Película urgente, que además de seguir haciéndonos reflexionar sobre la industria cinematográfica y aquellos que creyeron que podían seguir actuando impunemente, nos introduce en el mundo del periodismo con un ritmo intenso y sostenido, por el solo hecho de hablar de lo que pocos se animaron a hablar y notables actuaciones de Carey Mulligan, Zoe Kazan, y la valiente Ashley Judd, hay que ir al cine para acompañarla y seguir debatiendo.
El retrato de los cambios culturales contemporáneos suele descolocar al cine, más allá de las buenas intenciones de sus realizadores y el uso eficiente de todas sus herramientas narrativas y artísticas. Hay algo en muchos de los intentos de retratar hechos de la actualidad que hace que sufran de una aparentemente inevitable simplificación de los acontecimientos reales. Es lógico, dado que los sismos que producen nuevos paradigmas sociales suelen contener mucha más complejidad y matices de los que es posible reflejar en un largometraje realizado en medio del proceso de renovación. El hecho de que Ella dijo esquive ese obstáculo y relate con aplomo los detalles de la investigación del diario The New York Times sobre la conducta de Harvey Weinstein, es tal vez uno de los mayores logros de una película que consigue sumarse a la larga tradición de films sobre la labor periodística desde una perspectiva nueva, que le hace justicia a la historia que está relatando. Para recapitular: en 2017, el diario norteamericano publicó un artículo firmado por las periodistas Jodi Kantor y Megan Twohey en el que se daban detalles de los abusos cometidos por Weinstein a través de los años, y el sistema de protección y silencio instalado en la industria del entretenimiento que permitía y avalaba su conducta. Aquella investigación provocó las primeras fisuras de un sistema para subyugar y silenciar a las mujeres que trabajaban en el cine, desde las actrices más reconocidas del mundo hasta las jóvenes asistentes cuyas vidas fueron irremediablemente afectadas por los abusos a los que fueron sometidas. La película dirigida por la realizadora alemana Maria Schrader (Poco ortodoxa), pone la mirada en Kantor (Zoe Kazan), Twohey (Carey Mulligan) y en las primeras víctimas del productor -ahora encarcelado con una condena de 23 años por abusos y violación, y en pleno juicio en Los Ángeles-, que se animaron a contar sus experiencias públicamente interpretadas, entre otras, por Samantha Morton, Jennifer Ehle y Ashley Judd, protagonista real del caso que aquí se encarna a sí misma. Sin salir en lo formal de ciertos convencionalismos de puesta en escena, el film sí aporta una novedad fundamental: a diferencias de otras grandes películas sobre investigaciones periodísticas como Todos los hombres del presidente, En primera plana y The Post: los oscuros secretos del Pentágono, aquí el punto de vista de las investigadoras se alinea con el tema en el que trabajan y su género es un factor determinante en el relato. Que Kantor y Twohey sean dos periodistas femeninas y madres de hijas pequeñas no es un detalle colorido o periférico a la historia, sino su centro. Sin caer en sentimentalismos ni en golpes bajos, el guion construye a dos personajes tan genuinos como empáticos, dos mujeres muy distintas entre sí, valientes -cada una a su modo-, imperfectas y muy conscientes de serlo. Su humanidad y la de las diferentes víctimas y testigos que aparecen en la película resuenan más fuerte por el hecho de que la perspectiva con la que fue realizado el film es una de las consecuencias directas que provocó la investigación reconstruida en la ficción adaptada del libro She Said, escrito por las periodistas. En ese juego de espejos, la guionista Rebecca Lenkiewicz desarrolla un virtuoso hilo que va desde los antecedentes de Twohey escribiendo sobre las denuncias de abuso que pesaban sobre Donald Trump, por entonces candidato a la presidencia de los Estados Unidos, y el modo en que su triunfo catalizó la idea de la investigación del New York Times sobre Weinstein. Otro de los aciertos del film es dejar a su villano siempre fuera de cuadro para transformarlo en una ominosa presencia que, de todos modos, ejerce inmensa influencia sobre los personajes y cuyos modos amedrentadores se sienten -y escuchan- durante todo el relato. La única escena en la que “aparece” el abusador es de espaldas y con la cámara fijada en la mirada expresiva Mulligan, una sinfonía de desprecio y triunfo ante el monstruo intentando dar sus últimos zarpazos. El foco puesto en las vidas tanto profesionales como personales de sus protagonistas se equilibra con las historias íntimas de las víctimas retratadas, sin perder de vista que lo que está en juego en la historia es la opresión, intimidación y abuso sistémico a todo un género, una perversa estructura cultural de la que Weinstein era apenas uno de los emergentes. Si el film logra ese difícil balance es en gran medida gracias a las interpretaciones de todas sus actrices y especialmente las de Kazan y Mulligan, un dúo a la altura de la historia que Ella dijo consigue contar.
La película sobre cómo se destapó el caso Weinstein -o habría mejor que decir la pornográfica cantidad de abusos, acosos sexuales y violaciones realizados por el ex productor cinematográfico, actualmente en prisión- tiene sus puntos a favor y en contra, y todos por la inmediatez, la proximidad de lo que se está narrando. De hecho, la película de la directora de la miniserie Poco ortodoxa Maria Schrader se basa en el libro que las periodistas de The New York Times Jodi Kantor y Megan Twohey publicaron en 2019, con el mismo título que el filme. Muchos espectadores atentos ya sabrán lo que va a suceder cuando las periodistas consigan que alguna de las mujeres acosadas permita dar su testimonio con nombre y apellido. La película comienza en Irlanda, en 1992, donde una joven Laura Madden, mientras caminaba con su perro, se cruza con un equipo de filmación de época. Rápidamente su suma al rodaje, y aún más rápido el corte va a Laura Madden corriendo y llorando. No será el único flashback de Ella dijo, porque los testimonios de otras víctimas van y vienen en el tiempo. La pulcritud y el respeto con el que son tratados y expuestos los abusos van a la cuenta del haber en el filme. Estructura clásica La estructura es bastante similar a otras películas sobre periodistas investigando casos de fuerte repercusión. El más reciente, En primera plana, de Tom McCarthy sobre la investigación del Boston Globe acerca de abusos sexuales por parte de la iglesia católica en esa ciudad, o Todos los hombres del presidente, de Alan J. Pakula, sobre el trabajo de Carl Bernstein y Bob Woodward, que publicaron en su diario, el The Washington Post, el escándalo de Watergate que le costó la presidencia a Richard Nixon. Bueno, Ella dijo comienza con Megan averiguando y descubriendo los acosos de otro futuro presidente, Donald Trump, antes de las elecciones en las que vencería a Hillary Clinton, en 2016. Y es a partir de ese año y ese momento donde el filme elige centrarse. Pero a diferencia de los dos títulos arriba mencionados, Ella dijo elige seguir las vidas personales de Twohey y Kantor, las relaciones con sus parejas, sus hijos -Kantor será madre primeriza y no la pasará bien-. Tal vez fuera por necesidad de airear la historia y hacerla menos “objetiva”, con suficientes comillas, al intentar acercar al público a las protagonistas de la película. Carey Mulligan ya ha tenido varias participaciones en filmes en los que el rol de la mujer se pone en cuestión, y la actriz de Enseñanza de vida e Inside Llewyn Davis: Balada de un hombre común lo hizo tanto en Las sufragistas primero y en Hermosa venganza, después. Pero quien más se destaca es Zoe Kazan, la actriz de Ruby, la chica de mis sueños y nieta de Elia Kazan. Quizá sea porque su personaje, Jodi Kantor, tiene una elaboración distinta a la de su compañera, pero para dar un ejemplo, cada vez que recibe un llamado telefónico, sus expresiones son las que más y mejor nos llegan. Ella dijo no es una película de debate, es decir, sobre la que se debata, porque todo está muy claro. Sí permite la discusión más que la controversia sobre la impunidad que creen tener algunos poderosos, y también el de los medios.
