La cátedra de la familia moderna Como toda película que gira en torno a una ceremonia de casamiento en medio de una familia numerosa, no se puede esperar menos que una trama liviana y de enredos. Igualmente el atractivo de El gran casamiento (The Big Wedding, 2012) de Justin Zackham, radica en sus destacables figuras y la manera en que esta comedia usual y corriente puede convertirse en algo más gracias a ellas. Alejandro (Ben Barnes) le anuncia su pronto matrimonio con Missy (Amanda Seyfried) a su familia adoptiva. La propuesta cae bien y se hará una gran fiesta en honor a la pareja, a la que además asistirá la madre biológica de Alejandro (Patricia Rae), quien posee unas estrictas creencias religiosas y no tiene idea de la actual situación de dicha familia: Ellie Griffin (Diane Keaton) y Don (Robert De Niro) están divorciados hace más de diez años. Bebe (Susan Sarandon), actual concubina de Don, constituirá el gran dilema. Con un título que remite casi instantáneamente a Mi gran casamiento griego (My Big Fat Greek Wedding, 2002) la película de Zackham poco tiene de dicho tipo de humor; más bien parecería tener su origen en el film de Mike Nichols La jaula de los pájaros (The birdcage,1996), la cual cuenta también con una gran interpretación de parte de Robin Williams; que aquí tiene un papel más pequeño y un tanto desperdiciado. La fortaleza de esta película es su identificación con el espectador. Todo lo alocado que aparece en su argumento es más bien costumbrista. Los personajes son personas normales a las que les ocurren cosas reales. Nada sale de lo común, excepto ocasiones en las que todo parece venirse abajo para luego recomponerse rápidamente. Este es el toque de humor fresco y liviano que muchas veces genera buenos efectos, en especial al no permitirse caer en ningún momento en el aburrimiento. En la era de las comedias norteamericanas poco profundas, en los tiempos en los que se mezclan grandes figuras ganadoras del Oscar con actores de menor trayectoria; y en esa moda de pensar que se tendrá un éxito asegurado por el sólo hecho de ser una sátira de las familias disfuncionales, El gran casamiento resulta acertada en la complicación de los vínculos amorosos, la gracia y credibilidad de las actuaciones y un fuerte optimismo sobre el concepto de familia moderna.
Puedes correr pero no esconderte Hay que asumirlo: No todas las películas acerca de exorcismos y poseídos dan en el blanco. Producida nuevamente por Eli Roth y dirigida esta vez por Ed Gass-Donnelly, El último exorcismo Parte II (The Last Exorcism Part II, 2013) se encuadra por varios motivos en ese tipo de films que no resultan ser lo que se esperaba. Esta secuela de El último exorcismo (2010) partirá de donde se quedó la primera y luego con una Nell (Ashley Bell) tres meses después totalmente renovada (aunque con algunas pesadillas) que decide empezar a llevar una vida normal dejando atrás su pasado. Sin embargo, el mal vuelve a hacerse presente con un plan aun más horroroso. Será ella quien tenga que luchar para no caer de nuevo en las garras de Abalam, un poderoso demonio de Lucifer. A diferencia de la primera entrega dirigida por Daniel Stamm, esta segunda parte cambia totalmente el enfoque del argumento, dejando la cámara en mano para convertirse en un relato más despersonalizado desde el punto de vista de la filmación. Hasta el título debería haber cambiado para esta película. El último exorcismo hacía referencia a que un predicador lo practicaría por última vez en su vida para demostrar que todo es una mentira, mientras que aquí este nombre no se justifica en lo más mismo. De esta manera, la originalidad de la primera película se esfuma cuando trata de seguir la evolución de Nell y su inserción en la vida social, para luego mostrar que el mal nunca se fue y ella debe resistirse a ser su víctima. Esto convierte a El último exorcismo Parte II en una película más de exorcismos que no se distingue de las otras del montón. Lo que sí se destaca en medio de este argumento poco singular, es la actuación de Ashley Bell quien realmente denota un buen trabajo con el cuerpo y las expresiones, y algunas pocas escenas de sobresalto. El resto lo encontrarán calcado de otras producciones de este subgénero más que arraigado en la cinematografía estadounidense.
