El Ritual es una grata sorpresa para los amantes del terror y suspenso. Combinando estilos y recursos, y confirmando que una gran historia puede reemplazar inversiones económicas montruosas, lo originalidad del director demuestra que hay cosas en el cine de suspenso, que pueden cambiar para bien. Otra semana más y nuevos estrenos que pretenden asustar a los espectadores llegan a las pantallas de los cines de Argentina. En esta oportunidad, una historia de suspenso inglesa, marcará el debut en solitario detrás de las cámaras de David Bruckner. El Ritual (The Ritual, 2017) ha sido halagada por los medios europeos luego de su debut en festivales como Sitges y los BIFA (British Independent Film Awards), y después de conseguir un par de galardones, el mundo entero esta expectante a lo que esta historia, pueda llegar a transmitir. ¿De que la va? Un grupo de amigos de la universidad se reúnen para emprender un viaje al mejor estilo mochilero por los montes de Suecia, con la finalidad de rendir homenaje a uno de ellos, muerto de forma violenta. Cuando se internan en el bosque, una presencia amenazante empieza a acosarles. Así de simple como suena, esta película es una grata sorpresa para quienes tienen al cine de suspenso como fetiche. Con una premisa bastante común, el film se da el lujo de no querer ser para nada pretenciosa y a la vez, querer contar algo más. Hay cualquier cantidad de películas de terror/suspenso, donde los protagonistas deben enfrentarse a sus propios fantasmas pasados, situados en el medio de una zona inhabitada donde generalmente, nada real los atormenta, sino su propia psiquis, poniéndolos uno en contra de otro y dividiendo un grupo súper unido. El primer acto de esta obra, intenta confundir a todos indicando que ese podía ser el camino a tomar, pero no el que en definitiva el director va a elegir. Combinando recursos como la soledad en lo inmenso de un frondoso bosque, al mejor estilo La Bruja de Blair (The Blair Witch Project, 1999), el director se las ingenia para demostar que algo acecha a nuestros protagonistas, no se sabe que, pero lo hay y esta a la expectativa de ellos. Junto a la semejanza de una de las películas de suspenso por excelencia del milenio pasado, otro recurso que se nota en el film es la incursión de elementos culturales nórdicos, que si bien se asemejan bastante a lo que sucede en La Bruja (The Witch, 2015), le da un toque distintivo a otras películas y la posiciona bien alto en las producciones de este año, al menos. Punto en especial para destacar, la elaboración del ente que acecha a nuestros protagonistas, digno del mismo Guillermo del Toro, para encasillarlo dentro de algún tipo de estilo. Algo clave en estas pelis, es la dificultad que hay para lograr claustrofobia en lugares tan abiertos como bosques o descampados, por la excelente fotografía capturada, desde el primer momento en que se adentran en el bosque esta sensación queda impregnada en el corte. Al mismo tiempo, las tomas y planos de los senderos entre las fronteras de Suecia y Noruega, denotan que el viaje de nuestros amigos, no será un viaje mas. El desarrollo de los personajes esta muy bien logrado, y sus actuaciones van de la mano con lo que el guión les propone. Si bien el elenco es acotado, porque solo 5 personajes son los que más pantalla tienen, se logra formar una empatía con el espectador. El grupo, compuesto por Hutch (Rob James-Collier), Luke (Rafa Spall), Phil (Arsher Ali), Robert (Paul Reid) y Dom (Sam Troughton), tienen tantos puntos en común, como diferencias y es por eso que el grupo en general, queda tan bien. Con una actuación brillante de Rafe Spall, que dicho sea de paso, le basto para ganar el premio a mejor actor en el festival de Sitges del año pasado, el actor pudo demostrar toda su categoría, logrando un papel impecable.
