Protagonizada por Ewan McGregor y dirigida por Marc Forster (Descubriendo el país de Nunca Jamás), Disney presenta Christopher Robin: un reencuentro inolvidable, un live action basado en el clásico Winnie the Pooh. La película comienza con un pequeño Christopher Robin que debe despedirse de sus amigos del Bosque de los Cien Acres, entre ellos Winnie the Pooh, para asistir a un internado y así convertirse en un “hombre correcto”, según su padre. Luego de unos saltos temporales (entre ellos el paso del protagonista por la Segunda Guerra Mundial), la película nos ubica en 1949. Ahora Christopher Robin (Ewan McGregor) vive en Londres junto a su esposa Evelyn (Hayley Atwell) y a su hija Madeline (Bronte Carmichael), y trabaja en una empresa de equipajes. Cuando Christopher intenta disfrutar de un fin de semana junto a su familia, su jefe Giles Winslow (Mark Gatiss) le informa que deberá pasar ese tiempo encerrado en la oficina en busca de una solución para reducir gastos, o si no deberá despedir a gran parte de sus compañeros. Agobiado por estas responsabilidades Christopher comienza a dejar de lado a su familia. Entre los problemas laborales y los problemas con Evelyn, por la poca atención que le brinda a su familia, el protagonista también deberá hacerle frente a un desafío extra: ayudar al oso parlante Winnie the Pooh a encontrar a todos sus amigos del Bosque de los Cien Acres: Tigger, Igor, Piglet, Cangu, Rito, el Conejo y el Búho, quienes desaparecieron sin dejar rastro alguno. La llegada de Winnie the Pooh marca un quiebre en la vida de Christopher. Si bien todo apunta a que el humano es quien debe ayudar al oso parlante, la historia termina siendo al revés. Pooh funciona como excusa perfecta para que el protagonista se reencuentre de una manera afectiva con su familia y para que también vuelva a conectarse con aquel niño que alguna vez fue. Esta nueva adaptación del oso amarillo consigue captar tanto al público infantil como a los mayores. Marc Forster logra tocar temas serios de adultos (como el distanciamiento con la familia, las responsabilidades laborales) y darles un giro para que constantemente predomine un tono juguetón que también puedan disfrutar los más pequeños. El guion es simple y directo, motivo por el cual la película es predecible en todo momento, sobre todo en su resolución. Pese a esto, todo se desarrolla de una manera natural y emocionante. Christopher Robin: un reencuentro inolvidable logra tanto emocionar como divertir al espectador, sin importar la edad que este tenga. La película de Marc Forster cuenta con un clima melancólico en casi todo momento. La pelea entre el adulto de hoy y el niño que alguna vez fue. Volver a conectar, a un nivel emocional, con ese pequeño. Como toda película de Disney, Christopher Robin: un reencuentro inolvidable, intenta dejar una lección: disfrutar de las pequeñas cosas, compartir tiempo con la familia y los amigos y nunca abandonar el niño que alguna vez fuimos.
