Los cuartos en discordia Ya desde Masterplan (2012), Diego y Pablo Levy demostraban que a la hora de elegir un casting la atención se encontraba en aquellos actores capaces de la versatilidad en pantalla y eso es el principal atributo de su nueva apuesta a la comedia, de la mano de All inclusive, que cuenta entre su reparto al siempre listo Alan Sabbagh, Julieta Zylberberg y el histriónico Mike Amigorena en otro de sus roles ideales para explotar sus dotes cómicas, con las inflexiones de voz y las caracterizaciones donde el cuerpo es fundamental. Si a esto se le suma un interesante armado de secundarios no puede dejar de mencionarse el aporte de Marina Bellati, también ideal para papeles como el que le toca en suerte. Podría decirse que si bien no resulta nada original la trama de este nuevo opus de Diego y Pablo Levy, lo que le ocurre al protagonista, arquitecto, un tanto hosco, es bien argentino: gasta a cuenta por un posible proyecto con unos japoneses que vienen a invertir a este país en un emprendimiento inmobiliario, pero como suele ocurrir se queda sin el pan y sin la torta por diferencias irreconciliables con sus clientes y a instancias de su jefe (Campi) que lo retira inmediatamente del proyecto. Sin embargo, para sorprender a su pareja, el susodicho horas antes del incidente con los japoneses había contratado un paquete turístico para la consabida escapada a las playas de Brasil y al querer cancelarlo no lo logra. Y tampoco anoticia a su acompañante (Julieta Zylberberg) sobre ese pequeño traspié laboral. Así las cosas, lejos del descanso vacacional en las playas y con la presencia omnipresente de un anfitrión, símil simpático símil chanta, una pareja de jóvenes mujeres dispuestas al rélax total, el rostro del arquitecto desocupado irá cambiando al sentirse poca cosa frente a su pareja, sin poder dejar de lado las preocupaciones. All inclusive funciona como comedia liviana por su ritmo y el buen desempeño de su elenco para que las situaciones se resuelvan rápido y siempre con humor. No se observa en términos de guión alguna falla porque tampoco el relato acumula subtramas, sino que se ciñe a la estructura del enredo en las dos parejas y por supuesto en la rivalidad de los machos alfa en plena playa. Suficientes garantías para argumentar que Diego y Pablo Levy siguen por la buena senda y que sus comedias conservan la gracia y el ritmo justo para agregarle algún plus o guiño como la incursión de un personaje de la vida real ya aparecido en el desopilante documental Novias – Madrinas – 15 años o haber contado con la participación de Mike Amigorena en un personaje que tranquilamente podría haber caído en manos de un actor carioca para conservar las raíces idiomáticas.
“All Inclusive”, de Diego y Pablo Levy Por Jorge Bernárdez Algunas reglas que respetan las mejores comedias románticas: A- Cumplir con la promesa del inicio, aunque es cierto que se aplica a las películas en general, pero en en este género la promesa es transparente, la pareja terminará junta, no importa las complicaciones que se le presenten. B- Todos los personajes, empezando por los principales, son interesantes e importantes para la historia. C- Invariablemente nos pasa que nos quedaríamos a vivir en ellas y que nos gustaría que en la vida real existiera esa gente. All inclusive, la película de los hermanos Levy (Cosano: La vida secreta de un vestido, Masterplan, Novias – Madrinas – 15 años), cumple con esas reglas y con eso establece la promesa de que hay un espacio en el cine argentino para comedias que puedan hacerse cargo de que el mundo del SXXI ya llegó. Pablo (Alan Sabbagh) y Lucía (Julieta Zylberberg) llevan cinco años de convivencia y se encuentran en momentos florecientes de sus respectivas carreras. Ella es “La loca del yogurth” de una famosa campaña publicitaria de televisión y él es un arquitecto reconocido de un estudio que está a punto de dar una gran salto cerrando un contrato con inversores japoneses para la construcción de un complejo edilicio que es todo un concepto de Pablo. La noche anterior a la reunión con los inversores nipones, vemos a Lucía y Pablo en una típica cena con otra pareja, donde se perciben en signos de agotamiento de los protagonistas. El resultado de esa cena es que Pablo compra como regalo sorpresa para Lucía un viaje a Brasil All Inclusive, que además, sería algo así como festejo del contrato con los japoneses. Un día después lo que sonaba a unos días en el paraíso se vuelve un infierno, la reunión con los orientales es desastrosa y Pablo pierde el trabajo pero no le cuenta nada a Lucía y viajan igual. En la Posada donde van a pasar sus días está Gilberto (Mike Amigorena), que habla un portuñol bastante sospechoso y que rápidamente vamos a descubrir que es un argentino que hizo realidad el sueño de muchos de irse a Brasil y ponerse un chiringuito o una posada. Los temas de All Inclusive son variados y van desde lo insoportable que pueden ponerse algunos porteños en Brasil, las relaciones de pareja, las imposturas en las relaciones sociales, los celos y los prejuicios entre brasileños y argentinos, hasta llegar al tema de la paternidad y las múltiples opciones sexuales de la modernidad. Sabagh es el motor de la película, pero Zylberberg es mucho más que un mero soporte y se nota que se conocen -ambos habían trabajado juntos en El Rey del Once-. El resto del elenco acompaña y sostiene a esta comedia que acompaña el cambio de los tiempos e introduce conceptos actuales en un género que siempre está al borde del machirulismo explícito. ALL INCLUSIVE All Inclusive. Argentina, 2018. Dirección: Diego Levy y Pablo Levy. Intérpretes: Alan Sabbagh, Julieta Zylberberg, Mike Amigorena, Marina Bellati, Mariana Chaud. Guión: Diego Levy, Pablo Levy, Ignacio Sánchez Mestre. Director De Fotografía: Luciano Badaracco. Montaje: Nicolás Goldbart, Pablo Levy. Dirección De Arte: Camila Pérez. Diseño De Sonido: Guillermo Picco, Pablo Gamberg. Música Original: Darío Ramos Maldonado. Productores: Sebastian Perillo, Martin Firpo, Fernando Abadi. Distribuidora: Digicine. Duración: 92 minutos.