Lejos de ser una secuela innecesaria, Los Increíbles 2 demuestra que estos 14 años de espera valieron la pena. Para los más grandes ir a ver esta peli es una cita obligada. Esta vez, la que deberá salir de la rutina domestica es Helen/Elastigirl (Holly Hunter) cuando un empresario de las comunicaciones llamado Winston Deavor (Bob Odenkirk) emprenderá una campaña para restablecer a los superhéroes como tales y que dejen de ser fugitivos de la ley. Este decide contratar a Helen para ser la cara visible de este movimiento, dejando a Bob/Mr. Increíble (Craig T. Nelson) a cargo del cuidado de Violeta (Sarah Vowell), Dash (Huck Milner) y Jack Jack (Eli Fucile y Maeve Andrews). Por suerte para él, estará su mejor amigo y colega Lucius/Frozono (Samuel L. Jackson) ayudándolo con la crianza de los peques. En el medio de esta campaña, un nuevo villano llamado “Rapta pantallas” aparecerá en la ciudad para hacerle la vida un poco mas complicada a Helen, Winston y el resto de los súper. Primero que nada, es bueno destacar que la película está a la altura de lo que fue la primera. Había mucho nerviosismo en cuanto a la calidad de esta secuela. Sobre todo con el antecedente reciente de Monsters University (2013) y Buscando a Dory (2016). Películas que tocan la fibra intima de muchos y apelan a nuestra nostalgia, sin lugar a dudas, pero que no son comparables con sus primeras partes. En caso contrario, Los Increíbles 2 es igual de buena como la original, incluso, en varios aspectos puede ser considerada como mejor que la primera. El ritmo en esta oportunidad es de un nivel muy alto. En las dos horas de metraje, en ningún momento se torna aburrida y esto es gracias a la gran distribución del tiempo de cada personaje. Hay un equilibrio estupendo entre la acción con toque de cine de espías que tanto recuerda a James Bond, el drama personal y familiar de los protagonistas y los gags más ingeniosos, que contribuyen a distender el ambiente después de la intensidad emocional de secuencias más complejas. Obviamente a nivel visual Pixar puede considerarse como el mejor estudio de animación del mundo. Una razón, es que en la ultima década las mejoras tecnológicas son evidentes, por lo cual ahora hay una cantidad de detalles que en el 2004 no había. Piel de gallina, ojeras bien marcadas y cansancio en los párpados, pueden ser algunos ejemplos bien claros. El brillo en los colores es un cambio a primera vista también. Si bien no es Coco (2016), la paleta de colores y la fotografía son puntos a resaltar con creces y en más de una oportunidad, los escenarios perfectamente dibujados, parecen sacados de la vida real. Otro punto que es mejor que en la peli anterior, es el del villano. En la original, Syndrome era el típico antagonista con la simpleza de ver al mundo arder, de venganza y destrucción desmedida. Algo bastante utilizado y repetitivo. En este caso, el propósito del villano de turno va más allá de este caos porque si, con un mensaje claro y desde su punto de vista entendible. El fin que se busca es mucho más profundo y si se quiere, oscuro y realista, de la mano con el tono de la peli que es, por momentos, más oscura que su antecesora. A la hora del guion, si bien la estructura es la clásica para las secuelas, peca de obviedad en algunos momentos. Lo mejorcito que tiene, es el desarrollo de dos personajes que en la primera no tuvieron tanto protagonismo como Jack Jack y Frozono. En sus escasas apariciones en el filme anterior, eran auspiciosos sin ninguna duda. Ahora con más desarrollo y participación, ambos le dan esa dosis de humor que se necesitan y nunca quedan descolocados. Ambos, son de lo mejor de la película. Un punto en contra quizás, es que la mayor parte de los diálogos, los mas peques que asistan a ver esta peli, no la van a poder entender. Más allá de las dosis de humor físico que les sacarán varias carcajadas, a la hora de la comprensión de lo que sucede en sí, no lo van a captar de la mejor manera. Sin dudas que si bien es animada, esta película está más destinada a los niños que una vez fueron tales y no los que lo son ahora.