"Ella dijo": el final de un pacto de silencio. La película recrea la odisea profesional de las periodistas de The New York Times que develaron el "Caso Weinstein", El efecto dominó fue imparable y la caída estrepitosa. Luego de la publicación en las páginas de The New York Times, en octubre de 2017, de la primera de una serie de notas sobre Harvey Weinstein y sus conductas aberrantes hacia las mujeres durante al menos dos décadas, el otrora mandamás de la productora Miramax se transformó en símbolo de las humillaciones y actos criminales tolerados en la industria del cine y, por extensión, otros ámbitos laborales. El pacto de silencio se quebró y las compuertas de las denuncias se abrieron para nunca más cerrarse, iniciando el imparable movimiento #MeToo. Como afirma una placa al final de Ella dijo, el largometraje de la actriz y realizadora alemana Maria Schrader (la directora de Stefan Zweig: Adiós a Europa, la reciente El hombre perfecto y varios episodios de la serie Poco ortodoxa) Weinstein cumple actualmente una condena de 23 años de prisión, y su caso ayudó a muchas mujeres a contar por primera vez experiencias traumáticas guardadas bajo las llaves del dolor, la vergüenza y/o los acuerdos de confidencialidad extorsivos. La clave del guion de Rebecca Lenkiewicz (Ida, Desobediencia) es de índole clásica. Retomando las enseñanzas de títulos como Todos los hombres del presidente o la más reciente The Post: Los oscuros secretos del Pentágono, la trama encuentra a las periodistas Jodi Kantor y Megan Twohey (impecables Zoe Kazan y Carey Mulligan) trabajando bajo el mismo techo pero separadas en la redacción del famoso periódico neoyorquino. Profesionales, esposas, madres, la línea de sus investigaciones previas las pone detrás de los pasos del productor cinematográfico, partiendo de una serie de denuncias olvidadas y anécdotas de difícil verificación. Más aún cuando ninguna de las supuestas víctimas de acoso y, en más de un caso, flagrante abuso sexual deseaba exponerse públicamente, ante la posibilidad cierta de las represalias de una figura tan poderosa como temida. El punto de partida de las heroínas es entonces la punta de un ovillo cuya circunferencia es por completo desconocida. De (casi) cero a la publicación de la nota, Ella dijo acompaña esa odisea profesional con pinceladas de la vida privada de las periodistas, rodeadas por la presencia constante de personajes secundarios de relevancia, fuera y dentro de la redacción, otro aceitado elemento narrativo tan caro al cine estadounidense. Sobria, alejada de cualquier clase de sensacionalismo, fiel al punto de vista de las protagonistas, sin abusar de los flashbacks, la película de Schrader vuelve a señalar la importancia de una profesión que está en peligro de extinción: el periodismo de investigación de campo, lejos de las redes sociales como origen de las noticias, afincado en el doble y triple chequeo de datos, imbricado en el tejido de la sociedad y sus instituciones. Twohey y Kantor visitan por sorpresa a sus posibles fuentes, intentan acercarse a documentación confidencial de difícil acceso, toman aviones para entrevistar a mujeres que, en un primer momento, no desean revolver el pasado. Es la insistencia, aunque siempre manteniendo las reglas del off the record y la reserva de identidad, la que termina germinando y ofreciendo sus frutos. “Se robó mi voz justo cuando estaba a punto de encontrarla”, afirma uno de los personajes con lágrimas en los ojos. Es probable que la pesquisa real haya tenido otras complejidades y el recorrido no fuera tan lineal, pero sólo se trata de ofrecer una versión ficcional que no traicione ni las causas ni las consecuencias ni las formas de la investigación. En un toque de gran potencia dramática, que destaca de manera notable el famoso “basado en hechos reales”, la actriz Ashley Judd, la primera figura en hablar públicamente de Weinstein y sus malditas costumbres, se interpreta a sí misma en un par de escenas, recordatorio de que detrás de la ficción hay mujeres de carne y hueso que siguen intentando vivir de su profesión.
Este jueves se estrena Ella dijo. Dirigida por María Schrader (Poco Ortodoxa) y guionada por Rebecca Lenkiewicz (Colette), es una adaptación al cine del libro con el mismo nombre publicado en 2019 y escrito por las periodistas Jodi Kantor y Megan Twohey. A modo de investigación, casi policial, este film nos muestra los trasfondos de la investigación llevada a cabo por las dos periodistas de The New York Times que terminó por explotar en octubre de 2017 con un artículo que recopila testimonios sobre los acosos y abusos sexuales cometidos por Harvey Weinstein, productor de cine y ejecutivo estadounidense. Debo decir que las investigaciones en general me interesan y esta, en particular, me resultó muy atrapante porque comienza con el puro caos: una depresión postparto y la gente votando a Trump después de múltiples acusaciones por abusos sexuales. Es este contexto social, donde lo que les pasa a las mujeres no importa mucho, desde donde emergen los primeros relatos de las víctimas de Weinstein y todo apunta a la desesperanza de seguir sin ser oídas. Entre avances, retrocesos, artilugios legales y… nunca te pongas de traste al contador (le pasó a Al Capone, le puede pasar a cualquiera), los silencios de estas mujeres se destraban y se convierten en una sola voz que dará el empujón inicial al movimiento #metoo. Las protagonistas, Zoe Kazan (Jodi Kantor) y Carey Mulligan (Megan Twohey), están muy bien, sin embargo, no destacan. Tampoco el resto del elenco, con una excepción: Samantha Morton. En principio me molesta que no se luzcan más y luego pienso en Poco Ortodoxa (Netflix, 2020), también dirigida por María Schrader; al parecer no estamos acostumbrados a la falta de épica en los relatos. Es eso lo que me hace ruido de Ella dijo, quiero que el comienzo de un movimiento histórico como #metoo sea épico, con trombones de fondo si es necesario, pero no es la decisión, tampoco lo fue de Kantor y Twohey. Cuando empecé con esta reseña, lo primero que leí fue un artículo del diario El País sobre el libro, donde las autoras dicen: “Sentimos que estos hechos nos pertenecen a todos, no solo a nosotras”. Hay una intención de que el relato no sea personal sino que se convierta en un relato coral que de esta manera obtenga la potencia de una orquesta. Vuelvo a decir, el solo es de Samantha Morton interpretando a Zelda Perkins, la mujer que rompió un tratado de confidencialidad firmado con el fundador de Miramax en 1998, por 165.200 dólares, y destrabó los silencios. Qué decirles, el artículo inicial ganó un Pulitzer en 2018. Sin dudar: vayan a verla. Es una buena película, suena potente, dura dos horas y 10 minutos, es ágil, pero sin épica.
