Cada tanto, el cine nacional nos brinda la posibilidad de sentirnos parte del Primer Mundo, al menos en términos cinematográficos. "Relatos Salvajes", tercer largo de Damián Szifrón, es la muestra cabal de que en Argentina hay talento a rabiar concentrado en un puñado de gente de la industria. Pocas veces en la historia del cine nacional, encontramos una película capaz de sacudirnos como espectador de principio a fin, intensa e inclasificable (¿es drama, comedia, policial?), una explosión de adrenalina cuadro a cuadro que mantiene al espectador en su butaca sin darle tregua. Y cuando se la otorga, es para que se ría con ganas o se conmueva ante la suerte de los personajes que giran en las seis historias que propone este vibrante caleidoscopio argento. Szifrón parte de una aguda observación de la realidad local (que va desde las cuestiones íntimas y de relación hasta las de denuncia social), y nos presenta un grupo de historias en las que los protagonistas, por decisión o azar, se enfrentan a recorridos y desafíos tremendos para resolver cuestiones que despertaron ira y dolor en ellos. Y estallan en la pantalla con toda su furia, una vez que cada escenario plantea su encuadre particular. No podemos anticipar nada de estos relatos en forma individual (en cualquier sinopsis podrán leer los argumentos de cada uno de ellos), sí decirles que más allá de los altibajos naturales que se dan en una realización tan compleja, aquí las historias conectan todas con hechos que tienen algo de cotidiano (peleas, infidelidades, estafas, burocracia, etc) y eso predispone al público a aceptarla sin filtro. “Relatos Salvajes” está bien construída y se hace fuerte en las interpretaciones de un elenco fantástico donde es difícil encontrar algún punto flojo. Sencillamente porque no lo hay. Es un golazo de Szifron y su equipo por donde la mires. Sin dudas, la película del año del cine argentino. No defrauda.
Estrena este jueves en el ArteCinema de Constitución, el tercer largo de Cristina Fasulino, productora, guionista y directora de larga experiencia en el medio (comenzó su carrera allá por 1993 escribiendo para televisión), "El día fuera del tiempo". Luego de "El sur de una pasión" y el documental "Entre vientos y mareas", vuelve a guionar y a ponerse detrás de las cámaras para traernos un film en el que se deslizan muchas ideas y vivencias de su propia experiencia a pocos años de la recuperación de la democracia en Argentina (promediando los 80'). La historia gira en torno a un colegio religioso donde se produjo un crimen. Si bien las autoridades ecelsiásticas del lugar quieren hacerle creer a la comunidad que la muerte de una profesora fue accidental, hay gente que duda. Y ellos son quienes quienes envían a un detective particular, jugado por Gonzalo Urtizberea, quien con su particular observación pronto descubre que hay más de un misterio rondando en la institución. Hay una niña que en sus dibujos, parece haber anticipado el accidente y deceso de la docente. Pronto, comenzará la investigación y varias subtramas irán desplegandose hasta llegar a integrar el cuadro completo en el que se produjo el hecho. "El día fuera del tiempo" parte con una curiosa referencia a la cultura maya y uno de sus calendarios, en el cual el año tenía 13 lunas de 28 días. El jornal que quedaba fuera, "el día fuera del tiempo", era como una fecha especial de cara al nuevo período que se abría. Aquí, pareciera ser la intención de la directora de presentar un día en el cual, la ambivalencia de las pasiones pueden llevarte a distintos escenarios, impensados para todos. El problema principal de esta cinta es su mezcla de géneros. De a ratos policial clásico, por momentos, drama histórico (con el tema de los desaparecidos y la búsqueda de la identidad), ficción con tintes religiosos (hay muchas preguntas girando sin respuesta), y hasta de a ratos, comedia (cuando el investigador, errático y fuera de registro, abusa de algunos tics, como sacar su petaca todo el tiempo para beber en cualquier circunstancia, o cuando el monagillo de curioso flequillo cuenta sus actividades en la sacristía). Esa fusión de géneros no permite que el film luzca equilibrado y profundice conceptos. Fasulino elige contar una historia de un modo que impide que el espectador se sienta atraído (cuesta mantener la intensidad ante los matices que transmiten cada género que se despliega) y logra solo desconcertar durante la mayor parte del relato. Las actuaciones reflejan esa dirección y empujan al film a un lugar incómodo del cual no logra salir. Es cierto que hay una intencionalidad de reflexionar políticamente sobre hechos importantes de nuestra historia (las leyes que obstaculizaron el juicio a los militares), pero la forma en que son referidos, es lejana e impersonal. "El día fuera del tiempo" parte de una buena idea, pero no alcanza a redondear una propuesta aceptable. Otra vez será.
