Butacas vacías. Matías Szulanski asume su cinefilia en este nuevo opus donde el cine es el que está en peligro y no las criaturas que pululan por las salas casi vacías, léase una joven que se desplaza con dificultad porque usa canadienses (muletas), un policía crepuscular y solitario que busca en el consuelo de la sala y el pochoclo con poca azúcar saciar su angustia y vencer la rutina del trabajo metódico y mecánico, a lo que se debe sumar un perro muerto, una amiga degollada y tal vez el homenaje al cine bizarro o de clase b. El dispositivo de Szulanski no es otro que la excusa del género policial para desarrollar una trama donde lo que menos importa es el verosímil o los guiños con apuntes desopilantes durante el desarrollo de las situaciones de asesinato. En ese sentido ocuparse de algo parecido a un policial de baja estopa desorienta un tanto en materia de propuesta aunque Nai Awada es una buena elección para transmitir ambigüedad en su errático paso junto a una amiga y tras el acecho de un ex que quiere una segunda oportunidad. Según el director la inspiración llega de la mano de aquellas películas que tienen como eje el cine dentro del cine o el rol contemplativo que supone enfrentar el desafío de una película en una sala oscura. Digamos que este auspicioso punto de partida se concreta por momentos y que las ideas no llegan a plasmarse en la pantalla.
“En Peligro” aborda una historia violenta, prescindiendo curiosamente de utilizar la violencia física o explícita en la mayor parte de su desarrollo. Intuyo que su afiche, el género o la sinopsis funcionarán peligrosamente como un canto de sirenas para el espectador que pretenda encontrarse aquí con un relato esencialmente de acción, policial o suspenso ‘clásico’. La película está compuesta por una estética prolija y adecuada implementación técnica, al mismo tiempo que no denota fisuras en sus personajes, pero a mi criterio se excede riesgosamente en el modo causal de su relato. Podría decirse que el film funciona como una constante crítica o guiño a diversos clichés irracionales a los que acuden, o acudían otras historias policiales con respecto a los personajes, los crímenes, sus motivaciones o resoluciones, los diálogos y lo que para cualquier espectador adepto a dicho código cinematográfico le signifique ir a ver ese tipo de cintas al cine, precisamente (no sin antes comprarse su buena ración de comida y bebida chatarra para acompañar desenfrenadamente el rito). Nai Awada interpreta correctamente a Carla Ponti, una chica aparentemente indefensa y en peligro por su condición física. Lo que esta historia deja en claro es que, dicho peligro, en todo caso, es la devoción que como sociedad mostramos ante la violencia, ante la noticia trágica o incluso una película. Hasta puede que el espectador que espere violencia en una cinta y no la reciba….¡Se ponga violento en su butaca!, algo que probablemente suceda acá, gracias a la inteligente y prolífica dirección de Matías Szulanski. El universo ficticio de esta historia propone ser jugado con personajes de actitudes y escenas grotescas, plagado de autorreferencias al cine comercial de su género y momentos que dejan en claro la no búsqueda de algo así como un hiperrealismo narrativo. A mí me dejó la impresión de que la verosimilitud de lo que propone el largometraje es mucho más fácil de aceptar que lo que cada uno de nosotros vive o conoce diariamente en diversas situaciones similares, donde la apatía y la monstruosidad humana dejan su huella. En fin…una película audaz, virtuosa, interesante y a la vez ‘complicada’, de pocos pero selectos amigos.