Dos en uno Aunque resulta difícil etiquetar a La huésped (The Host, 2013) en un solo género, Andrew Niccol, flamante realizador de Gattaca (1997), ofrece esta vez una mezcla contundente de ciencia ficción futurista y romance adolescente, como si la saga Crepúsculo o La Guerra de los Mundos (The war of the worlds, 1953/2005) le hubieran servido de inspiración. En un futuro no muy lejano, la Tierra se convierte en un lugar seguro, sano y limpio debido a que la raza alienígena ha venido para quedarse, tomando posesión de los cuerpos humanos como si fueran huéspedes. Algunos pocos lograron sobrevivir en remotos escondites; entre ellos está la familia de Melanie (Saoirse Ronan), una adolescente que corrió con el infortunio de ser usurpada y tendrá que convivir con Wanderer, su alma invasora. Con La huésped, Niccol demuestra una vez más que la ciencia ficción es lo que mejor sabe hacer; pero en algunos aspectos el film resulta ser más complejo. El concepto de dualidad atraviesa toda la película que no se focaliza tanto en dar un mensaje esperanzador a los terrícolas, sino más bien en explotar los dilemas de un triángulo amoroso (por no decir cuadrado) y el conflicto interno que supone la presencia de dos personalidades dentro de un mismo cuerpo. Apoyado en el trabajo del director de fotografía Roberto Schaefer, que brinda unas impecables imágenes de Luisiana y Nuevo México como escenarios, el guión no presenta errores mayores aunque de a poco va tomando el semblante de la saga Crepúsculo de varias maneras, lo que se fundamenta con el hecho de ser nuevamente Stephenie Meyer la autora del best-seller en el cual se inspira esta película. La interpretación de Saoirse Ronan, que se destacó en Hanna (2011), está a altura de un papel que tampoco le demanda tanto para este argumento más que un par de expresiones emotivas. Como ella, otra actriz en su lugar lo hubiera hecho bien también, lo que recuerda automáticamente la inexpresividad de Kristen Stewart en el rol de Bella Swan. Aun con su desdoblamiento y algunas complejidades, La huésped no deja de apuntar a un público adolescente con un guión sólido pero sencillo, con altas dosis de ciencia ficción y futurismo. Este parece ser el combo ideal para un espectador acostumbrado al amor romántico más que al realista y a observar la realidad con los ojos del personaje protagonista.
Criaturas de la noche... y del día Hay una especie de ABC del cine para lograr una buena historia dentro del género de terror: 1) es preferible no mostrar todo al instante (criaturas, monstruos, etc.), 2) poder (y saber) jugar siempre con el suspenso y la tensión, dos aliados de lujo que garantizan un buen producto; y 3) las actuaciones tienen que resultar ser mínimamente creíbles. Ausencia (Absentia, 2011) de Mike Flanagan cumple con todos estos cánones de manera magistral. Tricia (Courtney Bell) y Callie (Katie Parker) son dos hermanas que se reencuentran después de años para enfrentar juntas la dolorosa desaparición de Daniel (Morgan Peter Brown), esposo de Tricia. Luego de siete años de no tener novedades de él, su mujer firma un acta de defunción con motivo "Muerte por ausencia", tal como el registro de esa ciudad está obligado a declarar al pasar determinado tiempo. Últimamente Tricia experimenta visiones y apariciones, y recurre a la meditación para escapar de ellas. Sin embargo, todo da un giro rotundo y lo que parecía ser un caos psicológico producto de su cabeza, pasa a ser sólo un grano de arena al lado de lo que vendrá después. Idas y vueltas espacio-temporales, verdad o mentira, fin o principio, realidad o ficción. Esa es la verdadera sal de la película, que no dejará que el espectador se pierda ni aburra por un segundo. La soberbia de Ausencia radica en su misterio, su tensión y su paranoia. Su guión es sólido y da placer poder disfrutar de una historia tan bien contada, desde los movimientos de cámara hasta los planos y el juego con las luces y la oscuridad, la verdadera protagonista de la cinta. Si bien no posee un gran trabajo de sonido, se puede decir que otro de sus fuertes gira en torno a lo onírico y lo intangible y, tal como se dijo antes, la no-presencia de lo terrorífico y amenazante en la pantalla, lo que le otorga ese plus que la mayoría de las películas del género no saben explotar. De esta manera, de a poco, va cumpliendo con las expectativas del espectador.