Escenas de acción dignas de cine clase B, flojo CGI, malos escenarios y situaciones totalmente inverosímiles. Este film intenta combinar el buen trabajo previo del director en las sagas de acción, con una pretenciosa historia para la poca imaginación de su director. Del director de la Rápido y Furioso original (The Fast and The Furious, 2001) Rob Cohen, llega esta nueva película de aventuras que mezcla acción policial y cine catástrofe de una forma bastante simplona y efectiva, para quienes buscan solo un rato de relajación. En medio de un huracán bastante potente, en las afueras de Alabama, Estados Unidos, un convoy de la milicia transporta camiones con un total de 600 millones de dólares para ser destruidos, pero que a su vez, otros tienen planes diferentes para semejante cantidad de dinero. A la cabeza de este convoy se encuentran la general Casey Corbyn (Maggie Grace) y su subordinado Connor Perkins (Ralph Ineson), un soldado irlandés con aires de grandeza que lo hacen ser uno de los mas intimidantes de su pelotón. Por otro lado, pero en el mismo pueblo, Will Rutledge (Toby Kebbell) un meteorólogo experimentado se encuentra explorando lo que aparentemente puede ser la destrucción masiva del pueblo debido a una impresionante tormenta. Will deberá alertar a su hermano Breeze (Ryan Kwanten) de la inminente tormenta, mientras intenta arreglar su distante relación, luego de lo que fue la muerte de su padre a manos de un huracán similar. Así de descabellado como suena, esta es la premisa básica de esta película. Si uno pudiese meter Rápido y Furioso, Twister (1996) y la relación fraternal Winchester de la serie Supernatural (2005-actualidad) en una licuadora gigante, el resultado seria esta nueva película. Con escenas de acción dignas de un cine clase B, con un flojo CGI, malos escenarios y situaciones totalmente inverosímiles, este film intenta combinar el buen trabajo previo del director en las sagas de acción, con una historia demasiado pretenciosa para la poca imaginación de su director. No caben dudas de que si esta película se hubiese rodado a mediados de los 90, sería un clásico más de Sylvester Stallone. Con un guión chato y común, sumando actuaciones que no ayudan para nada, la película a los pocos minutos ya cuenta todo lo que va a pasar. Predecible desde el arranque hasta el final, el total de la peli parece sumamente forzado. No se encuentran vueltas de tuerca narrativas y mucho menos a nivel historia. Casi al unísono con el director, las actuaciones dejan bastante que desear, sobretodo porque no son actores que estén haciendo sus primeras armas en el mundo de Hollywood, algunos con mejor carrera que otros. Lo único destacable y por escasos momentos, es la participación de Maggie Grace quien le añade varios toques graciosos y sobre todo un poco de girl power a la cinta. Sin aportar nada nuevo a la categoría de cine catástrofe, Huracán Nivel 5 cumple con un solo propósito y que en definitiva, es a lo que gran parte de las películas del momento apuntan que es entretener. No será la mejor producción de acción de la década, pero para la distensión de la semana, nunca viene mal despejarse con explosiones sin sentido y muchos pochoclos.
Ritmo lento y sin ningún tipo de vuelta de tuerca. Este film termina siendo un padecimiento de poco menos de dos horas. Colin Firth se encarga de transmitir cada una de las sensaciones que el propio Crowhurst pudo haber tenido. De la mano del director que trajo la vida de Stephen Hawking a la gran pantalla en The Theory of Everything (2014), James Marsh vuelve a ponerse detrás de las cámaras para transmitir una de las historias más famosas de las islas británicas. Bajo el nombre de Un viaje extraordinario (The Mercy, 2017), Marsh cuenta la historia de Donald Crowhurst (Colin Firth), un aficionado a la navegación con cero experiencia náutica real, quien decide embarcarse en la famosa carrera Sunday Times Golden Globe. Esta carrera, consiste en dar la vuelta al mundo, a bordo de una embarcación monocomando, parando la menor cantidad de veces posible en los diferentes muelles del mundo. Al ser un docudrama/biopic, los puntos más flacos de esta película los tiene en los aspectos narrativos. Con un condimento extra que es el desconocimiento de estos sucesos por fuera de los que son amantes de la navegación en aguas abiertas, el director hace todo lo posible para que la historia que quiere transmitir, aburra al espectador. Con un ritmo lento y sin ningún tipo de vuelta de tuerca, el film termina siendo un padecimiento de poco menos de dos horas. Hay muchos recursos como la claustrofobia, la paranoia y la demencia, que podrían haberse explotado de una mejor manera y de alguna manera conmover al público, pero con solo una leve dosis de ellos, no alcanza. Como no todas son malas, a la gran fotografía que la película tiene se le agregan unas locaciones muy buenas mostrando paisajes que no son tan usuales por estas latitudes. Junto con algunas escenas que están hechas para significar la soledad, gracias a ellas, el espectador puede sentirse a la deriva igual que el personaje principal. En contraparte con el director, el elenco cumple a la perfección con sus respectivos roles. Encabezando el reparto, el ganador del Oscar del 2010 por su trabajo en The King’s Speech, Colin Firth se encarga de transmitir cada una de las sensaciones que el propio Crowhurst pudo haber tenido. Con una simple mirada, Firth puede hacer sentir la soledad que un hombre puede sentir solo y a la deriva en el medio de la nada. Completando la nomina de actores que trabajan en esta producción se encuentran: Rachel Weisz (Constantine, 2005), la esposa del navegante amateur; y David Thewlis el querido Remus Lupin en la saga de películas de Harry Potter, interpretando al agente de prensa encargado de transmitir todas las novedades del Sr. Crowhurst al mundo. La peli se sostiene bajos estos tres actores más reconocidos, y lo bueno es que, si bien la cámara se queda en un 80% con Firth, cada uno tiene sus momentos en donde demuestran todo su potencial. Haciendo un balance en general, la película podría haber sido mucho más de lo que termina siendo. A pesar del ritmo lento y desgastador que propone el director, esta historia es cautivante que sirve para conocer historias nuevas con personajes desconocidos.
