Siempre uno se ilusiona con el estreno de un nuevo thriller, de encontrar una historia novedosa, absorbente, potente... Y lo cierto es que no debe ser sencillo producir algo así porque en la práctica, muy pocos productos pueden ostentar ser sólidos y atractivos para la audiencia en cuanto a trama, formato y ritmo. Sin embargo, en muchas oportunidades, actores muy populares traccionan público para sus estrenos. Y la gente concurre a sala, sólo para reencontrarse con ellos. Esto es lo que sucede en "Solace": quién está dispuesto a decirle "no" a una película con Anthony Hopkins y Colin Farrell? Pocos. La cuestión es ver cuanto pueden hacer con un guión como el de "En la mente del asesino". Y no es por responsabilidad del brasileño Afonso Poyart, enteramente. Este cineasta sorprendió a los grandes estudios con "2 Coelhos" (Dos conejos), ópera hit debut en su tierra natal que en 2012 llevó a muchos productores a tener en cuenta a este latinoamericano para lanzarlo en Hollywood prematuramente. Es de perfil innovador, le gusta la velocidad en la narración y juega con algunos recursos originales (que no anticiparemos) para subrayar ideas y conceptos. Hopkins es John, un médico que tiene poderes para-psíquicos de fuste y vive su vida atormentado por la muerte de su joven hija (leucemia) y la disgregación de su matrimonio (su mujer lo abandonó luego de ese hecho). Ha colaborado en un tiempo atrás con la fuerza policíaca para la resolución de crímenes, pero ya no lo sigue haciendo.Al menos, hasta que Joe (Jeffrey Dean Morgan) y Katherine (Abbie Cornish), dos detectives del FBI desconcertados ante un nuevo asesino serial, le piden especialmente que se ocupe de caso. Los asesinatos que ya han tenido lugar y lo que John ve al principio, lo impulsa a aceptar colaborar y seguir la huella de un matador, bastante particular.Ese psico-killer es Charles (Farrell), un jóven hombre con un poder similar al de John para conectarse con eventos pasados y futuros, lo cual haría la trama más interesante a priori. A poco de iniciado el film nos damos cuenta de que ese lazo mental es el corazón de la historia y de él depende el destino del film. La cuestión es que, como en un juego de ajedrez, los dos harán diferentes movimientos para desarmar a su rival, (en este plano ininteligible) dentro de un enfrentamiento que no es ni memorable, ni intenso y que a penas levanta la aguja del amperímetro.Si bien Hopkins actúa en piloto automático, con ese nivel, sigue lejos de lo que el mejor Farrell puede hacer. Al menos, hoy. Quien dice en el futuro, el hombre evolucione. A principios de los 90 yo nunca pensé que Julia Roberts ganaría un Oscar de la Academia... tiempo hay. El duelo "mental" entre ambos personajes es más bien plano y discreto, a no ser por el esfuerzo que hace Poyart en matizar esa confrontación, utilizando cierta cantidad de recursos visuales para subrayar y representar cómo ámbas mentes perciben la conexión sin olvidar regar de sangre las escenas escabrosas de la cinta para retrotraernos a esos policiales bien oscuros de los 90'. ¿Cuál es nuestro balance para "Solace" entonces? Es una cinta discreta, que cobra valor, si te gustan quienes encabezan el reparto. A mi, en lo personal siempre me interesa ver a Hopkins, en cualquier contexto. Desde ese punto de vista, se justificaría pasar por sala. Eso sí, a pesar de los esfuerzos del elenco y su director, "En la mente del asesino" no es un thriller redondo ni garantiza entretenimiento del bueno. Parte de una idea original, pero falla en su desarrollo y su pecado mayor es no conseguir intensidad, a pesar de la gran variedad de recursos que utiliza para ello. Eso sí, no se cuanto más le queda al gran actor de "Silent of the lambs" así que no desperdicien la oportunidad de verlo trabajar, incluso, en propuestas reguares como "Solace".
