EL CINE Y LA VIDA En los últimos minutos de Detrás de los anteojos blancos, documental sobre la obra de Lina Wertmuller, el crítico John Simon explica su desazón con la última etapa de la directora, ya lejos del esplendor de sus mejores títulos de los años 70 (Amor y anarquía, Mimi metalúrgico, Pascualino Sietebellezas). Simon, quien impusiera el nombre de la realizadora en los Estados Unidos, remata su testimonio de manera concluyente: “con las cuatro obras maestras que hizo ya resulta suficiente” Sin que se acepte la frase en su totalidad, Simon no está tan alejado de la verdad. La obra de Wertmuller, despareja y con puntos muy altos y bajos, pertenece a la gran historia del cine italiano debido a la novedad que impondría su figura en una profesión ocupada solo por directores (Liliana Cavani, al respecto, continuaría la prédica poco tiempo después) y a determinadas temáticas relacionadas al sur de su país (nunca demasiado contemplado en imágenes) que auscultaban de manera feroz al machismo y a los tópicos más anquilosados de la sociedad. El documental describe los inicios de la directora, su amistad con Fellini y Mastroianni, su opera prima I basilischi (1963) y la relación con el director de arte Enrico Job, su esposo y referente hasta su muerte. En ese primer segmento, el trabajo de Ruiz convoca a técnicos del cine italiano para rememorar esos años 60 en donde Wertmuller cambia la óptica de su film inicial para entrometerse en la comedia musical en dos películas con Rita Pavone como protagonista, quien también ofrece su testimonio. El quiebre se produce con Mimí Metalúrgico y de allí hasta casi el final la voz principal se reparte entre la directora y su actor referencial, Giancarlo Giannini. Sin embargo, como sucede en varios trabajos de este estilo que invocan a una obra extensa en el tiempo, y más aun, con el sujeto aun activo (Lina Wertmuller acaba de cumplir 90 años) los testimonios se acumulan y no suman demasiado interés, entre ellos, los de Rutger Hauer, Sophia Loren, Harvey Keitel y Nastajssa Kinski al referirse a Amor, muerte, tarantela y vino, Camorra y En una noche de claro de luna, otros films de la cineasta ya posteriores a su período más representativo. Queda la voz ronca de Giannini, entonces, piloteando el documental, los aportes de la misma directora, el recuerdo por el pasado que no vuelve y las anécdotas sobre ella narradas por otros. También queda su estilo desaforado y excesivo, con marca de autor, que resplandece en las imágenes de Insólito destino y en sus clásicos de los 70, con Pascualino Sietebellezas y Amor y anarquía como obras maestras. Ah, me olvidaba, también opina Martin Scorsese sobre la obra de Lina Wertmuller. No me animo a arriesgar un número pero estimo que se trata de la vigésima aparición del director como invitado adonde se lo ve aludiendo a un referente del cine o de la música en esta clase de documentales celebratorios. Inquieto como siempre, con la cinefilia en la piel, las palabras de Scorsese sobre la directora italiana tampoco se ubican entre lo más recordable del trabajo de Ruiz. Pero, obviamente, viniendo de Scorsese, todo es palabra santa…. DETRÁS DE LOS ANTEOJOS BLANCOS Dietro gli occhiali bianchi. Italia, 2015. Dirección: Valerio Ruiz. Testimonios: Giancarlo Giannini, Martin Scorsese, Sophia Loren, Harvey Keitel, Mariangela Melato, Nastajssa Kinski, Rutger Hauer, John Simon. Duración: 112 minutos.
La aventurera El documental filmado por Valerio Ruíz, pupilo y aprendiz de Lina Wertmüller, hace una retrospectiva de su carrera y entrevista a amigos, familiares, críticos y los actores fetiche de la directora italiana que pasará a la historia como la primera mujer en recibir una nominación a los premios Oscar. Detrás de los anteojos blancos (Dietro gli occhiali bianchi, 2015) no es nada original en cuanto a sus formas pero tiene valor por rescatar la figura de Wertmüller directora, guionista y cantante, que luego de asistir a Federico Fellini en la dirección de Fellini 8½ (1963), construyó una carrera con altibajos y que sigue hasta el día de hoy con sus 87 años a cuestas. Por el lente de Ruiz desfilarán los intérpretes predilectos de la directora, que encuentra en Giancarlo Giannini a su defensor y admirador más fundamentalista. La realizadora lo ha llevado a las salas de todo el mundo y este le debe, en parte, su carrera. Rita Pavone y Sophia Loren también integran la troupe que participó de la filmografía de Wertmüller. En palabras de Loren, la directora fue la primera que sacó su faceta actoral menos explorada. Ruiz es astuto y demuestra que Wertmüller logró esto con varios actores, por ejemplo con el mencionado Giannini en la cinta Mimì metallurgico ferito nell'onore (1974) y resaltó el costado erótico de Harvey Keitel en Un complicato intrigo di donne, vicoli e delitti (1985). Ruiz también hace hincapié en las dificultades que tuvo la directora en un mundo copado por los hombres y en su lucha por no quedar encasillada en un género específico. También se hace referencia a su matrimonio con Enrico Job, el gran escenógrafo y vestuarista que fue el encargado del diseño de producción en la mayoría de sus films. El director ubica a Wertmüller en los sets naturales donde filmó por ejemplo I basilischi (1963), su primera película, que muestra el sur de Italia como ningún realizador lo había hecho. La vemos en el mismo espacio que recorrió hace más de medio siglo y, a través del montaje, Ruiz intercala las secuencias de su film con la caminata de la directora. Se le podrá remarcar a Valerio Ruíz que Detrás de los anteojos blancos es un producto que podría haber sido destinado directamente a la televisión, pero el documental es una maravillosa oportunidad no solo para conocer y entender mejor a Wertmüller, sino también para ver en la gran pantalla escenas de sus films y de las locaciones naturales que han inundado su lente.
