Aventuras en talle grande Si sospechaba que Jack, el cazagigantes podría ser un buen entretenimiento, delo por hecho. De más está decir que es una película para amantes de la fantasía, la aventura y la mitología, y para aquellos que simplemente quieran empezar a palpitar estas propuestas. Ambientada en una época cercana a la Edad Media, en algún reino ignoto, es la historia de un campesino que cumple con su destino heroico, al emprender una cruzada para salvar a la princesa de la que está enamorado, enfrentando a una raza de gigantes depredadores, y de paso descorriendo el velo de la corrupción que amenaza con derrocar al bueno del rey de su comarca. La historia está bien contada, y por eso decir que mueve a algunas emociones es más que un lugar común. Realmente, lo que sucede "se siente" en la butaca: suspenso, miedo, adrenalina, admiración, sorpresa, ternura, desagrado o compasión. Por si fuera poco, el guion consigue todo haciendo las cosas de manera muy simple, sin enredarse o entrar en complicaciones innecesarias. Y hace la historia accesible para los niños: probablemente ellos se interesarán, y quizá se impresionarán, en algunos pasajes, pero en general están cuidados. Más allá del contenido belicoso del relato, pasarán por algunos momentos truculentos, aunque estos han sido meticulosamente apartados de la vista, y solamente son sugeridos. El autor de la historia es Christopher McQuarrie, quien hace tiempo escribió Los sospechosos de siempre y, hace poco, Jack Reacher. En un futuro saldrá al ruedo con Misión imposible 5 y Wolverine. Volviendo a Jack, el cazagigantes, hay que elogiar también a sus actores, como Stanely Tucci, y Ewan McGregor, entre los más famosos. Pero el otro gran pilar es el buen uso de los efectos especiales. La escena en que los frijoles mágicos dan origen a la planta que trepa hasta el cielo (donde moran los gigantes) haciendo trizas una casa de madera y dejando a sus ocupantes atrapados entre los poderosos tallos, es admirable. La batalla donde los gigantes pretenden tomar por asalto el castillo se torna espectacular. La utilización del foso, la cinchada para apoderarse de la gran puerta de madera, los ingeniosos proyectiles incendiarios, ponen en vilo.Y hay más, mucho, en una película llena de sorpresas.
La fuerza hace la unión Lo de Pixar, DreamWorks, y 20th Century Fox es de ratos una carrera cabeza a cabeza, para ver quién hace la película más original, divertida y revolucionaria del año. A veces asoman para pelear por el tercer puesto Sony, el aventurero Nick Park de Wallace & Gromit, o alguna otra compañía. Pero el centro por ahora lo disputan la casa del ratón y la de Spielberg. DreamWorks, justamente, volvió a darle trabajo a Chris Sanders, uno de sus directores más talentosos, para que repitiera el gran éxito que hace tres años fue Cómo entrenar a tu dragón. El regreso de Sanders se llama Los Croods y es una aventura prehistórica en la que, inevitablemente, comienzan a repetirse algunos tópicos, desde los diseños de los dragones, hasta el gag de la pelea para conseguir el huevo y devorarlo antes de que se rompa. Ya hace muchos años los padres de los chicos que hoy van al cine vieron esta misma rutina representada en un capítulo de la insuperable teleserie animada La pantera rosa. Los protagonistas de Los Croods son los integrantes de una familia de cavernícolas que para sobrevivir deben dar un difícil paso adelante en la evolución e ingresar en el amanecer de la civilización. Al principio, todos ellos viven en una caverna, pero la peligrosa curiosidad de uno de sus miembros, y un gran cataclismo que se acerca, los obliga a explorar la intemperie. Pronto descubrirán una flora y una fauna exquisita, pero también a un muchacho más desarrollado que ellos, que les enseñará el dominio del fuego y, sobre todo, el valor para enfrentar los miedos y, unidos como una familia, "acercarse a la luz y asomarse al mañana". En un plano general, Los Croods es una película divertida, llena de sorpresas, que llegan sobre todo por el lado animado (y no por el recorrido de la historia). Los escenarios imaginados por los diseñadores, como junglas, lagunas, despeñaderos, ríos, o cadenas montañosas son magníficos, no se pueden abarcar con una sola mirada. Las criaturas de esa época, también, como el tigre dientes de sable, que presenta una fisonomía adorable; o las ballenas que aún tienen patas. Aunque, dentro de este paneo, también hay que señalar algunos pasajes menos eficaces, en los que el latido humano de la historia demora la acción para hablar de los sentimientos de los personajes de un modo declamatorio y repleto de lugares comunes. Pero que esta apreciación no empañe el conjunto. Los Croods es una película para disfrutar con los niños, llena de colores, texturas, humor, música y dinámica. Como para verla.
