El letargo y sus ironías recicladas. Sinceramente a esta altura del partido uno no entiende cómo puede llegar a la cartelera argentina un producto tan deficitario como El Séptimo Enanito (Der 7bte Zwerg, 2014), un despropósito por donde se lo mire. Pasemos a la primera dimensión del análisis: los que hace unos años reclamábamos películas alternativas de animación para con lo que suele ser el estándar rimbombante de Hollywood, en un primer momento atesoramos la expectativa que generó la andanada de films de geografías lejanas y a posteriori -de manera paulatina- fuimos descubriendo el paupérrimo nivel de los opus seleccionados para el estreno local, casi todos sobrecargados con los estereotipos más insípidos de la industria norteamericana. Con las excepciones de la francesa Minúsculos: El Valle de las Hormigas (Minuscule: La Vallée des Fourmis Perdues, 2013) y la belga The House of Magic (2013), parece que lo que prima en el campo infantil es un régimen bastante bobalicón que gusta de ensalzar la autoconciencia, los leitmotivs más ajados y un desarrollo pueril a base de gags que retrasan lustros. De hecho, la propuesta que nos concierne pretende retomar aquellas ironías intra cuentos de hadas de la saga comenzada con Shrek (2001), no sólo obviando el transcurso del tiempo sino demostrando una falta de perspicacia frente al agotamiento de estos discursos, los cuales fracasan al no saber balancear clasicismo y un sarcasmo inofensivo. Definitivamente lo más curioso de esta mixtura mediocre entre Blancanieves y La Bella Durmiente es que funciona como una especie de secuela/ spin-off animada de dos obras en live action de la década pasada, las insufribles 7 Zwerge (2004) y 7 Zwerge: Der Wald ist Nicht Genug (2006), protagonizadas por un supuesto “dream team” de la comedia alemana contemporánea. La historia gira alrededor de la estupidez bienintencionada del enano al que hace referencia el título, un equivalente a Tontín de la versión de Walt Disney de 1937, hoy actuando como el catalizador de un periplo en pos de rescatar al interés romántico de la princesa de turno, quien se halla en un letargo profundo debido a un hechizo del corazón. Así las cosas, aquí tenemos a una bruja despechada, un dragón con tendencias suicidas, muchos chistes reciclados y un cúmulo de citas anacrónicas a Tiburón (Jaws, 1975), Matrix (The Matrix, 1999) y El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo (The Lord of the Rings: The Fellowship of the Ring, 2001), en un combo en el que sólo se destaca el trabajo realizado en fondos. Más allá de las canciones anodinas de pop adolescente y la ineptitud de un guión sin pies ni cabeza (seis apellidos de por medio), el convite cae en un error frecuente de la primera animación en 3D: mientras que los personajes con pretensiones realistas parecen maniquíes sin alma, sus homólogos símil caricatura son más expresivos…
El séptimo enanito es una propuesta animada que nos llega desde Alemania, que si bien no es para asombrarse, tiene todo lo necesario para pasar un agradable momento en familia con los más chiquitos. Si bien el guión es ameno y divertido, tiene mucho "afanosamente" inspirado de sus hermanas...
