Mucho se ha hablado desde los medios de comunicación, desde la sociología, y desde el arte mismo, sobre la paranoia de las masas. Partiendo de una premisa interesante, Parabellum apunta a ser un ejercicio sobre aquella paranoia que muchas veces no tiene raciocinio lógico. No hay demasiado para desarrollar. Estando en su oficina, Hernán, un hombre de existencia gris, escucha por la radio sobre un frenesí que lleva a saqueos en la Ciudad de Córdoba. Acto seguido, sin demasiadas explicaciones y sin que el ambiente tampoco parezca apocalíptico, el hombre ingresa a una suerte de campo de entrenamiento militar en la zona del Tigre. Lo que sigue es la observación de ese entrenamiento, en donde todos, alumnos y profesores, se comportan de un modo extraño, absurdo. El realizador Lukas Valenta Rinner toma decisiones arriesgadas. La información es retaceada, nunca se nos aclara qué es lo que sucede, cuál es la amenaza; básicamente por qué todos actúan de ese modo, o a qué hay que temerle. Solamente se aprecian unos ruidos de golpes o impactos externos. Es el instinto básico que se despierta, pareciera no importar por qué, ¿será realmente tan grave? La paranoia puede hacernos llegar a extremos sin sentido, no lo sabemos. Si bien esta incertidumbre hace que el espectador tenga que rellenar los espacios vacíos con lo que uno cree que puede suceder, hay una idea precisa en Parabellum; no importa si el peligro es real o no, importa las consecuencias que la sensación de peligro inminente nos puede acarrear. Valenta Rinner opta por jugar su propuesta en los bordes del thriller, pero adentrando en un grotesco, a veces no del todo nivelado. Nuevamente, se busca demostrar a dónde se puede llegar en base a la instalación del miedo externo. Los personajes tienen conductas grotescas, irracionales, cercanas a la sátira. Posiblemente, el lugar al que el director pretendía arribar sea este último; pero el tono elegido es demasiado árido, serio, seco. Allí radica lo escabroso en la propuesta que se nos entrega, el juego de tonos escogido. Pese a su escasa duración, en varios tramos no consigue mantener el interés, lo que conlleva que su claro mensaje o ironía sobre la persecución, termine perdiéndose. No hay una clara evolución de los personajes, ni desarrollos con características marcadas. Lo que se cuenta ocupa menos de la primera media hora, y luego solo queda observar lo ya establecido, profundizar sobre el delirio al que lleva la paranoia (con un logrado y contundente mensaje) hasta arribar a una conclusión algo apurada. Técnicamente correcta; se nota cierto ascetismo desde la paleta de colores y una fotografía pálida y casi monocromática, en conjunto con el ritmo de lo sucedido, enfatizando el espíritu y el ánimo de la situación y los personajes. La búsqueda permanente pareciera ser opacar cualquier intento de pensamiento diferente dentro del campo entre los personajes, algo que en la práctica es utilizado. El conjunto interpretativo se resiente en tonos exagerados, quizás necesarios, impuestos desde el guión. Hay ideas claras en Parabellum, se entiende a dónde desea arribar, y estemos de acuerdo con sus conceptos. Pero el camino que transita para llegar a ellos no es del todo logrado. Se entiende la falta de recursos y que estamos ante una propuesta modesta (la cual transitó un camino de dos años hasta logra su estreno comercial). Pero en comparación con otros productos en iguales condiciones, no se nota un tono definido, un impulso hacia el espectador para mantenerlo atento hasta el final. Sobre el balance, prevalece lo positivo de una propuesta contundente, llamativa, de un tratamiento diferente y mantener la propuesta con las mismas ideas durante todo el trayecto. De nobles intenciones, Parabellum quizás sirva para descubrir a un realizador con interesantes inquietudes, al que no puede negársele la garra para tratar con una premisa arriesgada y dstinta, con cierta congruencia para la narración estética, y que en próximos proyectos probablemente redondee un producto prolijo y atrayente, las ideas están.
