La idea detrás de "Bepo" es original. Inspirada en el texto de Hugo Nario sobre este personaje, Marcelo Gálvez adapta y dirige una cinta donde la libertad y los espacios abiertos, están en el centro de la escena. Sin dudas, utilizar la figura de "los crotos" para hablar sobre las ideas anarquistas y los ideales de libertad que en los 20' y 30' fueron debate en la sociedad argentina era una propuesta interesante. Esta es una curiosa (me encantó esta definición de un colega) "rail movie", película de viajes, recorridos y pequeñas historias, donde los personajes pasan gran cantidad de tiempo reflexionando sobre sus intereses e inquietudes, cerca de las vías de un tren. Este conector de la historia, va enlazando distintos recorridos en la Provincia de Buenos Aires. Bepo (Edgardo Desimone) va desplazandose por escenarios verdes, cielos límpidos y transmitiendo sus ideas acerca de la importancia de respetar el deseo y desafiar, en cierta manera, el orden social. "Hay dos formas de vivirla bien, o quedarse a juntar los desperdicios que caen, o caminándola", se escucha en los primeros minutos. Toda una declaración de lo que sucederá a lo largo de esta trama sencilla, planteada como una especie de homenaje a la obra literaria. Bepo vive sus días yendo y viniendo de un lugar a otro, y sosteniendo sus ideales, en tiempos donde vivirlos, representaba estar enfrentado abiertamente con la ley. La película está dividida por frases del libro original, que van delieando una trama, con poca tensión, más allá de su intención didáctica y filosófica. El problema con "Bepo" es que su universo es demasiado reducido, y al estar toda la acción instalada en paisajes rurales, las acciones pierden fuerza y el conflicto dramático parece no desplegarse con intensidad. Donde sí el film se luce es en la creación y el trabajo de la atmósfera donde habitan los personajes. Estás en el campo. Y lo sentís. En cuanto al trabajo del actor que lleva el peso de la trama, es apenas correcto, siendo los secundarios, meros oradores de ideas más que polos de atracción y reacción. En resumen, "Bepo" es una película curiosa, de exploración, sobre una corriente de ideas que tuvo su auge hace mucho tiempo y que se presenta a través de sus personajes. No alcanza para consolidarse como una propuesta sólida (creo que tiene que ver con la construcción dialógica de la trama, donde nada es demasiado conflictivo), pero ofrece una prolija adaptación de las ideas de Nario, lo cual no deja de ser una cuestión a tener en cuenta.
En 1903, en Entre Ríos, Argentina, más precisamente en las márgentes del río Uruguay, una empresa inglesa instalaba una de las fábricas de carne en conserva de mayor reconocimiento mundial, la "Liebig Extract of Meat Company". Ese establecimiento impulsó el desarrollo de una ciudad entera que crecía bajo el ritmo de sus negocios. Liebig, el pueblo, se fue convirtiendo en una ciudad con todo. La compañía, en su momento de auge, proveyó al lugar de todo el confort posible, dado que empleaba a 3000 empleados en su trayecto más exitoso. Toda una comunidad vivenció el ascenso del confort de vida de Liebig hasta que, como en muchos otros lugares de Argentina, el ocaso del negocio y la caída de la rentabilidad hizo que los dueños se fueran del lugar, dejando sumido a los entrerrianos de la zona en un pueblo desconcertado y dolido. Esto es lo que presenta el documental de Cristian Ercolano donde se explica en detalle, como el cierre del complejo fabril en 1980 provocó una herida tremenda en el corazón de este pueblo. Sin estridencias, el documentalista se apoya en la potencia del conflicto para delinear, con pocos recursos, (y sin la didáctica y efectiva voz en off), la historia de un pueblo que no puede reconvertirse, luego de los años de gloria vividos. Hay entrevistas y mucho material en fotos que explican con claridad, lo ocurrido, dentro de un tono convencional pero efectivo. Ercolano promueve con su mirada la reflexión y elige buenos planos de la ciudad y la fábrica para ponerle entidad al retrato. Las ciudades también pueden sufrir, dentro de su corpus comunitario. Eso queda claro aquí y es por el oficio de un cineasta que realiza un correcto y sólido documento sobre ese recorrido. Propositiva e interesante