Una buena película que se toma su tiempo en llegar a su propósito elemental que es el de asustar, pero el recorrido es tumultuoso y poco claro. Esta es la nueva apuesta de un estudio que trabaja como muy pocos los temas del terror psicológico y siempre intenta dar sustos que van más allá de lo convencional. Con un director debutante Ari Aster, quien también se encarga del guión, esta peli muta en si misma a medida que el metraje avanza. El Legado del Diablo, cuenta la historia de una familia que se encuentra muy dolída por la pérdida de su más longevo miembro y en busca de dejar atrás el dolor que una muerte siempre conlleva, se encuentra con oscuros secretos que la difunta abuela poseía, más detalladamente, su hija Annie Graham (Toni Collette) encuentra entre sus pertenencias unos libros antiguos de espiritismo bastante extraños y ahí es cuando todo empieza a ponerse bastante oscuro y su familia a tener extrañas situaciones inexplicables. La película puede dividirse en dos tranquilamente, y en dos géneros bastantes lejanos uno del otro. Por un lado, tenemos un drama familiero con pequeños toques sobrenaturales, pero por más música tenebrosa y planos que quieran denotar miedo, no lo logran. En la otra mitad, tenemos todo lo que intentaron en su primera parte, pero porque va al hueso directamente. Espíritus, posesiones, situaciones inexplicables y rituales satánicos para lograr una puesta en escena bastante creepy. Ahora bien, si para lograr eso hay que estar más de una hora esperando que algo emocionante suceda, algo mal hicieron. No es fácil hacer terror hoy en día, sobre todo por las grandes variedades que hay dentro del mismo género. Pero al querer establecer un nivel complejo de terror psicológico, muchas veces se peca de pretencioso. Es verdad que el clima desde un primer momento, da la sensación de que todo va a cambiar para peor de los personajes, pero la espera no tiene ritmo y a veces hasta aburrida. Este es uno de los casos en donde la narrativa, es inferior a la estructura, el guión diseñado por el mismo director es claramente lo mejor que tiene el film. Con diálogos súper cargados de gran dramatismo, y con unos movimientos de cámara excelentes, terminan siendo desperdiciados en la mitad de la película. Otro punto bastante flojo, es la sobre explotación sin sentido de algunos de sus personajes, que tienen un buen trabajo y desarrollo, pero no terminan siendo lo que quieren vender. Annie, Steve Graham (Gabriel Byrne), Charlie Graham (Milly Shapiro) y Peter Graham (Alex Wolff) conforman la familia en cuestión y el elenco, que se ve forzado a actuar en situaciones realmente espeluznantes con incomodidad, lo transmite durante toda la película. ¿Los más destacados? Toni Collete y Alex Wolff, sin lugar a dudas se roban la película y los niveles de tensión se incrementan cuando participan en pantalla. El Legado del Diablo venía asomando en portales internacionales de critica especializada como “La nueva El Exorcista”. La euforia por ver nuevas historias y nuevos puntos de vista en lo que al terror se refiere, denota un desesperado grito de ayuda. Heredity es una buena película que se toma su tiempo en llegar a su propósito elemental que es el de asustar, pero el recorrido es tumultuoso y poco claro. Lo que si está bien claro, es que A24 es el estudio que se necesita para salir de esta crisis que atraviesa el cine de horror.
