Y aunque estemos en sala, parece que es hora de adentrarnos en el sabor de la cocina y las complejas relaciones hindúes, vía "Dabba" (Amor a la carta, o "The lunchbox" en su título internacional) que llega a la Argentina después de un interesante periplo festivalero (que incluyó varios premios en Asia y llegara a Cannes el año pasado incluso). Opera prima de Ritesh Batra, este es un film sorprendentemente elegante y sutil como carta de presentación para un cineasta. Quienes piensen que esta es una rom com exótica está equivocados. "Dabba" es una historia de pequeñas transformaciones y conflictos internos. Posee un envase exterior muy atractivo, el apoyarse en el fenómeno que se da en India con las empresas que llevan la comida en "lancheras", cilíndricas y metálicas, desde casas hasta los empleados en la hora exacta del almuerzo. Costumbre estudiada por sociológos incluso, es toda una curiosidad para el mundo occidental. La gente, cocina en sus casas y a la distancia, su comida es llevada personalmente por una persona hasta el destinatario, de manera que su almuerzo pasa a ser no sólo un recreo alimenticio, sino un acto de cuidado hacia quien trabaja. En esta oportunidad, así como en las clásicas películas románticas donde dos desconocidos se cruzan en un lugar donde no deberían hacerlo (y eso cambia sus vidas), dos corazones en baja cruzarán sus caminos en un momento particular de sus vidas. Ila (Nimrat Kaur) es una ama de casa que quiere acercarse más a su esposo, y por ello decide contratar un envío de "dabbawalas" (transporte personalizado de comidas) para agasajarlo con sus recetas y recuperar su atención perdida. Pero algo sale mal y su "tiffin" (el recipiente donde se apilan los diferentes ingredientes sin tocarse) va a parar a Saajan (Irrfan Khan, viejo conocido desde "Life of Pi"), un maduro viudo que está cerca del retiro y quien tarda un tiempo en descubrir que su almuerzo, ya no es de restaurant, sino hecho en una casa por alguien a quien no conoce. Sabe bien y lo atrae la situación. La curiosidad por esta situación, atrae la atención mutua y nuestros protagonistas irán adentrandose en la existencia del otro, a través de cartas, (que van y vienen en la lanchera), construyendo una relación virtual que modificará sus vidas para siempre. La trama tiene un ritmo candencioso, controlado pero a la vez incisivo a la hora de la descripción de ese abordaje. Si bien superficialmente desde el mundo occidental, las cosas las resolveríamos de otra manera, lo cierto es que la parsimonia de la ceremonia de atracción y coqueteo está bien planteada y se apoya en sólidas construcciones de los personajes. Pero Batra no sólo se queda en el embelesamiento mutuo de la pareja, sino que utiliza un secundario fantástico para reflexionar sobre el amor, desde el punto de vista de las Castas y la tradición hindú, el joven encargado de reemplazar cuando se jubile a Saajan, un convincente y querible Shaikh, jugado por Nawazuddin Siddiquihay. En estos diálogos, entre el que busca concretar un amor sin apoyo en su clase social y afianzarse en el trabajo, desafiando su propia condición y el hombre cansado y apagado, sin hijos y al punto de la despedida laboral, es donde "Amor a la carta" logra sus mejores momentos. La cinta moviliza emociones en cualquier tipo de público gracias a su planteo, y si bien quizás el final no sea de los más logrados, lo cierto es que este especiado y particular almuerzo hindú, ofrece calidez y desde el primer momento y está bueno compartir esa sensación en sala. A prestar atención al menú y buscar un buen restó para degustar algunas de las típicas comidas que ahí desfilan!.