Violencia contemplativa Matías Szulanski hace con En peligro (2018) un policial al estilo del Giallo de Darío Argento de la década del setenta, pero atravesado por la abulia del denominado nuevo “nuevo” cine argentino. El resultado es un exquisito ejercicio formal que funciona mejor como tal que como producto de género. La idea y guion de Damián Leibovich comienza con Carla Ponti (Nai Awada), una chica en muletas atormentada por su ex Juan (Andrés Ciavaglia). Su estado de vulnerabilidad la pone ante una constante amenaza. Ante el inexplicable asesinato de su perro recurre a pedir ayuda al Detective de policía Alberto Zapiola (Alberto Suárez). En peligro es una serie de largas conversaciones triviales y contemplativas escenas rutinarias. Esta parsimonia es interrumpida de manera violenta por los crímenes que sorprenden a la protagonista. Como si el comportamiento abúlico que evidenciaba cierto cine de Lisandro Alonso, Ezequiel Acuña o Martín Rejtman deviniera en un estallido de sangre sin explicación. Lo que esos films de los noventa afirmaban era cierto abandono, miserias y mezquindades de los personajes que carecían de motivos para realizar actos, ya sea en el orden narrativo causal o en el existencial. Damián Leibovich toma el recurso con dosis de humor absurdo para atravesarlo –como si fuera posible- con un estético cine vintage que recupera personajes y resoluciones formales de antaño. Matías Szulanski filma con maestría, convirtiendo a su film en un deleite visual para el cinéfilo entendido. Lentos movimientos de cámara develan espacios, el abuso del zoom abre o cierra escenas, la música de los setenta –argentina- decora un film que parece salido del imaginario de Quentin Tarantino en el intento de homenajear a ese cine basura que conoce a la perfección. Pero En peligro quizás resienta su propuesta justamente por abusar de sus virtudes. Remarca tanto los clichés de los "cines" que cruza –el cine en el cine, las conversaciones sin sentido que se vuelven interminables- que termina por ser un mero ejercicio formal para un nicho cinéfilo que conoce la referencia, y deja afuera del relato al espectador que busque una u otra cosa (cine contemplativo o cine policial clase b).
Claro homenaje al cine setentoso y de género, en la propuesta prima la forma sobre el contenido e historia. Una joven amenazada avanza en la noche de sus días con la seguridad de saberse expuesta a una infinidad de peligros, tal vez el peor de todos, se encuentre donde menos ella lo espera.
Una muchacha que se desplaza con muletas y un detective proclive a solucionar rápidamente cualquier caso que caiga en sus manos son los principales protagonistas de esta historia en la se mezclan el terror y la traición. Ella intenta salir indemne de los peligros que la asechan constantemente, mientras que él comenzará a investigar a la joven, sospechosa en dos asesinatos. Amante de las películas clase B, el director Matías Szulansk redujo el argumento a su versión más despojada, lo que sumado a la correcta actuación de Nai Awada, resultó en una de esas rarezas cinematográficas que no pasará desapercibida para los amantes del género.
El prólifico director argentino Matías Szulanski ha tomado al 2018 por las astas y vuelve a la carga por partida doble luego de haber presentado el pasado mes de mayo la controversial y prácticamente inclasificable Recetas para Microondas. El director del homenaje pulp tarantinesco, ese festín violento e hilarante llamado Pendeja, Payasa y Gorda estrenado por estas mismas fechas en 2017, parece no tener descanso y con el estreno de su ¡cuarto! largometraje en escasos tres años parece que ha llegado a un punto para repensar y evaluar a futuro la relación entre calidad y cantidad.
