Esta comedia italiana se centra en Sergio, un maestro mayor de obra que tiene un affaire con la ex cantante Sabrina. Si bien ambos están enamorados e imaginan una vida juntos, no la pueden concretar por cuestiones económicas. Esto parece cambiar drásticamente cuando Sergio se entere de que ganó la lotería y es millonario. Así comenzarán una nueva vida, donde ambas familias realizarán un viaje que los transformará para siempre, aunque todo esto finalmente se trate de una broma. Es así, como la pareja tratará, por todos los modos, de mantener la farsa lo máximo posible, mientras que tendrán que lidiar con los pedidos de los miembros de la familia. «Ricchi di Fantasía» es una película que mezcla el género de comedia con el road trip para ofrecernos una historia que cumple a la hora de entretener pero que no nos otorga nada novedoso. Se trata de una típica película en la cual dos familias que no se llevan bien entre sí terminan aceptándose a partir de compartir un viaje y tener que sostenerse en los malos momentos. Sin embargo, la evolución y transformación, tanto de los personajes individuales como del colectivo en general, no resulta tan significante ni profunda. Por momentos el acercamiento entre los distintos roles se nota forzado. En cuanto a la comedia propiamente dicha, tenemos algunos instantes graciosos, pero el guión más que nada busca retratar el costumbrismo de esta familia italiana a través de los estereotipos marcados y momentos grotescos. Esto se puede ver también en la confección de los personajes. Con respecto a los aspectos técnicos, tenemos un buen trabajo de ambientación, sobre todo de los distintos lugares a los que visitan la familia, como también un logrado acompañamiento de la banda sonora, que le imprime cierta gracia y frescura a la historia. El uso de la vestimenta también es correcto y por momentos tiene gran importancia dentro de la trama. En síntesis, «Ricchi di Fantasía» es una comedia que cumple a la hora de entretener, ya que brinda una historia dinámica con algunos momentos de diversión, pero no termina aportando mucha novedad a este tipo de tramas, cayendo en lugares comunes.
Después de su paso por el Buenos Aires Rojo Sangre, llega a las salas comerciales la segunda película que realizó el director Matías Szulanski durante 2019 (la primera fue «Astrogauchos» en junio, además de haber dirigido «Pendeja, payasa y gorda», «En Peligro», entre otras en los últimos años). Se trata de «El Gran Combo», una cinta que a partir de un elenco coral va conformando una historia interesante y visualmente atrapante. Todo comienza cuando Princesita le encarga al Bastardo comercializar su producto característico pero las cosas no salen según lo planeado. Por otro lado, Yolanda contrata a Nicki Nicole para realizar un trabajo aparentemente sencillo y ella, a su vez, suma a una vieja amiga Rocío Ro-Ro para que la ayude. También todo se complicará y ambas historias terminarán entrelazadas. A simple vista lo que más llama la atención de «El Gran Combo» es su estética, con una puesta en escena donde se distinguen los colores fluorescentes tanto en la ambientación como en la vestimenta de los personajes. La misma está acompañada de una buena manera por una banda sonora de electropop que le otorga un ritmo dinámico a la trama. Con respecto a la historia, es interesante la forma en la que se la cuenta. Dividida en capítulos, poco a poco se nos van presentando los distintos personajes, que si bien no tienen mucha profundización representan cada uno a un arquetipo de persona. Lo mismo sucede con la trama en sí misma, la información se va revelando a cuentagotas y el espectador va recibiendo los hechos como si de un rompecabezas se tratara para ir conectando los distintos puntos del argumento. Es una historia sencilla que no ahonda mucho en las distintas situaciones, sino que hace más hincapié en la manera en la que se la relata. En este sentido, debemos destacar también el clima de tensión logrado, en el cual el espectador no sabe qué sucederá con cada uno de los personajes. La violencia y la sangre se hacen presentes para aportar una cuota de gore al relato. Dentro del elenco tenemos una gran presencia femenina en la mayoría de los roles, sobre todo en los de más importancia y liderazgo, que ofrecen distintos tipos de interpretaciones, algunas más acertadas que otras. En síntesis, como suele suceder en la filmografía del director, «El Gran Combo» es una película que se destaca más por el cómo que por el qué. La historia sencilla y sin tanta profundidad se eleva por la creativa manera de contar las cosas, la puesta en escena y la música vibrante.