Cada tanto hay en nuestro país algún estreno latinoamericano que arriba, dentro del marco de las coproducciones en la que Argentina es parte. Esto no sucede muchas veces, pero por suerte, en estos días tenemos la suerte de ver "Magallanes", ganadora de Huelva y con largo recorrido festivalero durante 2015. Una película inesperada para nuestra cartelera pero sumamente valiosa. Pensaba, al terminar su proyección, que el pasaje de la obra literaria (de uno de los grandes escritores del Perú, Alonso Cueto) debe ser uno de los más logrados en mucho tiempo dentro del territorio sudamericano. Una fiel adaptación que potencia las aristas de thriller de "de memoria" que tanto conmueve a los espectadores de la región (y abre las puertas de los mercados internacionales) y que se transforma en una de las grandes sorpresas de esta semana para ver en el Gaumont de Congreso. Dirigida por un debutante, Salvador del Carril, "Magallanes" es el relato de un militar conflictuado (que da título al film), represor y herramienta política del gobierno en aquellos años donde el combate contra Sendero Luminoso recrudecía en las calles, que intenta reparar un hecho del pasado, ayudando a una mujer que fue atacada sexualmente en su antigua unidad. La tarea no es sencilla, porque hay otros oficiales como él que tienen una perspectiva distinta, y recordar, no es algo bien visto en una sociedad que no parece haber sanado sus heridas. Esas cicatrices se avivan ante el menor roce. Es más, esa búsqueda de redención (por así decirlo) del personaje central jugado por Damián Alcázar abre una brecha donde nada es previsible y el tránsito por esa peligrosa cornisa se vuelve más angosto a medida que se avanza en la búsqueda de venganza con quienes abusaban de su poder en esos nefastos días. Para destacar, las actuaciones de Magaly Solier y Christian Meier contribuyen a crear una atmósfera densa, dolorosa y palpable desde cualquier lugar. "Magallanes" es una poderosa sorpresa para nuestro cine latinoamericano. Aporta identidad, pero por sobre todo, construye memoria y de la mejor manera, con un producto honesto que se disfruta de principio a fin.
Películas de animación independientes, tema que ya hemos desarrollado en nuestro seguimiento del cine familiar en este espacio, "Norm from the North" trabaja en la misma dirección que los últimos productos "alternativos" que la industria trae para renovar la escena. Lejos de los maravillosos productos de las mainstreams históricas y más cerca de una propuesta modesta, a todo nivel, "Norm y los invencibles" intenta hacerse fuerte desde la proclama ecológica y ambientalista tan en boga en estos días. Porque convengamos, está bueno que nuestros chicos reciban influencia positiva a través del cine sobre la protección del ambiente, pero la cuestión es preguntarse cuál es el contexto donde eso se produce. Y aquí, hay que decir que "Norm..." ofrece un pobre guión, con pocos personajes interesantes, que sólo de a ratos logran entretener al público con algún gag físico. Los diálogos son alarmantemente básicos y cuando pienso en una audiencia potencial digo... ¿no hubiese sido preferible reveer el conflicto principal en pos de una trama distinta? ¿Por qué pensar que los chicos se divierten con tan poco? ¿Es factible una sobre simplificación tan esquemática de un conflicto potencialmente serio? Tenemos un oso polar bailarín, que para defender su territorio, viaja a la gran Ciudad (¿Donde más que Nueva York?) con la tarea de detener una posible migración de humanos que desbalancee su ambiente natural. La idea es sabotear un negocio de venta de tierras y desalentar que el polo se destruya por esa razón. Y para eso, Norm, el protagonista, sólo tiene su escaso ingenio y un trío de amigos léminos, (junto a un pájaro que tiene algunos problemitas de incontinencia) que lo acompañarán en la noble tarea. El aspecto técnico tampoco ayuda. impresiona ver las formas angulares, texturas sin demasiado trabajo y colores en exceso brillantes. Nada pulcro ni con el estándar básico esperable. ¿Los chicos se ríen? Sí, en alguna escena, pero porque celebran el estar en sala, no porque algo de lo que ven los movilice. Y para el adulto estar ahí no es sencillo. Discreta y sólo para tener en cuenta si ya vieron "Zootopia" varias veces y quieren llevar los peques a ver algo nuevo.