Un viaje alocado “All Inclusive” es una comedia nacional romántica dirigida por Diego y Pablo Levy. Ellos también se encargaron del guión junto a Ignacio Sánchez Mestre. El reparto incluye a Julieta Zylberberg, Alan Sabbagh, Mike Amigorena, Marina Bellati, Mariana Chaud, Martín Campilongo, Santiago Korovsky, entre otros. La historia se centra en la pareja compuesta por el arquitecto Pablo (Alan Sabbagh) y Lucía (Julieta Zylberberg), una modelo que se dedica a hacer publicidades de barritas de cereal. Los dos nunca se casaron pero conviven hace más de cinco años. Pablo tiene una gran oportunidad en su trabajo ya que debe vender uno de sus proyectos de edificio a una compañía japonesa, sin embargo las cosas no salen como él esperaba y su jefe lo despide. Esa noche, sin contarle lo ocurrido a su novia, Pablo tiene un impulso y desde Internet compra boletos de avión y estadía en un hotel con todo incluido a Brasil. En estas vacaciones espontáneas, Lucía y Pablo compartirán actividades con otra pareja compuesta por Ana María (Marina Bellati) y Mariana (Mariana Chaud), además que conocerán al enérgico gerente Gilberto (Mike Amigorena). Muchos ni siquiera leerán la sinopsis de All Inclusive al ver su banal póster promocional, sin embargo no todo es lo que parece y si vamos más allá de las apariencias la película resulta toda una sorpresa. Súper divertida y disfrutable en cada minuto, el filme logra sacar muchas carcajadas y tiene un ritmo que nunca decae, por lo que su duración ni se siente al estar tan compenetrados con lo que va pasando. Esto sucede principalmente gracias al guión y las verosímiles actuaciones. Cada actor del reparto tiene su momento para destacarse, no obstante los que más brillan son Julieta Zylberberg y Alan Sabbagh. Sus interpretaciones son muy naturales y frescas, a la vez que la dinámica entre ellos nos resulta familiar: mientras que Pablo es más tranquilo y estructurado, Lucía es creativa, activa y se prende con más facilidad a cualquier actividad. Las pequeñas peleas que se dan entre ellos una vez que dejaron atrás la rutina de Buenos Aires tranquilamente podrían suceder en la vida real, lo que hace que este noviazgo sea muy atractivo para el espectador. Mike Amigorena entretiene al hablar en un portugués entendible y al ser tan entusiasta con los planes para pasar unas excelentes vacaciones. En cierto punto el montaje se torna brusco al volver a Argentina, pero todo tiene sentido al enterarnos luego lo que sucedió la última noche en Brasil. Aunque durante el último tramo los hechos sean disparatados, All Inclusive nunca pierde su esencia, haciendo que con su desenlace uno salga feliz de la sala. Si buscás una película simple con muy buenos diálogos, no te guíes por el póster ni mires el tráiler (que spoilea demasiado) y andá a verla sin dudarlo.
Bienvenida esta comedia al panorama local de género. Una pareja “promedio” comenzará a vivir una pesadilla a partir de las erradas decisiones de uno de ellos, el que, recientemente desocupado aprovecha la confusión en un viaje a Brasil para liberarse de todo. Si en “La fiaca” Norman Brisky plantaba todo para avanzar en sus anhelos personales, aquí Alan Sabbagh redescubre su vida en un paraíso foráneo que le agrega culpa, deudas y la convicción que junto a su mujer (Julieta Zylberberg) puede seguir pensando más allá del presente.
Alegría sólo brasilera Los hermanos Diego y Pablo Levy dan un salto de calidad con All Inclusive (2018). Porque sostienen lo mejor de sus films anteriores (Novias - Madrinas - 15 años y Masterplan) y demuestran una eficacia absoluta a la hora de seguir las reglas de la comedia romántica. Como en toda comedia romántica exitosa tiene que haber un gran personaje secundario. Sucede en La familia de mi novia (Meet the Parents, 2000) con Robert De Niro, en Un lugar llamado Notting Hill (Notting Hill, 1999) con Rhys Ifans, y en las comedias de Ariel Winograd con Martín Piroyansky. Este personaje puede ser el amigo gracioso del/a protagonista o puede ser el antagonista como en All Inclusive, con un genial Mike Amigorena como Gilberto, un brasilero insoportable que comanda la excursión de Pablo (Alan Sabbagh) y su novia Lucía (Julieta Zylberberg). Resulta que Pablo compra un viaje a Brasil para patear para adelante el pedido de ella de tener un hijo. Pero sucede que antes de viajar es echado del trabajo y no se anima a decírselo. El tipo está molesto todo el viaje -que comparten con una pareja de lesbianas interpretadas por Marina Bellati y Mariana Chaud-, y el insoportable guía que interpreta Amigorena es la gota que rebalsa el vaso. La película parodia las falsas tolerancias. Hay varias personalidades insufribles con las cuales el protagonista tiene que lidiar. Una es la pareja de la amiga de su mujer, un tipo que sólo sabe hablar de sí mismo y no tiene oídos para nadie más. La segunda son los inversores japoneses quienes, antes ser los poseedores del capital, tienen sus exigencias. La tercera es evidentemente Gilberto, el personaje de Mike Amigorena (que se come la película) como el prototipo de brasilero alegre las 24 horas y en constante estado de éxtasis, una bomba sexual para cualquier mujer. Alan Sabbagh se pone en la piel de ese personaje impulsivo y de pocas palabras que le calza perfecto, mientras que Julieta Zylberberg es la chica perfecta para la comedia romántica: juntos demuestran en la escena de la confesión en el auto ser grandes actores y entender a la perfección la versatilidad que requiere el género, pasando de la comedia al drama con fluidez y naturalidad. All Inclusive es también el salto a las ligas mayores de la dupla de directores, que cuentan con el humor absurdo de siempre –también aparece Ángel Andrés Calabria de Novias - Madrinas - 15 años en un pequeño papel- con el plus de explotar al máximo el imaginario de un viaje de placer, para invertirlo y transformarlo en un verdadero infierno. La historia es la misma de siempre, la pareja feliz que atraviesa una crisis, se separa, y luego deberá reconquistarse. Pero a esa estructura hay que llenarla de condimentos exquisitos para que el plato funcione una vez más. Condimentos que son la sal de esta comedia.
Lucía (Julieta Zylberberg) es una actriz de publicidades y Pablo (Alan Sabbagh) es un arquitecto bastante agotado de los proyectos con lo que debe trabajar. Ambos están en pareja hace bastantes años, y hace cinco que conviven. Una noche van a cenar con una pareja amiga que acaba de volver de Brasil, y quienes además, están esperando a su primer hijo. Las comparaciones no tardan en llegar cuando Lucía sugiere que estos amigos están avanzando y con proyectos y que le gusta ver eso, ante eso él se siente presionado para cambiar su rutina, y se deja abierta la charla sobre el deseo o no de ser padres, pero Pablo opta por demorar esa charla y compra un paquete all inclusive para ir una semana de vacaciones a Trancoso, Brasil. Sin embargo, lo que parecía un plan paradisíaco e ideal, se torna molesto y problemático cuando Pablo pierde un gran proyecto constructor y por consecuencia, es despedido, pero igualmente lo realizan, aunque ella ignore esta nueva situación De esta forma, All Inclusive, la nueva película de Diego Levy y Pablo Levy (Masterlplan, Novias-Madrinas-15 años, y Consano: la vida secreta de un vestido) comienza como una típica comedia de enredos y mentiras, siendo graciosa sin mayores pretenciones. Pero hacia la mitad del film, cuando ya nos situamos en Brasil y se suman otros personajes, la comicidad mejora en su expresión y además aquello que parecía una historia simple, comienza a abrirse y a plantear desde el humor pero también desde la sensibilidad, la idea y las nuevas formas de la familia, y del deseo materno y paterno. En ese sentido, la participación de Marina Bellati y Mariana Chaud componiendo a la pareja de lesbianas que comparte vacaciones con Lucía y Pablo, suma mucho con un tipo de humor más original. Pero quien definitivamente se roba la atención en la película es Gilberto, el insufrible dueño -¿ y animador?- del hotel donde las parejas se hospedan, interpretado excepcionalmente por Mike Amigorena, quien encarna al prototipo de brasilero alegre 24/7, que de tan alegre y extasiado termina siendo totalmente pedante y detestable. De esta forma, All Inclusive logra ser exitosa y eficiente como comedia romántica, y además demuestra la creciente virtuosidad de los hermanos Levy -en especial si la comparamos con Masterplan (2012)– para el humor absurdo, a la vez que esto se conjuga con un enfoque sobre lo vincular, acorde a los tiempos actuales, mientras se reflexiona sobre la idea de los celos, la infidelidad y los prejuicios.
