Tiempos nostálgicos. Durante los años 90, Baywatch estaba en boca de todo el mundo. Ya sea por la presencia de David Hasselhoff o por las curvas de Pamela Anderson (y de otras intérpretes) que hacían a los ratones de la audiencia masculina pisar el acelerador a fondo. Entre cámaras lentas, canción de apertura memorable, tramas pseudo-policiales y un largo etcétera, llegó a tener una audiencia de un billón de espectadores a la semana. Naturalmente, como todo producto que alcanzó una alta popularidad en su momento, no se iba a quedar afuera del reciente aluvión de películas que aprovechan al mango la nostalgia por otros tiempos. Las olas y el viento: Matt Brody (Zac Efron), un nadador olímpico caído en desgracia, llega a la playa de Emerald Bay para desempeñarse como salvavidas, ya que eso es lo que le exige su servicio comunitario. No obstante, Mitch Buchannon (Dwayne Johnson), jefe del servicio, lo va a obligar a hacer un esfuerzo para ganarse el puesto. Paralelamente, ambos tendrán que hacerle frente a una narcotraficante que está haciendo de las suyas. El guion de Baywatch tiene la autoconciencia a flor de piel. Los realizadores saben (y nos muestran desde el principio) que están tomando en clave de comedia lo que, al menos por definición, era un drama televisivo. Si bien existe alguna que otra situación medio forzada, por lo menos la película hace el intento de contar una historia con un conflicto sostenido y desarrollar un arco de personaje, siendo el de Zac Efron el que más cambios sufre; cambios que motivan una gran parte de los chistes de la película (los que funcionan, claro). Humor autoconsciente: Cuando hablo de “autoconciencia” me refiero a que la película se anima (un poco en joda, un poco en serio) a hacer cuestionamientos que en la serie original no se hacían, ocupando los primeros lugares el hecho de que todo ocurra en cámara lenta, y por qué unos guardavidas se meten en labores que son oficialmente asunto de la policía. La otra parte de los chistes de la película (los pocos que no funcionan) surgen de esto. Al margen de todo, el guion tiene dos inconvenientes. El primero se relaciona con el ritmo. Uno no puede evitar sentir que le sobran 20 o 30 minutos a la historia. Lo segundo es que cuando la comedia intenta entremezclarse con el policial, no rinde resultados tan efectivos en comparación a cuando se desempeña sola. En materia actoral, Zac Efron parece que encontró su metier en hacer roles que se burlan de su aspecto de niño bonito. Aunque hay escenas en donde lo caricaturiza demasiado y otras en donde no le sale natural una tontera que no siente, consigue, dentro de todo, una interpretación creíble, más allá de lo que su físico aporte a las espectadoras femeninas. ¿Qué decir de Dwayne Johnson? El caballero viene dando sobradas pruebas de que, valga la frase hecha, se mueve como pez en el agua en el terreno de la comedia. Ésta no es la excepción. La manera en la que aborda los cruces de su personaje con el de Zac Efron son la carne de la película a nivel interpretativo, a tal punto que uno duda si los sendos apodos que le aplica a este último nacieron del guión o fueron improvisados por Johnson. En materia de cameos, el de David Hasselhoff es funcional y hasta tiene su gracia dentro de la historia, no así el de Pamela Anderson. En cuanto a lo técnico, la fotografía y el montaje son prolijos. No obstante, hay algunas escenas cuyo trabajo de efectos visuales parece sacado más de una película como Sharknado que de una con gran presupuesto y avalada por un gran estudio como lo fue Baywatch. Conclusión : A pesar de pecar en su extensión, Baywatch es cumplidora como comedia, mayoritariamente por la química entre sus intérpretes. Los fanáticos acérrimos de la serie le van a encontrar muy poco parecido, y hasta la van a sentir como un guion de comedia X que modificaron para encajar en el universo del show protagonizado por Hasselhoff. El hecho concreto, al menos para mí, es que aprueba con lo necesario.
