Wes anderson puede ser odiado o amado como tantos directores. Y es que su peculiar estilo de dirección (Viaje a Darjeeling, El Fantástico Sr. Fox) genera opiniones encontradas. Moonrise Kingdom o Un Reino bajo la Luna es su última dirección (y guión), y con ésta película abrimos oficialmente el camino hacia los oscares, al ser postulada por varios medios como una posible candidata a la ansiada estatuilla no sólo en el rubro de Mejor Película, sino probablemente en el de mejor guión original, al ser la película que abrió el festival de Cannes y recibir buenas críticas. Teniendo como base un reparto muy sólido como Bruce Willis, Edward Norton, Bill Murray y Tilda Swinton, por nombrar algunos, la historia se basa en el viaje romántico de Sam y Suzy, dos niños de doce años que deciden escapar de casa después de conocerse, allá por los años 60 y entablar una curiosa relación por correspondencia. De personalidades totalmente opuestas, ambos se sienten solos en el mundo (uno con más razones que el otro) y deciden escapar, siendo perseguidos por a patrulla de Scouts (niños exploradores) de Sam, los padres de Suzy y la policía local. Es así que, en una mezcla de drama, comedia y romance, se desarrolla la corta pero entretenida y muy sentimental historia que nos narra Anderson. Sin mucho cliché, con unas actuaciones sencillas pero creíbles y bien logradas, hay quizá algún defecto que recriminar, como por ejemplo, las escenas narradas en tercera persona que quieren dar un contexto histórico a la narración y que terminan por ser inservibles. O de igual manera, criticar el desarrollo de personajes o el desenlace hasta cierto punto extraño que tiene la historia, y que sin embargo, sólo lo hace para llegarnos al corazón y detenernos a pensar un poco en nuestros pequeños (para aquella gente que los tiene): ¿Sabemos lo que es bueno para ellos o simplemente creemos saberlo? Y por cierto. A mí me hizo recordar a mi primer amor. Cuando la vean, ya me platicarán si no sintieron lo mismo. La dirección es realmente de alabar, al manejar a los pequeños en pantalla aunque a veces, se les puede notar un poco su inexperiencia, especialmente en escenas sin diálogos; pero con el soporte de la gente experimentada, con unas locaciones naturales bellas y una música creada por Alexandre Desplat que nos sumergen en su fantasía y nos ponen en la modulación correcta, Moonrise Kingdom es un platillo romántico para disfrutar en pareja y empezar a prepararnos para el invierno (verano allá en el cono sur) y la correspondiente temporada de premios.
Hablando de los recientes estrenos de la semana, Ted es el más esperado por varios de nosotros, al grado que nuestra administradora lo hizo foto de portada de la página. y es que, en el debut de Seth McFarlane en la pantalla grande (como director, habrá que aclarar), con una historia que muchos piensan que es una historia para niños por ver al osito parlanchín en los posters, no podrían estar más equivocados, no por irse con esa finta, sino por no conocer al creador de la serie animada Padre de Familia, que maneja un humor irreverente, ácido y hasta cierto punto para algunos ofensivo. Pero no pueden ir a la sala de cine y a los 5 minutos de iniciado el filme, con el primer chiste ácido, salir de la sala y exigir la devolución de su dinero. Están advertidos. John Bennett es un niño solitario, y una noche pide un deseo: que su osito de peluche, su único amigo, se vuelva de verdad. Si, la premisa es para niños. Pero desde el inicio mismo de la película se hace presente el humor irreverente americano. Muy voluntario. Y empezamos con una serie de situaciones, diálogos e imágenes para partirse de risa. No hay desnudos o cosas explícitas, pero sí mas de una muy sugerente, no apto para mentes castas. Y alguna que otra palabrota. Obviamente, tenemos el típico conflicto entre crecer y seguir siendo niño irresponsable. Pero como buen niño Geek, McFarlane aprovecha su oportunidad en pantalla grande, no sólo para traer algunos