El guerrero supera la adolescencia Una vara grande para medir una película muy grande. Kung Fu Panda roza varias veces lo grandioso de lo visual, pero no lo lleva tan alto y lo mantiene en ese nivel a su relato. De haberlo logrado, estaríamos hablando de un filme colosal. Por esa pizca de genialidad faltante, es “apenas” enorme, monstruosa, deliciosa. Habrá tercera parte de Kung Fu Panda , pero para llegar allí hay que transitar por dentro de un imperio con destellos de carnaval chino plagado de personajes, escenarios y situaciones. El diseño de arte es deslumbrante. Capaz tanto de presentar la historia a la manera de un prólogo dibujado en dos dimensiones replicando la técnica del papel y las aguadas, como de lucir texturas, volúmenes y pigmentos. Asombrosos los efectos logrados con tonos luminosos y fosforescentes. El argumento desarrolla a varios personajes. En el caso de Po, busca en el dilema del origen que ese oso panda tiene que resolver para poder convertirse en alguien valioso para su gente, y salvarla de caer en las garras de un líder despótico. Interiormente, ofrece al espectador la visión de un proceso de maduración que en el caso de este personaje está relacionada con una reconciliación pendiente con los progenitores. El guión persigue dos vetas claras. Resalta la importancia de emprender la búsqueda de una paz interior en los individuos. Pone en valor la fuerza de los lazos paterno-filiales que se establecen entre los seres, aún cuando los lazos que los unan no sea sanguíneos, sino de puro amor. Al final de la proyección, la sobreimpresión de los títulos del filme en la pantalla se prolonga durante varios minutos más de lo normal. El número de contadores y abogados solamente, tal vez ascienda al centenar. Parecen legiones de soldados desfilando ante un emperador, pero son los nombres de los cientos y cientos de personas que trabajaron para que esta película fuera posible. Pese al karate, la confrontación y la disputa por el poder, vestida de gala y humor, sería deseable que sean soldados de la paz. No la paz interior sino la paz mundial. Pero es paradójico, también aquí, que a la paz haya que conquistarla con soldados y armas. Y sospechoso, cuando en el mundo ese argumento se usa para los fines contrarios.
Cuento de circo Agua para elefantes es una historia de amor bien contada, y que se sale del común denominador de hoy día, que son las comedias románticas que han dejado poco lugar para los dramas románticos. Lo de bien contada corre por cuenta de Richard La Gravanese, el guionista y adaptador que ayudó a que la novela Los puentes de Madison se convirtiera también en una gran película, la que dirigió el señor Clint Eastwood hace ya algunos años. El poético título Agua para elefantes termina siendo literal en este relato que comienza en el momento actual en Norteamérica, y viaja a través del relato de un hombre de 90 años hacia 1931, cuando se vivían las consecuencias del crack económico de ese país. Ese ambiente de zozobra es el que envuelve a un joven inmigrante polaco, quien por accidente se trepa al vagón de un circo y acaba edificando su futuro en torno a ese mundo al principio grotesco, inestable y lleno de excentricidad para él. Lo que le permite al muchacho labrarse un espacio entre esa gente son sus conocimientos de veterinaria, asociados a la necesidad del dueño de encontrar a alguien que se encargue de los animales. Pero hay un detalle más que, como suele ocurrir, hace la gran diferencia. La esposa del presentador del circo. La estrella del espectáculo. La mujer que nadie osaría siquiera mirar. Y no sólo por temor a ser despedido, sino porque detrás del carisma que muestra ante el público e incluso ante los integrantes del elenco, el patrocinador del circo es un sujeto despótico, violento, y con poder de mando sobre un puñado de rudos matones. Para los ojos hay mucho en este filme. Actores reconocibles, y con “historia fuera de la pantalla”, como Reese Whiterspoon (Legalmente rubia), Robert Pattinson (Crepúsculo), o Christopher Waltz (ganador del Oscar 2011 por Bastardos sin gloria). También hay bellos animales para apreciar en pantalla gigante, una gran fotografía del tren y los vagones donde viaja la compañía circense, buenos paisajes, y una lograda reconstrucción de escenografías de esa época que aún guardaba reminiscencias del Lejano Oeste en su arquitectura. En síntesis, un espectáculo para pasar el rato, con emoción incluida en el menú, al acompañar hasta el final y completarla a la historia que el anciano nonagenario está narrando a su único y muy motivado testigo.