El realizador santafesino Walter Becker (A dos tintas) presenta su segundo largometraje Eterno paraíso, un romance con eje en la existencia de los mundos paralelos. Eterno paraíso cuenta la historia de Pablo (Matías Mayer) un joven de 26 años que está en pareja con Esperanza (María Abadi), su vecina y amiga desde la infancia. Su vida da un giro radical cuando Esperanza sufre un ataque con arma blanca en plena calle. Debido a la gran cantidad de sangre perdida, los médicos someten a la joven a un coma inducido. Pablo pasará el resto de los días acompañándola en la recuperación. Pero luego de unos días de lucha, Esperanza finalmente muere. En pleno sentimiento de desesperanza, Pablo se reencuentra con viejos escritos de su padre, una especie de científico loco (o al menos esa es la imagen que dan a entender en un principio) que lo abandonó cuando él era sólo un adolescente. Allí encontrará una particular respuesta para su sentimiento de soledad: la existencia de mundos paralelos en donde se podría reencontrar con su amada y con cualquier persona muerta. Walter Becker desarrolla una trama en la cual se plantean cuestiones tales como el significado de la vida y la muerte. El protagonista está desesperado y dispuesto a hacer todo lo posible para reencontrarse con su novia. Pese a que a lo largo de la película se explican las investigaciones que realizó el padre de Pablo respecto a mundos paralelos, sueños lúcidos y afines, muchas cuestiones quedan sin responder. El significado de estas palabras no recibe una respuesta concreta, y para aquellos que estén ajenos a su sentido será difícil seguir qué es lo que está ocurriendo en determinados momentos. El cineasta tampoco brinda una respuesta para la situación del protagonista. Si él perdió completamente la cabeza o realmente existe todo aquello que había obsesionado a su padre, queda al total albedrío de cada espectador. Esto, lejos de generar más curiosidad e intriga, termina produciendo indignación y desconcierto. La gran mayoría del tiempo se siente como si Becker hubiese tocado un tema del que tenía poca idea. Las ideas están ahí, pero el desarrollo falta. Un punto para destacar de Eterno paraíso es la trama original que presenta. La película no es otra simple historia de amor, sino que el eje está puesto en las incógnitas que giran en torno a la vida y a la muerte. Becker también ahonda en la soledad y la (des)esperanza. El protagonista quedó sólo y está dispuesto a hacer y a creer en cualquier cosa con tal de reencontrarse con Esperanza y cumplir con ese amor eterno. Matías Mayer logra transmitir de una manera sólida todos los sentimientos por los que atraviesa Pablo.
El actor de la famosa telenovela turca ¿Qué culpa tiene Fatmagül?, Engin Akyürek, protagoniza Kerem, hasta la eternidad, la nueva película de Çağan Irmak. Kerem (Engin Akyürek) es un joven y exitoso diseñador de interiores, casado con Yesim (Hilal Altınbilek). Ambos tienen un único anhelo: tener un hijo. Algo que se ve complicado debido a problemas de fertilidad. Es por eso que Kerem decide realizar un viaje junto a su esposa para poder “desconectar” un poco la cabeza. En el camino, mientras conduce, un niño se cruza repentinamente frente al automóvil ocasionando un accidente. Allí, su mujer y el niño pierden la vida. Apenas despierta en el hospital, Kerem comienza a tener visiones de aquel pequeño y de otro espectro. Completamente seguro de que lo que ocurre no es producto de su imaginación y de que el chico realmente lo está hostigando, decide aislarse de su trabajo y regresar al pueblo de sus suegros. Allí se comenzarán a revelar oscuros secretos sobre el pasado del protagonista, quien además recurrirá a la Abuela, una señora que vive en un pueblo alejado de todos, con la capacidad de enfrentar hasta los demonios más abominables. Kerem, hasta la eternidad no tiene un rumbo fijo. Lo que en un principio parecía ser un drama, comienza a volcarse hacia algo más bien romántico, para luego optar por un thriller y finalizar con un pseudoterror. Çağan Irmak parece no tener muy en claro qué pretende realizar con esta película. Los saltos entre cada género producen que muchas situaciones, que en un principio parecían tener importancia (como el hecho de que el matrimonio no podía tener hijos), queden completamente en el olvido hacia el final. Otro de los problemas que presenta el film es que la versión que llegó al país es doblada al español. Estas voces hacen que el trabajo actoral pierda fuerza y ciertas reacciones se vuelvan poco creíbles. Aun así, no se le puede echar por completo la culpa al doblaje, ya que las actuaciones en sí se muestran bastante flojas a lo largo de toda la película. Los actores parecen igual de perdidos que el guion en casi todo momento, lo que hace que las situaciones sean aún menos factibles. Otra de las cosas que hace que este producto turco parezca poco verosímil, son los monstruos creados mediante CGI. Acá estos espectros parecen más bien sacados de una película de terror de los años ’90 que de la época actual. Posiblemente el mayor inconveniente sea con el demonio principal. Lejos de causar miedo -que debería ser lo principal en este tipo de género-, provoca sensación de incredulidad y también, para ser honestos, un poco de gracia. La película podría haber funcionado un poco mejor si se dejaba algo librado a la imaginación del espectador, pero Çağan Irmak optó por mostrar cada detalle, sobre todo de los espectros. Estos, al no estar bien realizados mediante CGI, hacen que se pierda verosimilitud y que se vean situaciones más bien bizarras y/o cómicas que espeluznantes. Si hubiese optado (como lo parecía en un momento) por un thriller, el resultado hubiese sido diferente. En cambio, hacia el final decidió volcarse de lleno al terror, algo que terminó por desencajar por completo en una trama ya, de por sí, floja.