Sin enanos no hay paraíso Cuando la película Shrek (2001) tomo en solfa los clásicos cuentos infantiles, todo un universo se abrió para una línea de películas que vislumbraron la posibilidad de un negocio que no solo sería para niños y niñas, sino que también apuntarían a un público adulto, ávido por poder reírse por primera vez de las fábulas con las que se educaron. El séptimo enanito (Der 7bte Zwerg, 2014), animación alemana dirigida por Harald Siepermann y Boris Aljinovic, llega en este contexto y con el agregado de ser una de las películas más taquilleras de su país. Todo se inicia cuando una malvada bruja (Dellamorte) se obsesiona con la bella princesa Rose (con un parecido a Elsa de Frozen, una aventura congelada muy notorio) a quien desde su nacimiento se la protege para evitar caer en la amenaza que pende sobre ella. Encerrada en lo alto de un castillo y provista de una armadura, Rose debe evitar ser pinchada por una aguja antes de cumplir sus 18 años. Si eso sucede caería en un sueño eterno. Enamorada de Jack, a quien cree el único capaz de “sacarla” de su sueño. Si llegase a pasar, el joven la pretende pero ante la reticencia del rey a que se relacione libremente con sus amigos, la pareja decide que la guarida de los enanos funcione como refugio para poder preservarse de cualquier ataque de Dellamorte. Pero todo se complica cuando uno de los siete enanos, llamado Bobo, torpe por naturaleza pero en el fondo muy noble, durante la fiesta de cumpleaños número 18 de Rose y casi a punto que se termine la amenaza de la malvada bruja, se termina congelando y finalmente Rose cae en el letargo tan temido. Jack, secuestrado por el oscuro dragón de Dellamorta, intentará cambiar los hechos. El séptimo enanito peca de ingenua en algunos momentos en los que, con mucha más ironía, la resolución de algunas situaciones planteadas podría haberla ayudado a ser más original y divertida. Sus 87 minutos son una eterna tortura. Todo en ella suena a ya visto, pero no porque tome a clásicos de la literatura universal para inspirarse, todo lo contrario, en su base hay una falla: intentar hacer algo ya visto pero sin pasarlo antes por un nuevo tamiz y reinventar su universo. Hay dragones que cuidan oscuros tesoros (igual que en Shrek), hay una mala que posee más que una similitud con La catrina de El libro de la vida (2014), pero principalmente hay una trama que la emparenta con Frozen, una aventura congelada de la que no pudo obtener su ambición por recuperar el melodrama y termina convirtiéndose en un producto kitsch, con una animación en 3D primitiva, canciones desafortunadas y pocas imágenes atractivas visualmente. Es una lástima que no llegue al país, al menos en alguna de sus funciones, su versión original con subtítulos, porque quizás al poder escuchar la interpretación vocal de Nina Hagen como Dellamorte, hubiese sumado a una película tan monótona, tediosa y sin razón de ser.
Un modelo de animación prolijo pero que no ofrece muchas novedades a nivel narrativo. Desde el estreno en 1937 de Blancanieves y los Siete Enanitos, no pocos animadores han tratado de emular (por usar un titulo elegante) la fórmula utilizada por Walt Disney. Si bien los métodos de animación de algunas de estas emulaciones son interesantes, su narración es demasiado simplista, incluso para los niños. A 80 años del estreno de aquel clásico, la animación por computadora ha avanzado a pasos agigantados, igual que la narración… sólo que esta última lo ha hecho para atrás. Ese es el caso de El Séptimo Enanito. Había una vez… de nuevo El Séptimo Enanito cuenta la historia de la Princesa Rose, que recibió una maldición siendo una bebe a manos de la malvada bruja Dellamorta. Para cuando cumpla 18 ella se pinchará el dedo, hundiéndola a ella y a todos los habitantes de su castillo en un profundo sueño, del cual solo podrá despertar con un beso de verdadero amor. Como medida de contingencia ella envía a su amado, Jack, con los siete enanitos del bosque, por si Dellamorta consigue hacer de las suyas. Camino a buscar a los enanos, Jack se pierde y es secuestrado por un dragón, y la maldición de Dellamorta se cumple, siendo los enanos los únicos capaces de frenar a la malvada hechicera. El guion de El Séptimo Enanito no depara muchas sorpresas; es una historia que apunta directa y estrictamente a la audiencia infantil, razón por la cual su argumento no buscar complicar tanto las cosas. Aunque hay alguna que otra humorada o guiño en la línea de Shrek para que los adultos acompañantes no se aburran. Ahora sí, lo que debe destacarse de El Séptimo Enanito es su dirección de arte, fotografía y animación. No serán el equivalente germano de Pixar, pero consiguen sumergirnos en un mundo lleno de detalles y completamente distinto a la mayoría de los títulos animados actuales. Conclusión Aunque posee cualidades técnicas notables, el exceso de simpleza y melosidad en la narración de El Séptimo Enanito es lo que contribuye a que sea un título que pase sin pena ni gloria. Si quieren sacar a sus chicos de la casa por 87 minutos, mal no la van a pasar, pero si deciden no hacerlo, no se van a estar perdiendo de nada.
