A esta altura del campeonato Rápido y Furioso no necesita presentación. La franquicia está en una instancia donde exigirle raciocinio, verosimilitud y profundidad dramática es pedirle peras al olmo. No obstante, uno pensaba que con el fallecimiento de Paul Walker la saga iba a llegar a su fin, pero al parecer la Parca no es rival para la ambición de los grandes estudios; la única muerte a la cual responden es a la de la taquilla, que de momento parece estar firme junto a Toretto y compañía. Rápidos y Furiosos 8 entrega un producto que responde a esa fidelidad. La relación entre la calvicie y la velocidad Dominic Toretto se encuentra de luna de miel con Letty en La Habana. Todo parece ser perfecto hasta que un buen día es visitado por Cipher, una mujer de su pasado, que a través de formas misteriosas (o que por lo menos no revelaremos acá) convence a Toretto para que cometa una serie de delitos y traicione a su banda. En respuesta a esto, el resto de la pandilla, liderada por Hobbes, deberán hacerle frente a los planes de Cipher, incluso si eso significa eliminar a Toretto. Rápidos y Furiosos 8 tiene un guion claramente estructurado, con escenas de acción bien ubicadas y momentos de comedia rociados acá y allá. Si bien la película incurre en ciertas inverosimilitudes y baches de guion, le debo reconocer que supo cuando y como usar el gran giro que explica la inesperada traición de Toretto. La película hace el intento de meter el tema de la familia, un intento un poco endeble, pero moderadamente perdonable ya que se sabe a dónde apunta el film. Normalmente no me suelen llamar mucho la atención estas películas con musculosos invencibles que todo lo hacen bien, pero también, debo reconocerle, que la película hace un intento por redoblar la apuesta en puntos específicos y dejar que alguna emoción salga a flote. Esto también es posible por el villano de esta franquicia, que parece estar adelantado a los protagonistas en todo momento y es lo suficientemente bueno para explotar sus debilidades. No es un ejemplo a seguir, pero es eficiente como fuerza opositora. Vin Diesel y compañía no entregan nada distinto que no hayamos ya visto de ellos. Kurt Russell, Helen Mirren y Jason Statham están en el podio de lo más logrado a nivel interpretativo. No obstante, la corona le pertenece incuestionablemente a Charlize Theron que entrega una villana de voz suave pero acciones extremas. Rápidos y Furiosos 8 es todo lo que se espera de ella: buen nivel técnico, persecuciones bien filmadas y editadas, y por supuesto cuando cabe la oportunidad de hacer un gran despliegue técnico, lo aprovechan. En este caso, una persecución, submarino mediante, en el desenlace de la película. Conclusión: Rápidos y Furiosos 8 es una película entretenida y fluida; si uno elige no encontrarle la quinta pata al gato. Una entrega que, por lo menos, no va a desilusionar a aquellos que siguen a Toretto y su banda desde siempre.