Una tendencia tediosa. Hay una tendencia reciente en las novelas para jóvenes adultos respecto a valerse de personajes con problemas de salud y usarlos como un punto de partida para contar historias con el “carpe diem” como filosofía principal. Basándome solo en las películas de estos libros, estas narraciones, en la mayoría de los casos, si bien consiguen ilustrar dicha filosofía, lo hacen a expensas de dejar el potencial del conflicto a la deriva. Esto generalmente resulta en una idealización de lo que son (en muchos casos) aflicciones reales y con consecuencias tan turbias como alejadas del color de rosa que intentan vender. Todo, Todo, infortunadamente es el capítulo más reciente de esta malinterpretación. Poco, Poco. Nada, Nada: Maddy Whittier es una adolescente que padece una condición desde pequeña que le impide salir al exterior. Dicho impedimento es fuertemente ejecutado por su madre, quien se ha tomado la molestia de hermetizar completamente su hogar. Un día, se muda la familia de Olly al lado de su casa, y este muestra interés por ella. Las cosas se complicarán cuando quieran buscar la manera de hacer contacto más allá de las paredes de cristal que los separan. La distancia que nos separa: El guión de Todo, Todo tiene un obstáculo más que atractivo para impedir que los protagonistas estén plenamente juntos. Sin embargo el guión parece más preocupado en mostrar lo bien que la están pasando sin el más mínimo indicio de riesgo. Para ser más precisos: es una película tan color de rosa, que recién cuando éste satura ponen el conflicto para que no desentone. No conforme con esto, el guión pisa su propio palito. En un momento dado hay una vuelta de tuerca que parece sorprendente, pero por la poca bola que se le dio al “obstáculo” va a haber quienes la van a ver venir. Y si les llega de sorpresa, probablemente sea percibida como un manotazo de ahogado. En materia actuación, tanto Amandla Stenberg como Nick Robinson entregan roles apropiados a la altura de la propuesta. Ana de la Reguera, como la enfermera de la protagonista, es eficiente, igual que lo es Annika Noni Rose, quien da vida a la madre de la protagonista. No obstante, esta última ingresa en el tercer acto y se muestra tan desorientada como exagerada. Por el costado técnico tenemos buena fotografía, montaje y música; funcionales; nada del otro mundo. Un punto extra va para la dirección de arte que sabe construir el clima antiséptico en donde debe vivir la heroína de la historia. Conclusión: Todo, Todo es la enésima iteración de una moda que ya no debería serlo. Las enfermedades no se idealizan, y si vas a hacerla una parte importante de tu historia tenés que retratarla con el peso, las complejidades y las consecuencias que corresponden. Lamentablemente, es una película que tiene tantos tropiezos al ilustrar su mensaje, que el único mensaje que te va a interesar es el que levantes de Whatsapp o Facebook al salir de la función.
