Un relato que hubiera funcionado perfecto como mediometraje o como producto televisivo. Obviamente lo que padeció en la vida real Eric LeMarque fue algo terrible, pero lamentablemente ese real sufrimiento y desesperación no se logran trasmitir a pleno. Esto no es por causa de...
Entre perderse y renacer El contexto helado -eternamente saturado de nieve y/ o con temperaturas que complican la vida- ha sido en términos históricos uno de los escenarios preferidos de Hollywood para relatos de aislamiento y supervivencia de la más variada índole, con entonaciones diversas y bajo la excusa dramática que sea. Pensemos para el caso en La Cosa (The Thing, 1982), ¡Viven! (Alive, 1993), Al Filo del Peligro (The Edge, 1997), El Renacido (The Revenant, 2015) o la reciente Más Allá de la Montaña (The Mountain Between Us, 2017), todas epopeyas que jugaron largo y tendido con la posibilidad de abandonar este mundo gracias a las inclemencias naturales de un paisaje de características por demás gélidas. Ahora Bajo Cero: Milagro en la Montaña (6 Below: Miracle on the Mountain, 2017) sigue esa misma línea de antaño aunque lamentablemente no resulta tan exitosa como las propuestas citadas. De hecho, esta película dirigida por Scott Waugh y escrita por Madison Turner, dos señores con amplia experiencia como dobles de riesgo, se parece bastante al film de este mismo año protagonizado por Idris Elba y Kate Winslet, sin embargo en vez de toparnos con la clásica catástrofe aérea, aquí tenemos un catalizador narrativo más mundano vinculado a la premisa “personaje se mete por donde no se debería meter, a sabiendas que corre peligro”, un esquema que -por cierto- asimismo es muy utilizado en el terror desde siempre. En esencia hablamos de un episodio verídico centrado en el periplo de supervivencia que en 2004 atravesó Eric LeMarque (en la piel de Josh Hartnett), un ex jugador profesional de hockey sobre hielo y por entonces adicto a la metanfetamina, luego de perderse en Sierra Nevada, una gigantesca cadena montañosa que recorre gran parte del Estado de California. Definitivamente el principal problema de la realización se ubica a nivel de lo estereotipado del personaje central y el recurso utilizado para examinar su idiosincrasia: como señalamos antes, LeMarque fue un adalid del hockey que renunció a su carrera aparentemente por un combo de clichés que incluyen no poder adaptarse al trabajo en equipo, poseer un padre abandónico y sumergirse en una adicción que lo llevó a un accidente automovilístico; todo a su vez presentado mediante una colección interminable de flashbacks y flashforwards que por supuesto se van intercalando con el presente del relato, en consonancia con esta desafortunada decisión por parte del protagonista de subir a la cima de uno de los picos más helados/ riesgosos y adentrarse en un camino prohibido para hacer algo de snowsurfing mientras espera comparecer ante un tribunal -por el temita del choque- dentro de siete días. Se podría decir que Bajo Cero: Milagro en la Montaña arrastra los mismos problemas y virtudes de la similar Jungle (2017), aquel opus de Greg McLean con Daniel Radcliffe que analizaba otro caso de “burgués perdido por soberbio”: en ambas estamos frente a un buen desempeño del actor protagónico y un tratamiento visual interesante que subraya la belleza del entorno natural y la decadencia escalonada del extraviado, no obstante los latiguillos dramáticos son demasiado derivativos (en la obra de McLean dominaban las alucinaciones más ridículas y ahora tenemos estos retazos de un pasado de cotillón) y la ausencia de novedades reales termina jugándole en contra a una odisea que pretende ser visceral (en los dos convites el desarrollo se vuelve mecánico en la segunda mitad del metraje). Hoy la unión entre la fórmula de Robinson Crusoe (1719), de Daniel Defoe, y la coyuntura blanquísima de dientes que tiritan no pasa de ser una aventura desinspirada y algo fofa de reconstitución identitaria en el trayecto que va desde el perderse al renacer purificado…