Para los que no lo saben, "The fifth wave" es el primer episodio de una trilogía escrita por Rick Yancey que fue un éxito global literario hacia 2013. La industria cinematográfica busca en forma constante sagas que puedan reemplazar a aquellas que ya han terminado ("The Hunger Games", sin ir más lejos), dentro de las preferencias de lo que ellos llaman "young adults": adolescentes y jóvenes, principalmente. Lo cierto es que este tipo de films tienen una potencial audiencia enorme y mueven mucho dinero, buscando consolidar una franquicia con todas las letras... No es algo malo ni bueno. Es. Sucede. Así se mueve el mundo, sencillamente. Sony y Columbia Pictures encargaron la tarea de dirigir la adaptación de "La quinta ola" a J Blakeson, (director de la interesante "La desaparición de Alice Creed"), pero serenos porque para el guión contaban con un equipo de lujo (Susannah Grant, Akiva Goldsman y Jeff Pinker, todos famosos por distintas cintas en los últimos años). La tarea era bastante compleja, como siempre en estos casos, dejar contentos a los fans de la obra literaria y equilibrar los elementos para no abrumar al espectador puro en la sala. "The fifth wave" logra a medias ese acercamiento. Es cierto que elige hace un recorte determinado, pero en esa dirección, algo se pierde en relación al personaje principal de la historia (Cassie). Mucho de la fuerza del libro original estaba basado en esa reflexión constante que ella hace sobre lo que le toca sobrellevar. Aquí, eso está presente, pero de manera acotada, sin desplegar la emocionalidad que tanto destaca en su forma literaria primaria. Si vieron el tráiler ya saben que "La quinta ola" es una película post-apocalíptica. Es más, no sólo es eso, sino que habla de una invasión extraterrestre con todas las de la ley. Cassie (Chloë Grace Moretz) es una chica de 16 años común y corriente que hace lo que todas las adolescentes de su edad hacen: van a fiestas, gustan de algún chico, cuidan a sus hermanos menores. Esa vida ideal, termina cuando el mundo recibe la llegada de visitantes de otro mundo. Lo primero que sucede es el ataque a todos los dispositivos electrónicos y la energía eléctrica del planeta. Se apagan las luces y se incomunica a los habitantes. Luego viene la modificación del accionar del mar, que destruye las costas y ciudades, matando millones de personas. A eso le sigue una enfermedad de carácter incurable que se lleva muchísimas personas (una especie de gripe aviar a la que pocos sobreviven) y después, la cuarta ola: los extraterrestres comienzan a aparecer entre nosotros, con forma humana. Todos sabemos que cada etapa va dejando pocos sobrevivientes y Cassie ha resistido a todas, unida a su papá (Ron Livingston) y su hermano Sammy (Zackary Arthur) ya que madre ha muerto por la enfermedad inducida poco tiempo atrás. La familia sabe que mantenerse unida es necesario, mucho más cuando víveres y seguridad escasean en forma constante. Es así que Cassie se encontrará pronto en un campo de batalla para el que no está preparada emocionalmente. Grace Moretz busca encontrar el registro que la ayude a darle carnadura a su personaje, a lo largo de todo el metraje de la cinta. La tarea que le toca es difícil, ya que no es ni niña ni adulta a tiempo completo. Su personaje deberá mutar de una sencilla adolescente, a una valiente guerrera, capaz de enfrentarse a los peligros de un mundo que sólo ofrece peligro y dolor. La quinta ola (que es la que da nombre al film) exterminará a los pocos habitantes del planeta que aún resisten la invasión, si la resistencia humana no logra impedirlo. Cassie deberá encontrar respuestas a muchos de los interrogantes que tiene sobre la naturaleza del ataque alienígena y cuidar a los suyos, a cada paso del camino. Debemos decir que los personajes del mundo masculino son complicados para ella (Nick Robinson y Alex Roe, ya veremos cómo) y si no logra decifrar que sucede en realidad, su plan de mantener unida a su familia fallará estrepitosamente. Cierto que "La quinta ola" intenta combinar varios géneros. Por un lado, abre con secuencias del género catástrofe, bien logradas para instalar su escenario. Después, muta en la típica película de supervivencia, post-apocalíptica, y vuelve a transformarse, bajo la cuestión de la invasión extraterrestre, en un universo militar. Pero cuidado, porque subyace todo el tiempo su centro, que no deja de ser un drama familiar con elementos de romance instalado en la adolescencia. Todo esto en un universo donde podemos encontrar influencias de series ("The walking dead"), blockbusters ("Maze runner", "Twlight" –sí y ya verán porqué-) y todo aquello que hoy nos atraviesa desde lo medial. Tal alquimia puede producirse más fácilmente en el mundo de las letras que en el de los audiovisuales. Por una cuestión de atención, detalle, velocidad, forma. Blakeson intenta que Moretz sea el corazón del film pero la sucesión de eventos le impide desarrollar ese dolor intrínseco que ella posee al procesar tantas cosas (las que le suceden en la ficción) en tan poco tiempo. Resultado, "The 5th wave" se vuelve más una sucesión de eventos unidas por un conector que una película que exponga o sostenga los principios más crudos de la obra literaria. Lo cual no está mal. Sucede. Dentro de las actuaciones, nada hay demasiado rescatable, ni Liev Schreiber ni María Bello ni ningún otro. A partir de la mitad de la cinta, los adolescentes y niños se vuelven importantes en la trama pero tampoco despliegan algo que altere el ritmo de narración demasiado. En el haber, los efectos especiales están correctos y la película nunca se siente densa sino que, con sus posibilidades, fluye y entretiene la mayor parte de su metraje. En definitiva, "The 5th wave" es un intento más para generar el nacimiento de una nueva franquicia, que la industria necesita siempre tener para que la maquinaria siga funcionando. No es un film destacado (sí el libro en que se inspira) pero puede verse sin mayores expectativas para quienes busquen un rato de distracción en clave sci-fi.
