Canción de dos por tres Una comedia previsible, para los más chicos. Si la creatividad y la innovación no eran los puntos fuertes de Alvin y sus ardillas, qué decir de la segunda película de la saga, tan parecida a la primera. En la anterior, los simpáticos animalitos animados -nacidos en la TV en 1958- triunfaban como cantantes, luego de una disputa entre el buenazo y solitario Dave (Jason Lee) y un vil productor discográfico (Ian; David Cross). Ahora Dave pasa casi todo el filme internado (la participación de Lee es breve) y es reemplazado, en el cuidado de las mascotitas, por Toby (Zachari Levy), otro solitario, sin rumbo en la vida. Toby manda a Alvin, Simon y Theodore al colegio, donde transitan todos los tópicos de las comedias de estudiantes secundarios, pero desde su perspectiva de animalitos. Mientras, el farsesco Ian prepara a las Chippetes, un grupo de ardillas (hembras) para destronar musicalmente a Alvin y compañía ... La película, más sofisticada en lo técnico, apta para entretener a chicos muy chicos, sólo muestra eficacia en las partes musicales -con temas famosos reversionados por las ardillas- y en ciertas ráfagas de humor cándido. Pero es absolutamente previsible, con más lecciones morales que aciertos cinematográficos. A la idea central de la famiglia unita, remarcada por el cierre a puro We Are Family, se les suman mensajes en favor de la ecología, en contra de la discriminación, en favor del amor, en contra del mercantilismo calculador. Ian lo representa. La película, supuestamente, la desaprueba.
Música, escuela y muchas más ardillas La secuela de Alvin y las ardillas, para los más chicos El modelo de High School Musical , el inesperado tanque de Disney parece no agotarse nunca y logra inspirar historias que en apariencia nada tienen que ver con los problemas de unos lindos adolescentes cantantes y bailarines. Pero como esta película lo demuestra, High School Musical da para todo. Hasta para prestarle parte de su conflicto central a Alvin y la ardillas . Aunque parezca imposible a primera vista, Alvin, la ardilla líder de un exitoso trío musical tendrá que pasar en este film lo mismo que Troy (Zac Efron) en las historias de Disney. La inquieta ardilla y sus hermanos Simón y Teodoro comenzarán a asistir a la escuela secundaria -aunque parezcan estar más preparados para el jardín de infantes-, y allí Alvin tendrá que decidir entre ser deportista y popular o músico y muy impopular. Más ardillitas En esta secuela de Alvin y las ardillas , los animados personajes centrales convivirán con nuevos humanos, cantarán canciones pop como si fueran los hermanos Jonas -pero con bastante más pelos- y aprenderán lo difícil que es ser adolescente, sea uno de la especie que sea. Especialmente cuando los matones de la escuela los persigan, y su padre y representante Dave (Jason Lee) deba guardar cama y queden al cuidado del primo Toby (Zachary Levi), más interesado en juegar con su computadora que en cuidarlos. Y todo será aun peor cuando el villano de la primera parte reaparezca en escena y no lo haga solo. A las tres ardillitas originales ahora se sumarán otras tres, las hermanitas Eleanor, Jeanette y Brittany, que también sueñan con cantar a todo pulmón y voces estridentes además de ser aceptadas por lo que son. La película está dirigida por Betty Thomas, una experimentada realizadora que ya había trabajado con la combinación de actores y personajes animados en la remake de Dr. Dolittle protagonizada hace unos años Eddie Murphy. A diferencia de aquellos animales que aparecían en pantalla para hacer más graciosos a los humanos, acá los verdaderos protagonistas son los roedores cantarines. Alvin y las ardillas 2 ofrece un tierno entretenimiento para los más chicos y gracias a las desopilantes versiones de canciones de Beyonce, Katie Perry y los Bee Gees, entre otros, los adultos no podrán evitar las sonrisas.