La cineasta y antropóloga Carmen Guarini (H.I.J.O.S.: El alma en dos) presenta Ata tu arado a una estrella, un documental tributo al santafecino Fernando Birri, que permite reflexionar sobre la vigencia de las utopías. En 1997 el cineasta Fernando Birri regresó a Argentina para filmar una película por los 30 años de la muerte del Che Guevara. Carmen Guarini registró ese rodaje, pero el crudo quedó perdido en un VHS. Luego de 20 años, la documentalista recupera contenidos de aquel Compañero Birri, diario de una filmación, por lo que decide llevar adelante Ata tu arado a una estrella: documental donde une los registros del pasado con los acontecimientos más actuales del director, quien falleció en 2017 a sus 92 años. Ata tu arado a una estrella podría considerarse dos documentales en uno. Por un lado está aquel proyecto que Carmen Guarini realizó dos décadas atrás, en donde registró el detrás de escena del documental Che: ¿muerte de la utopía? (1999), trabajo en el que participaron figuras como Osvaldo Bayer y Eduardo Galeano. Por otro lado, está el proyecto actual, en donde Guarini ahonda en los últimos años de vida del cineasta. El documental no sólo pone foco en Fernando Birri, sino que también lo hace en la vigencia de las utopías (el film sobre el Che Guevara giraba en torno a esta cuestión). En esos fragmentos, en donde la cámara capta los momentos en los que Birri entrevista al escritor Ernesto Sábato y a otros intelectuales, se plantean cuestiones tales como qué es una utopía. La película cuestiona si el revolucionario perdió su tiempo ideándolas, o bien si su muerte también implica la muerte de las mismas. Carmen Guarini construye parte del relato mediante su voz. En off ella cuenta cómo comenzó la idea de armar la película. Ata tu arado a una estrella, por momentos, también se transforma en una especia de entrevista directa entre Fernando y Carmen, aunque esto parece más bien un monólogo de él, ya que en esta ocasión no se escucha la voz de ella realizando las preguntas. El documental no sólo intercala los momentos que Guarini captó de la filmación del documental sobre el Che y el último tiempo del cineasta, sino que también hace un trayecto por otros momentos de la vida del realizador. La cineasta realiza un recorrido por la casa de su infancia y también por la escuela de cine de Roma, en donde él realizó su formación académica. Guarini logra captar la esencia de este personaje icónico en la historia del cine regional. Ata tu arado a una estrella es un homenaje bien logrado a su cine y hacia su persona.
La directora Jennifer Yuh Nelson y el guionista Chad Hodge traen a la pantalla grande Mentes poderosas, un thriller distópico basado en la trilogía homónima de Alexandra Bracken. La historia se centra en un futuro distópico en donde el 98% de la población infantil murió a raíz de una peculiar enfermedad. Aquel 2% restante desarrolló extrañas habilidades, por lo que representan una amenaza para el Gobierno. Estos sobrevivientes fueron capturados y encarcelados en un campo. Allí los dividen por colores dependiendo de sus poderes: los azules mueven objetos con la mente, los verdes son superinteligentes, los amarillos manipulan la electricidad. También están los rojos, quienes lanzan fuego, y los naranjas, quienes pueden controlar a las personas con la mente. Estos últimos son aniquilados inmediatamente debido al peligro que significan. En ese campamento se encuentra Ruby (Amandla Stenberg), una joven “naranja” de 16 años que logró sobrevivir seis años en aquel lugar convenciendo a la gente de que es verde. Gracias a la ayuda de una médica llamada Cate (Mandy Moore), la protagonista logra escapar del campamento. A pesar de esto, Ruby tampoco confía en esta doctora por lo que también huye de su lado. En el camino se encuentra con tres adolescentes: Liam (Harris Dickinson), un joven capaz de mover objetos con su mente; Smarty Chubs (Skylan Brooks), un