Y si todo es un error… Una errata es un error que se convierte en una nueva forma de sentido sobre una obra. Un error es una forma de escapar de la norma, de subvertirla, de buscar el margen y cruzarlo. Entre la errata y el error solo queda el vacío, que se expande. Errata, la opera prima de Iván Vescovo, es una película en blanco y negro que intenta construir una atmosfera onírica a partir de una estética de policial negro posmoderno bajo la influencia de la música de Bauer, con su estilo psicodélico ambiental, denominado por la crítica especializada “post-rock”. Ulises es un joven y exitoso fotógrafo profesional que por casualidad conoce y se enamora rápidamente de Alma, una joven impulsiva, temeraria y misteriosa que estudia Letras. Cuando Alma desaparece sin dejar rastro, Ulises comienza una búsqueda sin saber por dónde realmente empezar. Sus pesquisas lo llevan hasta una amiga que se preocupa por el paradero de Alma, la aparición de una hermana melliza, un profesor y un librero obsesionados por un libro, y un secuestro sin fundamentos aparentes.
La odisea interna La fragmentación y el corte abrupto con la temporalidad presuponen desde un primer impacto visual la apertura a lo fantástico al hacerse de la multiplicidad de espacios una regla inquebrantable en el universo de Errata, ópera prima del joven Iván Vescovo que explora los límites de la ficción convencional desde la estructura de un policial, colmado de referencias literarias desde los nombres elegidos para cada personaje y mucho más todavía por anclarse en la obra de Borges El jardín de los senderos que se bifurcan. Aquello que se bifurca en este opus no es otra cosa que la realidad, siempre marcada por el punto de vista del protagonista Ulises (Nicolás Woller) inmerso en una odisea tras la repentina desaparición de su novia Alma (Guadalupe Docampo), hecho que encuentra una explicación un tanto endeble en un posible secuestro cuya única manera de pagar el rescate es apoderándose de la edición incunable del libro de Borges editado por Sur para la cual existen coleccionistas –Federico D’elia y Boy Olmi en esos roles- dispuestos a vender a su propia madre con total de conseguirla. El plan de una estafa en curso se descubre de manera original a partir de los equívocos en el accionar de los personajes o en el reguero de pistas falsas y no tanto que la trama meticulosamente siembra a un ritmo constante, donde también entran en juego las percepciones sobre los hechos y la obsesión cuasi enfermiza por ordenar un caos que se manifiesta con la yuxtaposición de planos de realidad. La propuesta de Iván Vescovo deconstruye la idea de la errata como esa equivocación para darle un sentido de construcción de significado diferente, como si se tratara de un apartado autónomo que conduce hacia otra dirección y propone un atajo para desentrañar lo que a simple vista pareciera un error cuando en realidad no lo es. En ese juego de vaciar de sentido el concepto también operan las diferentes percepciones sobre la realidad y desde esas percepciones la posibilidad de construir relatos paralelos –aquí el azar se desestima- en los que convive lo onírico con lo pesadillesco como suele ocurrir por ejemplo en el cine de David Lynch. Por momentos el horizonte se pierde en su propia búsqueda estética y desatiende quizás la historia pero nunca la abandona por completo, aunque el desequilibrio entre forma y contenido en Errata es notorio. Guadalupe Docampo se destaca gracias a su fotogenia y a la forma desenvuelta con que encara los desafíos en sus personajes, sin atarse a estereotipos o poses, para así encontrar esa dosis justa de misterio que cautiva al no saber realmente hasta dónde controla su interpretación que mezcla esa fragilidad con frialdad de una manera imperceptible. Las referencias literarias también forman parte de un juego que el propio Vescovo expone porque todas las características del policial se encuentran dispersas en este mosaico post moderno, que además construye su atmósfera cuando amalgama el blanco y negro de su imagen con la música de Bauer que irrumpe con intensidad en varias ocasiones en el marco de la pesquisa de Ulises y su odisea interna.