Se basa en la investigación premiada por el Pulitzer, realizada en en New York Times ( y el libro posterior) que puso en evidencia los abusos constantes del poderoso productor Harvey Weinstein hacia empleadas y actrices destacadas, y como les pago durante décadas a las acusadores de abuso sexual, y estuvo protegido por abogados, asesores y el silencio cómplice de toda la industria. Ese productor podía cortar la continuidad de trabajo de esas mujeres que se atrevían a acusarlo, su poder era enorme. Hoy gracias a esa investigación de las periodistas Megan Twohey y Jodi Kantor, y del impulso que ese trabajo le dio al movimiento “#Me Too”, ese hombre está en la cárcel y cumple una condena de 23 años. Y aunque lo denunciaron más de ochenta mujeres fue condenado por dos casos. Con ese material, la directora María Schrader, con el guión de Rebecca Lenkiewicz, desarrollan una película que sigue los pasos de otras clásicas sobre investigaciones periodísticas. Pero además se centra en las personalidades de esas dos profesionales, con sus vinculaciones familiares, sus sacrificios y diferentes estilos. Entre ellas y esas mujeres que están maniatadas por acuerdos legales leoninos o el miedo y la humillación, se construye el corazón de la película. Refleja de que manera una mujer víctima ve destrozada su vida y guarda silencio, cuando puede reaccionar o no, como ese proceso la demuele literalmente. Y por otro lado valoriza ese periodismo de investigación que chequea cada dato, cada información y cuando sale a la luz tiene la solidez necesaria para la denuncia irrefutable. La evolución de esas mujeres abusadas en contraposición con la emoción y los logros de las investigadoras, al mundo femenino que despierta ante la corrupción de todo un sistema armado para la impunidad. Aunque por momentos lenta, los momentos emotivos están tan bien logrados que las dos horas y minutos no pesan sobre el espectador. Hay actuaciones sobresalientes de Carey Mulligan,Zoe Kazan, Patricia Clarkson. Y breves apariciones pero extraordinarias como la de Samantha Morton. Una película que refleja un momento de cambio para el mundo y que deja para el espectador muchos interrogantes aún no resueltos.
Basada en la investigación de las periodistas del New York Times Megan Twohey (Carey Mulligan) y Jodi Kantor (Zoe Kazan) llega una historia apasionante, cruda y desgarradora que era un secreto a voces: el drama del abuso y acoso sexual en la industria del cine perpetrado a manos de Harvey Weinstein, director de Miramax y uno de los productores más poderosos e influyentes del mundo del espectáculo, con varias Nominaciones al Oscar, (incluídos tres Premios a Mejor Película), temido y respetado durante décadas. De qué se trata? 👉 "Ella Dijo" es un drama dirigido por Maria Schrader que relata el largo y tedioso camino que estas dos periodistas, respaldadas por un equipo de editores, Rebecca (Patricia Clarkson) y Dean (Andre Braugher) tuvieron que recorrer para desenmascarar a Weinstein. La película comienza con las acusaciones que Twohey reveló contra Donald Trump en 2016. La misma periodista luego se sumaría a Kantor y juntas siguen la denuncia, primero anónima, de la famosa actriz Ashley Judd que encendió las alarmas para que ambas comiencen a investigar los casos y para que las demás, actrices y empleadas del Estudio vayan animándose a hablar, con avances y retrocesos. Con varios testimonios en distintas partes del mundo las víctimas (Judd, Rose McGowan, Rowena Chiu, entre otras) se animaban a contar los momentos de humillación vividos y su mal manejo de ese poder que ostentaba haciéndoles creer que de su comportamiento dependían sus carreras. Las mujeres implicadas se fueron animando, pero sin ser citadas, por el terror y la angustia que las consecuencias les podrían traer y por haber firmado en varios casos severos pactos económicos de confidencialidad. Los testimonios de las abusadas seguramente generarán sentimientos de indignación e impotencia, al menos eso generó en mí, y me alegró ver plasmado el final que ya conocía, que ojalá sirva para seguir destapando otros casos. Lo Mejor: La reveladora película inspiró a crear el Movimiento #MeToo logrando que las mujeres en todo el mundo puedan hacer pública cualquier situación de abuso, y/o acoso. Con un guion perfectamente construido y un suspenso que crece hábilmente, el film cierra por todos lados, con actuaciones sobresalientes de sus dos principales protagonistas y de todo el elenco. Dirigida por: Maria Schrader Guion: Rebecca Lenkiewicz Elenco: Carey Mulligan, Zoe Kazan Productora: Brad Pitt, Dede Gardner, Jeremy Kleiner Título Original: She Said
Basado en el libro publicado en 2019 por las periodistas del New York Times Jodi Kantor y Megan Twohey, "She Said", el filme cuenta el recorrido de la investigación que terminó de estar exponiendo y revelando la historia de abusos y violaciones, durante mas de dos décadas, por parte de Harvey Weinstein, quien fuera uno de los productores mas poderoso de Hollywood. Una historia ahora conocida con un final también conocido. Con guión de la inglesa Rebecca Lenkiewicz la misma de “Ida” (2013) y dirigida por la alemana Maria Schrader conocida por la miniserie “Poco Ortodoxa”, "Ella Dijo" es un drama periodístico que respeta la estructura que se impuso en este tipo de filmes a partir de “Todos los Hombres del Presidente” (1976). Megan
Al igual que clásicos cines como Spotlight (En Primera Plana) o All the President's Men (Todos los hombres del presidente), Ella Dijo expone con rigurosidad y nombres propios un entramado político, social y empresarial de impunidad
Cómo no ponerle cinco estrellas a una película como Ella dijo, que denuncia a hombres poderosos llamándolos por su nombre, que se anima a dar la cara y a poner el cuerpo (con actrices que hacen de ellas mismas), que señala las injusticias sin el mínimo temor y que encara la verdad con valentía y claridad ejemplares. La película de la directora alemana Maria Schrader (La jirafa, El hombre perfecto) es un prodigio cinematográfico, con una puesta en escena sobria y una fotografía (a cargo de la argentina Natasha Braier) que agiliza el ritmo de un relato que emociona con actuaciones tan impecables como contundentes. El guion es de Rebecca Lenkiewicz (Ida, Colette) y está basado en la investigación de tres reporteras de The New York Times, Jodi Kantor, Megan Twohey y Rebecca Corbett, que fue fundamental para hacer público el caso de Harvey Weinstein, denunciado por violación, abuso y acoso sexual a varias actrices de Hollywood, dando inicio al movimiento conocido como #MeToo. Weinstein fue condenado en febrero de 2020 a 23 años de prisión por un tribunal de Nueva York, en gran parte gracias a las investigaciones publicadas por The New York Times y The New Yorker. Actualmente, el exproductor de las compañías Miramax y The Weinstein Company enfrenta un segundo juicio en Los Ángeles. Según muestra la película, durante las décadas de 1990 y 2000, Weinstein aprovechaba su poder para cometer delitos sexuales sistemáticamente. Mientras recibía premios en grandes festivales como el de Cannes y el de Venecia, el productor hacía de las suyas en los cuartos de hoteles, donde esperaba a sus víctimas para violarlas con total impunidad. Lo que más conmueve de Ella dijo es cómo desarrolla su tema, enmarcándolo en la tradición de películas sobre investigaciones periodísticas, como Todos los hombres del presidente o El informante, entre otras. Y su punto fuerte es, sin dudas, las actuaciones de sus dos actrices principales, Carey Mulligan y Zoe Kazan, quienes se ponen la película al hombro en los papeles de Megan Twohey y Jodi Kantor, dos reporteras que son madres y que aun así tienen la fortaleza de seguir adelante con una investigación compleja y arriesgada. Es importante ver cómo los hombres quedan en un segundo plano, pero en el buen sentido, cuidando a los hijos y permitiéndoles a las mujeres hacer su trabajo de la mejor manera. El ritmo trepidante de la película se debe también al firme pulso de la directora y a lo bien que están las actrices secundarias, desde Jennifer Ehle hasta Samantha Morton, pasando por la conmovedora Ashley Judd, quien hace de ella misma. Otro punto a favor es que muestra que el periodismo, cuando es ejercido con responsabilidad y rigor, puede cambiar el rumbo de la historia y hacer justicia. Emociona ver a un editor ejecutivo como Dean Baquet (Andre Braugher) y a una compañera de trabajo como Rebecca Corbett (Patricia Clarkson), quienes ayudan a las reporteras en todo momento. Además, la película se anima, en un comienzo, a denunciar a Donald Trump, señalando que lo que lo salvó de que lo lleven a juicio por denuncias de mujeres fue su elección como presidente en 2016. La valentía de nombrarlo es algo que hay que valorar. Ella dijo es una película indispensable y consciente de que la investigación de las reporteras es una gota en el océano, pero una gota que ayuda a que otras mujeres se animen a hablar y a tomar consciencia del problema. Por último, hay que decir que el productor ejecutivo del filme es Brad Pitt, lo que significa, también, toda una carta de amor a Gwyneth Paltrow, una de las tantas víctimas de Weinstein.