Una película con un eficiente desarrollo que se desinfla a la mitad. La separación de un matrimonio y cuando queda en evidencia las limitaciones de una de las partes a la hora de criar a los hijos ha sido tratado incontables veces en el cine, siendo Kramer Vs. Kramer o Mrs. Doubtfire los referentes que con más facilidad vienen a la memoria. Todo para ser Felices, si bien una historia que no viene a reinventar la pólvora, hace el intento de contar su versión de este conflicto. Papá a la fuerza: Antoine es un productor musical absorbido en su propio mundo. Tal es su egoísmo que apenas ve a sus hijas e ignora completamente las necesidades de su mujer. Un buen día, la desidia de Antoine colma la paciencia de su esposa, quien le pide el divorcio y se va de vacaciones dejándole a sus hijas durante 15 días. Es durante el transcurso de este tiempo en donde Antoine redescubrirá su rol de padre. Decir que Todo para ser Felices es una historia sobre un hombre que redescubre su rol de padre sería acertado, pero uno se quedaría corto si tomamos en cuenta la visión global de la película. El tema que desarrolla es claramente el del egoísmo. Antoine es un hombre que piensa en sí mismo y en su trabajo constantemente; no registra al otro en ningún aspecto de su vida: Ni a su mujer, ni a su amante, ni a sus hijas, ni a sus amigos, ni a su socio de negocios. La confrontación de esta incapacidad y como la supera es el gran motor emocional de la película. Lamentablemente, no todo son rosas para este film. Si bien durante la primera mitad trama y tema parecen confluir a través de un conflicto claro, entrada la segunda se desinfla, se queda sin desafíos, y el personaje nunca es introducido en esa encrucijada crucial, en esa decisión entre dos opciones irreconciliables que es el paso crucial para cerciorar que este efectivamente ha aprendido algo y ha cambiado. En el caso de Todo para ser Felices el espectador claramente puede percibir, llegado ese tiempo, que el personaje era distinto que al principio. Se siente como si llegada la primera mitad de la película se cumplieran todos los objetivos y la mitad restante fuera relleno para no tener una duración de 50 o 60 minutos. Actoralmente, Manu Payet se lleva efectivamente al hombro la película como el protagonista y desarrolla una creíble química con las pequeñas actrices que dan vida a las hijas de su personaje. Por el costado técnico, tiene una fotografía y un montaje sobrios que responden a una dirección clásica sin muchos rebusques. Conclusión: Todo para Ser Felices es una comedia tierna, narrada de forma sobria. Cuenta con un tratamiento temático adecuadamente desarrollado que va a la par de su conflicto, pero que pierde fuerza y declaración a la mitad del metraje. La química entre los actores garantiza momentos de humor que hacen de la película, como un todo, algo no imperdible pero sí disfrutable.
¿Le gustaría agrandar su combo? Hambre de Poder es la historia de Ray Kroc, un vendedor de máquinas para hacer milk shakes que va surcando el interior del país, tratando de hacer una venta sin mucho éxito. Un día recibe un pedido inusual de una hamburguesería propiedad de dos hermanos llamada McDonald’s. Al percatarse del revolucionario método de comida rápida de los mismos, se les acerca con la idea de hacerlo una franquicia que se extienda a lo largo de los Estados Unidos. En un principio la idea parece funcionar, pero no le está produciendo a Kroc los réditos que desearía y su deseo de tener más y más lo llevará, lenta pero seguramente, a romper todo tipo de acuerdo que tuvo con los hermanos al punto de querer quitarles incluso el nombre del negocio. El tema de la película es claramente el de la persistencia y nos lo dicen en la cara. Es acá donde, más que Michael Keaton hablándonos directamente a nosotros, lo hace el guionista de la película diciendo: “Si estoy hablando de la persistencia, ¿Por qué elegí como sujeto de mi tema a un cag*dor de manual?” Primero, porque si hubiera sido una persona de bien, la película se hubiera sentido bien, pero el espectador se la olvidaría al poco