Dentro del marco de las comedias románticas con final más o menos previsible, aunque en el medio las cosas se complican tal vez más de lo coherente, All inclusive es una producción nacional en la que Julieta Zylberberg y Alan Sabbagh vuelven a demostrar sus buenas dotes para la comedia. Ya habían compartido elenco en El rey del Once, de Daniel Burman, pero All inclusive les impone y exige que le peguen una vuelta más al humor absurdo. El asunto es así. Pablo y Lucía viven una relación estable. Ella tal vez quiera avanzar más, él quisiera contar con una seguridad económica. Ella trabaja en publicidades, él es arquitecto en un estudio que está a punto de conseguir un cliente japonés por un emprendimiento importante. Sin develar mucho, a Pablo lo despiden, justo -justo, ¿eh? Cuando él quiso sorprender a su pareja contratando unos días en un complejo en Brasil del tipo All inclusive. Así que parten hacia allí, sin que Pablo le cuente nada a su enamorada. En el aeropuerto los recibe Gilberto (Mike Amigorena), efusivo y grandilocuente, y de a poco Pablo desconfiará de él, creyendo que tanta amabilidad con Lucía obedece a que sólo la quiere llevar a la cama. Típica comedia de enredos, en la que una pareja parece querer desestructurarse -en el complejo hay otra pareja lesbiana de la que Lucía más que Pablo se hace amiga-, y el caldo está servido. Al estilo Un toque de distinción, con Glenda Jackson y George Segal, en el sentido de que todo arranca como comedia y el guiso se va poniendo más denso -de ahí lo de la vuelta de tuerca prefinal, un poco traída de los pelos, pero como es una comedia, todo estaría permitido-. Sabbagh y Zylberberg son como el motor de la película. Diego y Pablo Levy (Novias madrinas 15 años, Masterplan) encontraron en ellos los intérpretes ideales y aciertan esta vez en el tono, lo que hace llevadera la hora y media de All inclusive.
No alcanza con las buenas intenciones Alan Sabbagh acierta tono para un personaje que intenta hacer las cosas bien, pero es una usina de momentos incómodos. Las “comedias de excursiones” son toda una especialidad del cine estadounidense. En ellas suele haber una parejita que viaja a algún lugar paradisíaco (Hawai en nueve de cada diez casos) con la idea de cortar la rutina viviendo unos días de relax y distensión. Pero todo sale mal. Y mejor que así sea, pues no habría película sin esa irrupción de lo inesperado. En All Inclusive las cosas se complican incluso antes del viaje. Lo hacen por obra y gracia de Pablo (Alan Sabbagh), un arquitecto embarcado en el diseño de un edificio para un grupo de japoneses que no tiene mejor idea que incluir un árbol Ginkgo Biloba –similar al que sobrevivió a la explosión de la bomba atómica en Hiroshima– en el centro del patio como una forma de “mirar hacia el futuro”. A los japoneses, desde ya, no les entusiasma recordar el holocausto nuclear cada mañana. Miradas entrecruzadas, silencio sepulcral, el jefe (Martín “Campi” Campilongo) intentando consentir a los clientes y Pablo explotando, puteando y renunciando: momento incómodo. Uno de los tantos de esta película cuya principal herramienta cómica es justamente esa: la incomodidad, el desajuste constante, la desubicación involuntaria. Los hermanos Diego y Pablo Levy debutaron en la realización de largometrajes con un documental sobre una sedería del barrio de Once llamado Novias - Madrinas - 15 Años (2011). Allí la comedia afloraba gracias a la indudable bonhomía de sus personajes, un grupo de veteranos, entre ellos el padre de los realizadores, que conocían al dedillo las mañas de cada uno. Era, pues, un documental-comedia. De allí pasaron a la ficción con Masterplan (2012), sobre un pobre tipo (también Sabbagh) que se prestaba a un plan para estafar a los bancos reventando la tarjeta de crédito y luego denunciando el robo del plástico. ¿Cómo salía el plan? Pésimo, obvio. La tercera película de los hermanos tiene a un protagonista lleno de buenas intenciones al que no le sale una. Antes de la reunión con los japoneses, fue a cenar a lo de la mejor amiga de su novia Lucía (Julieta Zylberberg). El novio de ella es un progre infumable a cargo de una ONG y con un discurso sensible y bienpensante sobre la pobreza en África. Pablo no se lo banca, y la cena es un suplicio: momento incómodo dos. PUBLICIDAD En aquella cena el novio progre habla maravillas sobre un viaje a Brasil. Para sorprender a Lucía, Pablo contrata una excursión de una semana para luego de la presentación. El sentido común impone, si no cancelar el viaje luego del fracaso con los japoneses, al menos avisarle a Lucía. Pero las comedias se construyen sobre una pequeña contravención que luego se desbanda hasta desatar la catástrofe. Obviamente Pablo no dice nada y ambos parten rumbo a las playas de arenas blancas y agua clara, donde los recibe Gilberto (Mike Amigorena divirtiéndose de lo lindo con un personaje deliberadamente exagerado) y sus compañeras de viaje, una pareja de lesbianas que celebra su luna de miel. “Las felicito por su valentía”, les dice Pablo durante un almuerzo, en lo que quiso ser un elogio pero terminó siendo todo lo contrario: momento incómodo tres. Luego vendrán el cuatro, el cinco, el seis, el siete... Porque Pablo es de esos personajes que quiere hacer las cosas bien pero no sabe cómo. Y cuando sabe, falla, igual que los personajes más recordados de Ben Stiller, que quería quedar bárbaro con el suegro en La familia de mi novia y no le salía, seducir a una chica bailando salsa en Mi novia Polly pero al final no, o agasajar a su esposa en La mujer de mis pesadillas y, claro, no. En ese sentido, los Levy aprendieron la lección fundamental del género: importa menos lo que se cuenta que la forma en que se lo cuenta. Lo que causa risa no es la situación sino la forma en que se traduce en gestos y palabras. Se dice que una comedia tiene timing cuando esos gestos y palabras están perfectamente ensamblados a las situaciones. Y All inclusive es una comedia con timing perfecto gracias a Sabbagh, quizá el mejor actor de comedia del cine argentino contemporáneo, con esa pinta de tipo común sobrepasado por todo que aquí muestra que se puede ser empático sin ser simpático. De regreso a Buenos Aires, la comedia de excursión da paso a una romántica más clásica y con algunas decisiones de guión demasiado apegadas a la fórmula, haciendo que Pablo termine ajustándose. Un ajuste con mucho olor a aprendizaje, máxima concesión al lugar común por parte de una película que, hasta ese momento, no había ofrecido ninguna.