Esta producción nacional está encabezada por un elenco de reconocidas figuras locales, más dos reconocidas figuras internacionales de la talla de Gerard Depardieu y Santiago Segura. Por otra parte, tenemos el debut en la dirección de Federico Cueva, profesional de amplia trayectoria en el terreno de los efectos especiales y la coordinación de dobles de riesgo. En otras palabras, Sólo se Vive una Vez es una propuesta de enorme promesa, sobre todo por ser una comedia de acción en tiempos donde estas apuestas adquieren cada vez más frecuencia en el cine nacional. Barba, tirame un centro: Leo (Peter Lanzani) es un estafador de poca monta quien, en complicidad con una amiga suya, atrae a gente rica para filmarlos en actos comprometedores. Una de estas víctimas resulta ser un científico que es acorralado por un empresario francés con el objetivo de sacarle la patente de una fórmula. Cuando el científico es ejecutado, Leo se convierte en el único testigo. Teniendo en su poder la fórmula, deberá huir de las hordas de sicarios que enviarán detrás de él para quitársela. La situación se complica cuando la persecución termina conduciéndolo a una sinagoga donde tendrá que hacerse pasar por un judío ortodoxo hasta que pase el alboroto. A desconectar el cerebro: En materia humor, la película tiene aciertos y desaciertos; hay escenas que te sacan una risa y escenas que no. Respecto al guión como un todo, ya es una cuestión más pantanosa. Hay ciertas inverosimilitudes que son el pan y la manteca del cine de acción, pero este guión no reconoce la diferencia entre lo admisible y lo imperdonable. Es cierto, no todo tiene que ser realista y es también cierto que la imaginación ha producido cosas mil veces más interesantes que la sobriedad y el realismo. No obstante, hay un mundo de diferencia entre el “no tomarse a sí mismo en serio” como una motivación y el utilizarlo como una excusa. Por otro lado, la inverosimilitud no es el único problema de esta película. Hay sendas incoherencias en el desarrollo de los personajes, el arco que cubren y sobre todo su historia previa. Si tengo que destacar un ejemplo puntual, diría que el protagonista se nos presenta como un chupacirios y entrado el segundo acto esta característica vuela por la ventana. Respecto al tratamiento de la cuestión religiosa, que es la novedad que viene a ofrecer esta película, debo decir que tienen la oportunidad en bandeja de plata de tratar el tema de la culpa, visto con frecuencia en las religiones judía y católica, y no la aprovechan. Sobre todo cuando el humor judío se caracteriza por su acidez y mordacidad. Nada de eso está en esta película. Es más, estoy esperando con ansias la opinión de los miembros de la colectividad judía (en particular los más ortodoxos) sobre el cómo fueron retratados. En cuanto a lo técnico, Sólo se Vive una Vez goza de una eficiente fotografía y un montaje que responde con acierto al pulso de las escenas, sean de acción o no. La única contra que le encuentro son ciertos inconvenientes con algunos (no todos) los tiroteos de la película, donde salta a la vista su procedencia digital. Todas las escenas filmadas con efectos prácticos y dobles de riesgo están bastante bien logradas, como corresponde a la labor de alguien como Federico Cueva, de extensa experiencia en este campo (realizó efectos especiales en telenovelas, algunas de las sagas de Torrente y películas como Nieve Negra e Iluminados por el Fuego). Por otro lado, me animo a decir también que es un prolijo director de actores. Si bien no será un Sam Mendes o un Mike Nichols, puede verse que el trabajo actoral, las interacciones y las relaciones son el producto de una cuidada labor previa, a pesar de los diálogos con los que le toca trabajar. Todos y cada uno de los interpretes de Sólo se Vive una Vez entregan labores dignas, creíbles y a la altura del desafío. Compromiso y profesionalismo, ni más ni menos. No obstante, de todo este plantel destaco el protagónico de Peter Lanzani, que prueba tener el carisma, el sentido del humor y la carnadura dramática para encabezar una película solo. Conclusión: Si buscan una película para distenderse y no fijarse en nimiedades, Sólo se Vive una Vez puede ser pasable. Pero si son espectadores un poco más exigentes, les advierto que suban bajo su propio riesgo, porque puede ser una de esas películas que les puede despertar enojo. El Cine Argentino, el de género en particular, cuesta mucho trabajo. No obstante, tampoco se puede, por coacción o lástima, decir que una narración es sólida cuando no la es. El espectador actual tiene otras exigencias y muchas maneras de expresarlas. Son sus opiniones las que, a la postre, ponen a las películas en su justo lugar.