Regresa Jim Jaramush. Creo que eso debería bastar para convocar a la cinefilia indie local a las salas sin dudar. La cosa es más o menos así: Paterson (Adam Drive) vive en la aburrida ciudad de Paterson (sí, así nomás). Es un colectivero regular de una línea urbana, se despierta solito, sin apelar a ninguna alarma (muestra de su autocontrol y responsabilidad) y vive con su mujer, Laura (Golshfteh Farahani), una exstencia en apariencia simple. Hasta ahí, nada debería sorprendernos. Pero... El hombre es un artista silencioso. Escribe poesía. Y al parecer es muy buena. Aunque la cuestión es lateral, en apariencia, pronto descubriremos que esa inquietud que parece hasta trivial, es el real motor de su vida. Lo que percibe y cómo transforma lo que es conocimiento cotidiano, en una visión prodigiosa. Todo lo que Paterson experimenta ofrece una perspectiva diferente, a la luz de su serena sagacidad. El film plantea de manera muy clara que todos podemos vivir una vida feliz, si prestamos atención a las pequeñas cosas y las valoramos en su justa dimensión. Hace poco charlaba con un especialista de neurociencias, y él repetía esta cuestión de cómo nuestro cerebro está entrenado para problematizar y quedarse con las sensaciones negativas y riesgosas, legado de aquel instinto primitivo de supervivencia con la que se forjó nuestra especie humana. Este profesional me decía que el hombre tiene más pensamientos negativos que positivos a lo largo del día y que ese hecho, contaminaba su desarrollo personal hasta encarcelarlo, si no se dominaba la mente con esfuerzo. Ustedes dirán... "y eso que tiene que ver con Paterson"? Mucho. El personaje de Adam Driver es un tipo sensible pero que tiene un gran poder para el goce de las pequeñas cosas. Es un protagónico revolucionario desde el punto de vista que no parece tener una vida exitosa, en términos de esta sociedad, pero lo es, en cuanto valora cada instante de su recorrido en este mundo. Todo lo que es de día a día puede tener su belleza única. Si estás preparado para apreciarla en toda su totalidad. Jaramush nos invita a compartir una semana con este hombre y conocerlo en profundidad. Su relación de pareja, los instantes de luz que vive conduciendo el colectivo cada mañana, la cerveza tomada en el bar cada noche. Y su amor por la poesía. Paterson anda con una libretita de aquí para allá donde registra todas sus vivencias y reflexiona sobre su impacto. Este seguidor de William Carlos WIlliams (el gran poeta) deslumbrará con segmentos sencillos, austeros, pero extremadamente bellos. En si, Jaramush propone un film pequeño, dulce, muy tierno, sobre cómo la forma en que encaremos el mundo nos definirá el resultado que obtendremos. La didáctica del cineasta afirma, en esta pseudo tesis fílmica, que lo importante toma lugar todo el tiempo en nuestras vidas y debemos estar atento a lo que sucede, siempre. La magia de la vida está hasta en los actos cotidianos mas trillados, y en su exploración y valoración, encontramos la originalidad de cada momento, único e irrepetible. Grandes interpretaciones, modestos rubros técnicos (me hubiese gustado una OST más colorida), y un film con el sello de un gran artista. Para los fans, es de visión obligada. Pero más aún para el espectador curioso que quiere adentrarse en una cinta distinta y silenciosamente potente. Muy recomendada.