Recuerdo claramente cuando ví este documental en el último BAFICI. Me reí mucho, como pocas veces y terminé aplaudiendo a rabiar al terminar la función. Es más, al salir, estuve en la sala donde estaba el material y las maquetas que el Colectivo Artístico Estrella del Oriente y continué con una amplia sonrisa, leyendo las especificaciones del proyecto en cuestión. ¿Qué es "La ballena va llena"? Difícil de definir. Si vas a la sinopsis de la película, te dirá que es el registro del proceso que realiza un grupo de intelectuales y artistas que proponen crear una embarcación para transportar al Primer Mundo a quienes no logran ingresar en ese territorio. ¿La forma? Mutados en "obras de arte vivientes". La única manera que parece que los europeos aceptan algo que no provenga de su comunidad. Pero entonces... Hay en ellos una intencionalidad de fusionar arte y denuncia social? Si! Por supuesto! Gran idea, temeraria y absolutamente lógica (si, escuchen los planteos y terminarán aceptando la validez de sus preceptos). La cuestión es, cómo obtener los fondos para armar la nave (con forma de ballena) que transportará a los individuos hacia su destino final, como objetos en los más cotizados museos del mundo. Lo que verán en esta cinta, es la génesis del proyecto y la búsqueda de financiamiento para concretar el barco y cumplimentar su idea. Ahora, claro, la siguiente pregunta es... ¿Cuántos costaría ponerla en el mar, lista para realizar esos viajes? Mucho, pero mucho dinero ¿no?. Millones de euros. ¿Y quiénes financiarían semejante empresa? Ahí está la cuestión: habrá que encontrar entidades de bien público y fundaciones europeas que se hagan cargo de tamaño costo, sin casi contrapartida "real", más que la promesa de recibir en su tierra a tercemundistas dispuestos a integrarse a espacios de cultura como si fueran obras de arte. Delirante. O no. Quien sabe. Daniel Santoro, Juan Capurro, Tata Cedrón, Marcelo Céspedes y Pedro Roth, como cabezas del Colectivo, deslumbran con sus planteos y debates teóricos a cada momento, pero lo más jugoso es la manera en que explican a los posibles aportantes, colegas y público en general (aquí y en exhibiciones en el Viejo Continente), los principios de su idea...y el costo de llevarla a cabo. Las charlas telefónicas para conseguir fondos son... increíbles. Seguramente debe ser el más entretenido y simpático documental del año. No se dejen amedrentar por el nombre o lo extraño que parezca la información que lean sobre él. Debe ser el mejor estreno de la semana y sí, es una cinta documental.
