Rafael Márquez, quien se está formando como médico militar, carga con el peso de su papá en sus hombros, ya que tiempo atrás se convirtió en desertor del ejército argentino, una vergüenza para sus compañeros y familia. Sin embargo, con la llegada de uno de sus colegas y amigos personales, el coronel Santos, se entera de que su padre murió a manos de un ermitaño que vive en la montaña. Es así como se embarca en su búsqueda. “Desertor” es una película que no solemos ver en el cine nacional, la cual se enmarca dentro del western contemporáneo, donde el protagonista busca no solamente venganza por su padre sino realizar una introspección acerca de su pasado para entender mejor los hechos y los valores que lo rodean. Es un film que se ve beneficiado de su fotografía y ambientación, la cual juega un rol central a la hora de enmarcar a la historia. Rodada en Uspallata, Mendoza, en un ambiente árido, desierto y hostil, el paisaje provoca que los personajes se pierdan entre tanta inmensidad y soledad pero a la vez se encuentren con su verdadero carácter y pasado. Lo mismo ocurre con la música que va generando el clima deseado para contar el argumento, por momentos es más nostálgico o dramático y por otros es de suspenso. Presenta un ritmo lento, ya que al principio hay mucho diálogo entre los personajes pero poca acción y luego presenciamos el viaje literal y metafórico del protagonista donde lo real y lo imaginario u onírico se mezclan. Allí entra en juego las tradiciones indígenas, la búsqueda de introspección y los fantasmas del pasado. Sin embargo, existen muchos momentos de tensión que mantendrán atrapado al espectador. Con respecto a las actuaciones, debemos destacar sobre todo las de Marcelo Melingo y Daniel Fanego, cuya experiencia le da cierta solidez a la historia. Ambos actores interpretan a personajes decisivos para la trama, con una personalidad marcada, personificando el mal y el bien en su carácter. Santiago Racca, que hace del protagonista, logra una actuación correcta, no solo en lo corporal, sino sobre todo en lo psicológico y en la transformación de su personalidad a lo largo del viaje. En síntesis, “Desertor” es una película distinta dentro del cine nacional, que si bien presenta un ritmo pausado, logra atrapar al espectador gracias a una mezcla entre lo real y lo imaginario, provocando cierta confusión no solo en los protagonistas sino también en el público, y al atractivo visual, que con la inmensidad de su ambiente se convierte en un personaje más.
Sara vive con su pequeña hija Olivia en una zona rural de Entre Ríos, cerca de unos campos de soja. Un día la beba empieza a presentar síntomas que darían a entender que se intoxicó con agrotóxicos. La nueva película de Emiliano Grieco nos presenta la exposición de una problemática compleja a partir de una historia particular, que puede ser universalizada hacia otras personas. Es un film de denuncia donde no solo se muestran las consecuencias de los agrotóxicos en la salud, sino también las amenazas de aquellos involucrados hacia los denunciantes (tanto las familias perjudicadas como los médicos que tratan estos casos). Se puede ver la impunidad con la que actúan las empresas, sin ningún tipo de límite. Al mismo tiempo, observamos la lucha de una madre soltera por conseguir los medios necesarios para trasladar a su hija a Buenos Aires. La protagonista, Daiana Provenzano, hace una buena labor al retratar a esta joven desesperada, mientras que la beba se comporta muy bien. Es muy difícil trabajar con niños y ella responde muy bien a los estímulos presentados. De todas maneras, esta lucha por momentos le termina usurpando el lugar central que ocupa la denuncia y las consecuencias del uso de contaminantes. Si bien funciona como una buena subtrama y se relacionan de una forma coherente (sin dinero no puede tratar a la hija) en un pasaje del film esta historia corre un poco el eje central del relato y se pone en un primer plano. La música cumple un rol fundamental a la hora de generar un clima de tensión constante, provocándonos esa sensación de que en cualquier momento algo va a suceder. En síntesis, “El rocío” es una película que expone una problemática grave a partir de una historia emotiva. Sin embargo, por momentos se siente que la subtrama cobra mayor importancia que la denuncia.