Para hablar de “Khumba” hay que comenzar diciendo que el mismo equipo sudafricano que hizo “Zambezia” vuelve a la carga. Con todo lo positivo de aquella producción y también con sus severas limitaciones. De presupuesto, de recursos técnicos, y también de ideas. En favor de este intento, hay que decir que no es sencilla la tarea de pelearle a los grandes estudios espacios en la categoría animación. Desde esa perspectiva, hay que reconocer que la apuesta era arriesgada. La historia es bastante clásica y presenta a una cebra que no tiene todas las rayas que debería tener. En la vibrante Africa las manadas, son más bien conservadoras parece y Khumba, este simpático animal cuyo pelaje no es el mismo a los demás, comienza a parecer una amenaza para su grupo. Nació diferente y es mirada como alguien que no debería estar donde está, siendo incluso símbolo de pérdida del estado de gracia que estos animales tienen en su protegido hábitat. En una sequía importante, sentirá el peso de ser el chivo emisario de su tribu y tomará la decisión de lanzarse a la planicie a buscar una alternativa a su destino. Con sólo la mitad de su cuerpo con rayas, nuestra protagonista necesita obtener lo que le falta, así que cuando aparece la noticia de que un legendario y mágico pozo de agua le permitiría conseguir las rayas que necesitan, Khumba sabe que deberá ponerse en marcha en pos de encontrar algo de paz en su perturbada existencia. Y para ello, emprenderá un camino en busca de su destino, junto a una serie de extravagantes secundarios, un ñu sobreprotector, Mamá V y Bradley, un obsesionado avestruz. Si, hay un malvado (¿cuándo no? Phango, lineal), pero aquí la lucha contra el / los enemigos no sólo es física y de supervivencia del más apto, sino también hay cuestiones delicadas de temple y autoestima que se ponen en juego. El problema es que ningún conflicto parece tener la profundidad necesaria para atraer a la audiencia de edad promedio. Los pequeños de la familia seguirán la trama sin dificultades y probablemente disfruten el interesante y colorido safari que presenta la cinta. Potencia este hecho que los productores son locales y recrean de manera muy vívida el terreno y la fauna de los escenarios. En ese sentido “Khuma” ofrece su mejor faceta: las texturas pueden no ser de lo mejor en 3D, pero son bastante fieles al lugar que caracterizan. Lejos de la velocidad y carisma de clásicos como “Madagascar”, el director debutante Anthony Silverston (y guionista de “Zambezia”) se las ingenia para presentar el mejor producto posible, aunque el resultado es desparejo. Y no es una cuestión de la animación en sí, sino de la historia que presenta, donde se extrañan giros en el guión, más humor y mayor complejidad en la construcción de conflictos. “Khumba” no genera movimiento en la platea, elige posicionarse en un lugar conocido (el típico film infantil donde el protagonico es un sujeto separado de su grupo original de pertenencia y que luego de un cambio personal, termina siendo aceptándose y se transforma en héroe o algo similar) y termina su recorrido como un producto que no trasciende, ni deja huella. Sí hay que reconocerle que se hace camino al andar y quizás sea en próximas entregas, el estudio responsable encuentre más herramientas para refinar sus lanzamientos. Si no hay grandes expectativas, esta película permite que los chicos de la casa pasen un rato entretenidos conociendo más de la fascinante Africa. Quizás no sea poca cosa.
Para poder evaluar, "El Nexo", hay que hablar primero de Julio Arrieta, protagonista y figura central del film que dirige Sebastián Antico. Un artista destacado, gran intérprete, que nos dejó físicamente hace un tiempo y que impulsó el desarrollo de grupos de teatro en su villa, la 21 (Barracas), siendo el primer actor reconocido en medios masivos por su trabajo (incluso tuvo una agencia de casting, sino vean "Estrellas" de Federico León y Mariano Martínez). "El nexo" tuvo muchos problemas de financiación y la producción se demoró alrededor de 4 años, en los cuales Antico estuvo en España, donde consiguió los fondos para pagar los mínimos gastos de realización (cámaras, luz, revelado, transfer). Se terminó de rodar en 2007 y hoy, tiene estreno comercial en el Gaumont, exclusivamente. La idea de esta realización, fue de Arrieta, quien escribió un cuento corto y discutió con Antico la forma de narrar cinematográficamente, su idea de cómo los habitantes de su villa (la 21 es central aquí) se enfrentan a alienígenas que invaden la tierra, en un mano a mano... increíble. En todo sentido. Corre el presente (aunque difuso) y Julio (Arrieta haciendo de sí mismo, casi) tiene un taller de teatro en su casita humilde, en el cual enseña (casi en la indigencia) y prepara una obra sobre extraterrestres junto a sus alumnos. Su esposa Ester (Oviedo), resiste su idea y quiere que deje esas ideas delirantes que tiene, para producir algo de dinero y hacerse cargo de sostener su familia. Sin embargo, Julio siente que su trabajo va más allá del arte y que está llamado a una misión más compleja... El cielo local se ve poblado de naves provenientes del espacio exterior y el caos se apodera de todo. En un clima de desorden (a todo nivel), entendemos que la invasión se produce y eso despierta en nuestro protagonista el deseo de liderar la resistencia junto a sus compañeros de la villa. Es así que, en medio de varios eventos extraños, organizará redes y equipo para luchar contra los invasores. Para quienes no estén preparados para digerir el cine argentino independiente y de bajísimo presupuesto, "El nexo" ofrece poco. Se da aquí la combinación entre un argumento que podría haber sido más trabajado (hay como pequeñas subtramas sin resolución, que desconciertan y restan, en el armado del climax), los modestos recursos que convergen (excepto la banda de sonido, se notan las condiciones en que fue rodado y no se explota el humor para ese abordaje) y una duración no tan ajustada (quizás con menos minutos cerraría mejor). En el haber, hay que decir que Arrieta se cree toda la película. Y transmite esa convicción, en momentos terribles, incluso cuando se sube al estrafalario vehículo-nave espacial (hecho con desechos de autos y quien sabe qué) y recita parlamentos heroicos donde se mezclan ideas de revindicación social con otras ficcionales sobre la invasión. El hombre atrae, y desconcierta (en igual medida) en vísperas de iniciar un raid final al estilo Independence Day o Star Wars. También hay que destacar que Ramón Piedrabuena, Ismael Elizaur y Manuel Rojas tienen condiciones para actuar y hacen lo suyo con solvencia en sus roles secundarios. Que quede claro, apoyamos el cine nacional y valoramos el esfuerzo de Antico y su equipo por traernos esta propuesta, aunque no haya sido lograda, es un intento válido de hacer cine arriesgado en un contexto adverso. Hay que seguir. Por la gente de la 21, y por Julio. Porque la condición económica de las personas no debe restringir su acceso al arte y sus manifestaciones. Ahí es donde hay que afianzar el nexo. Creerlo, y llevarlo adelante, contra extraterrestres o incrédulos terráqueos de clase acomodada.
El suceso “The fault in our stars” está llegando a salas porteñas y debo decirles que esta adaptación cinematográfica dela pieza literaria de John Green, no defraudará a seguidores y fans del escritor. Recordemos que este best seller no es sólo una novela de ficción, sino que aborda cuestiones delicadas en cuanto a cómo enfrentarse, teniendo poca edad, a una de las situaciones más críticas para el ser humano: lidiar con una muerte segura. Hoy, este libro se encuentra traducido en muchísimos idiomas y ha generado una legión de adeptos que comparte pensamientos, frases de autoayuda e intercambia impresiones acerca de la fuerza del amor y el valor de enfrentarse con hidalgía, a lo inevitable. En este caso, “Bajo la misma estrella” (título local que no es traducción exacta), está a mitad de camino entre la premisa de vivir el momento, dejarse llevar por el amor en este presente único (entendiendo que lamentarse por lo inmodificable es fútil y hay que vivir lo que está a nuestro alcance) y dejar una huella, ser recordado, por las acciones que uno lleva a cabo en este pasaje material que es la vida misma. Hay aquí entonces un crossover que le da un sentido particular al material que se pone en juego, rico para el análisis e intenso en emociones fuertes. Por qué? Hazel Grace (Shailene Woodley) es una sobreviviente. Tiene 16 años y lucha contra el cáncer desde pequeña, cuando su tiroides enfermó y la enfermedad se expandió hacia sus pulmones. Un tratamiento experimental la salvó, pero su salud es frágil y porta asistencia respiratoria permanente para poder vivir. Ella es una chica dulce, preocupada por el desgaste que su lucha produce en sus padres y deseosa de complacerlos, dado que percibe su dolor (dice en un momento, que “más duro que tener cáncer, es tener un hijo con cáncer”). Siendo única hija, es el centro neurálgico de su familia. Cierto día, su mamá (Laura Dern), la invita a un grupo de autoayuda entre adolescentes que han sufrido, o atraviesan, la misma circunstancia. Es allí donde conocerá a Augustus (Ansel Elgort), un jovencito muy sagaz, que perdió parte de su pierna por el cáncer, aunque, actualmente está sin síntomas y con ganas de recuperar el tiempo perdido. El impacto será inmediato. Hazel, condenada a no relacionarse con las