En el castillo de Fantabularasa vive la princesa Rose, escondida en una torre, obligada a vivir escondida y con una armadura puesta debido a un hechizo que le lanzó la bruja Dellamorta que hacía que si la princesa se pinchaba cualquier parte del cuerpo antes de cumplir los dieciocho años todo el reino caería en un sueño profundo que solo podía ser arreglado con el beso de Jack, su verdadero amor. Jack es el panadero del reino, se suele escabullir en la torre de Rose para verse a escondidas y la noche previa a su cumpleaños la princesa le dice que se vaya, se esconda con los siete enanitos en el bosque ya que si la maldición caía el podría volver y salvar al reino. En el camino al encuentro con los enanitos Jack es secuestrado por Dellamorta, que no quería que nada quede al azar. Ahora conocemos a los protagonistas de esta historia, conocemos a los siete enanitos, que nos reciben obviamente con una instructiva canción en la cual ya vemos las características de cada uno de ellos: Sunny, es alegre y positivo, Cooki, buen cocinero, lógico y de gran corazón. También tenemos a Speedy, lento y muuuy lento, Tschakko, tiene alma de líder, Cloudy, enojado con el mundo, Ralfie, el más fuerte de los enanos y por último Bobo, que no necesita descripción ya que es con el cual los niños deberían sentirse identificados, es el mayor protagonista de la historia y es que deberá crecer para solucionar los problemas. Todos los personajes de los cuentos de hadas fueron invitados al cumpleaños de la princesas, desde el sapo que se va a convertir a príncipe hasta Blancanieves. Por un accidente, la princesa se pincha y la maldición cae en el castillo pero los enanitos logran escapar y así comienza el largo viaje en el que los enanitos deberán crecer y trabajar juntos para lograr derrotar a la bruja y llevar a Jack al castillo para que bese a la princesa y despierte a todo el mundo. Boris Alljinovic y el fallecido Harald Siepermann logran poner todo lo que debe tener una película para niños, canciones, muchos chistes, mensajes educativos que deberían funcionar en todos los niños que la vean, porque además de todo mete parodias a la televisión, alfombra roja y ¡hasta a Youtube!. La película está bien contada, usan bastante bien el 3D y seguramente sus niños la disfruten.
Una de animación de origen alemán, que no tiene mas pretensiones que entretener con más simpatía que despliegue técnico, con canciones pegadizas que unen la historia de la bella durmiente con los enanitos que están independientes de una seductora Blancanieves que casi no aparece. Sólo para los mas chiquitos.
Los cuentos de hadas siguen brindando material para el cine, y así será probablemente por los siglos de los siglos. En este caso, esta película alemana, animada e infantil, toma principalmente las historias de Blancanieves (tal como su título lo puede hacer presuponer) y La Bella Durmiente y así arma un rejunte de ideas, influencias y referencias, que podían haber armado un lindo producto, pero en su lugar nos entregan una película carente de inspiración, con un guión muy plano, sin sorpresas, que sólo puede llegar a agradar a los integrantes más (muy) pequeños de la familia. Sus canciones pegadizas, humor inocente y blando, y una animación simple pero efectiva, logran que el film se convierta en algo atractivo pero, como dije antes, sin dudas para un público muy joven, quizás demasiado. El resto nos encontraremos o aburridos o indignados ante un producto tan vacío y falto de originalidad, porque éste último problema no radica en utilizar tópicos tan aprovechados a lo largo de la historia del cine, sino en no hacer nada interesante con ellos. Con algo de Shrek en su idea original, El séptimo enanito bucea entre diferentes historias muy populares pero da por sentado muchas cosas, y este es un punto que le juega en contra con el público al que parece estar mayormente destinado: el más pequeño, para quien quizás algunas de estas historias son nuevas. Dirigida por Harald Siepermann y Boris Aljinovic y protagonizada principalmente por un inocente pero medio bobo (claro, se llama así además) enanito, que es el que origina casi todos los conflictos (y el principal) de la película, esta historia de hadas, dragones y princesas embrujadas termina siendo una opción linda en su envoltorio y premisa, pero rápidamente aburrida y sin mucho sentido. Los guiños y las buenas intenciones no son suficientes y un poco más de ganas y sobre todo imaginación para crear nuevos universos de otros tan antiguos y conocidos podrían haber hecho de esta película algo más interesante. En cambio, sorprende que llegue a cartelera y no tiene mucho mérito como para lograr destacarse en ella.