Hay un antes y un después del Me Too, movimiento, símbolo, motín femenino que salió al mundo para prenderlo fuego y reemplazarlo por uno más justo para las mujeres. She Said (Ella Dijo) sería su génesis, el grado cero de una historia subterránea que llega a su punto de no retorno cuando comienza a ser contada por sus víctimas, hasta ese momento silenciadas por el miedo y el dolor, por el chantaje y el dinero del poder.
En octubre de 2017 un poco más de 80 mujeres hicieron denuncias de acoso sexual y/o violaciones contra Harvey Weinstein. Esto, provocó, entre muchas cosas, el nacimiento del movimiento #MeToo y todas las posteriores acusaciones de abuso sexual contra hombres poderosos en la industria de Hollywood y todo el mundo. Weinstein fue arrestado y acusado de violación en Nueva York en mayo de 2018 y se encuentra cumpliendo una pena de 23 años de prisión a la espera de otro juicio en Los Ángeles. Esto se dio a conocer gracias al trabajo de las reporteras del New York Times, Megan Twohey y Jodi Kantor. She said, película de Maria Schrader con Carey Mulligan y Zoe Kazan, cuenta esté brillante trabajo de investigación periodística. Ver She Said es salir de la sala movilizado, conmovido, molesto e indiginado. La película logra un recorrido muy detallado y emocionante sobre el caso de Harvey Weinstein. En el 2016 Megan Twohey (Carey Mulligan) publicó una investigación que mostraba conductas sexuales inapropiadas por parte del entonces candidato a la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump. Sin embargo, el empresario igualmente terminó siendo electo. Por su parte, unos meses después, Jodi Kantor (Zoe Kazan) recibía el dato de que en Hollywood han surgido varias acusaciones de abusos sexuales sin ser tratados. También recibe un nombre: Harvey Weinstein. Jodi busca la ayuda de Megan, ya que no encuentra la manera de que alguien hable del tema. Especialmente las mujeres que podrian haber sido atacadas por Weinstein. Cuando Jodi le pregunta como hizo para que, en el caso de Trump, ellas hablaran, Megan le responde: «Les dije que haciendo esto no podemos cambiar el pasado, pero quizas podemos ayudar a que a otras mujeres no le suceda lo mismo en el futuro. Les dije la verdad». Ambas inician la investigación con todos los frentes cerrados, pero poco a poco se va asomando la verdad. Si Harvey hizo lo que hizo con actrices, ¿Qué habrá sido de las personas que trabajaban en Miramax? Empiezan a contactarse con las sobrevivientes y con las personas que rodeaban al productor. Así logran descubrir una serie de acuerdos económicos por parte de la productora con empleadas a cambio de su silencio. Todo esto contado bajo un ritmo que, especialmente al que le interese la practica periodística, es fascinante. Uno de los grandes aciertos de She Said es el tratamiento de Megan Twohey y Jodi Kantor. Por un lado, son un ejemplo de lo mejor de lo mejor en el periodismo. Desde All the President’s Men (1976), no se veía una pareja de periodista tan a la altura de la profesión en la gran pantalla. Pero por otro lado muestra una historia donde dos madres trabajadoras logran conseguir un equilibrio entre su trabajo y su vida hogareña. Algo que practicamente nunca es reconocido. Por otro lado, está el guion adaptado del libro con el mismo nombre de la película. Encuentra muchos momentos dentro de la investigación, pero cuando debe tomarse el tiempo para escuchar los testimonios los hace con respeto y empatía. También hay que destacar la música de Nicholas Britell que es digna de ir a la guerra como si se tratará un juego de ajedrez. El film también muestra como esto no es un caso aislado, sino que se trata de un sistema entero que se dedicaba a encubrir estos abusos. Para ello se mide con varios testimonios y de algunos «cameos» no oficiales del Donald Trump y el mismo Harvey. She Said es una de mis películas favoritas del año. Son dos horas de pura adrenalina periodística, de reflexión y, especialmente, enojo.
La caída del imperio Weinsteiniano. Ella dijo es una película dirigida por la ganadora de un premio Emmy Maria Schrader, que cuenta cómo se llevó a cabo la investigación periodística que puso en evidencia los abusos sexuales del productor de cine Harvey Weinstein. Está protagonizada por la dos veces nominada al Oscar Carey Mulligan y Zoe Kazan, acompañadas de Patricia Clarkson, Andre Braugher, Angela Yeoh, Samantha Morton y Ashley Judd, entre otros. Basada en la investigación del diario New York Times, la historia es protagonizada por las periodistas Megan Twohey (Mulligan) y Jodi Kantor (Kazan), como las que llevaron a cabo esta investigación contra Harvey Weinstein que ayudó a impulsar el movimiento #Metoo en Estados Unidos. Afrontando el miedo a declarar de las víctimas de este productor que aprovechaba su poder para llevar a cabo esta serie de delitos con total impunidad. En primer lugar es necesario aclarar que esta es una película de “no ficción”, tomando el término del género literario, en la tradición de Todos los hombres del presidente (All the president’s men, Alan J. Pakula, 1976). Ya que narra los hechos empíricos a través de una presunta objetividad, en la que se usan los nombres reales tanto de víctimas como de acusados, y que puede apreciarse, por ejemplo, en la aparición de Ashley Judd haciendo de sí misma. Un párrafo aparte merece la banda sonora, a cargo del tres veces nominado al Oscar Nicholas Britell, que aporta la tensión necesaria para reflejar la gravedad de los testimonios que se relatan oralmente, sin mostrar las acciones. Así como también se destaca el poder de síntesis y la fluidez del montaje, a cargo de Hansjörg Weißbrich, que muestra cómo la investigación afecta la vida privada de sus protagonistas, otorgándoles la humanidad necesaria para generar empatía con el espectador. En conclusión, Ella dijo es una película que aprovecha la tendencia de las investigaciones periodísticas para mostrar la importancia de estas en la generación de hechos históricos. Homenajeando el trabajo de este dúo de mujeres, motivo por el que se deja fuera de campo a Harvey Weinstein, haciendo igual de pública la figura de estas heroínas contemporáneas.