tiempo, por el sencillo hecho de que personas de bien que llegan alto por simplemente persistir hay por millones. Esta es diferente, pero se ratifica la pregunta ¿Por qué justo este personaje? ¿No se corre el riesgo de promover la falta de ética como algo positivo? Hambre de Poder es una historia sobre la persistencia que no existe en un vacío, que se sabe dónde está parada, donde el capitalismo salvaje está a la orden del día y si se comete la ingenuidad de ignorarlo, no tenerlo en cuenta, no entender el poder degollante que posee, las consecuencias pueden ser funestas. Inspiración y advertencia, esos son los códigos con los cuales el guion proclama su mensaje a pesar de su poco agradable protagonista. Es Inspiración: Ray Kroc había tenido miles de ideas pero ninguna fue fructífera, y sin embargo siguió insistiendo hasta que dio con la idea (ajena) que lo encumbró, teniendo muchas cosas en contra. Es advertencia: Los McDonalds tenían una idea única, innovadora, espectacular, pero nunca supieron cómo venderla. Kroc si, y por eso los arruinó. Kroc y los McDonalds son las dos contracaras del tema. El primero no paró ante nada, a pesar del ridículo y la humillación; los segundos, no estuvieron dispuestos a arriesgarse, no supieron responder a la frustración y aprender de ella. Esa falta de persistencia fue lo que les costó un enorme legado por no decir una seguridad económica incomparable. Si salís del cine y te parece que Hambre de Poder es una mala película por estar mal filmada, poco creíble de actuación y algunas situaciones te parecieron inverosímiles, estás en tu derecho, es tu punto de vista y yo no te voy a llevar la contra. Pero si te parece mala porque propone una historia donde el mal prevalece, yo simplemente te señalo, arriesgando el uso de una frase hecha, que el mal prevaleció en esta historia porque el bien no quiso hacer nada al respecto. Esa es una moraleja que nunca está de más tenerla presente. Por el costado actoral estamos hablando del rol más sólido que ha encarado Michael Keaton desde su resurgimiento con Birdman, y si me apuran diría que es el más solido de toda su carrera hasta la fecha. Él es la gran razón por la cual no se le puede sacar los ojos a la pantalla, a pesar de que lo que estamos viendo es a un g*rca absoluto y total. El guion necesitaba de un actor muy carismático para vender el difícil mensaje de la película, y a juzgar por los resultados, los realizadores no pudieron haber encontrado a un mejor vendedor. En el apartado técnico, la recreación de época es milimétricamente precisa, haciendo hincapié en ese ideal de la América saludable e inocua, el American Dream, que dicho país intentaba proyectar durante los años 50. Conclusión: Si viste el tráiler e indagaste un poco en Internet, alguna idea tenés de la verdadera historia, pero Hambre de Poder no es una película que se luce por lo que cuenta sino por como elige hacerlo. Si a esto le sumamos una labor interpretativa carismática, el resultado es una película que te va dejar pensando en el mundo en el que te movés… y en querer comerte una hamburguesa. Altamente recomendable.
Una película que sabe cómo jugar sus cartas. Como muchos en la década del 90, he estado expuesto a la “creación” televisiva de Haim Saban y Shuki Levy, Power Rangers. Fui uno de los muchos niños que fue desesperado a ver la película de 1995, obnubilado ante el prospecto de ver en una pantalla grande lo que durante un año y monedas contemplé en la pantalla del televisor hogareño. No obstante, los años no pasan solos; con ellos nuestra percepción cambia. 