El director de "La peli de Batato", Goyo Anchou, vuelve al ruedo. Pero esta vez, elige transitar caminos alejados del cine mainstream y comercial, y vestirse de fajina para presentar un cine de "guerrilla": es decir, de bajo presupuesto y gran carga ideológica. Es difícil clasificar a "Heterophobia" para el público tradicional. Si bien contiene un relato que la vertebra (Mariano, un jóven gay que es violado y luego rechazado por un amigo hetero), lo cierto es que su fuerte, es la cantidad de texturas y planteos orales que presenta en en su recorrido. No es una cinta particularmente larga (61 minutos), pero sí que demanda mucha energía del espectador para sostenerla en forma íntegra. Esto sucede porque más allá del recorrido narrativo de la cinta, en sí , donde Mariano va tomando conciencia de su conflicto, para establecer su sexualidad en forma efectiva dentro del mundo en que vive, lo más intenso se da en el andamiaje estridente y visual que Anchou propone como visión para ese proceso. "Heterophobia", es, claramente, un ejercicio experimental. Posee un ruido propio, potente y discordante, donde muchas texturas y capas se va superponiendo, en búsqueda de impactar y conmover al espectador. Hay elecciones discutibles (a mi no me gustó el relato que explica el derrotero, por ejemplo, hubiese dejado todo para que el espectador arme su percepción), una gran cantidad de recursos puestos y trucos visuales que Anchou elige para apelar a nuestros sentidos, y una trama discreta, barrida por el caleidoscopio que domina el espíritu de la cinta. Creo que "Heterophobia" es un emergente auténtico de un indie local que busca expandirse y buscar no sólo su público, sino dejar en claro que hacer cine es una cuestión de actitud. Conocemos las dificultades con las que tuvo que lidiar Anchou para producir esta película y debemos reconocer su espíritu emprendedor y su habilidad como cineasta para lograr, con pocos medios, una obra controversial y transgresora.
La educación siempre es tema de debate. En cualquier sociedad, la cuestión sobre cómo mejorar la escuela es una cuestión de discusión permanente. Y cuando apelamos a lo que todos conocemos por esa institución, sensaciones mezcladas se producen: sabemos que ahí hay aprendizajes cruciales para la formación ciudadana y la inserción social, pero somos conscientes de que ese espacio, está en una crisis profunda. Es ahí, cuando uno comienza a preguntarse si no habrá gente que combate esa parálisis que parece regir la educación (piensen en cuánto tiempo ha pasado y el formato tradicional sigue funcionando sin pausa), y es ahí cuando empiezan a aparecer las experiencias innovadoras. Es decir, las escuelas que transgreden. Que impulsan cambios y experimentan y promueven nuevas experiencias en relación a los aprendizajes. Eso es lo que sucede en "Escuela Vida". Un documental de Silvina Estévez que se va a la playa, pero no precisamente en el verano y sólo a pasarla bien. El lugar, San Clemente del Tuyú. Una pequeña ciudad balnearia que cobija una experiencia docente muy interesante de aproximación al arte, que funciona en el medio de un bosque, al lado del mar. Viento, espuma y arena. Y mucho más. Un escenario bárbaro. Inspirador. Una comunidad que aprende a través de su relación con las artes. Integrada. Potente. En ese contexto esta escuela secundaria es un gran hallazgo. Se respeta la formalidad que pide la enseñanza oficial pero se propone un proyecto artístico que integra a la comunidad educativa en su conjunto. La concepción Wagneriana del arte en su máxima expresión. "Escuela Vida" observa y registra el paso de los chicos por esta increíble experiencia educativa, a lo largo de las cuatro estaciones. Indaga sin palabras en esa original manera de construir el conocimiento, lejos de las modalidades tradicionales, y documenta cuál es la filosofía que impregna este hecho educativo. Contra lo que mucha gente cree, que los adolescentes se interesan por pocas cosas en la escuela secundaria actual, "Escuela Vida" sorprende con sus imágenes y segmentos dialógicos. No todo es como se cree. Esa abulia que se vive en muchos establecimientos educativos, no existe aquí. En esta institución, los chicos participan en forma activa de la vida escolar y la disfrutan. Estévez estructura una muestra analítica, coherente y profunda. Está donde debe estar y hace gala de una gran percepción para avanzar con lo que es importante retratar. "Escuela Vida" ofrece entonces, ser documento de análisis para pensar que los nuevos modos de organización escolar, deberían multiplicarse en todos los escenarios posibles.