Detrás de los anteojos blancos primer largometraje de Valerio Ruiz. Lina Wertmüller es una de las pocas mujeres directoras de cine que han pasado a la historia como una profesional de renombre en una profesión integrada casi en su totalidad por hombres. Detrás de los anteojos blancos hace una recorrida por la historia, la persona y sobre todo la filmografía de este pintoresco personaje. En el año 1963, Fellini dirigía 8 y ½ y una novata pero nada tímida Lina se presentó al mundo como una torpe y carismática asistente de dirección, según su propio recuerdo. Gracias al padrinazgo del mismo Fellini y a una muy original idea, ese mismo año Lina Wertmüller logra con I basilischi su debut como directora. A partir de ahí, su carrera ascendente, su estética tan particular y la temática de clases sociales y diferencias de género que pueblan su filmografía, dieron como resultado una de las más prolíficas y elogiadas carreras cinematográficas. El documental transita desde la personal mirada de la cineasta, cada uno de los hechos que la volvieron quien es, deteniéndose prácticamente en cada una de sus películas, lo que probablemente sea el punto más bajo del film, ya que en algún punto termina pareciendo un catálogo de su producción. Su anecdotario es más que extenso y la propia capacidad de la cineasta para contar una historia hace que la más usual anécdota de rodaje sea algo hermoso de escuchar. A medida que avanza el film, empiezan a menguar las intervenciones de la propia Leni, y entonces, grandes protagonistas del mundo del cine como Scorsese, Sophia Loren y Harvey Keitel hablan tanto de lo intensa e interesante experiencia de trabajar con ella, como de la influencia que sus películas tienen en el cine actual. Sin dudas para los seguidores de Wertmüller, este documental es una joya imperdible, pero también es muy disfrutable para todos aquellos que gusten del cine en general y particularmente del cine italiano del cual ella es, una de sus principales exponentes. Detrás de los anteojos blancos se propone como un film que descubre a la artista detrás de la obra, pero que comprende rápidamente que la obra ES el artista.
Es un documental imperdible para los amantes del cine de Lina Wertmüller, la genial directora de inolvidables películas como “Pascualino siete bellezas” “Mimi Metalúrgico, herido en su honor”, “Amor y anarquía”, “Insólito destino”, “Amor, muerte, tarantela y vino” por solo nombrar algunos. Pero este trabajo realizado por Valerio Ruiz, que fue su colaborador durante diez años, nos permite no solo revalorizar a esta directora, sino medirla en toda su dimensión, intelectual y creativa, curiosa e innovadora, alegre y sorprendente, versátil, original. Esta su testimonio, y el de muchos que trabajaron con ella, desde sus comienzos (fue asistente de Fellini en Ocho y medio) hasta su consagración. Capaz de imponer a actores nuevos o de cambiarle el aspecto a Sofía Loren o escribirle canciones a Rita Pavone. Una mujer que tuvo éxitos y fracasos y que confiesa, con humor y para nuestra emoción y regocijo, que ha vivido con toda la intensidad.
Italian director Valerio Ruiz pays moving tribute to revolutionary Lina Wertmüller POINTS 8 Average documentaries on famous artists are, more often than not, mostly didactic as they merely go over their oeuvre and provide a good deal of information so that you get to know the basics. Good documentaries go a step further since they provide quite a detailed background, pay attention to more specific, relevant aspects of their persona and works, and sometimes even cast some sort of a personal gaze upon the artist. And then you have very good documentaries that not only manage to achieve all the above at once, but also shine a shimmering spotlight on unknown traits that make their subject one of a kind. In addition, they are accomplished cinematic pieces that have a personal way of caring for the artist portrayed. Written and directed by Italian Valerio Ruiz, Behind the White Glasses is more than a fine example of the latter category. It stands out from the crowd not only because of its multifaceted subject, but also because of its spontaneous approach. It’s a pleasure to watch and a moving homage to the artist it’s devoted to. Featured at last year’s Venice Film Festival, it’s about none other than the revolutionary Lina Wertmüller, the first woman in the world to receive a nomination for the Academy Award as best director for her cinematic masterpiece, the mind-blowing Seven Beauties (Pasqualino Settebellezze, 1975). Before that, she’d helmed the groundbreaking Mimì metallurgico (1972), then the passionate Love and Anarchy (1973), and soon after the torrid Swept Away (1974). Broadly speaking, you could say that Ruiz’s feature is a chronicle of the highlights in Wertmuller’s life and career. One that includes interviews with artists who worked with her in many regards, such as actors Harvey Keitel, Giancarlo Giannini, Sophia Loren, Nastassja Kinski, Rutger Hauer, singer Rita Pavone, and film critic John Simon — among others. It also features a string of scenes from some of her most celebrated movies, never-seen-before archive material and photos taken in Cinecittà when she was Federico Fellini’s assistant director in 8 1/2, as well as songs written by Wertmüller. Yet Behind the White Glasses is more than the sum of its parts. Because what matters the most in an auteur documentary is how the documentary maker achieves a certain personal feeling, an air of familiarity to invest their object of desire with. And Valerio Ruiz, who was Wertmüller’s assistant director and very close collaborator, seems to feel so much affection for her that he can effortlessly bring the best out of her reminiscences, idiosyncrasy, joie de vivre, and sense of irony and grotesque — and not by resorting to broad strokes, but to details that speak volumes. A wise woman who says she never bought the whole affair of being successful because failure can also be a great professor that encourages you to do better next time, Lina Wertmüller doesn’t strike a pose like many divas would. Such down-to-earth attitude and connection