Thor: a la hora del destierro Otro comic de la editora Marvel (creadora de los éxitos de El Hombre Araña, Hulk, X-Men) que llega a la pantalla grande, y otra muestra de que el cine se fue poniendo a tono con la propuesta visual nacida de la ilustración, para reproducir con efectos visuales lo que los dibujantes de hace más de medio siglo sacaron de sus cabezas para ponerlo en el papel seriado. Las aventuras del personaje de historieta Thor están asociadas en parte a la mitología escandinava y a la especulación científica. Por eso, en la pantalla puede verse una especie de saga poblada por divinidades, en la que el dramatismo lo pone la rivalidad entre hermanos por suceder al padre en el trono, mientras un reino enemigo acecha para una posible conquista. Además, el espectador se encuentra frente a nociones como “vida extraterrestre”, “ciencia” y “secreto de Estado”. La variante en este caso, como sucedía por ejemplo en Superman, es que el “planeta lejano” y “secundario”, es la Tierra, donde algunos estudiosos que intentan desentrañar enigmas relativos al universo, recibirán la inesperada oportunidad de interactuar con esos otros mundos. Ello como consecuencia de un “accidente”: el destierro de Thor hacia el hábitat humano, lugar donde sorpresivamente descubrirá que puede ver las cosas de su existencia de un modo nuevo, a tiempo para sacar un fruto positivo de la confluencia de las dos civilizaciones. La película es en general entretenida, con varias secuencias de acción y humor, y además lleva un plus para los fanáticos de diversas áreas. Los cinéfilos se encontrarán, por ejemplo, con un director como Kenneth Branagh (británico, especialista en Shakespeare) moderando los conflictos existenciales de los personajes. También con algunos logros dentro del mundo de los efectos especiales, en la composición de formas, texturas o colores. Los cultores de la “fantaciencia” y el comic verán cobrar “vida” a ídolos largamente acariciados en el papel, así como también podrán disfrutar de representaciones muy imaginadas de otras realidades.
A sus plantas rendido un lobo Tiene suspenso, terror, romance y fantasía, como algunos de sus condimentos genéricos principales. También reúne algunos buenos aditamentos técnicos: una lograda fotografía de paisajes boscosos y montañosos nevados, una buena banda sonora de efectos, y un diseño escenográfico donde se aprecia el ingenio puesto para edificar un pueblo medieval con maderas, hierro y pieles, que ayude a crear la atmósfera de soledad primitiva a la que están expuestos los personajes que hacen de víctimas del hombre lobo. La chica de la capa roja intenta contar una vieja historia de una manera original. Hay una bella jovencita ante la cual el enorme y feroz animal que está asesinando a los aldeanos, ha mostrado un lado vulnerable. Hay un secreto enterrado que el espectador y la protagonista tienen que develar, además de tener que detener la horda de ataques a los que están siendo sometidos tantos inocentes. Mientras tanto, Valerie (así se llama ella) tiene que debatirse entre el mandato de una madre que le arregló el casamiento pensando sólo en el bienestar económico, y el deseo de consagrar el sentimiento que la une a un muchacho de su misma condición social. Aunque no tiene un final fácilmente previsible, aunque produce auténticos espasmos de emoción, aunque los actores son buenos, este filme tiene algo de artificial que le impide ser todavía mejor. Quizá se deba a la calidad o al uso que se dio a los efectos especiales, o tal vez al modo en que se emplean algunos simbolismos que aparecen como vaciados de contenido (el caso de la capa roja sobre la nieve inmaculada es el más flagrante), o tal vez la permanente sensación de que se asiste a un espectáculo que no se define entre ser cine o ser teatro. Pero es probable que a mucho público ese tipo de detalles no le hagan “ruido”, y sean capaces de disfrutar La chica de la capa roja de una manera totalmente distinta. Afortunados, ellos.