24 años después llega una nueva versión, que supo tener esto en cuenta, y el resultado es más digno de lo que se esperaba. A continuación les digo porqué. The Breakfast Rangers: Cinco adolescentes sin nada en común hallan en una mina unas misteriosas monedas que les otorgan habilidades superhumanas. Tratando de indagar en el porqué del fenómeno que están experimentando, se cruzan con una nave abandonada y a sus habitantes: Zordon y Alpha 5. Estos les revelan que ellos son los nuevos Power Rangers y cuentan con solo 11 días para entrenarse y estar preparados para defender a la tierra del ataque de Rita Repulsa. La enorme diferencia con la serie original y el más enorme acierto del guion fue no hacer a los protagonistas Power Rangers de entrada, sino que se tengan que ganar el puesto. Esta es una historia de verdaderos adolescentes en oposición a sus contrapartes televisivas que eran demasiado perfectos; sin defectos, sin fallas de carácter. Esta versión cinematográfica pone a cada uno de los personajes frente a vanidades e inseguridades que deben superar en su camino a la madurez. También ilustra, a riesgo de sonar como el Tío Ben de El Hombre Araña, que un gran poder conlleva una gran responsabilidad. La primera mitad de la película muestra como lidian con estos poderes que encontraron y la segunda con la responsabilidad y los temores que significa tener los mismos. Por otro lado, es una película que sabe que por muy madura que se quiera vender, al final del día siguen siendo los Power Rangers, y no sería una película de dicha franquicia sin dinosaurios robots luchando contra monstruos en medio de una ciudad. No obstante, a pesar de estos aciertos, no todo son rosas para la película. En algunas escasas ocasiones pisa demasiado el acelerador en la profundidad emocional de los personajes que termina rozando el melodrama; un tropiezo que unas veces pueden corregir y otras veces no. El error, concreto y constante, es el del villano. Rita Repulsa es productiva como fuerza opositora, pero es unidimensional y exagerada. Si estabas encaminando la historia hacia una diferenciación tonal respecto de la serie en cuanto a maduración, reflexión y más arraigada en la realidad, ¿Por qué justo a tu antagonista no le extendés la misma cortesía que a tus protagonistas? Los cinco protagonistas entregan prolijos trabajos, pero destaco en particular a RJ Cyler, quien da vida a Billy, el ranger Azul, personaje querible si los hay y que aporta no pocos momentos de comedia a la cinta. Hablando de los actores de peso que conforman el reparto, Bryan Cranston entrega un Zordon a la altura de las circunstancias; con autoridad y compasión. Por otro lado, Elizabeth Banks siguió demasiado al pie de la letra a la Rita Repulsa que le plantea el guion y queda prisionera de sus exageraciones, bloqueando lo que podría haber sido una labor muy lúcida. El costado técnico es sobrio, con una fotografía modesta y con pocos movimientos de cámara llamativos. Sobriedad y modestia también son los términos que aplican a los efectos visuales; están solo los indispensables para no opacar el trabajo actoral. Conclusión: Power Rangers es una adaptación inteligente que no reniega de sus orígenes y que sabe cuándo, cómo y dónde jugar sus cartas más fuertes. La sobriedad en los rubros técnicos y actorales apoyan a un guion que, sin hacer a un lado su motor de fantasía, tiene presente que debe proyectar una imagen verdadera de la adolescencia por mucho dinosaurio robótico que pulule por ahí. Está lejos de la excelencia, pero muy por encima de un simple logro.
Las dos caras de la justicia. Gloria Salgado es una abogada a la que se le asigna la defensa de El Gringo, un empleado de mantenimiento de un remoto pueblo de la Provincia de Buenos Aires, acusado de abusar sexualmente de Manfredo, un compañero de trabajo y que parece ser una persona con limitaciones mentales. Todo parece señalar que no hay mucho que hacer y que el Gringo es culpable de lo que se le acusa, pero mientras Gloria profundiza en el caso, se empieza a percatar de algunas inconsistencias en el tratamiento judicial podrían indicar lo contrario. El Peso de la Ley es un guion sólidamente construido, con un conflicto claro y un flujo narrativo que nunca pierde ese conflicto de vista. Todos los personajes son multidimensionales y prolijamente desarrollados. Cada uno tiene virtudes y defectos, cada uno tiene un fantasma que superar para conseguir lo que quiere o redimir una falla de su carácter, y todos los personajes son cambiados de una manera u otra. También cabe aclarar que tiene tiempo para desplazar