Lo primero que llama la atención en esta ópera prima de Iván Vescovo, es su artificiosidad y mixtura de géneros. Si bien puede definirse como "film noir" a "Errata", lo cierto es que este recorrido filmado en prolijo blanco y negro tiene muchos matices a los que hay que prestar atención: un reparto interesante, una trama inestable (y errática de a ratos) pero enigmática y un interesante ritmo narrativo. La "errata" es un error cometido en la impresión de algunos textos literarios. Expresa sutilmente la opinión del editor (o no) y puede dar un valor agregado a ciertas ediciones de clásicos. Aquí Vescovo juega con ese título, para presentarnos una historia donde Ulises (Nicolás Woller), un fotógrafo enamorado que tiene que leer varias veces su propio camino para encontrar las señales que resuelven el verdadero sentido de su coyuntura. Veamos. Nuestro protagonista conoce a la bella Alma (Guadalupe Docampo) y comienza una relación pasional y de sincero compañerismo con ella. Sin embargo, algo no se siente bien. Al poco tiempo de verlos en escena, ella desaparece. Así como un torbellino, la mujer deja un rastro extraño de pistas sobre su paradero. Su novio, luce desequilibrado y vencido: la extraña y quiere dar con ella, pero sus pasos hacia la verdad son torpes y descuidados. En esa vuelta, Ulises va en busca del pasado de Alma, para explicarse que le sucedió a su amada y saber si ella aún está con vida. Durante la investigación casera y rudimentaria que emprende, da con varios personajes que comienzan a complejizar el escenario (y volverlo un poco caótico) y le permiten trazar alguna estrategia para dar con Alma. Allí tendremos a secundarios de lujo aportando pequeñas escenas con Woller, entre los cuales se destacan Martín Piroyanski, el enorme Arturo Goetz y Federico D'Elía. Habrá un objeto material de deseo que se propone como solución y una disposición hacia el crimen que no queremos develar. El registro, hay que reconocer, parte de una buena idea pero quizás, en el afán de la realización por mostrar a esta "Errata" como arriesgada y dinámica, de gesto nervioso y cámara inquieta, se pierde de vista la unidad y eso pesa a la hora del balance final. Hay un esfuerzo por componer en base a fotogramas que no ensamblan, a imágenes que traslucen significados múltiples y a proponer debates sobre lo literario (la cuestión planteada sobre la errata del libro de Borges) que suman muchos elementos y no lucen bien ensamblados y hasta pueden pecar de artificiosos. Pasamos del drama romántico al thriller ingenioso en algunos pasos y no se siente natural. Sin embargo, dentro de ese puzzle que presenta el guión, hay que destacar la fuerza que Vescovo desparrama en todo sentido: hay fibra en el relato. Dentro de la economía de recursos de una producción de corte independiente, hay una sana intención por sorprender que debe ser tenida en cuenta. “Errata” es un primer ensayo de un director que tiene todas las condiciones para ser de primera línea en el cine nacional. Habrá que prestar atención a sus próximos pasos.
La mujer misterio En su ópera prima, el joven realizador Iván Vescovo trabaja a partir del cruce entre un romance y un acto delictivo. Errata (2012) presenta virtudes y también pasos en falso. Ulises (Nicolás Woller) es un joven fotógrafo que acaba de ser dejado por su novia. Apenas unos segundos más tarde conoce a Alma (Guadalupe Docampo), una bella estudiante de Letras que lo deslumbra. No es un dato menor que él sea fotógrafo y ella se dedique a la literatura, pues en este film las nociones de la realidad y los modos de copiarla y de lo real y lo ficcional son centrales. Errata es una ópera prima ambiciosa. No todas las primeras películas lo son. Hay un tratamiento fotográfico muy elaborado (imagen en blanco y negro, estética delineada con pulso milimétrico), actores famosos en roles secundarios, citas a la obra de Jorge Luis Borges. Todo, en unos compactos 75 minutos, puede ser demasiado. El idilio amoroso va a devenir en caso policial, cuando Alma desaparezca e ingrese su hermana en el relato, haciendo que Ulises tenga una acompañante que lo ayude a buscar algo de luz y desentrañar el misterio. Que, como es de esperar, comenzará a multiplicarse. Es cierto que el policial trabaja a partir de estereotipos. Aquí, el más evidente es el de la femme fatale, a la que Guadalupe Docampo le aporta su solvencia actoral (se destacó en La Tigra, Chaco, de Juan Sasiaín y Federico Godfrid, 2009) y su innegable sex appeal. Los roles inherentes a este tipo de género aparecen en el film: están los investigadores (Ulises y la hermana de Alma) y los sospechosos y ayudantes, que alimentan no sólo el primer misterio (la desaparición) sino otro más, vinculado a un codiciado ejemplar autografiado de El jardín de los senderos que se bifurcan, de Jorge Luis Borges. Asunto que involucrará a un profesor de la joven (Claudio Tolcachir) y a su empleador (Arturo Goetz) en la librería en donde está el codiciado libro. Como vemos, intriga no sobra. Vescovo la desarrolla y alterna algunos pasajes oníricos, buscando de este modo que los temas borgeanos vinculados a la historia (la copia, el doble, lo laberíntico) queden plasmados en la imagen. Los problemas de Errata son esencialmente dos. En primer lugar, las abundantes menciones a esos temas y el regodeo excesivo con los movimientos de cámara (que devienen artificiosos) hacen que el relato se repita y pierda parte del interés que al comienzo generó. El segundo problema es consecuencia del primero: exceptuando a Docampo y en menor medida a Goetz, el resto de las actuaciones están un tanto deslucidas, y los diálogos no ayudan a que el todo sea más verosímil. Pese a ello, Errata es una película –repetimos- ambiciosa, que muestra a un joven director con ganas de experimentar a partir de un género con amplia trayectoria. Habrá que seguirle los pasos.