Cuarta entrega de la franquicia, público que se renueva (la entrega anterior ya fue hace unos años) y el mismo clima de aventuras al que ya estamos acostumbrados. Las ardillas son muy esperadas siempre en el gran país del norte y aquí también aportan su presencia a la hora de sumar propuestas familiares en cartelera (que no abundan, convengamos). Ya a esta altura, el escenario está dispuesto y sabemos bien que esperar de ellas, ternura, travesuras y mucha música, elementos que siguen presentes en este "road trip". Nuevo director (Walt Becker) que llega para conservar el espíritu de la serie, esta vez decididamente volcado a un estilo de road movie quizás con más ritmo que la última aventura ¿Es esta una cinta que garantice un buen momento para los pequeños de la familia? La respuesta es, afirmativa. Las ardillas son acompañadas por un elenco que no descolla, pero cumple su labor de entretener y divertir a los peques de la familia sin mayores complicaciones. Hay que convenir que encontrar buenos guiones en el cuarto episodio de cualquier saga no es tarea sencilla. Más en una cinta donde todo gira en torno a tres ardillitas parlantes que viven con un productor musical. Pero digamos que, con mucha simpatía y momentos de humor físico, se las arreglan bastante bien para arrancar alguna carcajada en la platea menuda. La historia se centra, como siempre, en su relación con su tutor-papá (Jason Lee), quien sigue produciendo artistas y atendiendo a nuestras protagonistas como parte de su familia. Sin embargo, Dave (Lee) trabaja mucho y encima, se ha puesto de novio. Esta situación alarma a las ardillas, pero mucho más cuando descubren que la flamante novia de su papá, Samantha (Kimberley Williams-Paisley) tiene un hijo, Miles (Josh Green) dispuesto a hacerles pasar malos momentos. Alvin, Simon y Teodoro sufren este acercamiento y la cosa se complica peor cuando encuentran un anillo de compromiso entre las cosas de Dave: o se organizan junto a Miles para detener la posible boda, o deberán aceptar ser familia siendo que no se llevan nada bien. Como la pareja se ha ido a Miami , la banda decide ir a sabotear esa propuesta y parte, en principio por vía aérea, a detener a Dave. Miles participa con ellas del plan y se suma a la aventura de recorrer muchos kilómetros para impedir esa unión. El tema es que lo del avión sale mal, y el grupo se ve obligado a ir por tierra hasta la costera ciudad. El recorrido es divertido. Hay muchos cuadros musicales y coreografías para que la familia pase un buen momento. También hay cameos de jóvenes actores y algún momento de reflexión hacia el final de la historia. Nada demasiado profundo, pero siempre rescatando el valor de la unidad entre Dave y sus protegidas. "Alvin" es ideal para el público de corta edad y si son padres, tios o abuelos, esta entrega no se les va a hacer pesada. Dato, que importa y mucho a la hora de elegir que ven los chicos. Aprueba con lo justo, sólo si van peques a sala.