with reality is perfectly exposed in many snippets of Ruiz’s lucid interviews. Not that he’s after building the portrayal of a woman with no flaws for he’s certainly not. After all, Wertmüller’s stubbornness and occasional explosive temper is also more than hinted at. Now in her 80s and as vital as though she were in her 30s, and after having worked in the realms of cinema, TV, and music, with more than 30 features under her belt, the greatest female film director ever has her mind set on making new films — you can even see a script for Swept Away Again among her papers, while she’s typing. In the meantime, you can also see again the ones you like the most or discover the ones you haven’t seen yet. For creating the desire in viewers to do so is another merit to credit Behind the White Glasses with. Production notes Detrás de los anteojos blancos / Behind the White Glasses (Italy, 2015). Written, directed, and produced by Valerio Ruiz. Music: Lucio Gregoretti. Cinematography: Giuseppe Pignone. Editing: Pierluigi Leonardi. Production design: Virginia Vianello. Running time: 112 minutes. Limited release : Bama Cine Arte - Atlas Patio Bullrich - Arte Multiplex - Belgrano Multiplex - Arteplex Del Parque. @pablsuarez
Cálido retrato de Lina Wertmüller Valerio Ruiz consagra este sensible y melancólico film documental a la realizadora de “Pasqualino Sette Bellezze”, “Amor y anarquía”, “Mimí metalúrgico” y otros éxitos del cine de los 70. Los anteojos de marco blanco parecen reservados para personas de fuerte sentido estético, gran autoestima y firme carácter. Entre nosotros, Victoria Ocampo. En el resto del mundo, Lina Wertmüller. ¿Y qué hay detrás de los lentes de marco blanco de Lina Wertmüller? Una mirada aguda, enorme inteligencia, espíritu bravo y humor ácido, que en su juventud nos brindó tremendas películas altamente grotescas, y ahora nos ofrece historias algo melancólicas de gente animosa. La cabeza también se ha puesto blanca. Valerio Ruiz le dedica este sensible documental que entremezcla paseos y testimonios. Nadie más indicado que él, que desde hace unos diez años es prácticamente su mano derecha en cine, televisión, teatro y clases para actores, y también ha sido el primer oyente de su libro de memorias, "Tutto a posto e niente in ordine" (Mondadori, 2012). Así es como vemos y escuchamos a Lina por los lugares de Roma, Puglia, Cerdeña, donde vivió y/o filmó, y por las habitaciones de la Palazzina, la casona de campo preciosamente ambientada de su esposo y colaborador Enrico Job, ya fallecido. Y atendemos los comentarios de Sofía Loren, Rita Pavone, Giancarlo Giannini (notable su revelación sobre el montaje del monólogo en "Pasqualino Sette Bellezze"), el maestro Martin Scorsese, el crítico John Simon, que le abrió las puertas de los Estados Unidos, la reticente productora Marina Cicogna, y hasta los hijos, alternando elogios y objeciones, cosa de no caer en la pura hagiografía. Faltaba más, la Wertmüller no es ninguna santa (por suerte).
Debo ser honesto y decir que no vi ninguna película de Lina Wertmuller, pero como alguien que sigue de cerca la historia del Oscar, la conozco solamente por la hazaña de haber sido la primera mujer en la historia del premio en ser nominada en la categoría Mejor Dirección. Así que Detrás de los Anteojos Blancos fue una provechosa oportunidad de conocer a una de las más prestigiosas realizadoras italianas. La labor de una cineasta: El hilo argumental de Detrás de los Anteojos Blancos consiste puntualmente en narrar la vida y obra de laDetras de los Anteojos Blancos 2 cineasta arriba mencionada. Con entrevistas tanto a ella como a actores que trabajaron bajo sus órdenes, miembros de su equipo de trabajo, así como críticos, periodistas, psicólogos y sociólogos que destacan la influencia de su obra. La película posee una narración bastante fluida y clara en sus ideas. Si bien divaga de tanto en tanto en su carrera de cantante, así como su rol como amante de la ópera, la película indaga en detalle su formación como actriz de teatro, las lecciones que aprendió sobre narración cinematográfica a través de su experiencia como asistenta de dirección de Federico Fellini en 8 ½, sus desventuras en sus diversos rodajes, su breve pasaje por Hollywood y el abandono de los grandes estudios cuando no pudo prosperar. Es un documental muy objetivo y multidimensional en el tratamiento de su sujeto, porque del mismo modo que elogian sus habilidades narrativas, también hay espacio para críticas a sus tratos un poco cuestionables. Como si eso fuera poco, algunos de los críticos entrevistados expresan su admiración hacia la obra de la realizadora, pero tampoco tienen pelos en la lengua si deben expresar que alguna película de su periodo más reciente no les cerró del todo. Entre las figuras destacadas que son entrevistadas encontraremos al realizador Martin Scorsese y actores como Rutger Hauer, Harvey Keitel, Sophia Loren, y particularmente (en una manera muy efusiva, casi les diría protagónica) a Giancarlo Giannini. Habitualmente en un documental retrospectivo sobre un cineasta se suele alabar las virtudes y la influencia que tuvo el mismo en cineastas actuales, hablando poco o casi nada de sus falencias. Este título es uno de los pocos que se anima a no pintar a su sujeto como un ser infalible, sino como un ser humano, con una habilidad artística única, pero ser humano al fin. Por el costado técnico tiene un trabajo de fotografía exquisitamente inusual para un documental, utilizando composiciones de cuadro profundas, de índole plástica, por lo menos en las secciones donde la cámara se fija exclusivamente en Wertmuller. Conclusión: Claramente destinada a una audiencia muy específica como la cinéfila, Detrás de los Anteojos Blancos será disfrutada por los que conocen la filmografía de Lina Wertmuller, y servirá como una apropiada puerta de entrada para los que se acercan a su trabajo por primera vez, como es el caso de quien esto escribe, ya que personalmente me dio curiosidad de conocer su obra. Si cuentan con el tiempo, el dinero, y son de los que aprecian la historia del cine, puede ser una buena opción.