una sutil denuncia sobre los defectos del sistema judicial, pero siempre teniendo en cuenta que la prioridad acá es la historia y los personajes. Es un guion clásico, y orgulloso de serlo, porque no tiene miedo de abarcar uno de los más viejos preceptos guionisticos: Alguien que quiere algo y debe confrontar a alguien que quiere lo contrario. Del mismo modo, es necesario señalar que, si bien es un guion netamente dramático, tiene la inteligencia de saber insertar momentos de comedia sin robarle protagonismo a la seriedad del tema que se está tratando. Párrafo aparte merece el enorme nivel de verosimilitud en los procedimientos judiciales argentinos. Esta no es una película que ambienta todo en los tribunales, pero se desplaza como si fuera una película de abogados a la americana. El Peso de la Ley sólo toma la fluidez de ese estilo de películas, pero el estilo de proceder, de moverse, de invocar y de debatir la letra de la ley es indefectiblemente autóctono. Paola Barrientos se lleva al hombro la película con su Gloria Salgado, con una interpretación parca, irónica, ácida incluso, pero con muchísima humanidad. María Onetto entrega una antagonista muy eficiente, igual que Darío Grandinetti, quien da vida al juez que debe dar su veredicto al caso en cuestión. El costado técnico es muy prolijo. No hay mucho que hablar; responde y con eficiencia a lo aportado por los actores. Fernán Mirás tiene un gran instinto para la puesta en escena, y sabe dónde ubicar la cámara y por qué. Él sabe cuándo lo que más importa en el encuadre es la actuación y cuando la locación o el decorado pueden aportar cosas significativas al desarrollo de la historia; en particular una escena entre Barrientos y el propio director en medio de un bosque. Conclusión: El Peso de la Ley es una narración clásica y fluida, sostenida por eficientes actuaciones y una dirección con pulso seguro. Fernán Mirás aprueba su primer desafío en la silla del director. Que sea el primero de muchos y, Dios quiera, con la misma solvencia.
Un espectáculo visualmente imponente pero poco arriesgado en lo narrativo. Estrenada en 1991, el film animado La Bella y la Bestia fue todo un parteaguas, no solo por su éxito crítico y financiero, sino por ser la primera producción de este tipo en ser nominada al Oscar como Mejor Película, sentando el precedente para una categoría exclusiva de este rubro que recién vería la luz en el año 2001. Dato histórico aparte y tomando en consideración el éxito, por lo menos financiero, del plan de Disney de tomar algunos de sus más entrañables clásicos y dotarlos de seres carne y hueso (lee nuestra nota al respecto ACA), estaba cantado (¡cuec!) que La Bella y la Bestia tarde o temprano sería uno de los pasos de este plan. La trama ya es más o menos conocida: Un príncipe egoísta es maldito por una hechicera, convirtiéndolo en una horrorosa bestia y debe ganarse el amor de una mujer antes de que una rosa encantada pierda su último pétalo. El conflicto entra en acción cuando conocemos a Belle, cuyo padre es secuestrado por la Bestia y ella se ofrece a tomar su lugar, dando inicio al lime de asperezas que devendrán inevitablemente en romance. El guion de la película es básicamente calco y relleno. Calco de toda la estructura argumental del filme animado, más detalles de relleno para convertir una historia de 84 minutos en una de 130. Muchas canciones nuevas se han creado exclusivamente para la película, mientras que las que ya existían han sido extendidas en su duración para esta nueva versión. Esto no es necesariamente malo, pero cuece la pregunta de cuál es la necesidad de llevar al terreno del live action una historia de probada valía en el terreno de la animación si no se le van a sumar los suficientes detalles nuevos para que se pueda valer más allá de su asociación con la película base. Si, dije “suficientes” y no “ninguno”, porque algunos (muy pocos) de los rellenos del guion suman detalles que nos permiten entender mejor a los personajes, sus interrelaciones, y desde luego sus motivaciones. El hecho concreto es, que si bien suman, no