Era de esperarse que David O. Russell , luego de dos años consecutivos de estar en la cima de su poder creativo, intentara continuar esa racha con un tercer film en el cual estén sus actores favoritos. Junto a Jennifer Lawrence, Robert De Niro y Bradley Cooper, se lanza ahora a un ejercicio biográfico intenso, recreando (muy libremente) la vida de Joy Mangano, una emprendedora brillante que rompió canones en los Estados Unidos hacia los 90. Esta mujer desarrolló un producto en particular, el "trapeador milagroso", que serviría como puerta de entrada al mundo de las ventas por televisión y que no sólo la haría famosa, sino que le permitiría crear una empresa para seguir materializando sus iniciativas. Pero no nos adelantemos. Russell escribe este guión junto a Annie Mumolo, sobre la figura de Mangano, mujer de la que se sabía poco, antes de su estrellato. Si bien hay muchas libertades creativas en el film (que han sido fogoneadas por la figura que lo inspiró, quien estuvo en contacto constante con los productores), "Joy" ofrece lo que en esta época el mercado quiere, ser la típica película de superación, esfuerzo y victoria con la que cualquier estudio gana premios. La cuestión es preguntarse, si eso hace a un film interesante y atrayente para todo tipo de públicos. Quizás, la respuesta no sea tan positiva. Eso sí, "Joy", no es ni por lejos, de lo mejor de Russell. De no haber contado con Lawrence, probablemente el film hubiese tenido categoría televisiva básica, lejos incluso del nivel de las superproducciones de HBO y similares. Joy decíamos, es una mujer divorciada, con dos chicos, que a principios de los 90', vive en una casa que se cae a pedazos (y es más que literal!) y es el único ingreso familiar de su núcleo. Su mamá, Terry (Virginia Madsen), no está muy bien de la cabeza y sólo se dedica a mirar novelas. Tampoco obtiene ayuda ni de su ex marido, Tony (Edgar Ramirez), inquilino quebrado que habita en el sótano de su casa, ni de Rudy (De Niro), su padre, que lleva adelante un taller que apenas sobrevive a las crisis de esos años. Como mujer multifacética y decidida, Joy decide quebrar su destino marcado (el de un futuro pobre y marginal) y se lanza a desarrollar un producto para salir del lugar donde está e impulsar a su familia a mejorar sus perspectivas. Esta es entonces, la lucha de una madre dispuesta a pelear con todas sus energías para llegar a donde quiere ir y en ese lugar, sabemos que Lawrence se siente muy cómoda. El recorrido a la cima no es sencillo y en él, Joy conocerá alguna gente que podrá apoyarla (Bradley Cooper es un secundario importante aquí) y otra que saboteará sin titubear el proyecto. El problema de esta biopic es su extensión (innecesaria) y la obsesión de Russell por atosigar de conflictos al personaje de Lawrence. Ese frenético uso de los problemas para avanzar en la historia, no deja que cada actor dentro de su universo, desarrolle sus perfiles con trazos claros. Como el centro es Lawrence, el director la ubica todo el tiempo en escena y desgasta su empatía con el público, con el correr de los minutos. El resultado no es malo, porque la historia (en definitiva) es un inspirador ejemplo de vida, pero en términos cinematográficos, no luce ajustada y potente, ni tampoco equilibrada. La talentosa Lawrence lleva adelante su trabajo, solvente y neurálgico hasta el final, sin bajar un cambio desde los primeros minutos, lo cual define un poco el tono de la cinta. Párrafo especial para Russell en cómo muestra el proceso de creación de una obra, dentro del mundo del emprendedorismo. Ese es el mejor acierto del film (muestra desde el génesis la idea madre del producto que ella quiere crear, hasta su concreción última) y lo más atrayente para el público no familiarizado con esa técnica de diseño. Sólo para apasionados por conocer a una emprenedora única (Mangano)o fanas de Lawrence, una talentosa todoterreno que se le anima a cualquier personaje con éxito en estos días.