Animación europea clase B El séptimo enanito se estrena doblada al castellano, por ese motivo el espectador no tiene posibilidades de adivinar que se trata, en realidad, de un film alemán. Sí, Alemania tiene films de animación berretas, como este film. No es una rareza dentro de esa cinematografía a la que nosotros conocemos por sus obras más prestigiosas y graves. Pero el cine comercial existe en muchos países de Europa y, en muchos casos, es de una calidad tan baja como esta. El séptimo enanito, busca, como muchos films actuales, poner en duda los mitos de los cuentos de hadas, jugando con ellos y dándoles una vuelta de tuerca. Pero la bajísima calidad de la película es una sorpresa. Años atrás, un producto así, hubiera ido directo a DVD, y hubiera sido fondo de catálogo, de esos que apenas llegaban de lástima a los hogares. El más torpe de los enanitos del cuento debe comandar una aventura para restablecer el orden en el mundo de las hadas, pero la falta de interés que posee la historia pasa de ser insólita a ser molesta. No toda la animación es norteamericana, muchos países han demostrado su capacidad para el género. Desde la artesanía perfecta del japonés Miyazaki en Se levanta el viento (aun en cartel) hasta la factura clase A de un film como Metegol, los ejemplos de un cine de calidad –nos gusten o no luego las películas– son bastantes como para conformarse con El séptimo enanito, una película que da más vergüenza ajena que otra cosa.
Entre Blancanieves y La Bella Durmiente Hace tiempo que la libre relectura de cuentos infantiles tradicionales y la mezcolanza de los personajes más populares extraídos de ellos y bien conocidos por los chicos han dado origen a esta especie de receta de films de animación que no reconoce fronteras y -lo que es más preocupante- no siempre incluye demasiada imaginación. Shrek, que seguramente fue la fuente tomada como modelo, no resultó solamente de la afortunada aplicación de una fórmula, sino de la inteligencia, la inventiva, el ingenio, el buen gusto, la gracia, la fantasía y el sentido estético que se invirtieron en la operación. Elementos que no abundan en este séptimo enanito, que según se sabe procede de la misma empresa productora de otros dos films alemanes de igual título pero interpretados por actores. Uno, el primero, tuvo en 2004 el suficiente éxito en su país como para que se intentara una secuela que no corrió la misma suerte. Puede suponerse que con esta versión animada la Seven Dwarfs Animation Company intenta una suerte de revancha. Vuelve aquí a asociar a La Bella Durmiente con Blancanieves (son muy amigas) en un cuentito bastante pobre donde no faltan ni la bruja con sus hechizos, ni el dragón, ni los enanitos, el más pequeño de los cuales, el del título, es el que sin querer hará brotar en la princesa la gota de sangre que, según dispuso el designio de la hechicera, condenará a todo el reino al sueño eterno, por lo menos hasta que el príncipe la despierte con su oportuno beso, etcétera. Nada demasiado interesante ni novedoso para la platea, como tampoco lo son los dibujos, muy lejos del nivel al que la animación, aun en industrias no demasiado fogueadas en ese terreno, nos tiene acostumbrados.
Mezcla animada Es jugada la combinación de “Blancanieves” con “La Bella durmiente”, y los toques de modernización. Cada cual puede contar la historia como mejor le guste, y los directores de El séptimo enanito adaptaron -o mejor, abrevaron en- Blancanieves y los siete enanitos para construir, entonces, una historia propia. Distinta. Y que amalgama a los enanitos con La Bella durmiente. Demostrando que hacerlo no es privilegio exclusivo de Disney, que hace lo que quiere con los relatos clásicos, de Aladdin a La Bella y la Bestia, ¿por qué los alemanes Boris Aljinovic y Harald Siepermann no podían hacerlo? En un castillo, la princesa del cuento está por cumplir 18 años, y según el hechizo de una bruja malvada, llamada Dellamorta, si se pincha el dedo antes de llegar a la mayoría de edad, todo el reino caerá en un sueño profundo. Y no pregunten cómo, pero uno de los enanitos mete la pata, la princesa se pincha y todo el reino -menos los enanos- caen en el sueño profundo. La única manera de romper el hechizo del sueño por cien años es llegar hasta el castillo de Dellamorta. Allí está Jack, sí, el muchachito que despertará a la princesa Rose con un beso de amor. Pero está secuestrado por Dellamorta. El asunto no es el cruce de cuentos aquí, sino la animación en sí, que no es ni tan fluida ni colorida como la de la empresa del ratoncito. Lo que sí tiene es variados giros humorísticos y de modernidad en la trama y las acciones, lo que de alguna manera hace a un acoplamiento (perdón), como manteniendo un esquema o un plano tradicional aggiornándolo con citas del presente. La película está destinada a los chicos de no más de 10 años, aunque el ritmo no decae y algún hermanito mayor puede acompañarlos, y hacer así una salida familiar completa. El pochoclo ayuda.