Lina Wertmüller, una voz singular Sólo dos directoras merecen un homenaje: Leni Riefensthl y Lina Wertmüller, según el siempre provocativo juicio del crítico norteamericano John Simon. A él, a quien se señala como responsable de la "canonización" de la realizadora italiana en los Estados Unidos en el año (1977) en que su film Pascualino Siete Belllezas fue candidato a cuatro premios Oscar (incluidos los correspondientes a mejor dirección y mejor guión), pertenece una de las voces del mundo artístico que dan su testimonio sobre la poliédrica personalidad de la autora italiana. Ella, nacida en Roma en 1928, inició su carrera en el cine como asistente de Fellini en 8 y medio, y poco tiempo después se reveló como directora en Los zánganos (I Basilischi), retrato sonriente y amargo de un sur al que volvería en numerosas oportunidades durante su carrera. Irreverente, mordaz, contestatario, provocador, es el cine de Wertmüller, siempre fiel a esa vena irónica y grotesca e inequívocamente popular que mostró desde un principio y que aun con sus visibles altibajos supo imponer una marca personal en todas sus manifestaciones artísticas, que además de películas abarcan trabajos para teatro y televisión, canciones y cuanto vehículo expresivo haya despertado su interés y a veces encendido su creatividad. Para proponer el retrato de una personalidad tan compleja y tan polifacética era, pues, necesario contar no sólo con la propia creadora, que aporta videos, recuerdos, reflexiones y opiniones, además de imágenes inéditas y canciones escritas por ella, sino también con la mirada de alguien íntimamente ligado a su obra y a ella misma como Valerio Ruiz, su colaborador de los últimos ocho años. En Detrás de los anteojos blancos (otro sello distintivo de esta mujer singular), Ruiz la acompaña en esta suerte de viaje por los lugares donde transcurrió su vida y desarrolló su obra, extensa y múltiple, o los que simplemente ocupan un lugar significativo en su biografía, sin que falte en ella la figura de quien fue su gran amor, el notable escenógrafo Enrico Job. A ese recorrido, claro, deben sumarse -material muy presente en el film- los testimonios de quienes son o han sido sus intérpretes o los seguidores de su obra. Algo así como un viaje por su vida y por su carrera, expuesto de un modo próximo al de un relato de ficción en el que intervienen Giancarlo Giannini, Martin Scorsese, Harvey Keitel, Mariangela Melato, el citado Simon, Rita Pavone y otros nombres bien conocidos, y cuyas presencias suponen un atractivo extra para los admiradores de Wertmüller y del cine italiano. Lo mismo que las imágenes de sus títulos más destacados: Mimí metalúrgico herido en el honor, Amor y anarquía e Insólito destino, además, claro, de Pascualino. Probablemente no habrá sido deliberado, pero la acumulación de testimonios, no siempre demasiado sustanciosos o reveladores del universo artístico de la cineasta parece heredar un rasgo definitorio de su carácter y del estilo que impuso a su obra, tanto en sus momentos más logrados como en los menos recordables: el exceso. De lo que no queda duda es de su voluntad de que la suya haya querido ser siempre una voz diferente, atrevida y personal, y de la multiformidad de sus talentos.
"Detrás de los anteojos blancos": queremos tanto a Lina Este documental sobre Lina Wertmüller es tan cálido como riguroso, ilustrativo de una vida y de una época dorada del cine. Podría pensarse que Detrás de los anteojos blancos está dirigida a esa generación que ahora anda por arriba de los 60 y que fue contemporánea de la irrupción de Lina Wertmüller en el mundo del cine, con obras maestras como Mimí metalúrgico, Amor y anarquía, Insólito destino o Pasqualino siete bellezas, todas estrenadas en la primera mitad de la década del ’70. Pero este documental sobre la gran directora italiana es de una calidez y una profundidad tales que atrapa tanto a los entendidos en su obra como a aquellos que jamás hayan visto alguna de sus películas. Porque, como toda buena biografía, refleja, además de una vida, una época. Valerio Ruiz, que trabajó como asistente de dirección de Wertmüller, traza una semblanza cariñosa, que en ningún momento cuestiona la figura de su ex jefa. Lejos de ser un problema, esta mirada amorosa beneficia al documental: gracias a esa simpatía y esa cercanía, el retrato tiene el mismo carácter juguetón de la retratada. Ruiz sigue un estricto orden cronológico, y repasa la carrera de Lina desde sus comienzos, como actriz y asistente de Fellini en 8 ½, hasta sus últimos trabajos, deteniéndose especialmente en los títulos emblemáticos de los ‘70. Actores que trabajaron a las órdenes de Wertmüller, parientes, críticos, amigos, arman, con sus testimonios, una imagen cabal de la primera mujer en ser nominada a un Oscar a mejor dirección. Hay nombres de peso entre los entrevistados, como Giancarlo Giannini, Sophia Loren, Martin Scorsese, Harvey Keitel, Nastassja Kinski o Rita Pavone. Sus palabras –en algunos casos, como el de Giannini o Scorsese, esclarecedoras- juegan un contrapunto con las de la propia Wertmüller. Que, desde su casa en Roma o las locaciones de algunas de sus películas, va llevando el hilo del documental con un racconto gracioso y sabio de su propia vida. El repaso no sólo abarca su cine, sino también su vida personal –su gran amor fue el célebre escenógrafo y vestuarista Enrico Job- y su música: no es tan sabido, pero también canta y es autora de la letra de algunos títulos fundamentales del cancionero italiano, como Mi sei scoppiato dentro il cuore, inmortalizado por Mina. El documental muestra a una Wertmüller incansable que, a los 88 años, sigue activa: dan ganas de conocerla más allá de su arte.
Un interesante documental para conocer más a la señora Wertmüller, con buenas entrevistas y testimonios (Rutger Hauer, Sophia Loren, Martin Scorsese, Harvey Keitel, Nastajssa Kinski, entre otras), una interesante recopilación de: imágenes, canciones y videos algunos inéditos. Para recordar films como: Amor y anarquía, Mimi metalúrgico, Pascualino Sietebellezas, entre otras. Algunas secuencias resultan reiterativas y por momentos tiene ciertos desniveles.