Ya habían trabajado antes juntos Will Ferrer y Mark Wahlberg ("The other guys") y aunque sus estilos son bastante distintos (el primero hace comedias y el segundo es más amplio para los géneros), se perfilaban como una pareja interesante a la hora de contrastar modelos opuestos. Eso pensó Sean Anders ("Horrible bosses 2") para seguir explorando una cuestión de moda en el cine actual: plantear las características sociales de los nuevas esquemas familiares, léase las familias ensambladas. Con dos actores muy distintos, podría lanzarse a una tarea riesgosa, divertir con sentido moral, elemento que claramente jugó en su intención a priori. Todo comienza con un escenario al que cada día nos acostumbramos más: un hombre, Brad (Ferrer) casado con una mujer , Sara (Linda Cardellini) quien ya tuvo dos hijos con una pareja previa, Dusty (Wahlberg). El no era un hombre paternal y por lo que sabemos, se dedicó a continuar con su actividad laboral (marine de misiones especiales), lejos del cuidado de sus chicos. Brad, en cambio, es un hombre súper responsable y padrazo de aquellos. Jugado en forma extrema por Ferrer, es un ícono de la corrección y la responsabilidad, lejos del anterior marido de Sara, quien descansa en su pareja para criar su familia sin problemas. Pero cierto día Dusty decide volver. Extraña a sus hijos y quiere recuperar el tiempo perdido, con ellos y con su ex mujer, sin tener en cuenta que ellos ya tienen otra familia. La cuestión es que desde el primer encuentro, ámbos comenzarán a disputarse el cariño de los niños, potenciando sus perfiles, en roces y actividades con mucho humor físico y escatológico. Llevarse bien con niños tan chicos es todo un desafío que a Brad le costaba una enormidad y con la llegada de Dusty todo se complicará en forma. Lo que desconcierta, es que esta no es una comedia familiar extrema como por ejemplo, "Dónde están los Millers". Aquí el registro va de familiar puro (con una gran carga moral, lo dijimos), a coquetear con lo grosero en secuencias que buscan la carcajada fáci del público. Claro que es fácil enfrentar a estos perfiles y sacar provecho de sus diferencias, y lo cierto es que ámbos protagonistas hacen lo suyo sin mayores fisuras. El único problema es que su estereotipo es bastante lábil y ya conocemos mucho de cómo estructuran sus personajes. Ferrer es una caicatura de sus anteriores trabajos, siempre con registro grave, mohines de niño y vocabulario desconcertante. Walhberg, en cambio, intenta potenciar su lado cómico forzando sus gestos todo el tiempo. Lo cierto es que lo que debería ser natural, no lo es tanto. Sin embargo, el mayor acierto de Anders es dotar a su relato de un ritmo intenso, aunque no acierte siempre con el gag. Hay secuencias artificiosas (la de la moto incrustandose en el segundo piso de la casa) carentes de ideas y otras bien resueltas (el baile final), pero siempre el director tiene claro que quiere contrastar. Y lo logra. Párrafo aparte para el cierre, lo más logrado del film. Es que en los tiempos que corren, ya nadie puede decir "de esta agua no beberé" y lo cierto es que las familias ensambladas son una realidad concreta y palpable que debe ser abordada y aceptada con la mayor naturalidad posible. En esa dirección , "Guerra de papás" es honesta y consecuente. Podrá ser un film más o menos divertido, pero sabe que quiere decir. Y les digo, eso, hoy en día, no es poca cosa.
Con bastante demora ("8 tiros" fue presentada originalmente en Pantalla Pinamar 2013) llega a las pantallas argentinas, el primer largo de Bruno Hernández (guionista del ultimo trabajo de Caetano, "Mala"), un producto clásico de género policial, oscuro y potente, Lo primero que llama la atención en "8 tiros" es el interesante nivel de producción que evidencia. Veremos, como pocas veces en la industria local, autos clásicos (la nota por la que este film será recordado, sin dudas), buenos efectos especiales y secuencias de acción ajustadas y convincentes. Un reparto de actores con experiencia (Ziembrowski y Aráoz a la cabeza) han trabajado con Hernández para crear un universo violento y reconocible para cualquier amante del género. Vicente (Luis Ziembrowski) es un típico mafioso acostumbrado a resolver todo a través de la coima y la violencia. Unos años atrás, cuando su hermano Juan (Daniel Aráoz) quiso abrirse de las cuestiones que llevaban adelante juntos, el lo mandó a matar. Siete años pasaron y cuando la cinta abre, nos encontramos en el entierro de la madre de ámbos. Vicente está junto al cajón, en el cementerio, y un hombre deja un ofrenda floral casi sin ser visto... Juan está de vuelta, dispuesto a terminar aquello que nunca había comenzado (su venganza) por respeto a su madre. Ya libre de hacerle daño, el volverá para destruir las conexiones y el negocio de su hermano, en una batalla táctica donde no habrá cuartel para ninguno de los dos. Hernández se inclina por traernos el típico film de retorno, donde un vengador solitario, se encarga de una considerable cantidad de enemigos, a través de un plan meticuloso y sin pausa. Aquí, sin embargo, la cuestión se complica porque lo familiar se interpone. Buscando una mayor profundidad en la trama, incorpora