Bajo cero: milagro en la montaña, de Scott Waugh Por Ricardo Ottone Se trata de dos películas en una: la película de supervivencia y la película de superación. Y aunque suenen parecido, no son el mismo rubro. En la primera, Eric Lemarque (Josh Hartnett), un ex jugador de hockey profesional, se pierde en medio de una tormenta en la montaña y pasará varios días tratando de sobrevivir a la hostilidad del ambiente en busca de encontrar su camino de regreso, o de que lo encuentren a él. En esa odisea se enfrenta al frío, al hambre, a los lobos, a su desorientación y los trucos de su mente. En la segunda, Lemarque va rememorando todos sus triunfos y fracasos, sus errores y las calamidades que tuvo que pasar: su relación conflictiva con un padre que siempre lo sobre-exigió, las adicciones, una carrera desperdiciada, problemas con la ley y el sufrimiento de su pobre madre (Mira Sorvino). Ambas se entrelazan a través de una estructura que plantea por un lado un presente de ocho días donde el protagonista deambula por las montañas nevadas en busca del regreso a la civilización y no perecer en el intento. Por otro lado están los flashbacks que muestran un pasado dramático y conflictivo. Algo muy parecido a lo que le pasaba a Isabel Sarli en Ultimo amor en tierra del fuego, aunque aquel film del binomio Bo-Sarli mostraba un desparpajo del que este film solemne carece totalmente. Es cierto que las citadas no son dos vertientes que deban estar necesariamente en conflicto. En muchos casos la convivencia de ambas puede ser colaborativa y una complementar a la otra. En este la relación es de sometimiento. La película de superación aplasta a la de supervivencia y la pone a su servicio para potenciar el mensaje. Así, todo el peligroso periplo del personaje en la montaña, y que podría convertir el film en algo un poco más entretenido que un relato de autoayuda, funciona apenas como excusa para un pretencioso y grandilocuente discurso motivacional. La primera imagen que vemos es un cartel que nos advierte que esto está basado en una historia real. El verdadero Eric Lemarque, que obviamente sobrevivió para escribir el libro en que se basa el film (no tomen esto como un spoiler, vamos), hoy se dedica a ser entrenador y dar discursos inspiracionales. Como los que tenía que sufrir de su padre pero ahora con buena onda (suponemos). El guionista, Madison Turner, hizo su carrera en el cine como doble de riesgo y este es su primer guion estrenado. Es probable que se haya sentido inspirado por la vida o los discursos de Lemarque y lo que quiso obtener haya sido un discurso inspiracional en forma de película. En tal caso podemos decir que eso es más o menos lo que obtuvo y lo que el espectador va a obtener. El mensaje parece ser que es necesario caer bajo, cuanto más bajo mejor, para poder levantarse renovado. Como en Batman pero más subrayado. Así, toda la odisea que sufre el protagonista en la montaña sería no tanto una contingencia desgraciada sino más bien un martirio dictado por el destino, un vía crucis necesario para vencer los demonios y alcanzar una suerte de iluminación. Un mensaje así, cuestionable o no (es cuestión de opinión), sería un poco más digerible si viniera presentado con mayor pericia. Sabemos que la manipulación emocional no ha desaparecido en el cine contemporáneo pero se ha sofisticado por lo menos para tratar de borrar o hacer menos evidentes sus huellas. Acá parecen no haberse enterado y echan mano a los recursos más gruesos y gastados (música dramática, cámaras lentas, efectos de sonido) con la sutileza y la gracia de una avalancha de nieve. Los actores protagónicos merecen algo mejor que esto. Harnett lo ha demostrado recientemente en la serie Penny Dreadful, por ejemplo. El maltrato es más evidente con la pobre Mira Sorvino a quien exhiben casi exclusivamente en escenas de llanto, gritos y caras desencajadas. Quizás, siguiendo el mensaje inspiracional del film, esto pueda interpretarse como un martirio, una caída de la que puedan salir purificados con sus carreras mejor encaminadas. Ojala así sea. BAJO CERO: MILAGRO EN LA MONTAÑA 6 Below: Miracle on the Mountain. Estados Unidos. 2017. Dirección: Scott Waugh. Intérpretes: Josh Hartnett, Mira Sorvino, Sarah Dumont, Kale Culley, Jason Cottle. Guión: Madison Turner. Fotografía: Michael Svitak. Música: Nathan Furst. Edición: Vashi Nedomansky y Scott Waugh. Duración: 98 minutos.