Dibujo elemental y diversión modesta Información para niños: éste no será un dibujo animado de esos que se recuerdan toda la vida, pero van a pasar el rato. Información para grandes: este dibujo tiene la ventaja de venir sin merchandising agregado, lo cual es un ahorro. Y de tomarse todo en solfa, lo que ya es costumbre. Por ejemplo, al cumpleaños de 18 de la Bella Durmiente Antes de Dormirse llega Blancanieves en limusina, de vestido por arriba de las rodillas, contonéandose entre sus enanitos. Y la cumpleañera ya tiene un novio secreto, plebeyo pero limpito (y medio pavote porque hay que protegerlo y hasta rescatarlo de las manos y los labios del hada maligna, que es mala y fría como el hielo pero está bastante atendible). Ah,no, aclaremos que simplemente es pura broma. Pero de humor alemán. En la producción se juntan Boris Aljinovic y otros pícaros que ya hicieron con actores reales "7 enanos" y "7 enanos. La continuación", dos guarradas más o menos civilizadas y más o menos graciosas que pueden verse por Youtube, y contratan al más trabajador Harald Siepermann, que, luego de trabajar en varios dibujos de los sellos Amblin y Disney, participó en el desarrollo visual de "Encantada" y entró en la animación germana haciendo los caracteres adicionales de "Till Eulenspiegel". Suyos son los méritos visuales en este caso, incluyendo algunas cabecitas redondeadas y sonrosadas tipo muñequito de tapón de botella (estilo antiguo, cuando esos muñequitos eran de madera). Suyas también son algunas figuras propias de historieta infantil, y la imitación berreta pero simpática del dragón y otros bichos. Del resto de la compañía son, en cambio, los chistes viejos, las canciones sin mayor gracia, y la entretenida historia del enanito tontón que pone a todo el reino en problemas, pero al final se aviva y se convierte en el héroe de la fiesta. Quizá las canciones suenen mejor en su idioma original. Si el lector la encuentra, tendrá un interesante bonus: la bruja Dellamorta es interpretada por Nina Hagen (lo mismo, la versión en inglés). Hechas estas salvedades, y aceptando que a la larga todos los personajes resultan simpáticos, como se ve, no les hemos mentido a los niños: se pasa el rato.
