El eco de un genero musical con identidad, alegría y baile. Crítica de “Cumbia que te vas de ronda” Florencia Fico El documental “Cumbia que te vas de ronda” ofrece un road movie sobre la adaptación de la melodía tropical en distintos países. La recepción de ese sonido como una esencia que habita el pueblo universal “la música” donde el imaginario colectivo puede situarse en cualquier persona, lugar, época, motivo o manera. Por. Florencia Fico. El argumento de la cinta tiene como lugar de inicio Buenos Aires. El registro exploratorio Cumbia que te vas de ronda traslada de tour a diversos continentes con el el objetivo de hallar los inicios, la actualidad y el futuro del género que engancha a todas las sociedades. El director Pablo Coronel elabora una road movie que atraviesa océanos, países y localidades con la intensión de saber ¿Qué es la cumbia?. La hoja de ruta de Coronel tiene una cronología contextualizada para primero entender dónde nace y cómo el género; a través de voces autorizadas. Como por ejemplo : músicos, bandas, managers, Djs, investigadores, directores de orquesta, profesores, bailarinas, coreógrafas, pioneros y referentes. Asimismo va a fiestas populares o barriales, festivales y conciertos donde se da el género musical. Segundo acto el recorrido de su averiguación es traspasar fronteras, continentales y dar un panorama global y se mueve a 10 países: Colombia, Perú, Portugal, España, Japón, Camboya, Vietnam, Chile, Filipinas y México. Y el tercer acto, se trata de un movimiento es experimental, Coronel tiene como objetivo hacer una fusión de las versiones provenientes de esos espacios y juntarlos con su banda que posee tanto cineastas como músicos. El guión de Pablo Coronel y Analía Bogado implementa el narrador omnisciente en la voz en off de Pablo quien genera una preguntas, comentarios y reflexiones que sirve de nexo o hilo conductor de la estructura fílmica. El documental se apoya en los testimonios, explicaciones y leyendas de los personajes que intervienen. Da veracidad, humanidad, memoria emotiva y recupera las voces de los pueblos con sus saberes y su entusiasmo por la cumbia. También juega un rol importante la mirada y efecto a los espectadores del género en esos lugares donde se instala un estilo musical que no le es típico. Las letras de las composiciones en subtitulado dan diversidad al temario que posee cada nación. La fotografía estuvo en manos de todo el equipo de rodaje: Pablo Coronel, Natalia Trzcina, Analía Bogado, Diego Bastos Cunha, Víctor Ferreira, Rodrigo Pereira, Leonor Guerra, Carlos Peredo Díaz, Patrick Esteves, Joao Jerónimo, Alma Takver, Helena Goncalves y Patricio Bicho. Esta pluralidad de formas de grabar dio grandes escenas con panorámicas de los distintos países. Capturó a la gente en sus miles de reacciones: risas, aplausos, curiosidad, bailes improvisados o con técnica, las caras de asombro, la sensación de libertad que causa, la energía contagiosa, el romance, la unión, la diversión, el recuerdo familiar, la juventud, la infancia, el poder de inclusión, la comunión de etnias, el llanto, la instrumentación nativa de algunos países, las orquestas, los bares, karaokes, las vestimentas autóctonas o costumbres de las regiones. El espíritu que comentan en el documental: “Un tono cálido amasado de gritos y sol, una estrofa negra, borracha de gaitas vagabundas y golpes dementes de tambor. Estas son las gaitas, las marcas y los guaynes del indio primitivo habitante de nuestras costas. Éste es el tambor que el negro trajo de África. Estos musicales los instrumentos fueron amalgamándose hasta transformarse en una superficie musical de fisonomía propia: la cumbia”. Además sus condiciones de vida algunos con necesidades económicas, barrios marginados, otros con más desarrollo financiero como Europa o en Japón. Donde las tecnologías se ven más establecidas y los intérpretes tienen mas posibilidades de hacer música original. Se exhiben fiestas de casamiento donde el género se hace presente y las discotecas. La músicalización de Olmo Marín obtiene de espacios con menos recursos formas de reinventar el género a través de instrumentos. Ya sea con: guitarra eléctrica, clarinetes, cornetas, saxo, flauta, maracas, tambores, distorsionadores de sonido, armónica, acordeón, gaita, bong, xilófonos un universo novedoso de armonías, ritmos, tonalidades, sinfonías, intervenciones y arreglos maravillosos y encantadores. O bien con la mezcla de géneros ya sea cumbia con toques de huayno peruano o como la banda Tomo como Rey que combina con ska, rock y pop. En contrapunto de los sectores con más poder adquisitivo las alternativas son con bases más electrónicas, cortinillas, trompetas, keytar, sitetizadores, teclados y las consolas de los Djs locales. Las los tópicos de las letras hablan del amor, mensajes políticos, invitación a festejar, contra los perjuicios, la pobreza y los sentimientos de los pueblos. En el filme conversaron conjuntos musicales y artistas íconos de la cumbia como: Totó la Momposina y Juan Sebastián Ochoa (Colombia); Coco Barcala y Agua sucia y los mareados (Argentina); Los Mirlos y Los orientales de Paramonga (Perú); Celso Piña (México); Rosa Mimosa y sus mariposas (Portugal) y Shogo Komiyama (Japón). Luego su ópera prima “Cumbia La Reina” que tuvo como foco indagar la melodía tropical en Artentina. El director Pablo Coronel continúa plasmando el escenario sonoro por senderos: inéditos, sorprendentes, ancestrales, innovadores, audaces, brinda intercambios culturales y lecturas muy atractivas, bailables, alegres y libres. Puntaje:80 Dirección Guion Música Arte Fotografía Luego su ópera prima "Cumbia La Reina" que tuvo como foco indagar la melodía tropical en Artentina. El director Pablo Coronel continúa plasmando el escenario sonoro por senderos: inéditos, sorprendentes, ancestrales, innovadores, audaces, brinda intercambios culturales y lecturas muy atractivas, bailables, alegres y libres.