Lucía (Julieta Zylberberg) es una actriz que vive de ser la cara de diversas campañas publicitarias. Pablo (Alan Sabbagh) es un arquitecto que trabaja en proyectos que no le interesan demasiado. Lucía y Pablo conviven desde hace cinco años y en el horizonte aparece cierto desgaste por la rutina y los deseos (o no) de ser padres.2 Más allá de las contradicciones entre ambos (él es bastante elemental y estructurado; ella, mucho más abierta y alegre), las cosas se complican cuando él la invita a un viaje sorpresa de una semana (all inclusive, por supuesto) a Trancoso. Justo antes de salir, Pablo pierde el trabajo, pero no se anima a contarle la noticia a su mujer. Ya en Brasil los recibe a ellos y a otra pareja de lesbianas (Marina Bellati y Mariana Chaud) Gilberto (Mike Amigorena), el avasallante gerente del complejo que les tiene preparada una serie de actividades "descontracturadas". En este ensayo sobre la culpa, los miedos, las fantasías, los prejuicios, las incomodidades y los celos, los hermanos Levy (directores de Novias - Madrinas - 15 años, Masterplan) se aferran en principio a ciertas fórmulas de la comedia romántica (con algo de ¿Qué pasó ayer?) y de rematrimonio (con otro poco de El amor menos pensado). Los gags y el timing cómico no siempre funcionan del todo, pero la película gana en su segunda mitad en intensidad emocional al abordar con humor, pero también con sensibilidad, los nuevos conceptos de familias. Es entonces cuando abandona cierto clasicismo conservador para convertirse en una exploración mucho más moderna y provocativa.una actriz que vive de ser la cara de diversas campañas publicitarias. Pablo (Alan Sabbagh) es un arquitecto que trabaja en proyectos que no le interesan demasiado. Lucía y Pablo conviven desde hace cinco años y en el horizonte aparece cierto desgaste por la rutina y los deseos (o no) de ser padres.
Pablo es un arquitecto a punto de cerrar el trato más importante de su carrera. Lucía es una modelo publicitaria que aparece en la tele todo el tiempo. Son una pareja dispareja pero su relación funciona. Hace años que salen, viven juntos y se entienden. O por lo menos lo hacían antes de irse de vacaciones a un All Inclusive en Brasil.
La nueva película de los hermanos Diego y Pablo Levy explora la comedia romántica y además de un guión sólido supieron rodearse de un gran elenco. A saber: Lucía (Julieta Zylberberg) es modelo publicitaria y su novio Pablo (Alan Sabbagh) es arquitecto. Ella trabaja en forma continua, y él lo hace para un Estudio de Arquitectura bajo las órdenes de un Jefe estricto al que hay que obedecer (Martín Campilongo). Como Pablo está por cerrar un acuerdo muy bueno con unos japoneses y siente que su pareja está en una “meseta”, decide, en un impulso, comprar pasajes y estadía “All Inclusive” para relajarse unos días con su novia en Brasil a modo de sorpresa. Lamentablemente, el acuerdo no llega a buen puerto y Pablo es despedido, pero ya no se puede volver atrás, el paquete de su viaje no se puede devolver y a Lucía no se anima a decirle nada. Cuando llegan hacen amistad con otra pareja, Ana María (Marina Bellati) y Mariana (Mariana Chaud) y los recibe el histriónico dueño de la Posada, Gilberto (Mike Amigorena) quien no deja de ofrecerles actividades, siempre muy simpático con Lucía y más distante con Pablo. Esto genera celos y rispideces, como en toda comedia, surgirán una serie de problemas cada vez más complicados que ustedes verán, si van al cine, cómo los resuelven. Los temas son los hijos, la convivencia, el desarrollo profesional y el amor. Como ya mencioné, lo mejor es el elenco, al que se le cree todo, cada uno muy bien en su rol, además de tener la posibilidad de disfrutar de un género que no se ve demasiado, y cuando aparece, generalmente, es deficiente. En éste caso, se disfruta. ---> https://www.youtube.com/watch?v=E399uGpbd8Y ACTORES: Alan Sabbagh, Julieta Zylberberg, Mike Amigorena. Marina Bellati. GENERO: Comedia . DIRECCION: Diego Levy, Pablo Levy. ORIGEN: Argentina. DURACION: 92 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 16 años FECHA DE ESTRENO: 18 de Octubre de 2018 FORMATOS: 2D.
Entre los nombres de las comedias argentinas recientes, los directores Diego y Pablo Levy están abriéndose paso de manera silenciosa pero firme. Este dúo de hermanos debutó con el documental Novias – Madrinas – 15 años, y luego pasaron a la ficción gracias a Masterplan, de 2012. All inclusive es su nuevo largometraje, y la oportunidad de confirmar su talento. Pablo (Alan Sabbagh) es arquitecto. Lucía (Julieta Zylberberg) trabaja como modelo publicitaria. Ambos conviven, se aman, y aunque él todavía no está listo para formar una familia, parecen tener muy buenas perspectivas del futuro. Pero las cosas comienzan a complicarse cuando Pablo es echado de su trabajo y decide no contarle la verdad a Lucía. A todo esto, un detalle: la noche anterior a su despido, Pablo había reservado un All Inclusive en Brasil y no tiene manera de cancelarlo. De modo que hacen el viaje, en el que Pablo aprovechará para tratar de solucionar sus problemas. Pero en ese contexto paradisíaco, coordinado por Gilberto (Mike Amigorena), los problemas se irán incrementando. La película forma parte de la tradición de comedias ambientadas durante las vacaciones, con conflictos hogareños que salen a la luz y la participación de otros personajes que terminan afectando las vidas de los protagonistas. Como en Masterplan, el humor surge a partir de los equívocos y de la mala suerte del antihéroe que encarna Sabbagh (todavía hoy, uno de los actores más subvalorados del cine nacional): un hombre joven pero chapado a la antigua (aunque no lo admita), que cela a Lucía ante la presencia cada vez más insistente del simpático Gilberto y que vive atormentado por sus propias inseguridades. En la mitad del film, los Levy llevan la historia en una dirección diferente, más arriesgada, pero se las arreglan para conservar el tono y ser consecuentes con su verdadera intención, que es la de mostrar cómo funcionan las relaciones de pareja en el siglo XXI. Al trabajo de Sabbagh y su química con la siempre estupenda Julieta Zylberberg se les suman Marina Bellati y Mariana Chaud; encarnan a una pareja que conocen en Brasil, con una incidencia decisiva en la trama. Por su parte, Mike Amigorena divierte -y se divierte- como un brasileño festivo y desprejuiciado. En All Inclusive Diego y Pablo Levy demuestran que tienen con qué para consolidarse entre los mejores directores especializados en comedia. Aunque capturan el sabor de las producciones provenientes de los Estados Unidos, siguen desarrollando lo que parece ser un estilo propio y personal.
Crítica emitida en radio. Escuchar en link.
