra que no se haga larga en absolutamente ningún momento a pesar de su metraje "poco común para una película mainstream". Uno no puede achacarle a La Chica del Dragón Tatuado que el libro no se encuentra presente, más allá de ciertas licencias e intromisiones que siempre existen en las adaptaciones, como así tampoco podrá negar que la firma de David Fincher se encuentra presente, ya sea en su narración o en la oscuridad y crudeza con la que filma ciertas cuestiones, como por ejemplo la violación a Lisbeth o la posterior venganza de ella. Resalto esto porque no es habitual que se respete el material escogido y que se siga manteniendo la firma de un reputado realizador, sin anteponer ambos intereses por encima uno del otro. Para resumir me resulta tremendamente atractivo como Fincher logra plasmar en La Chica del Dragón Tatuado el estético montaje, el paralelismo entre las historias y la excelente implementación del flashback de Red Social, con la crudeza de Pecados Capitales y la oscuridad narrativa como se ve en el gran film noir Zodiaco, sin dejar de lado considerablemente la adaptación de la novela. Las actuaciones del excelente elenco secundario compuesto por Christopher Plummer, Stellan Skarsgård, Steven Berkoff y Robin Wright, se encuentran a la altura de lo que necesitaba la película. Pero por otra parte tenemos a una Rooney Mara que la descose llevando adelante el papel de Lisbeth Salander en una interpretación heroica cargada de misterio, oscuridad, sensualidad y violencia que no hace más que encumbrar a esta joven y hermosa actriz de 26 años en el mejor papel de su carrera. Mientras que por otra parte tenemos a un Daniel Craig que funciona como perfecto acompañante de la perturbadora protagonista, y hasta incluso en los momentos donde el film recae sobre él, lo sortea con soltura y frialdad. Párrafo aparte merece nuevamente la gran intervención musical de Trent Reznor, que nuevamente vuelve a elevar cada escena donde las deliciosas, turbulentas y lúgubres melodías arremeten en nuestros oídos. La Chica del Dragón Tatuado viene a nuestras carteleras para demostrarnos que David Fincher sigue por el buen camino respetando tanto su firma como la interesante novela.