Sentido documental que bucea en la cumbia, sus orígenes y permanencia, para trazar un mapa mundial de un fenómeno que trasciende fronteras. Alegría y reflexiones para un relato simple que se potencia por las ideas que vierten cada uno de los entrevistados y testimonios que a lo largo de años y por todo el mundo su director recabó. Para ver con el volumen bien alto.
Una propuesta innovadora y diferente llega a la pantalla de www.cine.ar/play dentro de los estrenos de este jueves. El documental “CUMBIA QUE TE VAS DE RONDA” iniciará un viaje alrededor del mundo en la ciudad de Porto, Portugal con una banda portuguesa de cumbia donde justamente Pablo, músico argentino y bandoneonista de la banda –“Rosa mimosa y las mariposas”- inicia un largo viaje a partir de la presentación ante 30 mil personas en el Boom Festival. Viaje que justamente se dispara con una pregunta inicial: “Qué es la cumbia?” y esto permitirá iniciar una búsqueda que va derivando en nuevas experiencias a partir de lo que significa este ritmo para una gran cantidad de entrevistados. De esta forma Pablo Coronel pasará de músico, a registrar con la cámara todos los acontecimientos y convertirse en director de este proyecto frente a su banda, construyendo junto a Analía Bogado, quien ha co-escrito el guion, una invitación a ver qué es lo que ocurre con este ritmo más allá de los países de América Latina donde se supone, más que nada en Colombia, donde forma parte de un contraste de culturas y al que todo el mundo llama el “arte colombiano de la costa atlántica”. Así, de acuerdo con los testimonios de diversos entrevistados, la cumbia significará tanto esa sensación de ritmo que penetra en el cuerpo, será sinónimo de baile y alegría, símbolo de toda una identidad, la reminiscencia de la memoria y la expresión de una historia ancestral, que transmite esa libertad de la que todos disfrutan bailándola, escuchándola, sintiéndola. Chile, Colombia, México, Perú, Brasil y Bolivia entre otros países americanos cuentan con importantes representantes y bandas emblemáticas que van desde lo más vanguardista como el caso de la cumbia ska (que se autodefine como rock pop) hasta lo más tradicional como una representante tan legendaria como la orquesta Roxy. En este abanico tan heterodoxo, encontraremos figuras como Celso Piña, Totó la Momposina, la ya mencionada Rosa Mimosa y las Mariposas y el icónico Coco Barcala. Pero justamente una de las hipótesis que maneja el documental, que Pablo Coronel logrará comprobar a través de las imágenes, es que el ritmo supera absolutamente cualquier frontera, y después de haber visitado a los referentes de la cumbia colombiana, -y filmar cómo esa misma cumbia logra meterse en vivo dentro de un festival de música electrónica- se interna en un viaje alrededor del mundo donde el ritmo logra penetrar en los países menos pensados. El ritmo se propaga y puede aparecer tanto en un recital como en una fiesta familiar, en un intercambio cultural o en una reunión en el barrio, explota en eventos que manejan grandes presupuestos y en el mismo pueblo que lo baila en las calles. Con enorme curiosidad la cámara registra cómo este género ha logrado penetrar en la comunidad japonesa (y registra una banda local de cumbia en Tokio / Caribbean Dandy) así como en Filipinas compite mano a mano con el minyo, su música folclórica logrando el mismo poder de atracción, o en Vietnam donde escuchan cumbia por primera vez (experimento que el director repite en Camboya) y todo esto evidencia que esa música, para ellos tan distante y exótica, logra instalarse con facilidad en sus cuerpos que se dejan llevar rápidamente por esta cadencia y comienzan a enamorarse del ritmo. Rompiendo con cualquier frontera geográfica o cualquier historia cultural, atravesando diferentes lenguas y contrastando culturas milenarias con la actual tecnología imperante en Oriente, el viaje continúa registrando las imágenes alrededor de todo el mundo, sobre la fusión de estas experiencias musicales con las costumbres propias de cada uno de los países que el grupo va visitando, que se ven tentados con el ritmo y rápidamente aparece esa instintiva reacción de seguirlo con los pies. “CUMBIA QUE TE VAS DE RONDA” crece con los testimonios y los clips musicales que claramente son su mayor virtud y presenta, como problema que se repite en algunos registros documentales, el abuso de la voz en off que no gana ningún significado narrativo sino que, por el contrario suele subrayar y repetir lo que estamos viendo en imágenes. Una voz en off que si bien explica las diversas instancias de esta experiencia, debiese haber confiado más profundamente en la potencia de las imágenes, de las canciones y del propio ritmo para dejar fluir sin necesidad alguna de explicación de lo que por sí se comprende perfectamente con la fuerza de lo que sucede en cada territorio, apenas comienzan a sonar los primeros acordes. POR QUE SI: «Propuesta innovadora y diferente»