personas porque sabe que en cualquier momento la enfermedad puede llevarla en poco tiempo a la muerte, quedará impactada por la energía y ternura de Augustus, quien intuitivamente descubrirá la puerta de entrada al corazón de la adorable adolescente, que carga con el tanque de oxígeno portátil a todos lados. Detalle a tener en cuenta. No, no será una relación sencilla. Pero al mismo tiempo, se transformará en una historia de amor en el límite. Fronteriza con la muerte. Hazel y Augustus intercambiarán libros favoritos y eso dará pie a una aventura interesante. El libro de cabecera de nuestra protagonista se llama “An imperial affliction” y si bien es una ficción, la ha movilizado mucho y afecta la manera en que percibe y enfrenta al cáncer en su vida. Es así que Augustus decide contactar al escritor, que vive en Amsterdam (Williem Dafoe) y para sorpresa de todos (es muy reservado y poco se sabe de él desde que se mudó al exterior), el autor acepta recibirlos y evacuar sus dudas con respecto al destino de los personajes de la obra. Sin anticipar más, el viaje cambiará sus vidas y desde allí y hasta el final, la tierna historia de esta pareja iniciará una montaña rusa de emociones encontradas, capaz de movilizar hasta al espectador más imparcial… Josh Boone ya sabe cómo retratar con precisión el mundo adolescente (lo demostró en The Spectacular Now, que no fue estrenada en nuestro país) y aquí demuestra que es un tipo talentoso para describir las sensaciones que producen, el primer amor (en cualquier condición en la que te encuentres), los vaivenes de la relación padres-hijo y la desesperación por aferrarse a la vida, en toda su magnitud. En estrictos términos fílmicos, hay que decir que “The fault is in our stars” (que hace referencia a una línea en el texto de “Julio César” de Shakespeare), es una propuesta muy áspera para el espectador promedio, ya que ataca su emotividad a partir de la segunda hora de una manera, feroz. El film no da cuartel cuando entra en su etapa decisiva y Boone no se ahorra recursos para ahondar en esa línea. Desde esa perspectiva, la llegada del mensaje está asegurada, el precio, quizás, sea demasiado alto. Sin suficientes carilinas a mano, es difícil salir del cine en una pieza. Sí, destila humor y fina ironía en la manera en que juega con los clichés típicos de la enfermedad y nos presenta dos protagonistas queribles y cercanos. Sin embargo, el problema es que nada es demasiado estable y el director elige instalarnos en la sala de emergencias demasiado seguido y ese constante ir y venir conspira contra el ritmo natural de la trama. Hay una abrumadora cantidad de situaciones complejas y no todas se pueden procesar a la velocidad propuesta. Nada hay que decir con las actuaciones de Woodly y Elgort, ámbos están estupendos y tienen la ductilidad necesaria para atravesar cualquier estado emotivo. La banda de sonido cada quince minutos (aproximadamente) aporta algún track meloso y el resto de los rubros técnicos están bien. Dern hace una gran madre (es su mejor trabajo en mucho tiempo) y hasta Defoe, en su pseudo cameo, está creíble. El resultado es una más que aceptable recreación del espíritu de la obra de Green, potenciada con el arsenal de recursos audiovisuales que Boone sabe manejar a la perfección. Extensa, despareja y movilizante. Eso sí, hay que ver “The fault in our stars” en un día óptimo, en buena compañía y con mucha entereza, no es una cinta romántica de teens, nada más. Es un viaje. Ir advertidos.
Lo primero que tengo que decir, es que no leí la clásica obra de José Saramago en la que está inspirado el guión de "El hombre duplicado". Muchos dicen de ella que es una obra maestra así que esperaba con ansias ver como Denis Villeneuve abordaba semejante tópico. Para quienes no han visto "Prisoners", su último y aclamado trabajo, les digo que muchos colegas la señalan como el mejor thriller del 2013. En lo personal, creo que este cineasta tiene poderosas ideas y es muy dúctil para generar ambientes opresivos y amenazantes, dentro de lo que el espectador reconoce como simple y cotidiano. El fuerte de Villeneuve es hacer foco en los miedos primitivos, ampliando y profundizando la percepción y redescubriendo el mundo que nos rodea, desde los elementos más atemorizantes que posee. Eso hizo en su trabajo anterior y aquí, en "Enemy", desliza las mismas estrategias para cautivar al espectador. ¿Qué dirías si supieras que tenés un doble, exacto a vos, en algún lugar cerca tuyo? ¿Cuáles serían las inquietudes que eso te generaría? ¿Qué toca en la fibra interna, el saber que nuestra identidad, desde lo superficial, puede ser confundida, extraviada, perdida...? Adam Bell (Jake Gyllenhall, uno de los mejores