El tamaño no importa Aunque es un filme apto para todo público, El séptimo enanito esconde todo tipo de insinuaciones sexuales entre las acciones principales. Si a El séptimo enanito la ve un psicoanalista, seguramente tendrá varias cosas para analizar. Es que en la animación de nacionalidad alemana hay erotismo (cómo presenta a Blancanieves, por ejemplo) e insinuaciones sexuales por todas partes (objetos fálicos, frases con doble sentido, diálogos y situaciones un tanto suspicaces como para estar en una película infantil). Pero todo en segundo plano, dicho al pasar, escondidos entre las acciones principales. Con una especie de dibujos de inferior, una voz en off nos explica de qué va la historia. En el castillo de Fantabularasa, una princesa recién nacida es maldecida por una bruja llamada Dellamorta: si antes de cumplir 18 años se pincha el cuerpo con algo punzante, queda automáticamente dormida por 100 años, tanto ella como su familia, y lo único que puede romper el hechizo es el beso de un muchacho que la ame de verdad. Por lo tanto, para evitar la pinchadura hasta que cumpla la mayoría de edad, el padre de la princesa Rose le pone una armadura para protegerla. El joven enamorado es Jack y tendrá que viajar hasta las profundidades del bosque donde viven los siete enanitos, quienes lo ayudarán a cumplir con su misión. De los siete bajitos, el que sobresale por su torpeza es Bobo, el más pequeño de los pequeños. Es alrededor de él que gira la trama, que además cuenta con un dragón que habla y momentos musicales que son básicos pero entretenidos. La mezcla que los directores Boris Aljinovic y Harald Siepermann hacen de la Bella durmiente con Blancanieves no es lograda, ya que una de ellas desaparece por completo segundos después de aparecer en pantalla. Las buenas animaciones apuestan a la originalidad, el humor inteligente y la inventiva, y es justamente todo esto lo que le falta a El séptimo enanito. A muchos de estos dibujitos los deberían ver primero los mayores para después evaluar si llevar o no a los chicos al cine, ya que en este caso se escuchan diálogos confusos como el siguiente: “¿Crees que el tamaño importa?”, pregunta alguien. “Claro que importa”, responden (y el afiche de promoción viene con el tagline “El tamaño no importa”). También hay que prestar atención a la aparición de Caperucita y el Lobo, personajes que están tapados pero cuyo comportamiento es clave para entender el mensaje no apto para menores. A pesar de esto, que siempre es discutible, es una película que cree en los cuentos de hadas, en el amor verdadero y en la amistad.
No aportará mucho a las historias de príncipes y princesas y sus reversiones aggiornadas. Es una lástima porque está bien hecha pero se queda con baja estatura por no superar a Shrek ni a la menos popular "La Verdadera Historia de Caperucita". El Séptimo Enanito es una saga nacida en Alemania en 2004, donde los personajes ya han tenido participación en dos pelis anteriores, que acá no llegaron y eran de carne y hueso. Ahora, uno de los enanitos, Cloudy, no sólo le pondrá voz a su versión animada sino que convertirá este filme en su ópera prima como director. Harald Siepermann, codirector y guionista, murió en el 2013; lo más impresionante no es su trabajo en esta película sino su currículum tanto como director de animación como de arte en varias historias exitosas desde "¿Quién Engañó a Roger Rabbit?", pasando por "Mulán", "Tarzán", "Tierra de Osos" y "Encantada". Sé que las precuelas de "El Séptimo Enanito" han tenido algún premio en Alemania y que vienen por el mismo camino de la parodia de cuentos clásicos. enanito_4_ew La actual obra, dirigida a un público netamente infantil, que no haya visto ni Shrek ni Cómo Entrenar a Tu Dragón, puede funcionar. Hay canciones pegadizas (tal vez en demasía), algunos gags graciosos y los dibujos son simpáticos. La trama nos lleva a la vida de la princesa Rose, que fue encantada por Dellamorta (ya habrán pescado que ella es la bruja), para que a los 18 años, si la chica no recibe el beso del amor verdadero, caiga dormida para siempre mientras la mala se venga de su padre, el Rey, por no haberla querido como su Reina y contradecir sus promesas. Jack puede ser la salvación de Rose, pero no es invitado al baile de cumpleaños ya que es pobre y Rose lo mantiene como su amor oculto hasta que crea conveniente revelarlo. ¿En dónde entran los enanitos, si no están con Blancanieves? Resulta que Blancanieves es la mejor amiga de Rose, muy estilo "Clueless" y por eso conoce a los enanitos que asistirán al banquete real. enanito_5_ew Bobo, es el séptimo enanito y tiene dificultades para atarse los cordones de los zapatos, lo que trae en la mayoría de las ocasiones, desgracias pequeñas o catástrofes como la que se desatará a manos de Dellamorta, que tiene como esclavo a un dragón un tanto acomplejado y bailarín de tap, llamado Bernie. La bruja congela el mundo y allí irán Bobo y sus compañeros (con sus estereotipos, tal cual, el cuento tradicional y toque siglo XXI), a salvar a Jack, que fue atrapado antes de la fiesta y que deberá actuar con la ayuda de los pequeños de gorritos en punta para que bese a Rose y todo vuelva a la normalidad. Trivia de la precuela de carne y hueso: el personaje de Dellamorta fue interpretado por Nina Hagen, exponente de la música punk alemana.