Perdido en la nieve Bajo cero: milagro en la montaña (6 Below: Miracle on the Mountain, 2017) es una película dramática basada en hechos reales. Está dirigida por Scott Waugh y escrita por Madison Turner. El reparto incluye a Josh Hartnett, Mira Sorvino, Sarah Dumont, Kale Brady Culley y Jason Cottle. Eric LeMarque, ex jugador de hockey profesional, decide pasar un día haciendo snowboard en las montañas de Sierra Nevada de California aunque el alerta de tormenta está vigente. Adicto a la metanfetamina, distanciado de su madre y con una sentencia judicial por la que se tiene que presentar a la Corte en seis días, Eric se aleja con su tabla de nieve sin tener en cuenta el clima, por lo que termina perdido, sin comida ni señal en el celular. Adaptada del libro autobiográfico “Crystal Clear” (2009), la historia busca ser emocional pero nunca lo consigue. Esto sucede gracias a que la empatía con el protagonista es nula. A través de unos flashbacks, con efectos muy feos para diferenciarlos de la actualidad, vamos conociendo la infancia de Eric, pero están tan mal utilizados que pareciera que el director no sabía en qué momento meterlos. A la película tampoco le juega a favor que no haya mucho para contar, por lo que seremos testigos de lo que ya vimos en muchos relatos de este estilo: persona alejada de la civilización con un clima atroz, cae al agua congelada, se lastima alguna parte de su cuerpo, no tiene con qué alimentarse y no debe dejar que los lobos lo devoren. Lo único novedoso sería su adicción a las drogas, sin embargo su sufrimiento por la abstinencia lo que menos hace es conmover. El guion resulta forzado, en específico las líneas que le tocan a la madre encarnada por Mira Sorvino. Se nota su sobreactuación y al ya saber cómo será el desenlace, los 98 minutos son muy tediosos. Ni hablar de la repetición continua de la única lágrima que cae por la mejilla, ya sea de Eric o de ella. Hay una escena en particular del final que está alargada a más no poder, lo que sólo nos hace pensar “que lo rescaten de una vez por todas”. Como es sabido, en este tipo de historias nunca falta la canción inspiradora mientras bajan los créditos. Bajo cero: milagro en la montaña podría haber funcionado a pesar de todos sus clichés; sin embargo su mala narración, poco ritmo y débil guion la convierten en una película olvidable ni bien termina.
Redundante. Obvia. Pero así y todo, esta película protagonizada por Josh Hartnett, inspirada en la vida del deportista Eric Lemarque tiene una potencia vital en los hechos que narra que supera cualquier estereotipo y lugar común que presenta. Hartnett ofrece la actuación de su vida al ponerse en la piel del hombre que estuvo perdido en la helada montaña durante días, y que debió arreglárselas como pudo. Destaca el retorno de Mira Sorvino, una de las actrices preferidas por los directores en los noventa.
Campera marca Marmot. Historia verídica de un joven llamado Eric LeMarque practicante del snowboard que en el invierno del 2004, en Sierra Nevada California, luego de una fuerte tormenta de nieve queda perdido a la deriva, contando solo con su fortaleza interior para intentar salir de esa tremenda situación. La suma de muchos errores te puede llevar a una terrible tragedia. Para nada pretendo quitarle merito a la gran fortaleza y espíritu de lucha y superación del protagonista. Pero en el film se ve claro que fueron muchos los errores que cometió y en esa instancia todo se puso inevitable. Tal vez suene un tanto cruel mi cometario, pero cuando veía que aparecía en primer plano la marca de su campera, pensaba… no puede ser tan marmota este muchacho. La dirección es de Scott Waugh y el elenco en los principales roles están Josh Hartnett, Mira Sorvino y Sarah Dumont. Hay algo que no me termino de convencer y fue la constante utilización de flashbacks recordando anteriores momentos de su vida (cuando era niño, su adicción, su deporte y la forma que se aleja, su padre, su madre). Mientras intenta sobrevivir a diferentes amenazas (animales, extremo frio, falta de alimentación entre otras) con los días que van corriendo y el operativo de rescate es abandonado (ya que nadie podría sobrevivir en esas condiciones tantos días) y que solo esperan localizar un cuerpo (actual tema como lo que pasa con los 44 submarinistas). Como siempre pasa en estas historias las últimas imágenes que se mezclan con las del personaje real y su presente son conmovedoras. El mensaje que deja es que si la vida te da una segunda oportunidad… aprovechála más que nunca.