son los suficientes para que uno diga que es una historia completamente nueva. La impresión que da es que, nuevamente por cuestiones de duración, rellenaron sólo con lo necesario y respecto de lo que ya existía desde el vamos se inclinaron por no arreglar lo que no está roto. La interpretación de Emma Watson se concentra tanto en hacer de Belle una mujer librepensadora e independiente, que descuida los momentos de vulnerabilidad que tiene el personaje, al extremo de terminar siendo poco creíbles. Dan Stevens, quien da vida a la Bestia, entrega un trabajo regular; nada para criticar pero tampoco mucho para admirar, ya que no son pocas las veces que tiene que exagerar la interpretación por ser prisionero del motion capture. Kevin Kline es prolijo pero, lamentablemente, no son pocas las instancias en donde la labor de este grande está en un triste piloto automático. Luke Evans cumple como Gastón, aunque a menudo no puede evitar caer en una caricaturización del personaje. Respecto a Josh Gad, cumple como comic relief de la película con un LeFou abiertamente gay pero muy sutil y contenido. Ian McKellen, Ewan McGregor y Emma Thompson, si bien ponen la voz más que el cuerpo en un 95% de la película, prueban ser dignos secundarios, que no pocas veces salvan las escenas, claro está, aquellas que no zozobran. Si vamos a hablar del apartado técnico diría que es casi impecable. La dirección de arte es, sin lugar a dudas, lo más sobresaliente de la película. La combinación de colores y estilos arquitectónicos, sumado al más extremo nivel de detalle hasta en el más minúsculo elemento, terminan por sumergir completamente al espectador en este mundo. Estos aspectos se complementan y mimetizan con la fotografía de la película, que está en una clave alta de iluminación, incluso para los momentos más oscuros. ¿Pero porque casi impecable? Ese “casi” es un montaje poco dinámico, poco fluido; defecto notorio sobre todo en la escena del baile de los dos personajes. Conclusión: La Bella y la Bestia es una película visualmente impresionante pero que arriesga poco narrativamente. Se limita a no arreglar lo que no está roto, lo que le puede ganar puntos con los fanáticos más acérrimos, pero le puede costar la aprobación de espectadores más ajenos y/o más exigentes que esperaban que esta nueva versión se saliera de su zona de confort.
Padre e Hijo. El fin de un matrimonio y como afecta a los hijos pequeños es un concepto cuya sola definición invita a la oportunidad de desarrollar un considerable repertorio de posibilidades dramáticas. Primero Enero parece ofrecer esa propuesta pero no le saca todo el jugo que podría sacarle. Jorge decide llevarse a su hijo Valentino a una improvisada vacación por las sierras cordobesas para fortalecer sus lazos tras un reciente divorcio, que al parecer le está afectando al pequeño. La película presenta su conflicto esencial con sutileza. No obstante, sucumbe demasiado seguido a un deseo de mostrar la cotidianidad y el fortalecimiento del lazo de las relaciones padre e hijo, aspecto que se transmite con mucha verosimilitud y naturalidad. El conflicto ya mencionado, o sea, la dificultad del chico por aceptar el divorcio, no es abarcado con la suficiente profundidad; muy pocas escenas hacen hincapié en el mismo, y esa escasez es la que a la postre le juega en contra al resultado final. En el aspecto técnico, la película tiene unas cuidadas composiciones de cuadro en Cinemascope. Las actuaciones descansan sólidamente en los hombros de sus protagonistas, padre e hijo en la vida real me animaría decir, por el enorme nivel de naturalidad y verosimilitud desarrollada en su relación. Aunque a menudo, el pequeño Valentino Rossi consiga llevar la ventaja en algunas de las escenas. Conclusión: Primero Enero es una película que triunfa en su retrato fiel de lo que una relación padre hijo debería ser. Sin embargo, el deseo por ilustrar esa intimidad acaba por socavar las enormes posibilidades dramáticas que su conflicto tenía para ofrecer, lo que contribuye a que el resultado final sea poco seductor para el espectador.