chico superinteligente y Hay Zu (Miya Cech), una chica capaz de manipular la electricidad. Mentes poderosas podría haber funcionado hace varios años atrás, pero en la actualidad su fórmula es figurita repetida. Futuros distópicos donde las personas son separadas en grupos, jóvenes con habilidades especiales que deben luchar por sobrevivir… Todo parece ser una copia de películas como Los juegos del hambre, Divergente y Maze Runner. Hasta se le pueden encontrar similitudes con Harry Potter y con los X-Men. La película tampoco evita caer en el tópico de la protagonista diferente al resto que, gracias a su poder, es la única con capacidad para vencer al villano. A esta altura parece estar de más aclarar que Mentes poderosas también peca de cumplir con el típico romance entre la heroína y el “galán del grupo”. Ruby y Liam se enamoran pese a que rara vez evocan una profunda intimidad emocional en la pantalla. Debido a todos los lugares comunes en los que incurre la película, Mentes poderosas se convierte en una historia con algunos giros argumentales bastantes predecibles. En todo momento es fácil adivinar qué es lo que va a ocurrir y hacia dónde se encamina la trama. Ni siquiera genera un mínimo de sorpresa cuando se devela quién es el verdadero villano. El film termina volviéndose una historia más del montón que no aporta nada nuevo a las tramas juveniles de los últimos años. Otro de los problemas de Mentes poderosas es la cantidad de preguntas que deja sin contestar. ¿Qué es de la vida de todos los adultos?, ¿Aceptaron cómo si nada que las autoridades los separen de sus hijos y que, en algunos casos, estos sean ejecutados?, ¿Por qué los sobrevivientes desarrollan poderes especiales? La trama sólo se centra en Ruby y su nuevo grupo de amigos, pero deja decenas de cosas inconclusas.
El realizador Martín Céspedes presenta Toda esta sangre en el monte, un documental que se centra en el juicio por el crimen de Cristian Ferreyra, un miembro del Movimiento Campesino de Santiago del Estero. Toda esta sangre en el monte se centra en el juicio por el crimen de Cristian Ferreyra, miembro del MOCASE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero), una agrupación de productores fundada a principios de la década del noventa. El joven fue asesinado por Javier Juárez, sicario contratado por el terrateniente Jorge Ciccioli, imputado por la autoría intelectual del crimen. Martín Céspedes sigue la lucha constante que mantiene el MOCASE contra un grupo de empresarios agroexportadores que buscan terrenos para plantar soja en la localidad de Monte Quemado, Santiago del Estero. Además, la cámara sigue y capta el trabajo agro-ganadero, los almuerzos entre amigos y familia. El cineasta retrata el día a día de estos productores campesinos. A diferencia de muchos documentales, Martín Céspedes decide no hacer uso de una voz en off ni de entrevistas directas. El cineasta simplemente se dedica a seguir con su cámara las actividades diarias de este grupo de campesinos y las jornadas de juicio. Céspedes tampoco utiliza material de archivo -algo bastante común en este tipo de cine-. En cambio, decide utilizar una estructura más literaria para contar la historia: inicio, nudo y desenlace. La lucha de los campesinos de esta región (y los de otra parte también) es un tema que la mayoría de los medios tradicionales suele ignorar. Página 12 fue el único diario masivo que se hizo eco de la muerte de Cristian Ferreyra. La ópera prima de Martín Céspedes retrata la marginalidad económica y social que sufren las personas de esta colectividad. Muestra la realidad a la que se enfrentan los campesinos de Santiago del Estero. Toda esta sangre en el monte ahonda en la lucha de este grupo de personas que protesta por sus derechos, que exige que sus voces también sean escuchadas, que reclama por una justicia que actúe por los derechos humanos y no por intereses políticos ocultos detrás.