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Se pasa el rato con esta nueva película de los hermanos Levy en tren de comedia de pareja a punto de crisis. Crisis que el personaje protagónico desarrolla bien a lo argentino: se mete en gastos antes de tener la plata, esconde los problemas, pide un favor y después hace quedar mal a quien lo ayuda, quiere hacer siempre la suya, le molesta cualquier observación, reprocha a otra persona lo que él mismo ha hecho, etcétera. Tarde advierte que metió no una sino las dos patas hasta el cuadril (aunque en esta historia lo que mete es otra cosa, pero la cuestión binaria se mantiene) y al final, dentro de todo, sale más o menos bien parado. Lo excepcional, y lo único bueno que podemos decir a su favor, es que es un tipo honrado. No vamos a contar el argumento. Sólo anticipar que Allan Sabbagh, siempre con gesto amargo, y Julieta Zylberberg forman pareja (en "El rey del Once" habían formado algo más interesante), Marina Bellati y Mariana Chaud también forman pareja (y su relación permitía diálogos mucho más interesantes), Campi está desperdiciado, y Mike Amigorena compone otro de sus personajes inefables, esta vez como presunto brasileño al frente de un complejito turístico. Muy bueno el giro inesperado que tiene la historia con las dos chicas tras su luna de miel. Convencional el desenlace. Rodaje en Buenos Aires y una posada en Trancoso, Brasil, que no se luce demasiado.
Hasta ahora todo marchó bien. Con muchos más y pocos menos, Pablo y Lucía llegaron a los cinco años de convivencia y como Lucia, con un trabajo publicitario bien remunerado, ve con buenos ojos el deseo de ser madre se dispone, como hizo siempre, a cumplir sus objetivos. Pero a Pablo los tiempos le juegan en contra, parece no estar todavía dispuesto a asumir más responsabilidades. Con un viaje a Brasil espera distraer a Lucía por un tiempo, pero justamente su mejor proyecto laboral, ése en el que puso un montón de expectativas, se va al diablo. Y el viaje all inlcusive no se puede cancelar. Pablo no le cuenta el despido a su novia esperando que el viaje le solucione algunos de sus problemas. Pero la ida a Brasil va a traer más complicaciones que beneficios, especialmente por algunos personajes que comienzan a patear el tablero. DESOPILANTE Comedia romántica que sólo busca entretener, "All Inclusive" se vale del humor paródico para diseñar el mundo que observa, ese de las vacaciones y sus excéntricos personajes al que la buena educación impide evitar. Así, la recreación de hechos y personajes pasa por la actitud burlesca hacia "imposibles" como el guía de la excursión (estupendo Mike Amigorena en una desopilante creación), típico incalificable que se cree destinado a brillar todo el tiempo y encandilar a las pobres víctimas de sus artificios, y algunos otros referentes que suelen aparecer en todo viaje programado. Alan Sabbagh con su particular personalidad escénica, que conjuga malhumor y desasosiego, junto a la siempre sólida Julieta Zylberberg, intentan reflexionar sobre los avatares de parejas adultas y algunas actitudes infantiles con un marco de humor absurdo que bien saben diseñar los hermanos Levy, creadores de aquella joyita llamada "Novias, madrinas, 15 años".
Pablo (Alan Sabbagh) y Lucía (Julieta Zylberberg) son una pareja que lleva varios años de convivencia y está en una etapa de replanteos: a ella le gustaría tener un hijo, pero él quiere esperar hasta firmar un contrato importante en la empresa donde trabaja. En ese interín, Pablo decide sorprender a su mujer comprando un viaje all inclusive a Brasil, pero resulta que justo lo despiden de su trabajo cuando está por realizar el viaje. En conclusión: él le oculta a Lucía lo del despido, la pareja viaja igual, y ya en tierras brasileñas las cosas se complican todavía más. "All inclusive" es la segunda película de los hermanos Diego y Pablo Levy ("Masterplan", de 2012), que conocen bien los códigos de la comedia. Acá mezclan la típica comedia de enredos con la comedia romántica, y le suman el efecto "bola de nieve", donde todo se complica hasta volverse denso. A favor hay que decir que los Levy consiguen mantener el tono de comedia hasta el final (lo cual es todo un logro), pero el problema es que pretenden abarcar demasiado, y así sobrevuelan temas como la pareja aparentemente estable pero en crisis, la frustración laboral de la mediana edad, las diferencias culturales entre argentinos y brasileños, los distintos modelos de familia... y finalmente no hacen pie en ninguno. Además caen en lugares comunes muy trillados, como los personajes que fuman porro o se emborrachan como única vía para desestructurarse. En el balance general esto es una lástima, porque los guionistas y directores saben muy bien cómo construir personajes, y acá cuentan con dos excelentes actores de comedia como Sabbagh y Zylberberg. Sabbagh, en especial, es todo un hallazgo de los Levy desde "Masterplan".
Por no hablar a tiempo las consecuencias que trae el silencio suelen ser impensadas, como las que le sucedió a la pareja de Pablo (Alan Sabbagh), un ocupado arquitecto, y Lucia (Julieta Zylberberg), una modelo publicitaria, que conviven hace tiempo. Tienen un buen pasar económico, sin ser ricos, se aman como son y, por parte de ella, ronda la idea de tener un hijo. Una noche, pensando en sorprender a su novia, Pablo compra, a través de internet, un viaje a Brasil para festejar la confirmación de un negocio inmobiliario muy importante con unos inversores japoneses. Pero nunca se imaginó que al día siguiente por desavenencias de criterio y presupuesto con los empresarios orientales, y también con su jefe, es despedido del trabajo. Bajo un aparente tono de comedia se realizó este largometraje a cargo de los hermanos Diego y Pablo Levy, donde se cuenta una historia de por sí dramática, pero que, con los acertados contrapuntos ubicados en lugares y momentos estratégicos, logra un delicado equilibrio, como para que no se salga de su cauce y logre plasmarse en la pantalla lo que está escrito en el guión. Los contrastes están desarrollados desde la personalidad que les dieron a los intérpretes, y del lugar donde ocurre gran parte de la historia. Porque los novios viajaron a Troncoso, Pablo no le contó a Lucía que fue despedido, se alojaron en un hotel frente al mar, regentado por Gilberto (Mike Amigorena), un polifuncional anfitrión alegre, descontracturado y carismático. Ahí conoce, y se hacen amigos, el matrimonio integrado por Ana María (Marina Bellati) y Mariana (Mariana Chaud) que pasa su luna de miel en el mismo ambito. El lugar invita al relax, descanso, disfrute, pero Pablo es esquemático, serio, estructurado, y la vergüenza le carcome la cabeza. En cambio Lucía es más distendida, simpática, y tiene ganas de aprovechar los días vacacionales.. Los entrecruzamientos constantes de los personajes, cada uno a la altura de las circunstancias, posibilitan a la narración el desarrollada a buen ritmo, que no da respiro, acompañada por canciones bailables brasileras, el sol, la playa y los tragos, lo que nos hace pensar que ellos la están pasando bien, aunque, como dijimos en el comienzo, lo que se oculta en algún momento, más tard o más temprano, va a estallar y tendrán que hacerse cargo de los imponderables que tiene la vida.
La segunda ficción de Diego y Pablo Levy, que escribieron el guión con Ignacio Sánchez Mestre, es una comedia que se mete otra vez con la hipocresía de la clase media, los “deber-ser” y la necesidad de triunfo de un argentino, profesional al que le falla el plan del éxito y lleva sus mentiras al límite. Un arquitecto que pospone profundizar la relación con su pareja (una modelo publicitaria conocida) en pos de un acierto profesional que hecha a perder con torpeza. Cuando intenta cancelar un viaje con “todo incluido” que iba a ser su festejo, sigue adelante sin contar que fue despedido. En el viaje se profundizan las crisis, y el alcohol en una fiesta contribuirá a complicar la situación al extremo de tener que lidiar con una cabeza abierta a nuevos paradigmas. Con una supuesta levedad que esconde lo que realmente ocurre en una pareja, el toque de diversión y delirio en el que caen todos los personajes contribuye a poner patas para arriba un mundo de convenciones. Un tono ligero y una critica graciosa a costumbres, mandatos y aceptaciones. Un entretenimiento leve, bien logrado. Con Alan Sabbagh, Julieta Zylberberg, Mike Amigorena y un efectivo elenco.