Avasallante como se esperaba, este jueves desembarcó en la cartelera porteña Posesión Infernal (2013), la nueva versión del uruguayo Federico Álvarez y producida por Sam Raimi, Bruce Campbell y Robert Tapert, del clásico de terror de 1981, The Evil Dead. Como su nombre lo indica, estamos frente a una verdadera posesión demoníaca. Entre los miles de casos cinematográficos que hay, éste es el de Mía (Jane Levy), quien es llevada por su hermano y sus amigos a una cabaña familiar en el bosque con el objeto de desintoxicarla de su adicción a las drogas. Rodeada de naturaleza y tranquilidad, este parece ser el mejor sitio para Mía hasta que algo (o alguien) desata el terror mediante la lectura en voz alta de un libro maldito encontrado en el sótano. El argumento nos parece familiar, pero la cinta recorre no sólo los distintos estadíos de Mía y su desintoxicación, sino que además los mezcla y confunde con el terror y el suspenso de lo paranormal de una forma muy hábil. Si bien la película contiene las clásicas escenas predecibles en las que todo parece dado y dicho, esta Posesión Infernal parece haberse redefinido a sí misma incorporando un poco de gore, algunas vueltas de tuerca y especialmente sobresaltos presentes todo el tiempo en los 91 minutos que dura. Admirable en su estilo ochentoso pero despojada aunque sea mínimamente de la versión original (hay algunas diferencias bien marcadas en cuanto a la trama anterior), Posesión Infernal no asusta mucho ni poco. Está en el medio de un subgénero que mezcla sangre a chorros, drama, toques de comedia y thriller. Una buena dosis de adrenalina para un sábado por la noche y el planteo del interrogante de hasta qué punto aguantamos estar cómodos con lo que estamos viendo. El verla en cine seguramente proporcione al espectador una mayor calidad de sonido, una atractiva y efectiva estética de colores retocados (alejados de lo burdo) y acertados escenarios y fotografía, uno de los motivos por los cuales sea más provechoso verla en pantalla grande. Sin embargo estos aspectos no son excluyentes. El film rota en el final hacia algo absurdo y además, bien es sabido que no siempre las escenas interminables son adecuadas para ilustrar un buen descenlace. El guión contiene algunos errores no perceptibles para cualquier ojo, pero así y todo Posesión Infernal es una gran pieza del terror clásico que ha renacido para rememorar y (¿por qué no?) homenajear a su antecesora sin ponerla en ridículo, sino más bien reafirmarla como una de las más representativas producciones de terror de los años 80. 3/5 SI Ficha técnica: Título Original: The Evil Dead Dirección: Federico Álvarez Guión: Sam Raimi, Federico Álvarez, Diablo Cody, Rodo Sayagues Mendez Estreno (Argentina): 4 Abril 2013 Género: Ciencia Ficción, Terror Origen: Estados Unidos Duración: 91 minutos Clasificación: AM 18 Distribuidora: SONY PICTURES Reparto: Jane Levy, Shiloh Fernandez, Jessica Lucas, Lou Taylor Pucci, Elizabeth Blackmore, Phoenix Connolly, Jim McLartym Sian Davis, Stephen Butterworth, Karl Willetts, Randal Wilson, Rupert Degas, Bob Dorian, Ellen Sandweiss
Es difícil imaginar a un actor de la talla de Anthony Hopkins haciendo un mal papel o embarcándose en una película paupérrima. Pero no le echemos toda la culpa a él. El film puede carecer de un guión sólido y desvanecerse por el peso de su propia mediocridad. Hasta ahora la dupla de “película mala” + Hopkins no ocurre usualmente. La única excepción a la regla fue aquel papel secundario (en el que sólo prestó su voz) en la espantosa animación Beowulf (2007) de Robert Zemeckis que no llegó a cumplir con las expectativas del público. En el caso de Hitchcock, el maestro del suspenso (Hitchcock, 2012), aquella cinta que tuvo muy buena prensa y anuncios mucho antes de su estreno, y a la cual los fanáticos están ansiosos por ver, el personaje que le toca “manejar” a Hopkins parece hecho a su medida. Aquí lo que verdaderamente importa es que el actor aprehendió perfectamente su papel sin ninguna intención de parecer caricaturesco o burlón, como algunos colegas del ambiente se animaron a decir. Sacha Gervasi (periodista, guionista y director británico, premiado en los Spirit Awards y los Emmy) subrayó para su película una de las etapas