En este film los personajes centrales son mujeres; por un lado las hermanas Mia (Martina Gusman, logra transmitir todo lo que observa y siente) y Eugenia (Berénice Bejo, en una destacada actuación. Recordemos que trabajo en “El artista”) y la madre de gran temperamento, Esmeralda (Graciela Borges, se luce, maravillosa y esta estupenda). El director Pablo Trapero (“El clan”, “Elefante blanco”) se toma su tiempo para ir presentando cada uno de los personajes y todos se van vinculando bajo una admirable estructura narrativa que se divide en dos tiempos y utiliza la cámara con gran maestría. Dentro de su desarrollo nos encontramos con varios símbolos. Todo sucede en una enorme estancia llamada “la quietud” que le da el nombre a la película; comienza cuando Mia abre la tranquera, vamos al interior de una familia, su cierre será cuando todo finalizó y al salir de allí algo nuevo tal vez esté por llegar. Mia va a buscar a su padre (Isidoro Tolcachir, “Hija única”) pero al llegar escucha una fervorosa discusión con su madre Esmeralda, cuando llegan a tribunales en pleno interrogatorio este hombre sufre un ACV y queda en coma. Ante tal situación regresa urgente desde Francia su otra hija, Eugenia, quien se encuentra radicada allí junto a su esposo Vincent (el venezolano Edgar Ramírez, “La chica del tren”), y luego aparece en escena Esteban (Joaquín Furriel, “El faro de las orcas”), el escribano y amigo de la familia. Una vez todos allí, comienzan a jugarse entre escenas sensuales y carnales, hechos relacionados con la última dictadura militar, un pasado oscuro, llena de misterio, secretos, miedos, ingresamos en lo más íntimo de una familia, explorando el universo femenino, Mia busca ser amada y sufre el complejo de Edipo. La película contiene una pincelada de humor negro, hay buenos silencios y un apropiado uso del plano secuencia. Además, están siempre latentes las relaciones, las cuales entre madre e hija son muy intensas y esto provoca ciertas incomodidades entre ellas. Posee un ritmo con bastante tensión, ironía, audaz, perturbadora e inquietante. La fotografía es bellísima, al igual que la música.
Aquí, el actor, director y productor de cine y teatro de origen hispano-islandés Baltasar Kormákur (“Everest”) se toma su tiempo para presentar a los protagonistas de esta historia basada en hechos reales. Ellos son dos jóvenes aventureros Tami (Shailene Woodley, “Bajo la misma estrella”) tiene 24 años vivía en San Diego, California y Richard (Sam Claflin, “Yo antes de ti”) ingles de 33 años. Ambos se conocen y deciden emprender un viaje en su velero por el Océano Pacifico, pero se enfrentan a un terrible huracán, sin medios para sobrevivir, en una ruta marítima desconocida y quedan totalmente a la deriva. Ambientada en 1983, si se conto esta historia es porque alguien logro subsistir. La cinta nos ofrece una interesante estructura narrativa, va intercalando los tiempos a través del flashback, donde hay suspenso, emoción y tensión, en un relato lleno de lucha, valentía y coraje, acompañada por una magnifica fotografía y banda sonora. Dentro de los títulos finales hay fotos de los verdaderos protagonistas. Si bien ya se vieron muchas historias similares, contiene diálogos llenos de ternura, todo envuelto en la tragedia y el dolor, con varios clichés, un planteo trillado y al final casi todo termina naufragando.
El comienzo de la película tiene situaciones escalofriantes, de mucha tensión, intriga y resulta impactante; podríamos decir que funciona a la perfección el toque psicológico y las buenas actuaciones de David Tennant (“Doctor Who 50 aniversario”) y Robert Sheehan (“Cazadores de sombra”) logran que el espectador logre meterse en la trama y sentir junto al protagonista, un villano que se las trae. Posee alguna vuelta de tuerca, pero no logra sostenerse hasta el final. Contiene elementos del cine de Alfred Hitchcock, momentos que recuerdan “El silencio de los inocentes”, “No respires” de Fede Alvarez, ciertos excesos, cae en lugares comunes ya agotados, no ofrece nada nuevo, termina siendo superficial y convencional. Pero tal vez ciertos espectadores seguidores del género o las nuevas generaciones puedan disfrutarla.
Narra los intensos momentos que vive Thomas (Tim Kalkhof) un ingenioso pastelero en Berlín, este mantiene un romance con Oren (Roy Miller), un judío israelí, que vive en Jerusalén, está casado y tiene un hijo, suele pasar seguido por esa ciudad por razones de negocios. Pero un día este no vuelve y viaja a Israel, allí localiza a la esposa de Oren, Anat (Sarah Adler), sin revelar su identidad se vincula con el mundo de Oren quien murió en un accidente. Thomas vive una serie de vicisitudes, y comienza con una búsqueda interna y externa, la repostería lo ayudará transformándose en un cable a tierra. A través de un flashback va develando distintos momentos, aquí se tocan temas relacionados con el judaísmo, las costumbres, la religión, los mandatos, la homosexualidad y el machismo, se van generando buenos climas, acompaña muy bien una banda sonora adecuada en cada encuadre, cuenta con situaciones de gran emoción y ternura. Una cinta que da buenos mensajes. Si bien tiene ciertos tintes autobiográficos, en algunos puntos te hace recordar la película “Yentl” (1983). Esta es la opera prima del cineasta alemán Ofir Raul Graizer, ha recibido también muchos elogios de público y prensa en festivales como el Chicago International Film Festival, el London Filme Festival o el Festival Internacional de cine de Hamburgo.