actores de su generación ya) es un solitario y gris profesor de historia. En su casa, se dispone a ver una película, que le recomendó un compañero en el trabajo y que esconde una sorpresa singular en su reparto: hay un hombre que es muy parecido a él. Demasiado. El docente comienza a indagar sobre el actor (de nombre Anthony) y va obteniendo más información a medida que crece su obsesión con el tema. Las dos vidas, que son extremadamente distintas, comienzan a relacionarse cuando Adam acosa a su "doble", interfiriendo en sus rutinas y desconcertando a sus respectivas parejas (Melanie Laurent y Sarah Gadon), quienes no logran comprender qué sucede entre esos dos hombres idénticos. Ambos descubrirán que su conexión es mucho más compleja de lo que aparece en la superficie y llegado el momento, una serie de eventos los pondrán cara a cara con una realidad mortal, que desatará en el espectador, un sinfin de conjeturas e hipótesis. No conviene revelar mucho de la trama, pero sí aclarar que "Enemy" es una cinta intricada, críptica, engañosa y que no da respiro. Villenueve conduce al público a un lugar de incomodidad, de a ratos extremo. Y se apoya en una descomunal tarea de Gyllenhall, quien hace todo bien. Lo único cuestionable es esa tendencia del director, potenciada por el guión de Javier Gullón es a que todo, absolutamente todo, parece tener una vuelta de tuerca extra. Como si no hubiera ningún punto de apoyo fijo, lo cual, si bien contribuye al misterio en la trama, tiende por agotar al espectador al no permitirle ningúna certeza. Las posibilidades de interpretación son múltiples y si bien eso está bien, lo cierto es que no tener ningún parámetro tampoco termina por conformar. Sin embargo, reconozco los méritos de "El hombre duplicado", quizás menos a veces es más y esto es algo que el director debería considerar. Ojo, creo que esta es una película que hay que ver, abierto, predispuesto (nada de intentar adentrarse, cansado un viernes por la noche!) y con ganas de debatirla después de la proyección. Lograda y a tener en cuenta.
Para quienes no conozcan a Ramón Ayala, esta es una excelente oportunidad para acercarse a su obra. Para quienes ya lo conocen, representa un fresco intenso sobre su vida, un retrato vivo que se integra a través del ensamble de distintos elementos que aporta Marcos López, famoso fotógrafo que debuta en la dirección de cine con este documental premiado en el último BAFICI. Pensar en Ayala, es conectarse inmediatamente con Misiones, su tierra, su música, su sentir. Si seguís la música folklórica, ya sabrás que este popular intérprete(también pintor) ha logrado captar como ninguno, el sabor de su tierra colorada, mostrando en su repertorio, que es capaz de transmitir emoción e historia, al mismo tiempo. Creador del Gualambao (ritmo de tres pasos con un descanso pensado especialmente para que se baile en su provincia), autor del legendario “Mensú” (donde habla de los procesos de explotación del gaucho en su propio terruño) y también artista plástico (verán en el doc cómo expone su trabajo en un prestigioso museo porteño en La Boca), Ayala es el centro de este relato y López pone al servicio de la tarea, toda la gama de recursos que le conocemos de su primera profesión: la imagen habla, incluso mucho (en ciertos tramos) más que el protagonista de la cinta. Y no está mal. El novel director muestra que rápidamente puede transferir mucho de su caudal a esta realización en tono de biopic. Lo cierto es que López respeta bastante las convenciones, observa con cuidado a su entrevistado aunque libera cierto margen para jugar con temas transversales (por ejemplo, el vendedor de cds truchos que viaja en trenes ofreciendo su material)y le pone su sello a esta mirada, a través de una (esperable) estupenda fotografía. Hablarán de Ayala, músicos amigos (Tata Cedrón, Liliana Herrero, Tonolec, por ejemplo) y también su familia y algún fan bastante particular (como para demostrar que el protgonista es seguido sin distinción de clase). Donde acierta el cineasta es en encontrar diferentes perfiles en la obra del hombre que le canta a la tierra colorada. Seremos testigos de su amabilidad, su ternura y hasta su predisposción para charlar con la gente, ese dato, sirve para entender lo amplio de su popularidad. Sentimos que López, utiliza a Ramón Ayala, como medio para hablar de lo que sucede en el mundo de la cultura, en cada rincón de nuestra tierra. Retrata a un sujeto al que hay que reconocerle su talento, no sólo como cantautor sino como artista plástico, digno de ser admirado. El resultado, es un film colorido, simpático y accesible, esencial para los seguidores del folklorista y quienes deseen descubrir el carisma de su obra.