Ardillas y pocas nueces Hubo un tiempo que fue hermoso y la inocencia era de verdad, al punto que permitía que los espectáculos infantiles le resultaran interesantes, atractivos y divertidos a chicos y chicas de una amplia franja de edad. Los films “familiares” de Disney de la década del sesenta, por ejemplo, eran vistos por los chiquillos de 3 a 12 años, mientras que hoy apenas resistirían el límite de los 9. Esa capacidad de sorpresa intacta, virgen de canales de cable, bombardeos de marketing, seducciones del merchandising y segmentaciones de targets, posibilitó que, en esos ingenuos años 60, causaran furor los discos con canciones de Alvin and the Chipmunks, en los que las voces pertenecían a su inventor, que al grabar movía la perillas de velocidad de la cinta, causando el efecto de los famosos tonos agudos. Y lo de “famosos” no es una exageración: dos hits lideraron el ranking americano durante varias semanas en 1958, ganaron premios Grammy y allanaron el camino para una serie televisiva de dibujitos animados en 1962. Fast-forward a los años ochenta, cuando el hijo del creador de las ardillitas Alvin, Simon y Theodore, las resucitó y lanzó nuevas canciones y hasta una serie televisiva que introdujo a las Chipettes, un trío de ardillitas femeninas. El cine las recibió al poco tiempo y todo siguió su camino sin sobresaltos. Ya eran verdaderos clásicos (de vocecitas irritantes, pero clásicos al fin) cuando de golpe dieron otro salto cuantitativo para llegar a una nueva generación y a más millones de dólares: un film de animación por computadora, con las ardillitas interactuando con actores. Ésta es la segunda parte, donde la novedad es el arribo de las Chipettes a la pantalla grande, y poco más que eso. Actores torpes haciendo torpezas, prodigios técnicos que ya no son nuevos, unos pocos guiños musicales para los adultos, y un puñado de hits en versión aguda. Lo que se dice mucho ruido y pocas nueces.
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No hay mejor público que los chicos para evaluar este tipo de propuestas. Las dos películas de Alvin y las ardillas que se estrenaron hasta ahora, que trajeron a la pantalla grande a estos personajes que tiene más de 50 años de vigencia, tuve oportunidad de verlas en una función con niños. Al comparar lo que sucedió en las dos funciones con el público infantil la conclusión es más que clara: La secuela no resultó tan divertida como la primera parte. Recuerdo que el primer film arrancaba muy bien con mucho entretenimiento y después caía al estancarse en situaciones redundantes. La nueva historia directamente ya arranca estancada en un pozo del que nunca logra salir. Es evidente que Jason Lee (protagonista de la anterior) estuvo comprometido con otro proyecto durante el rodaje y los productores sólo lo podía tener disponible un par de días, ya que su trabajo es muy breve. Esto le jugó en contra a la película porque el actor se desenvolvió muy bien en el film anterior y el reemplazo que consiguieron para la secuela, Zachari Levi, es realmente impresentable. Nunca termina de quedar claro cuál era la función de su personaje. El mayor logro del film son los efectos especiales donde pulieron mucho más el aspecto, las expresiones faciales y movimientos de las ardillas que parecen totalmente reales. De hecho, en la secuencia inicial los animalitos demuestran que tiene más carisma que los Jonah Brothers. La incorporacion de la Chipettes, que son la versión ardilla de Destiny Child tampoco aportó demasiado. Los espectadores más pequeños probablemente sean los que más disfruten de esta historia, a los adultos no les queda otra que remarla.