Entretenido thriller en blanco y negro Hay más de un acierto en la ópera prima de Iván Vescovo. Lo que arranca como una historia de devaneos sentimentales entre jóvenes filmada en blanco negro con un estilo decididamente manierista termina convirtiéndose en un thriller entretenido, con un guión sólido que no deja cabos sueltos, a pesar de lo intrincado de la trama. En Errata, hay múltiples alusiones literarias (con Borges como referente principal) y reflexiones académicas, pero también engaños, planes exóticos, extorsiones y negocios ilegales, como suele exigir el policial negro. Ulises (Nicolás Woller), un joven fotógrafo que acaba de romper con su pareja, se cruza de inmediato con Alma (Guadalupe Docampo) y cae bajo sus encantos. Piensa que es pura casualidad, pero de a poco sabremos que las cosas no son lo que aparentan. Vescovo va dosificando con inteligencia las distintas revelaciones que permiten al espectador reconstruir un rompecabezas visual armado sobre la base de precisos juegos con la temporalidad. Uno de los fuertes de la historia son los secundarios, resueltos con gracia y eficiencia por Arturo Goetz (su trabajo brilla), Vanesa González, Claudio Tolcachir, Martín Piroyanski, Federico D'Elía y Boy Olmi. Todos destilan convicción y un humor leve que no desbarranca en la caricatura. Suele ocurrir que las pequeñas participaciones de actores con experiencia en películas independientes queden desdibujadas, pero no es el caso, otro punto a favor del director. Es también muy buena la banda sonora de Bauer, grupo de post rock que ya había trabajado en Cíclope , de Iván Fund, pero su uso es desmesurado. Son demasiadas las escenas en las cuales la música irrumpe y copa la parada, en más de una oportunidad de manera innecesaria. Vinculando las típicas trampas del amor con otras más pedestres relacionadas con la ambición y el dinero, Vescovo enfrenta a su desprevenido y módico héroe a una encrucijada planteada por una mujer guiada por un axioma inescrupluso -"La culpa es una pérdida de tiempo, una excusa para los débiles"- y lo embarca en una pequeña odisea que, como toda experiencia vital, redundará en aprendizaje.
Buscando a Borges en pantalla Dedicado a la memoria de Luis Alberto Spinetta y con múltiples referencias a la obra de Jorge Luis Borges, este primer largometraje de Iván Vescovo (director formado en la FUC) resulta un trabajo algo pretencioso, aunque también con unos cuantos elementos -sobre todo visuales- arriesgados e interesantes. Rodada en blanco y negro (Súper 16mm), con mucha cámara en mano, algo de esteticismo publicitario y una música por momentos demasiado estridente, la película describe la desesperada búsqueda que un joven fotógrafo emprende para encontrar a su novia desaparecida en una Buenos Aires atemporal e inasible. Estudio sobre la obsesión, la culpa y la esquizofrenia, Errata incursiona también en el thriller (el plan para robar un preciado libro, la aparición de una gemela, un secuestro, una extorsión) y la estética del film-noir con un relato fragmentario en el que hay irrupciones oníricas, surrealistas, alucinatorias. Ese patchwork estilístico nunca alcanza a fascinar del todo (hay, sí, ciertas atmósferas logradas) y desemboca en una acumulación de capas narrativas, subtramas y personajes donde abundan el capricho y la arbitrariedad. Una pena porque se intuye en Vescovo un talento para la creación de climas e intrigas con no poco lirismo. Habrá que esperar a sus próximos trabajos para que pueda madurarlo y exponerlo con mayor continuidad que aquí, donde sólo hay atisbos y aislados destellos.