Sin moldes ni códigos “No tiene madre”, decían antes cuando alguien se manejaba por el mundo como lo hace el policía madrileño José Luis Torrente. Y es que decir que Torrente se sale de los códigos de la ley española es poco. ¡Ese hombre se sale de todos los ?códigos! Y sus películas otro tanto. Inclusive se salen de los moldes de la comedia, porque hacen reír pero con métodos que no a cualquiera le resultarán graciosos. En algunos casos, abollando los moldes del comportamiento social. Torrente ya no tiene nada que perder. Como agente del orden, le va cada vez peor; como hombre, está en la ruina; como ciudadano, ni hablar. Una síntesis de todo aquello pareciera estar en la escena ?en que, después de salirse de la cola por un vale de comida, para no arruinar su imagen frente a un conocido, se sirve de un tacho de desperdicios la comida que arrojaron desde un restaurante. Ni siquiera tiene corazón para compartirlo con un puñado de niños hambrientos. Pero una vez más aflora el humor corrosivo (también se decía así antes): los chicos son los que sacan ?corriendo del basural a ese policía bravucón que, con los dedos manchados de salsa, se ha convertido en una caricatura. La película es así, combina esas situaciones casi “intimistas”, donde el humor y el cinismo se dan la mano de manera extraña, con secuencias de gran despliegue visual, como fiestas de la alta sociedad, persecuciones en vehículos (con choques y explosiones técnicamente admirables). Pero la cosa se complica verdaderamente para Torrente cuando acepta un encargo desleal, con tan mala suerte que va a parar a la cárcel por intentar cumplirlo. Torrente toca fondo en esta cuarta entrega (sólo se proyecta en 3D) de la serie de películas diri-?gidas, escritas y protagonizadas por Santiago Segura, que en la taquilla va justamente ?en la dirección contraria, para arriba, sobre todo en España, y que han logrado convertir ?al personaje en todo un objeto de culto de las nuevas generaciones. Baste para comprobarlo, ?verificar las presencias en el filme de varios famosos que no han querido perderse la oportunidad de pasar un buen momento: desde David Bisbal, que interpreta dos canciones de la banda sonora (la última, con video incluido en los títulos finales), hasta los futbolistas argentinos Sergio “Kun” Agüero y Gonzalo “Pipita” ?Higuaín, incluidos dentro de la historia.
Ritmo, color y alegría para descubrir el amor Una historia que provoca identificación, adornada con ritmo, colores, y una manada de personajes imperdibles, hace de la película de animación Río una muy buena propuesta para el público atento a las novedades del cine de animación proveniente de Hollywood. La trama es sencilla. Un papagayo azul es encontrado por un estudioso en un rincón nevado de EE.UU. (adonde fue vendido ilegalmente). Tras convencer a su ingenua dueña de la necesidad de reunir al animalillo con la única hembra viva de la especie, el trío viaja al corazón del “salvaje” Brasil y se reúne con una auténtica fauna de personajes, que incluye a humanos malvados, una cacatúa mafiosa, monos ladrones, un tucán con mucha calle, y varias especies más, que conforman la galería de simpáticos personajes secundarios. La sal de la cuestión, en definitiva, la termina poniendo la relación entre esas dos raras aves que deben enamorarse pese a que son el agua y el aceite. El filme es dirigido por Carlos Saldanha, un brasileño que triunfa en Hollywood (dirigió previamente La era del hielo y Robots , entre otras), que pidió la oportunidad de situar una historia en su ciudad natal y que en parte recibió la luz verde –dicen– porque esa metrópoli se prepara para recibir un campeonato mundial de fútbol y unas olimpiadas y los negocios atraen a los negocios, bla, bla, blah... Aquel verde tomó Saldanha para empezar a pintar un cuento que en varios momentos es un canto a la naturaleza y al pueblo de donde es originario. Por ejemplo, la película abre con un número musical magnífico, y a lo largo de sus 94 minutos de duración, alcanza varios picos de inspiración: la escena de la riña entre pájaros y monos, la de la carrera en motocicleta por las callejuelas de las favelas, la del ratito romántico de las aves trepadas a un tranvía del Corcovado, la de la persecución dentro del Sambódromo, la del aterrizaje forzoso en la playa… no alcanzan los dedos de la mano para contar los aciertos de los guionistas, de los animados y de los musicalizadores (por citar a los más obvios) de este largometraje. Río es una muestra más de los altos estándares que maneja la industria de animación norteamericana, líder en este rubro como en tantos otros, aunque con vecinos cada día más fuertes, como ese Brasil al que se le rinde un indudable reconocimiento simbólico a través de este producto.