Paolo Virzi, el hombre detrás de "Tutti I Santi Giorni", ostenta muchos galardones en su tierra natal (obviamente Italia) pero su carrera despegó internacionalmente hacia 2010 con "La prima cosa bella", un film que, sin ser descollante, lo ubicó entre los cineastas más populares de Europa en los últimos tiempos. En esta oportunidad, el hombre ha decidido adaptar la novela del mismo nombre de Simone Lenzi, (en realidad, lo hicieron juntos) junto a su coequiper de muchos años Francesco Bruni. Cuál es la idea detrás de "Tutti..."? Plantear un drama romántico que presente los conflictos de las parejas de hoy, en relación al hecho de tener hijos, en esta actualidad del Viejo Continente, donde nada es fácil, todo es complicado y costoso. Guido (Luca Marinelli) es un apuesto conserje nocturno de hotel. Se ocupa de atender el mostrador cada noche con bastante oficio, ama la lectura (es un intelectual peleandole a la vida, les diría) y viene de una familia de exitosos universitarios. Nos damos cuenta que tenía potencial para ir a estudiar al extranjero, pero... Decidió quedarse, por amor. Vive con Antonia (Victoria Joanna Caiozzo, alias Thony en el ambiente de la música), su novia desde hace seis años. Su perfil es opuesto al de su pareja, sin embargo, ellos tienen una relación pasional y equilibrada. La que les permitió ir superando una cuestión complicada: Guido no duerme en casa de noche y Antonia tiene un empleo de día en una agencia de autos. O sea, uno llega a casa cuando el otro sale. Cómo resuelven esto? Hacen el amor a las 8 de la mañana… Todo va bien hasta que la pareja, que nunca se cuidó en el sexo (dato a tener en cuenta), avanza en la decisión de tener un hijo. Ahí es dónde se pone a prueba la estabilidad de la relación: comienzan los cambios de hábitos, los sacrificios económicos, las consultas médicas… Y eso genera consecuencias que mejor, no anticipar. “Tutti I Santi Giorni” se sostiene a través de la entrañable química que presenta la pareja central. Es el típico caso en que uno, enamorado de un diferente, debe dar el paso a un proyecto nuevo de peso, lo que resquebraja los andamios que sostienen el acuerdo general. Thony es la estrella de la cinta: su Antonia es frágil, inflamable y extremadamente querible. Marinelli es simpático y aporta muchas notas de humor, aunque la sensación a lo largo del metraje es que el conflicto es demasiado esquemático y el tratamiento, podría haber sido más arriesgado. Poco color en los secundarios, una narración sin sorpresas, hacen que el film no termine de despegar. Si, hay que reconocerle el valor en la descripción de la sociedad italiana de estos tiempos: falta de empleo y dinero, pocas posibilidades de desarrollo, crisis. Virzi sabe de cómo abordar parejas y registrar su ciclo vital, atributo que le permite llevar el film a puerto, a pesar de no deslumbrar en el derrotero. Para ver en pareja, sólo si les gusta el cine europeo (y vean la película hasta su última y reveladora escena, ojo con irse antes!).
Salí de sala, pensando en cómo alguna tendencias iban cambiando en el cine familiar. Disney viene reformulando los lazos amorosos clásicos, planos (si me permiten definirlos así), previsibles, por relaciones más complejas, con centro en las parentales, llenas de grises y pasiones encontradas. Supongo que es aggionarnarse a los tiempos que corren: reflejan no sólo el avance de la mujer en todos los campos, ( líder y protagonista casi absoluta en algunos relatos -por ejemplo, "Valiente", "Frozen") sino también un relegamiento de los roles masculinos, con pocos príncipes que toman vuelo o cautivan audiencias masivas. Cuanto menos, llamativo pero seguramente, signo de los tiempos. En esta oportunidad, la tradicional compañía se propone una reinterpretación de "La Bella Durmiente", donde los elementos reconocibles siguen estando (la maldición, las haditas, la rueda de la máquina de coser, etc) pero presentados de otra forma y configurando un escenario distinto, menos simple, más sombrío y definitivamente, más interesante que lo que conocimos hace tiempo. Comenzamos nuestra aventura con una voz en off que nos indica que en la tierra, hay dos países / territorios enfrentados a muerte. El primero está integrado por humanos, y el segundo, por seres mágicos, liderados por una joven hada de increíbles alas y poderes, llamada Maléfica. Cierto día, un niño llega al bosque donde ella mora, para robar piedras preciosas. Al ser capturado, comienza a charlar con la protectora de dicho lugar, y descubre que más allá de su apariencia, las diferencias no son tantas a la hora del intercambio. Es así que Stefan, comienza una larga amistad con Maléfica, que deviene en una especie de romance extraño, con el correr de los años. La antinomia entre los dos lugares termina en otra batalla, y es ahí donde el rey local, derrotado, ofrece una