Una versión deslucida del cuento Cierta torpeza visual, el humor mecánico y escenas de violencia bastante descuidadas atentan en conjunto contra la película. Un film que se suma a la relectura de los clásicos de la literatura sin lograr un resultado óptimo. La relectura de los cuentos de hadas es desde hace un tiempo una pequeña moda que evidentemente da muy buenos resultados en taquilla. No es la primera vez que esto pasa, pero está claro que es la ola más exitosa de cuentos de hadas adaptados al presente. Incluso hasta el libro Alicia en el país de las maravillas tuvo su versión siglo XXI. Espejito, espejito; Blancanieves y el cazador y ahora Hansel & Gretel cazadores de brujas son ejemplos de cómo el cine parte de personajes de cuentos de hadas clásicos para convertirlos en grandes héroes de acción. No hay nada de malo en esto, siempre y cuando las películas construyan algo, luego de destruir el material elegido. Los cuentos de hadas abrevan en una larga tradición popular, congelada (y en muchísimos casos mejorada) cuando gente como los hermanos Grimm decidieron compilar estos relatos de forma ordenada y con criterio estético. También, estos cuentos tenían una función importante en el crecimiento de los chicos y por eso no es lo mismo la versión de los hermanos Grimm que los mamarrachos posteriores. Aun así, respetando el derecho a una versión libre de los cuentos de hadas, Hansel y Gretel cazadores de brujas no falla solamente por esto. Al comienzo, el film despliega cierto juego anacrónico intencional (como por ejemplo, dibujos de niños perdidos atados a botellas de leche) pero no va con fuerza en esa dirección. Posee algo de humor aunque generalmente muy mecánico y se apoya fuertemente en la violencia gore, es decir, en la sangre a baldazos y las amputaciones en cámara. Estos elementos, que lo haría más cercano a un cine clase B, bien guarro y a la vez encantador, no le alcanza a la película para funcionar. Muchas escenas están resueltas con particular torpeza visual, y la imagen es realmente pobre a pesar de las muchas posibilidades que tenía. Algunos apuntes divertidos, como un Hansel diabético (por haber comido demasiados dulces), podrían servir de enseñanza a los niños. Pero esta no es una película para niños. Lo que asombra es que aun así se haya estrenado con varias copias dobladas. No es culpa de los realizadores este doblaje, pero parece ser que en todo el mundo la gente lee poco y tal vez por eso se estaría conformando con tan poco.
Como en el Oeste Más de cien años tiene la historia del cine y sin embargo aun hoy hay quienes dudan y siente culpa cuando una película extraordinaria genera un entretenimiento insuperable. El disfrute en estado puro que presenta El último desafío no es casual, no es fácil de crear y está sostenido por el más puro lenguaje cinematográfico. Esta película no debería ser subestimada, al contrario, debería ser prioridad número uno para quien ame el cine. Esta maravilla se sostiene en base a varios elementos a tener en cuenta. El primero y principal es el trabajo de uno de los mejores directores del cine contemporáneo: Kim Jee-woon. Su filmografía está llena de excelentes películas. The Quiet Family, The Foul King, A Tale of Two Sisters, A Bittersweet Life, The Good, the Bad, the Weird, I Saw the Devil son los títulos que cualquiera que ame el cine ya debería salir a buscar. En The Good, the Bad, the Weird probó fortuna con el western y realizó uno de los más grandes éxitos de taquilla de su país, a la vez que impresionó a todo el mundo. El último desafío, aun siendo una película contemporánea, es claramente un western hecho y derecho. Justamente el género es otro gran motivo para recomendar esta película. Un viejo comisario (Arnold Schwarzenegger) de un pueblo perdido queda en el camino de un poderosísimo narcotraficante que se fuga hacia México. El FBI va en camino también, pero está claro que la lucha será entre el sheriff, sus ayudantes y el poder gigantesco de los narcotraficantes. El sheriff y su gente podría mirar a un costado, pero esto no es una opción frente a la ética que él tiene. Este tema, muy de western, le da la base dramática y moral a la película, que pone su acento en esta lucha y los valores de los protagonistas. El sheriff y sus asistentes –algo así como una versión moderna de los grupos de profesionales de los films de Howard Hawks– son personajes queribles, simpáticos y están magistralmente interpretados por Schwarzenegger y los demás actores (hay varias sorpresas en el casting). El broche de oro está dado por el humor que la película posee. Toda la violencia y la acción del film están acompañadas por un sentido del humor memorable. Sólo basta sentarse en la butaca y disfrutar.