Siempre es bueno para la industria que quienes han sido galanes de primera línea, enfrenten su madurez, a través de sólidos papeles no centrados en las comedias románticas, sino en películas más interesantes, independientes y dirigidas por cineastas con enfoques distintos, originales. No sucede siempre. Es más, habitualmente quienes dominan pocos registros, cuando se produce el eclipse de su pico de belleza física (por una cuestión natural), pierden fuerza como intérpretes y salen de las primeras ligas. Hay que agradecerle entonces a Joseph Cedar que le haya propuesto el protagónico de una de sus realizaciones a Richard Gere. El israelí viene haciendo un tremenda carrera (desde "Time of Favor" hasta "Footnote", que ganara en Cannes por su guión), y en esta oportundidad aborda dos escenarios familiares para él: la vida en una Nueva York moderna y convulsionada, llena de gente buscando oportunidades, y el mundo judío en dicha ciudad, rico desde el análisis político y cultural que emana en esa presencia. "Norman: The Moderate Rise and Tragic Fall of a New York Fixer" es la historia del hombre del título (Gere), un buscavidas elegante (aunque siempre esté vestido de la misma manera), quien transita por la ciudad tratando de generar influencia y vivir obteniendo favores y dádivas a partir de la generación o promoción de diversos emprendimientos. Claro, el tema es que Norman, sabemos con prontitud, no es quien aparenta ser. O sí. Ese es el nudo de la interpretación de Gere. Es un seductor fantástico, un hombre que cree en lo que hace, aunque lo que vincula no sea real. Su paso errático por el complejo mundo de los negocios enternece y molesta, en iguales proporciones. A nadie le gustan los estafadores. Bueno, Norman parece serlo, aunque en el fondo no lo sea. Es una idea compleja de explicar. Pero cuando vean "Norman", se darán cuenta a qué me refiero. La cuestión es que dentro de las estategias que hace este hombre para ganar favores, en un momento más de su vida, le regala a un político israelí encumbrado (pero aún no tanto), un par de zapatos. Ese obsequio, tres años más tarde, será la puerta de entrada a un universo más complejo (ese hombre se vuelve Primer Ministro de su país), donde las cuestiones se amplifican y la trama de favores se vuelve densa y sinuosa. Norman pasa entonces, por haber sido amable en un momento determinado, a ser miembro de una pequeña corte con poder político y económico, para la cual claramente no está preparado. Y por supuesto, eso no será gratis. Habrá negocios poco claros, temas familiares agudos y la siempre inquietud sobre el futuro de Norman, cuando las cartas estén sobre la mesa y se sepa quién es en realidad. A eso se suma una conspiración política con acoso periodístico y... No debo anticipar más. Richard Gere debe tener este rol dentro de los tres mejores de su carrera. Seguro. Su Norman es un tipo querible e incómodo a todas luces. Hay en su interpretación muchos buenos matices que impulsan el ritmo de la cinta, y despejan las ocasiones falencias del guión. Además, Cedar lo rodeó de una auténtica selección de talentosos secundarios, todos a la altura de la circunstancia, proveyendo perfiles intensos y potentes en la trama (Lior Ashkenazi, Michael Sheen, Steve Buscemi y Charlotte Gainsbourg, nada menos). Este drama está bien construído y filmado (Cedar fotografía con muchísimo oficio a la Gran Manzana), y sólo debo criticarle que el guión a veces se pasa de vueltas para llegar a la idea central que quiere transmitir. Esta no es una cinta donde la red de pequeños conflictos sea el centro de interés, no. Lo atractivo pasa por lo que encarna el rol de Gere, por eso siento, de cierta forma, que el guión sobrecarga algunos tramos de la narración, de manera innecesaria. Pero claro, Gere en escena disimula esos excesos. Muy interesante "Norman", sin dudas. Y un director que consolida su ascenso, Joseph Cedar, ¿qué más se puede pedir?