Lola es una madre de dos niños y una niña, pero ninguno de los padres la acompañan en su crianza. Vive con Omar, su papá, quien un día se lleva a Rosita a comprar unas zapatillas pero no vuelven. Es así como la protagonista comenzará a sospechar lo peor, sumado al descubrimiento de secretos ocultos que guarda su progenitor. “Rosita” comienza como un thriller psicológico donde prevalece la tensión y la desconfianza. Quién es realmente la persona que se tiene al lado, por qué es preferible callar la verdad para que no salga a la luz, qué secreto más oscuro se esconde debajo de la superficie. Pero poco a poco el film va mutando hacia una historia más intimista, profundizando los complejos vínculos familiares y los prejuicios que uno puede llegar a tener en base a experiencias o actitudes del pasado. “Cada familia es un mundo”, resuena un dicho popular, y en este caso la directora hace un buen uso de los recursos narrativos para indagar sobre estas cuestiones. Gran parte del atractivo que genera el film recae en el personaje de Lola, compuesto de una manera muy efectiva por Sofía Britos, a quien la pudimos ver previamente en película “La Omisión”, donde también interpreta a una madre en busca de un futuro mejor, tratando de balancear su rol como progenitora y como mujer. En este caso nos encontramos con un papel donde tiene que lograr un equilibrio entre ser una persona fuerte y luchadora, al mismo tiempo que se encuentra sobrepasada por la realidad y las dudas que se generan a su alrededor. Y la actriz consigue llevarlo a cabo de una manera cautivante. También podemos resaltar las actuaciones de todo el elenco, con tres niños muy frescos y naturales, y un Omar (Marcos Montes) que ayuda a construir esta falta de confianza que siente su propia hija debido a sus errores del pasado. Tal vez la película peca de ser sobre explicativa hacia el final, donde si bien el espectador puede sacar sus propias conclusiones sobre el mensaje que intenta dar la directora, se diluye un poco la tensión y la construcción que se venía dando de muy buena manera sobre la temática de la desaparición y la trata de niños. Por ahí el público esperaba algo de mayor impacto de lo que termina siendo la resolución, pero de todas maneras eso no quita el buen trabajo que se vino haciendo a lo largo de la historia. En cuanto a los aspectos técnicos, nos encontramos con una predominancia de locaciones exteriores, mostrando un poco el caos de la ciudad y cómo afecta en los seres humanos y la tranquilidad de lugares un poco más alejados. La atmósfera y el clima creado tanto por la historia como por las elipsis en los planos, también es uno de los puntos más altos de la cinta. En síntesis, “Rosita” es una película atrapante que mantiene enganchado al espectador durante todo el film, primero por su propuesta de dudas y tensión y luego por la construcción que se hace sobre las relaciones familiares y personales. Las buenas actuaciones terminan de cerrar esta cautivante historia.
“Solo una mujer” (“Nur eine Frau”, en su título original) es una película dirigida por Sherry Hormann, quien toma un suceso que sacudió a Alemania en 2005 para contar la historia de Hatun “Aynur” Sürücü, una joven de 23 años que fue asesinada por su hermano menor debido a que había deshonrado a su familia. Aynur es una alemana de ascendencia turca perteneciente a una familia musulmana ultra religiosa. Sin embargo, ella irá en contra de las creencias y tradiciones, luego de que su matrimonio arreglado no funcionara y se convierta en una víctima de golpes y abusos estando embarazada. De regreso en su hogar, empezará a tener actitudes “rebeldes” que no serán aceptadas por su familia, aunque ella solo quiera una vida feliz e independiente. En esta búsqueda deberá enfrentarse a insultos y amenazas que irán escalando cada vez con más violencia. Como mencionábamos, “Solo una mujer” está basada en hechos reales y su narración nos lo recuerda constantemente mediante fotos y videos que se cuelan dentro de la ficción para ilustrar algunos de los momentos que vivió Aynur. Este recurso sirve también para mostrar algunos instantes dolorosos o más sensibles que no son recreados a través de la actuación, sino de flashes fotográficos que dejan los hechos a la imaginación del espectador. Por otro lado, nos encontramos con una voz en off de la protagonista y víctima, la cual narra en primera persona