Sobre la costa portuguesa se levanta un majestuoso escenario con el océano Atlántico de fondo. Se trata del epicentro de un festival de música donde desfilan bandas de diferentes estilos y procedencias, incluyendo una cuyos sonidos resultarán indudablemente familiares para un oído latinoamericano. Allí, en pleno corazón de Europa, a miles de kilómetros de nuestro continente, hay una banda que toca cumbia. Y un público que baila. Uno de los integrantes de ese grupo es el también realizador Pablo Ignacio Coronel, el mismo que se propuso indagar en la movida tropical nacional en el documental Cumbia la reina (2015). Es un hombre que pasó de probar suerte en Europa a recorrer gran parte del mundo con la banda. Durante ese tiempo observó que en cualquier lugar, hasta en países con una cultura alejada de los parámetros occidentales como Japón, la cumbia se baila con la familiaridad de lo autóctono. “¿Qué tiene la cumbia para provocar esta energía contagiosa, pacífica y alegre?”, pregunta la voz en off del realizador que guía el cauce narrativo de Cumbia que te vas de ronda. Para encontrar una respuesta arma un equipo técnico integrado por músicos con el que inicia un viaje hacia los orígenes de uno de los ritmos indisociables de la cultura latina. Que Coronel y su equipo sean músicos explica los méritos y errores de este documental. Por un lado, es evidente que el motor principal del proyecto es la pasión y, por lo tanto, hay una vocación genuina por llevar adelante la investigación, por indagar en los pliegues de la historia, por conocer los secretos de un fenómeno de masas. Para eso cuenta con testimonios de grandes referentes de Colombia, México, Bolivia y la Argentina, con quienes Coronel y compañía aprovechan para ensayar unos compases. Pero es por esa pasión que Cumbia que te vas de ronda se vuelve por momentos caótica y derivativa, más centrada en el disfrute personal de sus responsables que en la articulación de un relato sólido. No le hubiera venido un poco más de orden, un pulido narrativo que permitiera sacar mejor provecho del material de archivo y periodístico. De todas maneras, y aun con esos reparos, Cumbia que te vas de ronda no deja ser una más que interesante aproximación a una movida menospreciada por aquellos sectores intelectuales que piensan que popular es una mala palabra.
Viaje antropológico Los viajes ponen en evidencia un choque de culturas que involucra a ambas partes. Cumbia que te vas de ronda (2020). La cumbia es parte del patrimonio musical de América Latina, abarcando sus orígenes y sus mezclas. Este género (que involucra costumbres y vivencias) se caracteriza por una gran pregnancia que tiene por característica la unificación popular. Todos bailan. Se trata de una road movie documental que dirige Pablo Coronel y co-escrita con Analía Bogado. Una banda de cumbia se embarca en un viaje donde su principal objetivo es compartir el espíritu de la cumbia. Llegando a varios donde la cumbia es algo completamente ajeno. El enfoque del documental es sumamente interesante, provocando en el espectador empatía, una relación de aproximación a la cumbia. Con lo cual, genera u disfrute, que acompañados por los lugares y las culturas, enriquece al documental. Mediante las entrevistas y los planos de las ciudades, rápidamente nos situamos en un punto de comprensión de las culturas que la mayoría de las veces son absorbidas por la globalización. A su vez la película nos muestra el impacto del género en diferentes lugares del mundo tanto con espectadores como con músicos. Somos parte de hechos únicos. Las miradas y las reacciones reales de personas que descubren una cultura ajena nos deja expectantes, puesto que la película se toma su tiempo para mostrar las diferentes culturas que visita. A si mismo se pone en juego el valor de la cumbia como género y como cultura, siendo algo que se puede compartir más allá de las diferentes idiosincrasias. "El documental es sumamente entretenido, y aunque en cierto punto evidencia una globalización y un choque de saberes que muchas veces absorbe culturas, sabe respetar y compartir los valores de diferentes civilizaciones existentes a lo largo del mundo. El valor del documental radica en lo maravilloso que pueden ser lo diferente y un llamado de atención a estar abiertos a conocer nuevos matices que conforman la actualidad, lo cual, puede no sólo entretenernos, sino enseñarnos."