cameos: Norah Jones, Ryan reynolds, Tom Skerrit y algunas de las personas que prestan su voz para los personajes de su serie animada. Y los protagonistas Mark Wahlberg y Mila Kunis, quienes logran una buena química en pantalla, pero se quedan como secundarios. Obviamente nuestro protagonista es el oso parlanchín; pero decía que McFarlane aprovecha su oportunidad para hacer un tribuo a una película de culto que a veces pasa desapercibida en esos chistes Geek que todos hacemos: Flash Gordon y Tom Jones. Y en serio, si no saben quien es Flash Gordon, se perderán la mitad de los chistes de la película. Brindis con... Tom Jones!!! Puede ser que la trama, hacia el final, abuse de los clichés románticos. Y que en todo momento, el guión pueda sentirse ciertamente flojo, sin mucha historia que contar. Pero la historia es lo de menos con las risas que muchos de ustedes habrán de pasar. No sólo por la hilarante presencia del oso, cuya mayoría de gags memorables se los lleva (por ahí mención especial al pato del vecino chino), sino porque en general, la historia fue escrita para eso, para reír, para divertirse. Y lo cumple con creces. uno recuerda más los chistes que la misma historia y es para agradecer que el cine nos distraiga un rato de los problemas de la vida cotidiana. Y obviamente, para aquellos mayores de 20 o 30 años, recordar a sus ositos de peluche nunca estará de más. ¿O acaso alguno de ustedes no deseó tener de mejor amigo para toda la vida a algún muñeco de su infancia?
La franquicia de Resident Evil tiene dos puntos de vista: los gamers, quienes son seguidores de los videojuegos y quienes odian las películas por tener poco o casi nada que ver con la historia original de Shinji Mikami o los que simplemente disfrutan las películas de acción, aunque estos últimos también se cansan de películas sin sentido como son las de Paul W. S. Anderson. No es por menospreciar pero hay de películas de acción a películas de acción. Y Resident Evil, si bien no se queda atrás en cuanto a las escenas de explosiones, sangre, mordidas zombies y balas por doquier, lo cierto es que se agradece que este tipo de películas tengan una historia coherente que sea capaz de establecer una línea de entretenimiento más allá que ver sangre y vísceras volando por la pantalla y abusando de los efectos especiales con la cámara lenta y el 3D. Y más aún, si se trata de una saga que va ya en su quinta parte y que se ha encargado de repetir la misma fórmula una y otra vez, y que a pesar de todo, sigue generando los suficientes ingresos como para autorizar una secuela más que prometen será el final de la saga (de la saga de Alice, puesto que planean seguir explotando la franquicia con otras historias). Quizá el título les diga todo lo que necesitan saber. Y es que lo único que las películas toman de los juegos, aparte del nombre, son los personajes quienes, sin tener una historia bien desarrollada, ilusionan y emocionan a aquellos que sigan confiando en el poder de Milla Jojovich y Sienna Guillory. Salvo la ausencia de Chris y Claire Redfield, y obviando la presencia de Alice, personaje creado exclusivamente para las películas, tenemos a las principales estrellas de los juegos, con la inclusión de Ada Wong (Li Bingbing -El Reino Prohibido-) y Leon S. Kennedy (Johann Urb -más conocido en series que en películas-) (y quien, por cierto, decepciona bastante), pedidos en una encuesta para los fans y sin mayor participación que el lucimiento visual en un par de peleas. La historia sigue planteando más preguntas que respondiendo otras y seguimos con giros de tuerca que no tienen ningún sentido. De repente hay clones en la historia, como para hacerle un tributo a todos los que aparecieron en la saga, de repente los malos son buenos y viceversa. Hay un par de escenas tomadas directamente de otros videojuegos (hablando específicamente Mortal Kombat) que lo único que hacen es lucir el 3D. Vamos, que lo único que quieren es nuestro dinero. Porque viendo esta