Basada en un hecho real e inspirada en el libro que el propio Eric LeMarque escribió, el filme de Scott Waugh recupera la historia de un hombre que sobrevivió 8 días en la montaña luego de una intensa tormenta de viento y nieve. La vida de LeMarque es aquella que uno espera escuchar cuando se trata de deportistas: un padre entrenador que fuerza a su hijo hasta el límite de sus capacidades para lograr que sea un jugador exitoso, tal vez superando los obstáculos que él mismo no pudo sortear durante su juventud. Este es el caso de Eric. Además de vivir su infancia con la presión de tener que ser el mejor jugador de hockey sobre hielo, el niño tuvo que soportar la dolorosa convivencia con sus padres en constante conflicto, muchas veces con tenores violentos. En un tratamiento por adicciones, Eric se alejó drásticamente del mundo del deporte para avocarse a la vida en el retiro al pie de una montaña en la que intenta controlar su debilidad por las drogas cambiándolas por la adrenalina del snowbord. Eric vive en una cabaña cuya denominación es Out of bounds (fuera de los límites), y este detalle no es casual, ya que será la transgresión la causante del drama. Como anticipación al hecho central de la historia, el nombre de la cabaña donde habita Eric es uno de los indicadores de tragedia que ofrece la película, para más tarde justificar la segunda (y definitiva) decisión de tomar el camino que la patrulla de control de montaña había inhabilitado. Es decir, la vida de Eric se trataba de una constante y peligrosa obsesión por traspasar los límites de lo permitido. Obsesión que se detuvo luego de la experiencia realmente límite que tuvo que vivir en Widow’s Peak, los ocho días que estuvo perdido al borde de la muerte. Bajo cero: milagro en la montaña es una película, que como la mayoría de las inspiradas en hechos reales, intenta representar en su puesta en escena una recreación lo más “realista” posible de lo acontecido. Es, generalmente, ahí donde estos filmes pecan de poco interesantes, pues conociendo la historia del protagonista ya nada puede sorprendernos. Sin embargo, y esto es para destacar, la película se aleja de los golpes bajos incluyendo alguna que otra escena emotiva que se ve prontamente superada por LA escena del filme donde Eric deberá transgredir uno de los límites que jamás pensó que iba a experimentar ante el instinto límite de supervivencia. La película no se extiende mucho en el tiempo y el resumen de los ocho días en la montaña está bien dosificado. De todos modos, y lamentablemente, por momentos se demora por demás y ese detalle logra opacar las bellas escenas en las que junto a Eric podemos disfrutar del notable firmamento en completa soledad y lejos de las distracciones de la gran ciudad. Por Paula Caffaro @paula_caffaro
Ah, las historias de supervivencia, ese cuenco narrativo que nunca se acabará. Todo ser humano que se precie adora un buen cuento donde el protagonista debe enfrentar sus propios demonios al ser abandonado a su suerte en un ambiente inclemente. Sin ir más lejos, Leonardo DiCaprio se llevó un Oscar a casa por la bella tortura que le impuso Alejandro Gonzalez Iñárritu en The Revenant, y en años consecutivos Sandra Bullock y Reese Witherspoon estuvieron nominadas por Gravity y Wild, la primera sobreviviendo a una catástrofe espacial, y la otra a sus propias decisiones de vida en el Sendero Macizo del Pacífico. Las buenas historias abundan, se ha demostrado una y otra vez que se puede. El caso de 6 Below y la vida de Eric LeMarque no son muy paradigmáticas que digamos, pero su hazaña podría haber sido más superlativa que lo que vemos en esta oportunidad, un telefilm agrandado para la pantalla grande. El arriba mencionado fue un promisorio jugador de hockey, que tiró toda su carrera por la borda a raíz de propios caprichos sumados a un acercamiento casi letal a las drogas fuertes. Todo su desequilibrio kármico se radica en un triste pero previsible drama familiar, que lo lleva una y otra vez a enfrentarse cara a cara con la muerte en busca de esa adrenalina que ya el uso continuo de narcóticos no le aporta a su vida. Y es así como, jugando a la ruleta rusa sin revólver, se encuentra perdido en medio de un gigantesco temporal -que en pantalla no parece la gran cosa- y se las rebusca para sobrevivir a como de lugar. Si, suena cliché y repetitivo, pero tiene los suficientes méritos como para destacarse y no pasar totalmente desapercibida. El director Scott Waugh, quien viene del terreno de los dobles de riesgo y dirigió la insulsa adaptación del videojuego Need for Speed, tiene un excelente ojo para aprovechar al máximo las locaciones rocosas, profusas en nieve, que lucen espectaculares y si para algo sirve la película es para promocionar el lugar como destino turístico. En términos visuales, 6 Below es impactante. Donde carece de belleza es en el