Este director tiene en su haber aproximadamente unas veinte películas, convocó al actor turco Engin Akyürek (36 años) conocido por las novelas “Qué culpa tiene y Fatmagül” y “Kara Para Aşk”, en un film orientado a sus fans. Su trama mezcla el romance, el drama, el suspenso y el terror con un toque de fantasía, con efectos visuales y un guion pobres; otro de los puntos flojos es que se encuentra doblada al español, eso no ayuda, las actuaciones que se ven son poco creíbles y sin matices. Un film destinado sólo a los fanáticos.
Una historia llena de simpáticos personajes, hay amor, color, magia, canciones, fantasía y una buena cuota de humor. Una buena propuesta para los más chiquitos de la familia, entretenida, un grato pasatiempo. Dirigida por Lynne Southerland, co-directora de “Mulán 2” de Disney, y escrita por Francis Glebas, co-guionista de “Hércules”, “El jorobado de Notre Dame”, “Pocahontas”, entre otras, contó con un presupuesto aproximado de U$S 20 millones.
Recordemos que primera fue en el 2014 y mantiene el mismo director (“Los siete magnificos”). Uno de los puntos más altos de este film es que tiene como protagonista a Denzel Washington (63 años), la trama se toma su tiempo para arrancar, porque va presentando a cada uno de los personajes y a medida que pasan los minutos va creciendo, si bien tiene una trama central y las subtramas le dan un buen equilibrio. La actuación es excepcional, lo construye muy bien, es para sacarse el sombrero ante Denzel Washington, todo cronometrado, mezcla el drama con la acción, tiene mucho ritmo, maneja muy bien la intriga, los espectadores se conectan con el personaje, en algunos casos coinciden con sus valores y puntos de vista, contiene buenos diálogos, utiliza los planos cortos por ejemplo mostrando cómo se lava las manos manchadas de sangre, entre otras secuencias, también tiene su toque de humor cuando dialoga con el joven Miles Whittaker quien protege, en el momento que invita a comer un poco del arroz con pollo que prepara en su cocina. Cuenta con buenas actuaciones secundarias: Melissa Leo (de muy buena interpretación) como su amiga y compañera de la CIA, quien lo aconseja y lo ayuda en sus investigaciones; está muy bien Ashton Sanders (trabajo en “Luz de luna”), una pequeña participación de Bill Pullman y está correcto como villano Pedro Pascal. En algún momento peca porque no sorprende al espectador con escenas poco creíbles (cuando lleva a un viajero, la tormenta en el pueblo, entre otras). Sigue teniendo cierto hilo conductor con “El vengador anónimo”, pero con elementos diferentes.
La historia incursiona en el mundo de los policías, ladrones, el delito y los abogados, todo se relaciona con el dinero, la ambición, el poder y la codicia. Su desarrolla se va combinando con una intriga policial y toques de western. Los protagonistas vienen de situaciones bien diferentes, uno a los 16 años y otro con 65 años, se van creando buenos climas, lo que vamos viendo es una relación de mutuo aprendizaje muy interesante, ellos tienen sus códigos dentro de su edad y vivencias. Nos encontramos con correctas actuaciones, un buen guión el cual te va generando tensión e intriga, nos habla de los problemas sociales, muestra como a veces se utiliza a los jóvenes para el robo , logra inquietar, deja pensando a los espectadores, tiene varios símbolos y mensajes.
El prestigioso cineasta australiano Warwick Thorton, muestra crudamente como han sido tratados los nativos de Australia por muchos años, las tribus aborígenes fueron perdiendo su cultura, tradiciones, fueron humillados, abusados y lo destruyeron todo. Aquí se basa en una historia real, un nativo Sam Kelly (Hamilton Morris) casado con Lizzie (Natassia Gorey Furber), se ven obligados a escapar por el desierto después de haber matado a Harry March (Ewen Leslie), en defensa propia y vamos observando todas las vicisitudes que deben padecer. Ante el hecho ocurrido un grupo de hombres bajo las órdenes del sargento Fletcher (Bryan Brown) comienza la persecución de Sam y Lizzie. Contiene escenas fuertes, muchos elementos de western clásico, en una historia sobre el racismo y como se domina a un pueblo, su desarrollo tiene personajes taciturnos, un paisaje tan hostil parecido a los que dominan, hay pocos diálogos, goza de una buena ambientación y su ritmo es lento. Este film triunfó en el Festival de Venecia donde ganó el Premio Especial del Jurado, además de ganar el Premio a la Mejor Película en el Festival de Toronto.
Narra los difícil momentos que vive Abril (María Figueras de buena interpretación) quien se encuentra encerrada en una serie de actividades, envuelta en una vida amorosa no correspondida y se siente vacía, ante un hecho desafortunado con su amante (Pablo Seijó), algo en su interior le hace un clic, comienza a buscarse, a darle un sentido a su vida y decide huir de ese mundo. De esta manera intenta darle una vuelta de tuerca a su vida, un cambio, para reencontrarse, elige un lugar lejos, en una playa de Florianópolis, allí entre las tormentas, la lluvia, los pescadores, la soledad, el silencio y el mar, comienza a buscar y a valorar sus días. En varios momentos están los encuentros y desencuentros, la fragilidad como así también la fuerza de esta mujer, hay varios símbolos y dentro de su narración juega un rol importante la obra “la terquedad”. Tiene un toque intimista, un poco melancólico, mucho se ve a través de lo sensorial, la fotografía, los ruidos y la lluvia, entre otros elementos.