historia, si uno ha seguido la saga desde hace 10 años (El Huésped Maldito), se dará cuenta que la 3ra y 4ta parte (Extinción y Resurrección) no tienen ningún sentido en la historia. No es que borren lo que se contó en ellas, pero simple y sencillamente pudieron haberse ahorrado esas dos películas. Creo que lo más rescatable es que regresa la acción intensa, que Michelle Rodriguez y Sienna Guillory patean traseros, que hay más guión que la cuarta parte y que el 3D está muy bien usado y explotado. Lo malo es que simple y sencillamente hay películas que son hechas para sacar dinero y no para contar una historia creíble y entretenida
Para aquellos que rondan la edad de 20 años o un poco más, sabrán reconocer los nombres de este cast en cuanto anunciaron que se vendría la primer parte: Stallone, Statham, Li, Lundgren, Crews, Couture, y los cameos de Willis y Schwarzenneger. Y aunque tuvo unas críticas bastante tibias (unas muy malas) en cuanto a la calidad de la película, lo cierto es que recaudó el dinero suficiente para autorizar una secuela (y hasta una trilogía). Pero lo más importante en cuanto al dinero no fue una segunda o tercera parte, sino el nuevo cast reclutado: el casi desconocido Liam Hemsworth (quien lo hace bastante bien), y las verdaderas estrellas de esta cinta: Van Damme y Chuck Norris (hasta escalofríos dan cuando escribo su nombre). Y es que con este tipo de películas, al igual que en aquellos años en los que estábamos a costumbrados a sus títulos: Invasión a los E.U., Contacto Sangriento, Rocky, Terminator, Romeo debe morir, Rambo, Duro de matar, y hasta El Especialista, uno sabía a qué se atenía: explosiones por todos lados, peleas marciales iverosímiles donde el héroe de acción era capaz de las maniobras más peligrosas y salir de ellas con un pequeño rasguño. Los indestructibles no difiere de esta premisa: son un grupo de mercenarios dirigidos por Barney Ross (Stallone) que son contratados por un Church (Willis) para cumplir una misión que sólo hombres como ellos pueden cumplir, pero en el camino se topan con alguna desafortunada eventualidad, y deja de ser sólo un trabajo de dinero; se convierte en un trabajo de venganza. Y seamos sinceros. Para alguien que creció con ese tipo de películas no es sencillo ser objetivo con esta película. He ahí el título de esta reseña. ¿Cómo criticar a quienes fueron héroes de películas que se venían a raudales y que, aunque ya supiera en qué iba a terminar, no dejaba de causar esa adrenalina y esa emoción de ser un hombre de acción?. Serán figuras de museo, pero siguen sabiendo lo que hacen. De una manera objetiva, les puedo decir que la película entretiene. Aunque el guión es predecible, y nada novedoso, lo cierto es que cumple con lo que se espera de ella, ser palomera y hacer pasar una hora y media de buen espectáculo. Lejos de las explosiones sin sentido, y de la crudeza visual de algunas escenas, se convierte en un lucimiento por parte de cada uno de los actores (mención especial para Statham quien se lleva varias de las mejores escenas de pelea, principalmente una dentro de una iglesia). No hay más que esperar que balazos, peleas a mano limpia y todo aquello a lo que estamos acostumbrados. Eso sí, se mantiene en un ritmo mucho más intenso que su predecesora y en ese sentido, uno agradece que hay más acción (para eso pagamos!) Lo bueno es que Willis y Schwarzenneger dejan de ser cameos y pasan a la acción. Hemsworth cumple con un buen papel y el guión es ligeramente más sólido, pero también se tambalea. Lo malo: extrañamos a Mickey Rourke, y Couture y Crews quedan muy rezagados y opacados con todos los que comparten créditos y Stallone es quien se lleva la gloria (si es el productor, no podía ser de otra manera). El papel femenino, aunque también incluye un poco de acción, se queda muy corto (y aquí en lo personal, preguntaría algo: si estamos con tantos referentes de acción, ¿no hubiera sido mejor Lucy Liu?) Sin embargo, subjetivamente, es un derroche puro de