Honrarás a tu padre… Estamos en el Siglo 17, y tras recibir una perturbadora carta en donde el Padre Ferreira renuncia a su fe católica, sus discípulos, los padres Rodrigues y Garupe, emprenden un viaje a Japón en su búsqueda y continuar la misión evangélica que este dejó atrás. No obstante, la búsqueda será lo de menos, ya que el yugo de los inquisidores japoneses en más de una oportunidad desafiará los límites de su fe. Silencio cuenta con un conflicto claro pero tiene a su tema delante de todo y como principal prioridad. La historia parece estar encaminada a una temática de “la fe no es fe hasta que no estés dispuesto a dar tu vida por ella.”, pero si se mira con atención el tema bien podría ser “La fidelidad o el rechazo de una religión va más allá de la adoración a las sagradas escrituras o imágenes sacras, lo que importa es la creencia que uno tenga en su interior.” Esta es una postura desafiante, no solo por su cuestionamiento sino por el tiempo que se toma Scorsese para desarrollarlo, que no pocas veces va a desafiar la paciencia del espectador. Salta a la vista que este es un proyecto que Scorsese siempre quiso hacer. Es un Scorsese liberado. Es un Scorsese que eligió sacrificar la concisión y el ritmo por la profundidad de detalle, la profundidad de reflexión y la profundidad de opinión. Posturas que son cada vez menos frecuentes en una época con un attention span que no está entre los mejores. Tenemos prolijas labores de Adam Driver y Liam Neeson, pero el que se lleva los laureles es Andrew Garfield, que sostiene la totalidad de esta película sobre sus hombros. El abanico de emociones que despliega este actor es enorme. Si me apuran les diría que su labor en esta película (junto con Hasta el último hombre, de Mel Gibson) lo va a terminar de elevar como un actor de peso. Se necesita de un actor con una enorme sensibilidad e inteligencia para desarrollar los temas que ofrece el guion; un actor trabaja con el subtexto, y el de esta película hubiera dejado a la miseria a cualquiera. Su interpretación es un triunfo que no necesita muchos miramientos; puso el cuerpo y el alma en cada momento que la cámara le dedica un plano. En el costado técnico, me permito destacar la fotografía de Rodrigo Prieto. Una paleta de colores pálida y hasta sucia que crea el ambiente de malestar, tanto físico como espiritual, al que están expuestos los personajes. Conclusión: Bien podríamos estar ante la película más controversial de Scorsese desde La Ultima Tentación de Cristo, ya que el Catolicismo no queda bien parado y los Japoneses tampoco (por lo menos en el sentido histórico). Es un título que narrativamente hablando tiene lo justo y necesario y contesta todas las preguntas que plantea. Pero serán sus temas los que despierten el debate a la salida del cine y solo por eso, para mí, Scorsese ya ganó. El que quiera ver un intercambio de dos filosofías en oposición puede disfrutarla a pesar de su extensa duración, pero el que espere una narración fluida, puede sentirse decepcionado.
El thriller como detonante para un estudio de personaje. Paul Verhoeven es un director al cual se lo asocia con escenas de sexo y violencia al extremo. No obstante, me veo obligado a aclarar que no es lo mismo cuando el director sortea esos temas en Hollywood (con claras marcaciones genéricas que van de la ciencia ficción al film noir) que cuando lo hace en Europa (un marco dramático más cercano a lo intimista). Elle se adscribe en el segundo grupo, a tal punto que toma a los mencionados temas como puntos de partida para una narración introspectiva. Algunas cosas perturbadoras que sé de ella elleMichele Leblanc es una exitosa ejecutiva que trabaja para una firma de desarrollo de video juegos. Un día, un asaltante irrumpe en su casa y la viola. Si bien extrañamente no reporta el incidente a la policía, ella da inicio a una pesquisa personal suya por averiguar la identidad del atacante, que termina por revelar el lado oscuro de su propia personalidad. Aunque no descuida el objetivo principal y contesta las preguntas que plantea, el guión de Elle hace mucho más énfasis en desarrollar la psicología y la manera de actuar de la protagonista. La historia con su padre, la relación con sus hijos, su comportamiento en lo sexual, etc. Como si el thriller fuera una excusa, un simple punto de partida para desarrollar todas las aristas posibles que tiene para ofrecer un personaje. No obstante, cabe aclarar que la narración no pierde oportunidad de arrojar alguna que otra chispa de humor negro para alivianar los momentos de tensión. El tono Verhoevenesco de la película más que entregar iguales dosis de sexo y violencia, tiene la balanza más inclinada hacia lo primero que a lo segundo; muchas veces de una forma muy explícita. La gran labor de Isabelle Huppert se destaca no tanto por cómo le pone el cuerpo al personaje, sino por el enorme nivel de desprejuicio que le insufla al mismo. El suyo es un personaje complejo, multidimensional, gris, y para nada tribunero. Sólo con una actriz de su capacidad la película iba a salir delante de semejante desafío; porque es una labor que exige mucho desde lo psicológico y desde lo emocional. Por el costado de lo técnico, hay una sobria fotografía y diseño de producción, inclinada hacia una paleta de colores fríos, mientras que los lauros se los lleva el montaje, por conseguir que los flashbacks sean más orgánicos que obvios; como que te confunde (en el buen sentido) entre el pasado y el presente. Conclusión: Elle es un producto Verhoeven puro y duro; pero en una tradición más europea (la de sus primeras películas) que Hollywoodense (sus obras más reconocidas). Aunque el ejercicio de personaje en el que se inscribe la película pueda resultar un poco divagante para un público general, llega a buen puerto a manos de una interpretación sólida de su actriz protagonista.