Luciana y Fátima son compañeras de cuarto en una institución religiosa que ayuda a madres adolescentes que no pueden sustentarse por sí solas. Si bien sus personalidades son completamente opuestas, crearon una amistad que entrará en crisis con la llegada de Sor Paola, una joven monja italiana que vivirá en dicho lugar antes de tomar sus votos. Después de muchos años realizando documentales, la directora nacida en Italia pero radicada en Argentina incursionó en la ficción con su ópera prima “Hogar”, una obra sensible que se centra en esas jóvenes que no están preparadas ni emocional ni económicamente para ser madres. Delpero busca construir una historia sin caer en estereotipos ni crear críticas o juicios hacia sus protagonistas, sino donde se muestre un abanico de personajes más complejos. Principalmente se centra en dos bien opuestos pero que se complementan. Mientras que Luciana trata de vivir su vida como si nada hubiera pasado, preocupándose más por las salidas que por su maternidad, Fátima decide recluirse en la institución y ocuparse de su hijo (y de la bebé que está en camino). A pesar de sus diferencias, en ambas existe cierto rechazo o distancia hacia sus pequeños, no terminan de abrazar del todo su costado maternal. Sor Paola es quien termina de conformar este trío protagónico, una mujer decidida a dejar su vida atrás para dedicarle sus días a la religión, pero se irá transformando poco a poco, sobre todo cuando empiece a relacionarse con Nina, la hija de Luciana. Como espectadores no conocemos el pasado de estas mujeres, su contexto o lo que tuvieron que transitar hasta llegar a esta situación, sino que nos quedamos en su presente, con sus aciertos y sus fallas. Con respecto a las interpretaciones, hay que destacar la labor de Agustina Malale (Luciana) y Denise Carrizo (Fátima), dos actrices debutantes que logran componer con creces ambos personajes tan conflictuados. Pero sobre todo tenemos que subrayar el trabajo realizado con los más pequeños, principalmente con la niña que hace de Nina, que a su corta edad transmite en sus gestos la necesidad de afecto y la preocupación. En el guion se plasma la inocencia de estos chicos que no terminan de comprender el contexto que los rodea ni la situación de sus madres pero que transitan su vida con total naturalidad, aunque algunos de sus diálogos puedan resultar impactantes. La puesta en escena es bastante sencilla y austera, aunque tiene un gran trabajo de ambientación: la única locación que vemos es la de este enorme centro, donde las madres duermen, comen y realizan distintas tareas y donde sus hijos asisten al jardín con una educación meramente religiosa. Acá se produce una contradicción entre lo preceptos que se enseñan en la institución, como el concepto de familia, y la realidad que viven estas mujeres. En síntesis, sin realizar ningún tipo de juicio a sus personajes, la directora busca ofrecernos un relato intimista, emotivo y con tintes del género documental, pero sin caer en golpes bajos. Un mero retrato de aquellas mujeres que son madres a muy corta edad y que no solo tienen que aprender a cuidar a sus hijos sino también deben lidiar con su propio crecimiento.
Basada en la novela homónima de Nicholas Searle, «El Buen Mentiroso» se centra en Roy y Betty, dos adultos mayores cuyas parejas de hace muchos años fallecieron y buscan rehacer su vida a través de un sitio de internet. Sin embargo, las cosas no son siempre como parecen: Roy no tiene tantas intenciones de encontrar una nueva compañera pero sí pretende quedarse con su dinero. A lo largo de todo el film, la historia logra atrapar al espectador por su ritmo dinámico y a partir de las distintas maniobras que realiza Roy para acercarse a Betty. Tiene que afrontar una gran cantidad de obstáculos para cumplir con su objetivo, principalmente porque el nieto de la protagonista no ve con buenos ojos a este nuevo pretendiente, y deberá mantenerse siempre alerta. La trama y el clima de suspenso se sustentan principalmente por las buenas actuaciones de una dupla ideal: Helen Mirren e Ian McKellen, dos de los grandes actores británicos que logran encarnar de buena manera a sus personajes. Mientras que ella es inocente, compañera y dedicada, él nos ofrece un papel más picaresco, con mucho ingenio y formas de salir bien parado. Sin embargo, el film decae hacia su final. Con historias atrapantes como estas se espera un desenlace sorprendente e impactante. Y si bien nos ofrece un giro que le otorga otro sentido a la trama, resulta por un lado predecible en su forma y rebuscado en su contenido. Se justifica a partir de un flashback que nos cuenta algo que nunca se sugirió a lo largo de toda la película, volviéndose forzado y hasta absurdo. Como que para querer darnos un final impactante se buscó algo salido de la nada. Eso hace que el buen sabor que nos estaba dejando la cinta se vea perjudicado por cierta incoherencia de la historia. Habría que ver si lo que se cuenta en la novela se resuelve de la misma manera y esto es simplemente una fiel adaptación o si vino de la mente propia del guionista. En síntesis, «El Buen Mentiroso» es una película que atrapa durante todo el film y que nos cautiva no solo desde un guión ágil y que nos mantiene atentos, sino sobre todo por la grandeza y eficacia de su elenco. Sin embargo, el final no termina de ser convincente, bajando la calidad del film.