Ella dijo retrata la génesis de la investigación periodística del New York Times que expuso el historial de casos de abusos sexuales del productor cinematográfico Harvey Weinstein. Un tema que eventualmente se convirtió en un catalizador importante del movimiento Me Too y cuya repercusión contribuyó a establecer importantes reformas en los ámbitos laborales alrededor del mundo. La película de la directora Maria Schrader se centra específicamente en los procedimientos periodísticos y describe en detalle las circunstancias en las que Megan Twohey y Jodi Kandor, interpretadas por Carey Mulligan y Zoey Kazan respectivamente, revelaron las situaciones macabras que sucedían en las oficinas de la compañía Miramax. A través de una dramatización correcta que incluye intervenciones amenas de Patricia Clarkson y Andre Braugher el film le rinde homenaje a las reporteras que gestaron el artículo ganador de un premio Pulitzer. El tema con esta película es que desarrolla la historia con la típica fórmula del cine hollywoodense que busca trascender en la temporada de premios sin tomar demasiados riesgos. La obra de Schrader evade cuestionar con profundidad la cultura machista y el sistema de impunidad de una industria que protegió a figuras como Weinsteín y Bill Cosby y tampoco hay una autocrítica al periodismo que durante décadas cajoneó las historias de los abusos cuando tenían la información de esos hechos. El relato de la directora opta por no meterse en quilombos y en ese sentido por momentos parece la versión Argentina, 1985 de los orígenes del movimiento Me Too. En parte porque también aspira a conseguir su burda nominación al Oscar y no se le puede pegar tanto a la industria que amparó a sujetos como el infame productor. Algunas mentes trasnochadas intentaron comparar a Ella dijo con Todos los hombres del presidente, la obra maestra de Alan Pakula que me parece tiene otra jerarquía artística. Una película apasionante que describía la investigación que destapó el escándalo Watergate a través de un thriller cautivante. Esa misma experiencia no se da con esta producción que sigue la fórmula de dramatizaciones que se podría encontrar en cualquier programa de Discovery o Nat Geo. Dentro del reparto Carey Mulligan y Zoey Kazan forman una dupla amena en los roles protagónicos mientras que Samantha Morton brinda el mejor momento dramático como una las víctimas de Weinstein. Aunque los temas que aborda son importantes y tienen una enorme vigencia cultural, como propuesta cinematográfica Ella dijo es bastante aséptica en el tratamiento del caso y probablemente quede en el olvido antes que termine el mes de noviembre. Tal vez en el futuro surjan otros cineastas que se animen a ir al hueso de estas cuestiones sin importarles si el film incomoda a los votantes de la Academia de Hollywood.
Es cierto, hoy andamos comparando películas: aquí tenemos la versión siglo XXI y pico de “Todos los hombres del presidente”. Dos periodistas (mujeres) del New York Times investigan los abusos y violaciones del poderoso productor de Hollywood Harvey Weinstein, lo que lleva al surgimiento del movimiento “MeToo”. Si vieron la película de Alan Pakula, o “El informante” (obra maestra de Michael Mann) o “Spotlight”, o “El Escándalo”, saben que todo está inventado. Aún así, el thriller periodístico funciona. Pero no basta con que el tema sea respetable para que una película sea inmediatamente “buena” en sentido estético, incluso si lo es en sentido moral. Hay algo de tensión a reglamento para agregar “cine” a la historia que no parece del todo coherente con lo que realmente pasó (Spotlight, en ese sentido, era más sincera: gente haciendo su trabajo, básicamente). Una película-ilustración, no tan Billiken como podría ser pero casi.
Basada en el bestseller She Said: Breaking the Sexual Harassment Story That Helped Ignite a Movement, llega a las salas de cine la historia que motivó el nacimiento del movimiento mundial #MeToo por el cual muchas mujeres alzaron la voz contra los abusos y acosos que se dan en el ámbito laboral. Ella dijo relata la investigación periodística que las reporteras del New York Times Megan Twohey (Carey Mulligan) y Jodi Kantor (Zoe Kazan) llevaron a cabo en 2016 a través de la cual se dio a conocer una serie de abusos sexuales que el productor cinematográfico Harvey Weinstein llevó a cabo a lo largo de su carrera en la industria del cine. Durante las dos horas de duración de la película sus creadoras relatan los diferentes obstáculos que las reporteras atraviesan para dar con cada víctima, conseguir su declaración, la posibilidad de ser mencionadas como fuente, las pruebas y el detalle de cada hecho. El guión es impecable: la forma en la que se narra el inicio y el desenlace del artículo periodístico en cuestión recorre toda la historia sin fisuras narrativas. Las oficinas del New York Times y el equipo de edición detrás del trabajo de ambas reporteras acompañan los diferentes estadios que recorrió el caso, cuya importancia social y contenido emocional fue de gran contundencia. La película da cuenta del miedo de las víctimas a declarar (muchas de ellas famosas, otras no tanto), y la imposibilidad legal de dar testimonio por los pactos de confidencialidad que muchas firmaron tras ser acosadas. El silencio se pagaba muy bien, pero condenaba a sus víctimas a guardar el secreto de lo que había ocurrido. Este modus operandi «acoso – pacto – silencio» le fue de utilidad a Weinstein durante muchos años para evitar ser denunciado. El artículo que las periodistas publicaron sirvió, entre otras cosas, para revelar los delitos que el productor de cine llevaba adelante y que fueron el motivo de su condena a prisión por 23 años, dictada por el Tribunal de apelaciones de New York en 2020. El hilo de la historia se encuentra sobre los hombros de dos sólidas actrices como Carey Mulligan (Hermosa venganza, Enseñanza de vida) y Zoe Kazan (The Plot Against America, Un amor inseparable). Ambas logran transmitir el compromiso con los hechos investigados y lo rigurosa y agotadora pero a la vez gratificante labor que realizaron las periodistas que interpretan. Ella dijo es una película sólida por dónde se la mire, que al igual que otras ficciones basadas en hechos reales («El escándalo», «Spotlight» por mencionar algunas), lleva a la gran pantalla temas sensibles como el acoso perpetrado por personas que detentan el poder en determinados ámbitos. La película logra que durante dos horas el espectador se adentre en esta investigación y sea parte del proceso profesional y personal que sus hacedoras tuvieron que atravesar.