Un viaje con Lina por la vida de Lina Detrás de los anteojos blancos retrata la vida y obra de la cineasta Italiana Lina Wertmüller, célebre durante la década del ’70 por sus películas “Mimí metalúrgico” (1972), “Amor y anarquía” (1973), “Insólita aventura de verano” (1974) y “Pascualino Sietebellezas” (1975). Por esta última, Lina conseguiría el reconocimiento y la fama mundial, siendo la primera mujer en la historia en recibir una nominación a los premios Oscar como mejor directora. El director Valerio Ruiz –que trabajó durante ocho años con Lina como asistente de dirección y guionista- describe con calidez y ternura a un personaje excéntrico y apasionado, desde sus inicios con Federico Fellini hasta su no tan prolífica última etapa, pero poniendo especial énfasis en sus épocas de gloria. El tono íntimo de este documental se nutre de los testimonios y anécdotas de personalidades destacadas del cine, que describen a Lina en sus distintas facetas: su obsesividad en el trabajo, su capacidad para sacar lo mejor de los actores, a los que dirigió o su lucidez artística e intelectual para plasmar en pantalla temáticas controvertidas para su época. Entre ellos, se puede mencionar a Giancarlo Giannini, Sophia Loren, Harvey Keitel, el crítico John Simon o el director Martín Scorsese (devoto admirador de su carrera). dietro-gli-occhiali-bianchi-di-valerio-ruiz Ruiz repasa con precisión distintos hitos en la vida de la cineasta: su amistad con Fellini, su debut cinematográfico con “I basilischi”, en 1963, el impacto de Enrico Job –su esposo- en su obra y la significación histórica de sus cuatro films más influyentes. Y lo hace con inteligencia, transportándonos junto con Lina a las mismísimas locaciones en las que rodó sus películas, e intercalando imágenes de las cintas originales. En ese sentido, puede trazarse un paralelismo con aquella bella definición de Borges sobre las bibliotecas, entendidas como “…cavernas mágicas llenas de difuntos que pueden ser devueltas a la vida cuando abrimos sus páginas…”. Así, la filmografía de nuestra protagonista revive (y nos emociona), por más que hayan pasado casi 50 años en el medio. 4a4de991b1760deab0e6e5c9e42083b7 Por otro lado, Ruiz nos permite conocer el caserón de Lina, equipada con miles de libros, películas, discos, esculturas y fotos. Por momentos, su hogar habla más de ella que lo que la propia realizadora tiene para decir de si misma, pues la pinta de cuerpo entero, como una intelectual apasionada del arte. El excesivo metraje (114 minutos) es el único punto en contra de este sentido documental, que por momentos redunda en elogios y se pierde en fragmentos de su carrera no tan interesantes. Pero de todos modos se trata de una propuesta valiosa que permite explorar la vida de un personaje muy singular en la historia del cine y, además, funciona como una interesante puerta de entrada al cine Italiano de los años ’70.
Conduciendo a Miss Lina Valerio Ruiz, asistente de dirección y guionista en estos últimos tiempos de la cineasta Lina Wertmüller, asiste –por decirlo de alguna manera- a la propia directora, en este documental en donde recorre gran parte de su vida vinculada con el cine, pero en realidad debería decirse con el arte en todas sus expresiones. Multifacética, la artista italiana ha llegado a realizar 30 películas a lo largo de varias décadas, incluyendo entre sus obras más conocidas Mimi metalúrgico, herido en su honor (Mimi metallurgico ferito nell’onore -1972-), Amor y anarquía (1973) y Pascualino Sietebellezas (1975), donde, fiel a una coherencia intelectual pero también integra en materia artística, supo dejar su huella.
UNO TIENE QUE DEFENDERSE DEL ÉXITO, NO SE PUEDE CREER EN LA FAMA – LINA W. Detrás de los anteojos blancos es un documental vaporoso y nostálgico de la figura de Lina Wertmüller (Roma, 14 de agosto de 1928) realizado por uno de sus últimos asistentes, Valerio Ruiz. La Wertmüller es toda una leyenda, pionera en la dirección, primera directora nominada a los premios de la Academia, que se desarrolló en una época en donde las mujeres solo actuaban. Dietro gli occhiali Bianco La amistad de Wertmuller con Marcello Mastroianni la llevó a convertirse en ayudante de dirección de Federico Fellini en 8 ½. “Yo era una pésima director asistente” admite Wertmuller, una de sus funciones principales era encontrar el tipo de rostros exóticos que amaba Fellini incluyendo, resalta LW, la propia madre de Wertmuller. Lina_Wertmuller Con esos pergaminos decidió encarar en 1963 la dirección, siendo su primer film I Basilischi, luego se sucedieron las películas más celebradas como Mimí metalúrgico (1972), Amor y anarquía (1973), Insólita aventura de verano (1974), Pasqualino Siete bellezas (1975, con cuatro candidaturas a los Oscar), Amor, muerte, tarantela y vino (1978). Sus actores no sólo dan testimonio, sino también muestran un cariño inmenso por los momentos vividos durante la filmación como su actor central Ginacarlo Giannini, la fallecida Mariangela Melato, Sophia Loren, Harvey Keitel, etc. Dietro gli occhiali Bianco portada amigos También opinan el ácido critico John Simon que la rescata como artista verdadera en su pasión por el cine, un directores lúcido y talentoso Martin Scorsesse que pondera los films de LW en su mezcla de sexo, feminismo, comedia y política que conforman una estética única, inigualable. El film navega entre los recuerdos de una época y de una vida llena de arte y de talento de un cine italiano en su era dorada, LW es una mujer optimista, aristócrata de la luz, que emana vida en cada acto en cada palabra aún cuando recuerda a sus “muertos” como Mariangela Melato o a Enrico Job, su compañero de toda la vida y fantástico artista que acompaño a LW en el armado del diseño visual de escenarios tanto para el cine, el teatro o la opera. Esos marcos blancos de los que habla el título del film son toda una declaración de principios, son la forma en que ve la vida LW, son la manera en la que hizo de su arte un placer único, un ser solar, mediterráneo, que sigue trabajando en nuevas ideas. Con Lina Wertmúller la vida y el cine se aman indefinidamente… Salud LW!! Dietro gli occhiali Bianco portada Estrena Hoy en Bama Cine Arte, Diagonal Norte 1150 14:30hs | 19:30hs. valerio ruizValerio Ruiz: Nació en Roma en 1986. Luego de estudiar en su ciudad natal y en París, se graduó en Ciencias de la Comunicación en dicha Universidad de Roma. Valerio trabajó con Lina Wertmu?ller por diez años. Fue su guionista y asistente de dirección en el documental Roma, Napoli, Venezia… in un crescendo rossiniano (2014), en dos de sus obras de teatro: Il Giornalino di Gianburrasca (2010) y Un’allegra fin de sie?cle (2013) y en la película televisiva Mannaggia alla miseria (2009). En 2012 Ruiz alcanzó gran experiencia en teatro trabajando con otros directores, como Raffaele Curi y Marco Carniti. Ese año colaboró en la realización del borrador de la autobiografía de Lina Tutto a posto e niente in ordine y además la asistió en varias master classes de actuación, como por ejemplo, la que se llevó a cabo en Taormina Arte (2009), dedicada al escritor Vitaliano Brancati (wikipedia)
Documental que muy oportunamente homenajea y revisa la vida y obra de la gran directora italiana Lina Wertmüller. Pionera, creativa, incansable, la primera mujer en el mundo en recibir una nominación al Oscar, asistente de Fellini. Aportan Martin Scorsese, Sofía Loren y Giancarlo Gianini, entre otros artistas.