Basada en la obra teatral de Anthony McCarten escrita en 2017, “Los dos Papas” se centra en la figura de Benedicto XVI y de Jorge Bergoglio, quien posteriormente se convertiría en el Papa Francisco. Principalmente podremos ser partícipes de los intercambios entre ambos personajes con dos visiones del mundo totalmente opuestas. Si bien a priori podría resultar aburrida, demasiado estática o teatral, porque nos encontramos frente a conversaciones entre dos personas, la película de Fernando Meirelles (“Ciudad de Dios”) logra cautivar desde todos sus aspectos, volviéndose una historia digna de ver y de disfrutar, ya sea en la pantalla grande en las pocas salas que la proyectan a partir del 5 de diciembre o cuando llegue a la plataforma de Netflix el 20 del mismo mes. Uno de los grandes aciertos del film es el elenco que presenta. Jonathan Pryce no solo tiene un gran parecido físico al Papa Francisco, sino que logra encarnarlo de la mejor manera. El actor galés presenta la esencia de aquel hombre humilde, que rechaza los lujos y que pretende construir un lugar más igualitario y menos conservador. Si bien intentó darle un acento argentino al personaje, aprendiendose el guion correspondiente, finalmente se decidió doblarlo para preservar nuestra tonada característica. Aunque pueden notarse un poco los hilos en la realización, Pryce hace un buen trabajo de movimiento de labios para que todo parezca más realista. La versión de Francisco joven, cuando todavía era Jorge Bergoglio, fue interpretada por Juan Minujín, quien le dio el toque más emotivo y crudo, mostrando los momentos internos más complejos del personaje como también los más difíciles para el país en los que estuvo, en cierta manera, involucrado. En el lado opuesto se encuentra Anthony Hopkins como Benedicto XVI, un hombre tradicionalista, que busca preservar a la Iglesia como institución, aunque eso signifique tapar ciertos hechos aberrantes que de ver la luz alejaría a los fieles. No hace falta recalcar el buen trabajo de composición que hace este gran actor y junto a Pryce conforman una dupla magistral. En ambos personajes podemos ver su evolución y con ello los mensajes que quiere transmitir el director: habla de redención, de perdón, de culpas, de misericordia, de transformaciones. Por otro lado, debemos resaltar el guion del film, que como mencionábamos anteriormente es una adaptación de una obra teatral del mismo guionista, que mezcla realidad con ficción para seguir indagando en la vida de personas públicas, como lo hizo en “La teoría del todo” (2014), “Las horas más oscuras” (2017) o “Bohemian Rhapsody” (2018), convirtiéndose ya en un especialista dentro de las biopics. El tono que mantiene la película es muy ameno, a pesar del drama y los dilemas a los cuales se enfrentan ambos protagonistas, también tenemos momentos de humor necesarios para sobrellevar esta carga. Mucho tiene que ver con lo opuestas que son sus personalidades y cómo repercuten en el otro. Y si bien se presenta un contexto religioso enmarcado dentro de la Iglesia católica, se logran tocar temas controversiales a partir de una mirada crítica a, por ejemplo, los abusos de menores dentro de la institución. Con respecto a los aspectos técnicos, podemos destacar el vestuario y la ambientación de la cinta, que a pesar de no tener el permiso del Vaticano para filmar, lograron retratar la atmósfera de dicho lugar de una manera imponente no solo para aquellos religiosos sino para todo el mundo. Lo mismo sucede con la recreación de época cuando se trata la temática de la dictadura militar argentina en los ‘70. En cuanto a la música, se hace presente en pocos momentos pero claves para generar algún clima o emoción, con algunos temas conocidos reversionados. En síntesis, “Los dos Papas” va a cautivar a todo el público, sin importar sus creencias. Porque a fin de cuentas no se trata de un film sobre religión, sino sobre la visión de dos importantes líderes que tuvieron y tienen en sus manos el poder de realizar cambios profundos y que a lo largo de su vida fueron transitando transformaciones internas. Esta película los humaniza porque los hace salir de su rol y nos permite conocerlos más internamente (con su cuota de realidad y también de ficción). Un film que sobresale por las actuaciones de su elenco, por el tratamiento de temas controversiales y la vuelta de tuerca que lograron darle tanto su director como su guionista para que las conversaciones entre dos personajes puedan tener movimiento.