el elemento psicológico a la trama y aborda la rivalidad entre hermanos, basada en un incidente de pequeños, espacio que termina por quitarle a la cinta, su vértigo inicial: hay mucho lugar para este ajuste de cuentas del pasado desde lo verbal, que lejos de favorecer a la historia, le quita su mejor arma: la confrontación física. Hay muchos tramos bien logrados en "8 tiros" (Aráoz hace una labor más que interesante), donde el nivel de producción alcanza estándares internacionales y otros donde la narración se estanca y se aleja de esa deseada intensidad. El importante elenco ofrece su profesionalismo habitual (aunque Ziembrowski no luzca totalmente a sus anchas) y acompaña una construcción prolija, con altos y bajos, pero valiosa, para la producción local. "8 tiros" es un ejemplo de una búsqueda del cine nacional por abrir el juego a animarse (con todo lo que eso significa desde el punto de vista económico) a transitar un cine de autor industrial, rodado con oficio. Es otra señal (como la reciente "Resurrección", de gran factura técnica y en cartel actualmente) de que tenemos cineastas valiosos y creativos para enfrentar los desafíos de ampliar el horizonte de género. Gran noticia.
Charles M. Schulz, para todos los que no lo conocen, ha sido una leyenda para las historietas de periódicos en Estados Unidos. Su tira "Peanuts" fue quizás, de las más importantes del siglo pasado en todo el mundo, por haber sido traducida a 40 idiomas y ser publicada en más de 75 países superando los 350 millones de lectores globales. La temática de la historia siempre fue, mostrar la inocencia de los niños de 6 años (aunque algunos niños de su grupo tengan menos) y cómo enfrentan los desafíos de su crecimiento, desde lo psicológico y emocional. Schulz era un adelantado a su tiempo. Lograba atrapar a grandes y chicos con la ternura de esa bandita de chicos encabezada por Charlie Brown y su mascota Snoopy, aventuras donde pequeños eventos conmovían su mundo y nos conectaban emocionalmente con esa etapa de nuestra vida. Muchos adultos amábamos a "Peanuts". Traer de vuelta a esa Charlie y su banda a la pantalla grande no sería tarea fácil. Blue Sky Studios (los creadores de la saga "Ice Age"), eran concientes de ello. Sin embargo, junto con los herederos de la obra de Schulz (nada menos que su hijo y su nieto) comenzaron en 2005, a delinear un trabajo conjunto para traernos un quinto largo (el último fue hace 35 años!) y nada menos que en 3D, acorde a los tiempos que corren. Para la tarea se puso al frente a Steve Marino, director de "Horton" y "Ice Age 4", quien fue el hombre de la compañía más interesado en el proyecto desde su inicio. ¿Qué podemos esperar de este regreso? ¿Snoopy y Charlie Brown en este 2016, habrán logrado retornar con un film que respete su rica historia o será sólo una adaptación más, en busca solo de un impacto en la taquilla aprovechando su popularidad mundial? Por suerte, esta cinta es un acierto, de principio a fin. Marino logra captar y recrear el mundo de estos increíbles personajes, y llenar de guiños la pantalla, para delirio de sus fans. El gran desafío es traer a estos personajes a un universo distinto (las tres dimensiones), sin alterar nada de su encanto original. En ese sentido, el trabajo de arte y animación es fabuloso. Hay en este "Peanuts", simplicidad y equilibrio. Nada se presenta invasor ni disruptivo, hay un balance cuidado del uso de las nuevas técnicas de animación, respetando el espíritu clásico de la historieta. La historia presenta a Charlie, en los días previos a la navidad. Su rutinaria vida con sus amigos se ve alternada por la llegada de una enigmática niña pelirroja que se muda justo enfrente de su casa. Casi de inmediato, nuestro adorable protagonista se sentirá atraído por ella y comenzará a explorar la posibilidad de hablarle, cosa bastante difícil para un chico con autoestima tan baja como Charlie... Siendo un imán para los problemas, es de esperar que la cosa se complique y que las intervenciones de Snoopy junto a su mejor amigo, Woodstock (el pajarito amarillo que lo acompaña todo el tiempo), estén a la altura de los mismos para ayudar a Charlie en su tarea de convertirse en alguien popular y que le permita acercarse a la nueva vecina para presentarse y concerla, sin sentirse perdedor como habitualmente le sucede. La película es un cuidado homenaje a la historieta, en todos sus aspectos. Incluso cuando se aggiorna a estos tiempos (la escena de aprender los pasos de baile, con "Better when I'm dancing" de Meghan Trainor como motor de la práctica, sin ir más lejos), nunca se despega del espíritu original de la obra. Hay un gran trabajo del guión para respetar las convenciones del mundo de Peanuts y eso se agradece, ya que todo luce clásico y dinámico a la vez, a la altura de lo que Charles Schulz, sin duda, hubiese querido para sus personajes. "Snoopy y Charlie Brown, la película", se destaca dentro de la discreta cartelera familiar de este verano en nuestro país. Tiene todo lo necesario para que adultos y niños, pasen un muy buen momento en sala, ojalá no pase tanto tiempo para volver a tener otra vez a esta banda en la pantalla grande. Auspicio regreso.