lo sucedido, incorporando sentimientos y pensamientos propios sobre la historia. Esto interpela más al público y genera un impacto mayor. La película aborda una historia fuerte, donde la directora propone una crítica social a las tradiciones de los musulmanes más ortodoxos y extremistas, muchas de las cuales tienen a la mujer en un segundo plano, mostrándonos su sumisión y el hecho de que cualquiera que salga de aquel rol traerá deshonra a la familia y consecuencias fatales para ellas. Asimismo, estas costumbres se contraponen a la forma de vida occidental de otros personajes que rodean a la protagonista. Por otro lado, tenemos que destacar la labor de todo el elenco, quienes interpretan muy bien cada uno su papel y su rol en la sociedad: los hombres con su machismo reinante y su rol de proveedores y guardianes, las mujeres más sumisas que respetan la decisión de sus padres o hermanos, y aquellos que no comparten esa visión del mundo que miran a la religión ortodoxa como algo arcaico y peligroso. Pero sobre todo tenemos que subrayar el trabajo que realiza Almila Bagriacik, quien se pone en la piel de Aynur y lleva adelante esta lucha por la libertad sin querer dejar de lado a su familia. En síntesis, “Solo una mujer” es una película que interpela al espectador por su sensibilidad, su crudeza, su necesidad de ser conocida dentro de la sociedad. Una historia basada en hechos reales que a través de sus recursos de montaje y fotográficos nos propone una narración original y atrapante, como también se sustenta de una buena manera gracias a su protagonista. Una cinta impactante y necesaria, sobre todo en los tiempos que corren, para que ninguna mujer deba transitar por situaciones semejantes ni vivir en contra de su voluntad.
Cada colegio tiene su tradición y transmite distintos valores que compartirán sus alumnos y egresados, incluso tiempo después de haber terminado los estudios. Gymnasium, una prestigiosa escuela de Tucumán, realiza todos los años un campamento único para varones. Martín Falci, director del film y egresado del colegio, retratará una semana en aquel lugar, en medio de un contexto bastante especial. El establecimiento dejará de ser exclusivamente de chicos y justo unos meses antes murió uno de los alumnos del último año. Estas sensaciones se mezclarán dentro del relato. “La Hermandad” plasma entonces la experiencia de un grupo de chicos de 10 años que vive por primera vez este campamento, mientras que son guiados por alumnos mayores. Veremos su adaptación al lugar, los juegos, los desafíos que tienen por delante, a través de un registro observacional. El film es un documental, en el cual la cámara no interviene sino que retrata la realidad a su alrededor. La simpatía de los chicos y las distintas emociones que van atravesando, como alegría, frustración, miedo, entre otras, logran cautivar al público. Muchas de las acciones que realizan son por el mero sentido de pertenencia, no porque elijan hacerlo. Realizando una crítica al estilo de prácticas que vemos en el film, el director nos muestra las contradicciones de aquella experiencia. Mientras que los alumnos más grandes hablan en contra de la violencia, tomando como eje la pérdida de un compañero, los rituales y juegos por los que atraviesan los más pequeños están llenos de contacto físico y violencia verbal, donde la masculinidad de cada uno se pone a prueba. La película aborda el crecimiento de estos chicos, quienes deben dejar atrás la niñez y viajar lejos de su familia a un lugar inhóspito, la superación de obstáculos, la amistad, entre otras cuestiones, desde una mirada puramente masculina. Si bien existen momentos de emoción, la mayoría del tiempo los chicos no se permiten sentirse mal o llorar, tienen que demostrar que pueden con toro. La película busca criticar y deconstruir esta imagen que se crea de cómo debe comportarse un varón mientras busca y desarrolla su identidad. Los aspectos técnicos son correctos, donde se destaca sobre todo la utilización de la locación como un personaje más. Todo sucede en el campamento. En síntesis, “La Hermandad” busca realizar una crítica sobre las prácticas masculinas ligadas a la violencia y los estereotipos de comportamiento, donde el contacto físico supera a las emociones. A partir de un registro observacional y con la experiencia propia del director de base, la película logra cumplir con su objetivo.