Familia y fantasía. ¿Qué dos conceptos más ligados a Disney? Sólo unos cuantos. Esos son los caminos por donde marcha La extraña vida de Timothy Green, espoleada por la presencia de su figura principal, Jennifer Garner, una actriz con etiqueta de mamá ideal, y que ya es megaestrella de Hollywood, por donde anduvo semanas atrás tomada del brazo de su esposo Ben Affleck, mientras éste festejaba el Oscar recibido por mejor película con Argo. La historia de esta película comienza en un centro de adopción, adonde una joven pareja es evaluada para conocer sus aptitudes parentales. El relato da rápidamente un giro hacia lo fantástico cuando el matrimonio, advirtiéndole a la asistente social que su narración al principio será difícil de creer, pero servirá para demostrar que ellos están en condiciones de criar a un niño. Cindy y Jim, los esposos, dan cuenta de la aparición de un ser mágico en sus vidas. Por la puerta de su casona rural, tras una tormenta, un niño que salió de la tierra removida, que tiene hojas en sus piernas, que los llama papá y mamá y que los empujó a aprender muchas cosas que no sabían acerca de darle seguridad y contención a un hijo. La apuesta del guionista y director, y de Disney por detrás de esta película, es fuerte. La adopción no es un tema fácil, y a través de este cuento de hadas han tratado de revelar los profundos y complejos sentimientos de amor y responsabilidad que esta clase de decisiones conllevan. Pero el tiro no da tan cerca del blanco. La película es de a ratos sensiblera, y en general no traspasa la pantalla, aunque por su temática debería ser mucho más intensa. Una pena, porque Disney, aun dentro de su acostumbrada fórmula, para algunos aceptable y para otros no, tiene años de experiencia en el abordaje de las experiencias familiares, tanto de los contenidos como de la manera de representarlos, y muchos de ellos han sido apropiados y muy populares entre la amplia platea de público internacional.
“Cirque du Soleil: mundos lejanos” utiliza la tecnología 3D para registrar un espectáculo impactante y diferente del arte circense. La película incluye un homenaje a las canciones de Los Beatles. Soberbia. Es una palabra justa para calificar Cirque du Soleil: mundos lejanos: no es una película en el sentido tradicional, sino una exhibición audiovisual de un espectáculo impactante, a la que le han adosado un pequeño argumento y la tecnología del 3D para convertirla en una joyita en pantalla grande del arte circense. Mia es una chica poco común, de la que las demás muchachas se burlan por lo bajo. Viste ropa de otra época, su corte de cabello es un poco andrógino, y no habla casi con nadie. Un día, Mia se mete en una feria de variedades al aire libre, y termina sentada en las gradas de un circo. El show no es bueno, y para colmo el trapecista se precipita desde las alturas hasta el suelo. Pero cuando Mia quiere ayudarlo, pasa algo más. La arena se los traga a los dos y la chica se despierta, sola, en un mundo nuevo, con unas carpas gigantes en mitad del desierto, y sin saber el paradero del chico herido. Dentro de esas tiendas descubre un circo sin igual. Número tras número, las destrezas siguen siendo dificultosas, exquisitas, irrepetibles. Ni qué hablar del vestuario: extraordinario. De la escenografía: magnífica. De la música: una feliz selección. El Cirque du Soleil es una orquesta de acróbatas desplegada, ejecutando una bella sinfonía. La calidad visual de este show filmado es superlativa. El uso de las cámaras lentas modernas, las mismas que se usan para las transmisiones de última generación de distintos deportes, permite disfrutar de muchos más detalles de los acostumbrados cuando se presencian esta clase de puestas. Las caprichosas y estéticas formas que adoptan las telas de los trajes en el vuelo, el dibujo de la anatomía de los acróbatas, o el preciosismo de los elementos utilizados para acompañar a los atletas, son algunas de las posibilidades que regala este sistema. La puesta del Cirque incluye un homenaje a las canciones de Los Beatles, el grupo, y a las de Lennon, Harrison y McCartney como solistas. Maravilloso, porque el concepto de los números capta el espíritu de esos clásicos, y se pone a la altura de la imaginación musical de los geniales Fabulosos Cuatro británicos.
