El músico es autor de más de 500 bandas sonoras emblemáticas del cine. Su música consiguió introducirse de lleno en el Interior de cada uno de los espectadores conmoviendo con un sonido tan original como personal. Además, supo destacarse por su enorme versatilidad. Creó entre otras, la música para el spaghetti western de Sergio Leone y ese silbido característico en “El bueno, el malo y el feo” que se sigue identificando aún hoy, con solo escuchar sus primeras notas, como el sonido de pistoleros a caballo. Compuso también una maravillosa pieza de gran elegancia para el género gánster, convocado por Brian de Palma, en “Los intocables de Elliot Ness”. Así como lo hizo en la obra maestra “Cinema Paradiso” de su amigo Tornatore, donde las imágenes se aferran a cada nota musical, inseparables las una de las otras, convirtiendo a la melodía en protagonista principal del film.
David emprende un viaje de reencuentro hacia la ciudad de Eldorado al noroeste de la provincia de Misiones en busca de su amigo Ramiro. Encontrarlo no será una proeza sencilla, una vez allí, deberá explorar ese territorio que si bien no parece haber cambiado demasiado, algunos lugares que permanecían en su mente ya no están o han sido transformados. Entre selvas, quebradas, montes y serranías se cruzará con otras personas que intentarán colaborar con su búsqueda.
Hugo (Sergio Prina) es un mecánico de pueblo que vive humildemente en la casa de su hermana Marcela (Eugenia Guerty). Por las mañanas es su sobrino Enzo (Benjamín Otero), quién lo despierta para ir a trabajar. Se levanta como puede toma el desayuno con algunas tostadas sin gusto y arranca el día, con bastante desgano. Su sueño es juntar dinero y partir de allí su tierra natal, en busca de un futuro que le otorgue prosperidad económica y social, hacia la gran ciudad.
Desde hace ya varios años se produce en la ciudad de Rosario un extraño fenómeno que pareciera no tener explicación. Los perros sin ningún motivo aparente se arrojan al vacío, desde los 10 metros de altura que posee la explanada del Parque España, encontrando así una muerte casi segura. En éste sentido, el director parte de este hecho real para narrar la historia de Ariel (Luis Machín). Un hombre que abandonó Rosario, lugar que lo vio crecer, luego de un desengaño amoroso. Ahora, instalado en España y en pareja, produce un programa transmedia desde Madrid enfocado en la vida animal, en el cual por medio de las redes sociales facilitan la interacción con el público haciéndolos partícipes.
La cámara de Hartmann se introduce en la intimidad del Colegio Nacional de Buenos Aires, una Institución de educación secundaria que posee una gran reputación e historia dentro del país, para retratar la vida cotidiana del lugar. Establecimiento, donde de manera ininterrumpida, fueron formados en sus aulas generaciones de jóvenes caracterizados por su espíritu inconformista y fuertemente politizado.
Zhenia (Alec Utgoff) es un inmigrante ucraniano recién llegado a Polonia que trabaja como masajista a domicilio, dentro de un barrio privado. Allí, las casas son idénticas, muy blancas, elegantes y de jardines perfectamente arreglados. Asimismo, sus habitantes también instan en parecerse, todos de un gran poder adquisitivo y viviendo sus aburridas vidas en pareja y en familia, pero también en soledad. Es que casi no se relacionan, ni entre ellos ni con los vecinos, salvo por algún amorío clandestino.
Germán (Gerardo Otero) es un escritor que anda por la vida soportando una realidad que siente absurda, la cual destroza sus propias previsiones y en donde nada tiene razón de ser. Por ende cualquier cosa puede ocurrir. Sus días, se mezclan entre el alcohol y las drogas, como un refugio ante la insoportable existencia que le supone cargar con una infancia tenebrosa, un pasado cercano en donde se vio inmerso en la militancia política y un presente en el que claramente no encaja.
Crítica de “Dos tiempos” Un documental de Pablo Francischelli El jueves 18 de agosto se presenta en el cine Gaumont el documental “Dos tiempos”, el tercer largometraje del director argentino -brasileño Pablo Francischelli. Un viaje de reencuentro entre el reconocido guitarrista argentino Lucio Yanel y su talentoso discípulo Yamandu Costa. Los artistas subidos a una motorhome transitan la ruta que separa el sur de Brasil con el norte argentino. Entre mates y algunas paradas de descanso, que siempre son el pretexto ideal para tomar la guitarra y hacerla brillar, conversan sobre la fama, el fracaso, el destino y la fe, haciendo de este documental una road movie, tan interesante como encantadora. De esta manera, maestro y alumno inician una travesía a la inversa de aquel viaje realizado hace 35 años atrás por el músico correntino Yanel. Ocasión que lo convirtió en el gran motivador del brasileño Costa, quién a partir de allí se dedicó a desarrollar su innato talento con la guitarra, transformándose en uno de los grandes exponentes de la música en su país y en referente mundial por su amplia creatividad y su técnica absolutamente perfecta. La excusa de este recorrido rutero es la presentación de ambos en el festival Nacional del Chamamé, en Corrientes. Mientras realizan el trayecto surgen historias del pasado, el inicio de su relación y la evocación de otros personajes, amigos y músicos que fueron importantes en el camino musical de Yanel. Una muestra sincera y cabal de cómo se difuminan las fronteras a través del arte de la música, al mismo tiempo que las distintas culturas se encuentran para fusionarse. En definitiva, un fascinante film que ensambla el arte visual propuesto por las escenas documentales y el arte musical, donde la estructura narrativa se desarrolla mediante la compañía intima de una cámara, que sigue los pasos de los protagonistas por los diversos lugares, como ensayos y encuentros entre amigos. Sin la necesidad de una voz en off que guíe el relato, ya que la película fluye, entre bellas imágenes y maravillosas melodías, que regalan el director desde su dispositivo de vídeo, como Yanel y Yamandu desde sus guitarras.
La desaparición de una mujer, en las colinas cubiertas por la nieve en una comunidad agrícola en el sur de Francia, será el inicio de este misterioso relato. Mediante un desarrollo no lineal, que proporciona saltos en tiempo y espacio, se irán liberando pequeñas dosis de información, suministrada por la división de cinco capítulos, que expondrán la perspectiva de cada individuo involucrado en el eje central de la historia.
La película está protagonizada por Liam Neeson, esta vez sin trompadas ni disparos, y Micheál Richardson, quienes interpretan a un padre e hijo que deben lidiar con la muerte repentina de su esposa y madre. En este sentido, es curioso mencionar que en la vida real los actores sufrieron una tragedia similar, cuando la esposa de Neeson y madre de Richardson, Natasha Richardson murió en un accidente de esquí en 2009.