Esta bueno que el cine argentino se fortalezca en intercambios con la Madre Patria. "Cien años de perdón", es un proyecto integrado por productores de primer nivel de Argentina y España (desde Vaca y Morena Films, K&S , Telefónica, Fox International y una larga lista que incluye cadenas de Francia) que muestra un respetable producto a la altura de los mejores thrillers de estafa y robos que cada tanto trae Hollywood. "Cien años de perdón" cuenta la historia de un grupo de delincuentes que se lanza a robar un banco en la ciudad de Valencia. El grupo que lleva adelante el golpe, está liderado por el uruguayo ( Rodrigo De La Serna), el ibérico Luis Tosar y dos argentinos en su line up principal (Joaquin Furriel demasiado mimetizado con su rol previo en "El patrón" para nuestro gusto y Luciano Cáceres). Lo que comienza como un asalto donde lo primordial es el dinero y las joyas, se complica cuando no todo es lo que parece y el real objetivo del golpe aflora. Al parecer, no todos los miembros de la banda saben que hay una caja en particular que es el objetivo encubierto de la operación. En dicho compartimiento se protegen documentos de un político que, de conocerse harían caer un gobierno... Para peor, la primera via de escape, por un túnel subterráneo, se hace inaccesible (llueve a morir) y las cosas se complican, como todo film de este tipo. Negociaciones, luchas internas entre los asaltantes, violencia con los rehenes, intereses políticos y negociaciones por fuera de la ley... todo el combo. Bien hecho, intenso y ejecutado con precisión. El intenso LuisTosar (uno de los líderes del grupo, por experiencia) y De La Serna encabezan la tarea y hacen lo suyo con sobrada naturalidad. Acompañan grandes promesas del cine argentino y multipremiados en España como Raúl Arevalo y José Coronado, integrando un cast potente, carismático y que logra construir tensión con efectividad. Probablemente hayas visto películas similares a esta en el circuito mainstream americano, pero los estándares de producción de "Cien años de perdón" están a la altura de las mejores. Si bien su resolución no es de las más logradas, nadie puede negar que la historia está correctamente narrada y ostenta una atmósfera intensa de principio a fin. Recomendable.
Había leído mucho de la ópera prima de László Nemes, "El hijo de Saúl", luego de haberse alzado con varios premios importantes en Cannes (recientemente ganó el Golden Globe como mejor película extranjera además). Se la destacaba como controversial, potente y disruptiva. De hecho, muchos periodistas sostenían que esta es una obra particular, no sólo por la áspera temática (la vida en el más famoso campo de exterminio nazi) sino por la manera en que seguíamos al personaje principal en su principal cometido (lograr un entierro digno para un niño). Sonaba mucho, en esos textos a los que accedí, esto de la "manipulación" del espectador. Digamos, una estrategia conciente del realizador para "forzar" a seguir la trayectoria visual desde un estado de conciencia único, que es la perspectiva de Saúl para narrar su recorrido. Nemes es muy hábil para transmitir lo que quiere: rodó en 35 mm y eludió el digital. Se propuso utilizar 4:3 para contar su historia y eso repercute en la pantalla, la sentís cuadrada y no podés ver los costados, donde (te anticipo) encontrarás mucho de lo que aparece en los libros sobre el exterminio, con la clara intención de que no te dejes llevar por el horror todo el tiempo... La gran candidata a ganar el Oscar este domingo (ya sabés que Hungría está expectante con este tema), cuenta la historia de un judío de esa nacionalidad Saúl, que trabaja en Auschwitz. Su labor, es inaceptable para nuestra concepción moderna (es imposible imaginartela, realmente): lleva y trae prisioneros a la cámara de gas y luego despeja el espacio físico de lo que allí queda (se ocupa del desplazamiento de cadáveres. Saúl (una sobrecogedora actuación de Géza Röhrig) un día dará con el cuerpo de un niño en esa fosa común, y se convencerá de que ese es su hijo, razón por la cual, hará todo lo que esté a su alcance para darle un entierro digno, según los rituales de su pueblo. Nemes ofrece una cinta que conmueve y estremece. Si algo tengo para decir, es que no es de las cintas que elegís para ver cuando salís con tu novia o estás con el ánimo bajo. La fuerza del relato erosiona la emocionalidad del espectador y va produciendo una sensación de angustia en el pecho, (para quienes se apropien de la historia) inquetante. Hay demasiada muerte, demasiada tortura y dolor, en esta cinta, para recomendarla abiertamente. Sí, debemos decir que con todo lo que ya dijimos, es un film que nos vuelve atrás en el pasado a reconocer el horror del nazismo y darle una justa dimensión. Aquí hay mucho perturbador para exhibir y si bien Nemes ya plantea ciertas restricciones para explorar el campo visual, lo cierto es que en ese recorte, potencia otras, que también genera su onda expansiva dentro del concierto que estamos presenciando... Muy cruda, sólidamente filmada y con un elenco ajustado y solvente. Una película que hay que ver, siempre que estés con el ánimo dispuesto a viajar a un pasado muy doloroso del que poco se habla ya...