APENAS ALGUNAS INCORRECCIONES Es medio difícil de explicar por qué, pero al ver Detrás de los anteojos blancos se me venía a la memoria, de forma un tanto arbitraria, ese gran, enorme libro de Francois Truffaut llamado El cine según Hitchcock. El enorme mérito de Truffaut no estaba tanto en la planificación previa de los cuestionarios a Hitchcock, sino la forma en que repreguntaba o cómo dejaba las puertas abiertas durante la fase de la entrevista para que el maestro del suspense se explayara. Eso es lo que permitió que, como afirmó el mismo realizador y crítico francés, surgiera ese Hitchcock privado, casi totalmente opuesto en carácter al hombre público. La clave innovadora del libro radica en los espacios de improvisación, de alteración de las estructuras de base, que evidencian lo notable entrevistador que era Truffaut. Quizás El cine según Hitchcock me haya venido a la memoria porque tiene algo de lo que Detrás de los anteojos blancos carece, que es esa improvisación, esa capacidad para sacudir sus propias estructuras. No es que eso le quite total validez al documental de Valerio Ruiz, pero su retrato sobre la figura de Lina Wertmüller luce en extremo calculado y hasta previsible. Y eso que Wertmüller es una artista muy particular, alguien que se destacó de manera radical en el rico panorama de un cine como el de Italia, país que encima siempre estuvo asentado en un machismo que a los argentinos nos resulta muy nuestro. Hay ahí un personaje un tanto impredecible, una mujer que señaló y sacudió estructuras, y en parte Ruiz intenta seguir su legado desde ciertos aspectos formales, dialogando desde la puesta en escena con elementos de la filmografía de Wertmüller, estableciendo cierto análisis crítico de su obra y hasta apelando incluso a formas musicales. Sin embargo, Detrás de los anteojos blancos no consigue o no se atreve a introducir una ruptura total desde lo narrativo y/o la puesta en escena, descansando en numerosos paisajes en el seguimiento de Wertmüller o las anécdotas que vuelcan figuras como Rutger Hauer, Giancarlo Giannini, Nastassja Kinski, Sophia Loren, Harvey Keitel y hasta Martin Scorsese (a esta altura, todo un cholulo del cine italiano más emblemático). De ahí que Detrás de los anteojos blancos ofrezca unos cuantos momentos interesantes desde lo anecdótico, lo analítico y hasta lo estético, pero siempre desde una vía donde escasean las sorpresas y no falta lo enciclopédico. Es agradable en su desarrollo y tiene en Wertmüller un personaje estupendo, que seguro carga sobre sus espaldas con toda clase de historias y contradicciones. Pero esos quiebres, esas fisuras interiores sólo aparecen de a ratos. Lo que queda es una mirada políticamente correcta sobre una mujer políticamente incorrecta.
El carnaval de Lina. La encantadora Detrás de los Anteojos Blancos (Dietro gli Occhiali Bianchi, 2015) hace justicia con unos de los tesoros de la cinematografía italiana de la década del 70, las cuatro gloriosas obras maestras que Lina Wertmüller realizó junto a sus actores fetiche del período, Giancarlo Giannini y la hermosa Mariangela Melato, léase Mimí Metalúrgico (Mimì Metallurgico ferito nell’onore, 1972), Amor y Anarquía (Film d’amore e d’anarchia, ovvero ‘stamattina alle 10 in via dei Fiori nella nota casa di tolleranza…’, 1973), Insólito Destino (Travolti da un insolito destino nell’azzurro mare d’agosto, 1974) y Pasqualino Siete Bellezas (Pasqualino Settebellezze, 1975). A través de los recursos formales de los documentales expositivos, aunque reemplazando al clásico locutor en off “objetivo” por las palabras de la directora homenajeada, el film repasa una vida dedicada al frenesí creativo. De hecho, en esta ópera prima de Valerio Ruiz, el asistente de Wertmüller durante los últimos años, prevalece una concepción del arte vinculada al anarquismo más lúdico, no en pos de destruir el orden social sino de desmontarlo para poner de relieve los aspectos más grotescos de las relaciones económicas, culturales, sexuales y políticas que caracterizan a nuestra sociedad occidental. La película se beneficia mucho de esta obsecuencia para con la retratada, ya que permite adentrarnos en la intimidad e ideología de Wertmüller, hoy eje de una multitud de testimonios por parte de su hermano Massimo, el propio Giannini, su primera productora Marina Cicogna y figuras como Martin Scorsese, Sophia Loren, Harvey Keitel, Rutger Hauer y Nastassja Kinski. Una faceta poco conocida fuera de Italia es la de letrista, en función de lo cual las rememoraciones de Rita Pavone resultan muy reveladoras. El racconto que ofrece Ruiz es en verdad apasionante porque no deja tópico sin analizar y reconstruye todas las dimensiones de Wertmüller como artista, siempre colocando el acento en una amplitud que además incluye trabajos varios en teatro y ópera. El enfoque del realizador es bien pomposo -la música juguetona de Lucio Gregoretti siempre establece el tono de los comentarios y acompaña a la cineasta en sus recorridos por las locaciones de sus obras- porque pretende reproducir esa grandilocuencia retórica y visual que constituye la “marca registrada” del carnaval de Lina. El único instante en el que se le va un poco la mano con el mecanismo se da en la escena del regreso a la casona de verano de su esposo, Enrico Job, un talentoso dibujante, diseñador de producción, vestuarista y director artístico. Aún así, la propuesta mantiene en todo momento el interés y contagia su afán y entusiasmo. Así las cosas, en Detrás de los Anteojos Blancos transitamos su infancia y comienzos en el teatro y el séptimo arte, su primer gran trabajo como asistente de Federico Fellini en 8½ (1963), su debut con I Basilischi (1963), el encuentro y la relación con Job (fallecido en 2008), la tetralogía de films con Giancarlo Giannini, la fama internacional y las nominaciones al Oscar por Pasqualino Siete Bellezas (la primera directora nominada en la historia del premio), los desniveles de sus películas siguientes y finalmente los pormenores de sus colaboraciones con Sophia Loren, desde el último tramo de los 70 hasta la década pasada. El opus de Ruiz funciona -de una manera prodigiosa- como una celebración de un cine que rebasaba exuberancia y profundidad porque ya venía enmarcado en una época en la que los límites de la comedia y el drama se difuminaban, fruto de una militancia por un mundo mejor que le faltaba el respeto a todo un catálogo de dogmas institucionalizados. El feminismo de cartón pintado de nuestros días, y el cine liviano y lelo también, deberían tomar nota de la magnitud de la obra de Wertmüller, una iconoclasta de lo más aguerrida…