Un thriller psicológico de primer nivel mezclado con un slayer sumamente sádico, que desorienta hasta al aficionado del cine de terror número uno. Una madre soltera de nombre Pauline (Mylène Farmer) decide mudarse a la casa de su tía recientemente fallecida, junto con sus dos hijas adolescentes, Vera (Taylor Hickson) y Beth (Emilia Jones). En la casa a donde se mudan, se encontrarán con el extraño fetiche de su tía de coleccionar muñecas antiguas, de esas muñecas que asustaron a todos alguna vez. Ya instaladas, su casa se verá allanada por una banda de los criminales más bizarros que intentarán apoderarse de las pequeñas hermanas. Años más tarde, las hermanas que decidieron separarse durante un tiempo, deberán volver a encontrarse para librase de algo que quedó pendiente en esa casa repleta de muñecas. A simple vista, esta peli podría caer en los lugares comunes del cine de terror. Fantasmas, posesiones y espíritus del mas allá. En esta oportunidad, ese primer pensamiento, no podría estar mas alejado de la realidad. Lejos de ser una obra predecible y común, Pesadilla en el Infierno es un thriller psicológico de primer nivel mezclado con un slayer sumamente sádico, que desorienta hasta al aficionado del cine de terror número uno. Con más de un plot twist dentro de su guión, el director y escritor, se las ingenia una y otra vez para asegurarse de que este sea su film más reconocido. Con un escenario que podría tranquilamente ser cliché, estos giros que se producen, despabilarán a más de uno. Con una influencia totalmente “Lyncheana”, el guiño más retorcido que esta peli tiene es claramente hacia la mundialmente famosa Mulholland Drive (2001) de David Lynch. En cuanto a las actuaciones y personajes, el primer acto se encarga de describir a cada uno de sus participes de la mejor manera. La menor de las hermanas, fanática de las historias de terror y la mayor, con un espíritu rebelde se encargan de producir una química que a lo largo de los años en el cine, nunca deja de funcionar. Cabe destacar que al producirse una elipsis temporal bastante grande, la esencia en ningún momento de pierde. Las cuatro actrices se encargan de englobar una personalidad al personaje cumpliendo de gran manera. Los antagonistas, Kevin Power y Rob Archer merecen una distinción a parte. Totalmente bizarros y sádicos, se encargan de dar una imagen totalmente terrorífica desde el primer minuto que aparecen, transmiten el horror personificado. La mayoría de las buenas películas de terror son aquellas que constan con buenos antagonistas, llámese Scream (1996), Viernes 13 (1980) o Halloween (1978) y este es uno de esos caso.
Cumple su cometido desde el primer momento, garantizando un espectáculo entretenido y divertido para toda la familia. La nueva película de Néstor Montalbano en la antesala de la cita mundialista en Rusia, sirve para despertar la pasión del hincha argentino. Allá por el 1806, con nuestras tierras aún siendo colonia de lo españoles, una enorme cantidad de barcos junto con tropas inglesas, desembarcaron a lo largo de lo que ahora se conoce como la Costa Argentina para querer arrebatar el poder de los españoles y así, ellos quedarse con las colonias. Los denominados “Criollos” defendieron a muerte sus tierras para evitar que los ingleses desplazaran al Virrey español y a todas las autoridades que aquí se encontraban. Obviamente, al margen de todo el derramamiento de sangre que hubo, hay algunos detalles que no se saben. En modo de comedía irónica e irreverente, ahí es donde se encuentra No llores por mí, Inglaterra, la nueva película de Néstor Montalbano, que en la antesala de la cita mundialista en Rusia, sirve para despertar la pasión del hincha argentino. En esta parodia histórica protagonizada por Gonzalo Heredia y Mike Amigorena, se nos muestra el lado B de lo que fueron las invasiones inglesas y el plan que tuvieron los europeos para distraer al común de la gente, mientras ellos se ocupaban de arrebatarle el control a la corona española. Esta distracción, a cargo del General Beresford (Amigorena) es ni más ni menos que el fútbol. Por el otro lado, se encuentra Manolete (Heredia), una especie de empresario de espectáculos que está siempre a la pesca de algún negocio, a quien le ha ido mal con su último emprendimiento y está en bancarrota. Manolete piensa que el fútbol puede resultar un buen negocio y organiza un partido con los dos barrios históricamente enfrentados, donde despliega todo su ingenio para armar un espectáculo donde pueda llenar sus bolsillos, siempre con el aval del General Inglés. Sin embargo, Beresford necesita que los criollos sigan distraídos aún más tiempo, sabiendo que se está formando una resistencia armada y necesita a Manolete para su propósito. Entonces el gran partido del siglo tendrá lugar: Criollos vs Ingleses en la Plaza de Toros. El gran evento se acerca, pero también el ejército comandado por Liniers por la reconquista de la ciudad. Para ver esta película, lo primero que hay que hacer es limpiarse de prejuicios. No es común ver buenas producciones de “época” por nuestras latitudes, la más reconocida: Zama de Lucrecia Martel (2017) fue un lujo narrativo y visual que no es común en lo que a cine local se refiere. En esta ocasión y para ser comedía, la ambientación colonial esta muy bien lograda. Los vestuarios, los peinados y lo escenarios elegidos, hacen que este viaje en el tiempo hasta el 1800 se logré de una muy buena manera. Lo mismo pasa con el guión, que teniendo en cuenta el gran porcentaje de ironía, podía perder el sentido totalmente y volverse un gran cumulo de chistes, por suerte esto no pasa y cada acto esta resuelto de buena manera. El elenco, que reúne artistas de primer nivel nacional de la talla de los ya nombrados Heredia y Amigorena se encuentra completado con Diego Capusotto, Mirta Busnelli, Luciano Cáceres, Matías Martin y Laura Fidalgo. Además de estos reconocidos actores y actrices, la sorpresa llega con la inclusión de dos ex futbolistas profesionales como Fernando Cavenaghi (River Plate) y José Chatruc (Racing Club). Todos cumplen de forma correcta con su papel, la única que se ve un poco descolacada y hasta forzando su actuación, es la de Laura Fidalgo, que tiene un rol menor como la esposa de Manolete. Uno de los más destacados, junto con los dos protagonistas, es el de Capusotto que una vez más vuelve a demostrar que la comedia es lo suyo y otorga un personaje digno de su clásico programa Peter Capusotto y sus vídeos (2006-actualidad). La peli funciona muy bien como comedia de época y sin dudas funciona mejor como chispa para encender el espíritu mundialista. Sin ser una obra maestra del séptimo arte, No llores por mí, Inglaterra cumple su cometido desde el primer momento, garantizando un espectáculo entretenido y divertido para toda la familia.