El mayor sacrificio por amor Fuente de inspiración y triturador de prejuicios, a veces, el cine norteamericano. Una muestra más es Hermosas criaturas, típica película de la industria para jóvenes proclives a los picos emocionales que combina romance, brujerías y literatura. Y que, además, viene precedida por el prestigio de su autor y director, Richard LaGravenese, que fue nominado a un Oscar por el guion de Pescador de ilusiones (aquel filme de 1991 con Jeff Bridges y Robin Williams). La historia está ambientada en un pequeño pueblo del sur de Norteamérica, de esos en los que muchos chicos y chicas no quieren envejecer. Allí se está moldeando la personalidad de Ethan, un muchacho al que no le cuadra la ideología general de su pequeña comunidad, y desea escapar de ahí para estudiar en la universidad y convertirse en escritor. Tal vez por eso Ethan sea el único que se engancha con la personalidad de Lena Duchannes, una pálida chica de la que todos hablan por lo bajo, que un día se aparece como nueva alumna del secundario con un libro de Charles Bukowski bajo el brazo. Ethan se acerca a Lena y descubre a su primer amor, pero también a una bruja, que junto a su familia espera el momento en el que se convertirá en mujer y se volcará definitivamente hacia el bien o hacia el mal, según el destino o el azar de la comunidad de las brujas lo decida. Pero esa no es la única piedra en el zapato de la pareja. También aparecerán dos hechiceras del lado oscuro para sembrar la duda en Lena, por la supuesta imposibilidad de mantener una relación con un simple mortal, y tratan de transformar el sufrimiento en ira. Fluidez, suspenso y sorpresa, buenos efectos especiales, diálogos cargados de humor, banalidad y profundidad en buen balance, y actuaciones de primer nivel, hacen de esta propuesta algo interesante y distinto para el público juvenil, y también para algún otro espectador que quiera sumarse. La Gravanese, el director y guionista del filme, es el mismo hombre que hace algunos años adaptó el libreto de una película romántica de culto, Los puentes de Madison, como así también fue el creador de los textos de películas como Pescador de ilusiones (Terry Gilliam), El señor de los caballos (Robert Redford), o El espejo tiene dos caras (Barbra Streisand).
De la profecía al duelo Una rareza de la película argentina, por su contenido: una historia basada en personas y hechos reales, pero que acerca al espectador a un género con el que la industria nacional ha trabajado muy poco, pese a que contiene buenas fuentes y talentos. En realidad, decir que 555 encaja dentro de un solo género es etiquetarla y reducirla. El filme de Gustavo Giannini es un drama naturalista, es decir, con una mirada objetiva de la realidad, en tanto el protagonista es un hombre que acaba de separarse de su esposa y pierde cierto contacto con su hija. También es una historia romántica, por el único pero decisivo encuentro que ese mismo personaje tiene con una de sus alumnas de filosofía. A partir de entonces ese muchacho, Gabriel (interpretado por Antonio Birabent), entrará en el universo de Benjamín Solari Parravicini, y su vida, su confusión y su duelo virarán hacia la órbita de lo fantástico, la ficción científica, o tal vez nuevamente el drama, porque simplemente todo lo que comienza a visionar el profesor separado, puede ser pura paranoia. Benjamín Solari Parravicini, el hombre con el que se obsesiona Gabriel, es un pintor y escultor que existió entre 1898 y 1974, que se hizo famoso por realizar una serie de dibujos proféticos, algunos de los cuales lograron anticipar hechos históricos importantes, como la Primera Guerra Mundial o el suicidio de Alfonsina Storni. Gabriel descubre con gran asombro la obra de este sujeto, y empieza a descifrar lo que para él es el anuncio del inminente fin del mundo (la cifra 555 es una clave). Encerrado en un derruido departamento prestado, Gabriel comienza a tapizar las paredes con papeles, duerme y come muy poco, recibiendo sólo la visita de su primo Tony, otro joven mucho más preocupado con humor por los problemas terrenales, que se toma a broma sus excentricidades, y lo insta a cambiar ese modo de vida por otro más sociable, en una representación sobresaliente del actor Gonzalo Suárez. Dejando de lado que es una película un poco larga, 555 merece una seria recomendación. Va de menor a mayor, con pasos sencillos y ordenados, y consigue llegar lejos, urdir una trama bien rica, en la que incluso se mezclan recuerdos de películas como Una mente brillante o Matrix. Pero cuidado. 555 no es ni lejanamente una copia de nada. Tiene una originalidad propia y el director sabe encaminarla, pasando incluso por el terreno del thriller y el suspenso, hacia un final imprevisible y abierto.