"American Made" (Barry Seal, sólo en América): y para quien trabaja el piloto? Y Tom siempre está regresando. Buscando propuestas más arriesgadas que los films de acción clásicos a los que nos tiene acostumbrados. Esta vez bajo la dirección de Doug Liman, un director que ha tenido sus altibajos pero cuenta con gran experiencia en el medio (y ha trabajado con Cruise, de hecho), se le anima a una biografía, no demasiado controversial, pero si muy jugosa para entender como funcionaban las conexiones entre la droga y la política entre Estados Unidos y algunos países en aquellos lejanos 70's y 80's. "American made" es una cinta donde se explica, de modo bastante didáctico, como los amigos del gran país del norte, se encargaban de influir en los gobiernos de América Central y en Norte de América del Sur. Eran años donde la guerra fría estaba en su apogeo y cualquier excusa para actuar "preventivamente" era válida, en términos políticos. Aquí la trama nos muestra a Barry Seal (Tom Cruise), un piloto de TWA que tiene una vida rutinaria, sin demasiadas complicaciones. Tiene familia, vive al día pero parece satisfecho con su trabajo. Sin embargo, un día un tal Monty "Schafer" (Domhnall Gleeson), agente de la CIA, se acercará a hacerle una interesante proposición. Saben que él es un piloto audaz y puede hacer el trabajo sucio que la agencia necesita: fotos sobre una región donde a los gringos no se los quiere demasiado. A partir de ahí, Barry comenzará su derrotero conociendo gente más bien pesada, dentro de los cuales anotamos al trío famoso que lideraba el legendario "Cartel de Medellín", quienes rápidamente vieron en el americano una gran oportunidad de negocios. Basicamente la idea era que Seal fuera y viniera llevando mercancía (droga) a Estados Unidos, claro que sin dejar de trabajar para el Gobierno, haciendo las distintas tareas que se le pedían. Algunas muy raras. Verán elementos de historia moderna con material de archivo (el tema de los Contras, la situación con el Caribe, etc) y compartirán las aventuras de Barry, mientras su casa se va llenando de dólares de una manera que no se puede explicar con palabras. Para eso están las imágenes. Todo eso, hasta que las condiciones cambien y haya que buscar chivos emisarios para la cuestión política. Cruise hace lo que siempre hace, en el mismo registro que ya le conocemos. El resto del elenco no aporta casi ninguna sorpresa y el guión es previsible y no demasiado divertido. Bucea a mitad de camino entre volverse extremo y solamente procurar divertir, o profundizar los conflictos de intereses, que creo es lo que más me interesaba como espectador a la hora de ingresar a sala. "American made" es otra biopic del viejo Tom, sin demasiado vuelo ni aristas destacables. Es correcta y su narración es llamativamente veloz, lo cual obliga al espectador a estar atento, más si no conoce el cuadro de situación político en esos tiempos. Esperaba más. Creo que el hecho de quedarse a mitad de camino le resta direccionamiento a la propuesta. Puede que te guste pero... Dependerá que tan fanático de Tom Cruise seas!