LA SOBRIEDAD COMO PISO Y COMO TECHO El caso Harvey Weinstein fue y es decisivo para entender el movimiento woke y las formas discursivas y laborales que surgieron en Hollywood en los últimos años. Su impacto fue, para empezar, doble: no solo porque estábamos hablando de uno de los productores más poderosos en la industria -alguien capaz de inclinar la balanza en la lucha por los Oscars en base a lobby e intuición artística-; sino también por un modo de accionar indudablemente sistemático y caracterizado por las amenazas, silenciamientos legales y complicidades en diversos estamentos de poder. de ahí que caía de maduro que esa historia iba a ser llevada a la pantalla grande y eso es lo que procura Ella dijo, con resultados aceptables, pero lejos de ser maravillosos. Ya el título es un indicador tanto de la posición como del dilema que afrontan Megan Twohey (Carey Mulligan) y Jodi Kantor (Zoe Kazan), las dos periodistas del New York Times encargadas de la investigación de los abusos perpetrados por Weinstein. Es decir, cómo probar, con evidencias tangibles, la veracidad de lo que afirman una sumatoria de individualidades, mientras va quedando claro que esa conjunción de narraciones terribles conforma un todo creíble, al que hay que respaldar frente a un poder opresivo casi como un deber moral. El film de Maria Schrader refleja esto con una puesta en escena sobria y medida, cuyo referente inmediato es En primera plana, aquella potente película ganadora del Oscar sobre la investigación periódica que destapó los abusos sistemáticos perpetrados por integrantes de la Iglesia Católica en Boston. Sin embargo, si la reivindicación del profesionalismo que hacía la película de Tom McCarthy se sustentaba en arcos dramáticos hábilmente delineados, no sucede lo mismo con las protagonistas de Ella dijo. Nunca terminamos de conocer del todo a Megan y Jodi, por más que el relato se esfuerce en describir los conflictos personales, éticos y laborales que las atraviesan. Quizás eso se deba a que la narración cumple con esa tarea casi de manera burocrática, sin establecer lazos sólidos entre lo particular y lo general. Eso se puede apreciar, por ejemplo, con la depresión postparto que afecta a Megan, la cual es mostrada casi como un dato de color y no como algo que define o condiciona sus circunstancias y apreciaciones. Eso lleva a que sean más destacados algunos personajes secundarios, como el director del periódico, interpretado por un perfecto Andre Braugher. Es entonces que los puntos fuertes de Ella dijo están en lo procedimental, en esa pesquisa donde la información va surgiendo de a poco, casi a tirones, con altas y bajas. Hay que agradecer que la narración no se regodea en el horror de las historias de acoso y abuso, aunque no eluda las descripciones crudas desde la oralidad. En las exposiciones y revelaciones -varias veces acompañadas por imágenes de los espacios vacíos donde tuvieron lugar los hechos-, en los diálogos casi en voz baja, es donde se va delineando ese monstruo que era “Harvey”, como casi todos lo aluden. El pasaje donde esto queda más patente es una conversación entre Jodi y una ex empleada de Weinstein -una breve, pero estupenda aparición de Samantha Morton-, que adquiere tintes escalofriantes y donde el film se acerca al género de terror con una frialdad casi clínica, que no deja de ser pertinente. En Ella dijo se nota la intención de no caer en el panfleto y, a la vez, cumplir con ciertos parámetros de la agenda woke, que es proclive a sacar conclusiones facilistas, donde todo pasa por el género y no por otras cuestiones subyacentes. Ese delicado equilibrio lo consigue mediante la sobriedad previamente mencionada, que la deja en una posición algo tibia. De hecho, llama la atención cómo el film apenas sobrevuela el hecho de que el accionar de Weinstein era el emergente de una cultura artística violenta, déspota e hipócrita, donde todavía hoy se naturaliza distintas clases de abusos, no solo sexuales. Quizás se deba a que Ella dijo luce más preocupada por arribar a un cierre optimista, de liberación para todas las mujeres abusadas, lo cual le lleva a omitir la persistencia de otras oscuridades.
Privilegio o disparidad de poder El movimiento mayormente virtual del #MeToo se originó en el 2017 como una reacción símil bola de nieve a partir de las múltiples acusaciones de violación y acoso sexual sobre el excrementicio Harvey Weinstein, un magnate psicópata hollywoodense dueño primero de Miramax y luego de The Weinstein Company que durante tres décadas se dedicó a hacer lo que quisiese con sus empleadas sin que nadie hiciese algo al respecto cual secreto sucio a voces, sin embargo -como suele ocurrir con casi todas las olas culturales o sociales sin autocrítica y de influjo persecutorio- pronto el asunto derivó en la autoparodia y el ridículo tácito de la mano de una infinidad de alegatos cruzados en redes sociales que se parecían a una típica caza de brujas, a un pánico moral rosa y en el peor de los casos a una histeria colectiva semejante a aquellas de las décadas del 80 y 90 en torno al satanismo, el heavy metal, las capas menesterosas suburbiales, el hip hop y las sectas suicidas o de abusadores de niños. Así como todo nació desde la valentía de un puñado de actrices que fueron acosadas por Weinstein y en un principio hicieron olvidar a todos que formaban parte del mismo círculo del “privilegio blanco” del victimario, progresivamente su condición de multimillonarias apestosas ofició de búmeran porque puso en primer plano que el grueso del movimiento en cuestión respondía al feminismo blanco hiper pudiente o feminazismo fundamentalista o feminismo discriminador que se concentra sólo en burguesas de buen pasar y desconoce criterios de raza y clase social, centrales para constatar el hecho de que por cada hembra de clase media/ alta molestada hay miles de mujeres de minorías varias o de mayorías pauperizadas que sufrieron lo mismo o mucho peor, de allí que las denuncias iniciales de Rose McGowan, Ashley Judd y Gwyneth Paltrow terminasen tapadas en el candelero público con el transcurso de los años mediante los casos de Asia Argento, quien de acusar al magnate de Miramax pasó a ser acusada ella misma en 2018 de violación por parte del actor Jimmy Bennett, y del divorcio del 2022 de Johnny Depp y Amber Heard, dos borrachos violentos que borraron la línea de la autovictimización oportunista femenina. Que la realización hollywoodense basada en una de las investigaciones periodísticas que dieron a conocer los abusos sistemáticos de Weinstein, Ella Dijo (She Said, 2022), dirigida por la alemana Maria Schrader y escrita por la británica Rebecca Lenkiewicz, haya sido un fracaso rotundo de taquilla simboliza a todas luces el agotamiento de una causa mundial que empezó siendo valedera, mutó en un macartismo misándrico hilarante y hoy por hoy cayó en un relativo olvido acompañado por algo de terreno político ganado, centrado sobre todo en la corrección política de vaginas secas/ antisexual (vuelta al feminismo blanco de derecha de los años 70 y 80 que niega toda libertad de expresión) y la paranoia de muchos hombres ante lo que perciben como una “amenaza latente” (nueva ola de misoginia aunque ahora mucho mejor organizada porque resulta muy fácil desbancar los argumentos y las tácticas del feminismo blanco por el generoso volumen de acusaciones falsas e hipérboles del #MeToo, su cyberbullying a lo Inquisición de la Edad Media y la discriminación de siempre de las cerdas caucásicas contra las mujeres negras, las latinas y las asiáticas que no ocupan posiciones gerenciales/ de poder como ellas y no cuentan con voz propia o acceso a la información, amén del hecho de que el #MeToo obvió por completo el accionar policial e industrias mucho más propensas al acoso que la del