Nicoás Grosso es un joven cineasta que ya ha tenido un impacto importante en festivales locales cuando su película "La carrera del animal" ganó la Competencia Argentina en 2011 en BAFICI. En esta oportunidad, llega a salas "Camino de campaña", también presentada en distintos festivales (Mar del Plata), buscando consolidar el perfil de Grosso como realizador y guionista. La historia que presenta es la de un regreso, sin gloria... Agustín regresa a su pueblo luego de haber pasado muchos años alejado y las circunstancias no son las mejores: está acusado de haber matado a sus padres y espera el juicio que demuestre su culpabilidad o inocencia. En el pueblo, todos parecen saber, lo que cual hace que su regreso y tránsito por ese lugar sea potente y expectante: ¿Cuántas cosas no se dicen pero se actúan en un pueblo chico?¿Por qué el lugar de la palabra es tan lejano e inaccesible en determinadas zonas de nuestro país? Estas simples preguntas orientan el análisis de este camino, un retorno donde Agustín (Ritano) no estará solo, ya que una mujer también reservada (Valeria Blanc) comenzará a tallar en sus sentimientos, llevando la angustia y tristeza a niveles incómodos para el espectador no entrenado en este tipo de ritmos. Como todo producto hecho con módicos recursos, Grosso se apoya en los paisajes y silencios para enmarcar su historia. Ofrece una generosa mirada a la construcción de los vínculos dentro de ese marco pueblerino, lleno de códigos propios y desplazamientos cansinos. Hay extrañeza, dolor contenido, pasión y búsqueda de redención. Cuando charlamos con el director (a quien entrevistamos en nota aparte), el decía que había una conexión con su film anterior ("La carrera..."), en términos de que "Camino de campaña" también bucea sobre la desafección al núcleo familiar y el pasaje por estos espacios de tanta tensión contenida. Aquí, se percibe la capacidad y riguriosidad profesional de Grosso para llevar adelante su idea con pocos recursos materiales, explotando al máximo los escenarios naturales y las condiciones de su elenco. "Camino de campaña" parece esos desvíos que uno en vacaciones toma, estando en el interior, y encuentra universos que no tienen nada que ver con el propio, siendo que lo citadino y lo rural hacen fuerte contraste. Si estás dispuesto a conocer un cineasta diferente, tenés que adentrarte en la sierra Cordobesa a vivir la historia que Agustín te cuenta. Su estructura narrativa está lejos del cine comercial convencional (siempre lo repetimos porque después los espectadores mainstream se enojan cuando siguen nuestras recomendaciones), pero hay que reconocerle claridad en lo que cuenta y nobles armas para sostener la trama a lo largo de su extensión. Creo que a pesar de que aparece poco en las salidas del fin de semana, el cine nacional pugna por ocupar un espacio en la cartelera que el público rehúsa darle. "Camino de campaña" es otra oportunidad más de acortar esa brecha a través de una experiencia cinematográfica diferente.
