No hace falta ser un nostálgico de los viejos buenos tiempos para disfrutar “Brigada A”. La película de Joe Carnahan renueva la mística de la serie de los 80, pero con una dinámica más vertiginosa, casi como si fuera un video clip de una banda de heavy metal. Pero esta banda, conformada por un equipo de ex soldados de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, da batalla y entretiene. Hannibal, Face, Murdock y Baracus ahora son veteranos de la guerra de Irak, y no de Vietnam como la versión original. Lo cierto es que este cuarteto fantástico, entre los que se destaca la actuación de Bradley Cooper, tiene como objetivo cumplir una misión, aunque con ese criticable fanatismo patriótico de las películas de la industria estadounidense. Y ese objetivo los une, más allá del vínculo de amistad. El pulso de Ridley Scott en la producción hace que la película sea imperdible para los amantes de las de acción.
La nueva saga de Pixar, "Toy Story 3", llega a 10 años de la segunda parte y a una década y media de la primera , tiempo suficientemente extenso para que, al menos, un niño deje de ostentar esa condición.Por allí comienza la trama de este logradísimo filme, que también está en su versión 3D, y que desafía la máxima basada en que una película de animación no puede ser una gran película. "Toy Story 3" hace reír y emociona con recursos auténticos, y es tan recomendable para niños y adolescentes como para adultos. Es más, la versión 3D es interesante, pero los efectos especiales están utilizados en función de la película y no al revés, lo que potencia aún más el valor del filme. Andy está a punto de irse de viaje para ingresar a la universidad, y su madre lo hostiga para que ordene su pieza, mientras el padre sigue sin aparecer en escena, como en toda la saga. Allí surge el primer conflicto. Cuando Andy debe decidir qué juguetes elige para llevarse y cuáles dejar en la bohardilla, se queda solamente con el vaquero Woody. Y Woody no imagina un mundo sin Andy, pero mucho menos sin sus amigos Buzzy, Jessie, el dinosaurio Rex y todos sus colegas, sobre quienes tiene un vínculo intenso, y es claramente el líder. La amistad y la solidaridad son dos valores clave en esta película dirigida por Lee Unkrich (co-director de "Toy Story 2" y de "Buscando a Nemo"), quien supo ingeniárselas para lograr sentimientos tan genuinos en el espectador, que a menos de media hora de transcurrida la película ya se olvidó que está viendo una de dibujitos animados. En esa lucha de Woody y sus amigos por mantenerse juntos, se abre el abanico para mostrar momentos dramáticos y de angustia, que son muy habituales en muchos de los clásicos de Walt Disney. Y habrá tantas similitudes con la vida real, que no tardará en aparecer el traicionero, ése que se hace el buenito hasta que en el momento más difícil elige un camino propio sin pensar en los que están a su lado. En la última media hora, lejos lo mejor del filme, arranca una dinámica tan vertiginosa que cuesta despegarse. Es que los mensajes que va decantando esta propuesta no llegan como moralejas de un maestro ciruela de la primaria, sino que obligan a reflexionar sobre la vida y la muerte, sobre la verdad y la mentira, el amor y la amistad y, sobre todo, la adultez y la niñez, etapa dorada.
La idea del filme era atractiva: un superhéroe argento, anclado en el año 2025, y con la misión de retornar el agua potable, en grave faltante. Pero sólo se quedó en buenas intenciones. Lo más logrado fue la articulación de lo político y lo mediático para cambiar la realidad e intentar modificarla a su gusto, como se manifiesta en estos días. Y quizá el error más grave fue no animarse a darle una tónica de novela negra, como era el guión original de Juan Sasturain y Luis Barone. El otro guionista, el español Jesús de la Vega le agregó los pasos de comedia, y quizá banalizó demasiado la lectura del argentino medio. Zenitram toma cocaína, tiene un amor no correspondido y es el más antihéroe de los superhéroes. No fue suficiente para llegar a una buena película.
"Garfield y el escuadrón de las mascotas" es una propuesta atractiva para los niños, fundamentalmente, y más aún a partir de la incorporación tecnológica de la tercera dimensión, que les da un plus a muchas escenas del filme. La estructura básica de la historia no escapa a otras propuestas ya vistas en las animaciones infantiles. En este caso, Garfield deberá salvar el planeta de Tontolandia, y para eso se unirá a un escuadrón de superhéroes muy especiales. Lo más importante que tiene la película dirigida por Mark Dippé es que logra entretener a los más bajitos, aunque sin demasiadas pretensiones. Quizá lo más simpático es la mezcladora molecular, capaz de fusionar objetos y personas. Eso dispara sonrisas en tres dimensiones.
Aquellos que vayan a ver esta película pensando que se van a encontrar con el director de "Blade Runner", o al menos el de "Gladiador" saldrán de la sala decepcionados. Ridley Scott se embarca en esta precuela sobre la leyenda del aventurero que les robaba a los ricos para regalarle a los pobres y logra un filme que apenas despega en los últimos veinte minutos. Una trama demasiado extensa y escenas muy dialogadas hacen que la película de acción tenga baja intensidad, pocas flechas y escasas batallas. Sin embargo, los amantes del género le encontrarán encanto a la figura de un Robin Hood que no es un héroe imbatible, sino que se muestra como un personaje con fortalezas y debilidades. Además, el perfil seductor del personaje de Cate Blanchett aparece como un bálsamo.