Un navío, navío, cargado, cargado. Henry Turner quiere liberar a su padre Will de la maldición que lo obliga a ser el capitán de El Holandés Errante. La única manera de hacerlo es encontrando el tridente de Poseidón, un instrumento capaz de destruir todas las maldiciones. Curiosamente su búsqueda es también la de Carina Smyth, una mujer de ciencia que busca el origen de su padre, con un diario como única guía. Ambos personajes unirán fuerzas con Jack Sparrow, el legendario pirata, quien es blanco de Salazar, un fantasmagórico capitán de mar, a quien Sparrow infortunó cuando todavía estaba vivo. Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar es una película fundamentalmente entretenida. Hay eficientes piezas de acción, sostenidos momentos de comedia, y el desarrollo de personajes está en su justa medida. No obstante, aunque su ingreso al desenlace se siente fluido, la película desinfla en su segunda mitad. También cabe aclarar que si bien incurre en algunas inverosimilitudes, cuenta con algunos momentos emotivos que son abarcados con sutileza y con cierta importancia para el desarrollo del conflicto. En su debut en la saga, Javier Bardem entrega a un antagonista eficiente y al ser el personaje a quien interpreta tan español como lo es él, suma a la verosimilitud las escasas españoladas que emite al encarnarlo. Aunque Brenton Thwaites y Kaya Scodelario entregan labores prolijas, es crucial el carisma de Johnny Depp, demostrando que por más capaces que sean los otros miembros del reparto, una película de Piratas del Caribe no es tal si no tiene a Jack Sparrow, y sea interpretado por otro que no sea Depp. Geoffrey Rush no destaca tanto, pero cuando la historia le otorga un momento emotivo, y más allá del caricaturesco pirata que le toca encarnar, termina bordando dichos momentos con la enorme sensibilidad esperable de un actor de su carácter. Técnicamente y como es de esperar, la película está llevada con prolijidad, desembocando en una labor visual lograda que vende el universo pero no mucho más. No obstante, hay un pico y una meseta en este apartado. Siendo el pico la tecnología que consigue rejuvenecer creíblemente a Johnny Depp para una escena determinada, mientras que la meseta sería la utilización del 3D. En las escenas oscuras no se ve casi nada. Es más, tuve que esperar a una escena diurna para poderle verle la cara claramente a Javier Bardem. Conclusión: Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar es una entrada de la franquicia que no va a decepcionar a los seguidores. Dista de ser una obra maestra, pero consigue ser un apropiado entretenimiento con sus justas dosis de acción y comedia. No es imperdible, pero tampoco aburre. Si la eligen, puede que no la pasen mal.
Eficiente comedia a pesar de algunos tropiezos en su ritmo. El conformismo es y será un tema en boga en el cine. El dilema de lo que somos contrastado con lo que queríamos ser es algo que no pocas veces nos quita el sueño. Sobra decir que si bien el drama ha ilustrado con eficiencia este concepto, donde ha producido sus mejores resultados es en conjunto con la comedia. Noticias de la Familia Mars se inscribe dentro de este grupo, con iguales dosis de aciertos y tropiezos. París, tenemos un problema: Phillipe Mars es un ingeniero informático que alguna vez soñó con ser astronauta, pero la realidad lo encuentra divorciado y padre de dos hijos con los que no tiene una buena relación. Su hija mayor está obsesionada con ser exitosa (una ambición motivada por no repetir la historia de su padre más que otra cosa), mientras que su hijo menor descubrió el vegetarianismo. Esta vida tediosa se dará vuelta cuando un compañero de trabajo tenga una crisis nerviosa (que daña físicamente a Phillipe), se escape del neuropsiquiatrico y pida quedarse en su casa. Una convivencia que producirá no pocos cambios en el hogar familiar. Si bien Noticias de la Familia Mars tiene un tema claro (los ideales de la juventud: perdidos, sostenidos, recuperables) y una estructura narrativa clara (la vida laboral y la vida familiar), le toma tiempo introducirlos formalmente y eso le puede costar el enganche del espectador con la historia, al menos de forma inmediata. No obstante, saben compensar esta demora con momentos de comedia muy efectivos. Si hay un error en concreto que no se puede pasar por alto es su intento forzado de introducir el realismo mágico en la historia. Está introducido muy esporádica y convenientemente a lo largo de la historia para compensar los tiempos muertos, y toma un rol en el desenlace que no condice con la lógica interna del universo de la película. Una decisión que, dependiendo del ojo de quien mira, puede afectar a su apreciación global de la misma. Francois Damiens se lleva eficientemente al hombro la película, pero sus momentos más logrados son en compañía de Vincent Macaigne, quien interpreta a su perturbado colega. Los actores que dan vida a los hijos del personaje tampoco se quedan atrás, pero el punto concreto es que la química entre todos ellos si bien no es excelente, es lo suficientemente creíble para sostener la mayoría del relato. Noticias de la Familia Mars es una película bastante prolija, sin mucho rebusque. Si bien cuenta con momentos de plano-contraplano en algunas ocasiones, la gran mayoría del film sostiene hasta donde puede planos sin cortes, pero sin llegar al plano secuencia; lo que beneficia y mucho al lucimiento de los actores. Conclusión: Noticias de la Familia Mars como comedia es cumplidora con personajes queribles que se pueden ganar la simpatía del espectador, a pesar de padecer algún que otro tropiezo en su ritmo. Si a esto sumamos las decentes labores actorales y la sobria puesta técnica, traen como resultado una propuesta aceptable.