Los peligros de lo repulsivo Con dirección de Matías Szulanski, se estrena en los cines argentinos el largometraje En Peligro. La película posee un indudable aire a cine clase B, lejos del canon clásico del género policial. Plagada de citas cinéfilas y dueña de una estética que remite, indudablemente, al subgénero de acción violento, las características que esboza la película -con estética bizarra, juegos visuales vintage y poblada de personajes marginales- recuerdan al tipo de cinematografía que patentara Quentin Tarantino en sus comienzos. Sin embargo, las apariencias engañan y la comparación le queda al film en cuestión evidentemente grande. La actriz Nai Awada es una joven en muletas, quien se ve perseguida y amenazada por su ex pareja, Juan (interpretado por Andrés Ciavaglia). Vulnerable ante los inexplicables ataques, y asistida por su amiga (Flor Benítez), acude a pedir ayuda a un detective de policía (Alberto Suárez), quien se involucrará en la investigación del caso. Intercalando largos pasajes contemplativos, un uso constante de los tiempos muertos y recurrentes guiños que sólo el cinéfilo más avezado podrá apreciar (Roger Corman, Hong Sang-Soo, etc.), el film va construyendo diversas capas narrativas a medida que transita una intertextualidad a flor de piel. Es un cine que habla desde el ritual mismo de la representación y, por otra parte, es un cine que a veces abusa de sus clichés. De todas maneras, resulta interesante plantear la cuestión acerca de los paralelismos, reflexionando sobre los límites entre la ficción y la realidad, al tiempo que vamos descubriendo las apariencias de lo que sus personajes “dicen ser” y lo que verdaderamente “son”. La música setentosa ambienta el imaginario del cineasta, poblado por un universo de personajes grotescos, en donde la autorreferencia al cine comercial se intercala con lo rutinario de la vida diaria, capturado en escenas excesivamente largas, conversaciones sin sentido e innecesaria quietud que en su planteo formal se torna trivial y reiterativa. Y desde ese estado latente el film salta a la violencia explícita y sangrienta, sin escalas. Damián Leibovich, guionista de En Peligro, apela al humor negro y al absurdo de lo irracional para sacudir la intransigencia de sus personajes y poner de manifiesto cierta crítica cultural, muchas veces apelando a líneas de diálogo -de bastante mal gusto- mediante provocaciones que van desde el regodeo en la muerte de una mascota, una discapacidad motora y hasta una grave enfermedad indeseable. Aun parodiando la influencia de la que busca nutrirse, excesiva y abúlica en sus 95 minutos de metraje, el modo reflexivo devenido en la catarsis violenta del desenlace tiene como fin mostrar esa cara despiadada y malvada con la que toda sociedad convive. Pese a sus carencias, no estaría errado el film en poner el punto de conflicto sobre la capacidad de asombro del espectador, acerca de la mezquindad humana y cierto nivel de autocrítica. El daño porque sí desnuda las miserias que a veces conviene ocultar, como verosímil de la bestialidad de la que somos capaces.
Alguien me está observando La sala de cine (el viejo y querido Gaumont) proyecta una película en blanco y negro sobre una mujer acorralada por un hombre acosador, ella debe tomar una medida drástica. Carla (Nai Awada) y su amiga parecen ser las únicas espectadoras en esa inmensa sala. A la salida, la propia Carla, paralítica en muletas, será víctima del acoso de un ex que no entiende que todo terminó. Los peligros para Carla recién comienzan. Matías Szulanski viene promediando una carrera maratónica. Entre el ante año pasado con su debut en Remplazo incompleto y el ahora, lleva estrenados cuatro largometrajes; todos de temáticas diferentes, con un hilo en común: la total libertad para adoptar las formas cinematográficas. En buena hora, Szulanski es un realizador experimental. En peligro quizás guarde alguna relación con su anterior Recetas para microondas, y junto con Pendeja, payasa, y gorda forman un (hasta ahora) tríptico de microcosmos en preponderancia femenino. ¿También feminista? Szulanski es también creador polémico, guste o no. Este cuarto film es a su vez su obra más ambiciosa. Si bien sigue moviéndose dentro del ambiente del estilo Clase B (del que él mismo se reconoce admirador), su puesta es más grande y con mayores riesgos estéticos y de narración; también con los homenajes más claros. En peligro es un film latente, al borde del género, con la violencia expuesta en varios sentidos y una tónica en la que parece no estar contando demasiado pero diciendo mucho. El llamado de la sangre Luego de ser acosada por su ex, Carla llega a su departamento solo para encontrar a su caniche ahogado