espectáculo en sintonía con la limpieza, la atención al cliente y la prostitución). Ella Dijo se basa en la investigación del 2017 para el periódico The New York Times de Jodi Kantor, Megan Twohey y Rebecca Corbett y en el libro homónimo del 2019 de Kantor y Twohey, pesquisa alrededor de Weinstein como depredador sexual que a su vez fue precedida por una homóloga que empezó antes aunque se publicó cinco días después del artículo original del 5 de octubre del 2017 de The New York Times, hablamos de una investigación paralela de parte de Ronan Farrow -vástago de Woody Allen y Mia Farrow- para la revista The New Yorker que fue frenada bajo presión del todopoderoso Weinstein por la cadena de TV para la que el periodista trabajaba, NBC, faena que llevaría a ambos medios a ganar en 2018 el Premio Pulitzer por Servicio Público. La obra de Schrader, responsable de las interesantes Stefan Zweig: Adiós a Europa (Vor der Morgenröte, 2016) y El Hombre Perfecto (Ich bin dein Mensch, 2021), sigue prolijamente aunque sin demasiada imaginación u osadía el derrotero inicialmente en solitario de Kantor (Zoe Kazan), quien se entera de las “costumbres” perversas de Weinstein (Mike Houston) cuando McGowan (voz de Keilly McQuail) denuncia haber sido violada a los 23 años por el magnate, lo que deriva en acusaciones de acoso por parte de Judd (Ashley se interpreta a sí misma) y Paltrow (no interviene en persona) aunque sin la intención de hacerlo público a toda pompa por miedo a dañar sus trayectorias como actrices. La jefa de Kantor, Corbett (Patricia Clarkson), percibe el punto muerto y suma a la reportera más experimentada Twohey (Carey Mulligan), quien viene de una depresión posparto y de denunciar en balde a un Donald Trump, otro acosador cobarde de muy larga data, que llegó sin problemas a la presidencia, dúo que descubre la red de “contención legal” montada por Weinstein para que ninguno de los episodios llegue a juicio, un esquema que incluye conexiones con la fiscalía, abogados de alto perfil, pagos por debajo de la mesa, muchos acuerdos de confidencialidad e incluso la cooptación de mercenarios legales como la pancista Lisa Bloom (Anastasia Barzee), supuesto icono feminista que trabajó codo a codo con el amigote Harvey para dar de baja cada una de las acusaciones sobre su persona como consta en un libro de Farrow, Atrapa y Mata: Mentiras, Espías y una Conspiración para Proteger a los Depredadores (Catch and Kill: Lies, Spies, and a Conspiracy to Protect Predators, 2019), epopeya a su vez trasladada a una miniserie documental de HBO, Atrapa y Mata: Las Grabaciones del Podcast (Catch and Kill: The Podcast Tapes, 2021), de Fenton Bailey y Randy Barbato. El equipo finalmente consigue testimonios incriminatorios de varias asistentes de producción, secretarias y empleados polirubro de las empresas del multimillonario e incluso llega a un memorando interno de denuncia de Miramax escrito por una víctima, todo gracias a uno de los ex contadores de Weinstein con problemas de conciencia, Irwin Reiter (Zach Grenier). En esencia perteneciente a la larga tradición de películas de investigación periodística y/ o judicial, esa que arranca en su faceta moderna con Todos los Hombres del Presidente (All the President’s Men, 1976), de Alan J. Pakula, sigue con JFK (1991), de Oliver Stone, El Informante (The Insider, 1999), de Michael Mann, y Zodíaco (Zodiac, 2007), de David Fincher, y llega hasta las recientes En Primera Plana (Spotlight, 2015), de Tom McCarthy, Sólo la Verdad (Truth, 2015), de James Vanderbilt, y The Post: Los Oscuros Secretos del Pentágono (The Post, 2017), de Steven Spielberg, Ella Dijo pretende acercarse a todas las anteriores para alejarse de la pirotecnia sarcástica del Adam McKay de La Gran Apuesta (The Big Short, 2015), El Vicepresidente (Vice, 2018) y No Miren Arriba (Don’t Look Up, 2021) y de paso recuperar la dimensión temática de El Escándalo (Bombshell, 2019), faena de Jay Roach acerca de la expulsión en 2016 de Roger Ailes de la cúpula de Fox News por sexismo y acoso reiterado, no obstante el resultado concreto honestamente no pasa de lo correcto ni llega a superar lo hecho por otros dramas testimoniales de los últimos años símil Reporte Clasificado (The Report, 2019), de Scott Z. Burns, Secretos de Estado (Official Secrets, 2019), de Gavin Hood, y en especial El Precio de la Verdad (Dark Waters, 2019), opus maravilloso de Todd Haynes acerca de la contaminación masiva en ríos y terrenos con ácido perfluorooctanoico a instancias de DuPont, mega mafia multinacional del segmento químico. El elenco está bien y asimismo el guión de Lenkiewicz, aquella de Ida (2013), de Pawel Pawlikowski, Desobediencia (Disobedience, 2017), de Sebastián Lelio, y Colette (2018), de Wash Westmoreland, pero el film en sí no va más allá de un resumen entretenido y algo estéril/ rutinario de los testimonios que llevaron a esa condena de 23 años de prisión para Weinstein, planteo que por lo menos sirve para ejercitar la memoria sobre la cultura del privilegio capitalista y difundir que las verdaderas heroínas fueron mujeres en puestos de nulo poder que dieron su testimonio y que en pantalla están representadas por Rowena Chiu (Angela Yeoh), Zelda Perkins (Samantha Morton) y Laura Madden (Jennifer Ehle).
She Said muestra los pormenores de la instigación periodística del caso Weinstein, podrá haber sido la mejor película del año, pero lamentablemente no logra ese objetivo. En el link la crítica escrita completa y la crítica radial completa, más informal, en versión de audio o de video, en los reproductores de audio solo de Spotify, o de YouTube con video. Ella Dijo es una película que está bien hecha, pero que lamentablemente no desarrolla todo su potencial en una narrativa arrolladora, cómo si lo fue una película con la cual es fácilmente comparable, que es Spotlight, la cual ganó el Oscar a la mejor película. En este caso, también se trata de una historia donde los periodistas empiezan a investigar casos de abusos sexuales, pero sin el mismo resultado a nivel emoción, ni de narrativa cinematográfica. El filme cuenta la historia de dos periodistas que empiezan a investigar al productor de Hollywood Harvey Weinstein, una persona que tenía un increíble poder dentro de la industria del cine, al punto tal que se lo consideraba intocable; el cual además tenía ciertas prácticas muy reñidas con la ética, para hacer avanzar sus filmes. Y llegaba a cualquier punto, inclusive ensuciando colegas para lograr sus fines. Harvey Weinstein es un ser despreciable. La película básicamente cuenta como las periodistas van conociendo a las víctimas de este depredador sexual, y a su vez como todas tienen un enorme miedo para hacer las acusaciones públicas, o bien, no pueden hacerlo porque han firmado un contrato de confidencialidad, luego de haber recibido dinero por parte de este magnate, para comprar su silencio, la película es más o menos lo que se ve en el tráiler, pero expandido en 2 horas. Durante el desarrollo del filme, la cuestión pasa por sí juntan a varias mujeres a declarar en simultaneo en el artículo, y si finalmente entre todas se animan hacer pública esa acusación; y eso es más o menos toda la historia. La película carece de giros argumentales sorprendentes, o de escenas de enorme emotividad, o momentos memorables en la narrativa. Además, adolece de una introducción deshonesta, propagandística y cinematográficamente errada, en donde una de las periodistas está investigando a Donald Trump, quién en ningún momento fue condenado por acoso sexual, ni nada que se le asemeje; y esta periodista le plantea a una de las víctimas (según el filme) que el público debe saberlo antes de la elección. Sugiriendo indirectamente, un fin político de la noticia. Pero eso tiñe de propaganda política anti Trump a toda esa