Cómo equilibrar el triángulo Tom Tykwer entró en la historia del cine cuando hizo esa película divertida y vital llamada Corre, Lola, corre. Su energía y sus ideas pasaron por varios títulos interesantes y siempre dividiendo aguas. Algunos lo admiraron desde el comienzo y otros lo calificaron como otro vendedor de humo más. Aparentemente perdido para siempre por el bodriazo El perfume, Tykwer sorprendió hace unos meses cuando se estrenó Cloud Atlas, un film codirigido por él y los hermanos Wachowski. Pero antes él ya había filmado Tres (no confundir con el gran film uruguayo estrenado el año pasado) un drama ambientado en Berlín, donde una pareja en sus 40 ve alterada su rutina y su aburrimiento al enamorarse ambos del mismo hombre. Yo no desconfío de Tykwer como cineasta (excepto por el film ya mencionado) pero aun con su oficio los logros que aquí obtiene son escasos. Las ideas se van diluyendo para convertir al film en una rutina tan pesada como la que parecía aplastar a los protagonistas en las primeras escenas de la película. Sorprende que la facilidad con la cual films supuestamente innovadores a nivel ideológico sean todavía tan inocentes e irrelevantes. Cualquier comedia de Ernst Lubitsch (director alemán que comenzó los primeros años de la historia del cine) tiene más transgresión, autenticidad y por supuesto ligereza de lo que esta pomposa película de Tom Tykwer posee. No es que el director haya llegado un poco tarde –si fuéramos estrictos llegó 100 años tarde– sino que ni siquiera tiene la gracia o la simpatía de otros directores que ya pasaron por ahí. La escena final de la película es de una obviedad tan tonta y el remate es tan feo que uno se pregunta no sólo dónde quedó la gracia de este realizador, sino dónde han ido a parar los grandes nombres del cine alemán. «
El millonario en su laberinto Robert Miller (Richard Gere), un magnate que a los 60 años intenta vender su imperio y se encuentra en una encrucijada, ya que si esa venta no se produce en tiempo y forma terminará delatando un fraude que ha cometido. Toda la vida pública y privada que ha construido parece estar al borde de colapsar, dejando en evidencia su doble moral. Cada paso que da, las cosas se complican más y más, como un circulo vicioso en el cual todo parece ir hacia el desastre sin salida. Su matrimonio, el vínculo con su propia hija con la que trabaja, su amante, sus asociados, todo se enreda más y más. Para complicar todo, un policía (Tim Roth) que investiga una muerte estará buscando al protagonista para encerrarlo en la cárcel. La claustrofobia se apodera del relato, pero el problema de la película es que el personaje es incapaz de lograr cualquier tipo de simpatía por parte del espectador. No hay manera de conseguir que uno sienta pena, piedad o afecto por esta caída que avanza sin poder saber cuál será el resultado. Asoman muchos temas en la película, pero la sensación es que todo es tocado superficialmente. No se puede decir que la frialdad del film sea accidental, ni que la actuación de Richard Gere no sea impecable con respecto a esta distancia. Esta clase de películas, que solía interpretar tan bien Michael Douglas en los años '80, acá ya suenan a historia conocida. Más allá del desenlace, que no será revelado aquí, la historia no sorprende ni conmueve, ni tampoco se profundiza sobre los temas. Los actores están muy bien y el relato es razonablemente sólido. Pero no son suficientes motivos para recomendar una película. Su amargura podrá alejarse del heroísmo y la nobleza del cine de Hollywood, sin embargo esto tampoco es esto un mérito en sí mismo. «
La acción de un cazador implacable Un gran director y guionista (Christopher McQuarrie, el mismo de Los sospechosos de siempre), un protagonista excluyente (Tom Cruise) y un villano de antología (el mismísimo Werner Herzog) son las claves de un gran film. Después del cine clásico, un grupo de directores mantuvo vivos algunos géneros, a la vez que le aportaron nuevos elementos que renovaron ese cine sin dejar de ser leales al relato cinematográfico. Jack Reacher, se podría decir, pertenece a esa clase de film policial de acción que brilló en los años '60 y sobre todo en los años '70 en Estados Unidos. Un héroe ambiguo, solitario, implacable. Un héroe de esos que empezó a poner en duda el concepto de los personajes heroicos en el cine, pero que igualmente generaba admiración en los espectadores. Entre los directores que mejor entendieron