Luego de su debut como realizador en 2017 con «Los Globos», Mariano González vuelve a la pantalla grande para contarnos la historia de Luisa, quien durante su trabajo como niñera, y frente a la visita de su novio Miguel, se distrae y el pequeño Felipe termina internado. Es así como veremos las consecuencias por las que tendrá que atravesar la protagonista. “El cuidado de los otros” es una película que se sostiene sobre todo por la actuación de Sofía Gala Castiglione como la protagonista, quien a causa de esta pequeña distracción su mundo comenzará a derrumbarse, como también su estabilidad emocional. Las consecuencias materiales no pasan a ser más que la pérdida del trabajo, pero en el ámbito sentimental se despertarán en ella muchas sensaciones debido a este vínculo que se rompe entre ella y el niño: culpa, impotencia, desesperación, preocupación, empatía, ambigüedad de querer ayudar a su novio pero a la vez reconocer que estuvo en falta e incluso una obsesión con esa familia que ahora la rechaza. La actriz logra transmitir esta transformación a través de sus gestos y actitudes: dice más con una mirada que con las palabras, ya que tampoco nos encontramos con una gran presencia de diálogos. Si bien está bien acompañada por el resto del elenco, es ella quien se luce y se pone la película al hombro. En cuanto a los aspectos técnicos nos encontramos con una sobria puesta en escena, donde se destaca el clima tenso que se genera alrededor de la situación y de los personajes; no sabemos qué puede pasar. Sin embargo, y a pesar de que la película dura 72 minutos, por momentos se siente algo extensa y repetitiva hasta su final que concluye de una forma abrupta y nos deja con ganas de saber más sobre el momento que está ocurriendo. Es interesante también cómo el director no le da todos los recursos servidos al espectador, sino que este tendrá que sacar sus propias conclusiones sobre lo sucedido y terminar de atar los cabos sueltos de las diversas situaciones, apelando a su imaginación y haciéndolo partícipe de la historia. En síntesis, “El cuidado de los otros” es un film correcto que se sostiene gracias a la actuación de Sofía Gala Castiglione y de la composición de su personaje, como además del clima tenso que se genera, a pesar de sentirse un poco extenso y reiterativo.
“El Irlandés” está basada en hechos reales que rodean la escena política y social norteamericana a lo largo de las décadas del ’50, ’60 y ’70. Más precisamente, ahonda en la figura de Frank Sheeran, un veterano de la Segunda Guerra Mundial, estafador y sicario que fue apadrinado por Russell Bufalino, una figura importante dentro del crimen organizado. Es así como le presenta al sindicalista Jimmy Hoffa y se convertirá en su mano derecha. Martin Scorsese vuelve al cine para ofrecernos tres horas y media de pura cinefilia, donde trata nuevamente algunos de sus temas clásicos como la mafia, junto a sus actores fetiches y una narrativa que no da un minuto de respiro. En “El Irlandés” todo está perfectamente articulado: a pesar de su duración, la historia es atrapante y está contada con un ritmo dinámico. En ella confluye el suspenso, el drama y algunos momentos de humor. Esto es posible también gracias al maravilloso elenco que conforma el film: Robert De Niro nos brinda una de sus mejores interpretaciones, con matices que van desde la violencia hasta el arrepentimiento. Al Pacino lo acompaña con una actuación imponente y una magnífica presencia en pantalla. Además, tenemos el enorme placer de ver a estas reconocidas figuras trabajando juntas una vez más pero de la mejor manera. Y también podemos destacar la labor de Joe Pesci, un actor que nos demuestra su gran versatilidad. Tampoco podemos dejar de lado los aspectos técnicos, con una atinada recreación de época, una bella fotografía y unos efectos visuales que permiten recorrer la vida de los protagonistas a través del tiempo. Todos estos elementos nos demuestran una vez más la pericia que tiene Martin Scorsese como autor, ya que si bien vuelve a tratar algunos temas vistos previamente le agrega su experiencia y madurez para convertir este film en una obra maestra.