Inocente, inofensiva e insulsa En Alvin y las ardillas 2 (2009) se repite la fórmula de la primera entrega. Como dice el dicho mejor bueno conocido que malo por conocer, Hollywood y los animadores digitales se aseguran una receta vendedora y eficaz. Nada viene mejor en esta época de vacaciones para entretener a los más chicos. Basada en la serie de dibujos animados de los años ‘50 sobre un grupo musical de ardillas, regresa al cine el célebre trío de estrellas cantantes ahora acompañado de su rival femenino, unas sexys ardillas que les harán la competencia en medio de un hostil y disparatado ámbito escolar. Un film infantil muchas veces lleva consigo un mensaje más profundo que el mero hecho de entretener a la platea mas juvenil, hemos visto ejemplos que aportan un punto de vista inteligente y reflexivo que apunta a ser interpretado precisamente por un target de publico mas reducido como el adulto. Nada de eso en Alvin y las Ardillas 2. Su estatura argumental no esta a la altura de los desarrollados efectos especiales que engalana. Su procedimiento es tan metódico que podría aplicarse a cualquier otra producción infantil casi como si se tratara de una guía de manual de cómo hacer cine para niños rutinario. Sin dudas no alcanza con la simpatía de las ardillas y el despliegue visual mencionado. Cabe hacer la distinción que, los efectos visuales y cuanto adelanto técnico se ponga en funcionamiento como las cada vez más difundidas animaciones tridimensionales, no alcanzan a la hora de valorar un film. Si éstos son el medio a través del cual contar una historia valedera, su uso será provechoso, pero si de pasar a ser una herramienta se convierten en el centro de atención, se estará menospreciando la inteligencia del espectador, tratándolo de conformar realmente con poco. A Betty Thomas, una realizadora con un sólido background en el ambiente televisivo, parece faltarle entusiasmo a la hora de imprimirle al film algo de vitalidad, picardía y aventura, elementos apreciados en exiguas dosis. Las pobres ardillas son victimas del acartonado universo que las rodea y la expresividad de estas poco puede aportar un atisbo de simpatía que se desdibuja con el deslucido papel que les toca. Insípida y vacía, es un film sin carisma que solo generará decepción y, eso si, suculentos millones de recaudación. Vivimos tiempos facilistas y resultadistas. El cine infantil solía ser otra cosa, en parte porque había otros objetivos más que el meramente comercial y por eso primaba el buen gusto. Después de ver este despropósito, la pantalla grande a oscuras y en silencio ya no transmite la misma magia.
El hecho de que en esta aventura tengan que ir a la escuela (obviamente un disparate total no sólo que vayan a la misma, sino que arranquen sus estudios en el secundario, pero, ¡qué importa!, si ya partimos de...
Indudablemente estas ardillas pegaron fuerte en los espectadores, porque no solo se planificó la secuela, si no que fundamentalmente esta fue un éxito impresionante en los Estados Unidos. Y viendo que realmente sus productores se llenarían de plata por tener un público asegurado, realmente podrían hacer un guión un poco mejor, que alimente al resto de las secuelas y que la historia logre permanecer un poco más en la memoria de los espectadores. Una señora cayéndose en sillas de ruedas por una escalera, un pedo en la cara de una ardilla atrapada bajo una sábana y un representante loco trasvestido, no puede ser que sea lo que planifiquen para provocar la risa en los más chicos. Como padre me parece indignante. Fui a ver Alvin y las ardillas, no Emilio Disi y las Petardos… Los personajes son simpáticos, pero los “titiriteros” son de cuarta. Los chicos seguramente la pasarán bien, pero no será una película que recuerden como “que bien la pasaron en el cine”. Analizarán mucho más el sabor del pochoclo, que la película en si. Para la próxima ojalá sepan explortar mejor lo que tienen.