jugosa recompensa, quien debilite o destruya a Maléfica, será el nuevo heredero del trono. Así es cómo la reina del "Páramo" (el territorio encantado) va a ser traicionada por su amigo, quien luego de debilitar su poder (no anticiparemos cómo), se convertirá en el nuevo monarca del reino rival, lo cual llevará a una situación donde el odio se profundizará en la piel de la mujer. Ya sabemos que las reglas serán respetadas en referencia a la historia original, por lo que años más tarde terminará todo en el episodio ya conocido, en el cual Maléfica se presenta en el bautismo de Aurora (hija de Stefan, quien fuera quien la lastimó a todo nivel) y lanza el conjuro que llevará a la joven a vivir la espera de la tragedia, cuando cumpla sus dieciséis años. Del resto, sólo podemos decir que no esperen un seguimiento lineal o una versión amable para los más chicos, sino un relato donde hay odio, sed de venganza y también, emociones encontradas. Nada es blanco ni negro y la historia encierra más sorpresas de la que anticipables... Robert Stromberg es el hombre detrás de las cámaras, que trabajara en efectos visuales en casi un centenar de films y premiado con el Oscar por "Avatar" y "Alice in Wonerland" en la dirección de arte (las influencias de estas cintas están muy presentes en "Maleficent") y en este, su primer largo como responsable final, se luce en la parte técnica, como es esperable. En realidad, debuta (ópera prima) en la dirección con un relato difícil de abordar, una villana que elige el camino del enfrentamiento y el mal, sólo por haber sido herida, y no por encontrarse ese sentimiento en su naturaleza. Ese marco permite que Angelina Jolie no sigua los cánones de los villanos clásicos y pueda dotar a su personaje de una fuerza que subyuga cada escena donde aparece. Sale airosa, pero aún así el balance de la propuesta no luce balanceado... Porque quizás ese sea el eslabón más débil del film: la suerte del film está confiada íntegramente a la mujer de Brad Pitt. Ninguno de los secundarios logra desarrollar interés en la audiencia (lo que hicieron con la caicaturización de las haditas es cuanto menos, discutible) y tampoco Elle Fanning (Aurora) lleva siquiera algo del peso de la trama (luce hasta desorientada, en cada aparición). El guión fue hecho a la medida de Jolie, y eso, lejos de brindar el soporte necesario para el despliegue del resto, sólo nos conecta con una sola vía, que es, el proceso interno que hace Maléfica para elaborar y autoevaluar sus acciones. De difícil llegada al público infantil, y con una visión más madura del conflicto que presenta, Disney se juega a instalar más personajes femeninos fuertes y potenciar sus contradicciones en escenarios menos inocentes y definitivamente más complejos. Aceptable búsqueda, habrá que ver entonces, cómo reacciona la audiencia familiar ante esos cambios.
Una sorpresa en la cartelera porteña es el estreno local de esta coproducción con Perú, "Viaje a Tombuctú", ópera prima de Rossana Díaz Costa. Primero, porque tiene salas en el Gran Buenos Aires para ser vista, cosa que no sucede con este tipo de producciones, y segundo porque su estreno se produce una semana antes que en su país de origen. Hay que decir que ha participado en los festivales latinos de San Diego y Chicago, y ha obtenido galardones en el Festival de Cine de Lima (premio del público online) y el mayor como largo de ficción en el LATINUY (Latino), de Punta del Este. Hay una creciente expectativa por su recorrido internacional, dado que el tema que aborda es realmente movilizante, al instalarse en la descripción de la vida de un grupo de jóvenes en la compleja década de los 80' en el hermano país. Cuenta Díaz Costa que el guión se fue armando en base a sus recuerdos de infancia y adolescencia, material que comenzó a gestarse en los textos del libro "Los Olvidados (no los de Buñel, los míos)" en el cual desgrana aquellos difíciles años en que los enfrentamientos de la milicia contra Sendero Luminoso y la crisis social definían vidas y destinos. "Viaje a Tombuctú" es la historia de Ana (Andrea Patreau) y Lucho (Jair García) quienes se conocen de chicos, pertenecen al mismo barrio limeño ("La Punta", un lugar ideal para el verano), y crecen juntos. Desde pequeños, juegan a imaginarse viajando a un idílico paraíso llamado Tombuctú y viven con sus familias, vidas plagadas de emociones simples y placenteras (ir al cine, compartir juegos, charlas, caminatas). Estamos en una época difícil porque a medida que ellos crecen, la situación social se complica: ya en la adolescencia, comienzan los problemas graves, desabastecimiento, inseguridad, cortes de luz, violencia urbana y enfrentamientos contra facciones terroristas. Ana y Lucho ya están de lleno en una historia de amor y deben enfrentar un día a día muy áspero y crudo: sus amigos planean irse al exterior