Luego de ocho años de haber dirigido su última película “Porfirio”, el realizador colombo-ecuatoriano nacido en Brasil, Alejandro Landes, vuelve a la pantalla grande con una coproducción entre nueve países (Argentina, Colombia, Holanda, Alemania, Uruguay, Dinamarca, Suecia, Suiza y Estados Unidos) que impacta por su temática, su tratamiento y magnetismo visual y sonoro. “Monos” se centra en un grupo de guerrilleros conformado por adolescentes, quienes tienen la misión de cuidar a la Doctora, una rehén estadounidense. Pero el resto del tiempo se lo dividen entre un arduo entrenamiento (sobre todo cuando reciben la visita de su superior una vez cada tanto) y momentos de ocio, donde la sexualidad y las emociones reinan. Desde el primer momento la historia que se presenta es atractiva por el enigmático relato que se introduce. Nos muestra a un grupo de chicos, de los cuales no sabemos más de lo que vemos durante el film (no tenemos un contexto de los personajes, ni quiénes son, ni por qué están ahí, ni siquiera nos enteramos de sus nombres ya que todos se llaman por apodos) y que, a diferencia de lo que podríamos esperar de adolescentes comunes y corrientes, viven en un mundo violento. Y esa violencia se observa no solo en el entrenamiento, sino incluso en los juegos y rituales (por ejemplo un saludo de cumpleaños), algo totalmente naturalizado. No conocen otro universo más que ese y se comportan conforme a ello, pese a que no dejan de ser niños. A medida que va transcurriendo la historia, el grupo se vuelve cada vez más rebelde y anárquico, donde todo vale y no hay autoridad o regla que sirva para limitar la fuerza impuesta por algunos de sus miembros. Con cambio de locación, de un espacio abierto y frío a la cálida y peligrosa jungla colombiana, comienzan los conflictos internos, las dudas y la revelación de la verdadera personalidad de cada uno de ellos. Esto genera un clima de constante tensión, donde ni los personajes ni el público saben qué es lo que puede pasar. Esta sensación se ve acrecentada por la utilización de una música potente y estridente. Además de la destacada banda sonora, la historia también se beneficia de sus locaciones. Si la misma ocurriera en otro lugar no cobraría la misma importancia. Asimismo, el film va alternando primeros planos de los personajes, para mostrar sus estados y emociones, con planos más generales donde se prioriza más el paisaje que a las personas, demostrando el aislamiento del grupo. Con respecto a las actuaciones, nos encontramos con actores prácticamente desconocidos que logran componer de gran manera a sus personajes. Se trata de un elenco coral, aunque hay algunos roles que sobresalen por presentar un mayor liderazgo (no necesariamente en un buen sentido), pero cada uno tiene su momento para destacarse. Con algunos se puede empatizar un poco más que con otros debido a las actitudes que van desarrollando a lo largo del metraje, pero todos generan algún tipo de sentimiento. En síntesis, “Monos” es una atractiva propuesta que va escalando en intensidad a medida que la historia se vuelve cada vez más violenta, anárquica e impredecible. Una interesante trama bien llevada a cabo por sus intérpretes, como también por un atinado acompañamiento de la música y la escenografía.
Siempre conocimos al Joker o Guasón como uno de los grandes enemigos de Batman, pero esta película se centra solamente en él y en sus orígenes, desde una perspectiva mucho más psicológica, cruda e impactante, algo que sin dudas traerá polémicas. Pero no podemos negar que estamos frente a un film que provocará un montón de sentimientos y no dejará indiferente al espectador. “Joker” nos presenta a este personaje con un trastorno mental que lo hace ser diferente, con una risa incómoda en momentos inoportunos, y que será víctima de una sociedad que lo ignora y lo maltrata, provocando su transformación hacia un psicópata. También se toma el tiempo para homenajear al cine de Martin Scorsese, en especial a “Taxi Driver” y a “The King of Comedy”, no solo en ciertos elementos narrativos sino también con algunos recursos estilísticos. Además del buen tratamiento que se le da a la historia, tenemos que subrayar el magnífico trabajo que hace Joaquín Phoenix a la hora de retratar al Joker. No solo bajó 26 kilos para ponerse en su piel y pasó 4 meses practicando la emblemática risa, sino que logra llegar a los lugares más profundos del personaje, haciendo que uno pueda ponerse en sus zapatos y empatice con un villano. Completan el elenco Robert De Niro y Zazie Beets, a quien vimos en “Deadpool”, dos personajes que ayudan a detonar la personalidad del protagonista. También el trabajo técnico está muy bien realizado, con una música nostálgica y poderosa que acompaña a la historia y una buena ambientación para retratar a ese Gotham caótico que presenta el film. “Joker” es una película angustiante, cruda, realista, impactante y perturbadora, que va mostrando la transformación de un marginado de la sociedad, que por cuestiones propias y ajenas a él va mutando hacia un ser peligroso. Un relato que impactará, para bien o para mal, a todos.