introducción, que nada tiene que ver con el caso Weinstein; y al meterse en esa historia secundaria, especialmente en este momento de 2022 dónde Trump podría volver a la presidencia de la nación, frente al pobre gobierno de Biden y las revelaciones sobre la censura a Trump en Twitter y la censura de las noticias que perjudicaban a Biden; toda está secuencia inicial huele a propaganda política partidaria, más que a una genuina introducción de la película; y eso daña a la misma, por el hecho de abandonar el arte en sí, pero además desde la narrativa, porque desperdicia esos minutos del comienzo, le quita credibilidad al tema y a los personajes, y no0s sitúa en un punto de vista parcial y sesgado; ya que sabemos que ninguna de esas denuncias prosperaron. Entonces se siente como si una parte de Hollywood quisiera expresar sus vistas políticas aprovechando el otro caso como un caballo de Troya, porque lo que vamos a ver al cine es la caída de Weinstein, no otra cosa. Hiede a la deshonestidad la introducción. El resto de la película es menos problemático, pero es más vainilla, y un tanto insulsa por momentos, cuándo podría haber sido algo muy dramático y arrollador, como si lo fue por Spotlight, o todos los Hombres del Presidente, o en menor medida The Post, donde la crítica a Trump la infería el espectador desde la trama, y no era burda propaganda; la mano del Maestro Spielberg se notaba en ese caso, donde podía poner sus opiniones, pero sin abandonar el arte de la cinta, por eso era una película tan buena. La película en normas generales, salvando esa miserable introducción, es válida de ver, pero no llega a la masa crítica que es necesaria como para recomendar. Podría haber sido la mejor película de año, estaban los ingredientes, peros sobró ideología y faltó dirección. Cristian Olcina
Una investigación periodística emprendida por el periódico New York Times destapó una serie de casos de abuso sexual por la cual uno de los magnates más poderosos de Hollywood acabaría tras las rejas. Se trata de Harvey Weinstein, mandamás de Miramax y Weinsten Company. Una figura que acopió Premios Oscar a raudales a comienzos del nuevo milenio, antes de que su figura pública se viera colocada en el centro de la controversia. La chispa inicial del movimiento “Me Too”. Basada en el exitoso libro publicado por Jodi Kantor y Megan Twohey en 2017, nos llega esta adaptación en fílmico de manos de Rebecca Lenkiewicz. Protagonizada por Patricia Clarkson, Carey Mulligan y Zoe Kazan, “Ella Dijo” se adentra en el periodismo de investigación, con el fin de desnudar el ilícito maniobrar de un inescrupuloso que compraba el silencio de inocentes. Un historia potente, desgarradora y empática, eficaz en desnudar la maquinaria oculta tras la impunidad. Con intervenciones de Ashley Judd y Samantha Morton, el presente es un film que no manipula el drama abordado con tal de efectivizar su valor. Tenemos aquí una posible mixtura entre las recientes “Bombshell” y “Spotlight”; influencias de las que indudablemente bebe. Es heredera en igual medida de “Intocable” (2019), el explosivo documental con testimonios de testigos que, por primera vez en el terreno audiovisual, hiciera hincapié en tan controvertida figura. En “Ella Dijo” jamás enfrentamos los ojos del culpable. No es azarosa la elección, al monstruo lo vemos de espaldas a cámara; toda una elección estética.
Así como Argentina, 1985 fue una propuesta clásica, bien lograda y efectiva, Ella dijo plantea, de la misma manera, una atractiva investigación basada en un hecho real. En este caso, las protagonistas son periodistas de The New York Times e inician su labor en la historia que ayudó a lanzar en 2017 el movimiento #MeToo y que desmanteló el caso del depredador sexual Harvey Weinstein, así como el silencio sistémico que lo amparaba y en el que Hollywood se encontraba inmerso.
En mayor o menor medida, todos sabemos quién es Harvey Weinstein y su historia. En octubre de 2017, The New York Times y The New Yorker publicaron decenas de acusaciones de abuso sexual en su contra. Como consecuencia fue expulsado de su compañía y de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas. Además, fue arrestado, declarado culpable, y sentenciado a 23 años de prisión. Maria Schrader, directora de «Poco Ortodoxa», adaptó el libro escrito por Jodi Kantor y Megan Twohey sobre este tema en 2019, para crear «She Said», una película que se centra en estas dos mujeres periodistas que publicaron una investigación periodística sobre los abusos sexuales del productor que desencadenó el movimiento #MeToo en todo el mundo y rompió décadas de silencio sobre el tema de las agresiones sexuales en Hollywood. «She Said» es una película necesaria e importante, que muestra los abusos tanto físicos como de poder que ocurrieron en Hollywood, el machismo, el ocultamiento de estos hechos, y cómo poco a poco las mujeres se fueron animando a contar su realidad. Esto es contado a través de un tono bastante tenso y dramático, y, a pesar de que conocemos la historia real, con mayor o menor detalle, la película nos va sorprendiendo a medida que avanza el relato y lo que van consiguiendo las protagonistas. También tenemos instantes emotivos y conmovedores, principalmente cuando podemos ver la valentía y empoderamiento de las mujeres. Lo que llama la atención, de manera positiva, es que se exponen casos reales con nombres y apellidos de celebridades que se animaron a denunciar y que acá vuelven a mostrar su cara, como Ashley Judd. Además, es una buena decisión no mostrar a la figura de Harvey Weinstein, quedando simplemente como un peligro oculto al acecho constante. Esa sombra amenazante que hizo daño y que ahora no tiene forma de defenderse. De todas maneras es muy arquetípica en su estructura. Cae en varios lugares comunes de películas sobre investigaciones periodísticas como «Todos los hombres del presidente» (1976), «Spotlight» (2015), entre tantas otras. Por ejemplo, cómo van recolectando la información, abordando los testimonios, mostrando las dificultades por las que atraviesan en su búsqueda y su logro final. También es un poco extensa en su desarrollo, y esto hace que por momentos la trama se vuelva repetitiva, sobre todo en aquellos instantes en los cuales buscan hablar con las mujeres implicadas. Si bien es lógico mostrar que no fue un proceso fácil, se podría haber resuelto en menor tiempo, ya que esta frustración y dificultad por conseguir los testimonios que quisieron transmitir se construye de una manera monótona. Por otro lado, «She Said» es muy sólida a nivel actoral e interpretativo. Zoey Kazan y Carey Mulligan hacen un buen trabajo para componer a las protagonistas. No solo son dos periodistas en busca de la verdad, sino que también desarrollan a sus personajes y muestran el contexto en el cual viven. Le dan una gran importancia a su rol como mujeres, madres y su vínculo con sus propias hijas. Esto está bueno porque nos brindan un marco para conocerlas mejor y empatizar con ellas. Aunque, también, al tratar muchas subtramas o conflictos de los distintos personajes que presentan, por instantes dejan de lado a algunos secundarios, se olvidan de ellos o de las historias paralelas que estaban contando. En síntesis, «She Said» es de esas películas que son necesarias difundir por lo que significan. El film logra mostrar la valentía de muchas mujeres y el calvario que tuvieron que vivir, algo que ya estaba naturalizado en Hollywood. Poder transformar el sistema desde adentro, aunque sea un poco, es algo válido y heroico que todos deberían conocer. A eso se le suman las buenas actuaciones de sus protagonistas y algunas decisiones interesantes de la misma historia. Pero también peca de ser un poco monótona por su largo desarrollo y caer en varios lugares comunes de este estilo de films.