Lo primero que debo decir es que me cae bien Zac Efron. Creo que es un pibe con talento. De hecho, más allá de que su carrera cinematográfica no registre muchos hitos (no reconocerle que estuvo bien en "The Paperboy" y "Parkland", sería injusto), sabemos que además de ser un gran intérprete, es un actor con condiciones. Lo cual no quiere decir que elija bien sus proyectos. Lo siento, emparentado (de alguna retorcida manera) a Chloë Grace Moretz, otra gran actriz que viene errando feo en sus decisiones a la hora de elegir guiones. Son jóvenes muy talentosos, pero no vienen (siento yo, es absolutamente personal) acertando con sus elecciones de personajes. Pero esperen...¿Está bueno actuar junto a Robert De Niro? ¡Por supuesto! ¿Y por que fallaría algo así entonces? Sencillo...la cuestión es ver que estamos buscando... ¿Una comedia grosera y pasatista sobre el sexo en la primera juventud y su contracara en la madurez final? No me suena bien, ha habido una veta en la industria con esto, y jugosa. Ya saben, parece que cuando en el título está la palabra "grandpa", los números dan mejor (de hecho, "Bad Grandpa" de la gente de Jackass recaudó 10 veces lo que costó su producción, superando 100 millones de dólares en el box office), al menos en los Estados Unidos. El negocio funciona a dos puntas. Para los jóvenes tenemos a Zac Efron (en un lugar cálido, así se saca mucho la camisa) y por el otro, si hay algún valiente de más de 40 en la sala, tenemos a una leyenda en escena, De Niro. Un poco de música, escenas escatológicas para que los sub-30 se rían con ganas (aunque sólo sean groseras) y muchos cuerpos bonitos. Esa es la estrategia de fondo en "Dirty Grandpa": superficialmente parece que hay una especie de moraleja subyacente pero, todo, es una gran excusa para subir alto los parlantes y emular a MTV verano, mientras nos sigue sorprendiendo como el gran Robert alterna películas muy buenas y cintas fallidas como ésta, aún a su edad.Dan Mazer es el responsable de "Mi abuelo es un peligro" y con pocos antecedentes (alguno potable como haber producido "Borat" y dirigir la interesante "I give it a year") se lanzó a idear la amalgama que una los extermos Efron y De Niro, con poca suerte en pantalla. La historia es bastante sencilla, Jason (Efron) es un abogado exitoso de unos veintipico de años. Situación ecónomica confortable (y un poco más también), novia rubia y con pretenciones, familia un poco disfuncional. Dick (Dr Niro), un hombre de más de 70 años, retirado, que acaba de perder a su esposa. ¿Qué los une? Un pedido. El abuelo con firmeza solicita al padre de su nieto (David, jugado por el deslucido Dermot Mulroney), que lo traslade por auto, a su casa en Boca Raton. Es como día y medio o dos de viaje del punto de partida y a nadie (excepto a Dick) le parece buena idea. Pero como es su abuelo, y encima ahora viudo, Jason acepta ser su chofer y llevarlo donde él quiere. Claro, se imaginarán que la pose formal de Dick se termina a poco de encontrarse para salir, él quiere buscar mujeres, fue fiel muchos años (arriba de 40) y alega que su mujer en su lecho de difunta le pidió "que se divierta". Así es la cosa y ámbos parten para la casa que tiene el abuelo, en auto, en un camino que desviará rápidamente hacia las ciudades costeras, que parecen estar en el "Springbreak" americano (esa época donde se los universitarios tienen una semana libre por vacaciones de primavera).Allí, Jason y Dick conocerán a dos mujeres dispuestas a complicarles un poco la vida: Shadia (Zoey Deutch) y Lenore (una Aubrey Plaza cada día más voraz) quienes junto a Bradley, su amigo gay (Jeffrey Bowyer-Chapman) están tratando de pasarla bien en este receso. Al joven abogado se le queman rápido los papeles: está por casarse pero descubre que todo este movimiento con este nuevo grupo lo lleva a una crisis que le costará resolver: seguir siendo parte del "modelo" impuesto por su padre o liberarse y hacer... otra cosa. "Mi abuelo es un peligro" se transforma entonces en una explosiva reunión de chicas en bikinis, tragos y lenguaje vulgar que busca potenciar el humor de la contradicción natural entre los dos extremos de la vida: el que es joven y con futuro y quien ya no tiene mucho hilo en el carretel y pretende disfrutar aquello que no tuvo en muchos años. Si bien de a ratos hay un intento de ponerse serios y darle curso a la problemática, abuelo-nieto, con notas emotivas, lo cierto es que la velocidad de la historia (apoyada en su superficialidad) se lleva por delante esas ideas. Fiestas, DJs, alcohol, más bikinis, autos caros, transgresión, lucha de egos masculinos en la playa, con eso es suficiente. "Dirty grandpa" es el tipo de película que uno ve cuando no tiene ganas de pensar y sólo quiere reirse un rato, de la manera más liviana posible. Pero he ahí el problema: que el humor que propone, a pesar de lo ruidoso que parezca, solo es confusión llevada al extremo. No hay aquí, ni una buena historia, ni actuaciones aceptables, ni sensación de "me estoy divirtiendo". Tal vez si cuando van a sala están muy pero muy predispuestos, es probable que rescaten algo divertido de lo que vieron, como anécdota para sus amigos, pero seguro, que no mucho más que eso, no será. Mejor tener a este abuelito lejos de nuestra vista (y si lo tuyo es Zac Efron, poné un disco suyo y disfrutalo tranquilo, no te arrepentirás).