más interesantes de la carrera de Alfred Hitchcock: el polémico rodaje de Psicosis (Psycho, 1960), una de sus obras maestras que pasó a la posteridad, y cuyo proceso de filmación siempre estuvo en boca de todos, en especial de sus bellas estrellas rubias; aquí interpretadas por una pulposa Scarlett Johansson y una modesta Jessica Biel. Que Hitch esto, que Hitch lo otro, que Hitch aquello. Mentiras y verdades, realidad o ficción. No importa. Lo que vale es que Gervasi tomó a un personaje más que particular en la cinematografía mundial y lo moldeó en base a anécdotas y versiones del libro de Stephen Rebello, y así logra construir una visión no tan propia del director con algunos toques de humor e ironía sobre su persona, sin mencionar los guiños permanentes que los verdaderos entusiastas de su obra entenderán a la perfección y disfrutarán mucho. Una vez que el espectador se propone sentarse en la butaca a disfrutar de esta película, los detalles no pesan. La clave es entregarse a lo que Gervasi nos ofrece: un hombre compungido, un excelente director, una persona a veces oscura y sigilosa, pero sobre todas las cosas, alguien que supo amar a su mujer por siempre y que reconoce que sin ella nunca hubiera sido quien fue. El papel de Hellen Mirren como Alma Reville, esposa de Hitchcock, es fundamental en el desarrollo del relato, y eso es lo primero que se evidencia. Así nos vamos enterando de pequeñas situaciones típicas de matrimonio pero que suman mucho a la hora de construir un perfil de personalidad de alguien obsesionado con el crimen y con causar un gran efecto en su público, la razón de ser de cualquier realizador. Además disfrutamos de las reminiscencias a la banda sonora de Psicosis y de una secuencia de créditos acondicionada con música de Dany Elfman, el afortunado a quien recurre siempre Tim Burton para musicalizar sus películas. En fin, esta película sobre Hitchcock es sorprendente y tan tormentosa como su protagonista. Por su parte, el trabajo de vestuario y maquillaje es fascinante y el parecido físico es tal que nos transportamos a su atmósfera y creemos todo lo que este nuevo “Hitch” tiene para contarnos. Un gran logro de Hopkins y de Gervasi. Una película que no hay que perderse por nada del mundo y un material que muchos seguramente querrán ver por segunda vez. El espectador se quedará pensando, se hará preguntas, analizará, hará trabajar su cabeza. A eso yo lo llamo “El efecto Hitchcock”, a eso me refiero cuando digo que es una buena película. 4/5 SI Ficha técnica: Título Original: Hitchcock Dirección: Sacha Gervasi Guión: John J. McLaughlin Estreno (Argentina): 7 Marzo 2013 Género: Biopic Origen: Estados Unidos Duración: 98 minutos Clasificación: AM 13 Distribuidora: FOX Reparto: Scarlett Johansson, Anthony Hopkins, Jessica Biel, Michael Stuhlbarg, Helen Mirren, Ralph Macchio, Toni Collette, James D'Arcy, Danny Huston, Michael Wincott, Kurtwood Smith, Judith Hoag, Danielle Burgio, Richard Portnow, Tara Summers
En el género del terror, el suspenso y lo fantástico, hoy en día es bastante difícil encontrar algo de calidad, y menos aun cuando de espíritus y apariciones se trata. Sin embargo, Mamá (2013), dirigida por el argentino Andrés Muschietti y producida por Guillermo del Toro, parece en un principio ser más de lo mismo para luego tornarse cada vez más interesante a medida que transcurren los minutos. El cine de género español supo encontrar su lugar en varios países y reclutar su público fiel hace ya varios años. Su estructura y estilo parecen basarse principalmente en salirse de los cánones hollywoodenses para ir mucho más allá y aportar más de lo que estamos acostumbrados. En el caso de Guillermo del Toro en particular, obras maestras como El laberinto del Fauno (2006) y El Orfanato (2007) confieren una estructura dramática y un guión por demás sobresalientes y se escabullen en un suspenso y terror pocas veces visto en los últimos tiempos. A pesar de ser mexicano, del Toro acostumbra a trabajar con actores españoles y a pesar de estar actualmente mucho más cerca de Hollywood que antes (ahora vive en Los Ángeles), parecería que no se permite a sí mismo contagiarse de las pestes del cine yanqui. Se nota su mano en la selección del casting: sobresaliente