testosterona que hace disfrutar con más de una auto parodia a ellos mismos. Si son fans de las películas arriba mencionadas, reconocerán todas esas referencias y soltarán más de una carcajada. Y lo cierto es que la presencia de Van Damme como el villano le da un plus extra, y Chuck Norris... bueno, es Chuck Norris! Se merece una calificación aparte. Esa escena donde aparece es simplemente MEMORABLE. Y sus diálogos, sencillos pero acordes a la época actual. Cuando asistí a verla en la sala de cine, todos en la sala gritaron de emoción al verlo aparecer y más de uno soltó un aplauso. Para aquellos que lo idolatramos, es todo un espectáculo verlo, y para las nuevas generaciones... solo me queda decirles: disfrútenlo
Si pudiéramos definir un tema central en la mayoría de las películas infantiles, siempre será la familia. De una u otra manera, siendo una compuesta por humanos o por animales, el mensaje que más se queda en casi cualquier película animada es la familia y los amigos. Pixar no es la excepción, pues en cada película maneja este tema de una u otra manera, la gran diferencia de ésta compañía con las demás es la forma tan original, emblemática, conmovedora y artística con que lo hacen. Cada producto de Pixar nos ha encantado (aunque haya por ahí quienes digan que ha tenido uno o hasta dos tropiezos con los coches), y cuando anuncian una historia original, nos emocionamos como niños, sin importar la edad que tengamos y nos formamos con los hijos (quienes los tengan), con la pareja o hasta solos con tal de volver a ilusionarnos y de, en la mayoría de los casos (al menos a mí me ha pasado), soltar más de una lágrima con las historias tan hermosas que nos regalan en cada filme. Valiente (Brave) es la más reciente película del estudio de Luxo Jr. y sigue siendo tan encantadora como cualquier otra película de Pixar, le pese a quien le pese. Sí, probablemente no alcance los niveles de Buscando a Nemo o Wall-E en cuanto a emotividad, pero la historia está tan bien construida como los excelentes productos a los que estamos acostumbrados. Mérida es la princesa de un reino joven, que se niega a acatar las órdenes de su madre, quien anhela verla convertida en una dama. En el afán de cambiar su destino, se embarcarán en una aventura que incluye la magia y el misticismo que siempre rodea a tierras escosesas, hogar de esta historia. Yo les confieso, me enamoré de la princesa. Si, está hecha a base de clichés: la niña rebelde, que ama a su familia pero que quiere hacer su propia vida, decidir por ella misma y negarse a la vida que incluye lujos pero que también trae consigo muchas obligaciones. Y huye de casa para buscar su libertad pero se encuentra con que debe reparar el daño que hizo antes de huir. Probablemente suena muy trillado, pero si se ponen a analizar las películas de pixar, podríamos encontrar las mismas historias en otros lugares, y sin embargo seguimos disfrutando de ellas por la belleza, la calidad artística en cuanto a la animación, la construcción del guión y los desenlaces que, aunque esperados, siempre nos generan más de un sentimiento. Brave es así, es hermosa, idílica, mágica, encantadora, familiar, artística... una nueva joya. ¡Estas sí son películas animadas! ¡Estos sí son mensajes de valores bien llevados a la pantalla grande! Un soundtrack tan épico como hermoso a cargo de Patrick Doyle (quien sigo diciendo que tiene talento pero es menospreciado). La animación es de otro nivel, tanto por la magnífica cabellera de fuego de Mérida, como por los escenarios (aunque hay que admitir que el 3D no le da la profundidad que podría tener), y una historia sencilla, que en hora y media logra entretener a todo el mundo. A menos claro, que hayan perdido su niño interior y vayan al cine sólo a buscarle defectos a las cintas. Porque es obvio que ésta debe de tener más de uno, pero eso es lo de menos. Si la historia logra atraparte, la cinta te hace gritar, reir, sufrir y hasta llorar es maravillosa. Y Valiente lo es.