El universo de Detrás de los anteojos blancos es el que la directora italiana Lina Wertmüller supo construir a lo largo de su vida. Y Valerio Ruiz supo perfectamente dar forma en este documental que retrata vivamente la historia de quién hizo huella en todas las artes en las que intervino. Pues Lina, no fue una artista focalizada en único un arte, tomó todos aquellos en los que consideró que tenía talento y les dio su impronta (Teatro, cine, música, pintura). Una marca ineludible de un mix de grotesco con popular, una mirada combativa frente a los canones del cine y una excelsa capacidad de innovar, de no dejarse amedrentar en una industria – principalmente de la cinematográfica – donde el género femenino nunca ha tenido un gran espacio. Lina Wertmüller es más recordada por ser la primer mujer directora en tener una nominación al Oscar por su película del año 75: Pasqualino Settebellezze, pero su filmografía es mucho más que esta obra, es un paso constantemente atrevido en la historia del cine italiano. Desde su primer film I basilischi de 1963, hasta Francesca – su última película – de 2001. Y si bien, hay toda una gran generación que casi no sabe de ella, hay mucho por conocer y este acercamiento a toda su trabajo puede ser un lindo camino para redescubrirla. Ruiz trae a Lina a los lugares donde creció profesionalmente: desde CinemaCittá donde cuenta humildemente cómo llegó a ser la asistente de dirección de Federico Fellini en, nada más ni nada menos, que 8 y 1/2, pasando por Potenza donde filmó su primer film hasta la invita a navegar por el mar Mediterráneo para recordar el rodaje de Travolti da un insolito destino nell’azzurro mare d’agosto de 1974. En todo este mega recorrido meta cinematográfico podemos escuchar el testimonio de su actor fetiche Giancarlo Giannini, a Martin Scorsese, Harvey Keitel – trabajó con ella en Comorra – y/o Sophia Loren, quién también participó en varios de sus films. El documental no aspira ser pretencioso, solo quiere ser llevado a buen puerto y dejar una linda impresión de quién es Lina Wertmüller. La importancia que tiene dentro de la historia del cine – principalmente del italiano – hacen que el director busque la manera de dejarla a la misma altura de Fellini, Rossellini, Scola, Antonioni, Passolini, De Sica y Visconti. Lo mejor de todo es que el gran peso de la narración se lo lleva su propia protagonista que tiene un gran atractivo por su personalidad encantadora, vigorosa y enérgica que generan así una empatía extrema imposible de evitar.
Hay personajes del mundo del cine que merecen un homenaje. Muchas películas en los últimos tiempos han recuperado para nuevas generaciones a figuras que de otra manera permanecerían en el olvido. Sin dudas Valerio Ruiz tenía en mente esta idea de poner nuevamente en la agenda a un emblmea del cine italiano cuando imaginó “Detrás de los Anteojos” (2015), una película potente sobre una mujer fuerte. El documental de Ruiz sobre la mítica realizadora Lina Wertmüller; no sólo nos trae a la primera mujer en el mundo en recibir una nominación al Oscar como Mejor Directora por su obra maestra “Pasqualino Settebellezze”, en 1975, sino que nos acerca una reflexiva historia. La decisión de hacerlo a partir del racconto y del relato en primera persona de la propia Wertmüller, permiten que “Detrás de los Anteojos” fluya naturalmente, con la incorporación de la misma, además, a los escenarios en los que rodó sus ya clásicos filmes. Durante casi dos horas, la primera mucho más digresiva y pausada, y luego una segunda instancia mucho más acelerada, Ruiz acompaña a la directora y a cada uno de aquellos personajes que formaron parte de su historia, para poder reconstruir, casi arqueológicamente, la memoria visual de una mujer que supo que en el tomar riesgo estaba la verdadera esencia de su actividad. Para el caso, y por citar sólo un ejemplo, Wertmüller rememora aquello que quería obtener de Sofia Loren, “yo quería que esas gaviotas que tenía alrededor de su rostro desaparezcan, quería obtener un templo griego de su cara”, y contrastando esas palabras, o ilustrándolas, el rostro de Loren impávido en fotografías de algunas de sus colaboraciones. Wertmüller recorre su carrera con anécdotas, desde la más divertida, que cuenta cómo fue que se la terminó institucioanlizando como la mujer de los anteojos blancos, a las palabras de asistentes, actores, productores, críticos, que memorizaron sus trabajos y su acercamiento a ella. Ruiz arma primero una puesta en escena plagada de lámparas o veladores vitró, algo que fascina a la directora, y luego ese motivo lo reitera en los sets en los que realizó cada una de las varias entrevistas de los invitados que convocó. Loren, Martin Scorsese, Harvey Keitel, Giancarlo Giannini, no solo darán su testimonio, sino que se apasionarán por los comentarios que viertan sobre la directora y su obra. Cada uno pensará en el trabajo mirando hacia atrás con amor, de una época liberadora del cine italiano en la que se permitía que una mujer pueda configurar un estilo propio, justamente, más allá de su sexo. Pero Lina Wertmüller también hablará de amor, de Nino Rota (tuvimos una historia de amor muy feliz, como la de los cuentos, afirma), del cine, del paso del tiempo, de la muerte y de su perdurabilidad eterna en la pantalla. Personaje entrañable, Ruiz la deja hablar y la acompaña, la lleva a recorrer cada uno de los escenarios en los que ella filmó sus filmes, en los que reflexionará y seguirá soñando en celuloide, a pesar que sienta que su ocaso está pronto por llegar.