Deadpool 2 es superior a su primera parte. Todo lo bueno que logró el debut en solitario de Wade Wilson, es mejorado en esta secuela. Mientras Ryan Reynols tenga opinión y juegue de manera fuerte en todos los proyectos donde Deadpool esté relacionado, habrá buenas películas. Apenas pasaron semanas del estreno de la primera entrega, y viendo que la billetera del estudio no paraba de llenarse (la producción del film costó un poco más de 50 millones de dólares y terminó recaudando la increíble cifra de más de 780 millones), la secuela ya estaba en desarrollo. Hoy, dos años después, la esperada segunda parte llega a los cines prometiendo un tono más oscuro, comiquero y redoblando la apuesta de lo que tanto enamoró en su peli original. En esta segunda aventura de Wade Wilson (Reynolds), mucha sangre ha corrido debajo del puente y Deadpool sabe que ya no puede hacer el trabajo sucio solo. Por eso, deberá recurrir a Coloso (Stefan Kapicic) y a Negasonic Teenage Warhead (Brianna Hildebrand), solicitando a estos mutantes un poco de ayuda de cara a una amenaza que viene del futuro para vérselas con un pequeño niño mutante. Esta amenaza, no es otra que el peligroso Cable (Josh Brolin). Es por eso que Deadpool deberá hacer todo lo posible para detener al viajero del tiempo, incluso, formar su propio equipo, la famosa X-FORCE. Deadpool 2 a simple vista es superior a su primera parte. Todo lo bueno que logró la primera aventura en solitario de Wade Wilson, es mejorado en esta secuela. Ahora dirigida por David Leitch (John Wick 2), la historia tiene aún más acción, humor y situaciones “meta” que la primera. Con guiños, gags, homenajes, referencias, cameos, por doquier, Deadpool 2 consigue que el “chiste” de la entrega original no quede reiterativo. Uno de los mayores miedos que tenían los fanáticos, era que luego del éxito de la primera parte, los creativos y productores se quedarán con esa primera gran apuesta ganada y solo hicieran secuelas para exprimir el producto. La estructura que tiene esta historia es bastante similar a la anterior, incluso los actos se encuentran divididos de forma clara y concisa como en la primera. Ahí es donde entra en juego la magia de los guionistas, que decidieron (acertadamente), que la película fuera una evolución completa de la primera. Incluso parece algo obvio, pero que una secuela mejore altamente a la entrega original, no es cosa de todos los días y menos en producciones de superhéroes. Puede que el desarrollo de la película suene un poco familiar, de hecho toma los mismos caminos que la primera, pero esta “evolución” se nota de tal manera que todo queda perfecto. Uno de los aciertos más destacables, es la inserción definitiva de los personajes en el universo de la saga de los X-Men. Obviamente, desde un primer momento se sabe que Deadpool es un mutante y son constantes las referencias al grupo de Charles Xavier, pero nuevamente, esa va mucho mas allá y la plantea mucho más cercanas en tiempo y espacio de lo que parecieran. Las actuaciones son impecables, con todo el elenco original volviendo a escena y la incursión de nuevos personajes como Cable y Domino, al reparto se lo nota fortificado y acorde a lo que se quiere ver. Con un Josh Brolin metido de lleno en el mundo de las adaptaciones comiqueras, el actual Thanos del MCU, da una interpretación brillante. Con un notorio trabajo físico realizado en la previa y utilizando su don de la voz penetrante, otorga un Cable digno y fiel a las viñetas. La otra debutante es Zazie Beetz, la encargada de dar vida a Domino hace un trabajo tan bueno que calza justo con lo que se esperaba del personaje. Afianzándose como sidekick de Deadpool, tiene muchos momentos geniales y es clave en las misiones que realizan junto al mercenario bocazas. Luego, los personajes secundarios de la primera, vuelven todos. Morena Baccarin, el pólemico T.J. Miller, Leslie Uggams y Karan Soni. Todos ellos con la misma simpatía y el carisma que enamoro a todos en 2015. Nuevamente todas las luces caen sobre el ya mencionado Reynols. Se nota y mucho que éste es su personaje. Es notorio como disfruta ser el maldito Wade Wilson. Suele pasar que cuando un actor, sobre todo el protagonista, no deja de involucrarse en el guión, en la producción y en que todo se lleve a cabo de manera correcta, la actuación pierde fuerza, por el desgaste o el “exceso” de trabajo, pero Reynols es tema serio y esa frescura que se le nota al declarar, es la misma que demuestra cuando la cámara esta encendida, aplausos eternos para él. La música de la peli, nuevamente es un elemento a