en el inodoro; y cuando se asome a recogerlo, una presencia que no reconocemos intenta ahogarla a ella también. Así y todo, los peligros recién están comenzando. Una investigación policial. Alberto Zapiola (Alberto Suárez) no parece ser el mejor detective del mundo, pero quiere llegar a la verdad. Entre su preocupación porque su peluquín quede disimulado, encuentra algunos sospechosos: por supuesto el ex, y una vecina ex convicta que no parece estar en sus cabales (Claudia Schijman). Mientras tanto, Carla se queda en su departamento con una amiga (Flor Benitez), que solo quiere jugar algún juego de mesa y fumarse un porro, ¿el vecino con un hurón como mascota (Gastón Cocchiarale) será vendedor? Todo así. En peligro muestra una rutina, personajes entre apáticos y espasmódicos, y una historia que no es constante pero mantiene siempre la atención sobre lo que está sucediendo. El timing es pendular entre Carla, Alberto, su amiga, sus vecinos y la ficción que cala en la realidad, o la realidad que se funde en la ficción. Todo es caótico y huele a sangre pegajosa. Szulanski elige una gama de colores ocre y en contraste para representar la suciedad, lo lumpen y el ocaso de esa situación que presenta. Hay un clima de acoso y peligro circulante. Este es mi mundo, mi pantalla El guión de Damián Leibovich (Los inquilinos del infierno, Forajidos de la Patagonia) se amalgama perfectamente con el estilo de Szulanski de creación de criaturas particulares. Ese límite borroso entre la farsa, la parodia, el cine de género, y lo conscientemente berreta como kitsch. La clave principal para entrar al mundo de En peligro es no tratar de comprenderla permanentemente. Hay que dejarse llevar. Los giros no dejan de ocurrir y cambian todo lo que suponíamos, los límites se corren, y la interacción entre los personajes se hace cada vez más extraña y extrema. Sobre el final, cuando ya bajamos los brazos y nos rendimos a la conducción del guionista y el director, arribaremos a una explicación, más o menos un armado cuasi lógico sobre lo que está sucediendo. Hay homenajes al giallo, al policial estilo Clase B, al sexploitation y también al Todd Solonsz más extraño y juguetón, el de Welcome to the Dollhouse o Wiener-Dog. Sí, acertaron, la comedia negrísima es la otra clave. Personajes que en su patetismo, asquerosidad e infantilidad, nos convencen y nos llevan a vernos de alguna forma como espejos magnificados. También hay lecturas sobre el mundo del cine, sobre el corrimiento de la ficción y la realidad, y sobre un estado de cosas a punto de derrumbarse. En peligro parece no hablar de (casi) nada, y habla de mucho. Nai Awada, Alberto Suárez, Claudia Schijman, Flor Benitez y Gastón Cocchiarale comprenden este juego extremo y se suman con interpretaciones logradas, entre lo serio y lo burdo. Sobre todo Schijman tiene escenas que llevan al aplauso. En peligro es obra de un realizador inquieto que se perfila como prolífico y deseoso de plantear varias inquietudes formales y narrativas. Lo mejor que puede decirse de Matías Szurman -ante ya su cuarta obra- es que no se trata de un director más,. Y En peligro tampoco es cualquier película.
Lejos del naturalismo, siempre de la mano del absurdo, con ironías a flor de piel el estilo del director Matias Szulansky, en este caso con guión de Damian Leibovich, se empeña en mostrar una realidad distinta y personal, surrealista e hiperbólica. En este film donde se acumulan cadáveres de todo tipo, con una protagonista que se desplaza con muletas, que no se conmueve ante tanta sangre derramada y sigue imperturbable su sobrevivencia. También se plantea, “contemplar” como define el director, el desarrollo de un thriller con lógica y suspenso pero donde nadie se espanta ante tanto crimen, violencia e intentos de abuso. El policía que interviene más que investigar, abandona por cansancio. Y todo languidece como el cine con el soporte de celuloide, en una sala donde faltan espectadores y sobra el pochocho. Nai Awada es la protagonista, su elección es un hallazgo. Y ocurre lo mismo con Alberto Suárez y Flor Benitez, en un elenco entusiasta y comprometido con la visión del director. Fresca comedia excesiva y original, con personajes fríos y desorbitados.