Cuando escuchamos la palabra "reboot" inevitablemente, cuando estemos en presencia del nuevo producto, haremos las comparaciones con el filme anterior (el que "innovó") aunque nos repitan una y otra vez que no lo hagamos, que son historias diferentes, visiones diferentes, y muchos adjetivos más que intentan describir y justificar el reinicio de cualquier historia. Por los efectos, por llegar a nuevas generaciones, o por contar la misma historia con algunas modificaciones. En el caso del consentido de la casa de cómics de Marvel, Spider-Man, fue el pionero de las películas de cómics, allá por el año 2002, innovando en los efectos especiales (aunque ahora Woody, Buzz y compañía nos parezcan más reales), enfocándose en los orígenes del arácnido, aunque cambiando un poco su historia. 3 años más tarde, Spiderman 2 se colocaba como una de las mejores cintas de cómics pero fue en la tercera parte de la saga, en 2007, cuando todo se nos caía con una cinta sin pies ni cabeza, que terminaba por destrozar la mitología del arácnido y los corazones de miles de fans ilusionados que esperábamos ver a nuestro héroe en una película que le hiciera justicia a su historia. En medio de rumores, sobre una cuarta parte de la saga, nos sorprenden anunciando un reboot a escasos 5 años de haber visto la última historia, con nuevo director, nuevos personajes y jurando una y otra vez que "era una historia que se complementaba con las películas ya existentes". Muchos de nosotros nos preguntábamos si era necesario el reiniciar la historia tan pronto, aunque el argumento principal a su favor era una nueva visión que fuera más apegada a los cómics tradicionales. Es así que, de la mano del inexperimentado Marc Webb (500 días con ella) -hay que reconocer que Marvel se ha arriesgado a dejarle proyectos grandes a gente que no tiene mucho renombre y han salido buenos resultados, ahí tienen la reciente Avengers con Joss Whedon- y con gente joven y muy talentosa como Andrew Garfield y Emma Stone en los papeles principales de Peter Parker y Gwen Stacy respectivamente. Señores, nos encontramos ante la sorpresa grata del verano. Compitiendo con los titanes de Avengers, cuya euforia aún no se pasa por completo. y esperando el cierre de la trilogía de Nolan del caballero oscuro, Spiderman apostaba a resultar una sorpresa entreteniendo al público. Y lo logra. Con una historia nada pretenciosa, Webb se centra en ofrecernos una segunda visión de los orígenes del arácnido. Su acierto es narrar los hechos que ya conocimos pero sin extenderse demasiado en ellos y sin copiar lo hecho por Raimi. Es, por ejemplo, cuando nos cuentan un hecho y nosotros lo imaginamos de modo que todos los detalles están ahí, pero las situaciones en las que se presentan son diferentes. Y lo mejora, haciendo a un Peter Parker más real, más humano, y fuera de los líos amorosos. Garfield es más Spiderman. Y la película es más Marvel, así de simple.Se apega más a la historia original, hay una línea bien definida entre el héroe y el muchacho tímido y agrada a la vista. Y el soundtrack encaja perfectamente con el filme. Señor Webb, ¡necesitamos más directores como usted! El 3D no impresiona en la primera mitad del filme, donde hay pláticas, donde se conoce a sí mismo. Pero cuando empieza la verdadera acción, cuando entrenamos y nos volvemos un "vigilante" es cuando uno agradece la tecnología. Cuando se siente que viaja por los cielos de Nueva York y peleando en sitios donde solo una araña puede hacerlo. Sin ser una cinta pretenciosa, cumple el objetivo de entretener y nos regala una cinta que, por sí sola, es capaz de opacar a sus predecesoras. Y si siguen por ésta línea, estaríamos ante otro grandisimo acierto de Marvel. Están aprendiendo a explotar mejor sus productos, entregándonos no sólo cintas comerciales para sacar dinero, sino para que la gente justifique el ir cada año, o cada medio año, a disfrutar una nueva cinta de súper héroes, porque más que disfrutarla sólo los nerds, lo disfrutará todo el público, incluida la crítica especializada -y he de aclarar que, orgullosamente, pertenezco al primer grupo.