este cine estaba Don Siegel, creador de muchos grandes films, incluyendo el clásico Harry el sucio, con Clint Eastwood. Quien está a cargo de la dirección y el guión en Jack Reacher es Christopher McQuarrie, el mismo que escribió Los sospechosos de siempre y Operación Valquiria. Pero en Jack Reacher no es sólo la construcción del personaje protagónico lo que va a contracorriente. También lo es la manera de filmar la violencia, la acción, la forma en la cual la película no se distrae en ninguna cosa que no sea una fuerte tensión narrativa. Mucho más adulta que la mayoría de los films populares de Hollywood, Jack Reacher es un film con un estilo intencionalmente de otra época y su protagonista un héroe solitario muy también al uso de hace 40 años atrás. Esto no hace que la película se vea antigua, para nada, simplemente que sea sólida, sobria, dura y entretenida. Para eso, la película no sólo cuenta con un gran director y guionista, sino con un protagonista excluyente que sin duda es el gran artífice del proyecto. Tom Cruise se luce en su personaje y le da todavía más potencia al relato. El elenco alrededor, Rosamund Pike, Richard Jenkins, Robert Duvall, entre otros, es otro de los pilares sólidos del film. Pero la cereza del postre es sin duda la actuación nada menos que de Werner Herzog, el legendario director alemán de Fitzcarraldo y Aguirre, la ira de Dios. Mientras todos miran la sobreactuación del último villano de James Bond, deberíamos aplaudir la maravillosa actuación de Herzog en esta película, donde realmente mete miedo. A los espectadores que le gustan los héroes duros y solitarios, a quienes disfruten un cine de acción adulto, Jack Reacher les va a resultar uno de los mejores títulos de los últimos años. «
La suma de todos los miedos Dirigida por Drew Goddard, coguionista de series como Buffy, Alias y Lost, además del film Cloverfield, ahora llega esta película de terror, en cuyo guión metió mano Joss Whedon. Quien siga la cartelera local sabrá que durante todo el año y prácticamente sin excepción, una película de terror está en el top ten de la taquilla argentina. Si hay un género que no está muerto es, justamente, el cine de terror. Sus exponentes se multiplican, se adocenan, se adaptan y siempre sobreviven a todas las generaciones. Pocos géneros son tan atacados e incomprendidos por la crítica como el terror, de la misma manera que ningún otro consigue esa fidelidad y esa lealtad noble como la que estas películas poseen. La cabaña del terror (otra triste traducción local para The Cabin in the Woods) es cine de terror, pertenece de forma total y absoluta al género y debe ser leída y disfrutada desde el género. No es una burla, ni una traición, ni un film que mira al género desde arriba con soberbia. La cabaña del terror es una fiesta homenaje y ejemplo contundente de la importancia que el género ha tenido en nuestras vidas como espectadores. Es la suma de todos los miedos, pero también la suma de todos los placeres, de todas aquellas cosas que hemos visto a lo largo de los años. Pero claro, no es la clase habitual de film de terror que vemos, porque hace una apuesta tan pantagruélica y barroca que dejará sin aliento a más de uno. Pone toda la carne en el asador, tira manteca al techo, y demás metáforas posibles para decir que lo da todo. La brillantez de The Cabin in The woods (su título original remite a los miedos de los cuentos de hadas, tan importantes en nuestro desarrollo como personas) consiste en no parodiar, sino en mostrar el universo completo, el universo que amamos de las películas de terror. La cabaña del terror está llamada a ser un clásico del cine de terror, y claramente está por encima del promedio del género, pero no significa eso que lo desprecie o se burle de él, al contrario. Pocas veces el género fue tratado con tanto respeto como aquí. Las lecturas posibles de la película son muchas y no hay manera de no profundizar en ellas sin contar escenas y momentos clave, por lo cual es preferible no avanzar sobre ellas. Como amante del cine de terror, respeto mucho que el espectador se sorprenda con cada nuevo momento y cada nueva situación. Y no se deje engañar por los comentarios, ver La cabaña del terror es ver cine de terror en estado puro. Hay todo lo que el género le da siempre a sus fans y todo aquello que los que desprecian el género odian. El terror ha vuelto a reinventarse, porque nadie podrá jamás terminar con nuestros miedos.