Si tres son multitud, seis son una ofensa. El éxito (en términos económicos, claro) de la primera entrega cinematográfica de Alvin y las ardillas hizo que la aparición de una secuela sea inevitable: Alvin y las ardillas 2 continúa con su estética que cruza acción en vivo con animación digital (el trío de roedores está decentemente animado), referencias a la música pop bailable de origen yanqui (piensen en Christina Aguilera, The Jonas Brothers, Beyoncé, Britney Spears, Justin Timberlake, etc.) y un tufillo a conflictos superficiales adolescentes que se impregna sobre un contexto escolar y familiar demasiado repleto de lugares comunes: es evidente que los responsables de la ordinariez del asunto no hacen más que repetir una fórmula que no depara sorpresa alguna. Así, al humor de efímeros gags y de ciertos momentos de slapstick heredados del cartoon (y que parecen funcionar por obligación y no por un simple goce lúdico) se le suman personajes chatos que ni siquiera alcanzan el nivel de lo caricaturesco: Betty Thomas, mujer televisiva y realizadora que ya había demostrado su poca originalidad para hacer cine con un mero producto como Dr. Dolittle, confía demasiado en la presencia de actores como Zachary Levi y David Cross (este último, hay que decirlo, tiene su momento inigualable de gloria y patetismo durante el cierre del film). Estos dos señores, uno amigo y otro enemigo de los hermanos ardilla, concentran toda su energía en morisquetas varias captadas en primeros planos y en acciones tan tontas que hacen pensar en la protección de la salud mental de los menores que observan el despliegue de tal torpeza en pantalla. Y al hablar de morisquetas, inevitablemente hay que mencionar a las ardillas estrellas del relato: antropomorfizadas al exceso, pero mucho menos simpáticas y emotivas que el ratón Stuart Little, las seis pequeñas criaturas (sí, porque a lo masculino de los “Chipmunks” se le suma la contrapartida femenina de las “Chipettes”: tres ardillas admiradoras de los Chipmunks que desean convertirse en estrellas de pop) no dudan en estallar sobre el escenario meneando sus colas durante coreografías varias que parecen extraídas de algún show televisado o videoclip, deteniendo la narración y haciendo que todo se resuma en una especie de muestreo de lo cool teen del asunto. Además, la representación estereotipada de los protagonistas no brinda libertad alguna. Allí están: Alvin, todo un winner, con la inicial de su nombre estampada en la remera (notorio indicio de la individualización y el egoísmo momentáneo que lo llevará al conflicto con sus hermanos y a un futuro arrepentimiento); Simon, con su madurez y sus lentes de intelectual (racional y aburrido a más no poder) y Theodore, con su traste pesado y sus emociones incontrolables que lo convierten, al menos, en la ardilla más abrazable de todas. Habrá que admitir, también, que esa emoción alegre de los intérpretes animados se dispara, sobre todo, a través de sus cánticos. Todos magnificados por el tono agudo de sus voces que no temen destrozar varios tímpanos durante el proceso (horror: según datos, desde 1958 que lo vienen haciendo). De hecho, si hubo algo que me molestó particularmente, fue escuchar a Alvin y compañía ejecutando su versión del tema You Spin Me’ Round, un clásico de los ochenta del grupo inglés Dead or Alive. Mejor dejar a las ardillas bailar porque si de cantar se trata…
Más personajes y menos ingenio El trio de ardillas cantantes regresa en una nueva aventura y tiene que aprender a lidiar con las presiones típicas de un concurso de colegio, la fama y un grupo rival femenino conocido como The Chipettes, que amenazan con quitarles el reinado de la música pop. Con una divertida escena al comienzo, desarrollada en el hospital y una buena técnica que fusiona la acción en vivo y la animación digital de los personajes centrales, esta secuela no entrega nada nuevo. Lo que sí tiene es ritmo, golpes y puede ser recomendable para público de corta edad. El conflicto se apoya principalmente en algunos enredos, adolescentes revoltosos, managers sin escrúpulos, partidos de rugby y en las nuevas contrincantes... ¿o nuevas compañeras?. Ardillitas femeninas y revoltosas que son el centro de números musicales coreografiados como si se tratara de tres Britney Spears en versión diminuta. Los rivales sean unidos....todo sea para juntar fondos para la escuela...y para las arcas del incansable Hollywood.