Dark Shadows es el último producto llegado a las carteleras de cine de la mano de la conocida (y exitosa) dupla Depp-Burton. Y lo de exitosa, me refiero sobre todo al ámbito económico, no necesariamente al crítico. Dirigida por el esposo de Helena Bonham Carter, otra infaltable en sus cintas, Dark Shadows nos regresa al genial director responsable de piezas de culto como Batman (1989), El Jóven Manos de Tijera o la mítica Beetlejuice. Lo que tienen en común todas estas cintas es a Burton, sí, pero también su inconfundible estilo. ¿Quién no podría reconocer en otras cintas de más bajo calibre como El Cadáver de la Novia, La Leyenda del Jinete sin Cabeza o Sweeney Todd? Inconfundiblemente, la presencia de Johnny Depp, si, pero principalmente su estilo gótico, visualmente asombroso, detallado, único y estético siempre ha sido el sello característico de este estrambótico director. ¿Qué hace diferente a Sombras Tenebrosas? Nada. Absolutamente nada. Y esa es la principal falla que se nos presenta. Que el señor, a pesar del gran genio que todos sabemos que tiene (aunque algunos digan que nunca lo tuvo y que simplemente se trata de un director muy sobrevalorado por la gente), no sabe presentarnos otra cosa diferente. Y es que aquí ya no estamos hablando de un estilo de películas, de una forma específica y única de dirigir, porque muchos otros directores también tienen ese sello (Tarantino Hitchcock, Nolan, Kubrick), y sin embargo, son capaces, dentro de su espíritu, de innovar y de presentar cosas grandes e inolvidables aún cuando los años pasan (en el caso de los que siguen vivos). Pero Burton ya no. Ya no impresiona, ya no reinventa, ya no sorprende. Johnny Depp interpreta a Barnabas Collins, heredero del imperio Collins iniciado por su padre, y que, en su búsqueda del amor, se topa con una bruja (Eva Green), quien se obsesiona con él, y al encontrar su rechazo, decide imponerle una maldición: convertirlo en vampiro para hacer eterno su sufrimiento. Años después, Barnabas es rescatado de su prisión y al darse cuenta de que su familia ya no inspira el mismo respeto de antes, decide ayudarla para llevarla de nuevo a lo más alto. Básicamente es el argumento de la cinta. Pero es muy, muy flojo. Porque a pesar de que promete en un inicio, conforme pasa el tiempo, la cinta se pierde entre el drama, la comedia, lo gótico, el terror... uno termina por perderse entre tantos personajes, que ya no sabe de qué trató la película, quién era el personaje central y qué pasó con cada miembro de la familia. El error fue darle demasiado peso a cada uno y no desarrollarlo, hacerlos a un lado, como si no importaran, para que al final importaran más de lo que deberían. No hay coherencia en la historia, y por si fuera poco, los pocos chistes fueron mal explotados al incluirlos TODOS en los avances. ¿Es que en Hollywood ya no saben hacer avances decentes sin revelar toda la trama o todos los gags?. Michelle Pfeiffer está desperdiciada. Y Helena Bonham Carter también. Eva Green está plana por momentos y los otros personajes salen sobrando. Sólo Depp quien carga el peso de la película, y Chloe Grace Moretz quien luce los pocos minutos que le dan a su personaje, lucen. Y lucen las locaciones, el diseño de arte, típico estilo gótico del que ya hemos hablado. Y se agradece el cameo de una rock star amigo del director. Pero nada que rescate a ésta película de las garras del aburrimiento. Insípida. Plana. Señor Burton, ¿hasta cuándo dejará de hacer películas sin sentido y nos regalará otra joya, como las de antes?
Del visionario Riddley Scott nos llega a las pantallas Prometheus, filme que, con las actuaciones de Noomi Rapace, Michael Fassbender y Charlize Theron, nos llega a las pantallas este verano con una alta expectativa después de la intensa (y muy interesante) campaña viral a su alrededor. Es así que entre dimes y diretes, sobre si era precuela, secuela o reboot de la exitosa Alien (1989) y si sobre tenía que responder a unas cuántas preguntas existenciales, nos encontramos ante una película bastante fuera de lo común que desde ahora mismo les digo que se convertirá en una cinta de culto. Antes de hablar de las cualidades y/o errores del filme, empecemos a hablar un poco de la filosofía. Como habrán notado (y para quien no lo sepa), el título de esta crítica lleva también el de un libro de Milan Kundera: La Insoportable Levedad del Ser. Y aunque propiamente no es un libro de filosofía pura, al estilo griego, si lo es de una filosofía profunda, esa a la que todos en algún momento de nuestras vidas nos enfrentamos: ¿de dónde venimos? ¿qué somos? ¿a dónde vamos? ¿quién nos creó?. Pueden existir una y mil respuestas a estas preguntas, al fin y al cabo, cada quién elige en lo que cree. Y ésta es la verdadera premisa de la película. Rapace interpreta a una científica que, a pesar de tener una religión, quiere conocer el orígen de la vida desde ambos puntos de vista. Y es en pinturas rupestres provenientes de distintas civilizaciones antiguas, en donde encuentra una secuencia repetida que resulta ser una especie de mapa estelar, y decide ir, con apoyo de una compañía privada, iniciar