Timadores timados y equivocados Rodada en un 16mm en blanco negro que hace gala de un hermoso grano –e incluso de algunas imperfecciones típicas del soporte fílmico, que desafortunadamente pronto serán cosa del pasado para la mayoría de las producciones–, Errata, estrenada en la edición 2012 del Festival de Mar del Plata, pudo haber sido un interesante ejercicio de estilo en formato de corto o mediometraje. Con su metraje extendido, la ópera prima en el largometraje del joven realizador Iván Vescovo –egresado de la Universidad del Cine– va resintiéndose hasta llegar a su eventual desenlace. El film es una cruza consciente del fantástico porteño (no casualmente las referencias a Borges son constantes y directas) y de una suerte de neo noir que no es sólo expresivo, gracias a la estilizada dirección de fotografía (cortesía de Emiliano Cativa), sino narrativo, a partir de una relectura del enigma detectivesco clásico. Las primeras escenas muestran a Ulises (Nicolas Woller), un fotógrafo de veintipico, al tiempo que es abandonado por su novia sin demasiados preámbulos. Segundos después conoce a otra mujer, nuevo amor de su vida, futura obsesión y eventual femme fatale. Ella es Alma (luminosa Guadalupe Docampo), quien desaparecerá misteriosamente, poco tiempo después, de la vida de Ulises y de todos los que la conocían. De allí en más, la odisea del protagonista se asemeja a un mal sueño, que el film no hace más que reafirmar en un tono enunciativo, evidencia del carácter pesadillesco de todo el asunto. Es ese uno de los problemas centrales de Errata, cuyo título hace mención a un simple error conceptual o de tecleo, pero al que le otorga características esotéricas e incluso metafísicas: la enfática insistencia en subrayar todas y cada una de las novedades de la historia con una puesta en escena gritona, que no deja lugar a ningún tipo de sutilezas o sugerencias. No hay mucho que los actores puedan hacer en ese sentido, atados como están a diálogos poco atractivos y a una serie de encuadres que, en más de una ocasión, se acercan a un estilo cercano al diseño publicitario. A mitad de camino el film encuentra algunos logros en base a la idea de variación en la repetición, que bien podrían estar justificadas por la febril y laberíntica fantasía de Ulises. Pero la aparición de un nuevo personaje femenino pone en marcha una serie de vueltas de tuerca que borran con el codo lo escrito con la mano, cambiando drásticamente el estricto punto de vista adoptado hasta ese momento y transformando a Errata en un derivado algo simplón de las películas de timadores timados.
Variaciones sobre el engaño Un enigmático y sugestivo policial, sin policías a la vista, es el que logra Iván Vescovo en su "opera prima", filmada en blanco y negro y por momentos con un estilo nervioso, con cámara en mano e imágenes esfumadas. "Errata" parte de la historia de Ulises (Nicolás Woller), un joven fótografo, al que su novia abandonó y que se entusiasma con una chica que estudia letras y se llama Alma (Guadalupe Docampo). Alma tiene una personalidad escurridiza y para Ulises se convierte en un personaje tan misterioso, como fascinante. Eso hace que él se enamore pérdidamente, mientras la muchacha lo engaña con otro (y otros). EL LABERINTO A medida que avanza la historia el espectador irá descubriendo junto con Ulises una serie de circunstancias que se van asociando unas con otras, hasta llegar a construir una suerte de laberinto, en el que el tiempo juega un papel especial, como sucede en la novela de Jorge Luis Borges "El jardín de los senderos que se bifurcan". Esto no es casual, porque Alma que lee mucho y le gusta estudiar, mantiene una relación secreta con Viñas (Claudio Tolcachir), uno de sus profesores de su facultad, que trabaja en una librería de viejo en la que su dueño, Oribe (Arturo Goetz) guarda con celoso orgullo un ejemplar, de "El jardín de senderos que se bifurcan", de Borges, que contiene una errata. La que consiste en una frase que por su cuenta intercaló en el ejemplar un linotipista -según se dice- en 1941, el año en que se publicó el libro. Eso convierte al ejemplar en algo único, codiciado por coleccionistas y que vale una fortuna. Detrás del libro único, dan vueltas varios jóvenes, con el afán de robarlo y venderlo bien. EJEMPLAR UNICO Un día en que Alma desaparece desesperado Ulises recorre los lugares que ella frecuentaba, como la librería en la que trabaja Viñas. Habla con el dueño y éste le habla sobre el famoso libro de Borges. Por eso, más tarde Ulises también se empecina en robar el libro, pero no todo saldrá el joven lo había planeado. Con un intrincado juego narrativo, en el que escenas y situaciones se reiteran una y otra vez, abriendo nuevos enigmas al espectador, el filme se apoya en un clima ominoso, a la vez que el blanco y negro le otorga la dosis de suspenso que la historia necesitaba. Correctos en sus actuaciones Nicolás Woller y Guadalupe Docampo, como los enamorados; del casting interpretativo se destacan Claudio Tolcachir y Arturo Goetz, quiene le otorgan a sus papeles el misterio y la oscuridad que el filme requería de sus personajes.