Me siento algo mal al ver una película con unos peluditos personajes que me quieren hacer reir. De verdad. Y me siento mal por dos cosas: primero porque no está bueno que ellos después lean esto y no les caiga bien lo que uno diga y segundo, porque si el objetivo de ellos era la sonrisa, no lo han logrado. Alvin, y sus otros dos amigos que ni tienen nombre en el cartel, secuaces en esta banda llamada “Las Ardillas”, nos invitan, sin éxito, a un viaje por un mundillo de inocencia, escatología y gags físicos de dudoso buen gusto y certificado mal humor. Alvin, amaestrado por la mano de la directora Betty Thomas, quien otrora, hace más de diez años, dirigiera Dr. Dolittle (1998), se inserta a la fuerza en un mundo real donde no existen más que bandos buenos y malos, y un mundo en el que el hecho de que una ardilla hable, cante y baile, no sólo es lo más normal del universo sino que también, es lógico. Y que lo hagan, más tarde y en lugar de una ardilla, seis, es motivo de gran festejo. Esta secuela de una primera parte que confieso, no he visto y no creo que vea nunca, está filmada siguiendo los lineamientos de la vieja escuela del Cine Argentino, esos años de loco brillo y edición juvenil, planos exteriores amplios, persecuciones, caídas y golpes que nos llevan inmediatamente a aquella época en la que Francella con un gesto nos hacía matar de la risa y en donde nunca creíamos que ese mismo ser de bigotes que decía “Uhhhh” un día iba a estar siendo visto por los ojos del mundo como “uno de los mejores actores de reparto del mundo”. Aunque en este caso, no está Francella, está Alvin. Y dudo mucho que un día lo afeiten para hacer “una película de verdad”. Hasta aquí, con los animalitos. Luego, tenemos geniales interpretaciones. Por ejemplo, el personaje de Toby, alguien que en el cast puede aparecer como “Imbécil 1”, y sabremos de quién se trata será, a lo largo de la corta película, la figura humana que cuide de nuestras Ardillas. Esto, porque Jason Lee, el que desde hace unos años nos cuenta que su nombre es Earl, atento a que su carrera ya no necesita de estas cosas salvo para hacer mejores regalos en navidad, aparece durante los 88 minutos de la película, sólo 4:34. Es verdad. Los conté. De cualquier modo, no vas a ver esto y mucho menos lo vas a hacer con un cronómetro en la mano. Yendo al punto del asunto: antes de que pasen 15 minutos de película, tiran a una señora en silla de ruedas por una escalera, escuchamos “Hey, You Got Me Rocking” cantada por las ardillas, una versión de “Stayin Alive” con la voz “finita” y nos preguntamos adónde nos hemos metido, qué estamos viendo, y qué tomó la gente que decidió la banda de sonido de esta “obra” para considerar que esos temas, clásicos, pero viejos, podrían prender en “los niños”. Será cuestión de googlear cuánto recaudó la primera parte para entender un poco más, ¿no? En el apartado técnico, Alvin y Las Ardillas 2 tiene un buen CGI con buenas texturas y no mucho más que “buenas”, siendo ya todo un logro que uno pueda poner tantas veces la palabra “buena” en una misma oración y sin poner un punto, tratándose de lo que estamos hablando. Y el guión, en fin, les hago una prueba a quien quiera hacerla: Alvin y sus amigos tienen que ir a la escuela, allí encuentran humanos malos que los quieren castigar, pero mientras tanto, un nuevo grupo de Ardillas hembras, fanáticas de la “Alvin´s Band”, irrumpe en escena y ambos tienen que competir por un premio en metálico. Hay un enamoramiento. Hay un acercamiento. Miradas. ¿Es muy difícil prever que terminarán siendo un gran equipo y buscaran el Bien Común Americano? Detalle 1: cuando las tres ardillitas hembras aparecen, y ya que nos han presentado a Alvin y sus Amigos con ropita, nos llama la atención que ellas estén desnudas. Y que lleguen en un sobre de FedEx. Alguien tiene que avisarle a los chicos de ese correo. Quedó claro que son rápidos, pero también quedó claro que TRANQUILAMENTE, puedo enviar SERES VIVOS. Ay, estas pautas publicitarias… Detalle 2: El primer encuentro entre ambos grupos, es luego de cuarenta minutos de empezada la película. Ahí sí, llenos de cordura, ponen un tema que los niños conocerán: “I Want To Know What Love Is”. Sí. Claro. Ese. El de los lentos que bailabas cuando eras un niño. ¿Y el criterio? Bien, no hay de qué. Esto afirma una situación realmente importante: esta es una película para que vayas con tu nueva novia soltera pero madre de dos hijos y apretarle la mano mientras los niños comen pochoclo y toman gaseosa aguada. No olvides esta recomendación. Luego de eso, todo lo que dijimos que pasaría, caídas, el amor, más caídas, gran fiesta y sólo falta Obi Wan Kenobi, Gandalf y Wally para que estemos todos en Le Grande Finale. Pero atención, que tenemos dos sorpresas más: Un sobrecierre que EXPLOTA de mal gusto antes de los títulos y que hace que mínimo, sintamos curiosidad por ver este asunto y luego, la sorpresa final ya en los créditos: la película fue escrita por TRES personas. No me extrañaría que esos tres, sean ardillas.