Para los cinéfilos empedernidos, esos que coleccionan fotos, biografías, programas de cine, etc, “Detrás de los anteojos blancos” será objeto de culto al abordar cronológica y minuciosamente la vida y obra de la gran Lina Wertmüller. Más allá de la estructura convencional y esquemática del guión de Valerio Ruiz, la gema, como en otros documentales, sigue siendo la presencia inestimable de la propia Lina Wertmüller contando en primera persona su historia. Desde sus comienzos como asistente de Federico Fellini, a su prolífica carrera como directora empezando por su debut detrás de las cámaras en 1963. Mechados con una entrevista, y recorrida interesante por su propia casa, están los testimonios de quienes han trabajado con ella en distintos rubros. Ese aporte, valioso también para conocerla como artista y creadora, va armando la leyenda. Algunos hallazgos, como ir a las locaciones donde filmó y tener una relación lúdica con el montaje entre el pasado y el presente, son algunas de las disfrutables ideas de “Detrás de los anteojos blancos”. Es cierto que se han hecho otras obras alrededor de la gran directora, pero aquí vemos tal vez lo más abarcador que se puede ser con este retrato. Algunas anécdotas son de colección, pero tal vez se pueda entender que la creadora de “Mimí metalúrgico” (1972), “Pascualino siete bellezas” (1975) y “Camorra” (1985) ha tenido en Federico Fellini la inspiración y apoyo necesarios para confiar en su arte. Como muestra nos quedan sus propias palabras citadas por Lina: “Se te van a acercar y decir un montón de cosas sobre los planos y la ubicación de la cámara y otro montón de técnica. No los escuches. Vos contá tu historia. Como si se la contases a tus amigos. Si tenes talento como narradora te va a ir bien. Si no lo tenés, no existe técnica en el mundo que pueda salvarte” Tomá. Dos lecciones de cine en una sola película.
Un documental respetuoso y elegante El joven Valerio Ruiz (1986), director de este documental sobre la vida y la obra de la realizadora italiana Lina Wertmüller (1928), fue su asistente en los últimos tiempos y decidió debutar en el oficio con este largometraje, ofreciendo un retrato de la mujer que agitó el ambiente del cine en la década de los '70, atreviéndose a asumir una profesión que hasta ese momento era terreno exclusivo de los varones. Lina nació en Roma, donde ha vivido toda su vida, hasta estos días, aunque es descendiente de una familia aristocrática suiza. Comenzó su carrera como actriz, pero su vocación siempre fue la dirección, iniciándose en este rubro con un maestro de lujo: fue asistente de Federico Fellini en “8 y medio”, en 1962. Un año después, filmó su primer film, “I Basilischi”, ambientado en Sicilia, un territorio que siempre atrajo particularmente a la realizadora. Inmediatamente después, dirigió un par de films musicales, con la popular Rita Pavone, descubriendo en la cantante cualidades actorales que supo explotar con audacia. Pero la época dorada de su producción cinematográfica, está concentrada sobre todo en la primera mitad de la década de los '70, con sus películas “Mimí metalúrgico, herido en su honor” (1972), “Amor y anarquía” (1973), “Insólita aventura de verano” (1974) y “Pasqualino siete bellezas” (1975). Producciones que fueron muy bien acogidas en Nueva York, donde tuvieron un gran éxito de público, y donde Lina obtuvo un reconocimiento que hizo historia: gracias a los elogios del crítico norteamericano John Simon, conocido por su criterio riguroso e implacable, fue la primera mujer nominada a un premio Oscar como directora. Fue por el film “Pascualino siete bellezas”, que obtuvo, en 1976, otras tres nominaciones. John Simon es uno de los entrevistados por Ruiz en su documental, quien subrayó la calidad de Wertmüller, considerando “obras maestras” a sus películas de esa época, aunque admite que luego su producción ha sido despareja. El relato de Ruiz es una cronología ilustrada de la trayectoria de la italiana, compuesta por testimonios de parte de ella, fragmentos de sus películas, registros inéditos de situaciones que acompañaron los rodajes y testimonios de algunos protagonistas, así como de asistentes y familiares. Para enriquecer el relato, Ruiz apela a recursos como hacer recorrer a Wertmüller, en el presente, algunas locaciones famosas de sus películas y también mostrarla en su casa de Roma, rodeada de libros y obras de arte. Además, hay una larga secuencia en una casa de campo que compartía con su marido, Enrico Job, ya fallecido, quien fuera su compañero de vida y director de arte de sus películas. Entre los entrevistados, se destacan, junto al mencionado Simon, su actor fetiche de la época dorada, Giancarlo Giannini, Martin Scorsese, Sophia Loren, Harvey Keitel, Nastassja Kinski, Rita Pavone y Rutger Hauer, sumando también algunos registros fílmicos de sus inicios como asistente de Fellini y Marcelo Mastroiani. El documental muestra a una Wertmüller polifacética, un tanto desconocida, ya que además de dirigir películas, es autora de la letra y la música de canciones, algunas de las cuales tuvieron mucha popularidad. Ruiz muestra a una mujer que cultivó un estilo audaz e irónico, mezclando el humor, lo grotesco y el drama, indagando siempre en el espíritu italiano y sus diversas particularidades regionales, tratando de realzar esas diferencias, como los dialectos, por ejemplo, pero con una mirada integradora, descubriendo en esas sutilezas la identidad italiana. También se destacan en ella su incansable laboriosidad, su buen gusto, sus contradicciones y su carácter alegre. En un momento, ella se define a sí misma como “optimista aterrorizada”. El documental del joven discípulo es respetuoso y elegante, aunque a veces se vuelve un tanto moroso y reiterativo, pero es valioso ya que rescata una figura importante de la historia, que marcó una época en el siglo pasado, en pleno apogeo del cine italiano, acercando su obra a las nuevas generaciones e invitando al recuerdo nostálgico de los mayores.
Crítica emitida en Cartelera 1030-sábados de 20-22hs. Radio Del Plata AM 1030