Abandonados y furiosos Para los que no sepan bien de qué se trata, Hansel y Gretel es un cuento de hadas "de" los hermanos Grimm, publicado en 1812. El "de" es porque estos dos literatos alemanes no escribían cuentos, sino que los recopilaban desde la cantera oral, como también hicieron con relatos como Blancanieves, La Cenicienta o La bella durmiente. No tan difundido es el hecho de que los Grimm sufrieron numerosas censuras en su trabajo. Esto, porque los cuentos que manejaban era duros y crueles. Para tratarse de literatura infantil, decían algunos, era demasiado. Hansel y Gretel es un ejemplo más. ¿En qué tipo de sensibilidad cabe que un niño puede salir indemne de una historia que comienza cuando un padre abandona a sus hijos en mitad de un bosque? A partir de ahí, el cineasta Tommy Wirkola hizo su versión de la leyenda, un filme de acción, terror, y gore, que no debería provocar demasiada sorpresa. En este historia, Hansel y Gretel ya tienen alrededor de 20 años y no buscan a sus padres con la inocencia de antes. Una hechicera los mantuvo en cautiverio cuando eran niños y desde entonces la principal ocupación de los chicos es atraparla y liberar a los pueblerinos del reinado de terror que les imponen. En realidad, el argumento es muy sencillo. No hay ningún volumen en los personajes, ni relación emocional entre ellos. Hansel y Gretel: cazadores de brujas es una película puramente visual, estética, de sensaciones, donde brillan los efectos visuales y sonoros, el vestuario, el maquillaje, la fotografía de escenarios y de situaciones. Nada es novedoso ni revolucionario, pero está realizada en muy alta calidad. Lógicamente, para ello trabajaron empresas de primer nivel, como Spectral Motion, responsable también de los efectos de maquillaje de la saga Hellboy, o personas como Marlene Stewart, que anteriormente hizo el vestuario de Terminator 2. Hay brujas que se transforman en bellas mujeres, que emiten rayos mortales desde sus manos, o que vuelan sobre gruesas ramas. Hay un troll gigante y rincones de ensueño dentro de los bosques, o casas de madera y roca que transportan al espectador varios siglos al pasado. Hay escenas de luchas casi escabrosas, resueltas por intermedio del gore (ese cine que hace una comedia de lo escatológico). Hay motivos para, sin arrancarse los pelos, ver Hansel y Gretel: cazadores de brujas.
Camino a la libertad Los huevecillos acaban de romperse y las minúsculas tortugas de mar hacen su peligroso y excitante viaje de bautismo desde el nido hasta el mar. Las gaviotas fallan en el intento por engullir a los pichones, pero la red de los cazadores humanos cae sobre la familia y se lleva a una parte de ella. De allí en adelante, se tratará de llevar a cabo un difícil rescate. Sammy 2: El gran escape es ante todo una película amena, entretenida, sana, divertida y sorprendente. La verdad es que, en ciertos aspectos, parece norteamericana. Pero es belga. Entonces, los espectadores padres tienen la posibilidad de mostrarles a sus hijos un tipo de filme original, que les permita disfrutar de la variedad y, de paso, hacerles comprender de a poco que no todo en el mundo del cine animado es Toy Story o Shrek, el estilo Pixar o el estilo Dreamworks. Visualmente, la película es fascinante y no pierde para nada en la comparación con Buscando a Nemo, aun cuando el famoso cuento del pez payaso pareció instalarse en el gusto colectivo como algo insuperable. El parecido más grande entre Sammy 2 y Nemo es que las dos transcurren en el fondo del mar. Además, las dos tienen que ver con un rescate. Pero las historias son completamente diferentes. Nemo transcurría en el ancho océano, mientras que Sammy sucede dentro de un acuario gigante sumergido bajo las aguas. El resto son similitudes nimias. Alta recomendación para los que puedan destinar unos pesos a pagar la entrada para la proyección en 3D. De los últimos meses, en su género, una de las producciones donde mejor se aprovecha el recurso. Una delicia para la vista. Mejor que Valiente o que Ralph el demoledor. Curioso descubrir que el estudio detrás de este tratamiento es también belga. Pero no se trata del único hallazgo. También lo es la música, que acompaña con mucha buena energía la historia, y seguramente será un éxito de ventas como banda sonora. En contra, principalmente, le juega la duración. A pesar de se extiende por solamente 92 minutos, podría tener algunos menos (el promedio en estos productos para niños lo acepta). Pero aun así, es muy positiva, y tiene todas las chances para dar pie a una tercera parte de esta franquicia que empezó en 2010 con Las aventuras de Sammy.