La película se encuentra dirigida por los hermanos Levy (Masterplan, Novias-Madrinas – 15 años) quienes en esta oportunidad regresan después de dos años a trabajar nuevamente junto a Alan Sabbagh y Julieta Zylberberg , “El Rey del Once” de Daniel Burman, y Levy, quien ya trabajó con Sabbagh en “Masterplan”. La historia va tocando varios temas que abordan: las relaciones laborales, las presiones, las relaciones de pareja y las sociales, la paternidad y los celos, entre otros. A lo largo del film van surgiendo situaciones divertidas, alocadas, bajo un paisaje paradisiaco que nos recuerda que a veces tantas libertades pueden traer consecuencias. Los protagonistas tienen muy buena química, aunque no nos encontremos frente a un gran guion ellos juntos son explosivos, además son muy importantes los personajes secundarios, caso: Mike Amigorena, Marina Bellati, Mariana Chaud, quienes logran descargar sus dotes artísticas. La película se encuentra llena de enredos, que van otorgando un buen ritmo, humor y terminan generando un buen pasatiempo.
El cine de los hermanos Levy desembarca con Novias Madrinas 15 Años (2011), un documental que analiza con amable ironía la venta de telas para vestidos de gala. Al año siguiente estrenan su ópera prima ficcional, extrañísimamente sobrevalorada por la crítica: Masterplan. Se trata de una comedia de esas parcas, con humor absurdo, líneas argumentales rizomáticas y una puesta de calculada chatura fotográfica, adicta al plano frontal americano. Una maqueta deforme del cine de Martín Rejtman. Luego los Levy vuelven al documental con Cosano: La vida secreta de un vestido (2014), suerte de secuela conceptual de Novias Madrinas 15 Años, esta vez tomando como objeto de análisis al modisto Claudio Cosano bajo dosis justas de curiosidad y caricatura. Que el documental les cuadra mejor se comprueba con esta última película, All Inclusive, una indecisa comedia romántica que no sabe si atenerse a las reglas del género o subvertirlas. Este mareo es evidente cuando un guión de aspiración popular se filma con planos sostenidos que traban la motricidad del montaje. El resultado sugiere pobreza de producción más que criterio estético, una austeridad que conspira con la chispa necesaria para poner a tono al espectador. Y así el relato, por más que se encamine, luce lánguido y desabrido. Tal es la fisura entre género y forma que dos actores carismáticos como Alan Sabbagh y Julieta Zylberberg parecen rehenes de los encuadres. Aquí encarnan a una pareja que pese a amarse, sienten una desconexión. Por el malentendido de rigor, terminan en un all inclusive de Brasil. Es esta la peor parte del relato: una acumulación chabacana de gags separadas por tomas en drone sin otro eje que la pica entre la idiosincrasia argentina y brasileña. Mike Amigorena como el dueño del complejo hace lo que puede y en sus buenas intensiones debería radicar el perdón por componer a un personaje tan burdo. Recién sobre el último tramo de película asoma una propuesta distinta que repiensa las lógicas de pareja y familia. ¿Pero qué sentido tuvo aguardar 70 minutos desastrosos por 20 más o menos atractivos?
Segundo largometraje de ficción de Diego y Pablo Levy, "All inclusive" es una comedia con el manual bajo el brazo, que sólo se diferencia por su elenco. Durante los años ’70, la recordada dupla de Alberto Olmedo y Jorge Porcel supo recrear en el cine, más allá de la picaresca, varias de las problemáticas y frustraciones del hombre argentino medio de alrededor de los 40 años. Ese estilo, que hoy sería inadmisible por sus consideraciones machistas de época, fue mutando hacia lo meramente costumbrista, regresó de algún modo a fines de los ’90 en la forma de “la saga de los papás” de Francella, para luego ir perdiéndose. Algo de eso hay en Ariel Winograd, aunque más referido a lo familiar. También apareció en "200000 Besos", aunque para una generación anterior y exponiendo un sector inmaduro; y cada tanto lo encontramos en alguna comedia indie con tufillo a BAFICI, o en producciones que huelen a telefilm un tanto anacrónicas. Diego y Pablo Levi, en su segunda película no documental, "All inclusive", recogen de algún modo el guante; como para analizar qué cambió en el antes y el ahora. Lo primero que se observa es cierta influencia de la telecomedia argentina. Quizás ya no el falso costumbrismo barrial de Suar, sino esa idealización de clase de Ortega/Underground, también de la mano del posmodernismo ideológico; más notorio, como se dijo antes, en el rol de la mujer. Lo segundo que se observa, es la abstracción de clase. Se representa ya no tanto al oficinista, sino al profesional relativamente joven, que está formándose en su carrera, y afronta los nuevos desafíos. Los problemas económicos per se ya no son centrales, sino el quedarse sin empleo, como quedarse sin proyectos. Tercero, una suerte de universalización, en el que la acción podría ocurrir aquí, allá, o en cualquier urbe de clase. All inclusive plantea una situación prototípica. Pablo (Alan Sabbagh) es un arquitecto en pareja con Lucía (Julieta Zylberberg), actriz publicitaria. Tienen un buen pasar, y una convivencia bastante armoniosa; aunque se notan ciertas asperezas. Durante una cena con una amiga de ella y la pareja de esta, bastante pedante, los problemas se hacen notorios. Pablo está muy metido en sus proyectos laborales, pronto a firmar un contrato con unos asiáticos para la empresa de la cual es empleado. Se burla y descree de la estabilidad de los otros, convencido de que lo suyo con Lucía es fuerte. Por su parte, a Lucía le pica el bichito de la maternidad cuando se entera que su amiga será madre. Para mover el avispero, Pablo decide reactivar el postergado viaje a Brasil que tenían planeado, de un día para el otro. Justo, a la mañana siguiente de haber contratado el paquete turístico, a Pablo su confianza le juega una mala pasada y es despedido. Sin empleo, ocultándoselo a Lucía, y con un futuro incierto, se van unos días a Brasil; lugar en el que todos los trapitos saldrán al sol. Entre una pareja lésbica establecida que se hospeda con ellos (Marina Belatti y Mariana Chaud); y un guía brasilero (Mike Amigorena) en plan seductor, simpatía empalagosa, y múltiples actividades; Pablo se sentirá acorralado por la situación. "All inclusive" es una comedia romántica, más centrada en el hombre que en la mujer, que transparenta muchas de las frustraciones de esta generación a la que se le exige hacer pie en todos los factores de su vida y no lo logra. Maneja códigos universales, por momentos nos hace recordar a películas como "Couples retreat"; y se mueve en base a un humor que explora diferentes áreas (pareciera ser la representación gráfica de un stand up), y a veces es efectivo, y otras menos. El guion de ambos Levy e Ignacio Sánchez Mestre se queda en el manual. Todo lo que sucede parece que ya lo hubiésemos visto antes. Extrañamente podemos adivinar (casi) toda la película con tan sólo ver el afiche; y en las pocas veces que se sale de lo típico, resulta algo inverosímil. Es entretenida, divertida, varias situaciones causan gracia (otras no tanto), pero difícilmente encontremos algo cercano a la originalidad.