Cumbia que te vas de ronda es un trabajo que se autodenomina colaborativo, recogiendo experiencias, perspectivas y sueños entorno a la cumbia. Como no hay profetas en su propia tierra, Pablo nuestro relator en voz off, comienza a reflexionar sobre la cumbia en una gira por Europa. La veta documental estalla al ver un público bailando con extrañeza y en solitario siguiendo al tambor. El espacio indicado para contrastar con la postal populosa y festiva que tenemos todos por recuerdo. Energía contagiosa, pacífica y alegre dice Pablo. Más bien ritmo nativo y terruño, desde que el hombre hace música su pulso marca el ritmo al compas del tambor. ¿Qué es la cumbia, que puede volver a crecer del otro lado del Atlántico? América Latina, mixtura de terruños y viajantes, la cumbia parece un género alegre porque no discrimina, se baila como se siente, contagiosa porque el reencuentro con lo simple es algo que del otro lado del Atlántico se debe haber olvidado. La propuesta no escatima en indagar, se va a la calle, habla con los transeúntes como también con los intérpretes y los especialistas. Particulares y apasionados, como Coco Bartala, autentico ciudadano argentino. Taxista y apasionado de la cumbia, un melómano que nos conduce por los orígenes del género mientras maneja su auto por las calles porteñas. De allí la cumbia consolida su génesis en el canto del pueblo trabajador, goce y cadencia, mezcla ancestral nacida de un amor. Una trenza de culturas que mezcla a los indígenas, los mestizos y los negros en una candente fusión. Origen cargado de mitos, como toda manifestación popular es espiritual. Lo inasible se hace presente y juguetea con los relatos, la película no se asfixia, gran trabajo de edición y guion. Resulta atractiva, de buen ritmo y sumamente clara, extremadamente benévola con el espectador. La cumbia plástica, permeable a los nuevos géneros no se cristaliza en un canon acartonado. La mixtura de estilos permite la permanencia, inyecta vitamina, parece indicar Justino Rodríguez Durán quien produce estos híbridos contemporáneos en Bolivia. Toda la región Andina arroja cautivantes postales y relatos, desde Los Orientales directo a Oriente al encuentro del productor musical Shogo Komiyama. ¿Quién diría que Los Palmeras hacen gozar a todo el planeta? CUMBIA QUE TE VAS DE RONDA Cumbia que te vas de ronda. Argentina/Bolivia/México/Portugal, 2020. Dirección: Pablo Coronel. Guion: Analía Bogado y Pablo Coronel. Con las participaciones de Pablo Ignacio Coronel, Analía Bogado, Natalia Trzcina, Luciano Huarte, Totó la Momposina, Sebastián Ochoa, Coco Barcala, Sonido Martines, Carola Reyes García, Osvaldo Torres y Shogo Komiyama. Música: Olmo Marín. Duración: 87 minutos.
Colorido, luminoso, vital como su afiche y trailer es Cumbia que te vas de ronda, documental que Pablo Ignacio Coronel escribió con Analía Bogado y dirigió solo, pero que enseguida declara su naturaleza «colaborativa». La precisión es justa: la riqueza de la película radica en la diversidad de compositores, intérpretes, bailarines, managers, estudiosos, seguidores, neófitos que participan de entrevistas, recitales, fiestas, karaokes, apariciones televisivas. Además de realizador, editor y cameraman, Coronel es músico así como otros integrantes del equipo de rodaje. Vale mencionar este dato antes de señalar el uso de la primera persona del singular en tanto voz cantante de este proyecto a la vez cinematográfico, musical y si se quiere académico. De hecho, el propósito central del film es probar que la cumbia es un género –no menor como suele decirse– sino popular en el sentido positivo del término, es decir, con una capacidad de convocatoria que desconoce límites geográficos, idiomáticos, culturales, y que se reinventa con el tiempo. Además de este largometraje, Coronel dirige la pequeña banda que conforma con algunos compañeros de filmación y la investigación que lo lleva a rastrear melodías, letras y coreografías cumbieras por el mundo. Con perdón del lugar común, se trata de un hombre orquesta que desarrolla su tesis con todos los recursos posibles: teoría, entrevistas, registros de ensayos y espectáculos. La ronda mencionada en el título adelanta la combinación de documental y road movie. Las escalas en Japón, Vietnam, Camboya, Filipinas conforman una gema; aquéllas en México, Chile, Colombia, Perú, Bolivia, Brasil, Argentina proyectan de manera amorosa, poética, acompasada la identidad latinoamericana. «Así lo soñó Bolívar» entona el vocalista de la banda Agua Sucia y Los Mareados en Cumbia cumbiamberos. La fotografía del mismo Coronel resulta tan estimulante como la banda sonora conformada por una treintena de canciones. Y los intentos de definición por parte de los legos en la materia (por ejemplo la expresión «Fuego en el corazón» en boca de una joven nipona) deslumbran todavía más que las consideraciones de los especialistas («alegría empaquetada musicalmente» sostiene el documentalista colombiano Ebiru Ojaba). Tarde o temprano, el público filmado marca «el ritmo con el pie» en palabras de otro entrevistado. La constatación aplica para los espectadores del largometraje, aún para quienes preferimos otros géneros musicales. Cumbia… es una coproducción entre Argentina, Bolivia, México, España y Portugal. Este dato también revela la naturaleza colaborativa de esta obra que, según consta en la introducción, es «de todxs y para todxs».
Después de debutar en la dirección con el documental Cumbia La Reina , dedicado al fenómeno del género tropical en la Argentina, Pablo Ignacio Coronel vuelve sobre el tema con un enfoque internacional: ahora la historia involucra el sueño de un viaje a Oriente, donde este tipo de música de gran popularidad entre personas de diferentes edades y clases sociales también tiene sus amantes, entusiastas como pocos. El relato arranca en Europa, más precisamente en Portugal, donde vive el realizador y también hay un evidente interés por un estilo que apunta básicamente a promover la diversión y el baile, e incluye escalas en Chile, Bolivia, Colombia, Perú y Brasil. ¿Es posible que la cumbia tiente en Japón, Vietnam, Filipinas y Camboya como lo hace en América Latina? Aunque parezca extraño, la respuesta es sí. Su encanto, su flexibilidad para adaptarse a diferentes contextos y fusionarse con otros ritmos y sobre todo su invitación a celebrar capturan rápido, igual que los testimonios que recoge la película de artistas reconocidos como Totó la Momposina (Colombia), Los Mirlos (Perú), Celso Piña (México) y Coco Barcala (Argentina), muy elocuentes en sus definiciones. Más que analizarla desde un punto de vista técnico, el film -que había sido seleccionado para la edición del Bafici que la cuarentena obligó a suspender- propone una mirada que la entiende como un fenómeno social cada vez más expandido.