Luego de un documental para E. Kodak y algunos cortos promisorios (además de ser responsable del guión de “Amor a mares”), llegamos al primer largo de ficción de Nicolás Lidijover: “Tiro de gracia”. Lo primero que hay que decir, es que esta propuesta llama la atención por la manera en que fue filmada, más que por el conflicto que presenta (universal y ya abordado en varias oportunidades). Lidijover propone un registro cuasi teatral, de un grupo de personas en un asalto seguido de toma de rehenes. Hasta ahí, suena convencional. Pero no. Lo original se produce en el enfoque, el director rueda su film con cámaras GoPro (17 para ser exactos) diseminadas a lo largo del espacio donde se desarrolla la acción. Ellas registran los movimientos e interacciones del elenco desde distintos ángulos y transmiten la sensación de que todo lo que vemos es real, dado que es habitual usarla para seguridad. tiro_de_gracia_2_Ew Jesús (Nicolás Goldschmidt) es un chico humilde, que trata de hacer las cosas bien. Sin embargo, tiene problemas laborales, lo despiden de su trabajo y su economía precaria se resquebraja con la noticia. Es cierto que en los primeros minutos ya sentimos que a pesar de su honestidad, llegado el momento la necesidad traicionará sus principios. Y ese instante se produce cuando su bebé se enferma y su mujer le pide que vaya a una farmacia a conseguir leche y otros elementos, sin saber que él ya no tiene plata ni trabajo. Es ahí cuando Jesús entiende que ya no tiene otra opción que no sea asaltar el lugar para conseguir lo que necesita y asistir a su hijo. En esa vuelta, al realizar el asalto en busca de simples elementos para cuidado del bebé, se topará con una situación fortuita que hará que el mismo se frustre y termine atrincherado con todos, buscando una salida parar escapar al asedio de la policía. El encargado del lugar, Marcelo (Nacho Gadano), será quien intente clarificar la situación y lograr que esa toma de rehenes se resuelva sin violencia, tarea difícil por la cantidad de variables que tendrán lugar en la farmacia. La técnica para rodar, es original y le aporta cierta tensión al relato. Es cierto que algunos flashbacks distraen la atención y brindan más información de la que uno necesita para adentrarse en la historia. El guión, por otra parte, de a ratos transmite un ritmo furioso aunque en otros, se desgrana en situaciones predecibles y que sólo distraen del conflicto principal. Se percibe un trabajo en los actores de gran compromiso pero el ritmo errático que se plantea para la organización del relato le resta brillo a esa labor y termina por desgastar al espectador en esa vuelta. tiro_de_gracia_3_Ew Por otra parte, la caracterización ideológica y el trabajo con los prejuicios que propone, rozan el estereotipo (chico pobre que sin experiencia roba por necesidad y clase media que está por la represión en tanto afecten sus intereses) ,perdiendo la oportunidad de mostrar un cuadro más complejo y rico que el presentado. Además, cuando entramos en la zona de definición del film, algo no parece ajustado (ya verán porqué) y el cierre termina dejando un sabor extraño en el público. Lidijover tiene buenas ideas y desarrolla aprendizajes veloces (el manejo con la dinámica que generaron las cámaras GoPro son prueba de ello), así que estamos seguros que capitalizará de esta experiencia mucho. Como espectador puro, debo decir que “Tiro de gracia” a priori parecía un film inflamable pero no fue así. No quedé satisfecho a la hora del análisis final. Eso sí, es importante apoyar a los que arriesgan e innovan y en ese sentido, un voto de confianza nuestro va para el próximo trabajo de este director. A tenerlo en cuenta.
Ada Frontini debuta detrás de las cámaras con un documental que rebosa ritmo de pueblo, relajado y emocionante. El foco de trabajo es la labor que realiza una docente muy especial, coterránea de Bell Ville, Córdoba. Amiga y ex compañera del secundario de la directora, Alejandra Aguero, es el motor emotivo y ejecutor detrás de la Escuela Municipal para Discapacitados Auditivos "León Luis Pellegrino" y este registro, busca hacer conocer su trabajo, profundizar en las temáticas relativas a la inclusión y mostrar el compromiso con la profesión de una mujer comprometida con su comunidad. Es común que el cineasta registre aquello que lo moviliza y que en ese registro, se juegue el afecto y la curiosidad por indagar críticamente un suceso o proceso. Frontini homenajea a Alejandra mostrándonos cómo se realiza su actividad, la pasión que pone para el contacto espontáneo con sus alumnos y cómo vive, una docente entregada a su actividad por completo. El documental tiene momentos de comunión y relax (el asado, por ejemplo) y otros donde hay un interesante debate con Juan, especialista en el tema y amigo de Alejandra, sobre el rol de las familias de los chicos sordos y los pro y contras del implante coclear. Hay riqueza en el acercamiento que atrae (sobresalen los momentos en que ella enseña, son casi mágicos), pero la austeridad en la toma del material (no hay música de fondo) y el diálogo como referente neurálgico, a veces lleva al film a producir cierta sensación de letanía hacia la segunda parte del recorrido. Frontini registra con una gran fotografía y logra una llamativa ópera prima, con sabor a tierra adentro. Se agradece el abordaje de la temática (cuántos hay que hacen actividades similares sin reconocimiento ni ayuda oficial?) y esperamos que abra un campo para más miradas críticas y cooperativas.