¿Qué les pasa a los Xenomorfos?. Es el año 2104 y la tripulación de la nave Covenant, compuesta por sendas parejas, se dirige a un planeta lejano para colonizarlo. A mitad de camino se encuentran con un planeta diferente, que al parecer está en condiciones mucho más óptimas que el de su destino original. Por lo tanto, deciden aterrizar en él y explorarlo. Lo que no saben es que ahí los espera una amenaza que puede erradicarlos a todos. Alien: Covenant tiene cosas a favor y cosas en contra. Por el costado de lo positivo, es una historia que contesta todas las preguntas que plantea (no como Prometeo), el universo de las precuelas ha dado un paso gigantesco hacia su conexión con Alien, pero lo más positivo es que es abraza su esencia gore, y una vez que se pone en marcha este no para, volviendo a lo que Alien fue en primer lugar: un slasher (o sea, un grupo de personas completamente aisladas siendo asesinadas una por una), lo que contribuye a que en esta película haya, comparativamente respecto de su predecesora, mucha más acción y se sepa construir la tensión entre momento y momento, entre cadáver y cadáver. Dentro de los aspectos negativos, muy a menudo es un calco estructural de la película original de 1979. No solo esto, sino que, pasada la mitad del segundo acto, Alien: Covenant se vuelve una secuela muy dependiente de lo establecido por Prometeo, y por ende demasiado expositiva por momentos. Independientemente de las asociaciones con títulos previos, como película por sí misma, la historia tiene alguna que otra meseta en su narración. Casi siempre a manos de reflexiones filosóficas sobre la creación y la evolución del hombre. Si bien esto propone un contenido de gran profundidad, más que tener una relevancia para el conflicto principal se siente que está ahí para hacer tiempo, ya que estos debates, a menudo, no son esenciales para resolver el conflicto o hacer crecer a los personajes. Aparte, tanto la resolución como los giros narrativos que, se supone, deben resultar en una sorpresiva revelación, son anticipables y, para colmo, la protagonista es pasiva salvo por unas poquitas escenas. Por fuera de eso, llora, se deprime, y contribuye más al desenlace que a generarlo directamente. Katherine Waterston otorga un trabajo medido. Va a haber quienes la califiquen de insulsa, pero también lo es el personaje que le dieron en el papel. Michael Fassbender es el punto álgido a nivel interpretativo que tiene la película de principio a fin, literalmente. Billy Crudup entrega una sobria actuación que pudo ser mejor si el contenido emocional del personaje (su fe) tuviese una conexión justificada con la trama, y lo peor es que hay momentos donde se nota que Crudup sabe que esta conexión no existe y la está forzando. Danny McBride es una total y absoluta revelación. Los que están acostumbrados a verlo en comedia se van a sorprender a ver los momentos de honesta emoción y humanidad que le supo sacar Ridley Scott. Una de esas instancias en donde este gran visualista demuestra que, cuando quiere, es un gran director de actores. Visualmente la película es impecable; no hay mucho que argumentar contra Ridley Scott a esta altura del partido. Conclusión: Si buscan una peli donde estén involucrados el gore, los climas y la tensión, Alien: Covenant puede llegar a satisfacerlos. Cuando se entrega a este espíritu, el de contar una historia de “guarda que te come el bicho”, es donde la película tiene sus momentos más logrados. Por desgracia, su deseo de entretejer en esta una historia emocional, un contenido temático (arraigado en lo filosófico/científico), y una continuidad con las películas anteriores resulta forzado, cuando no fallido. Si a esto le sumamos una protagonista un poco pasiva, el resultado es desigual. No hay nada de malo en que una película de esta naturaleza apunte con vehemencia a abordar cuestiones intelectuales. Sin ir más lejos, la Ciencia Ficción existe precisamente por (y para) dichos debates. Pero si estos no guardan una relevancia dramática, los espectadores o se van a acordar del gore o se van a acordar de los debates, cuando deben ser los dos una unidad que se nutra la una de la otra.