un viaje espacial para llegar al planeta y saber si efectivamente ahí residen nuestros creadores, y poder preguntarles cuál fue la razón para que nos hicieran. La película se desarrolla en medio de un suspenso y un drama envolvente. Y se nota que es Scott quien la creó, desde referencias con Alien y Blade Runner, hasta Gladiador y Robin Hood; en una especie de collage, donde todo el peso recae sobre los magníficos Rapace (a quien siempre he admirado desde que la vi en la versión sueca de Los Hombres Que No Amaban a las Mujeres) y el talentosísimo Michael Fassbender, quien, en la piel de un robot, nos entrega otra sólida actuación y es quien creo que carga el mayor parte del peso de la película. Y lo digo, porque es en él en quien empiezan a recaer todas las preguntas de las que ya hemos hecho mención allá arriba. Y aquí agregaríamos unas cuantas más: ¿Existen el bien y el mal por naturaleza o somos nosotros quienes dictamos esas diferencias? ¿De qué somos capaces los humanos en nombre del amor y de nuestras creencias? Con unos efectos increíbles, unas locaciones maravillosas, y un elenco increíble, la historia se desarrolla en una especie de universo paralelo al de Alien. No es una precuela en el sentido estricto de la palabra, porque no es hasta la última escena donde establecemos una conexión verdadera con ésta última. Pero tampoco es una secuela directamente, al establecerse las pautas para una nueva saga (típica producción hollywoodense, con un final abierto). Y es este final abierto lo más interesante de la película. Porque aparte de plantearnos muchas preguntas, algunas de las cuáles se van resolviendo a lo largo de las poco más de dos horas que nos dura el filme, nos deja muchísimas cuestiones abiertas, y no para resolverse en una segunda parte, sino para reflexionar uno mismo. Y por eso es ya una cinta de culto, porque no es el espectáculo comercial y entretenido que cualquiera disfrutaría y saldría satisfecho del cine (que, a pesar de todo, vaya que si se disfruta), sino porque es de ese cine extraño, reflexivo, no apto para todo tipo de gente. Pero maravilloso a su manera. Sin duda, Riddley ha regresado a lo que mejor sabe hacer: historias épicas de ciencia ficción donde no busca complacer a la gente, sino plantearle nuevas dudas, quizá las mismas dudas que él, como ser humano, tiene, y que buscó una manera original para plasmarlas en una película. Quizá haya por ahí un par de escenas que salen sobrando y que por un instante la película pareciera que decae. Pero esperen un buen producto en este verano lleno de blockbusters. Al menos, este no creo que entre en la categoría de uno de ellos, pero si en una excelente función que no defrauda.
Madagascar es una franquicia animada de Dreamworks, esa misma que se adentró al mundo de la animación hace muchos ayeres y que ha tenido la mala suerte de entregarnos primeras partes deliciosas (Shrek, Como Entrenar a Tu Dragón), y que cuando llegamos a las secuelas, decae muchísimo el producto (esperemos que no pase con la última mencionada) Madagascar no es la excepción, pues después de una ágil y entrañable primera parte, la segunda decayó mucho al presentar una historia tan plana como los personajes nuevos, y con reminiscencias a películas infantiles (El Rey León principalmente) que la película se sentía cansada y aburrida. Sin embargo, llegamos 4 años después, con una nueva entrega, donde ahora Alex, Melman, Marty y Gloria quieren volver a casa y lo hacen infiltrándose en un circo que recorre Europa con la promesa de por fin llegar a su amado zoológico en Nueva York. Si algo le podemos justificar y aplaudir a esta saga, mas que tratarse de animales con personalidades tan extrañas como incompatibles, es su animación que tiene una calidad innegable. Y la creación de esos personajes tan entrañables, adorables y divertidos como Cabo, Rico, Kowalski y Skipper. ¿Quién no disfruta todo lo que hacen esas pequeñas aves? Siempre rescatan la película de las garras de la aburrición. Y afortunadamente para nosotros, en esta tercera parte hay muchos más elementos rescatables. Hay que señalar, para empezar, que el desarrollo de los nuevos personajes es un poco más elaborado. Hay motivaciones y hay psicologías humanas. Hay, como en todas las películas infantiles, situaciones que son idealistas, y al principio de la película pareciera que estamos ante un producto comercial que los pequeños disfrutarán, pero que a los mayores aburrirá. Sin embargo, cuando llegamos a Montecarlo, la historia cambia y se vuelve una explosión de risas y colorido. Mención especial para la MAGNÍFICA secuencia del circo. Colorida, musical, explosiva y ampliamente recomendable en 3D (la mayoría de los escenarios son disfrutables en 3D). Básicamente, y para resumir, estamos ante un buen producto que los pequeños disfrutarán y que los padres no lo pasarán tan mal. Comparándola con la segunda parte, que fue más de lo mismo; Madagascar 3 refresca esa situación, le da un giro de tuerca bastante loco y nos deja con un buen rato de entretenimiento. Habrá cosas que criticarle al guión, pero por animación y risas no nos quedamos atrás.