Nuevo trabajo de una directora australiana que prometía mucho ("Sommersault" es un film que deberían conocer) y que, luego de haber no acertado con su segundo opus, vuelve a una línea de trabajo en la que parece obtener los mejores réditos: hablar del final de la infancia, los cambios hormonales y psicológicos desde la perspectiva femenina, tanto sea del adulto como del adolescente en sí. Hablamos de Cate Shortland, por supuesto. Y de este film del 2012 que tenemos esta semana en cartelera: "Lore". Lo primero que hay que agregar a lo que ya venimos anticipando, es que esta vez, el pasaje de niña a mujer, lo vive la protagonista en un escenario único: la Alemania en 1945, en las horas finales de la Segunda Guerra Mundial. Hitler ha caído, sus hombres están en retirada, nada queda del poderío nazi. Y sus oficiales de rango están tratando de resolver sus situaciones familiares antes de entregarse. El padre de nuestra protagonista, Hannelore (Saskia Rodendahl) traslada a su numerosa familia antes de presentarse a ser juzgado por los vencedores. Su mujer, hará lo mismo unos pocos días después. La mayor del grupo de niños recibe la triste noticia de que el Fuhrer ha caído y que el sueño que vivían, de vida acomodada y cuidados, también ha terminado. Y es más, Lore, ubicada en una casa de campo de su familia, con sus 4 hermanos y a los 14 años, deberá lidiar no sólo con decirles, lo que sucedió, sino de trasladarse desde donde están hasta la casa de su abuela en una localidad muy lejana, sin dinero ni mucha idea de como llegar hasta allí. En el camino, encontrarán a un joven judío que los ayudará a tratar de seguir vivos y alcanzar el lugar que buscan para dejar atrás la pesadilla diaria de la superviviencia en un territorio que se ha vuelto hostil. La cinta de Shortland está basada en un bestseller y el proceso que hace nuestro personaje principal está bien logrado. Esta cuestión de un descubrimiento a dos vías: el de su condición de mujer, ya obligada a dejar la niñez por una cuestión básica como la de ser cabeza de su familia y el entender el horror del que formaban parte sus padres, perteneciendo a las huestes nazis. Hay una cuidada edición, buenas actuaciones y una atmósfera inquietante y lograda. Si, quizás la manera en que se van resolviendo algunos eventos que aparecen no son demasiados creíbles (otros, en cambios, son impactantes). Quizás le sobren algunos minutos, pero lo rescatable es que Shortland ha demostrado que puede volver a una senda de trabajos que la distinguen como una cineasta en búsqueda de desafíos importantes