Más Armando que Arturo. Arthur es un joven que crece en las calles de Londinium administrando un burdel. Un día es arrestado y enviado a una isla donde consigue sacar la famosa espada de la piedra. Se le revela que esto es posible por ser el heredero de sangre del fallecido Rey Uther, cuyo hermano Vortigern ha usurpado el trono. Arthur debe confrontarlo para reestablecer el linaje real y salvar a Inglaterra del yugo de su tío. Rey Arturo tiene una clara estructura tradicional con sendas escenas de acción bien establecidas y ejecutadas. Una de esas historias que el espectador puede anticipar su desarrollo pero también disfrutar de su recorrido. No obstante, debo aclarar que la película hace un fuerte abuso del flashback y el flashforward (adelantándose a los eventos), que al inicio parece interesante pero su exceso termina por quitarle todo el misterio de cómo va a terminar la historia. Aparte, en materia dialogo, no pocas veces incurre en formas de hablar que ni a cañonazos podrían haber existido en la época Artúrica. También debe decirse que incurre en la reiteración de ciertos recursos, más como relleno que recordatorio. Todas estas falencias se acrecientan pasada la segunda mitad de la película, donde la duración dos horas parece alargarse cada vez más. No obstante la película trata de establecer un tema sobre el poder, con Arthur y Vortigern como las dos contracaras del deseo por el mismo. Vortigern es capaz de hacer lo que sea, mientras que Arthur no está interesado en tenerlo. A menudo la narración se vale de este desarrollo temático, pero no pocas veces lo olvida. Si bien los decorados y efectos visuales son impecables por su sola presencia, la manera en las que son usados fotográficamente es donde más se nota el estilo de su realizador. Pasándoselos en limpio, la primera mitad de la película es Snatch en la época Artúrica y la segunda es Sherlock Holmes en la misma época, por lo menos visualmente. Charlie Hunnam, en lo que a las escenas de acción refiere, lleva con dignidad el protagónico, pero cuando la escena tira más para el lado del dialogo salta a la vista que no se mimetiza con el lugar y el tiempo en donde está ambienta la historia; parece un joven de la actualidad llevado a esa época. Jude Law entrega un decente trabajo como el antagonista de esta leyenda, aunque por momentos sucumbe a unas exageraciones que no dejan un buen sabor de boca. No obstante, debo destacar a Aidan Gillen (Littlefinger de Game of Thrones), en un carismático desempeño como uno de los aliados de Arthur. Conclusión: Rey Arturo es una película que promete acción y aventura, y las entrega al menos en secuencias específicas. Pero las escenas que guían a esos momentos son las que le restan puntos a la película como un todo. Estoy completamente a favor de que no se abuse del romanticismo a la hora de retratar una época. Pero es muy distinto que, al desear retratar cierto realismo (al menos desde el punto de vista de la mitología), se incurran en anacronismos y preciosismos visuales que, en vez de complementar, terminan por desviar la atención de la historia que se cuenta.