EMBAJADORES DEL RITMO Hasta hoy, cuesta sacarse cierto prejuicio a la hora de conocer algo, llamémosle nuevos platos, películas y géneros musicales. Seguramente nos ha tocado toparnos con aquella persona que está orgullosa de que no le guste la cumbia, simplificándola en una sola corriente y abarcando a todo el género. Siendo su crítica más fundada en dónde proviene el ritmo, emparentando con la delincuencia y los barrios carenciados, más que cuestionar su letra y música. Dicho prejuicio ha ido desapareciendo, cualquier fiesta no puede omitir de pasar sus temas, invitarte a bailar o, mínimo, mover el pie y alentar con las palmas. Un sonido que viaja por toda Latinoamérica y el mundo, como vemos en Cumbia que te vas de ronda, documental realizado por los propios músicos que inician un viaje para contestar “¿qué es la cumbia?”. Ese aprendizaje se da en un principio conociendo los diversos orígenes del género, “el enamoramiento de una cultura hacia la otra”. Sonidos e instrumentos del Africa (percusión), convergiendo con el sonido de los indígenas (vientos), siendo su capital en Colombia, siempre en búsqueda de fusiones; Lucho Bermúdez y su orquesta, en los 50’s; guitarras eléctricas y sonidos amazónicos, provenientes del Perú, en los 60’s y 70’s con Los Mirlos; llegando a la actualidad donde la misma se conjuga con el reggaeton, ska, rock y música electrónica. Siendo una marca tan característica de nuestro continente, los músicos se preguntan si la cumbia puede cruzar el océano y causar el mismo efecto. Para sorpresa mía, es increíble el efecto que ha tenido en Japón. Gestándose en los últimos años, gracias a dj’s, teniendo sus propios bares y conjuntos de cumbia, interpretados por propios japoneses como Regalo Rojo. Además de visitar países como Filipinas, Vietnam, Camboya, que nunca la han escuchado, viendo sus primeras reacciones de un ritmo tan lejano para ellos, pero que surge el mismo efecto. “Me siento libre, es como un fuego”, comenta uno de los impresionados. ¿Qué es la cumbia? El músico Bill Evans se preguntó “¿qué es el jazz?”, llegando a la conclusión de que no necesita tanto análisis y se responde disfrutando entre tema y tema. No es el qué, sino el cómo. Podemos abarcarlo a todos los géneros. Pablo Coronel y equipo nos permiten salir e invitarnos a un sonido que habita en cada uno, de “celebrar la vida por la vida misma”. Cumbia que te vas de ronda puede tener sus desperfectos, como ocurre en todo viaje, pero a fin de cuentas ¿quién nos quita lo bailado?
Matices de una pasión. La cumbia traspasa fronteras, idiosincrasias, despertando diferentes pulsiones según la persona o grupo que la escuche. Su estilo es contagioso, inocente e irresistible. Quizás el secreto del fenómeno se aloje en sus letras, la expresión popular de un continente y a través de ello sentir que algo nos conecta, más de lo que nos divide. Cumbia que te vas de ronda (2020), es una road movie musical que sigue a Pablo Coronel y a un grupo de cineastas- músicos que viajan trazando los senderos de la cumbia como fenómeno musical. Con Buenos Aires como punto de partida, el documental recorre rincones de América Latina, donde la cumbia nació y creció. Pioneros y referentes -desde Totó la Momposina, pasando por Los Mirlos, Celso Piña, La Charanga del Caribe, entre otros- dan su testimonio, compartiendo sus conocimientos y su pasión por la cumbia. Una película filmada en más de 10 países: Argentina, Chile, Bolivia, Colombia, Perú, Brasil, Portugal, Japón, Vietnam, Filipinas, Camboya. Con entrevistas a músicos y a la gente que intenta poner en palabras eso que se siente y su relación con la música. En Europa, en un festival de música electrónica, desde el escenario se observa como la cumbia hace bailar a todos, única banda de cumbia en Portugal, en donde Pablo toca el bandoneón. Él ama la música desde pequeño, pero su interés por el género se despertó cuando ya formaba parte de su vida. Lo acompañamos en un recorrido por el mundo. El relato es en off y en primera persona. Acompañan, además de la música, paisajes muy bellos. Conocemos la historia del género. El equipo viaja a dedo y asiste a fiestas populares donde la gente pone el cuerpo y espíritu al baile. Así van encontrando respuestas diversas y comprobando que este ritmo no puede faltar ni en fiestas barriales ni en casamientos de gran presupuesto. El largometraje va tras esa pasión universal que no necesita hablar los idiomas, la comunicación fluye a través de la música. Queda en evidencia que más allá de gustos y costumbres, siempre algo nos une, en este caso no se trata de algo sutil, sino de la cumbia con su ritmo liberador. Que también está en pleno proceso de cambio, debido a esa fusión de culturas y público, nos sentiremos identificados con el documental de Pablo Coronel y banda. Nos invita a reflexionar y abrir nuestra mente hacia nuevos paradigmas; si no es por nosotros entonces por nuestros hijos o nietos. Para disfrutar de los cambios es conveniente unirse y abandonar las resistencias mentales o rechazo hacia lo diferente. El fenómeno se instaló.