Búsqueda frenética En su opera prima, nada desdeñable, Iván Vescovo cae en la trampa que acecha a los debutantes: la tentación de demostrar todo lo que se sabe en la primera obra. Errata, filmada en blanco y negro, en 16 mm., con mucha cámara en mano, prueba que Vescovo -egresado de la FUC- tiene capacidad para crear atmósferas, fotografiar, componer planos, etc. Pero el realizador no luce tan sólido en la dirección de actores -lo evidencian varias escenas a cargo de los protagonistas- ni en el uso del mecanismo narrativo. En este punto, Errata apela a la fragmentación tipo rompecabezas, la atemporalidad y el juego entre lo real y lo subjetivo (por la dudas, un personaje repite que no existen hechos sino interpretaciones). La historia transcurre dentro y fuera de la mente de Ulises (Nicolás Woller), un joven fotógrafo desesperado por la desaparición de su novia, Alma, estudiante de Letras (Guadalupe Docampo). Un raro y valioso ejemplar de un libro de Borges queda en el centro de la trama. La película combina el policial negro, el thriller psicológico -con secuencias onírico/pesadillescas- y el drama sentimental. Su estructura y algunos diálogos, pretenciosos, parecen menos al servicio de la historia que de cierto alarde ornamental. Los secundarios con nombres de peso -Claudio Tolcachir, Arturo Goetz, Martín Piroyansky- resaltan una potencialidad no explotada. Vescovo, que no carece de talento, intenta dialogar con Borges y con el El jardín de los senderos que se bifurcan. Pero se olvida o ignora un consejo de su homenajeado: que el estilo del autor no debe interponerse entre el lector (en este caso, espectador) y la obra.
Atractivo juego de literatura, cine trampas y mujeres Quizás "Errata" no sea una película enteramente lograda, pero es entretenida, curiosa, de buenos méritos. Acá hay amor al cine, a la experimentación, al juego, a los desafíos, a los guiños culturosos por puro gusto, y además hay amor al sexo débil no tan débil pero siempre hermoso: Guadalupe Docampo despliega sus gracias en el doble rol de Alma y su hermana gemela, por ahí anda Carla Quevedo, y además actúa Vanesa González, siempre encantadora, lástima que aquí esté un poquito desaprovechada. La intriga parece simple. Un joven fotógrafo recientemente abandonado encuentra a la mujer ideal, es feliz, luego ella se desvanece, en cambio aparece su hermana gemela, entre ella y el enamorado buscarán a la ausente. Parece que hubo un secuestro. Para rescatarla hay que conseguir un ejemplar doblemente raro de "El jardín de los senderos que se bifurcan". Se sabe dónde está. Hay que saber en qué momento se descuida su dueño. Y, si, parece simple. Es solo cuestión de recordar algunas bifurcaciones y sospechar de unos cuantos personajes, desde la propia novia en adelante hasta el propio Borges. Recordar cómo le gustaban los enredos laberínticos, las figuras especulares, las combinaciones de sueño y realidad en un mismo plano, los films policiales en blanco y negro. Esta es en blanco y negro, hecha con Super 16 mm, película vencida, y los debidos respetos a directores de fotografía como John Alton y Ricardo Aronovich (es decir, las intrigas argentinas y norteamericanas y la inhallable Aquilea, también borgiana). Hay algunas cositas del cine fantástico y del film noir, como las sombras y la mujer fatal, los tiempos extraños, cuando no se sabe bien en qué hora del día estamos, en suma, recordemos que es un juego de literatura, cine, trampas y mujeres. Un juego cuidadosamente presentado y enredado, con solución atendible, reparto excelente y duración apropiada: menos de 75 minutos. Lástima los muchos movimientos de cámara y la música rockera. Autor, Iván Vescovo, el del corto "Todos tienen algo que ocultar excepto yo". Guión, Fernando Regueira. Fotografía, Emiliano Cativa. Para tenerlos en cuenta.