Jorge “Muralla” Rivera supo ver tiempos mejores. Pero su pasado como ídolo futbolístico quedó atrás y ahora vive como puede, de una manera muy humilde, con un hijo internado esperando un transplante y sumiéndose en el alcohol para calmar las penas. Frente a la desesperación de conseguir dinero, recurrirá al secuestro de jóvenes, un acto que resulta simple por su trabajo de chofer de un minibus. Sin embargo, luego de la muerte de su pequeño tomará conciencia de sus actos e intentará redimirse. “Muralla”, la película que representará a Bolivia para los Oscars, nos ofrece un thriller con tintes de drama familiar que atrapará al espectador desde un inicio por la profundidad de su temática y el clima de suspenso intenso que genera. Es una radiografía sobre la sociedad, la decadencia humana, los límites que estamos dispuestos a cruzar, las decisiones moralmente cuestionables, la redención y la corrupción. Estos temas están abordados de una manera profunda, realista y pesimista, provocando sensaciones de angustia en el espectador. Además, se ven plasmados en la construcción del personaje, que poco a poco se va sumergiendo en el infierno. Fernando Arze Echelar realiza una gran labor a la hora de interpretar al protagonista, poniéndose la película al hombro, a pesar de estar bien acompañado por el resto del elenco, entre ellos con una participación de Pablo Echarri como uno de los antagonistas. El actor principal construye un personaje marginal, que por más que tenga buenas intenciones, su desesperación lo lleva a irse degradando de a poco. No solo lo logra transmitir con sus acciones y actitudes, sino también con sus gestos. La película se arriesga en sus aspectos técnicos, por momentos con abusos de ciertos recursos, pero usa posiciones de cámara interesantes que suman a la historia, como también presenta una atinada fotografía a cargo de Gustavo Soto que marcará la decadencia del protagonista. La banda sonora acompaña de una manera óptima, sobre todo para marcar y acrecentar los momentos dramáticos. En síntesis, “Muralla” es una película poderosa, que se sumerge en un submundo marginal para realizar una radiografía social sobre la decadencia moral y humana. Muy bien interpretada por su protagonista y con buenos recursos técnicos, la cinta atrapará al espectador de principio a fin.