Dirigido por Daiana Rosenfeld, “Mujer Medicina” es un documental que sigue a Fedra Abrahan, quien trabaja como mujer medicina con plantas en Argentina, y viaja todos los años a la selva peruana para conectarse con su interior y seguir aprendiendo. En esta oportunidad, vuelve allí para atravesar un proceso de transformación espiritual, luego de sufrir una crisis personal. “Mujer Medicina” es un viaje espiritual al interior de uno mismo, el cual plantea ciertos interrogantes sobre la vida que lleva la mayoría de la gente y la importancia de conectar con la naturaleza, un proceso cansador y doloroso pero que quienes lo hacen sienten que es necesario para sanar, cambiar su forma de vida y comportamiento. No es un documental para cualquiera, su ritmo es muy pausado, con planos largos que se centran más en el paisaje, la naturaleza y la vida que hay en ella, resaltando sobre todo los colores fuertes y vívidos. También se mezclan con imágenes resultado de las experimentaciones de la protagonista, como un aspecto más onírico o experimental. En este sentido, también tenemos una gran presencia del sonido ambiente, donde se amplifican los ruidos de los insectos, el viento o la lluvia. Además, se complementa con una música espiritual que acompaña el argumento planteado. Si bien existen algunos diálogos de la protagonista contando sus experiencias y sus inicios en estas prácticas y de los profesionales en la materia, dos curanderos de la región que trabajan principalmente con ayahuasca en ceremonias grupales y cuentan sobre los procesos y beneficios, existe una mayor presencia de silencios o sonido ambiente. En síntesis, “Mujer Medicina” es un documental que retrata una experiencia de transformación, la búsqueda de introspección y sanación mediante prácticas chamánicas que nos permiten descubrir un mundo alejado y desconocido. Puede volverse monótono por momentos y sentirse pesado por la gran presencia de silencios y sonido ambiente por sobre los diálogos o la acción, pero va de la mano del argumento que buscan relatar. Un film para los que están dispuestos a realizar el viaje.
Basándose en su propia experiencia de haber tocado el bajo en Yilet entre 2009 y 2013, Marilina Giménez busca ahondar mediante su ópera prima en el mundo musical y su relación con las bandas integradas solamente por mujeres. “Una banda de chicas” es un documental en el cual mujeres integrantes de distintas bandas, como Yilet, Kumbia Queers, Las Kellies, Miss Bolivia, Las Taradas o Chocolate Remix, hablan sobre sus inicios en el mundo musical y cómo conformaron sus respectivos grupos, pero sobre todo analizan el rol de la mujer dentro de este universo liderado por hombres: los estereotipos que existen, las pocas tareas técnicas que se encuentran dentro de la industria, la reacción de los hombres frente a su posición fuerte, las dificultades por las que transitaron debido a todas estas cuestiones y cómo hicieron para enfrentarlas. Estos testimonios se obtienen a partir de entrevistas, donde cada una de ellas puede expresarse libremente, pero también podemos observar a las mujeres en su ámbito natural: ensayos, shows, giras. Todos estos elementos generan cierto dinamismo en el film y le otorgan un sello propio marcado por la música que hace cada una de estas mujeres. Pero el documental no se queda únicamente con el aspecto musical, sino que vincula la lucha de estas mujeres con otras de sus causas, y las de muchas, que trascienden lugares y se aglomeran en las calles: el grito de Ni Una Menos, el pedido por el aborto legal, seguro y gratuito. Porque muchas de estas bandas no solo buscan diversión y entretenimiento, sino que también están comprometidas con el contexto social que las rodea. Transforman sus experiencias y sufrimientos en letras cargadas de contenido con una melodía pegadiza que generará por un lado empatía en el espectador y, por el otro, moverse al ritmo de la música. A pesar de ser un relato descontracturado y que les da a sus protagonistas total libertad, sus aspectos técnicos están cuidados. Se destaca sobre todo, y con total obviedad, la parte musical, recurso clave en el documental, y la ambientación de las distintas locaciones que utiliza. “Una banda de chicas” es una película que por un lado da a conocer diversos grupos musicales conformados por mujeres, las deja expresarse a través de sus palabras y sus canciones, pero sobre todo nos muestra la lucha femenina por abrirse paso en un universo liderado por hombres y el deseo de que con su arte puedan cambiar el contexto en el que viven.