¿Qué pasaría si tu pareja desaparece de golpe, sin dejar rastros? En el caso de Ulises (Nicolás Woller), no piensa detenerse hasta encontrar a Alma (Guadalupe Docampo). Para eso se adentrará en la vida íntima de su novia: los amigos, los compañeros de trabajo, los recitales, la facultad… El primer ejemplar de un libro de Jorge Luis Borges, que se caracteriza por una errata, le dará una pista que podrá llevarlo no sólo a la chica sino a un asunto más oscuro y complejo de lo que había imaginado. Errata es una historia sobre la obsesión. Ulises está obsesionado por encontrar a Alma, pero también surgen personajes con obsesiones distintas, algunas relacionadas con lo material, y otras, con lo psicológico. Y nos muestra cómo esas obsesiones son llevadas al extremo de cometer actos para nada correctos. El guión nos lleva por un camino para luego tomar otro rumbo (vueltas de tuerca mediante), y rescata elementos del cine negro y hasta de Alfred Hitchcock, sin nunca vanagloriarse de citas explícitas. Y cuando la acción está contada desde el punto de vista de Ulises, los recuerdos y los momentos oníricos remiten al Polanski más extraño. En su ópera prima, Iván Vescovo elije una dirección diferente a la mayor parte de sus colegas del cine argentino actual, ya desde el formato: en vez de cámara digital, recurre a una de 16mm, que contribuye a generar un clima urbano, atemporal, misterioso, sin ponerse denso y sin descuidar la narración. Con un puñado de locaciones, nos muestra una ciudad que parece Buenos Aires pero que podría no serlo (aquí se nota la influencia de Invasión, de Hugo Santiago, justamente co-escrita por Borges e influencia confesada por Vescovo). Para transportarnos a este microcosmos, resulta fundamental la fotografía blanco y negro a cargo de Emiliano Cativa y la sugestiva banda sonora de Bauer.
El riesgo como virtud Ulises es fotógrafo y está de novio con Alma. Se aman, o eso parece, entre citas de Borges, teorías subjetivas sobre la verdad, vericuetos retóricos en discursos académicos y librerías de usados. De pronto Alma desaparece y Ulises sale a buscarla en una Buenos Aires nocturna y vacíamente amenazante. Mientras, un librero, un profesor, una empleada de bar y una hermana nunca presentada se cruzan en el periplo de búsqueda. En Errata, el realizador Iván Vescovo mezcla el film noir con el cine de autor y sale más que airoso del intento. Femme fatal, oscuridad y sombras nocturnas, ciudad y delitos se imbrican con una narración quebrada, de sueños y saltos temporales, filmada en un blanco y negro impecable y con una alta dosis de significantes aportes literarios. Allí aparecen desde la explicitación de Borges y Bioy (su obra y su amor por el policial negro), a los saltos espacios-temporales cortazarianos, pasando por el doppelganger. La teoría sobre las erratas en los textos será la causa motora del film y la forma que adopta: personajes que son erratas en la vida de los otros y que trafican con los engaños y las mentiras, vueltas de tuerca que duplican las trampas y los artificios. Estas capas narrativas y estéticas finalmente aceleran cierto cambio abrupto y disruptivo que se sucede en el final, donde la ambigüedad se pierde para retomar cierta linealidad explicativa y resolutiva de los conflictos planteados. Esta pérdida de complejidad en las instancias decisivas, más algunos personajes que se abandonan o aparecen con explicita funcionalidad, sin terminar de adquirir autonomía y vida propia, son pequeños lunares en la más que interesante ópera prima de un jovencísimo director. Errata instaura un piso alto para Vescovo y la expectativa es que le sirva de trampolín para su futura filmografía.