Loving Vincent": retratando el final de un artista. "Loving Vincent" es una de esas películas muy difíciles de evaluar. Es una gema, por las características de su realización. Más de cinco años (en algunos sitios de internet, los productores hablan de un trabajo total de casi una década desde la idea original), para generar las pinturas animadas que homenajean al gran Vincent Van Gogh. Atención que cada fotograma aquí es un cuadro que fue pintado a mano sobre óleo y al que luego se le ha dado movimiento. Para ser exacto, 125 animadores pintaron a mano los cuadros en óleo y tuvieron que crear 65000 frames sobre 120 trabajos originales del soberbio artista plástico. Pero hay más. Esto que a simple vista parece sólo un evento para una galería de arte, o una instalación sobre la leyenda, es un film, en cierta manera, de intriga y misterio. No sólo las imágenes hablan sobre la obra del genial pintor, sino que además tenemos un nexo que las une. Un cartero que en los instantes finales de la vida de Van Gogh, tiene que llevar una carta que podría resolver el enigma de su muerte, uno de los temas más controversiales sobre el genial artista. Dorota Kobiela y Hugh Welchman han hecho una cinta... increíble. Esta asociación entre Polonia y Reino Unido ha funcionado en un aspecto. Pero debo decirles que tengo una sensación ambivalente a la hora del análisis. Me abruma la calidad de la fotografía y la animación. Y me encanta como están al servicio de una historia, y no sólo se detienen a ser sólo instantáneas de la vida de Van Gogh. La propuesta me parece muy original. Sin embargo, lo que no siento que funcione en forma efectiva, es la cuestión de esa trama de búsqueda. Con voces de actores de segunda línea y un guión que sí tiene falencias (se apoya demasiado en los escenarios y eso le quita dinamismo a la propuesta), "Loving Vincent" ofrece algún lado flaco, una vez pasada la fascinación inicial. Como hecho estético, me parece una fantástica realización. Su atractivo temático, en el buceo por las razones que llevaron a la muerte de Van Gogh, no tanto. Más allá de eso, es una experiencia muy interesante verla en cine. Para el debate. Y para su proyección en museos, también.
Nuevamente un estreno documental de la gente de DOCA, como siempre siendo la voz de aquellos que necesitan difusión de sus luchas a lo largo del país. En esta oportunidad desembarcan los realizadores con otro proceso de investigación, haciendo su aporte para que se conozca a fondo la realidad de este problema (grave) en Bahía Blanca. El puerto comercial de Ingeniero White ha sido históricamente un espacio de mucha actividad y conflicto. Hay en la ciudad, por tradición, mucha inmigración que se ha establecido en la constitución de su población originaria y eso les ha dado una impronta distinta a otras localidades con respecto a la defensa del trabajo. Hay compromiso y lucha por lo que ellos sostienen como necesario y justo frente a la acción de las empresas que operan en la zona. La historia aquí en "El futuro llegó" es la de una ciudad donde las promesas de progreso no fueron acompañadas por los hechos. Una trama donde se esconden intereses económico de peso, campañas de ocultamiento y falta de control sobre las empresas que operan en el puerto, que han transgredido las normas legales tanto en la protección de los empleados de sus emprendimientos como en el cuidado del medio ambiente. Fernando Krichmar, Alejandra Guzzo y Omar Neri son los responsables del núcleo de Cine Insurgente que han ido al sur a seguir esta lucha. Con un trabajo de cámara de Ignacio Guggiari en cada lugar donde se han detenido. Este equipo ha recorrido Bahía Blanca, estableciendo vínculo con los habitantes y trabajadores del lugar. Registraron testimonios valiosos, comprometidos, junto a historias tristes de hombres que dejaron la vida, por hacer su trabajo bajo condiciones laborales que no estuvieron a la altura de los riesgos de la tarea. Hoy en día, en esa ciudad que se respiraba trabajo, y donde florecían los proyectos, sólo hay dolor y tristeza. Falta empleo y los conflictos se multiplican. Son la segunda ciudad con más desopcupación en Argentina. Realmente "El futuro llegó" destila una carga controversial importante sobre los principios que podrían leerse como "de progreso" desde lo formal. Hay presentes bastantes elementos para el análisis y seguramente entre quienes eligen esta cinta para ver, debe haber una inquietud que será satisfecha sobre un abordaje comprometido sobre la cuestión. El colectivo hace lo suyo como siempre, documenta y genera debate, buscando llamar la atención del espectador, como siempre, sobre una realidad que debe ser conocida. Los aspectos técnicos son los habituales en este tipo de trabajos, y sólo podemos agregar que este tipo de cine, también debe tener lugar en salas siendo un medio importante para acceder a distintas problemáticas sociales que impactan en sectores de la sociedad que muchas veces desconocemos.