Tras el inesperado éxito de la primer película sobre el dibujo animado "Alvin y las ardillas", que fue una de las que mas recaudó en el año de su estreno, rápidamente encaminaron esta secuela repitiendo la formula de la primera. En esta nueva aventura, las ardillas comienzan el colegio y participan en un concurso donde deben enfrentarse a un trio de ardillas femeninas. Jason Lee, quien interpreta a Dave, tiene una participación muy corta en esta nueva entrega, dejándole el puesto a Zachary Levi ("Chuck"). David Cross retoma su personaje del malo representante. Se vuelve a repetir mucho de la primera, pero en vez de 3 ahora hay 6 ardillas para entretener a los mas chicos. La animación sigue siendo impecable, diferenciando bien las ardillas masculinas de las femeninas a través de sus movimientos y expresiones. Si mal no recuerdo, había mas números musicales en la original que en esta continuación. Acá las canciones quedan a cargo de las "chicas ardillas" con temas de Beyonce y Katy Perry. Igualmente la película es entretenida y los mas chicos la pasan bien, al menos eso paso con mis hijos. Incluso yo me reí un par de veces. Me sorprendió ver chicos de 12 años promedio, un publico que no creo sea el indicado para estos personajes. Pero para chicos de 8 para abajo es un plan divertido.
Cuando un producto industrial rinde económicamente el círculo queda abierto, En el mundo fílmico se harán tantas continuaciones del mismo como las que indiquen los resultados de boletería. Durante cada temporada los espectadores asistimos a esa experiencia, con pocas expectativas, cuyo resultado por regla general culmina en decepción, aunque, es justo reconocer, muy de vez en cuando nos sorprende gratamente. No es el caso de “Alvin y las ardillas 2”, producción que pasa a integrar la montaña de las frustraciones. Su antecesora resultaba ingeniosa narrativamente, simpática merced a la calidez de los personajes, fluida por el tratamiento dinámico de las situaciones y la compaginación. Esta segunda parte carece de tales atractivos a partir del mismo guión que parece concebido al correr de la pluma (¡qué dinosaurio!, ya lo sé), sin la debida preocupación por someterlo a una meticulosa autocrítica a fin de generar atractivas (de ser posible sorprendentes por lo original, aunque esto sería reclamar demasiado) vueltas de tuerca a la historia, que deje como saldo un entretenimiento ameno y simpático. Estructuralmente la deficiencia parte de no haberse articulado con mayor ingenio el entramado general, particularmente a partir de la integración de las nuevas ardillas (femeninas) a la historia. Alvin, Simon y Theodore dejen a un lado su exitosa carrera de cantantes para afrontan con valentía su nueva labor como estudiantes secundarios (se ignora cuando cursaron la primaria), donde ganan el favor de sus compañeros, a la vez que sufren algunas bromas e intimidaciones del matón de turno. Mientras su tutor y representante debe pasar un período hospitalizado a raíz de fracturas ocasionadas en un accidente, quien deriva su gestión en un buen amigo, persona tan tímida como torpe, que tiene que lidiar con el trío de traviesos animalitos. A ello se suma la presencia del inescrupuloso productor musical, que para competir con Alvin, Simon y Theodore descubre, como caído del cielo, un trío femenino de la misma especie, las hermanas Jeanette, Brittany y Eleanor, en condiciones de hacerles sombra en la carrera musical...El final usted se lo puede imaginar,... con apertura a una tercera producción... La realización tiene a su favor muy buen trabajo técnico en la integración de humanos con seres animados por digitación incorporados al mundo de los humanos (lo cual con la tecnología de que dispone Hollywood es pan comido para ellos), y temas musicales muy agradables. Su destino son los chicos de 4 a 8 años, en la versión doblada, y hasta los 11 años la subtitulada.