guión, cortesía de la novata Madison Turner. Ella tiene una buena historia entre manos y no digo que tenga que inventar situaciones que no ocurrieron en la vida real, pero en su escasa hora y media de duración no hay muchos eventos que llamen la atención poderosamente como para no despegar los ojos de la pantalla. Es cierto que algunos detalles son por demás escabrosos -lo que tiene que comer Eric para alimentarse es realmente pesadillezco-, pero por cada momento inspirado hay otros tres que aburren. Y un cuento de supervivencia nunca debe hacerlo. Y convengamos que Josh Hartnett nunca ha sido un gran intérprete. Los protagónicos le quedan siempre grandes y en este milagro en la montaña da lo mejor de sí, aunque no baste. Aún siendo un eslabón más en la cadena del elenco, fue grandioso su trabajo en Penny Dreadful, la serie de Showtime, pero le falta esa chispa que provoca sentir empatía con su suplicio. La pasión que le insufla a Eric es notable, pero no alcanza. Después de todo, es un hombre que está coqueteando constantemente con la muerte y hasta el cuarto de hora final es que no se nota esa travesía desgraciada que le ha tocado vivir por descuido propio. No me pongo a hablar mucho de Mira Sorvino porque me pongo mal. La alguna vez ganadora del Oscar ha sido relegada al papel de la madre de y todas sus escenas las pasa con cara consternada, llorando o con diálogos con los que poco y nada puede hacer. Casi una vergüenza se diría. 6 Below es un cuento inspirador del poder del espíritu humano, pero que llega algo tarde, cuando estas noticias arrancadas de las primeras planas de los diarios realmente tenían peso. Es imposible no compungirse con los momentos finales, donde se presenta al verdadero Eric, pero en líneas generales le falta mucho camino para sorprender.
Blanca agonía La cadena montañosa conocida como las High Sierras en los Estados Unidos experimentó su invierno más cruento en diez años en 2004, momento en que el ex jugador profesional de hockey sobre hielo Eric LeMarque quedó varado en medio de la montaña durante ocho días y sin ningún recurso más que su celular, una radio de bolsillo y su tabla de snowboard. Esta es su historia. Protagonizada y producida por Josh Hartnett (Las Vírgenes Suicidas, Pearl Harbor, La Caída del Halcón Negro), la película se plantea con el formato clásico de las de su tipo ya que intercala las escenas donde vemos al protagonista en lo que llamaríamos “el presente” (y que corresponden a esos ocho días de agonía nevada) con aquellas que buscan explorar distintos momentos de su pasado con el fin de explicar y contextualizar lo que significa en específico para alguien como Eric LeMarque quedar varado en la montaña con escasas posibilidades de supervivencia. Tan clásica y estructurada aparenta esta producción que sus principales puntos a favor y en contra encuentran explicación por ese lado. En un sentido, la película atrapa al espectador con natural facilidad a partir de las características de su protagonista, un chico malo, reticente de vivir su vida según “las reglas” que, a partir de una traumática relación con su estricto padre y su contraproducente y extrema autoexigencia, no sólo no pudo triunfar en el hockey sobre hielo profesional sino que su vida adulta lo encontró lejos del resto de su familia, de sus amigos y con un problema de adicción a las drogas galopante. Ahora bien, en un sentido fílmico narrativo el film se torna harto predecible a partir de contar una historia que ya se ha visto y desde una óptica convencional, estilo que cuenta con muchos precedentes también. Y como si esto fuera poco hay que sumar a los inoportunos créditos iniciales que nos informan que lo que estamos por ver pasó de verdad y está basado en el libro escrito por el propio LeMarque. Aquí es donde la táctica de ir según el librito deja de funcionar. A favor de la cinta hay que decir que el compromiso que lo llevó a Josh Hartnett a producir además de protagonizar esta historia se nota permanentemente en pantalla, con un trabajo que mezcla muy bien los momentos de irreverencia y desapego por las normas que su personaje exhibía antes de su peripecia en las High Sierras y su sufrimiento extremo durante esos ocho días que no sólo lo afectaron físicamente sino que calaron profundo en su forma de ser. También con un tratamiento clásico que nos muestra ese antes y después tan contrastante, la película cumple con su objetivo de hacer evolucionar a su protagonista a favor de la reflexión que como obra busca expresar. Esa historia simple, con pocos personajes, un protagonista fuerte, una excelente fotografía invernal y una intriga que se basa en las consecuencias catastróficas que LeMarque estamos seguros que sufrirá terminan de darle forma a esta buena propuesta de cine de supervivencia a partir de una historia real extraordinaria que merecía ser contada en 35 milímetros.