Una historia del más allá… en el más acá. Gerard e Isabelle son una pareja de actores franceses que se reúnen en el Valle de la Muerte (California, Estados Unidos). La razón se debe a que su hijo, recientemente fallecido, les mandó una carta pidiéndoles de reunirse con él en dicho lugar. Mientras esperan ese momento, ambos discuten y debaten sobre la naturaleza de su relación, qué ocurrió con cada uno tras su separación, la relación que ambos tenían con su hijo y lo complejo de sopesar la posibilidad de que él pueda venir del más allá. El Valle del Amor parte de un objetivo claro, y se adentra en la compleja relación entre dos seres humanos. Cada escena es una oportunidad en la que el espectador conoce como son, como opinan de ciertas cosas y sus actitudes. Hay reflexiones de índole filosófica y discusiones que pocas veces llevan a un avance concreto de la narración. Casi todas las discusiones tienen a la culpa, como ancla temática principal; mayoritariamente por cómo era la relación que tenía cada uno con su hijo, y no pocas veces por cómo eran las cosas entre ellos. A pesar de su naturaleza, a menudo contemplativa, donde la película gana algo de puntos es en como flirtea con lo sobrenatural sin la necesidad de ser efectista. Es solo un indicio que termina de aclararse con la sutileza de las reacciones de los personajes ante dichos eventos y saber cuándo cortar a otra escena; es decir, saber qué mostrarle al espectador y qué no. Todo descansa íntegramente en los hombros de Gerard Depardieu e Isabelle Huppert. La manera en la que sortean el modo particular que tiene esta historia de ser contada, con sus expresiones y rango emocional, es lo que consigue que sea disfrutable. No me tiembla el pulso en decir que no se hubieran producido el mismo resultado con otros actores. La película se vale de logradas composiciones de cuadro en Cinemascope, que no solo produce muy buenos resultados en los paisajes montañosos, sino también en las escenas dialogadas. Con una enorme paciencia a la hora de determinar cuándo moverse y cuando cortar, aunque a menudo se excedan con ello y algunas escenas se vuelvan un poco lentas. Conclusión: El Valle del Amor es una película clara en lo que quiere contar y cómo. La clave es tenerle mucha paciencia y prestarle atención. Aquellos acostumbrados a una narración más clásica la pueden encontrar un poco densa, desafiante a la paciencia incluso, pero la brillante labor de sus protagonistas, sumado a la solidez de su propuesta visual la pueden volver disfrutable.
Una secuela con mucha menos acción de la que se esperaba. Guardianes de la Galaxia fue uno de los grandes éxitos de 2014. Un grupo de simpáticos inadaptados intergalácticos que supo ganarse al público a base de eficientes escenas de acción, humoradas, una pegadiza banda sonora y, por qué no decirlo, una razonable dosis de emotividad. La crítica y el público acompañaron esta propuesta, por lo que una secuela era inevitable, o al menos tan inevitable como puede ser un producto de una factoría que tiene, ya por regla general, varias películas y secuelas con estrenos programados con años de anticipación. Una piña colada muy aguada: Star Lord y compañía viajan a un remoto planeta para ayudar a una civilización alienígena a deshacerse de un ser intradimensional. Todo sale a pedir de boca, si no fuera porque Rocket Raccoon decide robar unas baterías sagradas para ese pueblo. Tras un intenso tiroteo entre los Guardianes y dicha civilización, se estrellan en un planeta desolado y son asistidos por Ego, un caballero que afirma ser el padre desaparecido de Star Lord. La cosa se complicará cuando se sepa el cómo y el por qué de esa desaparición, y el rol que tiene en el futuro de la galaxia. Toda la acción, el humor y la emoción de Guardianes de la Galaxia Vol. 2 la van a encontrar durante el primer y tercer acto de la película. ¿Y el segundo? Bien, gracias. En realidad estamos hablando de una meseta, con poco y nada de acción (solo dos escenas, y en solo una de ellas se siente que las cosas están en riesgo) y muchísima exposición; es