El cine nacional sigue buscando exponentes de productos que lleven a la familia a sala, hecho que se repite ante cada período vacacional rigurosamente. En este caso, llega “Socios por accidente”, y el primer hecho curioso que observamos es el curioso ensamble para su realización: gente de prestigio en el cine independiente y figuras populares nacidas en el clásico programa de Marcelo Tinelli. A priori, parecía un desafío interesante para abordar. Lo cierto es que Fabian Forte y Nicanor Loreti son dos tipos fogueados en hacer buen cine con poco presupuesto. El primero viene de hacer "La Corporación" (estrenada hace poco) y también de codirigir "Malditos Sean", aquella producción clase B de cine de terror local. En cambio Loreti, aparece aquí luego de la fantástica "Diablo", aquella joyita del 2011 con Juan Palomino en una de las más divertidas actuaciones de su carrera (premiada en Mar del Plata). Podemos decir que “Socios…” intenta recuperar el espíritu del viejo local cine familiar, de aventuras ( al estilo la tradicional saga que rompiera taquillas a fines de los 70 y 80',"Los Superagentes", se acuerdan? ), con humor y cierto despliegue de acción. El resultado es positivo, sin hacer un film brillante, el tándem Forte-Loreti cumple en ofrecer un producto simpático, chiquito pero ideal para la temporada donde los cines se atiborran de chicos. La historia comienza con un traductor de ruso, Matías (José María Listorti), separado y listo para pasar un entretenido fin de semana con su hija. Digamos que la relación con su ex, Sabrina (Anita Martínez) no es de lo mejor y nadie cree que sea ni buen padre (gana poco dinero y además, está poco tiempo con su niña) ni tampoco alguien copado a la hora de pasar el tiempo. Pero la vida te da sorpresas y golpean a su puerta agentes de Interpol, que necesitan sus servicios profesionales. Detrás de la operación se encuentra Rody (Peter Alfonso) agente encubierto de la agencia, y… nueva pareja de Sabrina. Para demostrar que él también puede ser un héroe ante su familia, Matías se embarcará entonces en una misión para la cual no tiene experiencia ni recursos , sólo su voluntad de estar a la altura de la nueva figura masculina que tiene su hija en su vida. Sí, es una “buddy movie” convencional. Eso es innegable. Forte y Loreti escribieron un guión que tiene sus mejores momentos en los contrapuntos familiares entre los “dos papás” quienes juegan una competencia divertida para ver quien se queda con el afecto de la nena. Como buen comediante que es, Listorti está un paso (o dos) delante de Alfonso, y lleva los mejores momentos de la cinta. Peter se muestra eficiente al principio pero termina contenido y eso le resta química a la pareja protagónica. Hay contrapunto, pero no es tan parejo. La producción es prolija, cuidada y fotografía bien atractivos lugares de Puerto Iguazú. El resto del elenco acompaña con oficio y brinda el soporte justo para algunos pasos de comedia divertidos. Se percibe una búsqueda por hacer un producto comercial con todas las de la ley, cuidando detalles que suman a la hora del balance final. Quizás nos hubiese gustado que estos talentosos cineastas arriesgaran un poco más en algunos tramos de la cinta (el final, por ejemplo, demasiado simple y no tan ingenioso) pero sin dudas, “Socios por accidente” es una aceptable propuesta para entretener a la familia.