Y va llegando el día en que empezamos a pensar que todo lo bueno en animación, no es exclusivo de Dreamworks y Pixar. Esta vez los aplausos son para Walt Disney Animation Studios, con Byron Howard, Rich Moore y Jared Bush (grosos de verdad, gente que hizo desde "Tangled" hasta "Big Hero 6") subiendo la apuesta y logrando un hecho casi inédito en la industria: hacer una "buddy cop movie" dentro de las convenciones de una película familiar. Un mix que defino como "dual", por así decirlo...¿Por qué decimos que "Zootopia" es una cinta de género dual? Porque no sólo plantea el escenario habitual de historia de superación y progreso sino que va más allá y directamente se anima a instalar una trama de suspenso, policial (en este caso, jugado en pareja), dentro de un universo inesperado para la propuesta. Zootopia es la cumbre de la evolución para los animales... A ver, este mundo donde nos instalan sorprende porque justamente estos seres tienen una vida igual a la de los humanos de hoy en día. ¡Darwin estaría feliz en este territorio ! Allí conoceremos a nuestra protagonista: Judy (Ginnifer Goodwin) conejita inquieta y con grandes sueños. A pesar de que sus padres son granjeros, ella su aspiración es servir a la ley como policía. La mayor parte de los que componen esa fuerza con animales de gran peso y ferocidad, pero ella está decidida a cumplir su destino y a pesar de la resistencia inicial de su familia, logra entrar en la academia, graduarse con altas calificaciones y lograr el pase para trabajar como agente en la ciudad central de este universo: justamente Zootopia. La ciudad de la pacífica convivencia...Si bien todo luce tranquilo y apacible, lo cierto es que es una ciudad donde hay problemas. De hecho, hay un tema con animales desaparecidos. Judy quiere tomar el caso pero sus superiores no la dejan, basada en su inexperiencia, tamaño y presunta habilidad. Ella termina haciendo multas de tránsito y accidentalmente da con un par de estafadores de poca monta, entre los que descubre a Nick (Jason Bateman), un zorro muy astuto con el confronta primero pero que será central, cuando la trama avance, para enfrentar la tarea que se viene...Porque Judy, logra apoyo de la alcaldía para abordar el caso y tendrá solo 48 horas para resolver el misterio de las desapariciones. Deberá trabajar rápido si quiere ser detective calificada. Es así que ella y Nick se transformarán en compañeros (no anticiparemos cómo), tratando de seguir la pista que de con el paradero de los animales perdidos. "Zootopia" tiene aristas particulares y únicas. La construcción de su universo es fantástica. El latente conflicto entre los depredadores y sus presas está bien caracterizado, la magia de los detalles de la ciudad (los logos que tienen los dispositivos electrónicos son geniales) es absorbente y posee todas las convenciones de la "buddy cop movie", en la cual cada uno complementa la habilidad del otro y potencia el motor de la investigación. Sin dejar de destacar que el proceso que los protagonistas realizan para develar lo sucedido, es metódico y lógico. Te sentís de a ratos intrigado como en un policial clásico. No sólo los rubros técnicos son excelentes, además, sino que la película atrapa a grandes y chicos por igual. Como nota destacada, tenemos además a Shakira haciendo un pequeño pero importante rol y haciendo el tema principal de la película. Humor físico para los más chiquitos, mucha ternura (estos animalitos son adorables) y a la par de esos atributos, un policial de investigación, para felicidad de los más grandes. ¿Se puede pedir algo más? Yo creo que no. De lo mejor del año en animación. Y recién estamos en febrero. Es una muy buena noticia.