Pablo y Lucía son una pareja que convive hace cinco años bajo el mismo techo. Sin hijos por el momento, ambos reparten sus rutinas laborales con suerte dispar: ella triunfa como modelo publicitaria y él es un arquitecto que trabaja, con más desencanto que gracia, para una firma en relación de dependencia que, poco tiempo después, terminará despidiéndolo. Pablo, queriendo escapar a las obligaciones y desilusiones que la vida urbana depara, decide regalarle a Lucia unas merecidas vacaciones, para lo cual compra una oferta de viajes online para viajar a Brasil. La idílica semana de vacaciones derivará en una auténtica prueba de fuego para la pareja, quienes hospedados en un all inclusive en playas cariocas vivirán las más alocadas situaciones . Con reminiscencias a Masterplan (2012), anterior incursión de Diego y Pablo Levy, el film aborda todo ese imaginario ultra transitado bajo la premisa de ‘vacaciones placenteras de pareja feliz’, que luego deviene en crisis que convierte la travesía en un calvario de pesadilla, para finalmente retomar su orden inicial. No se duda de la versatilidad en pantalla que ofrecen intérpretes como Alan Sabbagh y Julieta Zylberberg -probados para la comedia en film como “El Rey del Once”- pero el producto que los realizadores ofrecen es, ciertamente, muy pobre. Sin originalidad ni encanto, el film dibuja a sus personajes con un descuidado trazo grueso de esas comedias repetitivas que hablan sobre opuestos que se atraen: él es un patético y parsimonioso empleado de una firma de construcciones intentando de concretar operaciones lucrativas que no puede olvidar sus preocupaciones laborales y entregarse al relax que su desestructurada pareja le propone. Si le sumamos la presencia de un anfitrión turístico con marcado acento portuñol (Mike Amigorena), cuya simpatía impostada no escapa al habitual lugar común de este tipo de personificaciones y a una pareja de mujeres que vive libremente el amor, los condimentos están dispuestos para esta comedia de liviano contenido y fácil digestión. Bajo la intrascendencia y la abulia total, el film acumula una serie de escenas insostenibles desde el entretenimiento y absolutamente superficiales al devenir de la historia, que intentan sugerir miradas punzantes acerca de las relaciones de pareja, los sueños de éxito profesional, las costumbres sociales conservadoras, los prejuicios sexuales, la paternidad para jóvenes de treinta y pico, el vértigo de la vida moderna y el consumismo de la clase media. Los hermanos realizadores debutaron en largometrajes con un documental que transcurría en una sedería llamado “Novias – Madrinas – 15 Años” (2011) y, de allí a esta parte, se han caracterizado por explorar una forma muy singular del humor absurdo que practican; en este caso bajo la típica comedia de enredos. Sin tino para la comicidad ni lo suficientemente efectiva para parodiar aquello que critica, el film se convierte en una aventura insufrible, más allá de lo tolerable. A medida que la comedia moderna independiente local se nutre de exponentes de la nueva comedia norteamericana y muta en una especie de versión cinematográfica de un número de stand up teatral hecho por improvisados, es válido preguntarnos que hemos hecho con el género que, en el terreno nacional, solía brindar una estimable estirpe de capo cómicos que forjaron tradición. Asimismo considerar que este tipo de producciones llegan a la cartelera gracias a financiamientos del INCAA, perdiéndose entre una grandísima cantidad de beneficiados anuales de dudosa calidad. El mal trago cinematográfico también sirve para repensar el formato audiovisual desde su esencia como hecho industrial, que constitutivamente amerita cumplir con -al menos- ciertos requerimientos de buen gusto, profesionalismo, inteligencia y creatividad.
AIRE NUEVO PARA LA COMEDIA ARGENTINA Los hermanos Diego y Pablo Levy confirman en All inclusive todo lo bueno que habían prometido en anteriores films como Novias – Madrinas – 15 años o Masterplan, donde el humor se imbricaba con otro tipo de estructuras: el documental en el primer caso y la comedia indie, de comicidad más solapada, en el segundo. En el caso de All inclusive estamos ante un ejemplo de comedia clásica, con una estructura tradicional en la que una pareja viaja para disfrutar y descansar pero termina cayendo en una profunda crisis. Aunque vale la pena ver cómo los Levy tuercen en determinado momento ese camino convencional, no tanto en la estructura, que sigue los lineamientos característicos de las comedias románticas, sino en el espíritu, en la construcción de un mundo para los personajes, que asimila determinados cambios sociales que se dan en los vínculos entre las personas. Cambios que acompañan las modificaciones de Pablo, el personaje principal a cargo de un perfecto Alan Sabbagh. Pablo (Sabbagh) es arquitecto y Lucía (Julieta Zylberberg), su pareja, es modelo publicitaria. El conflicto inicial es uno típico de la comedia: a Pablo lo echan del trabajo pero en vez de confesárselo a Lucía, sigue adelante con el plan de irse de vacaciones a Brasil (en verdad no puede anular el paquete all inclusive que contrató por Internet). Y allí van, con la complicidad entre el protagonista y los espectadores en relación a una mentira que explotará cuando el relato más lo precise. Pero los Levy parecen conocer a la perfección los mecanismos del género, y ese detalle no es más que uno de los tantos que se irán acumulando para que la explosión posterior sea aún mayor: desconfianzas, inseguridades de la pareja que se reforzarán en ese irónico destino de descanso. Desde lo narrativo, la película da un interesante giro al estallar nuevos conflictos pero para que eso realmente nos importante, construye un camino con una comicidad constante, efectiva, ejecutada con perfecto timing por parte de un elenco luminoso. De la comedia clásica norteamericana (pero también de la Nueva Comedia Americana), de donde los Levy parecen abrevar mayormente, los directores aprenden además eso de que del primero al último del reparto tienen que estar ajustados en el tempo cómico: y si Sabbagh y Zylberberg demuestran una química estupenda, Mariana Chaud, Santiago Korovsky, Martín Garabal, Paula Grinszpan lucen en pequeños roles, un star-system del humor nacional que circula en ficciones para la web. Claro que la verdadera estrella de All inclusive es Sabbagh (ahí la película quiebra un poco lo dual de la comedia romántica), un actor no del todo valorado en el cine nacional, un gran comediante, que tuerce con talento ese liderazgo que ejerce en la comedia cinematográfica argentina el capocómico a la italiana. Lo suyo es todo lo contrario a la exteriorización y lo hiperbólico, su método es la contención de las emociones y una tensión corporal que pone en evidencia el nervio y la neurosis, eso que en la comedia norteamericana representa un Ben Stiller, por ejemplo. Y los Levy son los que mejor han sabido manejar esa capacidad de Sabbagh, construyendo una serie de situaciones donde lo que sobresale es la incomodidad del protagonista, su no encajar y la implosión progresiva. Claro que All inclusive propone un giro audaz (en amplios sentidos del término) y el mismo habilita además un cambio en la perspectiva del personaje que puede ser entendido como una claudicación, aunque en verdad también esto pertenece a la comedia, a la romántica para ser más precisos, donde los personajes amagan con romper las estructuras para en última instancia volver pero renovados o modificados. Y All inclusive abona a ese camino, de manera hiperbólica y lejos de una resolución tradicional. Pero lejos de sostenerlo con discursos subrayados, lo hace sin perder nunca su sentido del humor ni la comicidad, y con un último plano impecable y hermoso, que deconstruye lo tradicional y pone a la comedia (y al cine nacional) en el Siglo XXI.