En general no soy fan de Marvel ni apoyo incondicionalmente los lanzamientos de la compañía a nivel cinematográfico. Hay algunas de sus entregas que me han gustado, otras no tanto. De hecho, tanto "Dr Strange" como la última de SpiderMan, no fueron platos suculentos para mi gusto. Así que con un poco de reserva, me acerqué a ver cómo funcionaba la cuestión con la tercera aventura de Thor, el héroe de Asgard que corporiza Chris Hemsworth y que no goza ciertamente de la popularidad de sus compañeros en Avengers. Por suerte, esta vez el registro de la propuesta (liviano, accesible y muy divertido), me pareció interesante y relajado, juguetón y lleno de notas positivas. Desde la dirección del neceolandés Taiki Waititi, puede verse que el universo Marvel tiene que desarrollar un lenguaje fílmico propio, lejos del espíritu de los cómics en que se inspira la historia original. En esta oportunidad, Thor deberá enfrentar la destrucción posible de su reino, Asgard, a través de una profecía que habla del regreso de su hermana, Hela (Cate Blanchett). Por cierto, un secreto bien guardado por Odín -Anthony Hopkins. La cuestión es que la debilidad de este último (en sus últimos momentos del plano físico), va abriendo paso a la llegada de un personaje que pondrá nuevas reglas de juego en ese espacio con relativa rapidez. Hela, desde ya, es una sanguinaria diosa que regresa a su patria enfurecida por el tiempo confinada al exilio. Quiere venganza y ansía poderes ilimitados para expandir su dominación. Thor y su hermano Loki (Tom Hiddleston en un rol que cada vez le cae mejor ) intentarán detenerla, mientras tratan de salir de un planeta bastante raro en el que llegaron por error, regido por el Gran Maestro (Jeff Goldblum ), donde lo que prima son las competencias al estilo romano de exterminio entre gladiadores. Ya sabrán mirando el trailer que ahí, Thor se reencontrará con un "amigo de la oficina", el gigante verde Hulk (Mark Ruffalo), de quien no se puede esperar demasiada estrategia para salir de allí. A este elenco se le sumará una Valquiria de armas tomar, (Tessa Thompson), quien a través de interactuar con el Dios del Rayo encontrará su camino de vuelta a su origen. No busquen ni buceen en la profundidad de la historia (más bien todo parece una gran excusa para la diversión) ni tampoco esperen una película con climas oscuros y dinámicos como otras de la misma factoría. Hay bastante movimiento pero hace foco en dos o tres grandes escenarios y nada más. Pero es bueno reconocer que más allá de eso, Waititi hace un gran debut en las ligas mayores. Impulsa un tratamiento simpático en la caracterización de los roles más importantes y logra salir bien parado de un guión que no es muy consistente. La cinta tiene cameos locos, mucho humor en segmento cortos y físicos, una divertida mirada sobre la naturaleza de los superhéroes (siempre presente) y hasta se permite explorar la relación familiar entre hermanos de manera amena y efectiva. En síntesis, una propuesta sólida, cuidada (muy bien la OST) y correctamente actuada. No hay que mirarla con ojos de crítico de arte, sino analizar su llegada como pieza de entretenimiento masivo. Y ahí, les puedo garantizar que funciona muy bien. Para los que creían que no se podían ver films de este Thor que tuvieran todos los condimentos para ser una gran película, he aquí que la tercera es la vencida. Muy recomendable.