En Ikigai, la sonrisa de Gardel, su segundo largometraje, el director Ricky Piterbarg (Venimos de muy lejos) presenta un documental que tiene de base la idea del arte como una manera de sanar las heridas. El 18 de julio de 1994 es una de las tantas fechas históricas y dolorosas para el pueblo argentino: ocurrió el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA). Allí murieron 85 personas y otras cientos resultaron heridas. Mirta Regina Satz es una de las sobrevivientes de aquel episodio. En este documental, el cineasta Ricardo Piterbarg transita el recorrido que realizó esta mujer para sanar aquellas heridas. Luego de doce meses de ocurrido el atentado, Mirta decidió dejar el puesto que tenía como jefa de Tesorería y volcar su vida hacia otro lugar: la pintura, el tango y la escritura. Luego de unos años, se graduó como profesora superior en Bellas Artes. Con el tiempo también construyó un espacio de arte en su propia casa, en donde se realizan disciplinas como el dibujo, el canto y el mosaiquismo, además de las ya mencionadas pintura y tango. Ikigai significa volver a la vida. Y no es casualidad. Mirta sobrevivió a aquel atentado y, a través del arte, logró curar sus heridas. El dolor por el atentado y el amor al arte decantaron en la obra cúlmine de Santz: La sonrisa de Gardel, un mural colectivo ubicado en Parque Patricios. En este punto es donde más hace hincapié Ricardo Piterbarg. La historia de Mirta -y la forma en que la narra el director- tiene una clara alegoría: la destrucción (atentado) como principio para la construcción (mural). El documental no sólo cuenta la historia de Mirta, sino que también ahonda en otros sobrevivientes del atentado. Si bien esto hace que Ikigai, la sonrisa de Gardel sea más dinámico, también ocasiona que, por momentos, se pierda el eje central. La decisión de Piterbarg de añadir estos testimonios, y acompañarlos por un potente tango, parece estar más direccionada a generar una emoción en el espectador que en aportar algo más a la historia. El documental muestra el drama que significó el atentado a la AMIA para Mirta Regina Satz y para todos los argentinos. Aun así el eje central va hacia otro lado. Tal como dice el título -Ikigai (tanto en su significado de origen japonés, como en relación a esta historia)-, consiste en la vuelta a la vida.
El director de los cortos Mañana todas las cosas y El pasado roto, Sebastián Schjaer presenta La omisión. En su ópera prima, el cineasta indaga en el viaje introspectivo de una joven madre. La película gira en torno a Paula (Sofía Brito), una joven porteña, de poco más de 20 años, que se instala en Ushuaia para aprovechar de los presuntos buenos ingresos que hay en esa ciudad. En un principio trabajará como empleada de limpieza en un hotel, pero luego aceptará un empleo como guía turística. A pesar de trabajar intensamente, la plata parece nunca ser suficiente. Es que la protagonista tiene (o eso parece al principio) un simple objetivo: conseguir el dinero para poder viajar a Canadá junto a su pareja, Diego (Pablo Sigal), y su hija. Durante un día de trabajo, Paula se topa con Manuel (Lisandro Rodríguez), un fotógrafo que trabaja en el Municipio. Luego de tener un encuentro sexual con este chico, Paula comenzará a mantener una extraña relación con él. Lo que por momentos parece ser algo simplemente sexual, a veces tendrá toques que irán más bien hacia la amistad o, inclusive, hacia lo romántico. Ahora, a su problema económico y familiar -su pareja vive en Río Grande y su hija con una tía-, se le suma este raro vínculo con el fotógrafo. Sebastián Schjaer crea un personaje a través del cual indaga en las complejidades de la interioridad humana, sobre todo en la femenina. Lejos de juzgar las decisiones que toma la protagonista -quien por momentos tiene actitudes que parecen ser difíciles de comprender-, se acompaña el viaje íntimo e introspectivo que realiza la joven. Acá lo importante no es si sus motivaciones son correctas o no, sino el autodescubrimiento de ella a lo largo del metraje. La cámara sigue a la protagonista por todos lados, acompaña sus viajes al trabajo y las caminatas con su hija. En este recorrido también se permite apreciar el entorno en el que se desarrolla la película: Ushuaia, un lugar hermoso pero frío y desolador. Un lugar tan incierto como el interior de Paula. La omisión hace un recorrido por el camino, tanto físico como psicológico, que realiza la joven. La película avanza de una manera lenta pero nunca aburrida. El cineasta desarrolla de a poco al personaje de Sofía Brito, un personaje que crece a medida que lo hace la trama. Una protagonista que sorprende con sus decisiones y con sus motivaciones. La película parece ir construyéndose a su paso. Así como también lo hace el futuro de la protagonista, quien, pese a tener un objetivo claro -al menos en un principio-, ahora se encuentra frente a un futuro incierto.