Jessie Nelson es una sólida guionista de la industria, que si bien incursionó con la dirección en pocas oportunidades (la más conocida con "I am Sam") siempre estuvo en proyectos centrados en temas familiares, con registros predominantes de comedia. Sorpende su elección ( producida por CBS + Groundswell + Imagine) para dirigir este proyecto, pero a la luz de los resultados, fue totalmente acertada. Probablemente estén un poco cansados (o no) de esas cintas americanas que se estrenan en navidad, corales, románticas o familiares, que se presentan como alternativa sólo para pasar un buen momento. Ha habido excepciones, y las dos primeras que vienen a mi mente son "Love Actually" y "The Family Stone", simpáticas, queribles, accesibles pero a la vez, con cierto aire de reflexión sobre las relaciones personales en tiempos de celebración. "Love the Coopers" va en esa dirección. Quizás sin el brillo de las anteriores, pero elige presentarnos un mosaico divertido y melancólico de perfiles, que funciona muy bien a lo largo de sus 107 minutos de duración. Steven Rogers fue el responsable de escribir un guión equilibrado, que busca no caer en la simpleza de los films navideños clásicos, dotandolo de vínculos más intensos y abriendo el espectro para que personajes de todas las edades armen una estructura coral atractiva para todo espectador. El elenco es importante, desde el tándem Diane Keaton - John Goodman (el matrimonio de muchos años en crisis y a punto de separarse), pasando por la candidez de Alan Arkin y Marisa Tomei, sin dejar de olvidar roles importantes para Amanda Seyfried, Dan Amboyer, Ed Helms y la encantadora Olivia Wilde. Digamos, para no complicarles mucho la lectura, que tenemos una pareja de padres ya grandes que sienten que las cosas ya no son las mismas entre ellos y quieren pasar una última navidad como familia, antes de que todo cambie. En las horas previas a esa reunión, conoceremos a los distintos miembros de ese grupo, mientras se va armando el menú festivo nocturno: que les anticipamos, tendrá de todo. Desde los pequeños hasta los ancianos, habrá lugar para que cuenten que les afecta y se presten a resolver esas cuestiones, bajo el influjo de la conexión que la fecha presenta. Nelson saca provecho de la calidad de su cast y logra proponer un film mejor que lo que Hollywood nos trae habitualmente en esta época del año. En el debe, hay que decir que algunos roles (especialmente el de Keaton) comparten demasiadas características de otros films. Sin embargo creo que la mayor dificultad era el tema del tiempo, manejar tantas pequeñas historias conectadas en pocos tiempo físico, eso provocó ciertas restricciones en lo que cada pareja aportó a la construcción general. Pero más allá de eso, le reconozco al director que logra resolver bastante de esos vínculos con tomas simples y directas. "Love the Coopers" es una cinta que intenta fusionar la comedia romántica y la familiar bajo el muérdago de la navidad. Y lo logra, la mayor parte del tiempo. Si buscan algo para estas fechas para pasar un buen momento, esta es su película.