La gente de Disney quería expandir el universo de "Cars", eso ya lo saben. Intentaron hacerlo el año pasado con "Planes", muy esperada por los fans de los autos animados y el resultado fue decididamente menor. No en los números, donde la cinta generó ganancias aceptables, pero sí entre la crítica especializada, que juzgó la historia como débil y sin matices. Afortunadamente, los productores tomaron nota de esto y redireccionaron la propuesta, alejándola del universo de las carreras aéreas y centrandose en algo más intenso, entretenido e interesante: las misiones de rescate de un grupo de bomberos. Eso si, no debemos olvidar que estamos dentro de un mundo de hojalata donde todos tienen ruedas o alas. Elemento que, lejos de funcionar como algo limitante, sirve para arrancarle sonrisas cómplices al espectador todo el tiempo: esta vez, el humor está bien trabajado y el público adulto tendrá muchos guiños para no despegar sus ojos de la pantalla. Recordamos que en la anterior, Dusty, el protagonista, era un avión fumigador que abandonaba los campos para correr carreras en las grandes ligas. Cuando comienza "Planes: fire and rescue", lo vemos en el pico máximo de su popularidad, es conocido y respetado y hace lo que más le gusta: volar a gran velocidad. Sin embargo, durante un vuelo en particular, comienza a tener problemas en el motor y pronto su mecánico descubre que una delicada pieza de su transmisión ya no funciona bien. La disyuntiva se instala rápido: si Dusty acelera pasado un punto, corre el riesgo de estrellarse. A esto se suma un tema con la pista principal de su pueblo: accidentalmente se incendia y los jefes de seguridad aérea deciden clausurarla hasta que cuente con dos bomberos y equipamiento para poder enfrentar cualquier eventualidad. Es asi entonces que nuestro protagonista, decide asumir un nuevo desafío, ir a entrenarse con los mejores, los Smokejumpers, quienes desde una base en el medio de las montañas, se preparan para combatir los habituales incendios forestales de la zona. Teniendo en cuenta lo que ya sabemos, Dusty irá aprendiendo habilidades para enfrentar las difíciles situaciones de su nuevo oficio, pero no de una manera fácil. Para empezar, hay que decir que el nivel de la animación ha mejorado su engine en un 200 por ciento. Texturas perfectas, mayor nivel de velocidad sin perder definición en secuencias complejas y un adecuado acabado en el color, hacen que el film luzca excelente desde el primer instante. Los simpáticos personajes que acompañan al héroe de la cinta están bien guionados y ofrecen buenos contrapuntos y la banda de sonido, se instala como un punto positivo a tener en cuenta. Robert Gannaway (el hombre detrás de las cámaras) realiza un cuidadoso seguimiento de la acción y despliega su vasto conocimiento en animación para sacar lo mejor de los recursos con los que cuenta. La saga ganó en emoción con este enfoque de misiones y eso hay que reconocerselo. Sin anticipar más, debemos decirles que este producto ATP es visualmente impactante, divierte y genera mucha conexión con los adultos que acompañan en sala. Es corta, intensa y vibrante. Un paso adelante para la saga "Planes", así que tenerla en cuenta para estas vacaciones.
La cuestión Malvinas sigue siendo una herida lacerante en la sociedad argentina. Más allá de que por distintas cuestiones, siga en estado latente, su fuerza está intacta. Desde el cine, hemos tenido abordajes de ficción y algunos documentales que dan cuenta de elementos importantes para entender la naturaleza intrínseca del conflicto bélico de 1982. Llega ahora una realización que decide trabajar sobre esa matriz, pero para ello recurre a tres enfoques distintos, marcados por una temporalidad distinta. En 2006, Julieta Vitullo viaja a las islas del Atlántico Sur para profundizar el material necesario para una tesis. En esa oportunidad conocerá a dos ex combatientes que están tratando de reestructurar sus memorias (regresan al territorio casi 24 años después) de visita en Puerto Stanley (Argentino). Allí, de manera casera y un poco desprolija (para el formato cinematográfico) se obtienen testimonios duros, movilizantes sobre cuestiones que hoy en día nos siguen sorprendiendo. Recorridos en vehículos por las amplias planicies, tomas donde el viento es protagonista y el terreno rocoso de la isla van dando el marco geográfico para conocer más sobre la aridez de la vida allí. Años más tarde, en el 2010, los directores Daniel Casabé y Edgardo Dieleke (de quienes ya conocimos la interesante, "Cracks de nácar") regresan con ella a completar la tarea y saldar algunas cuestiones inconclusas que la investigadora trae y son muy personales. En este superponerse de las tres capas (la final sería la guerra misma), le da al documental un estilo bastante personal. Si bien conserva esa espíritu de transmisión, por momentos, tradicional, de la información con la que cuenta, lo cierto es que va generando un cierto espiral de intriga por ir descubriendo algo más de lo que se ve en forma explícita. En lo personal, me gustó la manera en que se editó el corte final (más allá de que demande cierto esfuerzo para el público) aunque, la calidad de la imagen y el audio en parte de la cinta le bajan la calificación. Es cierto que el registro original quizás no fue pensado para la pantalla grande, pero creo que nos debemos material de este tipo de abordajes en la máxima calidad posible. Más allá de eso, "La forma exacta de las islas" vale la pena.