La cineasta argentina Franca González presenta Miró. Las huellas del olvido. El documental retrata lo que fue (y lo que es actualmente) un pueblo del norte de La Pampa que actualmente yace tapado por la soja. Entre 1901 y 1911 casi 500 personas vivieron en Mariano Miró, un pueblo ubicado en el departamento de Chapaleufú, al noroeste de La Pampa. Hoy en día el antiguo poblado que, en su momento, contó con un almacén, un hotel, un bar, una escuela y una comisaría, yace completamente cubierto por plantaciones de soja. Esto luego de que en 1912 el dueño del lugar decidiera expulsar a todas las familias que vivían allí. En ese entonces los habitantes, al verse obligados a marcharse, destruyeron hasta sus propias casas. Actualmente sólo se conserva una vieja estación de tren en el lugar. En el 2010, un grupo de alumnos de la escuela rural encontró bajo el suelo de Mariano Miró distintos elementos que daban cuenta de que, en algún momento, en aquel lugar fantasma, existió una población urbana. En Miró. Las huellas del olvido, la cineasta recorre lo que queda de este antiguo poblado. Franca González reconstruye, mediante testimonios y material de archivo, la historia de aquel lugar. El documental cuenta con distintos testimonios, entre ellos el de los hijos de quienes habitaron el sitio o el de vecinos de pueblos aledaños. A la hora de exponer los testimonios, Franca González tomó la decisión de no incluir la imagen de aquellas personas. A diferencia de la mayoría de los documentales donde se suele tener un plano fijo del entrevistado hablando frente a la cámara, aquí sólo se puede apreciar la voz en off de estas personas. El documental también está acompañado por una muestra fotográfica, una de las pocas pruebas fehacientes que demuestran la existencia de aquel pueblo olvidado en el tiempo. Y también se realiza la lectura de unas cartas escritas por un antiguo habitante de Mariano Miró.
La directora Sabrina Farji (Eva y Lola y Cuando ella saltó) presenta Desmadre, fragmentos de una relación, un documental autobiográfico que profundiza en la relación entre madres e hijas. Con su núcleo familiar como punto de partida, Sabrina Farji ahonda en la relación entre madres e hijas. Junto a su madre y a sus dos hijas, la cineasta emprende un viaje a Paraná (Entre Ríos), provincia natal de la mayor de las cuatro. La cámara, como si fuese un espectador más, sigue el recorrido que realiza este grupo de mujeres. A lo largo de la película se las verá reír, discutir, conversar de cosas serias y de cosas mundanas. En síntesis: se verá, de una forma completamente natural y directa, la relación que la cineasta mantiene tanto con su madre como con sus hijas. A pesar de que el foco está puesto en su propio núcleo familiar, Farji también incluirá el testimonio de otras personas. Con un fondo completamente negro y mediante la utilización de primeros planos, mujeres posarán frente a la cámara para hablar de su propia experiencia personal. Ellas contarán la relación con sus madres, pero también hablarán de la relación que mantienen con sus hijas. Esto permite ver las similitudes que se repiten en los diferentes casos, pero también muestra que “cada familia es un mundo”. Para darle otro punto de vista al documental -ya que la mayoría de los testimonios se dan desde un lado emocional/sentimental-, Desmadre… también cuenta con las opiniones de diferentes especialistas. Una psicóloga explicará, desde el punto de vista académico, este vínculo que algunos llaman “incondicional”. Como otra voz extra, Sabrina Farji también acude a un tarotista para que reflexione sobre el vínculo madre-hija, en donde se focalizará principalmente la relación que la cineasta mantiene con su hija mayor. Un error de Desmadre… es que por momentos peca por glorificar este tipo de relación. Más allá de que se muestran algunas peleas, todos los testimonios que se muestran en pantalla son de mujeres que, pese a algún que otro inconveniente (mamá testaruda, mamá gritona), tienen una relación perfecta con su progenitora, cuestión que en muchos casos dista de la realidad.