Jessica Chastain (nominada al Oscar este año como mejor actriz por La noche más oscura) y las dos nenitas con actuaciones fenomenales. Por su parte, Muschietti supo captar el estilo de del Toro a la perfección y nos brinda una historia plagada de sobresaltos, sustos y sobre todo niños. Mamá relata la historia de dos nenas que, por extrañas circunstancias familiares, se quedan solas en una casa abandonada en el medio de un bosque. Luego de 5 años, son encontradas por su tío totalmente alienadas, sucias y hasta agresivas con el entorno, pero se descubre también que las pequeñas fueron cuidadas en ese tiempo por alguien de quien se desconoce su paradero y existencia. Es cierto que al principio somos testigos de una historia ya contada por miles de directores, pero en el transcurso del metraje nos metemos en el territorio de un relato más bien triste, que es la base de la película y en el que una vez más los niños son el foco del terror durante un largo rato, aunque no representen una amenaza. Volviendo hacia atrás, el principio está colmado del más oscuro terror psicológico y forma un combo ideal para la etiqueta de "Películas para no dormir". En síntesis, Mamá es contundente y lógica a su propósito. Contiene un guión a veces repetido pero sólido, que sabe mantener el miedo y el suspenso hasta el final. ¿Un dato curioso?... el personaje de Mamá lo interpreta Javier Botet (http://www.javierbotet.com/), el mismo actor que hizo de la Niña Medeiros en la saga de Rec. Su contextura física lo lleva a encarar mayormente papeles monstruosos y espíritus malignos. Este personaje fue además retocado de forma digital, especialmente en su rostro, pero lo impresionante es su realismo. 3/5 SI Ficha técnica: Dirección: Andrés Muschietti Guión: Andrés Muschietti, Neil Cross, Barbara Muschietti Género: Terror Origen: Estados Unidos Duración: 101 minutos Clasificación: AM 13 Distribuidora: UIP Reparto: Jessica Chastain, Nikolaj Coster-Waldau, Megan Charpentier, Isabelle Nélisse, Daniel Kash, Jane Moffat, Javier Botet, Julia Chantrey, Morgan McGarry, Sydney Cross, Jayden Greig, Pamela Farrauto
Esto es el circo Con Cirque du Soleil: Mundos lejanos 3D (Cirque du Soleil: Worlds Away, 2012), de Andrew Adamson (Shrek, Narnia), el espectador no tiene tiempo para el aburrimiento. Plagada de color, música y con los mejores artistas del mundo, la película brinda una puesta diferente a todo lo que uno está acostumbrado a ver en la pantalla grande. En medio de lentejuelas, maquillaje y acrobacias, nace la historia de una pareja que en circunstancias mitad trágicas mitad fantásticas, es separada apenas se conoce. Es ahí donde la protagonista mujer (Erica Linz), de la que nunca se conoce el nombre en la ficción, intentará por todos los medios de rastrear a su “enamorado” y así irá descubriendo otros mundos bien alejados de lo que ella alguna vez conoció. Tal como hace Alicia en el país de la maravillas, este personaje femenino explorará y se sorprenderá en el mundo de los circos. Ambientados todos de una manera diferente y particular (el fondo del mar, artes marciales, superhéroes; todos ellos acompañados con temas musicales de Los Beatles, Ringo Starr y Elvis Presley, entre otros), conforman una visión del mundo propia de los cuentos de hadas. Con una puesta más bien teatral, con enormes escenarios y decorados en constante movimiento, la película de Cirque du Soleil se centra (como era de esperarse) en los espectáculos y performances de los artistas más que en la historia romántica en sí. De esta manera, sin un guión fuerte ni diálogo alguno, la fortaleza narrativa del film radica en la dosis de “suspenso”que surge al desconocer cuándo se encontrarán finalmente los personajes, lo que supone cierto misterio si se quiere. Cirque du Soleil: Mundos lejanos 3D es un gran espectáculo que todo el mundo debería ver (la mano de James Cameron como Productor Ejecutivo es notable en este despliegue de color, movimiento y energía), pero los verdaderos cinéfilos acostumbrados a otro tipo de cine seguramente renegarán de la película prefiriendo disfrutar de este entretenimiento en otro contexto (“en vivo” y no en la pantalla grande) que, asi y todo, no deja de ser un buen plan para el entretenimiento familiar.