Pablo y Lucía están en pareja hace varios años y comparten un departamento. No se casaron, no tienen hijxs y no la están rompiendo en su trabajo. Si son felices o no, no importa tanto como el hecho de que todxs a su alrededor están haciendo cosas que ellos no: embarazos, viajes a Brasil, proyectos. En esa línea tan contemporánea de celebrar los logros que se pueden enumerar y lucir, ellxs salen perdiendo. Lucía (Julieta Zylberberg) es actriz y hace publicidades con la esperanza de poder algún día aspirar a otra cosa. Él (Alan Sabbagh) es arquitecto y está a punto de cerrar un negocio genial con inversores japoneses, pero las cosas no salen como esperaba. Hay en lxs dos una inquietud, una leve amargura que All inclusive, la nueva comedia de Diego y Pablo Levy, transmite muy bien: quizás la de ese limbo de los treinta y pico, en que se impone negociar lo que ya no se pudo con lo que todavía sí, y el deseo con esa multitud de mensajes que provienen de todas las direcciones y que indican: hagan algo, cualquier cosa por la que los podamos felicitar, triunfen. Claro que “pasan cosas”, y a Pablo no se le ocurre mejor idea que pagar un viaje a Brasil para lxs dos justo cuando se está por quedar sin trabajo. Pero en la misma lógica de fingimiento que la película impone, elige no decir nada y la pareja viaja a un resort donde se entregarán, un poco previsiblemente, a una serie de enredos sexuales que involucran a un brasileño llamado Gilberto (Mike Amigorena) y una pareja de lesbianas (Marina Bellati y Mariana Chaud). Hasta ese punto, casi no hay escena en All inclusive –si bien impecablemente ejecutada– que no se haya visto en alguna comedia norteamericana, desde la presentación de Pablo a los japoneses después de mancharse la camisa con café como Michelle Pfeiffer en Un día muy especial (2008) hasta los múltiples chistes de playa de películas como Forgetting Sarah Marshall (2008) o Una esposa de mentira (2011). Con la misma sensación de déja vù se asiste a la inseguridad galopante que se desata en Pablo cuando concibe la posibilidad de que Gilberto trate de seducir a su novia, si bien Alan Sabbagh logra que el personaje se mantenga querible todo el tiempo. Pero hasta ahí todo es monogamia de manual y bastante avejentada; en todo caso es interesante ver lo rápido que quedan obsoletos ciertos planteos en épocas de poliamor, parejas abiertas y cuestionamiento de las tradiciones. Por eso la película levanta vuelo cuando empieza a sorprender, y lo hace a lo grande: lo que hay en la última media hora de All inclusive es mucho más, y mucho más complejo, que el malentendido seguido de reconciliación que toda la primera parte hacía suponer. Sobre todo porque agrega dimensiones a los personajes, especialmente a Pablo, que Alan Sabbagh sabe revestir de ternura para construir un tipo de varón que no es ni machirulo ni deconstruido sino alguien que se deja ganar por el afecto. Y también a la pareja de recién casadas que interpretan Mariana Chaud y Marina Bellati, que si en la primera parte parecían responder un poco a un estereotipo o estar ahí sobre todo para poner a prueba la apertura mental de Pablo, llegan a cobrar vida y permitir que se luzcan dos actrices que son cálidas y sutiles. Es que el mundo de All inclusive dialoga con el presente de una manera extraña y dándoles la bienvenida a los anacronismos leves, como sus películas anteriores (Novias madrinas 15 años y Cosano, la vida secreta de un vestido, documentales, y Masterplan, también con Alan Sabbagh, sobre un treintañero que a punto de casarse decide estafar a la tarjeta de crédito), hasta llegar a un final de celebración de la diversidad y los distintos tipos de familia que supone casi un viaje en el tiempo, como si la película hubiera partido de un pasado cercano para terminar mirando hacia el futuro.
Dirigida por los hermanos Diego y Pablo Levy (Novias – Madrinas – 15 años) y escrita junto a Ignacio Sánchez Mestre, All Inclusive es una comedia romántica protagonizada por Julieta Zylberberg y Alan Sabbagh. Pablo y Lucía son una pareja que convive desde hace varios años aunque no estén casados ni tengan hijos. Él, arquitecto, y ella, modelo publicitaria, llevan una vida cómoda que empieza a verse sacudida cuando la mejor amiga de ella queda embarazada y Lucía se da cuenta de que también quiere dar ese paso. Pablo todavía no y se encuentra a punto de cerrar un buen negocio por lo que un acto de impulsividad lo lleva a contratar unos días en un All Inclusive en Brasil y así distraer un poco a su mujer del deseo de ser madre. Sin embargo hay cosas con las que Pablo no contaba. Primero y principal, que un día antes se queda sin trabajo. Y segundo, que allí contarían con la presencia de Gilberto, un brasilero insoportable que es todo lo que él no. Alan Sabbagh da vida a un Pablo poco tolerante, con una intolerancia que lo hace perder el trabajo y que podría hacerle perder a la mujer que ama. Zylberberg es una encantadora muchacha, divertida y con buena onda. Gilberto es interpretado por la peor faceta de Mike Amigorena (aunque a la larga le juegue a favor en esta película), con un personaje que se parece mucho al de Hank Azaria en Mi novia Polly. Es lo que Pablo no es. Tiene mil talentos y los demostrará todos en unos pocos días, y tiene un buen cuerpo en el que nunca deja de trabajar. Además está la pareja que compartirá la estadía con ellos, dos mujeres (Marina Bellati y Mariana Chaud) que se encuentran celebrando su luna de miel. Con ellas, Lucía se sentirá más cómoda pero luego habrá algunas sorpresas más. En medio de todo esto Pablo no puede disfrutar del paraíso que tiene ante él, sobre todo actuando para que su mujer no se entere de que se acaba de quedar sin trabajo. Le es imposible relajarse y se convierte en un manojo de nervios que lo hace chocar cada vez más seguido con Lucía. All Inclusive tiene mil y un elementos que se van presentando uno tras y otro y ponen a prueba el vínculo entre Pablo y Lucía. Una pareja que para darse cuenta de si realmente quieren estar juntos tienen que pasar y superar todo esto. Claro que como toda comedia romántica acá contada con un humor que no suele tener la vida real, con enredos a veces absurdos y exagerados, unos más efectivos que otros.
Los hermanos Levy (Novias, madrinas, quince años, Masteplan) arman una comedia romántica y absurda, argentina y universal al mismo tiempo, que entiende el género. Un muchacho contrata un viaje para ir con su novia, se queda sin trabajo, lo oculta, va igual y en el “all inclusive” brasileño se encuentra con un coordinador que –seamos antiguos– le arrastra el ala a la chica. Pero eso es el esquema que sirve para un film que construye personajes queribles y los mira con una precisión absoluta.