Pobreza visual y algunas canciones En el traspaso de la pantalla chica al cine, el popular payaso cordobés perdió mucho. De la explotación de fenómenos no cinematográficos está plagado el camino al infierno, ya no quedan dudas. A lo largo de las décadas, algo que funcionó fuera del cine, es forzado a llegar a la pantalla grande para extender el éxito. La mayoría de estas experiencias suele pasar al olvido, otras entran en la historia de la infamia. De Piñón fijo y la magia de la música se puede decir que ocurrirá lo primero, seguramente. Difícil es imaginar que alguien con el tiempo intente volver a ver esta película. El principal error de esta clase de producciones radica en creer que el cine es igual a la televisión, donde el nivel de concentración es mucho menor, y por lo tanto lo es también la exigencia. A pesar de su muy corta duración, la película se hace demasiado larga, porque su pobreza visual la vuelve aburrida y porque su guión es excesivamente básico y sin el más mínimo interés. En una pantalla grande, es imposible distraerse, por lo cual la concentración delatará rápidamente las limitaciones que la película tiene. El grillito Cri-Cri (personaje animado) va a buscar a Piñón Fijo a uno de sus shows para que lo rescate a él y a otros insectos de la opresión musical a la que los ha sometido el villano, Cuis, quien no permite que se interprete otra cosa que su marcha. Claro que todos estos personajes animados son pequeños y para que Piñón los ayude este deberá aceptar ser reducido al tamaño de ellos. Así, la película combina animación y acción en vivo con una precariedad que hace años ya no es aceptable en una producción de cine. Los niños fanáticos –pero muy fanáticos– de Piñón Fijo podrán disfrutar tal vez de alguna de las canciones, pero cuesta creer que alguien realmente pueda divertirse, independientemente de la edad. Como contrapunto, y fuera de la historia principal, está el Cabrito, habitual compañero de Piñón Fijo. Sus chistes, un poco más brutales, son menos malos que el resto. Pero para ser sinceros, a esta altura del cine argentino, donde el nivel general ha crecido tanto, películas como estas no pueden ser aceptadas ni perdonadas. No hay que caer en el paternalismo de dejarlas pasar por ser nacionales o para niños. Piñón Fijo y la magia de la música es la clase de película que ya no se hace, y ni como programa de televisión suministrará entretenimiento. Una última cosa: ¿Hay una lectura política detrás de la historia del film? No lo sé, tal vez es darle demasiado a un film que nos ofrece muy poco.
Un prólogo demasiado largo Después de la trilogía de El Señor de los Anillos, el director Peter Jackson se sumergió en una suerte de precuela, con las historias previas de personajes como Bilbo Bolson. Ya no quedan dudas de la importancia de El Señor de los Anillos de J.R.R. Tolkien en la literatura del siglo XX y su influencia en el género fantástico en la cultura contemporánea. Libros, películas, series de televisión, videojuegos, historietas, todo parece haber sido alcanzado por aquella obra gigante que resumía y reinventaba la literatura fantástica de los siglos anteriores. El Hobbit es un libro de Tolkien anterior a El Señor de los Anillos y aunque la película hoy la veamos como una precuela de la trilogía de films dirigidos también por Peter Jackson, lo cierto es que es la trilogía una secuela de El Hobbit. La película cuenta la historia de Bilbo Bolsón, quien recibe la visita de Gandalf y un grupo de 13 enanos. La visita es para incorporar a Bilbo a la compañía a fin de recuperar al reino de Erebor de las garras de un dragón llamado Smaug. Aunque en la literatura El Hobbit es un libro mucho más pequeño que El Señor de los Anillos, Peter Jackson terminó por construir una nueva trilogía que comienza aquí con el título de El Hobbit: un viaje inesperado. El proyecto cuenta desde el vamos con un público cautivo que sigue estas aventuras por todo el mundo, con el reconocimiento de Tolkien como un autor clave de la cultural del último siglo y un Oscar a mejor película para El Señor de los Anillos: El retorno del rey. Pero esta conciencia y seguridad no le juega a favor a la película. Un viaje inesperado es un larguísimo prólogo que, si bien está construido como película independiente, queda claro que no es más que un tercio de una película más grande. Jackson ya demostró que sus películas cobran más sentido cuando están completas y con todas las escenas, cosa que suele ocurrir cuando se editan en DVD o Blu-Ray. Pero en este caso en particular, la película pide a gritos ser más breve y no más extensa. Casi tres horas para contar un tercio de historia esta vez no parece justificarse demasiado. Es cierto que la trilogía de El Señor de los Anillos empezaba también con mucha tranquilidad, pero el interés que despertaba era mucho mayor. Acá se nota como han forzado la historia para poder venderla en trilogía. Del despliegue visual y algunas cuestiones técnicas no hay ni que dudar, Jackson sabe lo que hace. Sin embargo se le nota su origen más infantil y una historia así con una duración de tres horas es casi una contradicción. El fenómeno ya está construido. Nadie verá o dejará de ver la película por la crítica, pero con un poco de distancia se deberá admitir que la magia se ha ido perdiendo, y que la historia ya no conmueve como antes.