Si hay una pasión que nos caracteriza a la mayoría de los argentinos es el fútbol. Domingos en la cancha, comidas de por medio con amigos o familiares y discusiones acaloradas con quienes pertenecen a otro club. En este contexto se enmarca “Todo por el Ascenso”, una película que se centra en dos amigos, Néstor y Rafa, hinchas de Sarmiento, un equipo que está por jugar su último partido en Mendoza para definir si finalmente va a ascender o no. Ambos planearán un viaje perfecto para apoyar a su club pero todo se complicará cuando aparezca Fabián, un mufa que nunca lo vio ganar un partido. Ahora el ascenso está en juego, a menos que Fabián no llegue a la cancha. “Todo por el Ascenso” es la ópera prima de Jorge Piwowarski, quien también realiza la tarea de Dirección de Fotografía del film. Su premisa es tan sencilla como efectiva: dos protagonistas que tienen que resolver un conflicto y deberán pasar por una serie de obstáculos para lograrlo. La película cumple con su función de entretener, con algunos gags divertidos que se relacionan con la suerte/mala suerte y las situaciones hilarantes por las que transitan los protagonistas. Además, habla de la pasión, de la amistad, de la familia. El film está protagonizado por Ariel Pérez De María (“Permitidos”), Tomás Fonzi y Fernando Govergun (un ex “Cebollitas” y “Amigovios”). Los tres realizan una buena labor, aunque por momentos llevan a sus personajes hacia el extremo de sus personalidades, sintiéndose un poco sobreactuado. De todas maneras, logran construir y transmitir el vínculo de este grupo de amigos. En cuanto a los aspectos técnicos, tenemos un montaje un tanto sucio, con saltos en la imagen. Lo mismo ocurre con algunos planos, que se siente que otros podrían haber resaltado más determinados instantes narrativos. Eso genera que por momentos el espectador le preste más atención a la edición que a la historia. La música acompaña de buena manera, creando el clima deseado para cada situación. En síntesis, “Todo por el Ascenso” es una buena apuesta de Piwowarski por contar una historia muy nuestra, que habla de la pasión y de la amistad. La película logra su cometido gracias al trío protagónico, si bien se podría haber ajustado un poco más en los aspectos técnicos.
La dictadura de Francisco Franco duró desde 1939 hasta 1975, provocando grandes consecuencias en el pueblo español. Muchos opositores fueron desaparecidos, torturados, asesinados y tirados a fosas comunes sin ningún tipo de identificación. Luego de la muerte de Franco y debido a la Ley de Amnistía promulgada en 1977, no solamente se liberaron presos políticos antifranquistas sino que muchos represores gozaron de impunidad durante décadas, permaneciendo en el poder pese a los reclamos de una parte de la sociedad. “El Silencio de los Otros” es un documental producido por Pedro Almodóvar, que a lo largo de 6 años se centra en retratar a los familiares de las víctimas en busca de justicia. Para ello, los directores Almudena Carracedo y Robert Bahar se van a basar en lo que sucede en España, donde abogados de derechos humanos y víctimas construyen la querella debido a que muchos de los dirigentes que han llegado al gobierno sostienen que el pasado no debe ser removido y que el futuro del país es hacia adelante, y en Argentina, donde la jueza María Servini de Cubría toma el caso bajo el principio de jurisdicción universal para poder hacer valer los derechos de los familiares a pesar de los inconvenientes que surgen desde su lugar de origen. A partir del relato de los familiares de las víctimas, mediante entrevistas y el acompañamiento durante su búsqueda, el film busca retratar este movimiento ciudadano que logró un hecho inédito a pesar de todos los obstáculos con los que se encontraron en su camino. Los testimonios provocan emoción y tristeza, sobre todo por la edad de algunos de los protagonistas que piden justicia por sus padres. Cada uno de ellos logra cierta empatía y que el espectador pueda ponerse en su piel, principalmente teniendo en cuenta las similitudes con nuestro período oscuro de dictadura. A lo largo del documental se abordan varias temáticas, como la memoria colectiva de un pueblo cuyos jóvenes no conocen lo que sucedió porque de eso no se habla, cuyos presidentes no ayudan a hacer justicia y que queda solo en manos de los familiares de las víctimas poder lograrlo; el tiempo, uno de los principales enemigos del recuerdo y de los protagonistas más avanzados en edad; la búsqueda de la verdad para cerrar heridas, entre otros. En cuanto a los aspectos técnicos podemos destacar la producción que hay detrás del documental, debido a los viajes que realizan los protagonistas y las visitas a distintos lugares emblemáticos de su historia. Se nota la investigación y el tiempo invertido para poder contar la historia completa, desde sus inicios en la lucha hasta la conclusión con un sabor agridulce. En síntesis, “El Silencio de Otros” es un interesante documental, cuidado y bien elaborado, que nos interioriza en la lucha de un grupo de familiares de víctimas del franquismo y su búsqueda constante de justicia, a pesar del impedimento puesto por el gobierno español y la ayuda argentina para llevar a cabo este pedido de verdad. Un retrato de la sociedad pasada y actual y un llamado a avivar la memoria colectiva para que no se vuelva a repetir, a partir de testimonios conmovedores y reveladores.