Un nuevo estreno llega a las pantallas de Cine.Ar TV y Play, esta vez un documental dirigido por Pablo Ignacio Coronel que estudia el fenómeno de la cumbia y se propone llevarlo por el mundo. El nuevo documental dirigido por Pablo Ignacio Coronel, con guion de Analía Bogado, “una road movie musical” como la definen, comienza con la idea de mover la cumbia a través del mundo y primero se va a Europa. La voz en off de su director nos narra, a lo largo de diferentes momentos de la película, lo que van haciendo a medida que reflexiona sobre el tema que pretende estudiar: el fenómeno de la cumbia. Lo que parece mover a su protagonista es el hecho de que un género musical considerado menor sea capaz de movilizar a tanta gente. Esas primeras imágenes en un festival de música en Portugal nos confirmarían que sí, que la cumbia funciona por sí sola en cualquier lugar con mucha gente, que ésta, inevitablemente, comenzará a moverse con sus acordes. ¿Qué es la cumbia que provoca esta energía pacífica y alegre?, se pregunta. Y así se mueve entre diferentes testimonios de América Latina para explorar sus orígenes inciertos, con aportes valiosos de bandas como Los Mirlos. Algunos afirman que nació en Colombia, alguna dice que en México. Cuando el film se mueve por lugares donde la cumbia es un estilo asimilado y conocido, popular, Cumbia que te vas de ronda parece una película. Cuando viaja y se va a lugares como Japón, Camboya, Vietnam o Filipinas, parece otra. La primera parte es un poco más reflexiva. No sólo se intenta llegar a sus orígenes sino que también se piensa en el futuro. Un optimista peruano dice, por ejemplo, que este va a ser el siglo de la cumbia, aunque una cumbia alejada de su estilo clásico, con mezclas modernas. Un poco de eso también se ve a lo largo del documental, una cumbia con reggae, una cumbia con hip hop, una cumbia más electrónica. Pero cuando sus protagonistas, una banda conformada por parte del equipo técnico, llegan a Japón se estudia a la cumbia desde otro lado. ¿Será posible que los japoneses también disfruten de dejarse llevar por los sonidos de una cumbia latina? Cumbia que te vas de ronda se estanca un poco en estas partes del viaje, se torna más repetitiva. Incluso a Europa se le había dedicado menos tiempo, quizás porque allá ya está un poco más asimilada, los idiomas son los mismos o parecidos, y de repente ahora vemos que hay lugares donde la presencia de la cumbia parece desentonar y no tener nada que ver con esta gente. Como podemos imaginar, la película lo va a desmentir, nos van a mostrar a gente bailando y sonriendo, porque ahí está el espíritu de la cumbia. A nivel narrativo, donde falla principalmente es en la presencia de la voz en off que, a veces, puede resultar reflexiva y disparar preguntas interesantes, pero en su mayoría no hace más que recalcar lo que estamos viendo, demostrando que es innecesaria. Además, en ese sentido, la película parece ser un ensayo poco profundo sobre su objeto de estudio, y parece un poco desordenado entre sus ideas. Cumbia que te vas de ronda es un documental entretenido y amable que logra transmitir lo que la cumbia genera en sus realizadores, demostrando que hay una alegría contagiosa alrededor. Pero también resulta un poco desprolijo a nivel narrativo
Este nuevo documental de Pablo Coronel, antes que nada, resulta una excepcional compendio de bandas, geografías e ideas culturales, desde Portugal hasta Filipinas, desde Bolivia hasta Japón la música que llevan estos argentinos hace bailar a todos. - Publicidad - El camino que emprende la banda, también equipo de filmación, asocia aquello de “Alguien te va cantando, cumbia que vas de ronda, canto de amor que nace del corazón,y gira por la noche tu mágica canción.” Letra de la canción de cumbia mexicana de Carmen Rivero a cuyo título alude. Si la cumbia se va de ronda lo hace con entusiasmo y vitalidad, cosa que el documental contagia desde el primer momento sin esconder su intención de diversidad o de deriva. Yendo hacia donde los pies manden allá irán en busca de la comprobación de una tesis: que todo el mundo puede disfrutar de este género musical que el mismo director había historiado en la extraordinaria Cumbia la reina vista cinco años atras en el BAFICI. Cumbia que te vas de ronda debería verse después de Cumbia la reina, si esta funciona a modo de introducción historica, la otra resulta una mirada sobre el presente y el futuro de este tipo musical. Es que, a modo de segunda parte de aquella película, acá el plan es otro: lanzar la música a la gente y ver qué pasa, registrar reacciones e improvisar mezclas y sincretismos para experimentar lo que esta música viene haciendo desde tiempos inmemoriales: girar y mezclarse, no importa si en Japón o en Camboya, si en Bogotá o Buenos Aires. La voz del propio Coronel plantea la hipótesis de la película, y será la que saque conclusiones finales cuando la película termine. En el fondo es pura fiesta. En cada lugar irán apareciendo los pioneros (Los orientales o Los mirlos), las nuevas bandas (no se pierdan lo que pasa en Japón con Miny Crusaders), los híbridos (el hip hop cumbiero en Vietnam) y las profecías entusiastas: el siglo XXI va a ser de la cumbia. Tal vez sea asi: sueño de plaza y multitud por ahora en suspenso. Cumbia que te vas de ronda también es un film de viaje que abre una ventana fresca y curiosa sobre las maravillas del mundo.