Balas mentirosas Un francotirador dispara contra cinco personas inocentes y se da a la fuga. La policía lo apresa rápidamente y le explica que por su condición de asesino serial tiene dos salidas: la inyección letal, o la irónicamente preferible cadena perpetua. El sospechoso realiza una sola acción. Escribe en un papel el nombre de Jack Reacher. El sujeto aludido tiene la cara de Tom Cruise. Es un ex soldado con físico y cabeza privilegiada al que la abogada defensora quiere conocer inmediatamente. Cuando habla con él, le dicen que el preso es inocente, y que hay algo muy extraño detrás del caso. El apellido Reacher puede tomarse como derivado del verbo to reach: alcanzar. Alguien que alcanza algo. Tal vez al culpable. Jack Reacher: bajo la lupa es una película en general entretenida, con momentos de muy buen cine. Una de esas típicas películas con policías, militares, acción y suspenso. De las que gustan. Su magnetismo funciona cuando hay acción, y también en situaciones de calma. Del primer caso, el mejor ejemplo es el tiroteo decisivo, dentro de una cantera. Hay un toque de verdadera clase en esas escenas, en las que Cruise toma por asalto una casilla rodante defendida por varios criminales, mientras un viejo, dueño de un campo de tiro, acepta cubrirlo con su rifle con la única condición de que no disparará a matar. El humor se cuela elegante en toda la situación. El otro magnetismo surge cuando los personajes mantienen algunos diálogos que a veces parecen sacados de un clásico de Hollywood, o cuando el investigador se sumerge en las aguas de la evidencia, descubriendo detalles del mundo de las pesquisas que transmiten pasión y fascinación. Hay varios cabos sueltos en la narración, tal vez producto de una adaptación imperfecta de la novela original, pero en cambio ayudan mucho la música, la fotografía y las actuaciones. No es para menos, con los intérpretes que hay detrás de los personajes. Richard Jenkins es un actor fenomenal (y poco mediático). Hace aquí al fiscal general, y su presencia es lo que un cuadro de colección a la habitación de un aristócrata. Rosemund Pike está al dente en el rol de la abogada (hija rebelde del fiscal, además). Sobre Duvall y Cruise, no es necesario repetir que son grandes actores. La fruta exótica es Werner Herzog en el papel del villano total. Un insano que sólo puede ser encarnado por otro en igual "condición": este reconocido director alemán que ha domado la selva amazónica, hecho frente a los volcanes y a los abismos del mar con sus documentales y ficciones. Lástima que lo que menos funciona en el filme sea el humor, pese a todo. Por fortuna, el director deja de intentarlo después de la primera mitad, y se concentra sólo en la trama criminal. Hacer reír no es tan fácil como dar en un blanco a 600 metros de distancia, pero vale la pena seguir intentándolo.
La trampa de la ingenuidad Prometedor debut de un director surgido de la mejor cantera que tiene el cine argentino hasta la fecha, el colectivo de Historias breves que periódicamente financia en Instituto Nacional de Cine (Incaa), espacio donde varios de los mejores cineastas jóvenes hacen sus primeros palotes. En esta ocasión, se trata de Sebastián Caulier, quien participó como director en la selección nacional de cortometrajes de 2009, y que luego llevó su cámara hasta su Formosa natal para hilvanar una muy interesante fábula. En esa ciudad del noreste del país viven dos amigas del colegio primario, que llevarán la voz cantante de la película. Ellas tienen una visión tan inocente de las cosas que muchas veces esa mirada desnudará las contradicciones del mundo, la mayoría de las veces, para provocar una sonrisa en el espectador. Ellas tienen una mirada tan literal de las cosas que, cuando el profesor de biología (Juan Gil Navarro) se enamore de la profesora de gimnasia odiarán a esa mujer que se robó al hombre por el que suspiraban, hasta el punto de tramar algunas acciones para sacarla del medio. Acciones sobre las que es difícil tener medida a cierta edad de la vida. Película inteligente, serena, sencilla, mechada con generoso buen humor, que se ganó estar entre las obras competidoras de la sección de cine argentino del último Festival de Cine de Mar del Plata. La inocencia de la araña es un título con aire a metáfora, que es una justa representación del planteo argumental de los autores. La araña en cuestión es una mansa pero sobrecogedora tarántula que el profesor lleva consigo de una provincia a la otra, para enseñarles a los niños sobre los arácnidos, y sobre la falsedad de las apariencias. La inocencia es la de esas dos niñas que, tejiendo una maraña de inofensivas maldades, chocan con la realidad que se esconde tras la fachada del mundo. Muy bien las actuaciones. Las de las colegialas, presuntamente actrices no profesionales, de gran naturalidad, mérito también de unos diálogos muy simples y chispeantes a la vez. La de Juan Gil Navarro y compañía, muy logradas.