El titulo y el subtitulo elegido para nuestro país describe casi todo- Falta subrayar que se basa en un hecho real, cuando van los rubros del film, al final están las fotos reales del protagonista. Un nuevo caso de resiliencia esta vez protagonizado por un ex jugador de hockey profesional, que se convirtió en drogadicto y que decide usar el snowboard en Sierra Nevada cuando se avecina una tormenta. Ahí se queda abandonado a sus fuerzas, con su condición de atleta, pero con su síndrome de abstinencia de las metanfetaminas, y sus recuerdos como único sostén. El bueno de Josh Hartnett se banca como puede ser Eric LeMarque, en un film dirigido por Scott Waugh, con libro de Madison Turner, que se ocupa más de los flashbacks que de lo que ocurre en la montaña. El padre dominante exigiendo lo que él, las demandas de sus entrenadores, en un deporte particularmente violento, la caída en la droga instigado por su padre, las enseñanzas que lo impulsan a sobrevivir, la desesperación de su madre. En la nieve pasa ocho días, lo visitan lobos, se cae al agua helada, y otros detalles escabrosos. Solo para fanáticos de historias reales. Apenas correcta.
¿Cuántas películas de supervivencia podemos consumir al año? El género parece, sin embargo, inagotable. Este nuevo ejemplo, que no pasará a la historia, rescata las vivencias de un exjugador de hockey sobre hielo, fan de los deportes extremos, la adrenalina y todo eso, que utiliza esas actividades como escape de una situación traumática y un presente averiado. El tipo (Josh Harnett) queda varado en medio de una fuerte y anunciada tormenta. Sigue lo que te imaginás, con flashbacks temibles, realización bastante torpe y el uso de música manipuladora.
Las historias de tragedia y supervivencia en la nieve vienen ganando terreno en los últimos años, seguramente porque sus increíbles escenarios las convierten en opciones atractivas a priori para cualquier espectador. En esta oportunidad nos llega entonces "Bajo Cero: milagro en la montaña", dirigida por Scott Waugh (muy prestigioso por su trabajo como coordinador de stunts), a quien conociéramos por "Act of valor" y "Need For Speed" y con el protagónico de Josh Hartnett, un actor que intenta volver a los primeros planos de la industria. El film cuenta la historia de un ex jugador profesional de hockey, Eric LeMarque (Hartnett), quien se encuentra en un momento de quiebre en su vida: ha sido expulsado del equipo del que forma parte, su relación con su madre es muy mala (a pesar de que ella es una dulce, Mira Sorvino siempre lo es de hecho) y tiene una potente adicción a las drogas y a la adrenalina, dado que necesita ir siempre al límite de cada evento en su vida. Luego de rencillas familiares y laborales, LeMarque se instala en una cabaña en una zona de práctica de ski y snowboard, para poder practicar, este último, su deporte favorito. Cierto día, luego de la habitual rutina de descenso, decide tomar otro camino, y no bajar por el tradicional, en momentos en que se aproxima una tormenta y el complejo base comienza a cerrarse por falta de visibilidad. Lo que sucederá en la historia, es... previsible. LeMarque quedará aislado, lastimado e incomunicado e intentará sobrevivir, a pesar de lo desfavorable del escenario en el que se mueve. Como espectadores, y siendo que el protagonismo de Hartnett es absoluto, sólo podremos conocer más de su perfil a través de una serie de flashbacks donde se muestran los problemas de este jugador de hockey con su padre. Su historia familiar lo ha marcado y en cierta manera, esa impronta cobra nueva luz en la difícil circunstancia que debe atravesar. LeMarque luchará por sobrevivir, frente al clima, los lobos, la soledad y sus heridas, por el tiempo necesario para que el equipo de rescate se haga presente. El problema mayor de esta realización es el hecho de que presenta, a priori, una historia resuelta desde el título. Además, hay que acordar que Hartnett es un intérprete limitado que no logra la altura dramática para sostener tanto su presencia enfrente de la cámara. En los instantes en que juega sus escenas con Sorvino, se percibe algo de realismo, pero una vez que LeMarque sale de su círculo de protección y vuelve a quedar solo, percibimos que no alcanza su intensidad para avanzar con decisión en la historia. La realización técnica es correcta y la estructura del film se asemeja más a un documental, o un programa televisivo, que a una realización cinematográfica. "Bajo Cero: milagro en la montaña" es una cinta que busca impactar a través de sus escenarios, presentando un caso real como soporte de un relato lineal sin demasiada sorpresa. Si lo tuyo es la búsqueda de historias inspiradoras, tal vez pueda tener una oportunidad en tu decisión.