El abogado del diablo que quiere salvar su vida otras muertes Se le llama Carancho al abogado que está siempre como un ave rapaz (verdadero significado de la palabra) buscando las indemnizaciones más jugosas, generalmente provenientes de los accidentes de tránsito. Desde ese personaje, interpretado por Ricardo Darín, se dispara la historia de Pablo Trapero, un director que no teme caminar por la cornisa, y muchas veces, como en "Leonera" o "El bonaerense", tuvo brillantes resultados. No es esta la mejor película que se puede ver de Trapero, al menos, está lejos de lo que se esperaba de un mix tan rimbombante como el que podrían ofrecer un director estrella del circuito independiente con un actor estrella del circuito comercial. Más allá del crecimiento del cine nacional y de que ambas corrientes cada vez se acercan más, lo que es saludable, desde ya. Trapero hizo eje en la problemática corrupta del mundillo de algunos abogados nefastos y acertó en mostrar de alguna manera ese costado oscuro del andamiaje judicial de la Argentina. Pero esa meticulosidad aplicada en ese aspecto no la aportó para la composición de los personajes centrales. Y de este modo, ni Martina Gusmán rindió tanto como lo hizo en "Leonera" ni Darín brilló como lo hace en todas las películas de Juan José Campanella. Ese vínculo no está logrado y no contagia al espectador, quizá el mayor error de la película del realizador de "Mundo grúa" y "Nacido y criado". Sosa (Darín) conoce a Luján (Gusmán) en la calle y tras un accidente de tránsito, el lugar y el momento apropiado para que ambas vidas se crucen ya que ella está haciendo sus primeras armas como doctora en un servicio de emergencia de salud. Los dos no están pasando por un buen momento. Son almas solitarias y sufridas, aunque se sabe muy poco de su pasado, en otro detalle que no debieron pasar por alto los cuatro guionistas, entre ellos el mismo director del filme. El derrotero de ambos se unirá en un camino común, en el que se combinarán momentos de crudeza y de mucha sangre, como los que suceden en el hospital donde trabaja Luján; y algunos momentos de pasión, como los que vive la pareja protagonista. Relatado en un formato de policial negro, el filme se va desdibujando con el correr de los minutos y concluirá en un cierre que divaga entre la obviedad efectista y la metáfora moralista del tipo "quien mal anda mal acaba". Por último, es rescatable sin embargo la mirada de denuncia del cineasta y la intención de sacar a la luz el accionar corrupto de los Caranchos.
Las historias corales siempre tienen ese agujero negro inevitable. Y es la crítica al director que no se animó a jugarse por una buena historia y tiró las fichas en varias para pegar un pleno. Fausto Brizzi asumió ese riesgo pero salió airoso. A partir del relato de la vida amorosa de seis parejas, supo desentrañar los encuentros, desencuentros y vínculos que no se cortan con ex novios o esposos. El filme italiano se fortalece a partir del humor, aunque roza algún lugar común. El tono de comedia sobrevuela la mayoría de las historias, resueltas con una dinámica tan amena, que se equilibran con los pocos momentos dramáticos. Los actores, sin ser extrellas de Hollywood, rinden con suficiencia sus roles. Con expresiones sutiles logran emocionar y divertir. Lo mejor, lejos, es el caso de la mujer que tuvo como ex a un sacerdote, que no será otro que el responsable de casarla con su novio actual.
Una historia de amor suele menosrpreciarse por los finales rosa o porque lo romántico obnubila toda la trama. Pero en este caso, sin ser una película que se destaque por su originalidad, “Querido John” tiene un plus. Es que Lasse Hallström supo jugar con los deseos inconclusos de John y Savannah, que en el medio de un romance de verano encuentran el amor. Pero, claro, las obligaciones militares del muchacho entorpecen la relación. Lo interesante es cómo se muestra ese vínculo, cómo incide la vida interior de cada uno, el entorno amistoso, y el enfoque que se le da a la familia de ambos, especialmente a la de John, a partir de su obsesivo padre (un excelente Richard Jenkins). Es la típica película de amor que antusiasma a los que gustan del género romántico, pero la trama está tan bien llevada, y con matices intensos, que el filme atrapa hasta el final.
Una trabajadora social está harta de ver casos de violencia familiar con niños sufridos.Y decide deterse en un caso, el 39, para salvar la vida de Lilith (una brillante Jodelle Ferland). Por proteger a la niña de diez años se topará con el peor momento de su vida, ya que toma la decisión de adoptarla y llevarla a vivir con ella, sin saber que Lilith está muy lejos de ser una nena del montón. La película tiene de positivo que lleva al espectador de la mano hasta el final, pero lo grave es que cae en lugares comunes, ya que muestra casi todos los tics de las películas del género. Pese a que en la primera mitad de la película no parece una película de terror, en la segunda parte sobran las apariciones sorpresivas detrás de la puerta con el impacto musical, la reiterada utilización de los insectos y el estigma del héroe, o en este caso la heroína, que es capaz de luchar sola contra el mal, aunque no sea terrenal.
Otto e Ida son una pareja que tiene tantos puntos en común como diferencias. Casi como cualquier otra. Basada en un cuento de los hermanos Grimm, la historia parte desde un encuentro de ambos en una zona rural de Japón, donde se cruzarán por casualidad. Ella quiere ser una gran diseñadora, él está conforme con descubrir peces exóticos y venderlos, si puede, a coleccionistas alemanes. El filme tiene algunos momentos graciosos e invita a reflexionar sobre las ambiciones personales y profesionales de cada uno y sobre los vaivenes del amor con el paso del tiempo. Quizás lo que no colabora con el filme es que la trama no tiene la suficiente dinámica como para atrapar al espectador y que, en definitiva, es otra película más de amor, con lo que eso significa.