destacar. Después del mix que armaron para la primer entrega, mezclando rap y hip hop, con bandas como WHAM!, este aspecto también es superado. Aún con más diferencias en géneros que la anterior, la música logra darle otro de los toques distintivos que la, ahora, franquicia otorga. El no tomarse las cosas serias, les esta saliendo de maravilla y la música es el fiel reflejo de eso. Deadpool 2 es el claro ejemplo de cuando el famoso dicho “las segundas partes nunca son buenas” es dependiendo de quién se encargue de dichos proyectos. Si bien el estudio posiblemente esté pensando en exprimir cada centavo con esta nueva franquicia comiquera, el fandom geek puede estar tranquilo porque mientras Ryan Reynols tenga opinión y juegue de manera fuerte en todos los proyectos donde Deadpool esté relacionado, habrá buenas películas.
Jungla es un docu-drama exagerado y fuera de tono. La forma en la que se escogió para transmitirla fue un error y los recursos narrativos estuvieron mal elegidos, por eso termina siendo una flojísima película. Daniel Radcliffe siempre quedará en los subconscientes como Harry Potter, por más que en un futuro, el inglés consiga trabajar en producciones de la magnitud de Star Wars o Avengers, nunca podrá quitarse el mote del niño mago que derrotó a Lord Voldemort. Desde aquella última aventura en 2011, Daniel, consiente de esto, decidió “recomenzar” con su carrera actoral. Participando en obras de teatro en el viejo continente y tomando pequeños roles en películas no del todo importantes. Después de un tiempo importante, Radcliffe vuelve a ser protagonista y encarnando nada más y nada menos que a Yossi Ghinsberg, un mochilero Israelí que en su juventud, se le dio por salir a conocer el mundo y terminó perdido en la jungla boliviana de las Amazonas. Junto con él, otros dos mochileros y un guía decidieron meterse en el espeso de la jungla en busca de una civilización aborigen, no del todo explorada. Las distintas leyendas locales, afirmaban que en lo profundo de este inexplorado lugar, los fantasmas personales de las personas afloraban y las zonas oscuras de éstos, se hacían eje de sus personalidades. Con esta interesante premisa, a Daniel le cae del cielo esta oportunidad para redimirse con el público, ¿podrá demostrarlo? La película, dirigida por Greg McLean, parece estar dispuesta a analizarse en dos partes. Dentro del corte final de casi dos horas, se distinguen dos diferentes géneros en la misma película. Esta separación, se nota claramente a partir de la segunda hora. En una primera instancia, se podría definir a la peli como una road movie en la selva. Un joven, buscando quién verdaderamente es, dejando todo un pasado de lado buscando un promisorio futuro. Con más fallas que aciertos, la primera parte del film aburre, es predecible y no ofrece nada nuevo a otras películas similares. En este quiebre que se da al iniciar la segunda parte, la peli toma un tono totalmente diferente. Con algunas cosas ¿sobrenaturales? y totalmente exageradas, la primera impresión de la película queda en el olvido. Si la primera parte pecó de previsibilidad, esta segunda redobla la apuesta haciendo todo mucho más obvio. Con algunos plot twist evidentes y una floja resolución del conflicto general, esta producción termina siendo aburrida y para nada disfrutable. Las interpretaciones de los actores, no son destacables. No porque sean malos actores, sino que el guion no está diseñado para que esto suceda. Poca importancia en sus participaciones y subtramas mal desarrolladas, llevan al film a estancarse en apenas minutos desde su comienzo. Dentro de todo lo malo de la película, Radcliffe es de lo más destacable por el trabajo físico y por la empatía que uno puede llegar a sentir con su personaje. Un aspecto bastante destacable, es la fotografía. Los escenarios elegidos, la mezcla y la edición de sonido. Las imágenes que se observan a lo largo del corte final, brindan un paseo por pasajes de Bolivia y Australia. Gracias a un trabajo genial del equipo técnico, los encargados del sonido de ambiente nos transportan a la jungla con el protagonista. Estos sonidos con la ayuda de un buen sistema de audio, ayudan a mejorar esta aventura cinematográfica. En palabras finales, Jungla es un docu-drama exagerado y fuera de tono. Lamentablemente la historia de Yossi queda en un segundo plano. Tal vez, la forma en la que se escogió para transmitirla fue un error y los recursos narrativos estuvieron mal elegidos, por eso termina siendo una flojísima película en donde ni Daniel Radcliffe puede hacer magia para salvarla.