decir puro bla bla explicativo. La matemática simple lo dice: el 1er acto es el 25% de la película, el 3ero es el otro 25, y el 50% restante es el segundo acto. Cuando en la mitad de una película de dos horas y cuarto, supuestamente de acción, esta brilla por su escasa presencia, no es lo que se dice un diagnóstico alentador. Chris Pratt y Zoe Saldana están bien como siempre. Karen Gillan se luce un poco más que en la primera película como Nebula. Destaca Michael Rooker como Yondu, al igual que Pom Klementieff como Mantis, un ser que puede leer las emociones de la gente. Dave Bautista intenta ser un comic relief, y hasta consigue sacar unas risas, pero conforme progresa el metraje lo termina forzando demasiado. Kurt Russell está sobrio, pero exagera levemente llegado el desenlace. Sylvester Stallone completamente desaprovechado; ¿excusa para lo que se viene tal vez? El trabajo visual del film es tan sobresaliente como es habitual en todas las películas de Marvel, pero en el caso particular de Guardianes de la Galaxia Vol. 2 se destaca más en la dirección de arte y en los efectos visuales. La fotografía y el montaje son prolijos. La banda sonora es movida pero no es el compilado potente de la primera película y no tiene la misma conexión emocional. Conclusión: Una película de acción y aventura está obligada a tenerlas a lo largo de toda la película, no solo al principio y al final. Guardianes de la Galaxia Vol. 2 confió demasiado en los logros emocionales de su antecesora, y al darles un protagonismo mayor en esta secuela, terminaron por descuidar lo que debe ser una película del género en primer lugar.
Un sobrio drama con elementos sobrenaturales. La cuestión de la vida después de la muerte siempre ha sido uno que detonó curiosidad en el ser humano. El cine, habitualmente el de terror, ha ahondado en este concepto, ya sea en la forma de casas embrujadas o posesiones a cargo de entes malignos. Personal Shopper, lo nuevo de Olivier Assayas, se vale de estos elementos pero apuntando a cuestiones dramáticas y temáticas que tienen más capas que lo que se deja ver a simple vista. Espíritus Chocarreros: Maureen es una chica norteamericana que vive en París y se gana la vida como la compradora personal de una modelo de alta costura. No obstante, tiene por otro lado una curiosa habilidad como medium, una habilidad que se vio obligada a desarrollar con miras a poder contactarse con su hermano gemelo fallecido. En lo que al guión refiere, la primera mitad de la película se sostiene bastante bien, con mucho misterio y suspenso, mas cuando llega la segunda mitad se vuelve tediosa. Sin embargo, al momento del desenlace todo concluye con cierta coherencia. Debo destacar que el tema del espiritismo no quedó relegado simplemente a las escenas que tratan el tema, sino que fue un enorme acierto que esta medium sea una compradora profesional, alguien que debe usar su cuerpo como si fuera el de otro; como si la protagonista fuera un espíritu que se posesiona en el cuerpo de su jefa, siendo dicho cuerpo los vestidos que compra. No sorprende que dicha jefa sea una persona superficial y hueca; un personaje y una personalidad que no están ahí por casualidad, sino que están en función terminar de redondear el concepto. Personal Shopper goza de una buena fotografía que sabe crear climas (tanto tétricos como intimistas) y unas composiciones de cuadro que en más de una oportunidad te obligan a prestar atención por esos elementos que si parpadeas, te los perdés. Bajo la dirección de Assayas, Kristen Stewart entrega una interpretación muy decente. Una labor que me demostró que la actriz puede ser algo más que una cara de póquer, siempre y cuando se le dé un personaje con autonomía en vez de relegarla a ser el interés romántico de un protagonista masculino. Conclusión: Personal Shopper es un título sobrio, claro en sus ideas y con algunos secretos que requieren de un ojo más penetrante. A pesar de tener una segunda mitad un poco densa, Assayas consigue llegar a buen puerto cumpliendo lo suficiente de la peculiar premisa que se proponía.