Convivencia leal Un hombre ya entrado en la madurez vive con su madre en un departamento de la ciudad de Roma. El dinero no les alcanza y él dice no tener tiempo para trabajar porque está todo el día cuidando a la anciana. En la víspera de un feriado, recibe la visita del administrador del consorcio donde vive, quien, en lugar de apremiarlo, le ofrece un intercambio de favores. Le dejará a su propia madre en custodia durante dos días, para poder reunirse con su esposa e hijos en un paraje vacacional. En recompensa, le dispensará algunos privilegios, como perdonarle viejas deudas o facilitarle las llaves del ascensor, que sólo está habilitado para quienes pagan un extra por el servicio. Pese a su paciencia de oro, el sobresalto de tener que albergar a dos viejecillas y no a una, abuso edulcorado con una contribución dineraria suplementaria por el administrador, obliga al soltero a convocar a un amigo médico, quien a cambio de la consulta le deja también a su progenitora a pasar la noche, puesto que la enfermera que la cuidaba renunció, y él tiene que cubrir una guardia en el hospital. Hasta aquí, muchas de las cartas de la película Un feriado particular ya están sobre la mesa. Filme para armar Hay que contemplar y “armar” la película desde el propio punto de vista, buscando descifrar a cada uno de los personajes y la situación que los reúne, en la cual varios de ellos pondrán en juego su capacidad resiliente, y harán de esa convivencia casi forzada una oportunidad para superar dificultades individuales circunstanciales o tal vez más trascendentes... Sin embargo, uno de los mensajes implícitos en el cuento puede ser el del valor de la conducta gregaria, y acerca de algunos beneficios que se desprenden de la figura social de “comunidad”, para acceder a la cual se conceden algunas libertades y derechos a cambio de otros, imprescindibles para la evolución de cada ser humano en particular. Película de corta duración (75 minutos), de carácter apacible y amable, con algunas pinceladas de humor, donde los personajes y los acontecimientos son “mostrados” sin explicarlos demasiado.
Una realidad aparte Dentro de los grandes estudios suelen utilizarse frases cortas para dar una idea acerca de adónde apunta el contenido de las películas que se están elaborando. A ésta la describían como “Alicia en el País de las Maravillas con armas de fuego” y esta frase sirve para empezar a desgranar un largometraje bastante bizarro para el público común, pero accesible y que provocará reacciones apasionadas (a favor o no) entre los cultores de estos productos. ¿Por qué bizarra? Hay algo demasiado alternativo en este cuento donde conviven chicas con problemas mentales, samurais, nazis, robots, dragones, pistoleros, prostitutas y bailarinas, entre otras. ¡Es curioso que el director hace que todo encaje, como si manejara una plastilina mágica capaz de unir la variedad de elementos! No se trata de temas tan ajenos unos y otros, ya que todos suelen ser considerados “subgéneros”, y constituyen la materia prima de mucho cine clase B y Z: fantasía, animé, videoclip, ciencia ficción, bélico, suspenso, infantil, erótico, terror, policial. El director que hace que funcione el combo se llama Zack Snyder (300), que con legiones menores de seguidores también supo conquistar éxitos en filmes como El amanecer de los muertos, Watchmen o Ga’Hoole, inspirándose en novelas gráficas, libros infantiles o filmes de culto. Sucker punch: mundo surreal divide aguas. Algunos se enamorarán de su deslumbrante diseño visual; a otros les parecerá un sancocho de efectos especiales (siempre queda un margen para la indiferencia, por supuesto). Lo difícilmente discutible es que se trata de un filme diferente, hecho con dedicación y pasión. Como también parece difícil poner en duda que Zack Snyder es un cineasta a respetar, porque desafía y explora el lenguaje cinematográfico adocenado, aun desde Hollywood. Snyder será el comandante de la próxima Superman, y eso dentro de la lógica del espectáculo norteamericano, es graduarse con honores.