La Comedia es un genero complejo, pero no exento de sus mecanismos y, desde luego, de sus sombras. Monsieur Chocolat nos entrega una historia como tantas otras sobre la vida y obra de un artista, pero con el plus de animarse a ofrecernos una mirada a los funcionamientos internos de la comedia, y como estos son más antiguos de lo que solemos dar crédito. Feliz por fuera, pero por dentro… Monsieur Chocolat cuenta la historia de vida de Rafael Padilla, un inmigrante cubano ilegal, que busca hacerse un lugar en el mundo del espectáculo francés. La oportunidad le llega cuando Georges Footit, un payaso que quedó lejos de sus momentos de gloria, le ofrece conformar una dupla cómica (sentando el precedente de unir por primera vez al número del payaso blanco, de un humor sofisticado, con el número del augusto, que era de un humor más grotesco). El experimento rinde frutos y progresivamente pasa de los olvidados circos en el Norte de Francia a los mejores teatros de París, trayéndole la consagración. La película es una historia estándar de ascenso y caída en el mundo del espectáculo, con el choque de egos, así como de los excesos y vicios que son moneda corriente en dichas historias. Si bien se toma sus licencias con respecto de los hechos reales, dramática y narrativamente hablando posee un desarrollo sobrio, prolijo, directo y sin pretensiones. Es, dentro de todo, una narración que encuentra un balance adecuado entre las luces y las sombras del personaje en cuestión. Esta moderación es la que le permite al espectador acceder a la historia humana del personaje. Si bien Monsieur Chocolat abarca cuestiones como las de la raza, hace énfasis en el tema de la fama como instrumento para solidificar una formación contra la fama como excusa para dormirse en los laureles. Del mismo modo también abarca la vieja cuestión de la popularidad incuestionable de la comedia contra el prestigio del drama. Tenemos una minuciosa recreación de época, en la que particularmente destacan las calles de París durante el siglo 19. Estos detalles están complementados por un vestuario detallado y una fotografía de colores cálidos, pero con un considerable contraste, particularmente en las escenas circenses. En el apartado actoral, Omar Sy lleva la película en sus hombros dignamente. No es uno de esos roles que lo va a hacer trascender como sí lo hizo Amigos Intocables, pero está bien abarcado con el abanico justo de emociones sin llegar a exagerar. No obstante, cabe destacar la labor de su partenaire, James Thierrée, que tiene un gran manejo tanto de las escenas dramáticas como circenses. Lo que no sorprende tratándose de un descendiente de Charles Chaplin. Conclusión: Monsieur Chocolat funciona como drama. Valida de un guion prolijamente estructurado, actuaciones a la altura de las circunstancias y un prolijo apartado técnico, el resultado es un título disfrutable que invita al espectador a investigar y apreciar la historia de la comedia.