Yo soy Simón tiene la intención de abrirse de cara al mundo, de abrirse con los demás y sobre todo, con uno mismo y sentirse cómodo con quien uno es. Basada en la novela titulada “Simon vs. the Homo Sapiens Agenda” de la escritora estadounidense Becky Albertalli, esta nueva coming of age nos envuelve en el mundo de Simón, un joven de 17 años que está por terminar la secundaria y con todo el mar de dudas que esto conlleva, se le suma el hecho de que es gay. Como es costumbre, lamentablemente, en todas las latitudes del globo, este hecho muchas veces produce un rechazo generalizado y margina a quienes confiesan sus sentimientos, quizás es por eso, que Simón, lo mantiene en secreto. La película, protagonizada por Nick Robinson (Simon Spier) y un gran elenco de renombre como Josh Duhamel y Jennifer Garner, en el papel de sus padres Jack y Emily, nos introduce en el mundo de Simón, un joven al que no le falta nada. Con una familia amorosa y presente en todo momento, grandes amigos y una buena posición social, pareciera que Simón tiene todo lo que se “necesita” para ser feliz. Aún así, dentro suyo siente un gran vacío ya que guarda solo consigo mismo el secreto de que él es gay. Dentro de un mundo de prejuicios y bullying automático, él decide hacer todo el esfuerzo posible para que nadie se entere de su sexualidad hasta que se encuentra con un chantajista que descubre su secreto más preciado y el hará lo imposible para que nadie se entere, incluso, perder a sus seres mas queridos. Cuando alguien se refiere a películas que deben hacerse y distribuirse de una manera fuerte y global, básicamente se refiere a producciones como esta. Yo soy Simón (Love, Simon), es una película que necesitaba hacerse. Por como se transmiten las emociones del protagonista, más de uno podrá verse reflejado en las desventuras de Simón. Grandes aciertos por parte del director Greg Barlanti hacen que esta dramática adolescente con tintes de comedia, no se torne aburrida y predecible, y desde un primer momento se puede sentir una empatía colosal con los personajes, sobre todo con el protagonista principal. Dentro del elenco de notables mencionados, los que toman los roles más importantes, son los mas jóvenes. Obviamente Nick Robinson hace un papel fantástico en su interpretación, para aquellos que no hayan leído la novela en la que se basa este film, Nick es la viva imagen del Simón del libro. Su grupo de amigos entre los que se encuentran Leah Burke (Katherine Langford), Abby Suso (Alexandra Shipp) y Nick Eisner (Jorge Lendeborg Jr.) haciendo un trabajo genial por donde se los mire. Desdramatizando en los momentos justos con una dosis de humor necesario, no hay momentos en donde los chistes o gaggs queden mal. El resto de los personajes, “los de relleno”, también están muy bien y le dan un plus a la película en los momentos necesarios. Uno de los puntos “flojos” si se quiere, es la resolución. En el camino que recorre la historia, se transmite una idea de inclusión y aceptación, sobre todo de uno mismo sin importar los que los demás piensen. Para este excelente y hermoso concepto original, da la sensación de que al fin y al cabo uno no puede hacer las cosas solo. Películas como esta o como Lady Bird (2017), son necesarias para estos tiempos de cambio mundial. Con un mensaje claramente esperanzador de cara al futuro, Yo soy Simón tiene la intención de abrirse de cara al mundo, de abrirse con los demás y sobre todo, con uno mismo y sentirse cómodo con quien uno es.