Infierno bajo el agua Película muy recomendable pero, eso sí, no apta para personas impresionables, por la presencia de numerosas situaciones de claustrofobia y asfixia. Advertencia a tener muy en cuenta antes de ver Sanctum , que da vida a sensaciones tales como el miedo, la angustia, o la ansiedad, y en el que también encuentran un resquicio el asombro y la admiración. En los 101 minutos de duración de este largometraje anidan muchas emociones de elevada autenticidad (subrayadas por el 3D), del tipo de las que el público rastrea en productos de géneros como el terror, la acción, e incluso dramáticos. En este caso, el formato es novedoso, y eso le agrega un atractivo extra a la propuesta. Asombro y admiración es lo que puede suscitar en cualquier común mortal, por ejemplo, el descubrimiento de los sitios que visitan los exploradores de cuevas subacuáticas que protagonizan Sanctum . Son paisajes poco difundidos en imágenes: cavernas sumergidas, grandes como catedrales y más todavía. Hoyos sin medida, con vestigios de luz azul o verde, entre otras maravillas naturales. Algunos de los protagonistas son científicos. Otros, filántropos. Otros, simples aventureros. En el filme, están situados en algún lugar de Nueva Guinea, recorriendo el más grande sistema de cavidades de la Tierra, tratando de diseñar un mapa que abra las puertas para futuras expediciones. Están advertidos acerca de la presencia de una tormenta en la región, que los obligará a abandonar temporariamente las grutas. Pero el fenómeno se adelanta a los pronósticos, y llega convertido en huracán. Bloquea la entrada principal a las cuevas y comienza a inundarlas por completo, y los excursionistas se ven obligados a buscar una salida alternativa avanzando por sitios inexplorados, con una cantidad limitada de oxígeno en sus tubos de supervivencia. Si acompañar a los buzos por el laberinto de roca y agua ya es comprometedor para el público, la tensión se agiganta al verificar los vínculos afectivos que unen a los protagonistas. Esos sujetos vestidos como astronautas submarinos son también padre e hijo, amigos, una pareja dispuesta a casarse… Y las situaciones límite que enfrentan los llevan a experimentar la más variada clase de reacciones, convirtiendo a las grutas en el escenario de una sabia y cruel demostración acerca de los límites del ser humano, y su pobre autoridad frente a los designios de la naturaleza.
Marciano vete a casa Un ataque extraterrestre a escala global. Una gran ciudad de Estados Unidos, último bastión para soñar con una salvación, por la vía del coraje de sus habitantes y militares. La fórmula es repetitiva, pero funciona, en la medida en que la historia sea contada con habilidad. Y así ocurre con Invasión del mundo. Batalla: Los Ángeles. Esta megaproducción combina con destreza elementos del cine de ciencia ficción, catástrofe, bélico, de acción, suspenso, terror y hasta dramático. En este sentido, pueden notarse varias líneas argumentales, dentro de un paquete que, de los 116 minutos que dura el largometraje, sólo le suelta la garganta al espectador para que respire durante menos de un cuarto de hora. Toda la paleta de efectos visuales y sonoros que vienen manejando los filmes de guerra y ciencia ficción desde hace unos años a esta parte, están puestos, y bien puestos, en el filme que protagonizan Aaron Eckhart, Bridget Moynahan y Michelle Rodríguez como figuras más conocidas. Eckhart es el sargento marine Nantz, un tipo con mala reputación en las FF.AA., a punto de retirarse del servicio. Se murmura alrededor de él, por ser el único sobreviviente de una misión en la que murieron todos sus hombres. El plan de Nantz se ve alterado cuando una lluvia de meteoritos se convierte en un ataque exterminador de fuerzas extraterrestres. Lo citan de emergencia y queda como segundo al mando en un pelotón con misión humanitaria: rescatar a un grupo de civiles aislados tras las líneas enemigas. Durante la incursión Nantz se reencuentra con sus fantasmas: prueba casi tan dura como sobrevivir a los aliens desparramados por las calles de Los Ángeles. El filme combina elegantemente escenas monumentales con otras, más abundantes, en las que todo se reduce a una escala más pequeña, y donde aparecen la sensación de asfixia y de zozobra vividas por los personajes. Los recursos fílmicos empleados son las cámaras al hombro, los primerísimos planos (se ven sólo los rostros y parte de los hombros) y un montaje más frenético, junto a una paleta sonora propicia. El guión ayuda, porque está repleto de situaciones imprevistas, que hacen que la atención avance cuando parecía que iba a trabarse, se mantenga alerta cuando iba a adormilarse, o se entretenga con detalles cuando parecía que ya no había que esperar otra cosa.