Hablar de la tan mal aprovechada franquicia de hombres de negro, nos tiene que remontar al lejano año de 1997, donde, basados en un cómic, y haciendo referencia a la leyenda urbana de los Hombres de Negro, agentes gubernamentales encargados de guardar el secreto sobre la vida extraterrestre a los humanos, llegó esta extraña mezcla de comedia y acción con Will Smith y un siempre carismático Tommy Lee Jones. Tuvieron que pasar 5 años, en el 2002, para que nos llegara una secuela con un desagradable sabor de boca. Y 10 años después, 2012, nos encontramos con la tercera parte de la saga, con un sin fin de rumores sobre si seguirá o fue todo lo que había que contar sobre la historia. Seamos sinceros. Si una continuación de una película tarda 10 años en llegar, puede deberse a diversos problemas, desde el guión (rumor que siempre se propagó por internet), actores, director, etc. Y siempre uno espera más de este tipo de películas al preguntarse que historia contará al no tener una línea argumental bien definida (las aventuras de los agentes J y K como hombres del gobierno bien podría ser material para una serie animada, como la que existió, pero nunca para películas sin un fin específico). De este modo, decidieron utilizar el recurso de salvamento de viajar en el tiempo, con el que se pueden contar "historias nunca antes vistas" y modificar lo que ya se había contado anteriormente. Es así que, ante una nueva amenaza, el agente J debe viajar al pasado para rescatar a su amigo K, brillantemente interpretado por Josh Brolin, quien supo copiar a la perfección cada gesto y cada detalle de Tommy Lee Jones, de las garras de un marciano que busca venganza. De esta manera, nos adentramos particularmente al pasado de K, donde conocemos los sucesos que lo convirtieron en la persona que es. Hay que decir que la mayor parte de la película es lenta. Los efectos son buenos (aunque nada del otro mundo que justifique el pagar un extra por el 3D), pero nos hace falta ese personaje entrañable. Nos hace falta ese algo que sólo la primera parte nos supo dar. Quizá sea frescura, quizá sea comedia sencilla, con referencias a la cultura popular (la presencia de Lady Gaga y Justin Bieber totalmente injustificada), con gags de la segregación racial. Algo falta para justificar 10 años de diferencia entre una película y otra. Y sin embargo, al final, nos deja la sensación de que explicaron lo que querían explicar desde un principio. Sin tantos rodeos y sin tantos giros hasta cierto punto confusos. Josh Brolin vale la pena. Y los últimos 10 minutos valen la pena por darte el pequeño detalle que, aunque no explica mucho ni aporta algo realmente impactante a la historia, si deja la nota sentimental. Pero sobre todo, algo que no sé si realmente intentaron hacer, o simplemente está presente como algo que siempre va anexo a las películas de viajes en el tiempo, es esa filosofía extraña del existencialismo, donde el tiempo se convierte en un personaje importante de la vida, donde puede pasar de ser algo inalterable, a algo producto de nuestras acciones. cada quién reflexionará. Personalmente, la recomendaría para rentar un fin de semana por la noche.