Hace 39 años se estrenó “El Resplandor” (1980) de Stanley Kubrick, basada en la novela de Stephen King que quedó en la memoria colectiva como una de las películas de culto de terror con escenas icónicas recordadas por todos y una actuación de Jack Nicholson que puso su carrera en alza. Este jueves llega a las salas su secuela, basada también en el libro del maestro del terror “Doctor Sleep”, de la mano de Mike Flanagan, un director con experiencia en el género gracias a la realización de películas como “Absentia” (2011), “Oculus” (2013) y “Ouija: Origin of Evil” (2016) o su reciente incursión en las series con “The Haunting of Hill House” (2018), una producción que mezcla el terror sobrenatural con el drama familiar. Lo interesante de su estilo es que se centra más en el desarrollo psicológico de sus personajes que en caer en los clásicos jumpscares para atemorizar al espectador: provoca un miedo mucho más realista y profundo. Y eso también se ve plasmado en esta obra. “Doctor Sueño” se centra en Danny Torrance, quien tuvo una infancia compleja y dolorosa, luego de los trágicos eventos que vivió con su familia en el Hotel Overlook. Allí no solo sufrió la transformación y degradación de su padre, sino que también descubrió que tenía un don que lo condenaría: el resplandor. Tras varios años sumido en el alcohol y enfrentándose a sus demonios internos y externos que lo perseguían desde ese entonces, Danny decide cambiar su vida mudándose a un pueblito pequeño. Sin embargo, no logrará deshacerse de su pasado cuando una niña con poderes se contacte con él para pedirle ayuda. Ambos deberán luchar contra un grupo de seres malvados que se alimentan del resplandor de pequeños niños. La película de dos horas y media de duración logra ofrecernos una historia atrapante, que por un lado busca homenajear a “El Resplandor” y por el otro ahondar aún más en este universo, con la presentación de nuevos personajes y villanos de una manera efectiva. Al hablar de una secuela inevitablemente debemos hablar de su film original, y en este caso nos encontramos con buenos homenajes a “El Resplandor”, una tarea difícil de abordar, teniendo en cuenta que la obra en cuestión se trata de un ícono dentro del género. Algunos son más sutiles, mientras que otros se muestran a través de flashbacks o secuencias oníricas, donde se recrean escenas de la cinta anterior pero con nuevos actores. Existe un gran parecido entre los intérpretes actuales y los del film original, aunque no hubiera estado mal recurrir al material de archivo y tener nuevamente a un joven Jack Nicholson en pantalla. Si bien hacia el final nos encontramos con una mayor presencia de este recurso debido a la historia que se desarrolla, no se siente como un abuso o una constante búsqueda de generar nostalgia, sino que está bien amalgamado y justificado dentro del relato. Pero la película también funciona como una obra individual, aunque sin dudas hay que mirar la anterior para poder comprender cada detalle y referencia. En esta oportunidad conocemos a más personas como Danny, con un don especial: algunas que lo desarrollan para el bien y que recién están experimentando y otros que se encuentran en la oscuridad y se alimentan de aquellas almas luminosas. Es así como vemos un enfrentamiento entre ambas fuerzas. En este sentido, debemos destacar las buenas actuaciones de todo el elenco, en el cual sobresalen Ewan McGregor (Danny Torrance), Kyliegh Curran (Abra Stone) y Rebecca Ferguson (Rose the Hat). McGregor interpreta a un protagonista con fortalezas y debilidades, consiguiendo plasmar de una buena manera el arco de transformación de su personalidad, desde un alcohólico sumido en su tragedia hasta un hombre que lucha por un bien mayor. Como su aliada se encuentra Abra, una niña que está descubriendo sus poderes y que buscará enfrentarse al mal, encarnado por Rebecca Ferguson, una villana poderosa que tiene un sustento y desarrollo dentro de la narración, y está muy bien plasmado en pantalla por la actriz. Como mencionábamos anteriormente, “Doctor Sueño” no es una película que asuste, si bien tenemos algunos sobresaltos provocados por el trabajo sonoro, porque al igual que con “El Resplandor”, su director busca crear un clima de tensión constante y un terror mucho más terrenal, que entra dentro de la lógica del mundo fantástico planteado, basado en una historia más sustancial. Esto se genera también gracias al acompañamiento de la banda sonora y a la oscuridad de su fotografía en cada escena. En síntesis, “Doctor Sueño” es una película que atrapará a los nostálgicos de “El Resplandor” y a los fanáticos de las historias de Stephen King por igual, aunque durante la segunda mitad se distancie bastante del libro de base. Un film que cautiva por sus homenajes pero también por la continuidad de un mundo más profundo y amplio. Buen desarrollo de los personajes e interpretaciones del elenco que junto al clima logrado nos ofrecen una buena película de terror y suspenso.