Bajo cero: un relato sin dirección ni tensión Un ex jugador de hockey con problemas de adicciones hace snowboard en una montaña, se pierde y lucha por sobrevivir en un ambiente y clima inhóspitos. Con elementos similares se han hecho grandes películas, pero no es el caso de Bajo cero, un caso cabal de relato sin dirección, cohesión ni tensión. No hay nada que resolver más que llegar a un final obvio, y la molicie narrativa se ve agravada por numerosos flashbacks toscos y persistentes. Mira Sorvino y Josh Hartnett han conocido mejores momentos en sus carreras: aquí, con once años de diferencia, hacen de madre e hijo y la verosimilitud se ve bastante averiada. Al final hay un cierre de telefilm con moraleja.
Persevera y sobrevivirás Aunque el título adelante demasiado, la película con Josh Hartnett tensiona y es siempre creíble. Las películas por las que uno recuerda a Josh Hartnett suelen ser de elencos multitudinarios: Pearl Harbor, La caída del Halcón negro, Sin City, sin mucho lugar para sobresalir. No es que el intérprete de La dalia negra tenga mucho como para llamar la atención, pero difícilmente le hayan dado la posibilidad de un protagónico tan absoluto como el que tiene ahora en Bajo cero: Milagro en la montaña. Es que casi desde que sube a la montaña del título, la cámara del a veces intrépido Scott Waugh (Need for Speed: La película) prácticamente no lo abandona. Al que sí abandonan a su suerte es a Eric LeMarque, un joven que por 2004 tras una fuerte tormenta de nieve, quedó allí, en lo alto, sin comunicación y prácticamente a la buena de Dios. Ni la infancia ni la adolescencia de Eric habían resultado fácil, con un padre exigente y una madre comprensiva, pero con la que no termina de congeniar o sincerarse. Del deportista de élite que pudo llegar a ser a un accidente traumático, Eric no las tiene todas consigo esa tarde que decide ir a esquiar en solitario. A la templanza del personaje -la película se basa en una historia verídica-, del tipo persevera y triunfarás se le oponen las condiciones climáticas, la soledad, el ataque de animales, el frío, caer en agua congelada, lastimaduras varias y seguramente algún otro dolor que el rostro de Hartnett sabe transmitir. Como su madre, Mira Sorvino -hace 21 años ganadora de un Oscar por Poderosa Afrodita- le da un toque distinto a su carrera, haciendo precisamente de mamá de alguien que podría ser tranquilamente su hermano. El tiempo no corre sólo para los actores, claro está, y Sorvino apela a su talento para que cada vez que Susan tenga que penar, le creamos en serio. Como a la película.
Las películas de supervivencia en condiciones muy adversas y basadas en casos reales constituyen un subgénero, sobre todo en Hollywood. En esa línea se ubica este nuevo film del director de Acto de valor y Need for Speed que recupera la historia de Eric LeMarque, un ex jugador de hockey sobre hielo y fanático del snowboard que en 2004 quedó varado durante más de una semana en una montaña y en medio de una fuerte tormenta. Eric (Josh Hartnett) es un muchacho de pasado traumático, familia disfuncional y presente complicado (adicto a las drogas y con un proceso judicial en camino por un accidente automovilístico). Su “evasión” del mundo real es la velocidad, la adrenalina, el vértigo y, por eso, irse a la alta montaña para lanzarse con su tabla es una obsesión y una necesidad. Pese a la inminencia de un temporal, Eric no sólo sube sino que además sale de las pistas para internarse en la inmensidad blanca (lo primero que le ocurrirá será toparse con una manada de lobos salvajes). Si esta parte de la película no es demasiado ocurrente (hay varias escenas filmadas con cámaras GoPro y editadas como si fuera un comercial sobre deportes extremos), mucho peor resultan los flashbacks que muestran la dura infancia y adolescencia del protagonista, sobre todo la conflictiva relación con su abusivo padre (Jason Cottle) y su madre Susan (Mira Sorvino, otrora una actriz de relieve hoy relegada a este tipo de papeles mediocres en películas ídem). Todo en el film es torpe y subrayado hasta lo irritante: los conflictos, las contradicciones, el (ab)uso de la música épica, la bajada de línea "inspiradora". Piensen en el James Franco de 127 horas, pero sin el más mínimo vuelo visual ni la intensidad de Danny Boyle. Cine de fórmula, de concepto, de marketing, pero sin ingenio ni capacidad de sorpresa. Una película de supervivencia... para el espectador.