La cumbia nos lleva de Cartagena de Indias, Colombia a ¡literalmente" todo el mundo. ¿Por qué este ritmo pega tan intuitiva e instintivamente en todos los habitantes del planeta? No sé si hay respuesta a este interrogante, pero, en el camino, el viaje (y el baila) vale la pena
La película de Pablo Ignacio Coronel destierra cualquier carácter pretencioso de entrada y deja de manifiesto su espíritu colectivo. No se trata solo de un autor/director sino de un trabajo colaborativo entre los artistas y la gente de distintas partes del mundo. Es decir, una película que es de todos y todas, consagrada a la cumbia. El punto de partida es individual (una pregunta que se hace el realizador e integrante del grupo Rosa Mimosa y sus Mariposas, banda que anduvo rodando por diversos lugares, incluso más allá de Latinoamérica). Pero el desarrollo incorpora una multiplicidad de voces que testimonian algo sobre un género popular, masivo y festivo. Una voz en off guiará el viaje y se alternará con simpáticos registros de la cocina de la gira y de las participaciones escénicas. Un elemento importante es que nunca se descuidan las reacciones del público ni los rituales de la gente por los barrios. Lejos del egocentrismo de otros estilos musicales, la cuestión comunitaria cuenta y mucho. “La cumbia pone a bailar a todo el mundo” dicen por ahí y la voluntad por contagiar la pasión es evidente, sobre todo porque la música se hace escuchar en todo momento. Y es la mejor respuesta ante la pregunta inicial que dispara el documental con las imágenes de la gente en trance, poseída por el calor de un ritmo al que nadie le esquiva, aun en Portugal, Japón, y otros lugares impensables a priori. Y ahí reside la fuerza, el centro del huracán bailable, cuando las partes expositivas le ceden el paso a la pachanga. Y en efecto, lo mejor de la película se encuentra en esos intersticios por donde se cuela la pasión, donde los cuerpos de quienes bailan parecen abstraerse del mundo y entonces se confirma la tesis visualmente: la cumbia es un estilo popular, arraigado a las raíces de cada lugar, capaz de desparramarse por toda la tierra porque toca una fibra corporal imposible de explicar con palabras. Hay dos peligros que sobrevuelan en términos generales a estas propuestas. Una es la estética publicitaria; la otra, un desdén por los aspectos técnicos, como si el mensaje estuviera por encima de todo. No es el caso. Coronel es cuidadoso y cuenta con un equipo donde la fotografía, el sonido y la cámara se destacan y ennoblecen aquello por lo que se apasionan. Es un buen gesto y se corresponde con la dignidad hacia un género muchas veces menospreciado o mirado desde las alturas. Contrariamente, su realizador tiene en claro que el lugar está abajo, con la gente. Por Guillermo Colantonio @guillermocolant
Este documental que fue filmado en más de diez países tiene justamente en esta proeza su máximo interés. No hablamos del rodaje, sino del hecho de que la cumbia haya podido ser rastreada, interpretada, disfrutada o descubierta en Argentina, Bolivia, Perú, Colombia, Chile, pero también en Brasil, Portugal, Japón, Camboya, Vietnam y Filipinas. En Argentina hemos asociado a la cumbia con expresiones muy acotadas, pasando por alto gran parte de su sofisticación y variedad. Si alguien dice que le gusta la cumbia en base solo a lo que conoce de Argentina, entonces se sorprenderá con la película de manera absoluta. Lo mismo si detesta la cumbia local. El equipo de rodaje, en un idea práctica y económica, está compuesto por gente que a su vez es música. Filman e interpretan la cumbia. Para cuando la película llega a Japón, el espectador ya aprendió mucho sobre el género, pero allí se encontrará con las mayores sorpresas. Tal vez la película se vuelva muy larga y solo algunos puntos podrán atraer más allá de la música. Pero en su genuina exploración del género que ama, el director al menos se gana el derecho a decir que cumplió con lo que prometía.
No sabemos el secreto de la cumbia, pero lo que sí sabemos es que es un ritmo contagioso que transmite alegría y aleja los problemas por un rato. Las letras hablan de amor, de desigualdades sociales o reclamos políticos. Es una las expresiones culturales de América Latina que nos conecta a todos con ritmo pegadizo. Igualmente, hay quienes se jactan de “estar en contra” de esta música, simplificando el género a un solo tipo de cumbia, sin conocer el heterogéneo universo que lo compone. Aunque, si suenan sus acordes en una fiesta, no hay quién no se pare a bailar.
Cumbia que te vas de ronda nos muestra la complejidad de lo popular a partir de escuchar diferentes voces con el objetivo de dar una definición del género musical al que hace referencia. Este es el punto de partida de Pablo Coronel, director y acordeonista de Rosa mimosa y sus mariposas, la primera banda de cumbia de Portugal. País elegido para comenzar un documental que cruza los océanos recolectando imágenes, a la vez que va a la búsqueda de los orígenes ancestrales de esta música donde se exponen múltiples formas de apropiación entre la dominación y resistencia.