El niño con hojas en las piernas Disney con sus películas conserva la premisa de que lo mágico existe y de que todo es posible. En La extraña vida de Timothy Green (The Odd Life of Timothy Green, 2012), el relato es un “cuento asombroso” (como diría Steven Spielberg) que posee las marcas clásicas, pero que esta vez gira en torno a la esperanza y la lucha por ser padres. Cindy (Jennifer Garner) y Jim (Joel Edgerton) son una pareja felizmente casada que se gana la vida en una famosa fábrica de lápices del condado. Ambos atraviesan el difícil momento de no poder tener un hijo pero, a pesar de todo, juegan a ser padres en medio de llantos e ilusiones. Sorpresivamente aparece Timothy (CJ Adams), un extraño chico enviado por la madre naturaleza que los hará descubrir el mágico mundo de cuidar a un niño. Como ya es sabido las historias de Disney son bastante lacrimógenas. Este es el caso, pero lo que realmente resalta en la película, es que los personajes desean constantemente convencer al espectador de que son capaces de criar a un niño. El film tiene su base en el relato que Cindy y Jim cuentan su experiencia con Timothy a dos empleados de una entidad de adopciones. A partir de allí todo se convierte en un gran flashback que detalla el paso del chico por la vida de esta pareja. Y si de guiños característicos se habla, el director se permitió jugar (como si fuera también un chico) con el apellido de los personajes: la palabra “Green” que significa “verde” en español remite a las plantas, los árboles, las flores, y Timothy proviene de todo ello. Aquí tanto el director Peter Hedges como Disney le declaran su amor a todo lo que sea puramente natural, con la clara alusión de que la naturaleza es sabia. Una película que conmueve con actuaciones sólidas que se adaptan bien a una historia melancólica pero esperanzadora, con el fin de verse en familia por su mensaje, digno de la factoría Disney.
Un legado de libertad Con un gran reparto de prestigiosos actores y un recorte histórico de la que algunos consideran la etapa más importante de la presidencia de Abraham Lincoln, Steven Spielberg retrata un personaje calmo y visceral con un Daniel Day-Lewis que tiene bien merecida la nominación al Oscar como Mejor Actor. Lincoln (2013) se centra en la última etapa de gobernación del ex presidente norteamericano (Daniel Day-Lewis ), en la que la lucha por la abolición de la esclavitud y la supervisión de la Guerra Civil y posterior reconstrucción de los Estados Unidos fueron sus principales objetivos hasta su asesinato en 1865. No es casual que Steven Spielberg haya realizado este recorte relacionado con la gente de color. El director siempre tuvo una sensibilidad especial por llevar al cine estos tópicos. Lo hizo por ejemplo en El color púrpura (The Color Purple, 1985) y Amistad (1997), y seguramente lo seguirá haciendo en otras películas. Con un excelente trabajo de escenografía, vestuario y sobre todo de maquillaje (el parecido de Daniel Day-Lewis con Lincoln y el de Sally Field con su esposa es admirable, a pesar de que el film no cuenta con la nominación en esta categoría), la película decae en ocasiones con algunas escenas muy extensas y diálogos un poco densos, sólo aptos para historiadores. En este sentido, lo que le faltó a Spielberg fue correrse aunque sea mínimamente de la realidad y jugar más con la ficción. Así Lincoln quizá resulte para los fanáticos una pieza cinematográfica trascendente en la filmografía de Spielberg, quien esta vez parece estar alejado de su especialidad: la ciencia ficción adrenalínica de Tiburón (Jaws, 1975) o Jurassic Park (1993), para meterse de lleno en una trama más estática, sin sobresaltos. Se destacan además la banda sonora a cargo de John Williams (con quien Spielberg siempre cuenta), resultando Lincoln atractiva para el debate tanto político-histórico como técnico. Disfrutable si uno se prepara de antemano para verla.