Nos acercamos a las vacaciones de invierno y el cine familiar nacional comienza lentamente a preparar su lineup para captar la atención del público. Dentro de ese espectro, hablamos de una cinta que retoma una saga que creimos cerrada en su tercera entrega, dado que pasaron unos cuantos años desde la últina. A pesar de haber llevado más de 1 millón de espectadores a sala (en 2006, "Bañeros, todopoderosos"), se notaba que la franquicia necesitaba un nuevo enfoque para prolongarse en el tiempo. Luego de que este año tuvieramos la reedición digital y en 3D de la primera, regresa la banda de la última entrega, conformada por Emilio Disi, Pachu Peña, Pablo Granados y Fredy Villarreal a sus andanzas marplatenses, como en los viejos tiempos. Detrás de las cámaras encontramos otra vez, al talentoso Rodolfo Ledo, hombre que sabe mucho de televisión (ha hecho programas como "Socorro quinto año" que promediaba más de 30 puntos en su mejor época) . Si bien muchos discuten su capacidad, lo cierto es que hizo suficientes éxitos para demostrar que conoce de propuestas ATP. En esta oportunidad, trabaja sobre un guión de dos Salvadores: Valverde Calvo y Freire, (el primero es una leyenda con 47 desde la recordada "Quiero llenarme de tí", con Sandro en 1969!!!) y lo primero que hay que decir es que no han modificado la columna vertebral que tuviera tanto éxito (lo cual, anticipamos, no es positivo). Respetaron la estructura de las anteriores para posicionar "Bañeros 4", en esa línea. Digamos entonces que los fans saben que tipo de propuesta encontrarán. Nada nuevo bajo el sol. No hay que buscar en esta saga un libro atractivo, actuaciones convincentes ni humor inteligente. En cambio, se ofrecen gags físicos, cuerpos exuberantes (Luciana Salazar y Karina Jelinek)y mucho clima de fiesta. La historia es casi una anécdota. Nuevamente un balneario, un grupo de amigos que no sabe ni siquiera nadar (siendo "Bañeros") trabajando en él y esta vez, una amenaza de destrucción del lugar si no venden en combo, rápido y con descuentos, las instalaciones y un acuario lindero, propiedad del personaje que juega la imitadora del momento, Fátima Florez. En el desarrollo de la trama aparecerán situaciones con explosiones (no muy bien logradas, debemos decir), diálogos grupales que arrancan alguna sonrisa aislada, varias secuencias en Aquarium con lobos y focas y el clásico ritmo narrativo que evoca productos con poco vuelo, similares a los de la década del 80'. Punto a tener en cuenta: el elenco (excepto Iudica, muy popular en estos años) no tiene tanta exposición televisiva como antes (los comediantes, decimos) y quizás a esta franquicia le cueste más llevar público a las salas. Igual, al elenco no parece preocuparle. Se divirtieron rodando la cinta y eso se precibe al ver "Bañeros 4". Es difícil recomendar este estreno familiar, ya que si nos ponemos serios, hay flaqueza argumental en la realización y una concreción simple y sin sorpresas que no logra poner esta entrega a la altura de (por lo menos) las dos primeras. Destacamos a Nazareno Móttola como el mejor en un cast desparejo y poco propenso a arriesgar en pos de hacer algo original y jugado. Si viste las anteriores y te gustaron, probablemente hasta pases un buen momento. Pero para el resto de los espectadores que no haya sido así, debemos decir que no es una propuesta que patee el tablero u ofrezca diversión garantizada. Estos bañeros están lejos de su mejor forma...De todas maneras, la elección es tuya. Discreto retorno (y un poco menos también).