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Una ópera prima con varios aciertos En su debut, el director sub 23 Iván Vescovo armó una suerte de historia caleidoscópica, con abundantes flashbacks, un montaje audaz y ángulos de cámara de alto riesgo, aunque a veces se tornan algo mecánicos. Con los lógicos defectos y virtudes de una ópera prima, transcurre la historia caleidoscópica de Errata, del director sub 23 Iván Vescovo. Hay un fotógrafo a la usanza del David Hemmings de Blow Up de Antonioni, una ruptura, un encuentro casual con una chica, una nueva pareja, una desaparición, una tercera mujer, un libro y su edición única con la correspondiente errata, el blanco y negro del paisaje, las calles vacías, un profesor de literatura de por medio, y un secuestro. La lista de acontecimientos y personajes es más extensa, pero el texto de ocasión es "El jardín de senderos que se bifurcan" de Borges, publicado en Sur a principios de los años '40. Desde allí podían elaborarse un par de presunciones sobre Errata: se trataba de un film rutinario sobre las relaciones entre el cine y la literatura o, por el contrario, las apuestas formales virarían hacia una película poco convencional. La respuesta es la segunda, y en ese punto Vescovo trabaja sobre el flashback, el corte audaz del montaje, el diálogo excedido en su literalidad, el ángulo de cámara de alto riesgo que coquetea con el manierismo. En esa elección, la película agrupa historias y personajes, por un lado, sumamente atractivos, y por el otro, excesivamente descriptos como si fueran marionetas para la delectación exclusiva del joven cineasta. Como si se intentara rememorar a ciertos títulos de la Generación del '60, especialmente cuando Manuel Antín adaptó cuentos de Cortázar ("Circe"; "Cartas de mamá"; "El ídolo de las Cícladas"; "Intimidad de los parques"), la película fluctúa entre la originalidad de la puesta en escena y una serie de apuestas en lo formal que poco a poco la convierten en un material mecánico que termina asfixiado aun en sus propias virtudes. En ese punto, algunas interpretaciones también resuenan por su literalidad (en especial, el bibliotecario que encarna Göetz) en oposición a la naturalidad de la pareja central (Woller y Docampo, en el caso de ella, confirmado otra vez que se trata de una gran actriz). Pese a los reparos, una película como Errata siempre será bienvenida, y mucho más si fue concebida por un novel director.
Iván Vescovo nos trae en su ópera prima un policial negro disfrazado de drama romántico que narra la historia de un muchacho que haría cualquier cosa por recuperar a su amada. Ulises es un fotógrafo que el mismo día que su novia lo deja conoce a Alma, una hermosa muchacha que lo cautiva con sus encantos. De repente, cuando todo parece ir bien entre los dos, ella desaparece sin dejar rastro. A partir de ese momento Ulises la buscará en todos sus ámbitos sin resultados hasta que la hermana de Alma se presenta en su casa. Con esta temática, el joven director nos trae un Film Noir encubierto de drama amoroso, frenético y que no da lugar al aburrimiento, ni a la pérdida de atención. Una fotografía granulosa y en blanco-negro con mucho contraste nos da un ambiente misterioso donde nada parece ser lo que parece. La errata, aquel error de la literatura impresa, encuentra en este relato la excusa perfecta para transcender de su mundo de palabras al de la realidad (o supuesta realidad) de estos personajes de carne y hueso. Las referencias literarias son necesariamente constantes y parecen ayudarnos a entender este relato no lineal que salta permanentemente en tiempo y espacio, aunque por momentos el espectador se puede sentir despistado cuando el clima onírico desdibuja los límites de lo que puede ser la realidad. Un acierto es la incorporación de actores consagrados en papeles secundarios: Claudio Tolcachir, Arturo Goetz, Federico D`Elia y Boy Olmi. Ellos hacen que la historia se sostenga y que no caiga todo su peso en las correctas actuaciones de los protagonistas Nicolás Woller y Guadalupe Docampo. La música hipnótica de los Bauer es un gran acompañamiento y completa los climas que la tensión de la historia necesita y junto con el complejo montaje cierran un film que supera las expectativas de un primer ensayo cinematográfico. En un cine donde se tiende a la simpleza y a los dramas costumbristas Errata es una muestra que hay posibilidades de contar otras historias sin gastar un dineral. Lo importante es que hay una idea y Errata la tiene. Y la idea está bien nutrida desde lo estético y con la forma que Iván Vescovo quiso contarla. La complicada empresa en la que se embarcó el joven director y todo su equipo tiene un balance más que positivo y dejará a más de uno sorprendido por lo interesante de la propuesta. En la catarata de estrenos que tenemos semana a semana es bueno encontrarse con este film que es una muestra más que el cine argentino también puede pasar por otros lados.