Los docentes son personas en las que muchas veces, no reparamos. Más allá de que tengan buena prensa (en general) y en tiempos políticos se los invoque todo el tiempo como los grandes hacedores del cambio, lo cierto es que en la práctica, en la cotidianeidad, muchos de ellos pasan desapercibidos para los padres de sus alumnos. Pero esto no sucede igual con quienes siguen sus pasos. La influencia que ellos reciben, es algo a veces imperceptible, pero comprobable y potente. "Entre ellas el tiempo" caracteriza una vínculo que ha permanecido a través del tiempo. En el, se muestra como la relación entre el maestro y su discípulo, si es significativa y profunda, puede desafiar los encuadres, proponiendo actualizaciones de esos espacios que juntos transitan. Ana, con 24 años y en 2002, se atreve a dar clases de danza en La Cava, un humilde barrio donde no es fácil hacer pie. Es en ese año donde conoce a una niña llamada María. Ella tiene 6 años. Es una bailarina nata. Y luego de entender eso, comienzan un camino juntos. En 2006, ambas deciden hacer una pequeña obra y hacia 2010 se animan a pensar en algo más grande, en una actividad que las hermane como colegas. Pero claro, la vida pasa. No pide permiso. Ana, con 33 queda embarazada y María, con 16, también. Increíble. Deben detener su tarea y esperar que el tiempo pase para volver a poner en marcha la maquinaria creativa y vital que las une. Y es entonces cuando, desde otro lugar, pasan a ser compañeras y dirigidas por otra colega y se animan a materializar su sueño; concretar esa obra juntas, como la soñaron hace tiempo... Esta es la historia que cuentan Ana Alvarez y su marido, Matías Bertilotti. Los dos deciden mostrarnos su registro de este proceso y la impronta de su vínculo a través de un recorrido ameno y didáctico. Somos testigos de la pasión que sienten por la danza y de cómo van reformulando su relación en función del proyecto. El film ofrece un registro interesante, emotivo (el inicio del film es conmovedor, aunque en ese punto desconozcamos las razones de ese abrazo entre Ana y María) y la sucesión de escenas donde ellas van creciendo junto a sus hijos, son decididamente cálidas. Desde el punto de vista cinematográfico, quizás la manera en que se editó podría haber sido menos simple, y desde la dirección se podrían haber pensado en alternativas para amenizar el relato, con otros recursos. El resultado final es un documental correcto, que tiene una historia atrayente y la presenta, directa y sin demasiados elementos mediatizadores. Es una fotografía que va mutando con el correr de los años, presentada con pocos pero valiosos segmentos. A tener en cuenta.
"Metiche films" presenta en BAMA Cine, el segundo documental de la dupla que componen Pablo Chehebar & Nicolas Iacouzzi como directores y productores. Anteriormente dirigieron "Castores: La invasión del fin del mundo", un film sobre el particular ser que se ha vuelto una importante plaga en el sur (ya estrenado). Sin embargo, en esta oportunidad nos toca hablar de un personaje increíble: Guillermo Gaede, el hombre que te sorprenderá desde el minuto 1 de proyección... El hombre en cuestión (Gaede) es el eje de un relato actual, dinámico y muy rico para el abordaje de quienes gusten de conocer el mundo de los espías, con color latinoamericano. Cuentan los directores que ellos estaban buscando hacer un documental sobre físicos argentinos y dieron con su nombre, accidentalmente. Gaede había estado preso en EEUU por espionaje industrial y su historia, en cuanto los cineastas la encuadraron, se planteó sola. Era la de un hombre muy inquieto, hábil, camaleónico, que había tenido conexiones con Cuba, la CIA, el FBI, y hasta China e Irán... Es una historia sobre espías. El hombre (Gaede) es un mix entre varios perfiles controversiales. Se hace honor a esa modalidad y Chehebar y Iacouzzi deciden contar su relato, con buenos y potentes recursos. Aquí tenés un film que te presenta desde varias perspectivas con el plus de que presenta un tema que repercute en la actualidad (no te anticiparemos el porqué) y que cuando lo estás mirando, no deja de sorprenderte, por lo bizarro de la historia en sí. Y ojo, es una historia compleja, pero la investigación está bien presentada y van a entender el recorrido de este espía sin problemas (lo cual no es poco). No quiero anticiparles mucho pero si, les garantizo que este no es un doc común y corriente. Se potencia la característica de un personaje increíble con coloridas estrategias para abordarlos. Les va a gustar. Vale la pena irse al BAMA a descubrir a este Crazy Che.