Con la dignidad del cine clase B Policial con humor y mucho absurdo sobre un campeón de boxeo retirado y en decadencia que se encuentra con su ex novia y varios personajes inverosímiles. Hallazgo de fin de año. El cine argentino tuvo en su edad de oro una fuerte tradición de cine de género, pero luego de la era industrial, nuestra cinematografía se fue volcando hacia otra clase de películas. Si bien muchos cineastas coquetearon con películas de género con espíritu clase B, pocos lograron hacerlo con dignidad. Y es justamente la dignidad lo que define a Diablo. La película de Nicanor Loreti se concentra en la figura de El Inca del Sinaí, un ex boxeador, hijo de un peruano y de vientre judío que se ha retirado del boxeo por haber matado a un contrincante en una pelea. Este campeón retirado (gran trabajo de Juan Palomino) está durmiendo en su desordenada y decadente casa cuando recibe un llamado de su ex novia diciéndole que se quiere encontrar esa tarde. Pero ese es solo el comienzo, porque antes de que ella llegue van a aparecer varios personajes, todos por culpa de su primo, que parece haberse metido en un gran problema. Policial con humor y armado con intencional inverosimilitud, Diablo juega con alegría a divertirse. Como los buenos films clase B, su absurdo no es sinónimo de baja calidad. Con muy pocas locaciones, pero muy bien aprovechadas –la mayor parte del film transcurre en la casa del boxeador– la película tiene ritmo, buenos chistes, divertidas vueltas de tuerca y verdadera habilidad narrativa. Se comparará a Diablo con Tarantino o Guy Ritchie, pero yo la compararía más con el cine clase B europeo de décadas atrás, ese que llegaba bastante seguido a las salas de Argentina. En un momento el primo del protagonista dice "Hay que volver al Colonial", refiriéndose al mítico cine de Avellaneda, donde todo ese cine, y mucho cine erótico solía formar parte de la programación. En algún sentido, la película cumple con el pedido del personaje. Diablo es una muestra más de la diversidad que tiene el cine argentino actual, donde hasta un entretenimiento como este tiene espacio y lo ocupa con indiscutible calidad.
Mujeres, boda y poca gracia Quienes para hacer películas estudian el mercado habrán llegado a la conclusión de que las bodas siguen siendo un material que funciona en taquilla. Pero también, sabrán que de un tiempo a esta parte, la conducta de solteros y solteras en dichos eventos, se ha vuelto también una fuente de dinero en las boleterías. Películas que intentan demoler la solemnidad y la serie del casamiento, buscando las situaciones más absurdas y muchas veces escatológicas y cuyo punto culminante es la boda misma. Como se puede ver, tanto en las viejas comedias como en estas nuevas, todo termina en el altar. Despedida de soltera, título local que intenta emparentarla con aquella comedia de la década del '80, sigue la línea de películas como ¿Qué paso ayer? y Damas en guerra. ¿Qué pasó ayer? y su olvidable secuela eran dos comedias machistas sobre el descontrol previo al casamiento, mientras que Damas en guerra era una brillante comedia llena de inteligencia y emoción. Damas en guerra era, además, una comedia escatológica virulenta y al límite, bien al uso de la comedia actual. Es inevitable la comparación con Despedida de soltera, porque en esa comparación se ve con claridad todo lo que aquí falta. Cuatro amigas se vuelven a reunir para la boda de una de ellas, cada una es un cliché diferente, aunque las tres parecen estar de acuerdo en tener una vida poco armoniosa. La que se casa, no es dato menor, es gorda, y menos agraciada que las otras tres para el estándar de belleza de nuestra sociedad. Eso genera angustia y expone a las tres amigas solteras a toda clase de conductas fallidas, destructivas y, también, autodestructivas. Pero no hay ni buenos chistes, ni timing para la comedia y, mucho menos, alguna reflexión interesante sobre esta situación. Muchos lugares comunes y poco entretenimiento. La moda de las bodas locas tal vez haya agotado todo su crédito.