Cumbia sin destino Un documental sobre un tema gigante puede dispararse hacia diferentes rumbos; la empresa de hacer uno histórico sobre uno de los ritmos más populares de Latinoamérica puede ser abrumadora e inabarcable. El concepto de recorte es fundamental, y no muchas veces opera en aquellos que se aventuran hacia las aguas del documental definitivo sobre un tema. Cumbia que te vas de ronda es una película arriesgada que ambiciona tocar todos los puntos donde alguna vez sonó el ritmo de la cumbia. Sin intentar ser rigurosa en el espesor de los personajes entrevistados, se enmaraña al ubicarlos en un mismo nivel sin distinciones, solo delimitados por las geográficas que denotan una marca propia. El director es el músico Pablo Coronel, cuya banda de cumbia aparece en pantalla y que es protagonista del mejor tramo del documental, al principio, cuando vemos una actuación en Portugal ante un público extraño para el ritmo. En el transcurso de este viaje por el mundo podremos observar que la música -más allá de la cumbia- no tiene fronteras ni recovecos exclusivos. Que Coronel sea músico explica las virtudes pero también las falencias de su intento por contar un camino posible de este estilo por el mundo. Es indudable que él y su equipo técnico (también músicos) exudan una pasión enorme por la cumbia, la misma que los lleva por largos pasajes sin un eje narrativo que aproveche mejor el enorme material de archivo recogido por varios países de Latinoamérica hasta llegar a Vietnam y Japón (donde, por supuesto hay un fenómeno con bandas y hasta discográficas dedicadas a la cumbia). No es casual que el peso de los 87 minutos de duración se sienta en el discurrir de imágenes que, además, parecen repetitivas sin un aporte que se articule con lo anterior ni con lo que sigue adelante en el relato. De hecho, la hipótesis de una globalización de la música por una corriente de acercamiento digital a la información se agota a los pocos minutos y lo que queda es un recorrido redundante. En la década del 90 algunos noticieros enviaban un corresponsal para registrar el fenómeno impensado del tango en Japón. Tres décadas más tarde ya no sorprende que en un país tan lejano se adopten costumbres que parecían ancladas a una identidad particular; el multiculturalismo llegó hace tiempo y de un documental de este corte se espera que aporte algo más que la declaración de un integrante de un grupo de cumbia japonés, o que al menos sus aseveraciones tengan un atisbo de particularidad, más allá de “la cumbia te hace libre”. No sería justo ignorar que la película tiene una dinámica que puede conmover a los que aman este estilo musical, aunque su caos narrativo puede expulsar a aquel que se acerca tímidamente con la intención de entender el fenómeno, la historia, y escuchar a muchos de los referentes entrevistados en varias partes del mundo. Un documental colorido pero dispar en sus búsquedas cinematográficas.
A bailar la cumbia Algunos documentales eligen priorizar la información a la hora de fundamentar su existencia, otros tienen su fuerte en la descripción, mientras que un tercer grupo como en el caso de Cumbia que te vas de ronda (2020) encuentra en el ritmo su razón de ser. En este caso en particular, el ritmo de la cumbia. Pablo Ignacio Coronel indaga en los orígenes de la cumbia, comenzando en Europa, más precisamente en Portugal, donde vive. La pregunta antropológica invita a cruzar el océano Atlántico y recorrer Latinoamérica para luego, cruzar el Pacifico en un introspectivo recorrido por Asia, tratando de bucear en los ritmos de la cultura ancestral para finalmente, llegar a países (Vietnam, Camboya, Filipinas) donde nunca se escuchó la festiva melodía. Lo hace con su equipo de rodaje que también, es un grupo de cumbia. Las imágenes viajan junto a los sonidos, en una interesante experiencia de intercambio cultural. El viaje, la cultura popular y el ritmo bailable se imponen en este documental que invita a disfrutar las canciones y celebrar el encuentro (de culturas, de nacionalidades, de experiencias musicales). La premisa inicial de la película “¿qué es la cumbia?” se va modificando al igual que las melodías ni bien se fusionan con las costumbres y música de cada región. Esa transformación la evidencia la película en su recorrido geográfico, que también da cuenta del movimiento, ya sea de la danza como del viaje que traza puentes. Cumbia que te vas de ronda tenía una tarea difícil que no era definir conceptualmente el ritmo carnavalesco de la cumbia, sino contagiar el encanto e inspirar el baile. Hecho que logra con creces, lo vemos en cada grupo humano que mueve sus pies y caderas al son de la música, sea del lugar del mundo que sea, interpelando incluso al propio espectador que, paradoja mediante, no podrá disfrutar de esta película sentado, por más cómodas que sean las condiciones de su hogar.
Un curioso y grato documental que dirige y protagoniza Pablo Ignacio Coronel que sigue un ritmo tan latinoamericano y curioso que se mixtura con todos los otros, y que provoca sorpresa y buen recibimiento en lugares donde nunca se lo escucho. Es que esta co-poducción de nuestro país, México, España y Portugal, permitió que se filmara en diez país, además en Bolivia, Colombia, Perú, Brasil,, Japón, Vietnam, Filipinas y Camboya. Un recorrido amable y musical, curioso y original. El recorrido de un equipo de músicos y cineastas que hurgó en los orígenes del ritmo, en la historia de su evolución, en los efectos sobre toda la gente que lo escucha y también en aquellos que hicieron de él un arte. Desde Totó la Momposina, pasando por Los Mirlos, Celso Piña, La Charanga del Caribe, entre otros- dan su testimonio, compartiendo sus conocimientos y su pasión por la cumbia. Todo el entusiasmo del equipo que viaja a dedo, toca donde puede y siempre registra con gracia lo que sucede con cada intervención. Ellos son además del director, Analía Bogado, (guionista junto al realizador) Natalia Trzcina y Luciano Huarte que también ayudaron en el registro. Un paseo regocijante y tan motivador y alegre como la cumbia misma.