Aunque de intención soberbia, esta opera prima argentina que se estrenó el jueves 20 de febrero resulta algo endeble La película gira en torno a “El jardín de senderos que se bifurcan”, el cuento policial de Jorge Luis Borges, y a una supuesta errata que se produjo en el texto. Ulises, el protagonista, se enamora de Alma, una joven estudiante de Letras que un día desaparece, hecho que da lugar a una serie de diversas peripecias que llevarán al espectador a dudar de todo o casi todo. Esto es así porque la película se funda en la idea posmoderna de que no existe algo tal como una Verdad que permitiría construir un discurso verdadero o falso acerca de los hechos; sino que, por el contrario, sólo existen diversas miradas interpretativas acerca de un determinado suceso que a la vez puede ser desglosado, repetido, pervertido hasta el infinito. La intención de “Errata” es soberbia: exponer en poco más de una hora tanto la naturaleza de la temporalidad paradojal que es magistralmente expresada en el texto de Borges, producir una nueva teoría de la errata, documentar una historia de amor y desengaño. La vastedad de temas de compleja resolución sumada a la actuación pobre del protagonista masculino tornan a la película endeble y tediosa pese a la rapidez con que se suceden las imágenes. Debemos mencionar que la referencia a la actuación del protagonista no es caprichosa, Ulises es el personaje excluyente de “Errata” dado que sus acciones, reacciones, pensamientos, etc., le dan una especie de unidad al relato. De cualquier manera, encontramos en la película algunos puntos positivos como el comienzo potente y la intención de alejarse del policial tradicional en el que un personaje detectivesco analiza los datos hasta llegar a la verdad; en este sentido, lo interesante de “Errata” es que -aún cuando al final tenemos una idea algo acabada de lo que ocurrió- no todo cierra de una manera cabal y algunos personajes no terminan de tener una función precisa en la narración, lo cual le da al relato una estructura vital retomando el espíritu borgeano. FICHA TECNICA Director: Iván Vescovo. Elenco: Nicolás Wollen, Guadalupe Docampo, Claudio Tolcachir, Boy Olmi. Argentina, 2012, 76’.
Iván Vescovo (ganador de una mención especial del jurado en Mar del Plata en 2010 con su corto “Todos tienen algo que ocultar excepto yo”) nos sorprende con su ópera prima "Errata". Juega con elementos fantásticos en un relato anacrónico que describe los sucesos en el intrincado proceso mental del protagonista. Una mañana cualquiera Ulises (Nicolás Woller) se despierta y no encuentra a Alma (Guadalupe Docampo). Simplemente desapareció. De ahí en más, no sabremos si realmente ella existió o no, ya que por momentos el entra en un estado de ensoñación que invita al espectador a dudar sobre su existencia. Sin embargo, convencido de poder hallarla se sumerge en una búsqueda incansable, pero en cada paso hacia su encuentro va descubriendo los oscuros aspectos de la vida de su novia, que obviamente el, no conocía. Pronto, en su mar de recuerdos, vislumbra algunas pistas que dirigen su interés hacia el profesor de Alma (Claudio Tocalchir) y comienza a indagar. Su desesperación por encontrarla y su obsesión con un particular libro de Jorge Luis Borges, nos llevarán, entre giros y contragiros, a una resolución inesperada de la historia. Un plan mayor que unifica casi al final, un relato que a lo largo del film parece inconexo. La película tiene una imagen con rasgos distintivos, propios y su blanco y negro constantes no hacen mas que reforzar un clima singular que desvía la mirada de los detalles del fondo y la coloca con firmeza en la secuencia narrativa. Con las actuaciones de Claudio Tolcachir, Vanesa González, Federico D`Elía, Boy Olmi, Martín Piroyansky, Arturo Goetz y Carla Quevedo, “Errata” se estructura alrededor de su propio significado: una errata es un error cometido en un impreso o manuscrito, que puede convertir a un libro en una pieza única, irrepetible. La realidad y los recuerdos, como así también las imágenes y el relato se mezclan constantemente lo cual exige al espectador un grado de atención intenso para poder seguir el hilo conductor de la historia y a la vez, no perderse de los detalles. Errata resulta ser un producto interesante que tiene las señales claras de hacia donde va su director y con seguridad, seguirá sorprendiendonos mas y mejor.