EL HOMBRE DEL MILAGRO Las producciones que se basan en historias reales deben tener un mayor cuidado en el desarrollo de la trama ya que al conocerse el nudo y el desenlace de la misma, el trayecto para narrar lo sucedido debe ser lo sustancioso, lo potente. Un claro ejemplo de ello es Titanic, de James Cameron, en la cual todos sabíamos que el barco se hundía pero la potencia de la historia de Rose y Jack hizo que el film pasara a la historia a pesar de que todos sabíamos la base de la trama. Intentando reflejar un nuevo acontecimiento real, Bajo cero: milagro en la montaña se basa en un talentoso y rebelde jugador de hockey sobre hielo que en busca de adrenalina se dedica al snowboarding. Una tarde se pierde en una masiva tormenta de invierno en High Sierras, siendo empujado hasta los límites de su propia resistencia mientras hace todo lo posible por sobrevivir. El film se desarrolla presentando –a la par de lo sucedido en la montaña- flashbacks que exploran diferentes momentos de su vida que quizás fueron trascendentes para alcanzar ese comportamiento rebelde. Estos instantes están bien logrados y no resultan extraños, ya que están bien insertados en la trama como recuerdos del personaje que lo motivan a continuar con esta travesía. Toda la cuestión de la resistencia ante la dificultad se encuentra bien representada y magistralmente filmada, con brillantes planos y una excelente fotografía. A esto se suma la correcta labor del protagonista, Josh Hartnett, que hace creíble su personaje y una Mira Sorvino demasiado “sensible” pero que aporta cierta emoción al relato. A pesar de su buena factura, la película no pasa de la media por ser ya una temática demasiado trillada en el cine. Existen un montón de películas sobre personas que han superado accidentes y como ello transformó su vida. Y Bajo cero: milagro en la montaña termina siendo una más dentro de este conjunto. De todas maneras, Bajo cero: milagro en la montaña es una correcta producción que no pasará a la historia ni hará que el espectador salga exultante de la sala, pero que entretiene y hace pasar un momento ameno conociendo la travesía del “hombre del milagro”, como le pusieron los rescatistas al sobreviviente.
El protagonista (Hartnett, “La dalia negra”; “Pearl Harbor”) se queda varado mientras hace snowboard y debe soportar ocho días bajo un clima inhóspito por la bajas temperaturas en medio de la nada. Deberá resolver varias situaciones de su vida y esto en parte le sirve como si fuera una especie de retiro espiritual donde intentará buscarse a sí mismo. Una vez ese hombre se ve inferior ante la naturaleza. Este es el viaje de un solitario que tiene que sobrellevar la abstinencia de drogas, la deshidratación, el hambre y el acecho de los lobos entre otras situaciones. Se encuentra lleno de dolor, se lo ve angustiado, bajo un paisaje congelado, donde la nostalgia lo acompaña al igual que los sueños. Para conocer un poco más a este personaje se utilizan bien las escenas que se muestran a través del flashbacks a través del cual vemos un pasado bastante traumático y sus luchas internas. Gran parte de su narración la complementa la muy buena fotografía de Michael Svitak (“Iron Man 2”, “Kong: la isla calavera”) en esa paisaje en Sierra Nevada, formada por una imponente cadena montañosa (California), resulta impactante con tomas muy buenas. A la película le falta acción y mas ritmo. El actor y productor de cine estadounidense Josh Hartnett no resulta del todo convincente; aunque se da el lujo de contar con la presencia de la actriz estadounidense Mira Sorvino (“El poder de la cruz”) que interpreta a la madre del protagonista. Como se encuentra basada en una historia verídica, al final los espectadores podrán conocer al verdadero LeMarque y hay un resumen de sus actividades post-montaña.