y desarmar el hermoso grupo que tienen junto a ellos. Lucho toca la guitarra y es fanático de Soda Stereo, su novia muere por "Pasajera en trance" de Tango (aquel experimento sonoro de Charly García y Pedro Aznar) y pasa su tiempo vendiendo grabaciones en cassette de grandes bandas de ese tiempo (Indochine, Radio Futura y bandas locales como Leusemia, JAS y Voz Propia suenan en esta gran banda de sonido). Intentan con su grupo de amigos, como pueden, sortear la dura realidad y vivir su romance de la mejor manera, aunque la vida tiene preparada alguna vuelta de tuerca para hacer tambalear esa relación... Díaz Costa propone una película ambiciosa, donde combina los tópicos clásicos del primer amor (el descubrimiento y su desarrollo), con la amenaza permanente de un escenario que puede lastimar a los protagonistas y que late paralelo a esa construcción. Crea un universo rico en emociones para graficar cómo, la juventud de esos años lograba generar esa resilencia para sostenerse en un clima social tremendo para esa sociedad. Desde el punto de vista del relato, "Viaje a Tombuctú" es una historia simple, bien contada y actuada. La pareja protagónica tiene mucha química y sostienen el interés de manera natural y amena a lo largo del metraje. Pero donde el film explota, es cuando se sube el volumen, ya sea porque Lucho toma la guitarra y le pone palabras a los dolorosos escenarios que atraviesa (mejor no anticipar) o porque Ana baila frenéticamente en sus fiestas de amigos, los hits que conmovieron a toda nuestra generación (quien les habla, tiene 43 y se sintió cómodo y representado en la cinta). En el debe, quizás la mirada está demasiado centrada en un aspecto de la historia y no desarrolla otras cuestiones también potencialmente ricas (por ejemplo, Juan Palomino hace de un padre que comienza con un perfil alto y luego, desaparece en la trama, prácticamente). Esta elección le quita quizás, profundidad y matiz, pero aún así el film luce equilibrado y atractivo. Creo que es una película muy importante para la industria peruana y es un hallazgo que por esto de la coproducción, haya llegado a nuestras tierras. Una buena oportunidad para ver cómo este cine tiene muchos buenos cineastas esperando trascender sus fronteras.
Este documental presenta la historia de recuperación, restitución y puesta en hábitat de un grupo de condores andinos, nacidos en cautiverio (son las aves más grandes voladoras de mayor tamaño en el mundo) , por parte de la Fundación Bioandina y el Zoo de Buenos Aires. El registro de Gustavo Alonso se propone retratar la experiencia, no sólo de quienes llevan adelante el proyecto, sino también de las implicancias culturales que generó sumar a los pueblos originarios al proceso. Durante el 2013 se grabó este ciclo (liderado por el doctor Luis Jacome), y en él encontraremos cómo desde el mismo nacimiento del pichón (cuando casca el huevo), se pone la mirada en acompañar ese desarrollo y organizar el operativo de retorno cuidadosamente, para devolverlo a su lugar de pertenencia. Seremos testigos de los análisis teóricos sobre su comportamiento (es importante decir que los pichones fueron alimentados por humanos que utilizaban títeres de latex y espejos para simular que eran sus padres!!) y el cuidado que cada uno de los participantes tiene para con las aves. Se las reconoce, no sólo desde el punto de vista de su importancia como fauna en peligro de extinción, sino como agentes símbolo de las culturas aborígenes del lugar. Alonso, se resiste en cierta manera a proponer un documental naturalista. Bucea en los intereses y proyecciones de sus entrevistados para delinear lo que le interesa transmitir: aquí hay mucho más que una suelta de un grupo de cóndores criados en un zoológico. Y si bien durante el metraje, vamos construyendo ese concepto, puedo asegurarles que se termina de configurar, en el momento mismo de la suelta de cóndores, en Pailemán. Es ahí donde todas las piezas encajan naturalmente. Emociona (realmente) ver a la comunidad científica reunida para participar del espectáculo, codo a codo con líderes de pueblos originarios que homenajean al cóndor (con rezos y plegarias) como el hermano de la montaña, que los transportará al cielo, en su debido momento. La puesta técnica es sólida y el registro del trabajo realizado por el staff de la fundación es prolijo y movilizante. El director logra descubrir cómo el cuidado de estas aves ha modificado las rutinas de sus protectores hasta modificar completamente sus vidas. Y además, establece claramente la importancia que culturalmente tienen los cóndores en la vida de los habitantes de las zonas cordilleranas. "El cielo otra vez" ofrece un recorrido rico en matices para graficar una experiencia no sólo de protección de la fauna, sino de unidad entre naturaleza y cultura a la que hay que prestar atención.