Muchas veces me encuentro con gente que al pasar, me pide, implora porque le recomiende una comedia para reirse mucho. Siempre sucede que me detengo a pensar en ese instante, que fue lo último que me hizo pasarla muy bien y mi cabeza entra a buscar y buscar en los títulos cercanos a mi memoria y... Me quedo sin decirles nada. Porque sencillamente (y esto es cien por ciento honesto), la mayor parte de las comedias son, en este tiempo, anodinas, descoloridas y poco originales. He aquí un notición. Tenemos en sala una comedia perfecta. Quizás no lo sea tanto (yo creo que es excelente), pero deslumbra porque ya estamos aburridos de la parva de intentos en el género que solo ofrecen un puñado de gags físicos malos y mucha movida escatológica. Basta. Es hora de ver algo que te haga reir. Que apele a lo que te mueve, que movilice y te haga sentir dentro de ese frenesí que destruye lo esperable. Llegó. Se acaba de estrenar en Buenos Aires, "Mi gran noche". Sólo el talento de Alex de la Iglesia es capaz de producir un film tan redondo, hecho con tan poco dinero (y si me dicen que hay muy buenas cintas que se han arreglado con poco presupuesto, les digo: por supuesto, pero NO son comedias). Hollywood necesitaría cuatro guionistas de primer nivel para emular al español. El hombre (nada menos) se anima a maximizar el uso de su presupuesto e instalar toda una movida que homenajea a los viejos shows televisivos españoles de fin de año (en los 70 y 80), donde artistas de gran renombre, cantaban y bailaban junto a un grupo de selectos aplaudidores (comensales) que estaban ahí sólo con la idea de representar el escenario de una cena elegante. "Mi gran noche" es un ensamble coral dinámico y furioso. Un riff de idas y venidas a gran velocidad con diálogos desopilantes y personajes bien delineados, a lo "De La Iglesia", en un solo trazo, pero potentes y funcionales a la trama. Combina lo mejor de su escuela: no perdona a nadie, todos tienen su momento de lucimiento y ensamblan de lo mejor. La historia gira (dijimos) sobre la grabación de un evento en un canal de televisión, en la previa de la noche más importante del año. Símbolo o no de una España en crisis, lo cierto es que el conflicto es cercano y divertido. José (Pepón Nieto) es un hombre común que funciona como el faro de la historia. Llega a reemplazar en el set a un accidentado y descubre que todo allí, es de mentira. Es atemporal. Hay copas, comida de utilería, gente en smoking y muchas luces. Es una fiesta. Extraña, bizarra y delirante. Desde ese sujeto simple, deslumbrado por no sentirse en su elemento (es la primera vez que trabaja como extra), parte De la Iglesia para mostrarnos el lado B del show business. Odios, rencores, envidia, dinero, drogas, alcohol, hay, para todos los gustos. Todo, matizado con cuadros musicales, intrigas policiales y problemas sindicales. Parece caótico (de hecho, en España muchos atacaron al director por ese enfoque) pero no. Creanme que una vez que acepten el universo, la fiesta ataca feroz y la vas a pasar muy bien.Algo más, "Mi gran noche" incluye el regreso al cine de un gigante de la escena. Nada menos que Raphael, varias décadas después de su última participación en una película. Chocará con un rival a su medida, un tal Adanne (Mario Casas en una parodia, suerte de cruce entre Chayanne y David Bisbal) en un par de escenas imperdible. En el medio, un grupo de extras que estrecha demasiados sus vínculos, conductores, artistas, mujeres dispuestas a todo, fuerzas de seguridad, productores corruptos y toda la fauna que se puedan imaginar, condensada en 100 increibles minutos que son disfrutables de principio a fin. ¿Elenco? Los más fieles de este director: Santiago Segura, Carolina Bang, Carlos Areces, Blanca Suárez y siguen las firmas. De primera. Podría contarles más pero... ¿No sería mejor que fueran a sala a comprobar si estoy tan errado? Imperdible. Gran comedia. Gran eh!