El director de “Pendeja, payasa y gorda” y “Recetas para microondas”, Matías Szulanski regresa con otra propuesta arriesgada y diferente a lo que se suele ver por estos pagos. Con “En peligro”, escrita por Damián Leibovich, Szulanski vuelve a apostar al trash pero esta vez con mayor prolijidad que en “Pendeja…”, que parecía ir siempre a mil. “En peligro” empieza y termina con el cine como escenario. Allí convergen dos personajes. Primero conocemos a una joven que se desplaza en muletas. Ya en la calle tiene una situación incómoda con una ex pareja (o conquista) pero al llegar a su casa se encuentra con otra peor. Sin dar muchos detalles, esto la lleva a hacer la denuncia con un policía que no parece tener muchas ganas de vivir y de trabajar. A partir de allí, las líneas argumentales seguirán por caminos separados pero muy cercanos. Nai Awada es la protagonista que irá pasando por diferentes e impredecibles situaciones, un personaje que parece estar constantemente en peligro. La joven actriz está muy bien a la hora de ponerle el cuerpo a Carla, y también en esa sutileza y ambigüedad que presenta su personaje durante el metraje. La acompaña Alberto Suárez como el detective práctico y simple, que no le da demasiadas vueltas a las cosas. El problema principal quizás radica en que “En peligro” parece más bien un conjunto de escenas atractivas y bien filmadas pero sin un hilo conductor claro y verosímil. Los personajes se cruzan, van a lugares, hacen cosas (para no contar demasiado), y todo parecería ser que porque sí. Hay un claro homenaje a un tipo de cine, más bien setentoso, donde la violencia y la estética prima por sobre la historia. Es una película con un atractivo envase, con un atractivo uso de la banda sonora también, pero las escenas parecen más bien ser excusas para desplegar todo esto que le interesa al director, sin un eje claro y bien construido. Szulanski es un director que sabe filmar y sabe lo que quiere mostrar y cómo. Pero mientras al menos “Pendeja, payasa y gorda” tenía un hilo narrativo claro y conciso, más allá del despelote –en el mejor de los sentidos- que sucedía alrededor de él, acá todo parece trivial y las constantes vueltas de tuerca no terminan de convencer. Interesante y audaz, más allá de un guion desparejo, “En peligro” no deja de ser una propuesta llamativa para el espectador ávido de un cine que se corra de los lugares más transitados.
Una historia violenta En peligro nos cuenta la historia de Carla (Nai Awada) que, en cierta situación de vulnerabilidad por desplazarse ayudada de muletas, se enfrenta a una seguidilla de circunstancias que ponen en peligro, justamente, su vida. Si bien el poster remite a las producciones viscerales de los Garcia Bogliano (No moriré sola, Habitaciones para turistas), la propuesta de Matias Szulanski (director de Pendeja, Payasa y Gorda) se aproxima más a un relato moderno que a una película de género. Asistimos a unas jornadas complicadas en la vida de Carla. Su perro fue asesinado, tratan de ahogarla, su ex novio Juan (Andrés Ciavaglia) la sigue acosando y todo alrededor suyo se convierte en una amenaza, incluso su entorno más cercano. Todo en la trama parece casual, un mundo plagado de personajes que vagan y eventualmente pueden o no cruzarse, reconocerse, siquiera saludarse. Una sensación similar de debilidad o de peligro latente opera en el espectador, que se siente abandonado por una premisa que parece prometer sangre y tripas, pero decide no cumplir: no recurre siquiera a la violencia física gráfica. Lo más destacable de la propuesta es la estética. La aparición de elementos vintage, como un proyector de diapositivas, determinados empapelados y texturas enmarcan el abandono con si mismos que atraviesan los personajes. En lo que a la trama respecta, tiene una gran carga de cinefilia en muchos sentidos, busca la referencia, la inspiración, el guiño pero al armarse de una estructura casual termina corriendo el riesgo de convertirse en una simple colección de los mismos clichés que critica. Quizás lo más criticable es que por su propio ritmo lento y contemplativo, no termina de enganchar. La participación del detective de policía Alberto Zapiola (Alberto Suárez) imprime cierto dinamismo a la trama y llama nuestra atención, pero sus apariciones son tan esporádicas que el interés se diluye. Propuesta arriesgada que no termina de ser cine de autor o cine de género. Véala y saque sus propias conclusiones.
La historia juega con una serie de personajes, situaciones grotescas y bizarras, desde la joven Carla Ponti (Nai Awada, una buena interpretación) indefensa, que camina con muletas (nunca se explica por qué) y encuentra su mascota Nano muerto en el inodoro de su departamento, Flor (Flor Benítez) una amiga con ciertos trastornos, un Vecino (Gastón Cocchiarale) algo extraño que tiene como mascota un hurón, un policía Alberto Zapiola (Alberto Suárez), que cambia su look y ve películas de género en el cine, entre otros personajes. Si elegís dentro de la cartelera esta película te sugiero te compres un buen balde de pochoclos o nachos, no por su contenido sino porque te vas a antojar, es el cine dentro del cine. Un film que tiene cierto toque Tarantinesco, desde el uso de colores, sumando otros elementos, sus diálogos son pobres, su desarrollo tiende a decaer y resulta ideal para los amantes de las películas clase B.