Aquellos que buscan una adaptación "seria" del clásico de Jane Austen, buscan en el lugar equivocado. Esta vuelta de tuerca a una joya de la literatura británica está a cargo de un señor (digamos) que ya viene de hacer algo parecido, del otro lado del Atlántico: Seth Grahame-Smith (ha hecho ámbos guiones) con "Abraham Lincoln: vampire hunter"... Imaginen entonces. Y si, quizás esa sea la veta. Sabemos que la industria busca algo fuerte para entroizar como franquicia una vez que sólo tenemos por delante la serie "Divergente" y las películas de Nicholas Sparks para "young adults". Así que en busca de nuevas ideas, se nos invita a ver zombies, en una reversión de una historia romántica que todos conocemos bien (y si no, tienen la premiada "Pride and prejudice" del 2005). Detrás de las cámaras, alguien sin mucho renombre, pero con algo de experiencia, Burr Steers (si bien formó parte de la crew de "Pulp Fiction" sus dos últimos largos tuvieron como protagonista a Zac Efron), quien también metió mano en esta adaptación, con la idea de hacerla liviana, dinámica y bien ganchera. Resultado logrado a medias, y sólo para aquellos valientes dispuestos a adentrarse en esta particular historia de amor...y zombies. Porque no hay que olvidarse que "Pride and prejudice" ofrece una trama sentimental donde un grupo de hermanas son preparadas y exhibidas para casarse y salir de su segmento social. En esa vuelta, los coqueteos con los oficiales de la Corona son el centro de atención del relato. Todo ese marco, está. Quedarse tranquilos (?). Claro, lo nuevo en esta edición son los muertos vivientes, que se insertan en esta época histórica, de manera arbitraria y delirante, pero bien presentada (hay que ser justos con ella). Digamos que Inglaterra florecía en el siglo XIX y tenía mucho comercio con el resto del mundo, en ese intercambio con otros países llevó la peste a las islas. Una enfermedad que no se esperaban y que hizo estragos en su tierra: una raza de cadáveres que buscaban alimentarse de cerebros humanos. Aquí, tenemos un oficial valiente, sanguinario y retraído, el Sr. Darcy (Sam Riley) que llega a la vida de las hermanas Bennet, en una misión rutinaria persiguiendo zombies (el detalle de las moscas es interesante, a tenerlo en cuenta). Ellas son cinco lindas mujeres jóvenes, entrenadas para defenderse de la plaga mutante con destrezas en armas, cuchillos, espadas y lucha cuerpo a cuerpo. La mayor es Elizabeth (Lily James), experta en defensa de las suyas, poseedora de un carácter fuerte, no el perfil adecuado para la época que se presenta. La cuestión es que habrá, entre Darcy y Elizabeth, muchos cortocircuitos, como también con otro caballero que aparecerá en escena, para disputar no sólo la atención de la dama, sino también para rivalizar sobre la estrategia para enfrentar la invasión zombie: aquí parece que hasta Londres puede caer si no se decide un rápido curso de acción. Aspectos técnicos bien, reconstrucción de época, a la altura, secundarios, planos (excepto Matt Smith y Charles Dance, que se lucen en pocas escenas) y algo de acción. No es una película extremadamente sangrienta (no, no es "Hansel y Gretel..."), tiene su gore, pero está subordinado al ritmo de la historia, que es, en definitiva, una historia de heroísmo y amor, más allá del enemigo que esté enfrente. Es un raro mix, de esos que no tienen lugar muchas veces. Sólo por eso, yo recomiendo verla. Hay en ella un pequeño homenaje a una gran autora, en un relato que sigue teniendo vigencia y que se presenta para el público nuevo que no tuvo acceso a él, en un formato que tienta para acercarse. Ese es su mérito y debo decir que no es poco.